Te Necesito

By MyPerfectGuys

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Entrenador y jugadora. Profesor y alumna. Amigo y amiga. Para algunos eran una cosa, para otros otra... pe... More

Sinopsis
01.
02.
03.
04.
05.
06.
07.
08.
09.
10.
11.
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13.
14.
15.
16.
17.
18.
19.
20.
21.
22.
23.
24.
25.
26.
27. «1ª parte»
27. «2ª parte»
28.
29.
31. «1ª parte»
31. «2ª parte»
32.
33.
34.
Epílogo
Nueva temporada
~~~

30.

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By MyPerfectGuys

Narra Liam.

-Liam, ¿podrías echarle un vistazo a estos exámenes antes de marcharte? -Daniel se acercó a mí manteniendo unos papeles en alto- Lo haría yo, pero estoy demasiado cansado y dudo mucho que los pueda corregir con algo de coherencia. A demás, es algo urgente, ya sabes que mañana es la sesión de evaluación y tenemos que poner las notas del trimestre.

-Sí, claro -acepté. Miré mi reloj calculando el tiempo que me llevaría-. Vete a casa y descansa, yo me encargo de todo.

-Muchísimas gracias Liam -me sonrió agradecido-, te debo una.

Después de verlo abandonar la clase, suspiré algo agobiado y me puse en seguida a realizar la tarea que tenía pendiente. Había pensado en salir un poco antes del colegio para darle una sorpresa a _____ antes de su audición, pero al parecer eso ya no sería posible.

Normalmente los exámenes de música que se hacían en los colegios no eran muy complicados, pero los que tenía que corregir eran sobre la historia de la Edad Media y estos si que tenían algo de complejidad.

Después de haber pasado unos veinte exámenes, llegué al de _____. Podía imaginarla perfectamente aquel día escribiendo como una loca todas las respuestas sin parar, a la vez que enrollaba uno de los mechones de su pelo en su dedo índice presa de los nervios por saber si aprobaría o no. No sabía como aún se seguía angustiando por esas cosas, tan solo había que fijarse en sus respuestas bien redactadas y en el 10 que le había puesto para ver que era una alumna ejemplar.

Unas cuantas vibraciones procedentes de mi teléfono que estaba sobre la mesa me distrajeron un par de veces, pero conseguí terminar a tiempo a pesar de todo. Suspiré pesadamente agotado por el ajetreado día que había tenido y en seguida me levanté de mi silla sin perder más tiempo. Guardé todo en mi carpeta, cogí mi móvil en la mano y eché a andar por los pasillos apenas iluminados del colegio.

Empecé a ojear algunos de los mensajes que me había mandado Niall y otras llamadas de _____, seguramente estaría desesperada porque aún no había llegado, pero de repente mis ojos se posaron en aquel número desconocido haciéndome parar en seco. Lo había guardado esa mañana en la agenda de mi teléfono antes de dárselo a _____ para así poder seguir investigando sobre el origen de los mensajes.

Ayer por la noche, después de comprobar que todos en mi casa estaban dormidos, me decidí a llamar al número, pero la línea comunicaba continuamente.

Entonces recordé la foto que habían dejado en el despacho de Pilar hacía un par de semanas y que gracias a Niall ella no había visto. Aquella foto la habían tomado desde el colegio, y fue en horario de clases, lo que significaba que la persona que hubiera sido solo podía ser dos cosas, o alumno o profesor.

-Hey, Liam -una voz aguda a mi espalda me hizo pegar un bote-. No te asustes hombre, que no muerdo.

Ainhoa apareció delante mía con una enorme sonrisa en su rostro.

-H-hola -pronuncié recuperándome del susto.

-¿Aún sigues aquí? Voy a empezar a pensar que te gusta hacerme compañía por las tardes en el cole -alcé las cejas sin entender-. Aquí nunca hay nadie a estas horas y desde que llegaste tú ya no me siento tan sola.

-Ya... -la miré incómodo.

