Han pasado dos días desde mi última charla con Louis, sin embargo, él mismo se ha encargado de buscarme para preguntarme por Edward, a quién tampoco he visto desde hace casi una semana.
Me encontraba en el hotel, hablando con Kimberly sobre su recuperación de lo ocurrido con el descubrimiento del cuerpo de aquella chica cuándo mi teléfono celular comenzó a sonar.
Atendí de inmediato, principalmente porque el número en el identificador de llamadas era Max, a quien no había visto desde que salió en la mañana, diciéndome que tenía asuntos importantes que entender.
Eso me pareció extraño dado que Max no tenía ningún pariente en este lugar.
Cuando contesté, su voz sonaba agitada, causando que mi ritmo cardíaco comenzara a aumentar.
-Karen, tienes que venir ahora mismo... c-creo que he encontrado la guarida del asesino -dijo, causando que la confusión me asaltara.
-¿Qué dices? -mascullé en la línea-. ¿Dónde estás?
-E-estoy en las afueras de la isla, tienes que tener mucho cuidado... dejé el coche en la carretera, cuando lo veas sigue el rastro directamente y encontraras una cabaña muy escondida, ven rápido, por favor.
-Está bien, voy saliendo para allá -respondí, notando la mirada preocupada de Kimberly. -Ten mucho cuidado Max -continué, esperando una respuesta de su parte, pero recibiendo el sonido vacío de la línea y seguidamente la llamada se cortó.
La preocupación me atacó, Max estaba solo... ¿Y si el asesino llegaba en cualquier momento? Mi primer instinto fue llamar a la policía, pero eso ya no era una opción desde que el comisario prácticamente me había amenazado, y la última persona que me quedaba y que parecía estar de mi lado aún cuando no confiaba en él, era Louis.
Al llamarlo me encontré con la contestadora y le dejé un mensaje mientras caminaba fuera del hotel, buscando mi auto y dirigiéndome apresuradamente a él. Mientras conducía caí en cuenta de cuán extraña se escuchaba la voz de Max, algo no me parecía bien en todo eso y esperaba que al menos Louis hubiera contestado mi mensaje.
No pocos kilómetros luego, ya habiendo salido de Coney Island, me encontré con el auto de Max aparcado en la carretera. Me estacioné detrás de él y fui hacia el auto, esperando encontrar algo que me guiara a su ubicación.
Recordé sus palabras en el celular y volteé la cabeza para encontrarme con un sendero que se adentraba en el bosque. Aquel ambiente me recordaba al cuerpo de la chica y un escalofrió se desplazó por mi columna.
Estaba anocheciendo y antes de adentrarme en el bosque observé el cielo sobre mí, dándome cuenta de que el sol estaba empezando a ocultarse. Debía darme prisa, si a algo temía era a perderme en un bosque en medio de la noche.
Me aferré a mi chaqueta mientras mis pies tropezaban con las hojas de los árboles, el frío empezaba a sucumbir y mucho más ahí. El vaho que salía de mi boca me causaba náuseas y tuve que detener varias veces luego de haber caminado por algún rato.
En algún punto temí haber estado dando vueltas en el bosque, pero rechacé esa idea cuando observé otro camino por el cual no había pasado anteriormente.
No sabía qué camino tomar y decidí llamar a Max para que me guiara, pero eso no pudo ser ya que cuando me apresuré a busca mi celular me encontré con que no tenía señal. Claro, estaba en medio de la nada.
El chillido de un ave me erizó la piel y causó que el corazón casi se me saliese del pecho.
Sin más opción, continué caminando, agradeciendo que los zapatos que llevaba no me molestaban, mas, sin embargo, mis pies empezaban a doler.
Solté un suspiro de alivio cuando logré visualizar entre los arboles un tejado, no muy lejos de donde estaba. El pensamiento de lo que podía encontrarme en ese lugar me atacó y un escalofrío volvió a hacer presencia en mi cuerpo. Tenía un mal presentimiento, pero ya era demasiado tarde para regresar, cuando encontrara a Max todo estaría bien.
