Miguel caminaba tranquilo por los pasillos de la universidad llevándose consigo las miradas y suspiros de las demás personas. Unas de amor, otras de admiración, algunas de envidia, y unas pocas más de odio, pero así era su día a día y ya estaba acostumbrado.
Fue de llegar a su casillero y que todas se acercaran a saludarlo, abrazarlo o sólo preguntarle como había estado el fin, a pesar de que ya estaban a mediados de semana, incluso una le había plantado un beso en la mejilla sin titubear, cumpliendo probablemente el sueño de su vida. O al menos Miguel lo veía así.
ㅡ Con permiso, señoritas. Tengo que hablar con el parguela este que aman.ㅡ Un chico de estatura mediana y abundante barba, hablaba por detrás de todas ellas, intentando colarse para acercarse a su amigo.
Miguel hizo una seña a las chicas para que estas se fueran, las cuales muy a su pesar lo hicieron, una que otra diciéndole un "llámame" mientras salían corriendo de aquel lugar, haciéndolo reír.
ㅡ Te envidio mucho, ¿Eh, Miguel? Todos los días estas plagado de chicas, ¿No te cansas?ㅡ Su amigo Abraham esbozaba esa típica sonrisa suya en los labios. Él parecía siempre estar muy feliz, además que no podía ocultar la gracia que le causaba que aquel chico fuera tan popular, pues él parecía pasar completamente del tema o no le interesaba demasiado hablar de ello.
ㅡ ¿Cansarme? Esto es el paraiso, Cheeto. En fin, ¿Qué venías a decirme?ㅡ Miguel permanecía guardando y sacando cosas de su casillero, mientras que su amigo continuaba recargado en algún otro a un lado suyo, aunque al final no terminaba usando ningún libro o libreta para hacer apuntes durante clases. Normalmente una chica hacía todo por él y él le pagaba con algo que definitivamente no era pasta.
ㅡ ¡Ah si! Que hoy habrá una fiesta en el campus vecino, y han invitado a todo nuestro instituto, así que debemos estar presentes si o si, ¿Qué dices?ㅡ Ese era Cheeto, el que le informaba siempre de todas las fiestas que habría cerca de ellos. No se le pasaba ninguna y si lo hacía no era por mucho, al final terminaban asistiendo así su llegada fuera a las tres de la mañana. Cheeto era conocido precisamente por eso, y aunque no era tan popular como Miguel, se podría decir que gran parte le reconocía.
ㅡ Es miércoles, Cheeto. ¿Cómo hacen una fiesta en miércoles?ㅡ Reprochó Miguel, haciendo que Abraham lo mirase extrañado ya que jamás le había importado la fecha o la hora, pero luego soltó una carcajada que le dió a entender que no era en serio. ㅡ Es broma, claro que iré. Eso no se pregunta.ㅡ
El barbudo sonrió, y dio un leve golpe en su hombro, pero en cuanto abrió la boca para hablar, una voz distinta lo hizo callar y prestar atención a quien era.
ㅡ ¿Podrías moverte? Estas sobre mi casillero.ㅡ Dijo un chico que a simple vista se veía menor que él, quizás por la estatura baja que tenía. Cabello negro y ligera barba le crecía en el mentón, pero sobre todo, tenía una cara de mala hostia que daba miedo, si no fuera por su estatura que principalmente lo hacía ver adorable, habría huido echando leches de ahí.
Abraham lo observó por unos segundos, hasta que al verlo alzar una ceja como esperando a que se moviera lo hizo, quedándose sin palabras por un momento. Eso Miguel lo notó, y quiso reír pero lo aguantó. Sabía cómo era Abraham de enamoradizo, así que dejó el tema.
El bajito se acercó hasta su casillero, sacó y guardó unas cosas, lo cerró y se fue sin más, ni un adiós, ni una mirada, pero claro, que no los conocía de nada. Entonces Miguel no lo soportó y rió a carcajadas.
ㅡ ¿Qué es tan gracioso?ㅡ Alzó una ceja por la repentina actitud del chico de lentes, e hizo una mueca. Sabía cuando quería molestarlo.
ㅡ Nada, nada. Sólo parece que ese tío te "hipnotizó" por un segundo.ㅡ Y una vez más, su risa se hizo escuchar, mosqueado más a su amigo.
ㅡ ¿Pero qué dices? Es un friki, jamás me fijaría en uno.ㅡ Espetó, parecía como si su humor hubiese cambiado de un momento a otro.
ㅡ Vale, no te enojes. Ya, vamonos, debo ir a otro lado antes de clases.ㅡ Cerró su casillero, y con aún el "mal humor" de Cheeto, comenzó a caminar en dirección contraria a la que había llegado.
