-Es que no me gusta que estés sola y ya que no quieres que yo te acompañe pues ella lo hará- dijo José Manuel.
-Gracias- ella emocionada la tomó en brazos, él cuanto amaba esos seres.
-Ahora debes ponerle un nombre- sonreía mirando la alegría emanar de ella.
-Ya lo pensaré- mirándolo -pasa-
Lo hizo, estaba ella en un modo más neutral, cerró la puerta él mismo y fueron a la sala -No me gustó lo que pasó el otro día en este edificio- refiriéndose al robo -y yo se que es pequeña pero al menos no estarás sola.
Acariciaba a su nueva cachorra, tan pequeña y hermosa, estaba encantada -Muchas gracias- lo mira de nuevo, de una manera especial, se sonríen mutuamente.
-te invito a comer ¿quieres?- preguntó él.
-Por supuesto solo que debo cambiarme y arreglarme, en veint...- fue interrumpida.
-Claro, veinte minutos- sabia que era más pero estaba dispuesto a esperar lo que sea con tal de estar con ella -Anda yo cuido mientras a la sin nombre.
Le da a la perrita -Va, iré pensando en un nombre lindo, como ella- "y tu" pensó; se levantó y fue a la habitación.
La vio irse, no perdió vista de ningún movimiento de su cuerpo, la extrañaba tanto, su cercanía, sus besos, acariciarla, toda ella, si creía que no la amaba estaba muy equivocada y se lo demostraría a toda costa.
Esperó más de veinte minutos, muchos más; pero valieron la pena porque cuando estuvo lista y salió, quedó deslumbrado, estaba hermosa, sencillamente hermosa.
-Wow- murmuró levantándose con la cachorra en brazos.
Se sonrojó -estoy lista- dijo ella.
-Te vez espectacular- mirándola de arriba a abajo.
-Gracias- se sentía nerviosa, como una adolescente en su primera cita, como la primera vez que salió con él -¿nos vamos?
-Si, si...- saliendo de sus pensamientos, nada inocentes, de ellos dos -¿la quieres llevar?- refiriéndose al ser peludo.
-¿podemos?- preguntó Isabel sorprendida.
-claro, ya veremos a donde iremos- sonriente.
-perfecto- sonriendo también.
En fin, salieron del departamento, bajaron, fueron al auto de el, la ayudó a subir y le dio a su nueva mascota, cerró la puerta, el fue a su lugar, se subió, se acomodó y arrancó.
Después de manejar como por quince minutos llegaron a un bonito lugar, ubicado en una zona alta de la ciudad, se bajó al estar estacionado, fue al lado de ella y enseguidae abrió la puerta, siendo todo un caballero la ayudó a bajar y de nuevo se lo demostró al sentarse, pues le separó la silla. Ya estaban ambos, tomando algo mientras esperaban sus comidas.
-¿como te sientes?- cuestionó el español.
-Mejor que antes, supongo que es un avance- tenia a la perrita en sus piernas dormida y hecha bolita.
-Por supuesto que lo es, sobre todo si te ves muy bien como hoy- hablando lo que pensaba en ese momento.
-oh...- sonrió algo tímida -muchas gracias- de nuevo sentía ese cosquilleo en su estómago -¿todo bien con Elisa?- el asiente pues estaba dándole un sorbo a su bebida -¿como va en la escuela?- ahora bebe ella.
-Muy bien, es una niña muy inteligente, y por cierto... Ella la escogió- dijo señalando al can.
-¿de verdad? Ay pues tengo que agradecerle, espero volver a verla- por las condiciones en que estaba su matrimonio.
-por supuesto que la verás más- "y a mi también" pensó.
Ya no siguieron esa plática pues llegaron sus comidas, tomaron sus cubiertos y se dispusieron a comer, mientras lo hacían recordaban anécdotas, como cuando se conocieron, las veces que salieron y su luna de miel.
-pero ¿de verdad no sabias quien era yo?- mirándolo con los ojos entrecerrados dudando.
-claro que no, si me dijo Miguel sino sabía que eras una Pandora y yo hasta le dije que eso con que se comía. - ambos ríen.
-No, no, no- disminuyendo su risa -eres todo un caso- el le tomó la mano.
-pero a decir verdad, eso me ayudó muchísimo ¿que no?- sonriendo de una manera especial.
-si- murmuró y aclaró su garganta -Si, claro que si- perdiéndose en esa mirada, en esos ojos.
Besa su mano y le guiña el ojo -terminemos o se nos enfriara la comida- puso su mano con cuidado en la mesa, ella sonrió y se dispusieron a terminar su platillo.
Cuando ya habían terminado, ordenaron un postre cada uno, en ese momento se los llevaban, las horas se habían ido volando, ya eran más de las 3 de la tarde.
-Se ven delicioso ambos- declaró ella saboreandose el suyo pero también el de él.
-¿quieres probar?- ofreciéndole del suyo, ya lo tenía sostenido en el cubierto.
Lo piensa -bueno- se acerca un poco mase abriendo la boca, él le da del todo la porción -mmm- sintiendo el sabor -delicioso.
