Malec ¿otra vez?

By scar02

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Alec ama a Magnus y Magnus ama a Alec, eso todos lo saben. También saben que su relación tuvo algunos altibaj... More

Prólogo: Deseo
Dorado
Bebés
Cuidados
Tiempo
Juntos
Turnos
Partenidad
Inquisidor
Tratos
Mami
Papi
Clace y Sizzy
Prioridades
Heline
Confusión
Decisión
Pesadillas
Cumpleaños
Prohibido
Verdad 1/2
Verdad 2/2
Mentiroso
Sí y no
Paloma
Clarividencia
Apoyo
Novio
Reunión
Me gustas
Lorina
Cachetada
Engaño
Despedidas
Paz
Trivialidades
Lágrimas
Otra vez
Inestable
Escucha
Impuntual
Brindemos
Perú 1/3
Perú 2/3
Perú 3/3
Celos
Malec
Cambios
Seguro
Perdido
Lightwood Bane
Fiesta
Matrimonio
Epílogo: Recuerdos
~Extra~

Llamas

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By scar02

Simon ~~

–¿Alec? –toco ligeramente su puerta– ¿Alec, estás despierto?

No escucho nada e insisto, son casi las siete de la mañana y él no ha comido nada desde ayer. Es extraño, jamás pensé que Alec y Magnus podrían pelear tan brusco, casi parece que se odian.

–¿Alec? –intento de nuevo– ¿Aún estás molesto por lo de tu castigo?

La respuesta no llega y ya me preocupa, sin nada que perder tomo el pomo de la puerta y entro a la habitación. La cama está vacía y perfectamente tendida.

–¿Alec? –me acerco al baño pero no escucho la regadera– ¿Estás ahí?

Nuevamente no hay respuesta, esto no me gusta. Abro ligeramente la puerta... nada, no está aquí.

–¿Alec? –pregunto a la nada.

¿Acaso ya se levantó a entrenar? Pero no lo vi cuando pasé a saludar a Marine. Mmm, esto es raro, ¿dónde puede estar?

Magnus **

–Alec, tranquilo. Nadie se dará cuenta que no dormiste en tu cama.

–No puedo creer que me quedé dormido en tu piso –se regaña otra vez–. ¿Por qué no me despertaste?

–Ya te dije que también me quedé dormido –le miento.

Durante la noche Alec y yo nos la pasamos hablando y riendo, a veces tan alto que nos tapábamos la boca para que no nos escucharan. Alec cayó dormido primero y yo me dediqué a admirarlo, a ver cada uno de sus rasgos. Su boca suave que no creo poder cansarme de besar, sus manos delgadas y elegantes, pero mortales cuando quieren. Todo en Alec es tan...

–¡Alec! –grita una voz que me suena a una sierra sobre metal.

Lucas prácticamente corre hacia nosotros. Una vez está cerca, da un salto al cuerpo de Alec y este lo atrapa tomando sus piernas, quedando Lucas recargado contra su pecho. Espero que fuera más por reflejo que por realmente querer atraparlo.

–Alec, te extrañé –Lucas lo besa y Alec no se opone.

–Y yo a ti –responde mirándolo con ternura.

No dicen nada más y se pierden en ese mundo de ensueño que sólo dos personas que se quieren, o hasta se aman, pueden tener. >Oh ¿quién sería tan desdichado para romper este momento? Esperen, yo sé quien.<

–¡Alec, una araña! –grito desesperado.

Alec levanta las manos y retrocede, provocando que Lucas caiga sobre su espalda en el suelo. Me doy una felicitación mental.

–¿Celoso, brujo? –Lucas se levanta y sacude sus pantalones– ¿Por qué no vas a molestar a otro lado?

–No tengo a donde más ir –lo miro con el mismo desafío que él me dedica–. ¿Y qué haces aquí, Penhallow? Pensé que estabas con tu familia en las fiestas y esas cosas.

