Te Necesito

By MyPerfectGuys

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Entrenador y jugadora. Profesor y alumna. Amigo y amiga. Para algunos eran una cosa, para otros otra... pe... More

Sinopsis
01.
02.
03.
04.
05.
06.
07.
08.
09.
10.
11.
12.
13.
14.
15.
16.
17.
18.
19.
20.
21.
22.
23.
24.
25.
26.
27. «1ª parte»
27. «2ª parte»
28.
30.
31. «1ª parte»
31. «2ª parte»
32.
33.
34.
Epílogo
Nueva temporada
~~~

29.

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By MyPerfectGuys

-Cariño -me susurraron-, cariño despierta.

Abrí un ojo con gran dificultad y vi a mi madre y a mi hermana mirándome atentamente.

-Te hemos hecho el desayuno -dijo Katy sonriendo y tirándose encima mía-. ¡Ven, vamos!

Ella me arrastró agarrada a mi mano hasta la cocina y me sentó en una silla para después subirse a mi regazo. Me froté los ojos para intentar espabilarme y entonces me di cuenta de que mi padre estaba a mi lado sentado.

-¿Cansado? -me preguntó sonriendo y golpeando con suavidad mi hombro.

-Un poco...

-Como me sigas robando a mamá por las noches me voy a terminar enfadando, ¿eh? -bromeó, mientras que mi madre lo miraba negando divertida a la vez que se sentaba junto a nosotros-. No me mires así preciosa, tu hijo no es el único que necesita cariño y mimos por las noches -le guiñó un ojo pícaramente.

A pesar de llevar veinticinco años casados, mis padres aún seguían queriéndose como dos adolescentes, aquello era más que evidente.

-Geoff, la niña -le advirtió mi madre en un susurro regañándolo.

-¿Qué pasa conmigo, mami? -preguntó Katy inocente.

-No pasa nada bebé, sólo que aún estás algo pequeña para escuchar las tonterías que dice tu padre.

-¿Qué tonterías? -volvió a preguntar.

-Me parece que te estás volviendo una niña un poquito preguntona, ¿no crees? -le dije divertido bebiendo un sorbo de mi café.

Ella me sacó la lengua burlonamente y empezó a comer con ansias.

-Aprovechando que estamos todos, quería hablaros sobre la cena de Nochebuena -comenzó a decir mi padre-. Había pensado invitar a cenar a casa a Antonio y a _____, ¿qué os parece? Supongo que tras irse Miriam estarán solos ese día y no creo que sea una noche para que se la pasen sin compañía.

-¡Síí! -gritó mi hermana después de beber un poco de zumo.

-A mí me parece perfecto -opinó mamá con sinceridad. Más tarde me miró y supo que yo no sabría muy bien qué contestar.

-¿Qué dices, hijo? -papá me miró- ¿Te apetece?

-Eh, sí... supongo que estaría bien que nos acompañaran.

-¡Genial! Hoy mismo se lo diré a Antonio -exclamó contento.

Al terminar de desayunar, ayudé a recoger la mesa y subí a mi cuarto un rato. Tenía pensado quedarme en casa de mis padres hasta mañana por la mañana lunes, que sería cuando iría a trabajar. Quería pasar tiempo con mi hermana y mi madre y hacer las cosas que solíamos hacer antes de conocer a Danielle.

Me tiré sobre mi cama y cerré los ojos. Recordé que aún tenía el móvil de _____ guardado en mi bolsillo, así que lo saqué para dejarlo sobre mi mesita de noche. Pero antes de que pudiera hacerlo, una lucecita morada en el extremo superior de la pantalla captó mi atención. Si no me equivocaba, eso significaba que tenía un mensaje o alguna llamada.

Desbloqueé el móvil sin necesidad de introducir ningún código y de repente saltó una alerta informándome de que había recibido un mensaje nuevo. Me fijé en que el número era desconocido y la fecha era de ayer por la noche, justo cuando ella abandonó la casa de Niall.

En seguida me di cuenta de lo que hacía y aparté el aparato de mi vista. No podía hacer eso, era su intimidad, su privacidad, yo no era nadie para cotillear en sus cosas. Pero lo que me hizo volver a prestarle toda mi atención a aquello no fueron mis ganas por saber sobre todos sus movimientos, sino el miedo porque me hubiera dejado a causa de otro chico. Las pruebas que necesitaba para asegurarme de que eso no había sido así las tenía en la mano en ese mismo momento.

Después de mantener mi dedo suspendido en el aire decidiéndome por presionar o no la pantalla, abrí el mensaje y algo extrañado leí el contenido.

" Excelente. Veo que al final ha hecho falta involucrar a tu padre en esto para que hicieras caso. Buena chica. Ya sabes, a partir de ahora ni un solo acercamiento más a Liam. De lo contrario, ya sabes cuales serían las consecuencias para él."

¿Aquello era un mensaje de chantaje?

No me lo podía creer.

