Inevitable (El juego de Elena...

By migomz

165K 4.5K 327

Elena es una adolescente cuya ideologia intrincada sobre los hombres le hace desarrollar rechazo total hacia... More

Prólogo
Capitulo 1: Comienzo de la caída
Capitulo 2: Roce entre jugadores
Capitulo 3: Táctica defensiva
Capitulo 4: Peligroso acercamiento entre equipos opuestos
Capitulo 5: ¿Primer beso de amor?
Capitulo 6: Declaración comprometedora previa al juego
Capitulo 7: Comienzo del juego
Capitulo 8: ¿Que tú harías qué?
Capítulo 9: Jugada rápida
Capitulo 10: Segundo Strike
Capitulo 11: Cambio de posiciones
Aviso: ¡Una novedad!
Capitulo 12: Golpe bajo
Capitulo 13: Diferencias dentro del mismo equipo
Capitulo 14: Salida familiar
Capitulo 15: Y el imbécil queda en evidencia
Capitulo 16: ¿También tú?
Capitulo 17: Hola a la vieja Elena
Capitulo 18: Bases llenas
Capitulo 19: Home run
Capitulo 20: Primera vez
Capitulo 21: Intensiones secretas
Capitulo 22: Fuerte como goma espuma
Capitulo 23: "La charla"
Capitulo 24: Out
Capitulo 25: Cambio de estrategia
Capitulo 26: Reescribiendo las reglas
Capitulo 27: Tercer strike ¡Estás fuera!
Capitulo 28: El resultado se esclarece
Capítulo 29: Nuevo jugador
Capítulo 30: Un punto y el juego termina
Epílogo
Agradecimientos y una sorpresa

Capítulo 31: Buen juego con ¿buen final?

2.8K 107 5
By migomz

En la noche me dediqué a hacer ejercicios de respiración mientras intentaba imaginarme que nada estaba pasando, que yo no había aceptado salir con el imbécil #2 y que definitivamente no estaba a punto de cometer uno de los peores errores de mi vida, porque si iba al restaurant al día siguiente eso es lo que pasaría.

—Iré, sí, iré pero sólo para escuchar las cosas estúpidas que él me dirá —Me sonreí frente al espejo—. Eso es, sólo cosas estúpidas que no tendrán sentido y no tendrían por qué debilitar mi gallardía, ni mucho menos hacerme considerar el hecho de estar con él a pesar de que me jugó mal, no, yo no podría hacer eso.

Mi ojo derecho tuvo un raro espasmo mientras decía todo aquello, lo que me daba la garantía de que estaba enloqueciendo.

—Yo jamás consideraré al imbécil #2 como un pretendiente, él fue un error y un desliz en esta etapa tan complicada que es la adolescencia, sólo eso ¿por qué tendría que serlo? No es que él fuera un buen chico ni que fuera atractivo —Bufé—. Tampoco es como si ese perfume que usa oliera extraordinariamente ni que su sonrisa fuera perfecta, no, él no es eso ¿o sí?

¡ARG! ¿A quién engaño? ¡A nadie! Sólo hago un mísero intento por engañarme a mí misma ¡pero es obvio que no está funcionando!

—Perdí, lo sé —Me dije a mí misma antes de gritar de frustración.

Claro que perdí, no debí hacer jugado al «bésame para deshacerme del imbécil» porque eso me había incluido en esta locura adolescente de la que quería salir lo más pronto posible. Entré en un estado de desesperación por lo que fui hacia mi laptop que ya estaba encendida, abrí mi correo, abrí el último e-mail que Carla me había enviado y seleccioné «responder».

De: e.rogers@gmail.com

Para: cbom23_1@gmail.com

Antes que nada ¡lo lamento! No es la mejor disculpa pero no tengo tiempo para pensar en una mejor. ¡Carla! Estoy en un dilema traumante del que sé sólo tú podrás sacarme con tu gran sabiduría sobre hombres.

Por favor no te rías de esta alma perdida pero en el poco tiempo que he pasado aquí comencé a salir con alguien y al mismo tiempo tuve una aventurilla bizarra con otro. Pero eso no es todo, las cosas se complicaron y con quien salía ya no salgo y con quien tuve la aventurilla bizarra lo envié al infierno (muy típico de mí ¿cierto?). De cualquier manera mañana veré al primero que te nombré pero ya no quiero caer en las garras amorosas que condenan mi pobre alma.