–Mi tío Octavian entendió que quería estar con mi novio –se acerca a Alec y lo abraza por la cintura–. Vamos, amor, quiero entrenar contigo.

Alec asiente y se va junto a ese niño bonito sin despedirse de mí.

–No, Lucas, yo amo a Magnus –hablo imitando la voz de Alec y suspiro con frustración.

Sin más que hacer, me dirijo a mi cuarto y me dejo caer en la cama para hacerle compañía a Miss Cuack.
Alec me dijo que el beso que me dio en la boda de mi madre fue un error que no repetiría. Le tomó menos de un día romper esa promesa.
Y tras una sesión de besos en casa de Robert, le dije que terminara con Lucas y se quedara conmigo, pero Alec dijo que aún lo amaba, que habían pasado juntos muchas cosas: primera caza, primer beso, primera marca. Alec jamás me ha dicho o ha estado cerca de decir que me ama, lo más que ha llegado es un "te quiero". No es que yo se lo haya dicho tampoco, pero lo hago, lo amo.

–Miau, miau –llama mi gatita sobre mi vientre.

–¿Qué pasa, Miss Cuack?

Ella baja de la cama en un brinco y se esconde bajo la misma.
Me levanto confundido y hago levitar la cama. Miss Cuack está sentada al lado del inútil pentagrama que dibujé cuando llegué. El gis blanco parece querer prenderse en llamas.

–¿Pero qué...?

Una columna de humo sale y caigo de espaldas. El humo se disipa y puedo ver a un hombre con traje blanco y botones en forma de mosca. Es muy parecido a mí, de piel morena y ojos rasgados. Ojos de gato.

–Hola, hijo –saluda el hombre.

Sonríe y muestra unos dientes puntiagudos y afilados, como los de un felino.

–Tú eres... ¿Tú eres mi padre? –pregunto con cautela y me levanto de igual forma.

–¿Esperabas que fuera más alto y mi piel más blanca? –acaricia su barbilla– No me sorprendería si así fuera. Después de todo, el demonio que se hizo pasar por mí así se presentó.

Lo recuerdo. El hombre que mi mamá, Tessa y ese brujo John me presentaron era de piel blanca y ojos de gato, también media unos tres metros.

–Mi nombre es Asmodeus. Solía ser un ángel guerrero, seguí a Satanás en su plan contra Dios y como castigo caí con él. Satanás me convirtió en un príncipe del infierno y me dio el reino de Edom para gobernarlo junto a Lilith. Pero todo eso ya lo sabes ¿no? ¿O acaso no recuerdas cuando me visitaste?

–Sí lo recuerdo, pero no recuerdo haberte visto.

–Es porque no lo hiciste. Después de la muerte de Sebastian regresaron a este mundo y sellaron las puertas de este lado. Nunca tuvimos la oportunidad de vernos en persona y cobrar las viejas deudas.

–¿Deudas?

–Mi reino quedó devastado por su estúpida guerra. Mis demonios mueren y necesito algo con qué alimentarlos. La vida mortal es muy nutritiva, pero la de un inmortal es mejor.

–¿Quieres mi vida? –siento mi corazón acelerarse y de reojo veo la puerta cerrada no muy lejos de mí.

–Sí, pero no puedo simplemente arrancártela. Debes cedérmela voluntariamente.

–¡Nunca!

Corro hacia la puerta, pero en un instante la madera se ve rodeada por llamas tan intensas que me obligan a retroceder.

–Mala respuesta, Magnus –siento una mano esquelética en mi frente y otra en mi pecho–. Tendré que enseñarte a respetar a tu padre.

Todo comienza a arder. La puerta, las paredes, el piso... mi cuerpo.

Jonathan ||

–¡Más fuerte, Jonathan! –grita mi padre detrás de mí.

Siguiendo sus instrucciones arremeto contra Marine más fuerte, pero la pequeña Lewis es rápida y esquiva mi golpe. Queda a mis espaldas y choca su palo de madera en la misma.

