La emoción del ser que la escuchaba y observaba atentamente no tardó en salir a relucir, claro, después del shock que sufrió en su corazón y mente.
¡UN HIJO! -ella asiente- ¡NUESTRO!
Isabel ríe un poco al ver su rostro- si, de ambos -le acaricia el cabello- este es el sueño cumplido más bello.
Con lágrimas en los ojos -es la mejor noticia... ¡DE MI VIDA! -sube y la besa como siempre y a la vez como nunca.
Ella le corresponde con esas mismas ganas que el lo hacia, en ese beso iba impregnado todo el amor que sentían mutuamente.
Se separan, sonriendo y uniendo sus frentes.
Es el fruto de nuestro amor -le acariciaba el rostro a su marido tiernamente- pasamos tantas cosas juntos que era necesario.
Completamente mi amor -le besa la mano girando un poco el rostro- te amo Isabel -repitiéndole- no concibo mi vida sin ustedes, mi familia... Elisa va a estar muy contenta.
¡Si! Mucho, lo ha deseado tanto como nosotros... -seguía acariciándolo.
Así es... Yo, en este momento, deseo algo más, diferente... -mirándola de manera sugerente.
¿el que? -viéndolo de la misma manera.
Y fue así como esa noticia se convirtió en un festejo, una celebración... A la antigua.
La recámara se lleno de sonidos, tanto de suplicas como de placer, jadeos, gemidos, suspiros, el rechinar de la cama y el choque de dos cuerpos, de dos seres que se estaban amando hasta el final.
Besándose profundamente, José Manuel subió hasta colocarse sobre ella, con miedo de lastimarla pero ella le dio la confianza necesaria para hacerlo bien.
Seguían sus bocas y lenguas unidas cuando las manos de él comenzaron a exigir tocarla más, sentir directamente otras zonas de su cuerpo, por ello, sin mucha dificultad, pues sabían como hacerlo, sus manos quitaban, se deshacían de las prendas para poco a poco ir quedando desnudos, a merced del otro.
Cinco, diez, quince minutos después se encontraba el, sobre su esposa, mirándola a los ojos, ambos desnudos y a punto de penetrarla.
Hazlo... -dijo Isabel con la voz en un hilo- te necesito.
¿Y como no? Si ya había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvieron juntos, era justo y necesario este momento.
Te amo Isabel -le susurró al oído, había estado besándole el cuello. Dicho eso fue deslizándose en su interior, encontrándola húmeda y cálida, como la recordaba y como lo volvía loco.
Soltó un jadeo de satisfacción al mismo tiempo de que ella gimió libremente, arqueando un poco su espalda. Isabel enterró sus uñas en los hombros de José Manuel, dejándole claro cuanto disfrutaba de albergarlo en su interior.
El vaivén de sus cuerpos eran perfectamente complementarios, sin duda alguna estaban hechos el uno para el otro.
Gemidos y jadeos de placer inundaban por completo la habitación, sus nombres repitiéndose hasta el final, hasta la cima, en el éxtasis total, más intenso que nunca, jamás antes vivido.
¡Oh dios! -exclamo agitada, apenas recuperando el aire, acostada boca arriba- esto ha sido... -no encontraba un adjetivo para calificar ese momento vivido y lo sentido.
¡inigualable! -exclamó él, de costado, recuperándose poco a poco y mirándola, esbozando una sonrisa reflejando el placer.
Ese fue el comienzo de una noche especial, tal y como lo había sido en su luna de miel, se redescubrieron, esta ve con una mayor prueba de amor de por medio.
Los días pasaron, Isabel esperaba cada noche a su esposo en el hotel, ansiosa por estar con él, no simplemente para hacer el amor, sino tan solo para abrazarlo, besarlo, sentirlo cerca, siendo suyo.
Junio 25, domingo
Era uno de esos días libres de José Manuel, salían de casa de los papás de él, tomados de la mano y bien abrigados, de acuerdo a la temperatura del viejo continente.
Caminando por las calles, rumbo al hotel que estaba cercano.
Amor -habla José- vamos un rato al lago ¿si?
Si mi amor -le dice Isabel sonriendo tiernamente-
Se dirigieron hacia allá, parecían esos enamorados de hace años, saliendo de conocer a los padres de su novio.
Llegaron al lago, se dispusieron a sentarse en una banca; cuando lo hicieron el enseguida la abrazó, acercándola a su cuerpo, mientras aquella recargó su cabeza en el pecho de su esposo.
Me parece increíble lo que nos ha pasado, pasamos de casi ser divorciados a estar prontos a recibir a nuestro bebé. -suspira sonriendo-
Si, muy extraño -ríe un poco- y bueno, eso de pronto... Faltan varios meses amor, aún ni se te nota... -posa la mano en su vientre.
Lo sé -ríe- oye, te contaré algo...
José la mira fijamente al igual que ella a él.
Nuestro bebé me hablo -sonríe.
Sonríe con si fuera una broma pero ve la emoción de su esposa al contarle y se pone serio- ¿es real? -Isabel asiente- ¿como pasó eso? Sorprendido y extrañado.
Ríe viendo su cara- no pienses que soy loca pero es verdad. Cuando vi la nota de la gala a la que fuiste con la tipa esa -coloca los ojos en blanco y José Manuel sonríe, le gustaba que lo celara, hasta cierto punto- bueno, cuando regresaron dormí triste el me habló, es la voz más tierna que jamás haya escuchado, ¿sabes? El me convenció de venir por ti -sonreía mirándolo a los ojos y llevando una mano sobre la de él que posaba en ella.
¿En serio? -sonríe e Isabel asiente- ¡es increíble! -mira hacia sus manos- desde que me dijiste de su existencia ya lo amaba tal como lo sentí cuando te bese bien por primera vez en esa cena. Vamos a estar juntos por el resto de nuestras vidas.
Así es mi amor -sus ojos brillaban de emoción- el, es la prueba de amor más clara que existe entre nosotros.
Si... -toma aire- Isabel, casemonos...
Lo mira extrañada y divertida -mi amor, no se si lo recuerdes pero ya estamos casados ¿lo olvidaste? -arqea una ceja.
No, no lo olvidé, pero podemos renovar nuestros votos, que sea un nuevo comienzo para nosotros ya con nuestro hijo.... -se levanta, acomoda su pantalón y se hinca en una sola pierna, le había quitado el ultimo anillo que le regaló, el día de su cumpleaños.
Isabel con lo chillona que es estaba a puño de hacerlo, con sus ojos cristalinos, lo miraba emocionada, boquiabierta...
Isabel Lascurain, te lo repito una vez más, como seguramente lo haría las veces que sea a lo largo de mi vida a tu lado... ¿Quieres.... Ser mi esposa?
Las lágrimas de Isa caían sobre sus mejilla, tenia un nudo en la garganta debido a la emoción, así que solo alcanza a asentir con su cabeza.
Si... -murmura abrazándolo- ¡si! Una y mil veces ¡SI!
temía que me rechazaras -dice sonriendo y abrazándola- te amo Isabel, amo lo que eres, lo que representas en mi vida, te amo por como me has convertido en una mejor persona y por supuesto, amo al fruto de nuestro amor.... Eres la mujer de mi vida -le coloca de nuevo el anillo- y para toda mi vida.
Ya se que no tengo perdón de Dios, aquí les traigo un nuevo capítulo, de verdad no me gusta abandonarlas pero cuando no se puede de plano, no se puede.