Permite sanar tu corazón [Sas...

By RomiRitz

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Casi nadie piensa en la muerte o en lo que hay más allá de ella. La Sakura de aquél mundo está cada vez más c... More

Si pudieras...
Ángel de papel
Mundo desconocido
El misterio de un cerezo
El país de los libros
Ella misma
El centro del universo
La leyenda del Tanabata
Concediendo deseos
Una molestia
Cabello cereza
El trotamundos
Las dos Sakuras
Ser valiente
La visión del futuro
Conocernos de nuevo
Una promesa
Engaño
La fuerza de los deseos
Encrucijada
Algún día
Vida cambiante
Bondad y malicia
Más allá de un beso
Efímera felicidad
Flor entre cenizas [Parte 1]
Flor entre cenizas [Parte 2]
Flor entre cenizas [Parte 3]
El peso de las palabras
Bajo el mar
Aviso ~Especial Navideño~
El verano en el que nos conocimos
El sacrificio para ser feliz

Valle de lágrimas

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By RomiRitz

I.

A Sasuke le habían inculcado que cada vez que hubiese un obstáculo demasiado grande en frente suyo, la técnica para superarlo no era hacerse de un rodeo para enfrentarlo, el chiste era rodearlo para seguidamente seguir avanzando. Sin embargo, parecía que aquella entrañable enseñanza era una integración muy compleja para él puesto que no podía seguirla al pie de la letra como se esperaría.

—¡Sasuke, algo se quema! —su mano comenzó a arderle, y el grito de Itachi fue menos interesante que su necesidad en figurar su rostro perdido para pasarlo a uno de dolor y pánico, seguido de un grito con blasfemas.

—¡Maldición!

Si no había podido dormir solo se debía a su mala cabeza, o quizá a la estúpida emoción del momento que lo había llevado a tomar una decisión apresurada el día anterior, la cual lo estaba carcomiendo emocional y mentalmente. 

La situación, y no precisamente como estado civil de Sasuke, había cambiado.

—¡Du-Duele! —chilló sintiendo la poca gentileza de su hermano mayor al sujetar y tocar su mano, con aquella quemadura de primer grado, gracias a su 'maravillosa' idea de ponerse a rememorar las anécdotas y consejos de vida de sus padres. Perderse en sus pensamientos era un peligro cuando se encontraba en la cocina. Era tan peligroso como Itachi con un par de tijeras y una sonrisa de nenaza. 

—¿Es que no puedes hacer algo bien? —el menor frunció los labios, sintiendose ofendido y hastiado—¡El agua, incluso hasta el agua se te quema, Sasuke! —lo reprendió el mayor poniéndole un parche en la zona más sensible, de la palma enrojecida, con fuerza solo para hacerlo enfurecer más—. Tu, viviendo tu soltería, no quiero ni imaginarme el día en que te consigas una novia —Sasuke rodó los ojos con el rostro apenado—. Ya está.

—Genial, porque tengo prisa —enunció Sasuke. Tan pronto estuvo listo el vendaje de su mano, se puse de pie, se apresuró a coger el gabán de Itachi juntos a sus llaves.

—Claro, te lo presto —ironizó el mayor viendo cada uno de los andares de su hermano, el imán de accidentes—. ¿Ya te vas?

—Es obvio, ¿no?

—Vaya, pero cuanta alegría destilas por tu nuevo empleo —Sasuke puso los ojos en blanco de una manera muy graciosa tras oírlo—. Creí que habías dicho que no volverías a a pisar esa casa.

  —Es una mansión — corrigió él, recriminándose luego ante tan absurdo pensamiento—. Y..., eso fue, fue algo... —finalmente se rindió, estampando su mano sana en el rostro con pesar—. Solo ignóralo, ¿quieres?

—¿Estás seguro de que no es por la chica? —Los colores vergonzosos asaltaron el rostro de Sasuke, y en su intento por aparentar lo contrario, solo estaba logrando que Itachi sumara puntos a su favor al sentirlo acorralado.