¡Oh sabia Carla, ilumíname! Hazlo o juro que saltaré del segundo piso.

 

Presioné «enviar» sin pensarlo dos veces. Pensé que tendría que pasar mucho tiempo antes de que yo le hiciera semejante consulta a ella ¡oh! Creo que mis palabras exactas fueron «prefiero cortar mi cabello y fingir ser hombre que pedirte consejos sobre amor y hombres». Supongo que a Dios no le agradan los jóvenes que cometen demasiadas estupideces.

Luego de 10 minutos de estar esperando la respuesta de Carla fui bendecida con el correo que contenía mi salvación. Sin perder tiempo lo abrí llevándome la sorpresa de saber que Carla tenía un vocabulario soez amplio, sentí mis mejillas calientes más de una vez mientras leía los primeros dos párrafos donde ella descargaba esa rabia que tenía por el hecho de no escribirle.

 

De: cbom23_1@gmail.com

Para: e.rogers@gmail.com

(…)

Para responder a tu plegaria te diré lo siguiente: ¡NO ARRUINES LAS COSAS! ¿Eres capaz de ver lo tonta que estás siendo? ¿Por qué tener una “aventurilla bizarra” si ya tienes una relación? Juro que podría asesinarte Elena, lo juro, pero soy tan buena que te dejaré vivir con ese remordimiento.

Ahora, dime quién es quién y por qué hiciste eso.

 

Me llevé las manos al rostro, por supuesto que ella malinterpretaría las cosas por lo que no quedaba de otra que decirle la estúpida verdad ¿qué más podría hacer? Nada, estaba maldita y eso no se quitaba con agua bendita.

Me pasé las siguientes dos horas explicándole todo lo que había pasado esas dos semanas y cómo yo había arruinado algunas cosas y salvado mi vida en otras. No esperaba un «tienes razón Elena» pero sí esperaba un «te ayudaré a quemarle la casa a esos imbéciles».

 

De: cbom23_1@gmail.com

Para: e.rogers@gmail.com

La cuestión es muy sencilla Elena, sólo hazte estas dos preguntas: ¿Regie me gusta realmente? Y ¿cómo me sentiré si me voy a otra ciudad para no verle de nuevo? Es simple.

Si obtienes un positivo en la primera pregunta entonces estás condenada a tener que quedarte o al menos cometer una estupidez que hará que Regie se convierta en tu sombra (lo sé por experiencia propia), de lo contrario entonces yo te asesinaría por mentir tanto.

No soy la mejor en esto de las relaciones ni puedo darle un buen ejemplo pero sí me preocupo por ti y sé que si este chico logró que TÚ le besaras, lloraras y desearas verle de nuevo entonces significa que podría ser una buena oportunidad para superar lo que te pasó. Sólo es mi sabia opinión. No arruines las cosas porque temas tener una relación Elena, el miedo no ha sido tu amigo en todos estos años así que madura y toma una decisión inteligente. Confío en ti.

Ahora vete a dormir y descansa, mañana tendrás mucho que hacer.

 

Sonreí entre mis lágrimas, sí, ella me había hecho llorar con todo lo que había dicho en sus correos pero no era algo muy nuevo para mí, Carla sabía cómo pincharme con fuerza. Presioné «responder» y escribí una rápida respuesta.

De: e.rogers@gmail.com

Para: cbom23_1@gmail.com

Eres una idiota por hacerme llorar pero te quiero. Gracias.

 

Envié mi respuesta y apagué mi laptop, necesitaba descansar un poco para enfrentarme a mi perdición que yo misma había provocado. La ironía se carcajeaba y me escupía en la cara.

Mi celular sonó a las nueve de la mañana al día siguiente, me vi en la necesidad de darle un buen golpe (del que me arrepentí luego) para que se callara, necesitaba descansar para mi perdición ¿ya no lo había dicho?

— ¡Arriba! —Gritó papá desde la puerta de mi habitación.

—Ve a jugar con mamá y déjame dormir —Espeté antes de cubrir mi cabeza con la almohada.

—Jugar es un término insultante cuando llegas a mi edad con un hijo y medio, así que haré de cuenta que no te escuché —Apreté la almohada con más fuerza—. Ahora, debes despertar, los condenados a muerte madrugan amor y tú no te salvarás de ese destino.

