Al otro lado del Atlántico

By PurpuraSoul

87.3K 7K 725

Mara Kahler, hija de un importante Obersturmbannführer, se ve involucrada en el episodio más fatídico de su v... More

Prólogo
Oktober 1944
Kapitel eins
Kapitel zwei
Kapitel drei
November 1944
Kapitel vier
Kapitel fünh
Kapitel sechs
Kapitel Sieben
Kapitel acht
Kapitel neun
Kapitel zehn
Kapitel elf
Kapitel zwölf
Kapitel dreizehn
Dezember 1944
Kapitel vierzehn
Kapitel fünfzehn
Kapitel Sechzehn
Kapitel siebzehn
Kapitel achtzehn
Kapitel neunzehn
Kapitel zwanzig
Chapter twenty one
Januar 1945
Chapter twenty two
Chapter twenty three
Chapter twenty four
February 1945
Chapter twenty five
Chapter twenty six
Chapter twenty seven
Chapter Twenty eight
Chapter Thirty
Chapter Thirty one
Chapter thirty two
March 1945
Chapter Thirty three
Chapter Thirty four
Chapter Thirty five
Chapter Thirty six
April 1945
Kapitel siebenunddreißig
Kapitel achtunddreißig
Kapitel neununddreißig
Kapitel vierzig
Kapitel einundvierzig
Kapitel zweiundvierzig
Kapitel dreiundvierzig
Epilog
Agradecimientos
Después de años

Chapter twenty nine

1K 109 8
By PurpuraSoul

Al día siguiente del interrogatorio, me arrepentí de haberle comentado a aquel hombre que yo aborrecía a los nacionalsocialistas tanto como él; era tan irónico el odio que los Aliados sentían por los alemanes e italianos quienes planearon acabar con toda raza inferior a la suya, pues presencié que ellos también discriminaban —y seguramente algunos lo hacen hasta ahora— a una raza calificada como inferior por ellos mismos.

El guardia adentró a patadas a un hombre tal alto, pero de contextura delgada y raza negra hasta el apartado de las celdas. Lo golpeó frente a mis ojos, una y otra vez hasta ver manchada de sangre la camisa blanca que traía consigo; finalmente abrió la celda frente a la mía y de un empujón lo hizo caer contra el suelo de cemento frío.

El nuevo recluso se mantuvo de espaldas a mí por algunas horas. Se quedó dormido ahogando su llanto contra el frío suelo de cemento.

No oía a Zarek desde hacía un par de horas, tampoco supe si lo dejaron libre. Paciente esperé, un minuto, dos, tres... se me hacía realmente eterno. Lo había ignorado por mucho y ahora ansiaba oír su voz, cerciorarme de que aún seguía conmigo. Lo llamé unas cuantas veces, pero su voz no emitió sonido alguno.

Psst

Psst

Él volteó. Su mirada cantaba dolor, cantaba jazz. Me fulminó con la mirada, pero no desistí hasta volver a llamar su atención.

—Hola, no se asuste. Solo quiero saber si hay alguien dos celdas después de la mía. Por favor.

Me concedió una mirada fruncida, con desdén. Tomó algunos minutos para que se arrastrara hasta la esquina derecha de enrejado intentando resolver en mi pedido. Instantáneamente sus ojos retraídos, sin rastro alguno de la furia que los apoderaba, se asomaron mínimamente a mi vista para terminar con negación la esperanza que se sembraba en mí.

—Es mi novio. Se lo llevaron antes de que vinieras. Somos alemanes.
Levantó la vista con la expresión de haber visto al mismo demonio salido del averno viniendo a su búsqueda. Tal y como se arrastró hasta la reja se alejó hasta la pared contraria con espanto.

—Oiga, no le haré nada. No quiero matarlo — bufé con pizca de comicidad negra.

La reja que da inicio al pasillo de celdas se abrió de repente chirriando en mis oídos. El mismo sujeto corpulento encargado de la seguridad ingresa junto con un hombre a quien patea hasta abrir una celda y adentrarlo de la misma manera. Era él, tan empapado y congelado.

— ¡Zarek!

Mausi — logró decir con la voz apagada antes de que se oyeran gemidos de dolor.

— ¡Déjelo, imbécil! — protesté.

Se detuvo al mismo tiempo que se oía el sordo golpe de masa corporal estallar sobre el suelo. Cerró la celda de golpe para luego caminar con sus pesadas botas hasta eclipsar la poca claridad que se colaba en mi espacio.

— ¿Deseas que te golpee, sucia alemana? Ya te mereces una golpiza— sonrió malicioso al notar el miedo que emanaba de mí.

—No he hecho nada. No tengo por qué estar aquí.

—Estaría mejor que cierres el hocico si no quieres acabar como tu marido.

Volteó la cabeza a 90 grados hasta la celda del frente. Su mandíbula endureció y escupió las palabras.

— ¿Qué miras negro estúpido?

Giró totalmente y abrió la puerta de barrotes. Se adentró hasta arrastrar al famélico personaje de la triste figura quien se escondía en las sombras. Una vez más, su semblante pintó dolor conteniendo las lágrimas.

—Espero que esto te valga para que no vuelvas a robar.

El hombre hincado sobre sus rodillas recitó algunas plegarias a lo que el policía rió y sin más azotó una vez más la ensangrentada espalda. No bastaron las súplicas, sino acrecentaron la furia que desfogaba en cada latigazo.

