[BL] Reflejo Desconocido [COM...

By AsukaYagami

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Cuando Karamatsu mira su reflejo encuentra algo, o más bien a alguien diferente en él. Poco a poco ese nuevo... More

Prólogo
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Espejo
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Lázaro
Torikago
Amor
Kanryo
Epílogo
Pedido grupal | Los Wattys | Mi primer novela
Nuevos pedidos grupales
Extra: Tatuaje
Extra: Tánatos

Recuerdo

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By AsukaYagami

Ya llevaban mucho tiempo buscándolo, pero sin éxito. Karamatsu había dicho que iba al médico por unas pastillas para el insomnio, pero jamás volvió. La peor parte, se podría decir, venía cuando trataban de llamarlo a su teléfono y sólo les marcaba "fuera del área". ¿En dónde se había metido?

—Osomatsu-aniki —Todomatsu sonaba muy afligido—, ¿en dónde demonios se ha metido Karamatsu? —el menor sonaba más que estresado. Sus bonitos ojos se habían enmarcado con ojeras, estaba muy pálido y tenía los ojos rojos de tanto llorar.

—Todomatsu, mantén la calma. Estoy seguro que lo encontraremos. No es propio de él dejarse tan fácilmente...

— ¡Eso es lo que me preocupa! ¡En otras circunstancias, Karamatsu no desaparecería! ¡Estoy seguro que le pasó algo!

—Por favor, guarda la calma, Todomatsu —Choromatsu lo tomó por los brazos, llevándolo al sillón a sentarse—. Sí, no es propio de Karamatsu-niisan perderse tanto tiempo. Pero recuerda que él es fuerte, y si algo le pasara, él es totalmente capaz de defenderse por sí mismo.

—Pero...

—Nada de peros, Todomatsu —insistió el tercer hermano—. No has dormido en días, vuelve a tu habitación y te llevaré un té de melisa.

Todomatsu no riñó más y subió. Choromatsu, como se lo prometió, fue a la cocina a preparar una tetera de té de melisa para que se calmara y se durmiera de una vez. Al momento, iba llegando Ichimatsu, tomando a la enorme gata blanca que dormía en el sofá en ese momento.

—Obtuve algo de información. ¿Recuerdan qué fue lo último que Karamatsu hizo? —dijo Ichimatsu, acurrucando a la gata entre sus brazos.

—Lo habíamos mandado a cobrarle a Reika —dijo Osomatsu, sentado en su sillón personal.

—Bien, sabíamos que ella tenía un abuelo. Siempre lo usaba de excusa cuando no pagaba a tiempo. ¿A qué no saben a qué se dedica el viejo?

Todos guardaron silencio, pues si bien supuestamente habían investigado al anciano, no había mucho qué saber sobre su profesión.

—Es un santero. Un brujo negro —soltó Ichimatsu, ante la sorpresa de todos. El impacto de eso fue tal que incluso Choromatsu dejó caer la tetera llena al piso.

— ¡¿Cómo un brujo negro?! Eso es imposible, lo investigamos bien, no trabajaba de nada durante años —Choromatsu le gritó al cuarto hermano, quien siguió hablando.

—Es porque el viejo atiende por medio de su difunta nieta. Ella solía llevarle la información de los trabajos que le solicitaban, llevaba y traía dinero. Por eso el viejo jamás salía de su casa.

—Pero, sugieres que... —Osomatsu dijo, preocupado.

— ¡El viejo pudo deshacerse de Karamatsu-niisan! —gritó Jyushimatsu, quien aunque traía una sonrisa en el rostro, ésta era atípica, lúgubre, incluso sedienta de sangre se podría decir.

—Hay que ir a "visitarlo" para comprobar si él es quien tiene a Karamatsu —Ichimatsu concluyó, dejando ir a la gata a su comedero.

—Pues entonces vamos todos hacia allá, tendremos un poco de diversión esta noche —Osomatsu ya tenía esa sonrisa característica. Cruel y sarcástica, y ese brillo en sus ojos exigiendo venganza. Pero Choromatsu se opuso.

—No podemos ir ahora. No todos, ¿quién cuidará de Todomatsu? Él está destrozado y no lo podemos dejar solo.

—Tienes razón, cariño. Por hoy serás el segundo hermano —le dijo Osomatsu. El de verde tuvo que aceptar, pues nadie cuestionaba nunca al jefe Osomatsu.

—Bien, me alegra que lo hayas entendido, amor —Osomatsu se despidió de Choromatsu besando sus labios—. Bien chicos, tomen su arma y suban a la camioneta, vamos a hacerle una visita al hijo de puta.