Se giró y empezó a caminar para que yo la siguiera. Entró a su clase y se sentó en el borde del escritorio.

-¿Tendrás tiempo para salir hoy conmigo, o también estás ocupado?

-Pues sí, la verdad es que...

El tono de llamada de su teléfono me interrumpió. Ella lo tomó entre sus manos y observó la pantalla.

-Un segundo -me indicó antes de ponérselo en la oreja y comenzar a hablar-. ...ahora no podemos hablar... no, aún no, lo siento... he dicho que aún no... -susurraba nerviosa dándose la vuelta como si de esa manera no pudiera escucharla-, ...te llamo más tarde... -cortó la llamada y me miró cambiando su actitud-. Perdona, una amiga algo pesada -sonrió intentando mostrarse amable.

Ella se había empeñado mucho últimamente en acercarse a mí, no de forma muy sugerente pero sí que a veces me llegaba a agobiar un poco con sus incesables preguntas, algunas incluso sobre mi vida privada. Se veía que intentaba caerme bien y ser una mujer educada y respetuosa, pero había algo de ella que no me convencía, algo que me decía que me alejara de ella porque tan solo me traería problemas.

-Liam -chasqueó sus dedos ante mi cara haciéndome reaccionar-, estás algo distraído, ¿no?

-Sí, sí, perdona -miré mi reloj de nuevo-. Lo siento pero me tengo que ir Ainhoa.

-Ya, lo suponía. Tranquilo, vete, tu novia te estará esperando -dijo distraída rebuscando algo en uno de los cajones del escritorio.

-¿Y tú como sabes eso?

Ella alzó la vista inmediatamente aterrorizada sin saber que decir.

-Em, esto... l-lo sé porque... porque tú mismo me lo comentaste el día en que te invité a tomarnos algo y rechazaste la oferta -soltó rápidamente intentando que no se notaran sus nervios-, ¿ya no te acuerdas?

-Eh, sí, sí, claro que me acuerdo -entrecerré mis ojos y la miré con ganas de saber que era lo que se me escapaba-. Hasta mañana.

-Adiós -me sonrió apartando la vista de mis ojos por miedo a que se delatara ella misma.

Me acordaba de aquel día como si fuera ayer, el día en que pasé la mejor noche de mi vida en la playa con _____, y también recordaba a la perfección la conversación que tuvimos horas antes Ainhoa y yo. Justo antes de poder decirle nada de que tenía novia, si es que podía llamar a _____ así, ya que nunca se lo había pedido formalmente, _____ nos interrumpió y al final de mi boca no salió ni una palabra.

Salí de la clase con pasos rápidos, pero en vez de irme, me quedé recostado sobre la pared al lado de la clase mientras sacaba mi teléfono del bolsillo. Tenía que hacerlo. Busqué en la agenda el número y le di al botón de llamar. Todo estaba en silencio, pero fue sólo cuestión de segundos que el mismo tono que tenía Ainhoa en el móvil comenzara a sonar de nuevo.

-¿Quién es? -la oí a través del móvil- ¿Hola? ¿Hay alguien ahí?

Corté la llamada en seguida y a punto estuve de tirar el móvil al suelo de la impresión. Había sido ella todo el tiempo.

Me asomé por la puerta lo suficiente como para quedar oculto por la oscuridad y la miré negándome a creer lo que había descubierto.

¿Por qué?

¿Por qué había echo aquello?

¿Qué le había hecho _____ como para chantajearla de aquella forma?

A pesar de que la rabia me poseía y deseaba plantarle cara en aquel mismo momento, debía pensar con claridad y ser coherente. Primero iría con _____ y le contaría todo, a demás, ella me necesitaba en su audición y no podía faltar a la promesa que le había hecho.

Corrí escaleras abajo hasta abandonar el colegio y crucé la calle para llegar hasta el conservatorio.

-Perdonen -interrumpí la conversación de dos mujeres en las escaleras de la entrada-. ¿Me podrían decir donde se realizará el concierto de los alumnos de piano?

