Capítulo 5- compañía y sorpresa

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En ningún momento del día se había despegado de Isabel, y ella se había sentido protegida y amada, lo necesitaba en ese momento, lloró el pecho de el cuando lo estaban sepultando, se aferró a su cuerpo, el no hacia más que abrazarla, besarle la cabeza y susurrarle que fuera fuerte, que tenia su apoyo. Más tarde, cuando anochecio él mismo se encargó de llevarla a su departamento, le preparó un té mientras ella se bañaba; cuando ya estuvo acostada bebiéndolo el la abrazaba, estando a su lado, la acurrucó hasta que se quedó dormida, la tapó con la sabana, le apagó la luz y salio, dejándola dormir, el se recostó en el sofá, quedándose ahí dormido, abrazándose a si mismo por el frío.

En la madrugada, Isabel despertó, fue al baño de la habitación y tenia hambre, pues no había comido en todo el día, al salir, en la sala vio a José Manuel dormido en el sofá, en posición fetal por el frío, hizo una mueca, entró de nuevo a la recámara, buscó una manta calientita y salió de nuevo, se acercó a el cubriéndolo con la antes mencionada, se inclino un poco, haciéndole una suave caricia en el rostro, sonrió a medias mirándolo y se agachó rozando sus labios en un beso inocente, el se removió entre sueños pero ella asustada pues pensó que despertaba, se reincorporó y se fue a la cocina, preparó un sándwich y se sentó ahí mismo a comerlo, mientras lo hacia pensaba en su padre, en su esposo, en su matrimonio en general.
Al terminar se volvió a la habitación y se acostó, esta vez con una luz encendida, quedo mirando fijamente, hasta que se quedó dormida de nuevo.

A la mañana siguiente, ya más tarde que la mañana, casi medio día, la hora que acostumbraba despertar cuando no tenia trabajo, fue sorprendida por ese hombre que llenaba su mente de dudas, el y un rico desayuno que el mismo preparó, le agradeció, se sentó en la cama y comenzó a comer siendo observada por el.
-Gracias por la manta- dijo el de pronto

Ella lo miró -no hay de que, supuse que tendrias frío, pero no debiste quedarte, yo est...- el la calló, indicando con su mano

-No es que quisieras o no, no pensaba dejarte sola, de por si no lo haría menos ahora...- se acerca a ella -Isabel, yo te amo-

Bajó la mirada -José no quiero hablar de eso ahora- tomó aire y lo miró -por favor, ahora no, te lo suplico- tenias sus ojos rojos e hinchados

Asintió y se le quedó mirando, a pesar de como estaba le seguía pareciendo la mujer más bella sobre la faz de la tierra.
Un rato más en silencio hasta que terminó de comer, el le retiró la bandeja y de ahí la llevó a la cocina, no tardó nada cuando ya estaba de vuelta, se sentó a su lado y de nuevo el silencio siempre presente mientras ella se acurrucaba en el y por su parte, José Manuel, la abrazaba, nada inconforme con esa acción, al contrario.

En todo ese día no se le despegó hasta que ella se lo pidió, más bien se lo suplicó.

-por favor José, vete, descansa, ve con Lisa-

-Pero tu...-

No lo dejó terminar -yo estoy bien, necesito estar sola, no me va a pasar nada, te lo prometo- le sonríe levemente para convencerlo

Le acaricia la mejilla suavemente, le parecía hermosa aunque estuviera sin una gota de maquillaje y los ojos hinchados -Esta bien, la verdad necesito un baño- sonrie un poco y suspira -bueno, nos vemos- se acercó al rostro de ella con toda la intención de darle un beso en los labios peor que sutilmente a Isabel evadió moviendo su rostro a un lado, el beso temrinandoen su mejilla. Al quedarse sola, fue a su habitación, se desnudó y se metió a bañar

Al ser día lunes y medio día, en vez de ir a su casa, bueno, donde era su hogar pero ahora solo habitaba él, se dirigió a la escuela de su pequeña, cuando llegó, bajó y esperó en la puerta a que saliera. Sonó el timbre y enseguida vio a una hermosa niña, casi rubia con sus colitas volando, claro era su hija, esta enamorado de ella, como un padre ama a su hija, claro.

-¡Papi!- apenas llegó a el fue levantada por sus brazos y ella as prensó a el -te extrañe mucho este fin de semana- abrazándolo aun.

-Yo a ti mi princesa, pero tenía que estar con Isabel, ella perdió a su papá- sosteniéndola en sus brazos, se dirige al auto.

-¿de verdad?- lo mira -pobresita, quiero verla papi... ¿podemos ir a verla-

-hoy no hija, ella necesita estar sola y descansar, pero te prometo que mañana o pasado mañana te llevo con ella, para animarla ¿si?- abría la puerta y la subía.

-Va, ¿que haremos hoy?- sonriendole ya acomodada.

-Lo que tu quieras- sin cerrar la puerta aún.

-Películas papi, películas- le sonreía de una manera que el en lo absoluto podía resistirse.

-Esta bien mi amor, vamos a ver películas- cerró la puerta, fue a su lugar, se acomodó y arrancó.

Pasó el día con su hija, viendo películas y disfrutando con ella, aunque a cada rato recordaba a su esposa, la cual estaba sola y a él no le gustaba en absoluto que estuviera así.

Al otro día, de nuevo no pudieron ir a verla ya que Lisa se enfermó de un resfriado, la llevó al médico y cuidó de ella. Fue hasta el día jueves que pudieron ir a verla, la encontraron un poco preocupada pues había ocurrido un robo en un departamento del mismo edificio, él se ofreció a quedarse con ella pero obviamente no quiso, no insistió más y se dispusieron a disfrutar los tres, Isabel se mostraba más alegre con la pequeña, sin duda la hacia cambiar su actitud. Se despidieron, el de nuevo quiso besarla en los labios y ella se negó, iba de salida también para ver a su madre. Se subieron a sus respectivos autos y se fueron.

Ese día no supieron nada más el uno del otro.
Al siguiente, ella despertó y se quedó mirando al techo, sonriendo, estaba recordando esa tima vez que se había entregado a su esposo, realmente fue memorable, podía sentir los besos, las caricias que él fue dejando en su piel mientras la hacía suya. El sonido de la puerta siendo tocada la sacó de sus pensamientos, suspiró, se levantó, buscó una bata y se la colocó. Salia de la habitación cuando volvieron a tocar...

-Ya va- grtito, estaba descalza, bueno, con calcetines pero sin zapatos -ay que gente- murmuró para si misma, al llegar a la puerta abre.

-Bue... José- mira lo que traía en las manos -¿que... Que es eso?- entre sorprendida y emocionada.

-Sorpresa- le dijo sonriendo.

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