Los tres salieron casi de inmediato, mientras Choromatsu recogía y secaba el té del suelo. Al poco rato subió a donde Todomatsu, llevándole la prometida taza de té.

—Oye, toma. Con esto te sentirás mejor —le dijo Choromatsu ofreciendo la taza al chico de rosa, quien rechazó por completo el gesto.

—De verdad no quiero, Choromatsu-niisan.

—Todomatsu, tienes que calmarte. Estamos hablando de Karamatsu, sabes que él es capaz de todo lo que se propone, y que nunca dejaría que le hicieran daño ni a él ni a nosotros.

—Lo sé, pero es que... tengo miedo. De perderlo como cuando perdimos a Osomatsu-niisan. ¿Y si no lo volvemos a ver en años como a él? ¿O nunca vuelve?

—Shh shh, Todomatsu. Yo sé que te asusta eso, pero no pierdas la fe ¿quieres? Los demás salieron de nuevo a buscarlo. Estoy seguro de que esta vez van a dar con él, vivo.

Todomatsu, dando a entender que se había convencido de ello, tomó la taza y se la bebió poco a poco ante la vista amable de su hermano. Habían pasado por demasiadas cosas como para ahora tener que soportar la desaparición del segundo hermano. Todo se remontaba a cuando tenían diez años. En esos tiempos, sus padres empezaron a padecer de dinero. Era obvio, después de todo tenían seis bocas que alimentar al mismo tiempo, además de vestirlos y educarlos.

Por esa misma razón Matsuzo y Matsuyo decidieron rentar uno de los cuartos de la casa, para así poder ganar un dinero extra y seguir solventando la educación de sus seis hijos. Lamentablemente terminaron alquilando la habitación a la persona equivocada.

Sólo sabían que su apellido era Tougo, o al menos sólo los sextillizos sabían que se apellidaba Tougo. Y era un hombre tan caritativo, atento y cuidadoso con todos que era imposible pensar mal de él. Realmente parecía no haber nada malo con ese individuo hasta que Osomatsu descubrió que era un ladrón. El día en que todo mundo descubrió que Tougo era un delincuente, se llevó a Osomatsu como rehén, para que no lo denunciaran.

El día en que se llevó a Osomatsu, la casa Matsuno se quebró. Todo fue difícil para todo mundo, pero en especial para Karamatsu. Tuvo que tomar el rol de hermano mayor de golpe, a la fuerza, siendo inexperto en la materia de proteger a sus hermanos. Tuvo que aprender a ser fuerte como Osomatsu, a defenderlos como él, a hacer que confiaran en él como con Osomatsu. Eso, naturalmente le causó un interminable estrés, que no mejoraba día con día.

De hecho, fue un periodo que duró hasta los dieciocho años de los sextillizos, cuando volvieron a ver a Osomatsu. En la mente de Todomatsu vivía ese recuerdo más fresco que en ninguno de sus hermanos. Era en la ceremonia de promoción, cuando vieron a un joven peculiar entre los asistentes. Un joven posiblemente de su misma edad, con el cabello con un obvio teñido de negro, pues se notaba la base rubia que tenía.

Quien lo reconoció primero fue Jyushimatsu. Al verlo en la entrada de la escuela, mientras los cinco hermanos recogían sus papeles con su madre. Cuando Jyushimatsu vio a su hermano perdido, estalló en llanto de pronto mientras gritaba su nombre.

— ¡Osomatsu-niisan! ¡Eres tú, de verdad eres tú! —gritaba mientras corría hacia el extraño, a lo que todos sus hermanos voltearon a verlo. Fueron tras de él para encontrarlo abrazando a ese individuo, quien los volteó a ver con su típica sonrisa, sin dejar de llorar junto con el quinto hermano.

—Chicos, lograron graduarse de preparatoria —fue lo primero que Osomatsu les dijo, viendo los rostros consternados de cada uno de sus hermanos, sin soltar a Jyushi quien no paraba de llorar, secándose sus lágrimas con las mangas de su suéter.

Nadie podía hablar, todos parecían tratar de convencerse de que eso no fuera sólo un juego cruel o un impostor de su hermano. Pero lo vieron fijamente al rostro, era exactamente el de ellos. No cabía duda que era su hermano perdido.

—Karamatsu —se fue directo con el hermano de cejas pobladas—. ¿Ha sido difícil ser el hermano mayor? —le preguntó al momento de un abrazo, con la garganta cerrada del esfuerzo que hacía para hablar mientras lloraba.

