Louis doblaba ropa con cuidado cuando oyó la voz de Jacob desde la bañera.
Se apoyó en el umbral de la puerta del baño, con una media sonrisa.
"¿Ya estás?"
Su hijo alzó los brazos por toda respuesta; tenía las yemas de los dedos arrugadas y el pelo empapado goteándole sobre la frente.
"Sí" lo envolvió en una toalla y lo sacó de la bañera, apoyándose en la pared durante un segundo.
"Estás creciendo mucho. Ahora sí que eres mi niño mayor" murmuró contra su sien. Jacob se retorció ligeramente entre sus brazos, riendo, pero no tosió.
Llevaban seis días allí. Seis días de incertidumbre, de jarabes y sopas para Jacob, de silencios incómodos para Louis.
Lena le sonreía a Jacob e ignoraba a Louis; Lena, que pronto se divorciaría de Harry, que recogía sus cosas paulatinamente, que lo miraba todo con una expresión indescifrable. Que todavía se cubría el cuello con un pañuelo todos los días, ocultando aquello que Louis habría matado por saber.
Harry parecía ausente. Hacía cortas preguntas por las mañanas, antes de marcharse, que Louis respondía todavía más cortamente.
No tenía fuerzas para más. Pasaba los días jugando con Jacob y durmiendo infinitas horas; se notaba todavía más cansado cada vez que se despertaba, y si no fuese por los gritos entusiasmados de su hijo por las mañanas, probablemente no se levantaría. Su hijo recuperaba la vitalidad con rapidez, alegre e ignorante a la tensión que flotaba en el ambiente.
Había dejado de toser. Louis había vuelto a hacerlo.
"¿Ya llega papá?" preguntó él mientras le ponía- con cierto esfuerzo- el pequeño pijama. Suspiró.
"Aún no. Dentro de un ratito"
"Quiero contarle que hicimos la casa con cartas. Era muy alta"
Louis asintió, distraído.
"Le va a encantar" murmuró.
Harry le sonrió a Jacob cuando entraron. Él empezó a balbucear al momento sobre el castillo de naipes que habían hecho por la tarde.
No lo miró; Louis se sentó y cogió aire sin hacer ruido, ignorando la punzada de su pecho. No dijo nada mientras cenaba; no podía contener el amasijo de sentimientos que se formaba en su pecho al verlos juntos; Jacob miraba a Harry con los ojos brillantes, emocionado, impaciente por contarle cosas, por enseñarle lo que sabía hacer, lo que había aprendido...
Y Harry lo escuchaba con una sonrisa, siempre paciente, siempre aparentemente entusiasmado por oír más.
Era cuando estaban tan cerca cuando se daba cuenta de lo mucho que se parecían, de lo idéntico que era el gesto que hacían para retirarse el pelo de los ojos, de los hoyuelos gemelos en sus mejillas y el pelo permanentemente desordenado.
Estaba en medio de esos pensamientos cuando el pequeño teléfono que llevaba en el bolsillo empezó a sonar. Se sobresaltó; Jacob y Harry lo miraron con curiosidad, y les dedicó una sonrisa temblorosa mientras lo buscaba en su bolsillo.
Salió de la habitación. Le temblaban las piernas. Tosió antes de descolgar.
"¿Diga?"
Un breve silencio.
"Tenemos lo que encargaste"
Respiró hondo, con los ojos cerrados.
"Vale" murmuró "¿a dónde tengo que ir a recogerlo?"
"Te mandaremos un mensaje con la dirección y la hora. Trae el dinero"
Tragó saliva.
"De acuerdo" murmuró "¿dos mil, dijimos?"
"Tres mil, omega. Y ven solo"
Frunció el ceño, pero cedió.
"De acuerdo" repitió.
Harry lo miró cuando entró de nuevo en la cocina; tenía los ojos oscuros.
"¿No comes nada?"
Negó con la cabeza. Tenía un nudo en la garganta.
"No tengo hambre" murmuró, y Harry lo miró con el ceño fruncido.
"Cada vez estás más delgado" dijo con aspereza, y Louis sintió la necesidad de cubrirse los hombros, avergonzado. Quería disculparse, pero no sabía por qué. Acabó sentándose al lado de su hijo, mirando la mesa inconscientemente para ver qué había comido. Había una taza con restos de leche y migas de pan esparcidas a su alrededor; Jacob parecía tranquilo, y le sonrió cuando lo vio. "¿Todo bien?"
Asintió con inseguridad.
"Tengo que salir" anunció en voz baja, y dos pares de ojos verdes se volvieron hacia él al instante.
"No" dijo Jacob, al mismo tiempo que Harry decía "¿A dónde vas?"
Louis dudó, mirando alternativamente entre ellos sin saber a quién responder. Fue Harry quien siguió hablando.
"No vas a salir solo" no parecía enfadado, pero la tensión en su voz lo incomodó. Jacob esperó a que Harry acabase de hablar, pero enseguida insistió.