—So-Solo lo estoy haciendo porque estoy necesitado de dinero—aclaró carraspeando—, además, voy como el jardinero, no como su tutor, no quiero tener un contacto más cercano a los Aoyama aparte del de las plantas, no quiero tener nada que ver con ella ni con su hermano, ¿queda claro? —Itachi soltó una risita—. ¡Apóyame!

—Si, si, claro..., entonces ¿a que hora volverás?

—Esto... —miró su reloj. Al menos en el café sabía exactamente sus horas de trabajo. Ahora con su nuevo empleo, tanto había sido su desenfreno e idiotez que recordó que ni siquiera había acordado sobre las jornadas que haría, ni mucho menos había acordado el salario que le pagarían. 

Bufó, harto de sí mismo, apoyando su cabeza en la pared más cercana de manera casi en modo de auto castigo.

—¿Qué? ¿Aceptaste sin acordar nada? —se burló el mayor—. Y sigues diciendo que no es por la chica —agregó suspirando, alargando la oración con mucho más énfasis y gracia que la habitual.

—¡Que no es por ella que...! —se rindió, bufando al final. No tenía porque asegurarle nada a él, aunque si podía reprenderse a sí mismo por la actitud tan torpe que había adoptado desde hace apenas un par de días. ¿Qué había pasado por su cabeza al aceptar el empleo tan abiertamente, para luego irse sin decir nada?—. "Fu-fue por ella..." —pensó más de una vez la misma noche en que se cubrió con las sábanas el sonrojo alborotado ardiéndole en la cara. En aquel atardecer pincelado de nubes grises solo pudo atreverse a pensar con el corazón, no con la cabeza. Dejó que un extraño sentimiento recorriera como aire circundante en las paredes de su pecho, haciéndole cosquillas, tal cual colegiala enamorada. Porque en ese momento solo existía aquella la felicidad que podía palpar viendo la sonrisa despreocupada de aquella chica descalza, en la manera en que jugaba y en la manera en que la que él la veía. Sacudió la cabeza, forzándose a pensar en otra cosa que no fuera su pequeño desliz de emociones—. Te llamaré cuando termine.

—Como digas, pero... —Sasuke entrecerró los ojos notando las ganas de Itachi por querer decirle algo, al mismo tiempo que lo veía juguetear entre sus labios con la diminuta brocheta de los dangos* dulces que había comprado esa mañana—. ¿Irás vestido así? —el menor se dio un vistazo fugaz a si mismo.

—¿Qué tiene de malo mi ropa?

—Nada, solo que... —Itachi suspiró derrotado—. Por Dios, Sasuke, pareces un pordiosero. Vas a ver a una chica, arréglate —Y el último sonido que el mayor escuchó fue el terrible azote de la puerta—. Ah, algún día vendrá a mi pidiéndome consejos de belleza.

II.

Iba sin esperar nada.

No. Corrección. Si esperaba algo.

"No toparme con ninguno de ellos" —rogó en pensamientos mientras ya se encaminaba colina arriba, a unos cuantos metros solamente de la mansión de aquel par de hermanos problemáticos. Sasuke en esos momentos era el claro ejemplo de una desequilibrada gráfica de emociones. Estaba ansioso, nervioso y con un claro trastorno de personalidad. Solo habían transcurrido tres días desde que había dado el "sí" , y no se encontraba precisamente feliz ahora que ya habían pasado noches suficientes de sueño y dilemas internos. Había aceptado, y aquello lo atribuía al 'lapsus brutus' que había tenido en el momento en que su mirada y la de ella tuvieron su primer encuentro. No le tomó ni medio segundo decidir que quería pasar más días ahí viéndola, sin embargo, cuando se le hubo pasado la ceguera del enamoramiento fugaz, cayó en la realidad—. "¡Esa chica me odia!" —Así era, y aparentemente sin ningún motivo.

