—¿S-Solo debo entrar y hablar? –Le preguntaba a todos mientras estábamos afuera de la comisaría.
—Si, solo muestrales los mensajes –me contestó Armin.
Yo asentí nerviosa.
—Espera, yo te acompaño –habló Kentin tirando de mi camisa. —Puedes necesitar testigos –me sonrió.
Yo asentí sonriendo.
—Si necesitan ayuda, Kentin, tu tienes mi número, escríbeme y entraremos a ayudarlos.
Este asintió y rodeándome con su brazo, logró arrastrarme hasta adentro de la comisaría.
En la sala de espera habían varios grupos de personas. Logré ver a varias personas con sus ojos morados, a dos chicas llorando, e incluso a una pareja de ancianos. Eran demasiadas personas.
Creí que debía esperar a que atendieran a todos ellos, cuando enseguida, el policía de recepción llamó nuestra atención y tomó nuestra denuncia.
—¿Eres menor de edad, no es cierto?
Yo asentí con mi cabeza.
El policía, quien hasta entonces se había mostrado atento y servicial, cambió de pronto su expresión a una seria y fría.
—Podemos tomar tu denuncia, pero es necesario que nos des el contacto de alguno de tus familiares, al igual que el nombre de a quienes se menciona en la conversación.
Yo rápidamente le di el número de mi mamá. Y el de Nathaniel.
—No tengo el número del otro chico –balbuceé observando a Kentin.
—No te preocupes, hablaremos con su Instituto para que brinde por su seguridad y les de una advertencia sobre el grooming, les pediremos el número a ellos.
—¿Eso es todo? –Preguntó Kentin.
—Lamentablemente, no hay mucho que podamos hacer, se trata de una cuenta de Instagram fantasma, no podemos localizar su IP o cuentas en común, porque a simple vista no hay información de la que podamos hilar.
—¿E-Entonces para qué es la denuncia si no van a poder hacer nada? –Susurré.
Este llevó sus palmas a su cabeza.
—Nos aseguraremos de que no se filtre ninguna información sobre ustedes y dejaremos una constancia sobre las amenazas.
—¿No se puede abrir una investigación o algo? Amenazaron a mis amigos por un vídeo, eso es ilegal –exclamó Kentin.
—Entiendo su preocupación jovenes, pero no podemos abrir una investigación que no nos va a llevar a ningún lado y que probablemente solo se trate de problemas de adolescentes.
—¿Problema de adolescentes? –pregunté sorprendida.
—No han habido agresiones, ¿verdad? De haberlas, podemos abrir una investigación, sin embargo, solo son mensajes de Instagram.
—Esto parece una broma –se levantó Kentin de su silla.
—Miren, tenemos una sala de espera llena de casos extremadamente graves. Hay dos parejas de ancianos a los cuáles asaltaron y golpearon en el banco, tenemos a dos mujeres que acaban de escapar de un padre abusivo, deben entender que no podemos priorizar su caso en estos momentos.
—¿Y si vuelven a amenazarme?
—¿Y si le hacen daño a mis amigos?
—Por eso mismo les dejé una constante y debo notificar a sus tutores legales y a su Instituto, en caso de volver a recibir mensajes, pueden volver y dejar otra constancia. En caso de recibir un daño físico, deberán acudir de inmediato y abriremos un caso formalmente.
Yo me levanté rápidamente de la silla, dispuesta a marcharme de ese lugar.
—Espere, señorita, no puede marcharse hasta que uno de sus tutores firme las declaraciones.
—¿Puedo esperar afuera? –Murmuré.
Este asintió levemente.
Rápidamente los dos salimos de la comisaría y volvimos a reunirnos con todos.
—¿Y cómo les fue? –Se acercó Nath.
—Horrible –solté cruzándome de brazos.
—¿Qué les pasó? –Preguntó Alexy.
—Tomaron la denuncia, pero solo van a dejar una constancia y alertar al Instituto.
—¿Qué? –Exclamó Armin.
—Básicamente el oficial nos dijo que era un asunto de adolescentes –murmuró Kentin.