-Sí, claro -una de ellas me tomó del brazo y me arrastró unos metros más adelante-. Mira, si quieres buscar asiento para escuchar el concierto entra por esa puerta -indicó una que estaba repleta de gente-, y si quieres hablar con algún alumno antes, ve por este pasillo y entra en la primera puerta que encuentres.

-Ok, muchísimas gracias -le sonreí encantado por la rapidez con la que me lo había dicho todo.

Me dirigí hacia la segunda opción y llegué hasta la puerta de la que la señora me había hablado. Miré por una rendija de cristal y alcancé a ver a muchos niños y adolescentes vestidos todos de negro caminando de un lado a otro.

Abrí la puerta y por suerte no llamé la atención de mucha gente. Recorrí con la mirada la habitación y la vi a ella apartada del resto en una esquina mordiéndose las uñas desesperada.

-_____ -caminé hacia ella sonriendo.

-Liam -levantó su cabeza.

Fue a abalanzarse a mí en cuanto me tuvo delante, pero en seguida retrocedió unos pasos. Intenté abrazarla pero me esquivó torpemente. Sabía que lo hacía porque ahora solo éramos amigos y nada más, y según ella nos dábamos demasiadas muestras de afecto como para ser amigos. Pero me importó poco que se rehusara a abrazarme, yo lo hice y noté como de pronto ella comenzaba a sollozar en mis brazos.

-Eh, ¿qué pasa? -la separé un poco de mí para mirarla a los ojos-. Preciosa, no llores.

Presioné mis labios contra su frente y a continuación, bajé por sus mejillas.

-No puedo hacerlo Liam, no puedo -susurró cabizbaja-. Le tengo pánico a salir ahí fuera.

-Mírame -la obligué-, acuérdate de cuando hiciste la audición para el papel de Sandy, ¿qué te dije?

-Que... que pensara en alguien a quien quisiera dedicarle la canción, que cerrara los ojos y... -se limpió las lágrimas con sus manos.

-¿Y...?

-Que cerrara los ojos y pensara que estaba yo sola con esa persona.

-Te funcionó, ¿verdad? -ella asintió levemente- pues esto es igual. Yo estaré aquí contigo, no me iré.

Nos giramos para escuchar como llamaban a la primera chica que debía salir. Al volverme la vi temblar bajo mis brazos. Le hice moverse de espaldas hasta un pequeño hueco entre la pared y una estantería de forma que quedamos fuera de la vista de los demás.

-Por favor, quédate aquí hasta que me llamen a mí -me pidió agarrándome desesperada la mano.

-Por supuesto -la abracé con fuerza y dejé que cerrara sus ojos pegándose a mi pecho.

Permanecimos así por bastante tiempo. Cada vez veía la sala más vacía y ella seguía sin abandonar mi cuerpo. Le pasaba las manos por la espalda para calmarla y le susurraba al oído todas las tonterías que se me pasaban por la cabeza para intentar que despejara la mente y se riera, y gracias al cielo aquello funcionó la mayoría de las veces.

-Pequeña -susurré con voz melosa acariciándole la mejilla-, te toca.

Abrió sus ojos lentamente y se dio la vuelta para ver que su profesora la llamaba.

-Lo vas a hacer genial, lo sé -la animé-. Tan sólo tienes que concentrarte.

-Ven, acompáñame -me dijo cogiéndome de la mano y llevándome hasta donde estaba su profesora-. Por favor Ana, déjalo quedarse contigo aquí.

Ella me miró al principio negando, pero al ver que _____ insistía e insistía terminó accediendo.

-Está bien, pero debes estar callado e intentar pasar desapercibido -me advirtió-. Supuestamente sólo pueden estar aquí los profesores -señaló hacia un pequeño palco a un lado del escenario que pegaba a la habitación donde esperaban los alumnos.