"No te vas, papi" dijo, parpadeando "ya no te vas, dijiste que ya no te vas nunca más"
Soltó el aire al mirarlo; le acarició la mejilla sin pensarlo, enternecido.
"No es eso, Jake" dijo con dulzura "no es como esas veces. No tardaré nada, nada. Y te quedarás con papá, ¿sí?"
Jacob no parecía convencido; hasta entonces sostenía la mano de Harry, pero la soltó y alzó los brazos hacia él, haciendo un mohín.
"No" ocultó el rostro en su cuello en cuanto lo cargó en brazos, acurrucándose contra él "No, papi, quédate aquí. Con papá y conmigo"
Respiró hondo.
"No voy a tardar nada, mi amor" lo besó en el pelo oscuro, intentando sonreír para tranquilizarlo.
"No se va papi" Jacob se volvió entonces hacia Harry, que los miraba todavía sentado "dile. Dile que no se va"
Él frunció el ceño.
"¿A dónde vas?"
Suspiró.
"A recoger una cosa"
"No puedes salir solo"
"Tengo que ir solo. No tardaré, te lo juro"
Él negó con la cabeza.
"No me sirve. No vas a ir solo" había algo tajante en su voz que le dio ganas de llorar.
"Harry, por favor"
"No" Jacob se aferró a su camiseta con un puño, lastimero. "No, papi, quédate, por favor"
Respiró hondo. Se inclinó para dejar a Jacob sobre el suelo; el mundo tardó un par de segundos en quedarse quieto cuando se enderezó.
"Será menos de media hora" insistió, a través de los dientes apretados. Harry negó con la cabeza.
"Te daría tiempo de sobra de..." no siguió, pero Louis notó la sangre acudiendo a su rostro. Lo miró a los ojos, desafiante.
"¿De qué?" preguntó con los dientes apretados. Harry desvió la mirada "¿de qué, Harry?"
Él no respondió. Louis giró sobre sus talones y se marchó, furioso. No se atrevió a dar un portazo, pero tampoco a volver a entrar en cuanto estuvo fuera. Esperó a recibir el mensaje y se dirigió allí.
El intercambio fue rápido. Louis tuvo que contenerse para no toser delante de los dos hombres encapuchados. Llevaba un maletín con el dinero; lo contaron, pero le devolvieron el maletín vacío con educación, y uno de ellos alargó hacia él los dos pasaportes.
Louis volvió a casa arrastrando los pies y con la capucha cubriéndole el rostro. Hacía sol.
Temblaba de frío.
Harry no fue a recibirlo.
Eran las dos de la mañana cuando Louis se vio obligado a reconocer que el frío estaba dentro de él, y que no se iba a ir por mucho que se abrigase.
Era el frío de la soledad, de la necesidad desesperada de los brazos de su alfa a su alrededor- su alfa, pensó con ironía, como si tuviese derecho a pensar así. Le recordaba a los largos meses de embarazo, de la soledad asfixiante de las primeras semanas sin Harry. Y no era algo que le apeteciese revivir.
Salió al balcón, decidido a sentir un frío físico, que pudiese remediar. El aire cortante le golpeó el rostro al momento, y se frotó los antebrazos en un acto reflejo, mirando a su alrededor. Le gustaban las vistas que había desde allí; los jardines eran pulcros y cuidados, y había un aire de orden y tranquilidad en todo lo que le rodeaba. Tosió con cuidado, intentando hacer el mínimo ruido posible, y el esfuerzo le dolió en los pulmones. Llevaba varios días tosiendo en silencio, y tenía las costillas resentidas por la tensión.
Dio un respingo cuando unos brazos se cerraron a su alrededor. Ahogó un grito, pero sintió el olor de Harry casi al instante, y sus músculos se relajaron sin su permiso. Giró la cabeza para mirarlo, para hablarle mal, para preguntarle quién le había dado permiso para entrar, pero se quedó callado al verlo; estaba serio y parecía más malhumorado que incómodo.
"Estás helado" gruñó, a modo de disculpa. No podía responder; había cerrado los ojos sin darse cuenta y ahora no conseguía abrirlos. Recostó ligeramente la cabeza contra su hombro y respiró hondo para sentir mejor su olor, y él se lo permitió en silencio. El contacto de Harry era como sentir la suavidad de su almohada al final del día más largo de su vida.
No me sueltes, por favor no me sueltes, no me sueltes, no me sueltes...
"Harry" llamó con debilidad, antes de toser con ligereza. Él no hizo seña de haberlo oído, pero sus brazos se estrecharon un poco más alrededor de su cintura. Lo olisqueaba como si intentase averiguar si estaba bien, igual que hacía antes.
"Estás enfermo" murmuró al instante, y Louis tragó saliva.
"Estoy bien"
"No, no lo estás. Estás delgado, no comes, toses, Jake dice que vomitas. Tienes algo. Tienes que ver a un médico"
"No" insistió por enésima vez "John nos encontraría"
"¿Prefieres morir?"