Y ahora se encontraba ahí, caminando hacia la mansión de los Aoyama como si los pies le pesaran plomo. No quería ir, pero a la vez si. Pero a la vez no.

"Dios bendito, soy peor que una embarazada" —se recriminó mentalmente. Una vez frente calculado que le faltaban solo unos cuantos metros para llegar a la entrada principal, se detuvo. Con el semblante agobiado de alguien que aún se debate en reconocer si lo que estaba por hacer era lo correcto. Finalmente, junto a un suspiro lleno de resignación, tocó—. "Por el dinero..." —pensó, recordando el verdadero motivo de estar ahí. Estaba en la quiebra.

III.

—Ya me dijeron que hoy no desayunaste apropiadamente —a pesar de llevar ya un buen rato en aquella colorida habitación, a Sasori no le costó notar que Sakura le ignoraba. La pelirrosa se encontraba más entretenida en sujetar, jalar y jugar con las orejas de aquel enorme peluche en forma de conejo blanco. Sentada arrodillada encima de la cama, jugaba a hacer una gran trenza con ellas—. Sakura —la llamó como si estuviese regañando, no a una adolescente de dieseis años, sino a una niña de seis.

—No tenía hambre —respondió con sequedad la acusada sin apartar la vista del conejo. Movía su cabeza de lado a lado, inspeccionando su gran trabajo con las orejas, mirando los diferentes ángulos en los que creía que se veía mejor su peluche.

—Últimamente no comes como se debe, sabes que no debes descuidar tu salud —las manos de Sakura soltaron las orejas del conejo para mirar a su hermano con fastidio.

—¿Cuál salud, Sasori? —cuestionó abiertamente, como si todo eso fuese una ironía muy cruel. Le clavó la mirada esmeralda a la castaña solo por breves momentos para volver al mundo de inocencia en el que se divertía con aquella bola de algodón sin habla—. Ocúpate de la casa, de los asuntos que dejo papá, ocúpate de todo menos de mi, ya que parece que eso te causa un problema mayor —espetó ella y Sasori no pudo evitar sentir culpa. Si bien él había querido hacer las cosas bien desde que sus padres habían muerto, todo el peso había recaído en su persona por ser el mayor, pero en ocasiones solo deseaba despertar sin saber nada. Sakura era su prioridad ante todo y parecía que le estaba dando menos importancia.

Suspiró él, metiendo las manos en su pantalón de lino.

—Es mi deber cuidarte.

—Más bien tu castigo —ambos fruncieron el entrecejo. 

Se acercaba otra pelea de las que estaban acostumbrados a librar, pero ésta se disolvió en el momento que tocaron a la puerta. Para ese entonces Sakura se había desentendido e ignorado olímpicamente a la persona que había entrado. Desde hace varias años atrás que ya había perdido cualquier sentido de la educación así que hizo de oídos sordos y ojos ciegos a la tercera presencia.

—Adelante —respondió el mayor. Shion, aquella rubia curiosa de hermosos ojos verdes-azulado, apareció con esa actitud temerosa que siempre demostraba al si quiera asomar un poco la cabeza en la habitación de Sakura. Si bien Sasori siempre pretendía mostrar una imagen de autoridad -por se quien ahora se encontraba al frente de las obligaciones de su familia-, parecía que Shion, al igual que el resto del personal de la servidumbre, le tenía más miedo a su hermana menor— ¿Qué pasa?

—Esto... —tragó un poco de saliva primero—sobre el jardinero que le comenté ayer, acaba de llegar. Amaru le está mostrando el jardín justo ahora.

—¿Jardinero? —La rubia se tensó sintiendo recibiendo las palabras y mirada ártica de Sakura— ¿Qué jardinero?

—Alguien debe ocuparse de las plantas y las flores de mamá, Sakura —intervino Sasori, atrayendo la furia de Sakura para con él en vez de a la pobre rubia.