—¿Al menos revisaron tu celular?
—Si, le sacaron fotos a las conversaciones como evidencia, pero el policía nos dijo que era una cuenta fantasma y que mucho no podían hacer.
—¡Armin, tú sabes de esas cosas! –Exclamó Alexy. —¿No puedes hacer lo mismo qué con los vídeos?
—No realmente –murmuró este rascando su cuello. —Entrar a una cuenta nos fue fácil, porque nosotros conseguimos el correo. Pero no existe forma que yo sepa de localizar a que correo pertenece la cuenta de Instagram...
—La policía dijo que tampoco sabían –balbuceé.
—Solo se puede si cae en alguna trampa... Pero dudo que sea tan ingenuo como para darnos su contraseña...
—¿Al menos dijeron algo bueno? –Preguntó Nath.
—Tuvimos que dar tu número, van a contactarse con tus padres y los de Lyss para mantenerlos informados de lo ocurrido.
Enseguida logré notar la incomodidad de Nath.
—¿Vas a irte sola a casa? –Me preguntó Armin.
—No, no, mi mamá debe venir a firmar mi declaración, así que me iré con ella.
Nathaniel sacó su celular y comenzó a escribir un mensaje.
—Muchas gracias por acompañarme... Me siento mucho más segura ahora –les sonreí. —Aunque creo que ya deberían irse –murmuré mirando la hora.
—No, no, nosotros nos quedamos aquí acompañándote –soltó Alexy pegándose a Armin.
—Si, yo también me quedo.
Nathaniel volvió a acercarse a nosotros.
—Mi papá acaba de escribirme, le llegó el aviso de la policía y quiere que vuelva a casa para que esté seguro –murmuró volviendo a guardar su celular.
—Si, si, deberías volver, tus padres deben estar preocupados por tí.
Este asintió.
—Gracias por acompañarme –lo abracé antes de que se fuera. —Avisanos cuando llegues.
Este asintió una vez más, hasta que se alejó y desapareció por la esquina.
—¿Él siempre es así? –Preguntó Armin.
—¿Así cómo?
—No lo sé... Siempre se tiene que ir por culpa de sus padres, ¿Acaso son muy estrictos con él?
—Por lo que sé, si, un poco –contestó Kentin.
—Que pena... Siempre se le ve triste por tener que marcharse a hacer sus cosas –murmuró Alexy.
Los gemelo eran nuy observadores. Hasta entonces, no me había percatado de lo ocupado que siempre estaba con su puesto de delegado y con los llamados de sus padres. Ahora me preocupaba que el haberlo involucrado con la policía complicara su relación con ellos aún más.
—¿Esa no es tu mamá? –Me preguntó Kentin tras varios minutos esperando.
A lo lejos, vi salir a mi madre bajar de su auto negro. Se acercaba corriendo hacía nosotros.
—¡Ay, cariño! –Me abrazó con todas sus fuerzas una vez logró verme. —No sabes lo preocupada que estaba, pensé que te había pasado algo.
De reojo, logré ver como Alexy sonreía y le susurraba a Armin. Rápidamente mis mejilkas se ruborizaron.
—Mamá... –Susurré algo avergonzada.
Esta se percató de la presencia del resto y rápidamente se alejó de mí.
—¡Oh, estás con amigos! –Exclamó saludándolos con la mano.
—Si, me acompañaron a denunciar lo ocurrido.
—Oh, pero si es el mismo chico de la mochila –le sonrió a Armin. Que lindo volver a encontrarte.
Esta no parecía ni sorprendida de que Armin tuviese un gemelo, mucho menos se había percatado de la presencia de Kentin.
—¿No recuerdas a Kentin? –Le sonreí.
Esta frunció su ceño.
—Hola, un gusto volver a verla, señora
—¿Ken? –Exclamó esta.
—Kentin –sonrió este.
—¡Que cambiado estás, por Dios! –lo abrazó. —¿Por qué se mudaron tan de pronto? Con Emma nos quedamos preocupadas por su partida, tu mamá ni siquiera contestaba a mis llamadas.
