La chica del cabello de fuego

By Slerin

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Ella es una ignis: una clase de magos perseguidos por la muerte, condenados a morir. No tardará mucho para qu... More

1- Evelyn
2- Arturo
3- Un mundo nuevo
4- Peligro
5- Tensión
6- Sana y salva
7- Lobos
8- El acantilado
9- La chica del cabello de fuego
10- Ignis
11- La visión
12- Amenaza
13- Protectora
14- Colmillos
15- ¡Yo-ho-ho!
16- Problemas
17- Sirenas
18- ¡Tierra a la vista!
19- Alguien inesperado
20- Sentimientos
21- Salado y dulce
22- Esquinazo a la muerte
23- Elisabeth
24- ¿Fin del juego?
25- ¡Lucha!
26- Reencuentro
28- El Clan de la Luna
29- Pistas
30- Se ha despertado
31- El tío Kris
32- Los polos opuestos se atraen
33- El chico prodigio
34- El amor es cruel
35- Contra la luna
36- Lagunas
37- En marcha
38- El Imperio de Nieveterna
39- El príncipe Marshall
40- Belleza en lo mortal
41- Tres principiantes liantes
42- Haeky
43- La dragona
44- La muerte
45- La luz
46- Luna y Sol
47- Colegas
48- Infiltrados
49- Compañero de viaje
50- La mágica casa del guardián
51- Acusaciones
52- Desvío
53- Los cinco
54- Rivales
55- Sentencia
56- El Correccional
57- A jugar
58- Sangre
59- Sudor
60- Lágrimas
61- Frío
62- Ellos

27- La Asesina Escarlata

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By Slerin

*Narra Evelyn*

—Me alegra verte bien, Evelyn —dice mi abuelo—. Tu abuela me ha puesto al día con los sucesos. Oh, tú debes de ser la hermana de Vanessa, Jennifer. ¡Buenos días!

Arturo tira de la mano de Connor para subirlo. El recién llegado me saluda guiñando un ojo.

Imagino que solo falta Vane por entrar, así que camino hacia la puerta. En ese momento, un enorme lobo de pelaje blanco aterriza en la entrada, sacudiendo la casa del árbol. Soy un brinco del susto. El lobo... quiero decir, la loba, se ha convertido en una chica. Frunzo el ceño. Está plantada en la entrada, completamente desnuda.

Alarmada, le doy la espalda y la tapo con mi cuerpo.

—¿Se puede hacer qué haces? —pregunta la chica bajándome los brazos.

—Estoy protegiéndote —digo girando el cuello hacia atrás para mirarla.

—Apártate de mi camino.

Me echo a un lado y se pasea frente a mí, lanzándome miraditas. ¿Tanto le ha molestado que protegiera su intimidad? Ah, tal vez sea cosa de mujeres lobo. Qué mundo tan complicado.

Sus ojos no se apartan de los míos, así que le sostengo la mirada por educación. Si tiene algo que decirme, no me gustaría que se sintiera ignorada. Se acerca a mí y me pone un dedo en la clavícula. Pestañeo.

—¿Me has sustituido por ella, Arturo? —dice.

—¡Cielos! ¡Que alguien haga algo! —dice Vane al llegar, tapándose los ojos.

—Recuérdame que arregle vuestras ropas para que podáis materializaros con ellas cada vez que volváis a vuestra forma humana —dice La Sanadora.

Jenni se acerca y le tiende a la chica loba lo que parece ser un saco de patatas. Contengo la risa.

—Confórmate con esto. No podemos utilizar magia por ahora.

—¡No pienso ponerme esa cosa, bruja!

Jenni se encoge de hombros y deja el saco en su sitio. La nueva se niega vestirse hasta que mi abuela encuentra una muda en la Caja Mística.

El menor de los dos niños despierta de su sueño curativo llorando.

—Tranquilo —me acerco a él—. Has tenido una pesadilla.

El chico me mira, temblando.

—¿Cómo te llamas? —le pregunta Jenni—. ¿Hablas nuestro idioma?