—Tú serás el próximo condenado a muerte si no me dejas dormir.

—Te reto a que lo hagas.

Entonces me quité la almohada de la cabeza con una furia loca y le miré con los labios apretados, él estaba cruzado de brazos dándome una sonrisa de burla.

—Vete de mi habitación en este preciso instante.

— ¿O sino qué? —Me retó achicando sus ojos.

—No me retes a usar el grito.

Él borró la sonrisa de su rostro.

—No lo harías.

— ¿No? No me provoques —Le sonreí con malicia.

—Eres mi hija.

—Tu mi padre ¿te detuvo eso de despertarme? No lo creo.

—Elena.

— ¿Qué?

—No lo hagas.

Entonces sonreí con malicia e inflé mis pulmones con mucho aire.

—Suelta el aire en este preciso instante —Me ordenó papá con una expresión de pánico y molestia que se me hizo muy cómica.

Alcé mi dedo índice, luego el medio y luego el anular para darle a entender que contaba los segundos para que se fuera de mi habitación.

—Tú no lo harías.

Arqueé una ceja y entonces tomé más aire para dar el grito de mi vida.

— ¡MAMÁ, PAPÁ ME ESTÁ MOLESTANDO! —Grité con toda la fuerza que podía, tanta que al final me vi en la necesidad de toser.

Papá cerró los ojos con fuerza y se llevó las manos a la cabeza, amaría cuando mamá le diera su buen sermón. Pasaron un par de segundos pero ella no había gritado aún.

—No funcionó tu truco —Se burló él relajando su postura.

— ¿No? —Sonreí con malicia.

— ¡GERARD ROGERS, VEN EN ESTE PRECISO INSTANTE A LA COCINA! —Le gritó mamá con fuerza.

—No me retes —Le dije y él arrugó el ceño con fuerza.

—Esto no se quedará así.

—Oh, eso lo tengo asegurado.

Mientras él salía me dio una miradita de «cuida tus espaldas» así que yo le sonreí con suficiencia. Él se marchaba directo a la hoguera.

Aquel sistema del grito lo había desarrollado cuando cumplí mis cuatro años, mamá odiaba que papá me molestara por cualquier razón, ella sabía de las bromas pesadas que él me jugaba y le conocía lo suficiente como para saber que papá no se limitaba a bromillas de novatos.

Volví a acostarme pero no pude dormirme de nuevo, tenía muy latente el hecho de que debía mover mi lindo y nada flácido trasero al baño para asearme puesto que en tres horas tendría que ver al imbécil #2 y de alguna manera arreglar el desastre que había hecho. Estúpida adolescencia que me hace idiota.

Dos horas y 40 minutos después ya iba en camino al restaurant en donde vería al imbécil #2. No había parado de refunfuñar desde que monté en la camioneta y mi padre no dejaba de burlarse de mí sobre la mala suerte con la que contaba últimamente y algo sobre mí besando al imbécil debajo de un árbol, no le comprendí enteramente porque me tapé los oídos y gritaba que él era el peor padre del mundo.

—Llévate estas mentas, las necesitaras —Me aconsejó luego de estacionar frente al restaurant.

— ¿Se podría saber para qué me las vas a dar?

—Es desagradable besar a alguien cuando tienes mal aliento —Dijo él con simpleza y yo arrugué el ceño abriendo la puerta.

—Eres un degenerado Gerard Rogers, deberías estar de mi lado pero eres un traidor, un…

—Hola Regie —Saludó él interrumpiéndome.

Articulé un «Acabaré contigo cuando llegue a casa» antes de voltearme y ver al imbécil #2 caminando hacia nosotros con una estúpida sonrisa en el rostro.

—Buenas tardes Sr. Rogers —Saludó de vuelta.

—Cuídala bien muchacho —Pidió antes de buscar algo en sus bolsillos—. Guarda estas mentas por ella, sé que le harán falta luego de muchos be…

—Ya vete papá —Le corté fulminándole con la mirada.

—Claro. Pásenla bien y nada de hoteles —Pidió y yo le miré horrorizada.

Esta era una de las veces que odiaba a mi padre hasta la última célula de mí, él era terriblemente insoportable cuando se lo proponía y ese día estaba luciéndose en lo suyo.