Después de que un chico de su edad terminara de interpretar su repertorio, éste se levantó y abandonó el escenario mientras un montón de gente aplaudía. _____ inspiró aire profundamente y, sorprendiéndome, salió con paso decidido al frente del público. Se sentó con la cabeza alta en el piano y antes de comenzar a tocar, dirigió una mirada rápida hacia mí, que me encontraba justo delante, y curvó sus labios ligeramente hacia arriba.

-Es buena, ¿eh? -me preguntó su profesora al ver que la miraba embobado.

Tan solo atiné a asentir de forma rápida, no podía permitirme dejar de mirarla o de prestarle atención. La había oído antes, en el colegio o a veces en su casa, pero nunca había alucinado con ella tanto como lo estaba haciendo ahora.

* * *

-¿Le apetecería a la mejor pianista del mundo mundial una cenita esta noche conmigo? -la abracé por la espalda pillándola por sorpresa.

-Oh, Liam, ¿me quieres matar? -rió acelerada.

-No, eso nunca -le di un beso en la mejilla y la volteé-. Has estado espectacular, y no exagero. No sé porque estabas tan asustada, creo que has sido la mejor de todos los que tocaron con gran diferencia.

-Ya, claro -rodó sus ojos sin darle importancia a mis palabras.

-Bueno, pues no me creas -me encogí de hombros-. ¿Y qué dices de la cena? No me has respondido.

La acerqué a mí haciendo que nuestros cuerpos quedaran completamente pegados.

-Lo siento pero no, estoy cansada -me alejó de ella con un suave empujón-. Necesito descansar, mañana hay ensayo casi todo el día. Tú también deberías irte a casa.

-¿Por qué me separas? -pregunté decepcionado- No veo que hay de malo en un abrazo entre amigos.

-No podemos Liam, y además, este no es el sitio más adecuado -miró a nuestro alrededor para observar a las familias que pasaban a nuestro lado, ya que nos encontrábamos justo en la puerta del conservatorio.

-¡Mierda! -exclamé, aunque procuré controlar el volumen de mi voz.

La cogí de los hombros lo más rápido que pude y la llevé hasta la parte trasera de mi coche, el cual casualmente había dejado aparcado allí mismo desde por la mañana. Una vez allí, la hice agacharse y la oculté de Ainhoa. ¿Qué hacía ella ahí?

-¿Qué pasa? -preguntó _____ preocupada.

Yo no pude responderle, estaba concentrado en seguir todos y cada uno de los movimientos de mi compañera de trabajo. Se encontraba frente a la puerta por la que todavía seguía saliendo gente del concierto, eso quería decir que ella había estado allí. Había estado viendo a _____.

-Liam, ¿que pasa? -volvió a preguntar algo exasperada.

-Nada, nada -la miré intentando calmarla-, tranquila que no es nada.

Ainhoa hablaba por teléfono, se la veía frustrada, mientras que miraba en todas direcciones buscando algo, pero me atrevería decir que en vez de algo, era alguien. Y ese alguien era yo.

-Estás raro hoy, ¿se puede saber qué te pasa?

Seguí los pasos de Ainhoa y la vi alejarse en dirección opuesta a nosotros. Solté un suspiro de alivio y me apoyé en una de las puertas del coche. La miré y vi que me observaba con el ceño fruncido.

-Llévame a casa, por favor -me pidió frotándose los ojos-, de verdad que estoy cansada.

Asentí un poco apenado y tras subirnos al coche, la llevé hasta dónde ella pidió.

-Necesito hablar contigo -le dije parando el coche en su puerta.

-Pues adelante.

-¿Puedo subir a tu casa? -ella me miró con sorpresa.

-Creo que está mi padre, y sé que no le hará mucha gracia verte entrar por la puerta.

-No creo que me eche de tu casa por ir contigo -reí tratando de ponerle un poco de humor al asunto-, alguna vez tendrá que asumir que te haces mayor, y como todas las chicas de tu edad, tendrás chicos revoloteando a tu alrededor constantemente.