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Rubén ya había recibido su primer insulto del día, cuando sin querer chocó con uno de los populares y este le recordó a su madre en diversas groserías. Pasaba por los pasillos hacia su casillero y todos lo observaban como si fuese un bicho raro, la verdad es que ya estaba acostumbrado y cada vez le restaba más importancia al asunto, supuestamente. Así habían sido sus últimos años y ya estaba en último grado, ya no tendría que soportarlo después y podría mofarse de ellos cuántas veces le diera la gana.
Llegó al casillero, pero antes de abrirlo recibió un empujón por parte de alguien, haciéndolo golpearse contra el acero de este, para luego escuchar unas risas detrás suyo, como todos los jodidos días. Suspiró.
ㅡ Joder, es que no se cansan.ㅡ Murmuró por fin abriendo este y dejando unos libros y algunos cómics que había llevado para leer en su tiempo libre. Por ahora no los necesitaría.
Sintió una mano en su hombro, y se preparó para ser empujado de nuevo, pero no fue así. Giró el rostro y se encontro con su mejor amiga Celia, esbozando una gran sonrisa.
ㅡ Rubius, ¿Cómo estás hoy?ㅡ Celia era su amiga de la infancia, literalmente desde que eran unos críos. La consideraba su hermana menor, puesto ella apenas iba a cumplir los 18 ese año. Su cabello estaba teñido de un color naranja/rojo que la hacía ver realmente bonita. Rubén recuerda que muchos años atrás ella fue su primer amor, pero también la que le ayudó a liberar su verdadero ser y no dejarse llevar por lo que decían los demás. Prácticamente ella fue quien le ayudó a aceptar su ahora homosexualidad.
ㅡ Bien, aunque ya he recibido mi primera dosis de bullying en el día.ㅡ Dijo mostrándole el golpe que se había dado contra el casillero. Su piel era muy pálida, por lo que el color morado comenzaba a predominar en su mejilla. Ya le pediría a Celia que le maquillase un poco para que su madre no sospechara de nada, ya que no estaba enterada de los abusos que Rubén sufría.
ㅡ Que hijos de puta, que se ocupen en sus asuntos.ㅡ
Celia siempre había sido una persona muy buena, pero cuando se trataba de las cosas que le hacían a Rubén, siempre saltaba como una fiera con quien sea que lo estuviese molestando. Rubén apreciaba eso, pero a la vez no pues era motivo de más insultos y golpes.
ㅡ Ya estoy acostumbrado, me da igual.ㅡ Se encogió de hombros resignado, lo mejor que podía hacer era resignarse e ignorar, ya estaba por salir de ese maldito infierno llamado universidad.
Observó por el pasillo, y notó a sus otros dos mejores amigos, quienes se acercaban hasta él, sonrientes, o bueno, por lo menos uno de ellos si.
ㅡ Quita esa cara de mala hostia, Alex, no te ves bien.ㅡ Alejandro Bravo era igual que Celia. Amigos desde la infancia, los tres siempre permanecían juntos a toda costa. Él al igual que Rubén estaba por cumplir los 20 años.
ㅡ Me he despertado de mal humor, es todo. Además un tío me ha hecho enfadar gracias a que no se quitaba de mi casillero.ㅡ Así era Alex, un gruñón de primera. Podía tener el mejor día del mundo, pero una simple cosa podía arruinarlo y cambiar su humor a uno realmente horrible. Al igual que Rubén gustaba de cómics y mangas, pero su eterno fanatismo se lo dedicaba a todo lo que tuviese que ver con Star Wars.
Rubén ignoró su último comentario, y giró el rostro hacia su otro amigo, Guillermo, saludándolo con un simple "Hey". El chico sonrió, achicando sus ojos, a pesar de que Alex le tenía ciertamente fastidiado por su repentino mal humor.
Guillermo era el más tímido de los cuatro, pero eso no quitaba que fuera muy divertido. Él acababa de cumplir sus 18 años y al igual que los que estaban ahí presentes, era un friki. A él lo conoció al inicio de la universidad, pero eso no quitaba que ya lo considerara uno de sus mejores amigos, de los más confiables.
ㅡ Bueno, chicos. Creo que ya es hora de ir a clases.ㅡ Dijo Willy, haciendo que Celia se uniera a él, ya que les tocaba clase juntos las primeras horas. ㅡ Nos vemos más tarde.ㅡ concluyó para luego irse con la chica por el pasillo, desapareciendo de la vista de Rubén por completo.
Rubén cerró su casillero y caminó junto a Alex mientras conversaban de videojuegos, ya que el aula estaba a un lado de la suya, por suerte. Al llegar, ambos se despidieron y Rubén fue a sentarse a su silla, esperando que por lo menos nadie más le dijera nada hasta que llegara el profesor.
Ahora había que esperar hasta la tarde para ver a sus amigos una vez más.
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Primer capítulo, omg. Espero que les guste.
Le echaré ganas a este fic♡