—Supongo que él no quiso…

—No le prestes atención —Dije yo no dejándole acabar su oración.

—Claro, lo supuse —Me dijo antes de hacerme un gesto hacia adelante—. Adelante.

Le sonreí sólo un poco y entré al restaurant, él me guió hasta una de las pesas que estaban debajo del toldo naranja. Nos sentamos uno frente al otro lo que incrementó mi incomodidad en cuánto a estar ahí. Si me permito ser completamente sincera estaba a segundos, sólo segundos, de decir «voy al baño» y largarme de ese lugar.

—Bien, aquí estoy, habla —Dije yo de manera poco sutil haciendo que él sonriera un poco.

—Te mentí, no estamos aquí para hablar —Dijo él mirando el menú.

— ¿Entonces para qué me hiciste venir? —Pregunté comenzando a considerar profundamente el “ir al baño”.

Él bajó el menú para mirarme atentamente a los ojos, ese gesto me hizo tensar puesto que mis intestinos se movieron de una manera bastante agresiva.

—Limítate a dejarte sorprender —Pidió con voz suave—, y déjame lo demás a mí ¿de acuerdo?

Tragué antes de responder.

—Como quieras.

¡Oh Dios! Sabía que ésta sería mi completa perdición.

Ambos pedimos nuestras comidas con bastante rapidez. Me costó horrores hacer que la comida se deslizara por mi garganta pues él no dejaba de mirarme y yo… bueno yo hacía lo mismo pero cómo no hacerlo cuando quizás, sólo quizás, yo seguía sintiendo algo extraño por él.

—Con permiso —Dije en medio de la comida, él asintió.

Me levanté de la silla con un poco de torpeza lo que le hizo sonreír de la manera en que me gustaba. Me apresuré a pasar entre las mesas sintiendo su mirada en mí, llegué al baño de mujeres en cuestión de segundos encontrándole esperanzadoramente vacío.

—Recuerda que no caerías Elena, recuérdalo —Me dije a mí misma mirándome al espejo.

Quizás no fue tan buena elección llevar vestido pero ¡diablos! No podía decidirme con ninguna blusa o jean ¡era desesperante! Así que recurrí a eso en una última medida desesperada pues de lo contrario tendría que asistir en ropa interior y eso… bueno eso llamaría demasiado la atención.

—Simplemente ve y… no digas nada, sólo deja que esto termine —Me animé mientras acomodaba mi cabello que estaba recogido en una impecable cola de caballo.

Con un fuerte suspiro me aventuré a salir del baño siendo arrastrada de inmediato por alguien detrás de una pared donde nadie podría verme.

— ¿Qué…? Oh Dios, hoy no es mi día —Dije al ver al imbécil.

Sinceramente comenzaba a sospechar que no podría hacer nada con el otro imbécil sin que éste imbécil no estuviera por los alrededores ¿acaso nos seguía o qué?

— ¿Reconciliación de último momentos? —Preguntó con una sonrisa.

— ¿Envidia de último momento?

—Jamás tendría envidia de él ¿quién tendría envía de alguien que saliera contigo?

—Un demente —Dije yo siguiendo su broma.

—Exacto.

Entonces reí como desquiciada a causa de mi broma.

—Me alegro tanto que por fin admitieras lo que eres —Le abracé a pesar de mi asco—, casi me haces considerar estar orgullosa de ti.

Quise alejarme pero él me detuvo en donde estaba, sus manos rodearon mi espalda con fuerza aprisionándome ahí. Abrí los ojos aterrada de lo que eso pudiera significar. No me permití sentir nada respecto a ese abrazo ni mucho menos pensar en ello.

— ¿Podrías soltarme? Hay alguien que espera por mí —Dije calificando la situación con la máxima puntuación de «extrañareza» (combinación de “extraña” y “rareza”. Sí, yo inventé la palabra).

El imbécil me soltó por completo y me miró con sus ojos claros, cosa que empeoró mi incomodidad.

—Entonces tú y el hermafrodita van a volver.

Arrugué el ceño.

—Por supuesto que no —Dije antes de bufar.

—Luego de tu espectáculo de miraditas sé que mientes —Me refutó antes de asomarse por la pared.