—Osomatsu-niisan... tú... tú no tienes idea de lo difícil que ha sido llenar tu lugar —Karamatsu empezó a llorar como si algo se hubiera roto dentro de él. Todos los miedos, corajes y tristezas enfrascadas en él estallaron. Por fin podía dejar de fingir ser fuerte para sus hermanos—. Tú no tienes idea de cuánto nos has hecho falta, niisan.

Los demás tampoco aguantaron y, empezando por Todomatsu, se unieron al abrazo entre lágrimas. Sólo por ellos la ceremonia se detuvo. Todos en el pueblo sabían sobre el secuestro de Osomatsu, y todos al ver que al fin había vuelto empezaron a celebrar con la familia.

Cuando por fin Matsuyo estuvo en frente de su hijo perdido, Osomatsu no perdió oportunidad para abrazarla también.

—Mamá, me hiciste tanta falta... tuve tanto miedo por tantos años... —le decía Osomatsu mientras abrazaba a su madre, quien había parecido que podría desmayarse en el momento en que lo vio.

—Osomatsu... perdona a tu padre y a mí, si hubiéramos sabido de Tougo... si tan sólo... —Matsuyo tenía problemas para articular las palabras. Había sido todo tan doloroso desde que Tougo había secuestrado a Osomatsu, pues incluso Matsuzo trató de ir a rescatarlo, pero un día se fue y no volvió más.

En la casa Matsuno fue imposible evitar hacerle una fiesta de bienvenida a su hermano después de ocho largos años. Todo mundo estaba conmovido de su retorno, tanto que olvidaron hacerle la pregunta más vital en esos momentos. ¿Cómo había escapado? Pero eso fue algo que Osomatsu sólo compartió a medias, cuando estuvo solo con sus hermanos.

He venido para llevármelos a todos ustedes —les dijo el primogénito, una vez solo en la habitación con los otros cinco.

— ¿De qué hablas? ¿Llevarnos a dónde? —Karamatsu, ya acostumbrado a su rol de hermano mayor, fue el primero en preguntar al respecto, poniendo un paso al frente de donde los demás.

—Sí, me he hecho dueño de un negocio, y quiero que todos juntos trabajemos en él. Los seis como hermanos.

—Eso suena muy bien, Osomatsu-niisan —Choromatsu dijo, asintiendo a todo lo que el mayor dijera.

— ¿Un negocio? Suena muy extraño, Osomatsu. ¿Negocio de qué? —Karamatsu insistió en tener claro el asunto, pues se le hacía un tanto extraña la proposición.

—Digamos que como "arrendadores", "prestamistas" más bien. Es simple. Damos un préstamo, calculamos intereses, y cobramos mes con mes.

—No lo sé, suena muy... —Karamatsu estaba preocupado por la idea. No le sonaba descabellada, pero aun así era raro que Osomatsu, después de ocho años ausente, volviera para ofrecerles un trabajp—. ¿Por qué no hablamos de eso más tarde? Primero cuéntanos, niisan, ¿Cómo escapaste?

Los menores se entusiasmaron como niños pequeños, esperando saber cómo fue. Pero Osomatsu no quiso responder, y con la excusa de necesitar aire fresco salió del cuarto. Todos estaban algo sorprendidos, pues no era ese el Osomatsu que recordaban. Éste guardaba muchos secretos, actuaba extraño, e incluso se veía diferente. Karamatsu, en el afán de seguir siendo el hermano mayor protector, salió tras su hermano y trató de hablar con él.

—Osomatsu-niisan. Entiendo que sea algo difícil para ti. Digo, para nosotros también lo ha sido. Para mí lo fue. Entiendo que no quieras hablar al respecto, pero simplemente podrías decirlo, "no quiero hablar de eso". Lo entenderemos —le dijo Karamatsu al verlo a la puerta de la calle.

—Gracias por tu preocupación, Karamatsu. Pero está bien. Es sólo que, hay cosas que les harían mucho daño si supieran.

— ¿A qué te refieres, niisan? Anda, dime. Te prometo no decir nada a nadie. ¿Cómo fue que escapaste?

Osomatsu miró al cielo por un momento. Era de noche y no había rastros de nubes en ningún lugar. Las estrellas centelleaban brillantes en el cielo oscuro, y fue cuando Osomatsu volteó a ver a su hermano. Con los ojos entristecidos y una sonrisa melancólica y arrepentida, le confesó.

—Tuve que matarlo. Maté a Tougo para poder huir de ahí.

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