—Yo me ocupaba de eso —aclaró la de ojos esmeraldinos rememorando los días cuando aun podía salir sin preocupaciones a respirar un poco de aire de la mañana, sin tener que hacerlo a escondidas en el jardín.

—Eso era antes,  ¿recuerdas? Ahora necesito que evites esos cambios de climas tan esporádicos —Sakura frunció los labios en una mueca de claro disgusto y en desacuerdo—. Gracias, Shion, enseguida estaré abajo para... —Tan pronto la pelirrosa se puso de pie, caminó a paso decidido rodeando por detrás a su hermano mayor para dirigirse a la puerta. Shion se apartó violentamente temiendo que le hiciera algo—. Sakura, ¿Qué haces? —Aquellos ligeros vestidos que acostumbraba a usar, sin mangas, completamente frescos, para nada la hacían ver enferma o algo similar, es más, parecía una niña berrinchuda* en un cuerpo de mujer adulta haciendo danzar la tela de su vestido con audacia y furia a la vez. Una total niña.

—Voy a conocer al idiota que pretende ocupar el trabajo que me pertenece —y tras hacer relucir su amenaza salió echando humo atravesando el umbral de su habitación. 

Sasori suspiró  junto a una astuta sonrisa.

IV.

—Estos son los rosales. Debes de regarlos cada...

—Cuando la tierra este muy seca. Una vez a la semana, ¿no? —Amaru se azoró ante la rápida y acertada respuesta—. Ah, yo... —Sasuke carraspeó un poco— solía ocuparme del jardín de mi madre hace un tiempo —explicó.

—Así que tienes experiencia, ¿eh? —bromeó la de piel apiñonada. 

Sasuke se había deshecho del gabán de Itachi puesto que la lluvia había parado. Comenzó a escuchar las indicaciones de lo que sería, finalmente, su nuevo empleo. Miró a su izquierda, habían un sinfín de plantas y al final, casi en la esquina donde estaba aquella casa del árbol sin terminar, debajo de ella había un pequeño huerto que a simple vista se veía muy descuidado.

—¿Quién se hacia cargo de esto? —se aventuró a preguntar, pasando su vista por todo el jardín, recorriendo cada una de las plantas vistosas que aunque parecían estar en perfecto estado, al agacharse para ver la conexión entre sus raíces y el suelo, estaban muy secas y enfermas— "Vaya, que desastre" —pensó él antes de escuchar a la muchacha suspirar. Y entonces entendió—. Yo...no debí preguntar ¿cierto?

—La madre de Sasori-dono amaba cuidar de ellas —una sonrisa melancólica apareció en el rostro de lAmaru al acariciar la hoja de una de esas plantas—. Desde que la condición de la señorita Sakura empeoró, el tiempo que empleaba aquí se lo dedicó a su hija. Cuando murió...

—Ya nadie se ocupó de esto ¿cierto? —agregó Sasuke, suponiendo lo obvio. Sin embargo la de ojos azules negó sonriendo—. ¿Ah no?

—Aunque sabía que no debía, hubo alguien que se ocupó por un largo tiempo del jardín una vez que la señora murió—A Sasuke le asaltó la curiosidad. La persona que le había dado vida nuevamente a un jardín de ese calibre debía ser bastante hábil para ello.

—¿Quién fue?

— Fui yo, entrometido —Amaru y Sasuke voltearon hacia la casa, en donde el ventanal de la sala, que conectaba a la terraza del jardín, tenía sus puertas abiertas.

Los hermanos Aoyama estaban ahí, Sasori con una prudente sonrisa mientras que Sakura estaba con los brazos en forma de jarras, con esa típica posición de alguien fastidiado. Con las piernas separadas a la misma distancia que sus hombros, dándole más dramatismo a su pose, resaltando su estrecha cintura y sus hombros desnudos por el vestido sin mangas.