"Sí"
Tardó varios segundos en darse cuenta de que Harry no hablaba en serio.
Y que llevaba demasiado tiempo callado.
"L-lo siento" balbuceó al instante. Él tragó saliva.
"Lou..."
"No voy a volver con él" empezó a negar con la cabeza antes de darse cuenta "no voy a hacerlo, no voy a volver, no puedo. Me mataré antes"
Harry gruñó.
"No digas esas cosas ni en broma. Jake..."
"Jake tiene a su padre ahora"
"A sus padres" Harry parecía pálido bajo la luz tenue "tiene a sus padres. Y está bien así"
No respondió. Harry apretó la mandíbula.
"Dime a dónde fuiste" murmuró con voz ronca en su oído, y se estremeció.
"C-Compré dos pasaportes falsificados" se encontró respondiendo, sin abrir los ojos.
"¿Para qué?"
"Para cuando nos vayamos..." se sentía borracho entre sus brazos, adormilado y lento, relajado de verdad por primera vez en... en...
"No os vais a ir"
Louis negó con la cabeza. Estaba harto, y cansado, y tenía frío.
"No podemos seguir así" murmuró sin fuerzas "No voy a hacerlo. Esto... me está matando. Jake se está dando cuenta"
"Jake es feliz. Sólo quiere quedarse aquí"
"Me pregunta por qué estás enfadado conmigo. Por qué no somos una familia. Me pregunta por qué no estabas en su cumpleaños y por qué no vienes a dormir con nosotros. Me pregunta por qué tienes a otra mujer..." los pulmones se le vaciaban, y los ojos se le humedecían "Y no tengo respuestas para nada de eso. Y duele, Harry. Esto es un punto muerto. Tienes que confiar en mí o dejarnos ir."
"No sé si puedo hacerlo."
Tragó saliva.
"¿Por qué no?"
"Porque ya estaba seguro antes, Louis. Estaba seguro de que nunca me mentirías. De que podía confiar en ti. De que era como antes" respiró hondo. Louis contuvo el impulso de acariciarle el pelo.
"¿Por qué has venido ahora?" preguntó en su lugar, con suavidad.
"Porque sabía que lo necesitabas"
Alzó una ceja. No dijo nada; no le hizo falta. Harry suspiró.
"No puedo quedarme aquí. Mañana madrugo"
El terror lo invadió con rapidez; el mero pensamiento de volver a quedarse solo en aquel balcón se presentaba como lo peor que podía ocurrir. Se apretó contra él casi instintivamente.
"No" gimió al instante "Un minuto, sólo un minuto más, Harry, por favor"
Él tragó saliva, pero cedió.
"Estás siempre helado" murmuró. Louis calló, pero él no había acabado "es mi culpa. No eres tú, es tu omega quien tiene frío"
No tenía sentido negarlo, pero su orgullo le hizo permanecer en silencio igualmente.
"Y es mi culpa" insistió él, y sus manos le frotaron los costados con suavidad "me necesitas, Louis, y que hayas pasado años lejos de mí no significa que hayas dejado de hacerlo. Me necesitas tanto como yo a ti. Estás lleno de orgullo y de valor, pero a la hora de la verdad, estás tan vacío como yo."
Louis no abrió los ojos. Le asustaba la rabia de su voz, y la verdad de sus palabras.
"No te vas a ir otra vez. No vas a volver a desaparecer, no vas a llevártelo. No."
Contuvo un sollozo que se le había atravesado en la garganta.
"Puedes negarlo todo lo que quieras, pero no cambiará nada, Harry. No estamos aquí de vacaciones. John va a matarme" susurró. Sólo de pensarlo tenía náuseas.
"Voy a destruirlo" Harry hundió la nariz en su pelo con tranquilidad, como si no estuviese escuchándolo "vamos a destruirlo. No puedo vivir con él intentando hacerle daño a mi... hijo" Louis tragó saliva con esfuerzo. Notaba su enfado en sus gestos, en la vibración de su voz, en el calor de su cuerpo contra el suyo. Y no sabía qué esperar de un Harry enfadado.
"No hay nada que podamos hacer." dijo en voz baja "no tiene... no tiene puntos débiles"
"Todo el mundo tiene puntos débiles. Yo vivo de ellos"
Meneó la cabeza, y se mareó ligeramente. Tenía los oídos taponados.
"Oh" frunció el ceño, pero él siguió hablando.
"Puedo hacerlo. No será la primera vez. Ni la más difícil. Todo el mundo tiene un precio, y él tiene demasiados amigos como para no encontrar uno dispuesto a..."
Louis veía grandes manchas negras donde deberían estar los hombros de Harry.
"No me encuentro bien" balbuceó. "Creo que necesito sentarme"
Su respuesta ya llegó en forma de murmullo lejano que no entendió. Frunció el ceño, aturdido, pero ya no oía nada. La presión en sus oídos era insoportable.
Mirando el lado positivo, Louis se desmayó en brazos de Harry. Ni siquiera se notó caer.