–¡Te gané! –festeja feliz y yo suspiro cansado.

–Dos de tres. No eres tan buena.

–Te gané dos veces de tres que luchamos –me apunta con su palo al cuello–. Soy estadísticamente mejor que tú.

–Estadísticamente. Qué mundana –me alejo y bajo de la plataforma.

–Tranquilo, hijo, sólo necesitas ser más rápido –mi padre me pasa una botella de agua–. Mira a tu hermana.

Amatis está en una viga de equilibrio a diez metros del piso mientras esquiva péndulos que intentan derribarla.

–Ella heredó la gracia de tu madre, tú por otra parte, mi fuerza y agresividad. Sólo tenemos que hacer que desarrollen otras habilidades.

Antes de responder, veo la puerta abrirse bruscamente por tía Isabelle.

–¡El cuarto de Magnus está en llamas! –explica alterada atrayendo la atención de todos en la sala.

Mi padre se levanta de la banca y sale corriendo detrás de su hermana seguido por tío Simon; Amatis salta de la viga, se quita el arnés y los tres (mi hermana, Marine y yo), salimos directo al cuarto de Magnus. >Lo más seguro es que quemara su cama por accidente queriendo sacar algún conejo de su sombrero.<
Una vez estamos cerca, veo a mis tíos y mis padres tratando por todos los medios de entrar, patean la puerta, mueven la manija y mi madre marca runas en la madera. Sin resultado. Por debajo de la puerta sale humo de manera alarmante.

–¡Magnus! –mi padre choca su cuerpo contra la puerta una y otra vez, pero la madera no cede– ¡Magnus, abre ahora mismo!

No hay respuesta. ¿Y si algo malo pasó? No puedo evitar sentirme nervioso, esto no se ve bien.

Alec ••

Corro por el pasillo secreto que conecta mi cuarto con el de Magnus. A penas esta mañana lo hicimos para que por las noches pudiera regresar, no creí que lo utilizaríamos tan rápido y menos en estas circunstancias.
Estaba caminando junto a Lucas cuando escuché a tía Clary gritar por ayuda, ambos corrimos y la encontramos frente al cuarto de Magnus de donde salía humo y un brillo rojo se colaba por la hendidura de la puerta, desde afuera se sentía el calor, estaba ardiendo. Mi hermana fue por ayuda y yo recordé esta otra entrada. Extiendo mi mano y abro la puerta para entrar por la pared en que está recargada la cama.
Veo a Magnus en el piso inconsciente y a un hombre parado dentro de un pentagrama.

–¿Quién es usted?-pregunto acercándome con cuidado

Golpes se escuchan afuera al igual que gritos distorsionados. El calor es más intenso a cada segundo, pero no hay fuego en ningún lado.

–Hermoso ¿no? –el hombre mira a Magnus inconsciente.

–¿Quién eres?

–Magnus crecerá para ser un gran brujo. El más poderoso de todos, estoy seguro. ¿Sabías que Catarina me prohibió verlo?

–¿Quién eres?

–Nadie tiene derecho a negarle a un padre conocer a su hijo.

–¿Es el padre de Magnus?

El hombre levanta la vista y me ve directo a los ojos. Son como los de Magnus, excepto que los suyos se ven más... muertos de alguna forma.

–Asmodeus –se presenta con una ligera reverencia–. Uno de los nueve príncipes del infierno y poseedor del reino Edom.

–¿Y eso a mí qué? –saco un cuchillo serafín que tomé de mi cuarto– ¡Váyase!

–Oh, claro que me iré –el hombre sonríe y veo que tiene colmillos como los de un gato–. Pero ten por seguro que agradecerás mi visita, Alexander.

El hombre aplaude y una espesa capa de humo lo rodea, el humo se extiende por la habitación y me asfixia hasta perder la conciencia.

.

–¿Alec? ¿Alec, puedes escucharme?

Abro los ojos lentamente y una cabellera roja me recibe.

–Tía Clary –reconozco con voz ronca.

