Damian
—Fijaros en eso- dije señalando una de las cinco pantallas que había sobre la pared-esa chica es buena.
—No creo- aseguró el hombre que se encontraba sentado al mi lado.
—Está avanzando con rapidez sin desviarse. Es increíble. - afirme.
—Algo me dice que hay trampas aquí - dijo este. Sentado tras la mesa que nos separan, miraba fijamente la gran pantalla que se proyectaba sobre una de las blancas paredes de mi despacho. Con su traje de color negro y rojo perfectamente ajustado a su cuerpo marcado por la edad. Su rostro tan similar a cuando era joven, con aquellas pecas sobre la nariz cada vez oscuras y ojos de color verde hierba ocultos tras un cabello blanco como las cenizas de un cigarro consumido.
—Venga ya Serid, es imposible que la información haya traspasado.
—Explícame entonces cómo es posible que no se equivoque- hablo este con un tono más fuerte.
—No estoy seguro. Pero por su forma de moverse diría que tiene memoria fotográfica- dije
—Es imposible. - afirmó Serid- esa cría tiene algo escondido tras la manga. Es más, no se por qué coño la metiste aquí.
—Escapó del mejor agente que tiene nuestra sede- levante la voz.
—Suerte de un novato.
Sonreí mirando la pantalla mientras la veía ayudar a su compañera.
—Esa chica tiene algo especial.
—Yo lo único que veo es la debilidad de una persona con mucho corazón.
—No hace falta que jures que tú no lo tienes. - hable sin quitar la vista de la pantalla - aún recuerdo el día en el que me dejaste tirado y saliste corriendo como un cobarde.
—Eso fue hace mucho tiempo- gritó Serid golpeando la mesa con el puño.
—Algo que no pienso olvidar- afirme mirándole a los ojos y sonriendo.
Mire entonces uno de los colgantes de valor que estaba colgado en un marco sobre la pared, ese en cuya superficie estaba escrito el nombre de alguien que un día fue mi amigo. De alguien a quien le había salvado la vida, cuando la mía pendía de un hilo y quien más tarde me traiciono con el abandono.
"Serid. Una vida de corazón latiente."
Allí sobre aquella pared estaba su nombre escrito y un recuerdo maldito lo acompañaba. Desde entonces nada volvió a ser igual.
Recordaba aquel día a la perfección. De cuando yo era uno de aquellos principiantes junto a Serid. En el día de la prueba donde me abandono con el fin de salvarse a pesar de que éramos íntimos.
Habíamos entrado juntos para formarnos en la academia, siendo amigos desde los cuatro años. Y aquel día no le importo nada más que el mismo.
Pero veía a aquella chica que ayudaba a su compañera mientras caminaba despacio hacia delante acercándose cada vez más al punto central.
"—No me he equivocado- me dije- tiene algo distinto"
Mi presentimiento no me engañaba.
Pero sobre todo necesitaba que la estudiaran más y entender aquella rareza de la que el chico me hablaba.
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Kiss-kit