—Si, decidimos mudarnos y estuve medio año en el servicio militar.
—¿Ya se conocían? –Me preguntó Alexy.
Yo asentí con mi cabeza.
—¿Por qué no los invitas a comer? –Exclamó mi mamá. —Debes haber tenido una tarde larga, salgan a comer algo, yo los invito.
—Mamá no creo que...
—¿No están hambrientos? –Les preguntó ignorándome. —Yo tengo que ir a firmar la declaración de Emma, ustedes pueden ir a comer.
Rápidamente esta sacó su billetera y me pasó algo de dinero.
—Yo tengo una nueva entrevista de trabajo luego, así que ve a distraerte un poco con tus amigos, ¿Si? –Me dio un beso en la mejilla.
Por más avergonzada que estaba, no podía enojarme o sentirme avergonzada específicamente de ella, era muy buena conmigo.
—Un placer haberlos visto, chicos. Ahora vayan a comer algo, no deben saltarse sus comidas.
Todos asintieron, y una vez mi mamá entró a la comisaría, Alexy se acercó rápidamente a mí.
—Que simpática tu mamá –me sonrió. —Armin me había contado que la había conocido, pero no creí que fuese tan amable.
—Lo siento si los incomodó, creo que está mas emocionada que yo por mi adaptación a la ciudad.
—No, no lo sientas, ella fue muy dulce, no tienes que avergonzarte.
Yo sonreí. Me estaba rodeando de las personas correctas.
—¿Y qué quieren comer?
—¡Vayamos a por comida rápida! –Exclamó Armin.
—¿Pero qué comida?
—¿Qué tal hamburguesas? –Propuso Kentin. —Creo que podría gustarnos a todos.
—Armin está a punto de besarte ahora mismo –rio Alexy.
Kentin abrió sus ojos sorprendido y sus mejillas rápidamente se ruborizaron.
—¿Por qué? –Pregunté riendo.
—Las hamburguesas son la comida favorita de Armin, si fuese por él, viviría comiendo de estas.
—En mi defensa, son excelentes para comer mientras juego videojuegos.
—Y también son deliciosas –soltó Kentin.
—En ese caso, entonces vayamos a comer hamburguesas –extendí mis pulgares.
Todos asintieron y enseguida nos pusimos en marcha en busca de un restaurante que vendiera nuestro plato.
No caminamos mucho, pues en pleno centro, rápidamente logramos topar con un local donde vendían solo hamburguesas y papas fritas.
Los cuatro ingresamos, tomamos asiento e hicimos nuestro pedido, agregando una canasta de papas fritas con lo que nos sobró.
—Ahora me siento mal por Priya, Rosalya y Nathaniel –balbuceó Alexy mientras todos comenzabamos a comer.
—Es cierto, hay que salir con Nathaniel, el pobre no ha podido venir nunca...
—Si, deberíamos hacer algo especial en el desayuno –sonrió Armin.
Escucharlos incluir forzadamente a Nath en todos los planes, me hacia sentir muy segura. Sentía que si algo pasaba, no iban a ignorarme o dejarme de lado.
—¿Alguien sabe por qué faltó Priya? –Pregunté tras unos segundos.
—A mí me dijo que se había pegado un resfriado. Iba a ir a la playa con sus hermanas, quizás se enfermó allí –contestó Armin.
—Si, yo le pregunté y me respondió lo mismo.
—A mí me da algo de cosa hablar con ella –confesó de pronto Kentin.
—¿Por qué?
—Es demasiado intimidante, ¿No creen? Siento que si hago enojarla o se molesta, me mataría.
Alexy soltó una carcajada.
—Es cierto, se ve como una chica muy temperamental –sonrió. —Pero se ve como una buena chica, me cae muy bien.
—Si, si, a mí igual –soltó Kentin. —Solo me da algo de cosa hablarle.
—Creo que yo no he hablado lo suficiente con ella –balbuceé.