-Bueno, tú sabrás lo que haces -me retó entrecerrando sus ojos divertida-. Si te saca a patadas de mi casa te prometo que no tendré compasión de ti.

Al entrar por la puerta vimos todas las luces apagadas, así que me pude permitir el lujo de suspirar aliviado.

-Pues al parecer no está... -susurré victorioso al ver que no tendría que plantarme frente a su padre.

-No te confíes tanto -se burló.

Me agarró del brazo y me llevo hasta la puerta cerrada de la cocina. Al abrirla, vimos a Antonio ocupado en unos asuntos, sentado en la mesa y revolviendo unos papeles.

Pues no, no tendría tanta suerte como pensaba.

-Hola papá -saludó ella dándole un beso en la mejilla.

-¿Qué tal ha ido tu audición? -preguntó abrazándola.

-Bien, creo -respondió en voz baja al ver como él me escudriñaba de arriba a bajo-. Papá, Liam me ha traído a casa y he querido invitarle a subir -mintió. Yo la miré sorprendido.

-¿Cómo estás Liam? -se levantó y se acercó a mí, tendiéndome la mano.

-Muy bien, Antonio -me extrañó que no se mostrara ofendido por mi presencia, o aunque fuera, algo contrariado-. En realidad he subido porque necesitaba hablar con su hija tranquilamente -expliqué-, ella se ha negado pero he tenido que insistir para que accediera.

-Bueno, no hay ningún problema -nos sonrió a los dos-. ¿Queréis que os deje hablar aquí?

-Oh, no hace falta, iremos a mi habitación -respondió _____ insegura, esperando alguna mala reacción de su padre.

-Claro, adelante.

Nos hizo un gesto con la mano y continuó echándole un vistazo al papeleo sobre la mesa.

-Tampoco ha sido tan malo, ¿no? -pregunté siguiéndola por las escaleras.

-Pues no, la verdad es que pensé que se enfadaría un poco... -se quedó callada reflexionando-. Parece que lo hemos pillado hoy de buen humor.

Al llegar a su cuarto, entornó la puerta y me invitó a sentarme en la silla de su escritorio. Se movió por el espacio libremente, ordenando alguna que otra cosa que había por allí y abriendo las ventanas de par en par para que hubiera ventilación.

-Tú dirás -me miró expectante-. ¿Qué me tenías que decir?

-Ven, siéntate aquí -señalé su cama, que quedaba en frente mía.

Obediente, se sentó con las piernas cruzadas sobre las suaves sábanas color coral y me prestó toda su atención.

-Te voy a hacer una pregunta, y me gustaría que fueras totalmente sincera conmigo, ¿crees que podrás?

-Sí -contestó muy segura.

Eché mi peso hacia delante, apoyando mis antebrazos en mis muslos, y la miré atento.

-¿Qué fue lo que te hizo cambiar de opinión con respecto a nosotros? -solté eso que por tanto tiempo había estado meditando.

Ella alzó sus cejas y se revolvió incómoda en su sitio.

-Ya lo sabes Liam, simplemente me di cuenta de que... -tomó aire-, de que eres mi profesor y esto no está bien.

-Me has dicho que serías sincera... -musité apartando la vista.

Un silencio sobrecogedor nos envolvió por unos largos segundos, segundos los cuales me parecieron eternos.

-¿Lo sabes? -preguntó con un hilo de voz. Ella ya sabía el porqué de mi insistencia- Respóndeme, ¿lo sabes?

-Sí.

_____ llevó su cabeza hacia atrás cerrando los ojos y se tapó la cara negando.

-¿Por qué me lo ocultaste? -quise saber. Estaba molesto, pero pude controlar mi tono- ¿Sabes lo que es enterarte, después de meses, de que una de las personas a las que más quieres en el mundo la han estado chantajeado? ¿Eh, sabes lo que es eso? Pude haberte ayudado, _____...

Ella no hablaba y seguía ocultando su rostro. Respiré lentamente sintiendo el aire inundar mis pulmones. Bajé mis manos por su brazos hasta llegar a sus manos y las sujeté con firmeza.