—Sakura-san, Sasori-dono —La joven pelirroja se estremeció un poco, indicándole a Sasuke que la siguiera para presentarlos formalmente. Al pelinegro casi le da un ataque de pánico ahí mismo  — . Esto... —carraspeó antes de seguir hablando—. Él es Matsuoka-san, será el nuevo jardinero.

—Solo dime Sasuke —pidió apenado el morocho. No era necesario alzar la mirada o tener un sensor que indicara el peligro cercano, Sasuke podía sentir la abrumadora presencia de esos dos hermanos encima suyo —"Genial ¿Y ahora que sigue?" —pensó, encontrando atractivo el piso mientras lo miraba, evitando alzar la cara.

—Vaya, ¿Qué no habías dicho que no volverías a nuestra casa? —el primero en atacarlo fue Sasori, tal como lo previó Matsuoka. Lo vio de lo más divertido mientras se cruzaba de brazos. Sakura, quién estaba a su lado, era un caso diferente. Estaba claramente molesta, fastidiada, en completo desacuerdo.

—Si te molesta, puedo irme y...

—Eso sería estupendo, Matsuoka-kun —espetó Sakura ya con una sonrisa llena de malicia ante la idea de que se fuera y le ahorrara el drama. Sasuke tragó grueso. Esa chica era un demonio.

—Así que ¿rechazaste mi oferta de ser el tutor de mi hermana pero ahora vienes por el empleo de jardinero? —ironizó el cabeza de la familia Aoyama, ignorando el comentario de la pelirrosa, sin poder contener la risa que le daba esa situación. Sasuke, por su parte, solo quería irse y llorar.

—Básicamente, sí —respondió el pelinegro, quién evitaba a toda costa cruzar miradas, ya no con Sasori, sino con su hermana. Rió con nerviosismo antes de continuar—. Que ironía, ¿no?

—A mí me parece una estupidez —expresó la de ojos verdes sin contemplaciones. Su mirada, Sasuke sentía que en cualquier momento ella lo mataría con solo mirarlo. Era poderosamente aguda y lacerante—. Acaba con esto de una vez, Sasori, y haz que regrese por donde vino.

"Sí, me odia" —pensó el de ojos obsidiana* mientras intentaba buscarle lo cómico a ese momento incómodo y así evitar orinarse del miedo ahí mismo.

—No lo creo, Sakura —la pelirrosa miró a su hermano con severidad—. Así que ¿Jardinero? ¿Tienes experiencia?

—Pues, me hacía cargo del jardín de mi madre —Sasori mostró interés—. Se dé que va todo esto así que supongo que no tendré muchos problemas.

—Bien, si es así, no tengo ningún problema en aceptarte —a Sasuke le brillaron los ojos mientras a Sakura se le desorbitaron—. Tienes el empleo —decidió Sasori—. Amaru te entregará el uniforme, y en cuanto al dinero no te preocupes, te pagaré muy bien.

—¡E-Espera! ¿Qué? —Sasori miró a Sakura, brevemente, con desinterés— ¡So-Solo míralo, se nota que es un inútil! —el alma de Sasuke fue atacada, de forma graciosa, por una flecha. Orgullo herido— ¡Sasori! ¿Me estás oyendo? — el pelirrojo comenzó a apartarse de ahí, caminando hacia el interior de la casa, escuchando los gritos de Sakura cada vez más débiles.

—Completamente —bromeó alzando una mano mientras seguía caminando, yendo al estudio—. Ah, y Matsuoka...

—¿Si?

—Que tengas suerte —Ese había sido, el peor augurio de todos.

V.

—Y, ¿Qué tal te fue?

Itachi era conocido por su buen gusto, por su adicción por los dulces y su gusto por las cosas bonitas. Aparentemente un chico superficial solo para aquellos que realmente no lo conocían. Detestaba a la gente que se vanagloriaba siendo bella cuando por dentro eran todo lo contrario. Personas vacías.