—No sé por qué te metes en donde no te llaman pero tampoco es mi problema, lo que te diré es que si lo hago o no será mi problema, no tuyo.

—Entonces el amante empedernido te ganó —Dijo él con burla—. Pensé que eras más fuerte que eso Elena. Luego de que hiciera una apuesta conmigo para jugar contigo tú aun decides regresar ¡vaya! Sí que debes quererle.

—No es así, además no he dicho que fuera a regresar con él.

—Parece que sí lo harás —Me crucé de brazos comenzando a molestarme—. ¿Acaso eres tan débil? Primero se burla de ti fingiendo que le gustas, crea una relación ficticia para demostrarme que ganó, termina contigo porque yo se lo pedí y luego pasea en el auto que ganó por su apuesta ¿y aun así quieres regresar con él?

Bien, eso había sido fuerte. Me asomé por la pared para ver a Regie al fondo jugando con sus dedos en una clara señal de impaciencia. El imbécil no estaba del todo mal o al menos no sonaba mal, quizás el imbécil #2 me había jugado terriblemente mal y yo estaba siendo estúpidamente débil como para aceptar ir ese día. ¿A quién engaño? Soy débil, el estar ahí era la muestra de eso.

—Pensé que te respetabas pero veo que la palabra autoestima no existe en tu vocabulario.

—Claro que existe —Le dije yo empujándolo ligeramente.

—Entonces demuéstramelo —Me exigió—. Véngate de lo que hizo.

Le miré con burla ¿vengarme? Oh claro y supongo que dicha venganza tenía que ver con enredarme con el imbécil ¡oh sí! Estaba claro que caería en eso. ¡Ja!

—No tengo porqué demostrártelo a ti.

—Débil.

Le miré con rabia.

—No soy débil.

—Sí lo eres.

—No, no lo soy —Me acerqué un paso a él.

—Sí lo eres.

—No.

—Sí.

—No.

— ¡Sí!

— ¡No!

— ¡Sí!

— ¡Arg! Desaparécete de mi vista —Espeté empujándole lejos de mí.

Caminé de vuelta a la mesa fingiendo una sonrisa. Cuando me senté el imbécil #2 me dio una mirada con una muy clara pregunta en sus ojos.

—Lamento la tardanza —Me disculpé antes de seguir comiendo lo que había en mi plato.

El almuerzo se terminó y él pagó la cuenta mientras que yo miraba detrás de él al imbécil que no hacía más que sonreírme, estaba a punto de sobrepasar mi propio límite de paciencia.

—Gracias —Le dijo el imbécil #2 al mesero antes de levantarse.

Yo le imité queriéndome ir de ese lugar de inmediato, no quería seguir viendo al imbécil reírse a mi costa.

No había terminado de rodear la mesa cuando el mesero volvió con una bandeja de plata con una flor blanca en ella, la impresión fue grande cuando el imbécil #2 la cogió entre sus manos y la colocó en uno de los tirantes de mi vestido.

—Espero te guste —Dijo él con una sonrisa antes de ofrecerme su brazo derecho.

Una tonta sonrisa se dibujó en mi boca antes de aceptar su brazo y entrelazar el mío con el suyo. Fue en ese momento en que él pasó de llamarse “Imbécil #2” a “Regie” de nuevo.

En el camino al lugar a donde él quería llevarme estuvimos en silencio pero yo no dejaba de sonreír cada vez que su mano derecha acariciaba superficialmente mi mano izquierda. El imbécil tenía razón en cuanto a decir que era débil pero ¿qué podía hacer? Regie me gustaba, realmente me gustaba y por mucho que quisiera negármelo terminaba cayendo como una tonta.

Nos detuvimos en un acuario por lo que miré a Regie con un gran signo de interrogación en el rostro, él sólo me sonrió antes de salir del auto. Le imité pero guardé ciertas dudas que le haría aclararme una vez estuviéramos dentro.

—Dos entradas por favor —Pidió él en la taquilla mientras yo me miraba alrededor.

No era la cosa más atractiva pero me resultaba sumamente interesante. Las familias entraban en torrentes por la puerta principal mientras los niños gritaban emocionados por ver a los peces que había dentro.

—Ya podemos ir —Dijo él y yo le seguí.