-Por favor, mírame -le pedí con ternura.

-No pretendía ocultarte nada, tan sólo me daba miedo tu reacción -se lamentó alzando miedosa la vista-. Lo siento mucho, de verdad, nunca quise que te sintieras así.

-Perdóname tú a mí, no sé por qué me molesto si tú lo tienes que haber pasado mucho peor en todo este tiempo -acaricié con mis pulgares sus nudillos-. ¿Quieres hablar de esto ahora? Sé que estás cansada.

-No importa -tiró de mis manos y me sentó a su lado-. ¿Te acuerdas del día en que Niall descubrió aquella foto en el despacho de su madre? -yo asentí- Te dije que no sabía nada sobre aquello y te prometí que siempre te diría la verdad... pues te mentí. Al principio pensé que era todo una broma de mal gusto, por eso me callé. Pero al darme cuenta de que el tiempo pasaba y los mensajes y fotos seguían llegando me asusté, me asusté mucho -su respiración comenzó a acelerarse.

-Eh, eh, tranquila... respira pequeña, respira.

La atraje hasta mí y la abracé. Amaba demasiado hacer eso.

-Ya no sé qué hacer, Liam -dijo mirándome aterrada con sus preciosos ojos azules vidriosos-. No quiero que te hagan daño y tampoco quiero que pierdas tu trabajo, sé lo mucho que te gusta.

Debía decirle quién era la persona que nos estaba separando a los dos, pero no podía. Estaba sufriendo demasiado viéndola así y sabía que si le contaba más cosas se preocuparía en exceso.

-Por el momento vamos a hacer una cosa -sus ojos buscaron rápidamente los míos-. Déjame tu móvil.

Sacó su teléfono del bolsillo y me lo tendió.

-¿Qué vas a hacer?

-Me gustaría que no vuelvas a utilizar este número -abrí el móvil por la parte posterior y saqué su tarjeta-. A partir de ahora olvídate de los mensajes. Te quedarás sin teléfono, pero creo que merecerá la pena. ¿Te parece bien?

-Me da igual, lo único que quiero es dejar a parte este tema cuanto antes.

-Pues ya está, problema solucionado.

Me levanté de la cama y dejé todo lo que tenía en mis manos sobre su cómoda. Al darme la vuelta para volver hasta ella, la vi ya tumbada en su cama con los ojos cerrados. Embelesado por lo perfecta que se veía aún estando casi dormida, me acerqué y me arrodillé a su lado. Le acaricié el rostro con suavidad, bajando de sus mejillas hasta su barbilla. Abrió sus grandes ojos azules e intentó sonreírme.

Sin romper nuestro contacto visual, me incorporé y la acomodé dentro de las sábanas.

-Duerme, pequeña -le di un beso en la frente, demorándome todo el tiempo consideré-, te quiero.

No habíamos hablado aún nada sobre nosotros, pero tan sólo esperaba que a partir de ahora me tratara con algo más de cercanía.

Salí de la habitación y cerré la puerta intentando hacer el menor ruido posible. Me giré para bajar las escaleras, pero al ver a Antonio apoyado en la pared justo delante mía, me quedé quieto en mi sitio. Algo me decía que había oído parte de nuestra conversación.

-A-Antonio... -articulé nervioso sin saber que decir.

-Puedes quedarte con ella esta noche si quieres -me ofreció acercándose a mí con pasos cortos.

-¿Lo dice en serio? -pregunté asombrado. Él asintió un par de veces-. Muchísimas gracias.

Emocionado por su amabilidad, abrí la puerta de nuevo y me dispuse a entrar.

-Liam, espera -me llamó una última vez.

-¿Si?

-No le hagas daño por favor, es casi una niña aún y no se merece que le hagan sufrir.

-Jamás le haría daño intencionadamente, la quiero demasiado... -me sinceré con seguridad antes de volver a introducirme en su habitación.


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