Sus manos eran mágicas, creaba peinados hermosos y les brindaba a las personas esa confianza en sí mismas. Veía lo hermoso en donde nadie más podía ver, sin embargo, en cuanto a las tareas del hogar se trataba, era histérico. Obsesivo por la limpieza, evitando únicamente una sola cosa que no toleraba, y ahí se parecía a su madre.

En la cocina era un completo desastre.

—Bien... — "Creo" —respondió Sasuke con un optimismo falso mientras intentaba en darle la vuelta a un omelette en el sartén. ¿A quién le había heredado sus habilidades culinarias? Era un misterio, pero seguramente no a Mikoto.

—¿Y...? —inquirió nuevamente con interés malicioso el mayor, recobrando el tema, trepándose al sofá, colocando sus brazos a lo largo del respaldo para ver al menor en su intento de cocinar— ¿Viste a la chica? —Sasuke se heló. Debió anticipar la astucia de Itachi.

—¿Q-Qué...?

—Solo contesta, ¿la viste? —el menor no tuvo más remedio que contestarle con hastío.

—Si, sí la vi, y a su hermano también ¿satisfecho?

—Frustrado más que nada —Sasuke lo miró de reojo mientras movía el sartén—. ¿Cómo es posible que mi tonto hermano menor tenga tan poco sentido de la moda? ¡Es una chica por el amor de Dios!

—Una chica que me odia —aclaró el acusado—. Me detesta.

—Algo le habrás hecho —supuso Itachi con voz pícara.

—Si claro, no soy tú.

—Hmm —emitió el mayor mordiendo una gomita dulce con forma de lombriz mientras parecía meditar—. Entonces... —masticó—, ¿te odia sin razón aparente?

—Eso parece —afirmó Sasuke soltando un suspiro, como si eso fuera un problema muy grande para él y, hasta cierto punto lo era. No quería estar en un lugar en donde se sintiera incómodo, pero vamos, lo hacía por el dinero.

—Vaya problema —continuó dándole un segundo mordisco a su golosina—; pero es guapa ¿no? —Esta vez a Sasuke le saltaron los ojos, consiguiendo tomar el sartén de un lado donde no debía, quemándose un poco.

—¡Deja de distraerme! —el de coleta baja rió.

—Vamos Sasuke, en toda mi vida no te he conocido a ninguna novia. Estoy comenzando a pensar que eres... — carraspeó— , ya sabes...

—¡Si, sí es guapa, y mucho! ¿Ya eres feliz? —Itachi embozó una sonrisa bastante amplia—. Pero que sea linda no quiere decir que me agrade su horrenda actitud.

—Bueno, dijiste que estaba enferma ¿No? ¿No puedes ser un poco más considerado?

Hmp, pues ella no lo es conmigo y ni siquiera me conoce.

—¡Es como una historia de amor! —Suficiente. Pensó el más pequeño. Tomó el sartén, aún con el omelette, y se lo aventó a su hermano mayor, dando inicio a una guerra comestible que duró toda la tarde.

VI.

Su primer día con su nuevo empleo no había sido tan deseado como el primero. Pensar que se independizaría lo había animado mucho en su primer día en la cafetería, pero con el paso de los días, semanas, meses, había perdido ese incentivo y ahora, que empezaría a ver nuevamente el signo de pesos en su cuenta bancaria, cortesía de su padre, ni aun así mostraba signo de felicidad.

"¿Y cómo hacerlo si en esta casa soy como un extraño entrometido?" —pensó en la pelirrosa y en la forma en que su llegada no había sido muy bien vista. Pero vamos, a ella no le debía rendir cuentas, en todo caso a su hermano, quien sería quien le pagaría. A ella solamente debía ignorarla.

—Ah, parece que ya estás listo, ¿Te quedó bien el uniforme? —preguntó amablemente Shion tras salir a la segunda terraza que conectaba la cocina con el jardín.

—Si, gracias —agradeció el pelinegro—. "Bien, al menos no todos son como ella" —pensó con alivio.