La justificación del odio de los Aliados hacia los alemanes e italianos me resultó irónica, tras una careta del que no se convencían de estar usándola. No me fue necesario indagar el tema a profundidad pues frente a mis ojos sangró un hombre juzgado por su color de piel. Estúpidamente se trataba del caballo hablándole al burro de patas.

Horas más tarde, el castañear de dientes me despertó del leve sueño que logré conciliar. Abriendo los ojos de par en par, mi vista se dirigió al hombre del frente, pero dormía sin emitir el sonido.

—Zarek, ¿qué te pasa? .Contéstame, cariño. — Rogué acongojada.

—Estoy...tem...blan...d...do

— ¡Guardia, ayúdeme! ¡Un prisionero está enfermo! ¡Ayuda!

Reiteradas veces mi llamado era tragado por el eco de un llamado sin respuesta. Zarek ya había perdido el habla y los escalofríos no cesaban. James, con mejor vista que yo desde la celda del frente daba reporte del estado de Zarek.

—Está pálido, apenas con el torso apoyado en la litera y la respiración lenta. Si no lo auxilian ahora, no resistirá la noche.

— ¡Maldición! ¡Ayuda, se está muriendo! ¡Señor, se lo ruego, ayúdennos!

Dos horas después, tras múltiples e incesantes llamados y bullicio provocado por el golpeteo de mi tacón contra los barrotes, un hombre al que no había visto anteriormente se asomó con semblante ceñudo. Abrió la reja acercándose frente a la celda de Zarek debatiéndose entre ayudarlo o dejarlo morir.

Silbó con asombro.

—Así que tú eres el alemán. — continuo un paseo corto de lado a lado girando sobre los talones cada que llegaba al extremo de la celda. — Estás pagando todas las que hiciste. Tarde o temprano cada quien paga su factura.

Sí, él también las pagaría muy caro si no lo auxiliaba en su agonía. Y no me faltaron palabras para hacérselo saber.

—Usted también las pagará caro si no lo auxilia.

Se acercó hasta mí alumbrando con la linterna que cargaba en la mano. Me analizó de pies a cabeza con desdén y prepotencia, mi duro mirar no desistió en ningún momento. Se acuclilló quedando a mi altura, cara a cara.

— ¿Y tú quién eres para hablarme de esa forma?— preguntó arqueando la ceja castaña.

—Eso no le importa. Ayúdelo que se las verá conmigo porque sé que saldré de aquí.

—Depende— rascó su nuca—Depende de mañana, del juzgado.

Mañana. No esperaba un mañana con un juzgado, no había preparado ninguna declaración aparte de negar sinceramente con el corazón en la mano que yo no tenía nada que ver con el régimen que gobernaba Alemania.

El castaño se levantó, regresando a donde Zarek. Abrió la celda, se adentró para luego salir con él apoyado sobre sus hombros. En sonoro suspiro de alivio salió de mis labios fríos y resecos; no todo estaba ganado, pero no faltaba la fuerza que me impulsaba a no descansar hasta conseguir mi libertad. Me iría lejos, lejos de farsas, de prejuicios y racismo como religión.

—Mañana quizás te irás. Eso es tener suerte, señorita Mara.

—Nada está dicho, James. Pero puedo asegurarte que he huido del régimen, no tengo nada más que recuerdos que me carcomen el pensamiento atándome a Alemania.

—Cuando se vaya, dele gracias a Dios porque está libre y podrá ver muchas veces más el cielo de Nueva York. Los negros no tenemos la suerte que tienen los alemanes asesinos. — bufó. Mi mirada desconcertada pedía respuestas a lo que accedió sin chistar.— Verá, fui a Colorado a casa de unos familiares y vi con mis propios ojos a los prisioneros alemanes andando libre mente por las calles del pueblo en el que está instalado un campo de concentración para prisioneros de guerra. Los rumores determinan que les dan libertad para luego darles muerte súbita cuando menos lo esperan; como le dije, son rumores. Pero lo que vi no es un rumor. Yo no robé nada. No soy rico, pero no tengo la necesidad de robar.

Con esta confesión de James Brown, comprendí que aunque se juren justos y divinos tal vez tengan una mancha de criminalidad camuflada entre los dedos. Este hombre juró no haber robado tal como lo culpaban; trabajaba en una panadería donde era tratado muy bien por su destreza al elaborar los productos, el dueño le dio la confianza necesaria para que lo apoye en las finanzas. La esposa, seducida por la personalidad del empleado le propuso entablar una relación a escondidas a lo que reiteradas veces se negó; por ello terminó tras una celda culpado de robo.

En el mundo lo eres todo o nada, consigues todo o no ¿y yo estaba dispuesta a tenerlo todo después de todo o nada a cuesta de todo?


N. de la A. 

Disculpen la demora,¡ hay recompensa! 

Continue Reading

You'll Also Like

75.5K 3.7K 32
Minho más conocido como Lee Know es un mafioso muy famoso por su droga, pero nunca pensó que el Policía Han Jisung lo estaría buscando con sus ayudan...
23.8K 1.5K 38
trata de una chica peli morada que estaba algo pobre pero con casa normal y normal pero fue contratada por un señor buscando a señoritas en la calle...
30K 3.5K 31
¿Qué pasaría si juntamos un "Escape room" y el clásico juego infantil de "Serpientes y Escaleras"? ¿Y si el organizador de la partida es un psicópata...
27K 1.2K 34
Holaaaa... La historia va a comenzar en donde termina Amanecer parte II cuando todos estaban despidiendose... Ya que siento que en la saga de Crepu...