–Oh, Alec, estás bien –suspira aliviada.

Me siento en la cama y veo a todos lados. Soy el único en la enfermería.

–¿Y Magnus? –pregunto confundido.

–Él despertó hace unos minutos –mi tía sirve un vaso de agua–. Dijo que quería ir a su cuarto después del incendio, ver si podía rescatar algo.

–¿Incendio?

Tía Clary me ofrece el vaso de agua y yo lo acepto.

–Magnus nos contó que estaba molesto por algo y comenzó a lanzar chispas al aire y una cayó en su armario, intentó apagarlo, pero se salió de control. El humo le impidió respirar y se desmayó. Había puesto un hechizo en su puerta para estar solo, por eso no podíamos entrar. Cuando logramos derribar la puerta los encontramos a los dos tirados en el piso.

Intento hacer memoria, pero claramente recuerdo al hombre de ojos felinos y traje blanco.

–Alec, ¿cómo llegaste al cuarto de Magnus? –pregunta tía Clary.

Antes que pueda responder, la puerta se abre y Lucas entra.

–¿Alec, estás bien? ¿Te duele algo?

–Tranquilo, estoy bien.

–Cuando Jace y Simon abrieron la puerta y te sacaron a rastras pensé que moriría. No sabes cuánto me asustaste, tonto.

–Lo siento, no lo pensé.

–¿Cómo entraste? ¿No habías ido a tu cuarto?

–Es que de niños creamos un corredor que los conecta para poder jugar. Me pareció útil.

–Bueno, me alegra que estés bien –Lucas me abraza.

Cuando se separa me besa y yo le correspondo. Los besos de Lucas saben a algo dulce y familiar, como helado de vainilla, algo suave y reconfortante. Los de Magnus saben a... algo que no puedo descifrar, es dulce, pero picante y al mismo tiempo me hace pensar que estoy en casa, pero como si no pudiera estar ahí. Algo totalmente nuevo.
Al separarnos, Lucas me sonríe y pequeños hoyuelos se forman en sus mejillas.

–¿Qué quieres hacer? –toma mi mano con suavidad.

–Quiero ir a ver a Magnus –respondo seguro y Lucas aprieta mi mano.

Por alguna razón entre él y Magnus no hay mucho cariño, lo que sólo hace de mi elección entre ellos más difícil. No quiero que ninguno se sienta mal, yo quiero a Lucas, pero cuando estoy con Magnus no puedo pensar en nadie más. Lucas me ayuda a levantarme al igual que tía Clary para ir al cuarto de Magnus. Conforme nos acercamos, veo que de la puerta de Magnus sigue saliendo humo.
Adentro, todos los muebles están chamuscados y el suelo negro, y en medio de todo el caos está Magnus, en el piso abrazando sus rodillas.

–¿Magnus? –llama tía Clary.

–Sólo Alec puede entrar –está llorando.

–Alec, no tienes...

–Está bien –interrumpo a Lucas–. Puedo mantenerme en pie.

Con paso medio firme me acerco a Magnus. Siento el piso caliente.
La puerta se cierra y sólo quedamos Magnus y yo.

–Magnus...

–Nadie, –comienza con voz más firme– puede saber que dibujé ese pentagrama. Nadie puede saber que un príncipe del infierno estuvo en mi cuarto. ¿Entendido?

Quedo frente a él y me doy cuenta que mira un montón de cenizas en el suelo, me siento e intento no tocarlas. Magnus ni siquiera me mira.

–Entiendo. Por eso mentiste.

–Sólo quería conocer a mi padre auténtico y ya viste lo que pasó.

Decido cambiar de tema, no quiero pensar en que vi a un auténtico príncipe del infierno.

–¿Qué es eso? –señalo el montón de cenizas.

–Es Miss Cuack –responde volviendo a llorar.

....

Espero les haya gustado esta sorpresa en conmemoración de la independencia de México.

¡VIVA MÉXICO! 🇲🇽

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