Cuando logré llegar al lugar estaba sin aliento, por todas las emociones que me abordaban más que todo. La puerta del lugar estaba abierta y su aspecto dejaba en claro que aquel lugar era bastante antiguo, no percibí ningún movimiento y llamé el nombre de Max varias veces sin recibir respuestas.
Mi corazón se aceleró por cuarta vez en el día mientras camine a pasos sigilosos hacia la puerta, la oscuridad se cernía desde adentro y no logré visualizar ninguna característica de mi amigo.
La puerta rechinó cuando la abrí completamente y de la nada una luz se encendió. La luz tenue terminó por alumbrar el lugar repleto de velas apagadas en cada esquina, mis ojos se dirigieron al techo, donde un sorprendente mantenido candelabro giraba contra el casi inexistente viento. En el suelo, un gran círculo se encontraba dibujado. El lugar no era demasiado grande, ni demasiado pequeño. Había mobiliario, el cual apenas consistía en un gabetero horizontal que lucía viejo.
No veía a Max por ninguna parte y me preguntaba dónde diablos estaba, esa observación solamente logro aumentar mis nervios.
Noté por primera vez varias puertas en la pared izquierda y vacilé en revisarlas, temía lo que podía encontrar ahí dentro.
Tragué saliva, acercándome a una de ellas que lucía normal y entreabierta. Empujé mi mano, logrando que se abriera mucho más, revelando una habitación con una cama de hierro sin sábanas.
En la otra habitación había lo mismo, solo que esta vez había un gabetero que contenía vestidos. Muchos vestidos blancos que eran familiares.
Saqué nuevamente mi celular, esperando encontrarme con algún mensaje de Louis o del mismo Max. ¿Dónde estaba?
La puerta se cerró de golpe, causando que mi teléfono cayera al suelo ruidosamente, había sido solo el viento.
Si Max no estaba ahí, mi instinto me obligaba a irme, pero un cofre el cual no había visto antes llamó mi atención.
El suelo de madera crujió cuando me dirigí hacia el objeto, tomándolo y posándolo en el gabetero que se encontraba ahí. Sorprendemente, este abrió sin esfuerzo y me encontré con un montón de mechones de cabello de distintos colores. Castaños, morenos... rubios. La resolución empezó a golpearme. ¿Serian aquellos los cabellos de mi amiga?
Hurgué en el objeto, encontrándome con una fotografía de una chica que lucía desconocida para mí. Sin embargo, me encontré con otra fotografía peculiar.
Era la fotografía de dos niños.
El primer niño tenía el cabello ruloso y los ojos verdes, tenía una sonrisa en su rostro mientras que sus pequeños brazos estaban sobre los hombros del otro niño, el cual, a diferencia del primero, tenía el cabello liso y los ojos azules. Había algo que lucia familiar en esa foto, algo me decía que había visto aquellos ojos y aquel rostro en alguna parte.
Giré la foto, encontrándome con unas palabras escritas.
"Mis dos grandes tesoros, Louis y Harry."
La foto cayó al suelo y el terror empezó a invadir mi sistema.
Louis y Harry.
Louis y Harry.
¿Louis era el hermano del asesino?
Mi respiración se tornó irregular cuando no me molesté en arreglar el desastre que había causado, mi primer pensamiento fue correr.
Y entonces recordé, había llamado a Louis para que me encontrara ahí.
La puerta se abrió de golpe, fuerte y duro, causando que del susto me lanzara al suelo.
Esperé que fuera Max o incluso Louis, pero en su lugar, estaba Edward... quien lucía más terrorífico que nunca sonriéndome diabólicamente.
-Bueno, terminaste por venir a mi tu sola, preciosa Karen -sonrió, acercándose lentamente a mí-. Déjame darte tu bienvenida como se debe. Quiero presentarte a alguien... presentarte no, dado que ya lo conoces -carcajeó, causándome escalofríos. Sentía las lágrimas en los ojos.
-Así es, hermano -interrumpió Louis, entrando por la puerta y conectando sus fríos ojos con los míos. -Bienvenida al infierno, dulce Karen.
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¿A que no se esperaban esto? jijiji.
El proximo capitulo es el ultimo y no, no habra secuela ni nada de eso.