—Deja al pobre en paz —dice Vane tirando de su hermana.

El niño señala a su compañero, que tiene los ojos entreabiertos y no respira. No tengo que acercarme más para saber que le ha abandonado la vida.

—¿Cuánto lleva ahí muerto? —se espanta la chica loba.

La mando a callar con la mirada. Sigo sin saber qué hace en mi casa del árbol, pero, si continúa con esa actitud, tendré que echarla.

—Es mi culpa —murmura el niño y se lleva las manos a la cara—. Le hice algo.

Mi abuelo se acerca a ellos.

—Estrías... Ha adelgazado vertiginosamente —dice mi abuelo observando el brazo del cadáver—. Creo que nuestro chico ha absorbido la energía acumulada en sus carnes, como lo haría un vampiro con la sangre. Seguramente aprendió a hacerlo viendo a Elisabeth.

—Pero si parece tener nueve años.

—Tengo ocho años —corrige el niño sin dejar de llorar—. Solo quería escapar de esa mujer.

—Y lo lograste —Jenni frota la pequeña espalda del niño para tranquilizarlo—. Has sido el único superviviente del salón.

—¿Y mis padres? —llora más fuerte.

Lo miro con tristeza. Si sigue llorando, terminará exprimiendo el color azul de sus ojos.

—Nos llevará un tiempo ponernos en marcha —dice La Sanadora y me mira—. Iré a por agua.

Me ofrezco a acompañarla como me indica su mirada y me tiende una de las escobas.

La coloco de manera horizontal y me siento sobre ella. Para mi asombro, es cómoda y tiene equilibrio propio. Parece tener un asiento invisible almohadillado. Imagino que voy hacia delante y la escoba obedece mis órdenes; es como controlar un miembro más de mi cuerpo. Salgo cuidadosamente por la ventana. Espero a mi abuela y avanzo junto a ella.

—Ya te he dicho que estoy bien, abuela.

—Las abuelas tenemos un sexto sentido para estas cosas —insiste ella—. Tú no puedes engañarme, cielo. No pareces muy cómoda con Mery cerca.

—¿Acaso alguien lo está? Es infantil y maleducada, no me gusta.

—Oh, ¿es solo eso? ¿No será también que... te molesta que esté tras Arturo?

—¿Qué dices? ¡Abuela! —agarro el palo de su escoba para guiarla más lejos de la casa del árbol—. Los oídos curiosos están por todas partes.

—Si ya sabes que Mery es maleducada e infantil, no tienes de qué preocuparte, ¿no crees? Dudo que Arturo se fije en chicas así.

—A las personas les gustan las chicas bonitas, y Mery es muy bonita.

—Alguien que se solo se fija en el aspecto no se merece tu interés. Si Arturo resulta ser así, ya puedes darle esquinazo.

—¡Arturo no es así!

—Yo tampoco lo creo. Tú misma te has dado la respuesta, así que deja de fruncir el ceño. Te van a salir arrugas.

Cierro los ojos de un suspiro y me froto el entrecejo.

—Debes tener cuidado con tu cabello, Evelyn —su voz suena con gravedad—. Déjame que te cuente una historia, para que entiendas mejor la situación y lo importante que es ocultar tu rastro mejor que ningún otro mago.

—¿Qué es? —la miro.

—Entiendes que mentir no siempre está mal, ¿verdad? Al igual que arriesgar la vida de una persona que amas, para salvar otra más importante. A veces tenemos que elegir. Detrás de las cosas feas, pueden existir explicaciones nobles.

Frunzo el ceño de nuevo. No sé qué historia me contará, pero no estoy de acuerdo con ella. No quiero contradecirla, pues confío en su palabra y quiero creer en todo lo que dice. Sin embargo...

—Si me mientes, abuela, entenderé tu razón si me explicas. Pero no te perdonaré, porque has traicionado mi confianza. Y si alguna vez tienes que matarme para salvar a alguien más importante, no dejaré que lo hagas. Porque me sacrificaré voluntariamente, si eso es lo que deseas.