—Es cierto –soltó Alexy. —Ella me dijo lo mismo de tí.
—Es que nunca he podido sacar tema de conversación con ella en el grupo –murmuré. —Las veces que la he pillado desprevenida, ha estado hablando de videojuegos con Armin.
—Es que los dos son unos frikis –se burló Alexy.
—Si, tienen buena química, tienen muchas cosas en común –le siguió Kentin.
—¿No es cierto? –Sonrió Alexy.
Armin rápidamente los fulminó con la mirada.
—¿Y si están enamorados? –Siguió burlándose Alexy.
—Esperemos a que no le rompan el corazón...
—Que graciosos –balbuceó Armin.
Los dos soltaron una risita malvada.
—Aunque si te gustara, no me quejo, es muy linda –terminó Kentin.
Aunque no lo hubiese mencionado, Kentin estaba en lo correcto. Priya era una chica guapísima, tenía una mirada muy atrapante y su cabello largo era realmente de envidia. Me sentía un poco celosa de su belleza.
—Oh, Dios, mi estómago va a reventar –exclamó Alexy cuando ya habíamos terminado.
—¿Solo el tuyo? –Rio Kentin.
—¿Viene tu mamá a buscarte? –Me preguntó Armin.
—Si, si, ¿Por qué?
—Debemos agradecerle por este festín –soltó riendo.
—Si le agradecen, probablemente llegue a casa llorando por lo amables que son –reí.
—No quiero que llore, pero merece un agradecimiento como mínimo –soltó Kentin.
Sentí mi celular vibrar, así que lo saqué de mi bolsillo algo asustada.
“Voy en camino, mi entrevista salió genial 😸💕” me contestaba.
—Ella ya está en camino, deberíamos pagar ya –dije levantándome.
Rápidamente me acerqué a la caja y pagué nuesra comida. Nos había salido muy barato, estaba algo sorprendida.
—¿Ese no es el auto de tu mamá? –Me preguntó Kentin señalando hacía afuera.
De inmediato logré reconocer la rojiza y corta melena de mi mamá.
—Si, si, es ella –sonreí.
Todos salimos del local y mi mamá volvió a recibirme con un abrazo.
—Muchas gracias por el almuerzo de hoy –le sonrió Alexy.
—Si, si, muchas gracias –le siguió Armin.
—No deben agradecerme nada. Soy yo quien está agradecida de que le hagan compañía a mi hija –respondió mientras acariciaba mi cabeza.
—Mamá... –solté riendo.
—Por cierto, ¿Se van directo a sus casas?
Todos asintieron.
—Subanse al auto, nosotras pasamos a dejarlos.
Los tres se observaron rápidamente.
—Podemos volver caminando, no se preocupe –le sonrió Kentin.
—Pero nos queda de paso, no nos cuesta nada ir a dejarlos.
—Mamá, si no quieren no insistas –susurré.
—Si, nosotros también volvemos caminando. Con Armin debemos hacer unas compras, así que estábamos pensando en ir ahora.
—Esta bien –sonrió. —No insistiré más.
Yo reí.
—Nuevamente, es un gusto haberlos conocidos –sonrió antes de despedirse con la mano.
Yo sonriendo esperé a que esta entrara, para así despedirme de los tres.
—Muchas gracias por lo de hoy –les sonreí. —Creo que no me hubiese atrevido sola.
—No es nada...
—Si, lo es, y mucho –junté mis manos. —La tarde fue muy divertida, me hicieron olvidar de la rabia de la comisaría –reí.
—No me lo recuerdes, porque también me enojo –soltó Kentin riendo.
Todos soltamos una pequeña carcajada.
—Esta bien, entonces... Nos vemos mañana...
—¡Si! Hasta mañana, Emma.
—¡Adiós!
—Lleguen a casa con cuidado –dije dispuesta a entrar al auto.
—Espera –me detuvo Armin. —Avisam... nos si la cuenta vuelve a escribirte, ¿Si?
Yo asentí sonriendo y finalmente volví al auto.
Tenía mucho que contarle a mi mamá.