"No más que tu, mi amor" en su mente -gracias- bromeó y ambos rienron levemente.
-¿quieres probar del mio?- le ofreció ella de la manera más inocente.
-bueno, esta bien- acercándose, ella le da -mmm- la mira a los ojos -¿tu boca esta en el menú?- ella bajó la cabeza, nerviosa sin saber que contestar, el lo entendió como un no y solo se regresó a su lugar.
Al terminar el postre él, ordenó la cuenta, se la llevaron, dio su tarjeta de crédito y el mesero se fue a hacer lo debido.
-Una dama no debe pagar la cuenta- ya que ella había insistido en pagar -además para mi es un placer invitarte.
-Machista- dijo ella, el negó con su cabeza, los dos sonrieron y sus miradas se encontraron ejerciendo un gran poder en el otro, por todo sus cuerpos.
El mesero volvió, en firmó y enseguida se levantó, le hizo a ella la silla hacia atrás y también se levantó. Caminaron hacia donde dejaron el auto, sin decir nada, disfrutando de, la compañía y la naturaleza de esas calles, el con las manos en los bolsillos de su pantalón y ella cargando a quien ahora le haría compañia. Cuando llegaron al auto, le abrió la puerta, ella subió agradeciendo, le cerró y cuando volteó por un instante a la esquina más próxima captó algo su atención, le hizo señas a Isabel que esperara ahí; inmediatamente casi corriendo fue a donde antes había mirado, ella estaba muerta de la curiosidad, trataba de ver que hacia pero los árboles no dejaban que eso pasara así que no le quedó de otra que esperar, relajandose en el asiento. Ni un minuto había pasado cuando sintió que el se estaba subiendo, cuando volteo a mirarlo para preguntarle a donde había ido se encontró frente a ella un montón de rosas, de diversos colores pero predominaban las roja, quedándose boquiabierta solo atinó a mirarlo.
Sonriendo -son apenas pocas y no tan bellas como tu, te mereces más pero es lo que había, esperó te gusten- mirándola también.
Tomándolas como puede -Muchas gracias José- estaba fascinada, no tanto por la belleza de las flores, sino por la acción -gracias- se volteó un poco, lo abrazó por el cuello y al querer darle un beso en la mejilla, él giro un poco el rostro pues hablaría así que el ósculo fue a dar a la comisura de su boca, ambos vibraron. Nerviosa se separó y distrajo la situación mirando sus rosas y oliendolas; la miró una vez más, sonrió muy abiertamente y arrancó, dirigiéndose al edificio de ella.
Durante el trayecto conversaron sobre trabajo y nada más, también pasaron por comida para la bebé a la vuelta de la casa. Llegando al edificio, se bajó, la ayudó a ella, el terminó llevando a la pequeña bolita de pelo, al llegar a arriba, entró primero Isabel, seguida de José, él se encargó de cerrar la puerta y bajar a la pequeñita, ella fue por un jarrón para poner las flores, al volver, la ayudó a colocarlas y una vez listas se miraron.
-y... ¿que harás ahora?-
-pues, quedé de verme con Mayte en un rato ¿y tu?-
-tengo trabajo- lamentándose por ello.
-bueno, debes trabajar- sonriendo para no tensar tanto el momento.
,
-si... Y pues, ya me voy... - sonríe leve ya e dirige a la puerta.
-te acompaño a la salida- yendo tras él.
Al llegar a la puerta, abrió esta y salió, quedaron frene a frente.
-gracias- dijo José.
-pero no tanto como tu, ya te dije- decía al tiempo en el que se inclinaba sobre ella, claramente con intensiones de besarla.
Giró su rostro -no...
-Por favor- imploró él -solo uno
Ella lo miró -solo uno- estaban a muy poco centímetros, el asintió y se acercó más.
Los corazones de ambos se aceleraron, estuvieron a punto de estallar cuando sus labios se encontraron, sus respiraciones se agitaron enseguida, se reconocieron al cabo de un segundo, dejándose llevar, sintiendo su textura, su sabor... La sujeta por la cintura apegandola a él, abren sus bocas y sus lenguas se buscan encontrándose, reuniéndose. Era más que el beso que comenzó, había de todo en él, deseo, pasión, añoranza, dolor y por supuesto amor.
En un momento entre abrió los ojos un momento, lo miró entregado, cerró de nuevo, disfrutó unos segundos más y luego se fue separando poco a poco, agitados.
-Suficiente...- murmuró barajando la mirada.
-esta bien, no te voy a forzar- hace que ll mire -Te amo- le da un beso en la frente y se va.
Cierra la puerta, se apoya en ella, estaba como en shock, sonriendo y tocando sus labios.
Ya en el elevador, iba serio, pensando hasta que cae en cuenta de todo -¡Yes!- hace una especie de celebración pues estaba funcionando su plan.
Seguía recostada en la puerta, hasta que el sonido del teléfono la sacó de sus pensamientos, suspiró y fue a contestar.
-¿bueno? ¿quien habla?- preguntó apenas atendió.
-¡HOLA HERMOSA!- se escuchó al otro lado de la línea.