La Sanadora abre la boca y pestañea múltiples veces. Rompe en carcajadas. ¿Habré dicho lo que ella quería oír?

—Lo que quiero es mantenerte a salvo, Lyn.

—Ah, solo era un ejemplo. Sé que nunca me mentirías.

—A eso voy. ¿Recuerdas cuando te dije que el Consejo de Magos se llevó a Scarlett? Bien. No fue tan sencillo. El caos comenzó cuando tu abuelo desapareció. Ahora sabemos que está vivo y fue una vampiresa quien lo retuvo. Sin embargo, antes, tu madre pensaba que se lo habían llevado otros magos, debido a la estela de magia que encontró. Scarlett quería venganza, pero no tenía manera de viajar al mundo de los magos, ni de averiguar el culpable, por lo que se dedicó a amenazar a los magos visitantes para que la llevaran a su mundo. Fueron aniquilados, porque se negaban a colaborar. No la ayudé, pero tampoco la detuve. Con el tiempo se acumuló en casa una pila de instrumentos mágicos de los magos caídos, de ahí la Caja Mística. Scarlett, tu madre, era conocida como La Asesina Escarlata. Este nombre llegó a los oídos de los Consejeros y a los del resto de los magos. Se detuvieron las visitas a este mundo, pero se puso en marcha un plan para acabar con la responsable de los asesinatos. Por aquí, el río debe de estar cerca —indica mi abuela y recuerdo que estamos yendo a recoger agua—. Los ignis viven en este mundo debido a la discriminación que existe en el mundo de los magos. Esto, sumado al asunto de Alan, hizo que el cabello de Scarlett ardiera incluso cuando dormía. Los siguientes visitantes fueron cazarrecompensas, pero ninguno de ellos consiguió capturar a La Asesina Escarlata. Hasta que un día, un miembro del propio Consejo de Magos decidió venir. Es decir, tu padre.

—¿Mi padre? —interrumpo.

—Sí. El Consejero y La Asesina Escarlata se enamoraron. Scarlett dejó su labor como asesina, el Consejero la había hecho entrar en razón. Tu padre mintió al resto diciendo que él mismo se encargaría de La Asesina Escarlata, quedándose en la Tierra para vigilar a los demás ignis. Nadie sospechó lo más mínimo de las palabras del Consejero. Más tarde nació una niña que heredó el cabello pelirrojo de su madre. La llamaron Evelyn... ¡No pongas esa cara!

—Ese no es el final, esto no acaba bien.

—La Asesina Escarlata había matado a incontables personas inocentes como para dejarla en manos de un Consejero que no volvía con pruebas de ella muerta, las familias de los fallecidos empezaron a querer tomar la venganza con sus propias manos.

—Comprensible, yo sospecharía.

—Tus padres fueron tomados por sorpresa y arriesgaron sus vidas para protegerte. Cuando el resto del Consejo supo que La Asesina Escarlata había tenido un hijo, se puso en marcha una operación para extinguir a todos los ignis que quedaban en este mundo, ya que no tienen manera de localizarte; esa fue su excusa para exterminar a los ignis. Por eso quiero pedirte que te ocultes y te protejas, Evelyn.

Esto se ha originado por un malentendido causado por Elisabeth, quien seguramente se llevó a mi abuelo como otro esclavo más a la isla. Mi madre se volvió una asesina y mi padre formaba parte del Consejo de Magos... Y ahora mi abuela pide que sea egoísta y salve mi propia vida, cuando mi existencia ha condenado a todos los ignis a la muerte.

—¿Cómo pensabas ir al mundo de los magos, abuela? Si mi madre luchó durante una vida para poder conseguirlo y no lo hizo —pregunto frotándome el entrecejo.

—Descubrí que existen guardianes en las puertas al mundo de los magos, por si a alguna criatura se le presentan los poderes. Pensaba franquear la entrada con un conjuro prohibido, pero supongo que ya no podemos hacer nada. No somos suficientes.




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