Me incorporé sobre mis codos releyendo de nuevo el texto. No, no y no, eso no podía estar pasando. Quería arrojar el móvil y estamparlo contra la pared, pero tenía que comprobar cuantos mensajes más de aquel tipo había recibido. Empecé a investigar y llegué a contar hasta unos veinte, añadiéndole fotos y algún que otro video nuestro en la playa. Los mensajes habían comenzado unas semanas después de empezar el curso, es decir, hacía ya dos meses.

¿Por qué no me había dicho nada sobre eso? Yo la podía haber ayudado...

Me levanté desesperado de la cama y comencé a caminar por toda mi habitación furioso. Todo lo que me había dicho _____ anoche, su actitud últimamente, ya todo tenía sentido. La habían forzado a hacerlo, pero, ¿quién sería el maldito capaz de hacer aquello?

El móvil, aún en mi mano, comenzó a sonar. Al ver que ponía Número desconocido no dudé ni un instante en contestar.

*Conversación telefónica*

-¿Quién es? -pregunté directamente con voz grave y enfadada.

-¿Liam? -habló _____ desde el otro lado.

-¿_____?

-Uf, no sabes lo tranquila que me dejas. Pensaba que me habían robado el móvil -rió sin muchas ganas.

-Esto... sí -suavicé mi tono-, te lo dejaste ayer en casa de Niall.

-Bueno, ¿mañana en clase me lo das?

-¿Y por qué no mejor vienes hoy a casa de mis padres? Voy a estar aquí toda la tarde con Katy, ella seguro que quiere estar contigo -crucé mis dedos para que aceptara.

-Oh, no creo que pueda Liam, tengo que estudiar mucho y además, el martes es mi...

-Tu audición de piano -terminé por ella-, sí, lo sé.

-Te has acordado -susurró soltando un discreto suspiro.

-No podía olvidarme de eso -sonreí, consciente de que ella no podía verme-. Estaré ahí contigo el martes, te lo prometo.

-Gracias Liam. Y bueno, te dejo ya, que aunque sólo queden tres días de clase, no doy a basto con los exámenes.

-Está bien -me quedé callado por un momento-. Te quiero.

-Sí, yo... -dudó-. Hasta mañana, Liam.

Cortó inmediatamente la llamada dejándome algo descolocado, pero de igual forma no me arrepentía de mis últimas palabras. Me había precipitado un poco quizá, pero quería que lo supiera a pesar de todo.

Tenía que encontrar el momento perfecto para hablar con ella de los mensajes. Esto no se podía quedarse así por mucho más tiempo. Pero primero que nada debía intentar averiguar algo por mi cuenta.

-¡Liam! -oí que me llamaba mi madre desde las escaleras.

Salí de mi habitación, bajé las escaleras y caminé hasta la cocina. Allí encontré a mi hermana y a mi madre riendo a la vez que preparaban la comida.

-Anda cariño, lleva a tu hermana a su cuarto que tiene que hacer deberes.

-Noo -se quejó la pequeña haciendo muecas-, yo quiero ayudarte mami.

-Luego, pero primero los deberes.

Me acerqué hasta ellas y cogí a mi hermana como siempre hacía. La llevé hasta su habitación y la senté en el escritorio después de sacar sus libros de la mochila.

-A ver, ¿qué tienes que hacer?

-Matemáticas e inglés -me respondió con mala cara-. Ayúdame, porfa.

Me senté junto a ella y después de un rato, ya hubimos terminado de hacer todo.

Narra Niall.

-Chicos, me voy a dormir -anunció mi madre interrumpiendo nuestra conversación-. ¿Te quedarás a dormir aquí Alba?

-¿Qué? Oh, no -rió nerviosa-. Creo que yo también me voy ya, es tarde.

Ella se puso de pie y yo la imité.

-¿Tú te quedarás aquí o te irás a tu casa? -me preguntó esta vez a mí.

-Creo que llevaré a Alba a su casa y después volveré a la mía -le dije besando su mejilla con cariño, acordándome de sus reproches por no ser todo lo afectuoso que, como hijo suyo, debía ser-. Que descanses mamá, pensaré en ti -añadí en tono bromista haciéndola reír.

-Yo también pensaré en ti -me sonrió-. Te quiero, hijo.

Dejé que ellas dos se despidieran y, una vez que terminaron, cogí a Alba de la mano para guiarla hasta la moto.

-¿Quieres conducirla hoy? -le pregunté divertido subiéndome y arrancando el motor.

-Ja ja -rodó los ojos y se sentó delante mía- agárrame, por favor.

-¿Te sigue dando miedo? -sujeté con mis piernas las suyas y le besé la mejilla.

-Ya no tanto -me miró sonriendo y me alentó a que comenzara a conducir-. A mi casa, por favor.

-A sus ordenes -reí.

* * *

-¿Están tus padres en casa?

-Eh, no. ¿Por qué? -caminó de espaldas hacia la puerta- ¿Quieres subir?