Era algo demasiado simple. Unos pantalones casi militares de color verde junto a una camisa polo de algodón color lila, junto al cinturón en donde tendría un par de herramientas a la mano.

—¿Amaru-chan ya te dio instrucciones? —Sasuke asintió—. Bien, entonces puedes comenzar cuando quieras —Y tras esa sonrisa, Sasuke se mordió el labio, pero no por ella, sino porque había algo que lo mantenía intranquilo—. ¿Sucede algo?

—D-De hecho... —carraspeó dirigiendo su mirada hacia la ventana de la habitación del segundo piso, del cubo que sobresalía de la fachada. Tragó grueso evitando ver directamente a la persona que estaba de pie observándolo—. ¿Ella va a estar mirándome todo el rato? —Shion comprendió poco después de que miró siguió la mirada de Sasuke, notando a la pelirrosa desde su habitación con una mueca de claro disgusto en el rostro. Rió con nervios.

Je, descuida, la señorita Sakura no muerde.

—En realidad me preocupa que quiera matarme —La rubia volvió a reír—. ¿Puedo preguntar algo? —Shion asintió—. ¿Ella siempre ha sido así? —La muchacha suspiró casi entristeciéndose —. Sé que no es mi problema y estoy al tanto de su enfermedad pero... —Para cuando quiso mirar de nuevo a Sakura, ella ya no estaba—. "Se ha ido" —pensó. Sin embargo, que lo hubiese hecho no hizo sentir mejor a Sasuke, es más, incluso a él mismo se le había retraído el ánimo.

—La señorita Sakura no siempre fue así, ella...— la rubia hizo una pausa—. Digamos que la pérdida de sus padres le afectó mucho y el hecho de que su enfermedad haya perjudicado mucho más su salud, pues digamos que le hizo perder la confianza en todos, incluso en ella misma, aislándose, volviéndose fría para...

—Para evitar que le hicieran daño —concluyó Sasuke en un susurro volviendo a mirar a la ventana, como si tuviese esperanza de poder verla de nuevo, pero nada.

—Así es —Permanecieron en silencio y en ese momento Sasuke se replanteó un poco las cosas. Quizá la estaba juzgando pero ella tampoco tenía el derecho de tratarlo de esa manera tan arisca, después de todo, ella tampoco sabía sobre él—. Matsuoka-san.

—Solo dime Sasuke.

—¿Usted tiene hermanos?

—Si, un hermano mayor —la rubia sonrió mientras que él no comprendió—. ¿Qué?

—Entonces ¿puede entender lo que puede sentir ella? ¿Al menos imaginar? —Sasuke la miró, estático—. Lo que Sasori-dono hace por ella es maravilloso pero creo que se ha olvidado de convivir con la señorita —Ciertamente Sasuke no se iba a poner a comparar su relación con Itachi junto a la de los Aoyama. Eran distintas, pero, si al menos pudiese hacer algo por ella...

"¿Q-qué carajos estoy pensando?" —. Esto... —tosió para cambiar el ambiente—. Creo que me iré a trabajar.

—Oh claro, suerte.

VII.

Parecía que la relación entre él y las plantas era mucho mejor que la de él con la pelirrosa, y en realidad no era como que le importase mucho el tipo de relación que tuvieran. Ella solo era la hermana de su jefe. Aquella frase se la venía repitiendo a partir desde que se quedó solo en el jardín. Solo estaba ahí cumpliendo con su trabajo únicamente.

Pero entonces, si eso era lo único que realmente ocupaba su mente, ¿Por qué no dejaba de ver hacia la ventana?

Tras varios suspiros más, parecía haber encontrado el ritmo para trabajar con tranquilidad. Si bien el pelirrojo le iba a pagar de más, al menos él debía hacer un trabajo estupendo, y pudo haber seguido con esa paz interior que había logrado encontrar en el transcurso de esas horas, hasta que los gritos provenientes del interior de la casa lo hicieron detenerse.

Gritos sin letra, restos de dolor y frustración. De mujer.

Sasuke no fue el único en sorprenderse y sentir escalofrío. Shion y Amaru también corrieron al percatarse del alboroto, y el pelinegro las pudo ver intentar detener a alguien. Fue entonces cuando la vio. Llena de dolor, con el rostro húmedo, deformado en desesperación por escapar.

—¡Señorita Sakura!

—¡Sakura, vuelve! —escuchó la voz de Sasori en un grito que casi pudo jurar que le desgarraría la garganta. Lo vio correr detrás de ella en su intento desesperado por sujetarla, pero ésta se le escapó de las manos antes de poder lograrlo. Corrió por la calzada de piedras. Era lista, sabía que no podría salir por la puerta principal así que corrió por el jardín y fue ahí donde Sasuke pudo verla con mejor claridad—. ¡Matsuoka, detenla! —Para cuando el pelinegro reaccionó, entendiendo lo que ella pretendía hacer, soltó las tijeras de podar y corrió hacia el huerto. 

A un costado habían varias cajas arrinconadas. Si era lo que imaginaba, Sakura las usaría como montaña para escalar, para así saltarse la barda y escapar.

—¡Oye...! —Descalza, con los pies ya llenos de tierra, ignorando el hecho de que podría salir herida. Era más pequeña que él por lo que llegó pronto a escalar las cajas—. ¡Espera por favor...! —La libertad que Sakura reclamaba estaba ahí afuera, y ella misma se encargaría de obtenerla sin importar que todos estuviesen en su contra, pero cuando hubo tenido casi una mano en el filo de la barda, una mano desconocida le tomó por el tobillo— ¡Por favor, espe...! —Las pupilas de Sasuke se volvieron diminutas cuando por fin detalló su rostro de cerca.

Sufrimiento, un profundo dolor, desesperanza.

El ángel finalmente no había soportado más y se había quebrado ante sus ojos.

Se perdió en el mundo de matices grises que ella le mostró a través de sus opacas pupilas, como si estuvieran sin vida. Sakura aprovechó ese aturdimiento para zafarse y finalmente lograr su cometido.

Aquello había sido un dolor palpable que Sasuke pudo sentir en su fría piel.

(Continuará...)

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Rinconcillo de saber :v

*Dangos: Esta está muy fácil. Los dangos son dulces japoneses que se suelen comer en forma de brochetas con tres o cuatro bolitas de pasta de arroz dulce (mochi) las cuales se tuestan y se les añade una salsa dulce que le da un sabor muy característico o a las que se añaden otros ingredientes para crear diversos sabores y colores sirviéndose calientes. 

*Obsidiana: Es una piedra preciosa volcánica. No es opaca pero posee un brillo muy peculiar. Suele ser de color negro, pero también puede tener un color gris oscuro, pardo, verdoso incluido verde botella, a veces azulado.

Bueno, creo que al final hubo más drama que el intento de comedia barato que quise lograr (? hahaha, en fin. En este capítulo quise mostrar dos perspectivas de una vida; la vida de Sasuke, un poco despreocupada y desinteresada del resto, y la vida de Sakura, que a pesar de ser una niña caprichosa, llegó a un punto en el que se quebró, siendo Sasuke el espectador de ello, dejándolo con muchos pensares al final.

Mismos que irán tomando fuerza dentro de él, todo en torno a Sakura, claro está.

Lamento la demora. La semana pasada fueron mis parciales y tenía que rendirlos con éxito. Me fue de maravilla(: Así que estoy contenta por eso.

En el próximo capítulo: Mundo desconocido.

Ahora que Sakura ha logrado escapar de casa, ¿que mundo le espera allá afuera? ¿Deformado, hermoso, peligroso?

Intentaré actualizar con más frecuencia, quizá este fin de semana o a mediados de la próxima.

A partir del próximo capítulo aparecerán "personajes" que todos conocemos muy bien:) *suficiente spoiler*

Ciao:*



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