-Me encantaría.

Sacó sus llaves de un bolsillo y me llevó por unas escaleras hasta el tercer piso. Entramos a su casa y me llevó directa a su habitación.

-Nunca me has hablado de tu padre -sacó el tema de pronto, mientras abría la puerta.

-Oh, pues él se separó de mi madre cuando yo tenía cinco años y desde que cumplí los seis no lo he vuelto a ver -me agarró del brazo y me sentó sobre su cama-. La verdad es que no hay mucho que contar sobre él, nunca se preocupó lo suficiente por mí.

-Lo siento -me miró triste.

-No tienes por qué sentirlo -le sonreí, atrayéndola hacia mí y sentándola sobre mi regazo-. Ahora en mi vida hay personas mucho más importantes como para preocuparme por eso.

La tomé de la mejilla y la acerqué peligrosamente a mí.

-¿Qué pretendes hacer? -preguntó sonriente.

-Mmm... no sé, ¿besarte quizá?

-Que tonto eres, Niall -rió.

Me giró la cara consiguiendo que perdiéramos nuestro intenso contacto visual y apoyó su cabeza en mi hombro a la vez que me abrazaba. Acariciaba y trazaba líneas imaginarias con la punta de su nariz en mi cuello, provocándome unas cosquillitas realmente placenteras. Me recosté sobre unos cojines que tenía por allí cerca y ella siguió sin despegarse de mí.

-Niall.

-¿Si?

-¿Tú me quieres?

-Pues claro que sí -alzó la vista y me miró con ternura.

-¿Pero de qué forma me quieres? ¿Cómo una amiga, o... o cómo algo más? -se sonrojó.

Se tumbó de medio lado y yo hice lo mismo para poder mirarla a los ojos.

-Creo que es obvio, soy muy cantoso y no sé esconder mis sentimientos, pero si el otro día en mi casa no te quedó claro la forma en que te quiero, entonces te lo volveré a repetir.

Busqué su mano sin apartar la vista de sus ojos y enlacé nuestros dedos.

-Cuando te veo con otros chicos siento mi sangre bullir intensamente y me entran ganas de matar a cualquier hombre que esté cerca tuya -ella rió ante aquel comentario-, sobre todo a tu amigo ese, Marcel.

-Tú mismo lo has dicho, es sólo un amigo, nada más.

-Sí, lo sé, pero he visto la forma en que te mira y se nota que no siente lo mismo que tú por él -tragué saliva y continué-. Para mí todo esto es nuevo Alba, aún estoy descubriendo a una nueva persona dentro de mí que hace y dice lo que quiere y cuando quiere. Todo el mundo asegura que estoy distinto últimamente, que no soy tan descarado y liberal, que soy mejor persona, y yo la verdad es que me siento mucho mejor conmigo mismo -ella volvió a mostrarse divertida y me acarició la mejilla-. Mi madre dice que me han cambiado, pero yo soy el único que sabe exactamente lo que me ha hecho cambiar.

Le tomé su mano extendida en mi mejilla y besé su palma.

-Has sido tú Alba, de entre todas las mujeres que han intentado cambiarme, nunca hubiera dicho que terminaría siendo una chica de diecisiete la que lo lograría -tras sus gafas pude notar que se estaba emocionando-. Y ahora soy yo el que te pregunta, ¿tú me quieres?

-Muchísimo Niall... quizá más de lo que tú a mí -susurró con dificultad.

-Pues entonces enséñame a amarte, por favor, quiero aprender a sentir lo mismo que tú sientes por mí -la rodeé por la cintura y la pegué a mí-. Creo que voy por buen camino, pero aún me queda bastante por recorrer.

-Lo haré, sí, claro que lo haré.

Una lágrima resbaló por su cara y se estampó contra la suave tela de sus sábanas. La limpié con delicadeza y justo cuando me disponía a besarla por primera vez, unas voces y unas luces desde el salón nos alarmaron.

-Mierda, mis padres -se incorporó rápidamente y tiró de mí fuera de la cama-. Mucho me temo que vas a tener que salir por la ventana -habló nerviosa.

-¿Pero qué dices? -pregunté asustado.

-Me quieres, ¿verdad?

-Sí, pero...

-Pero nada, dicen que por amor se hacen muchas locuras, y esta es una de ellas -corrió hasta su ventana y la abrió de par en par- ¡Venga, que vienen!

Sin perder mucho tiempo, le di un pequeño beso en la comisura de sus labios y, tras echar un vistazo leve a la altura, me decidí a intentar escalar de cualquier forma el edificio. Una vez en el suelo, miré hacia arriba esperando verla a ella, pero la ventana ya estaba cerrada y la luz apagada.

Algo de adrenalina aún recorría mi cuerpo debido a la sensación de haber estado suspendido en el aire nada más que sujetado a unos barrotes endebles. Me había asustado cuando dijo lo de saltar por la ventana, pero ella tenía razón, por amor se hacía cualquier cosa.


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