La entrada era una cosa grandiosa, lo que parecía ser una cueva rodeada de agua con pececitos de todos los colores que te podías imaginar era la primera cosa que veías. Solté un pequeño grito de emoción antes de correr hacia un punto de la gran pecera para ver a unos pececillos de color azul eléctrico.

Oh, eran unas linduras, provocaba romper el vidrio y comértelas.

—Mueve tus manos —Pidió Regie a mi lado.

— ¿Para qué?

—Sólo hazlo.

Sin rechistar lo hice y los pececillos huyeron despavoridos de nosotros, eso nos hizo reír a carcajadas por varios segundos.

—Si quieres aprender algo sobre peces podemos unirnos al tour pero debemos ir ya —Sugirió señalándome a un pequeño grupo de niños que rodeaban a una mujer que hablaba y señalaba la pecera gigante.

—No, podría dormirme —Me gustó hacerle reír de nuevo—, además es sábado, es hora de darme una pausa del estudio.

Regie sonrió en grande completamente divertido por mi ocurrencia y yo pude sentir más que movimientos bruscos de mis intestinos.

Las siguientes horas nos la pasamos recorriendo cada metro de la pecera, viendo cada tipo de pez sin decir absolutamente nada, sólo admirando la belleza de esas pequeñas criaturitas. Regie en ningún momento me abrazó o hizo alguna cosa para insinuar algo amoroso lo que hizo que esas horas fueran una de las mejores que había pasado en meses.

Al final del día nos encontrábamos mirando una gran piscina donde nadaban unas focas gigantes. La habitación no tenía iluminación puesto que dentro de esa gran piscina había la suficiente luz como para iluminar todo.

Regie parecía estar concentrado en algo, sus manos no habían salido de sus bolsillos durante los largos minutos que estuvimos ahí y a decir verdad yo sólo deseaba que eligiera abrazarme aunque fuera sólo por unos segundos, sólo eso quería.

—Gracias por traerme aquí —Le agradecí sin apartar mi vista de las focas.

—Cuando quieras —Dijo él haciendo lo mismo que yo.

¡Bien! Al parecer era yo quien debía dar el paso. Mordiendo mi labio inferior con fuerza me acerqué dos pasos a él, por el rabillo del ojo vi una sonrisa formarse en su boca. « ¡Oh vamos! Sólo termina de acercarte».

Regie pareció escuchar lo que pensaba puesto que avanzó el paso restante quedando junto a mí. Fue inevitable no sonreír como una tonta, bueno, estaba actuando como un así que era lógico que lo hiciera.

—Así que…

Dejé la frase al aire esperando que él la terminara pero sólo hubo silencio de su parte y eso me desquició por completo. Sin pensar en nada más que en… no lo sé, supongo que en nada racional, rodeé su cadera con mi brazo derecho.

—No pensé que lo hicieras, no debí subestimarte —Comentó y yo reí apenada.

«Estás perdida Elena, te enamoraste de un hombre»  me dije a mí misma en una entera resignación.

Regie me hizo voltearme hasta quedar frente a él para luego inclinar un poco su cabeza y darme ese beso que tanto había querido aquella noche que me ridiculicé por él. Rodeé su cintura con mis brazos y él abrazó mi cuello con los suyos. Me contuve de suspirar mientras le besaba puesto que eso arruinaría el momento o al menos yo lo veía de esa manera.

«Estoy renunciando a irme, quizás no debí besarle» razoné por un segundos. «Estoy cayendo de nuevo con él luego de que me había prometido no hacerlo, sí, el imbécil tiene razón soy débil» este último pensamiento me desmotivó. « ¡Ya deja de pensar!»

Me aferré a la espalda de Regie queriendo disfrutar de ese momento lo más que podía.

— ¿Fue simple? —Preguntó una vez acabó el beso.

—Ni un poco.

Él rió entre dientes y yo reí con él. Un par de segundos después me di cuenta de que estaba cometiendo el mismo error de confiarme de un hombre, de tan siquiera tener la esperanza de que él y yo volviéramos ¡eso no lo quería! ¡Oh no, claro que no! Yo había vuelto a retomar mi ideología, sabía que si me refugiaba en ella nada malo me pasaría de nuevo, ya mucho tenía con lo que había pasado.

Sin esperar más me separé de Regie casi sin sutileza, él me miró confundido por lo que acaba de hacer.

— ¿Puedes llevarme a casa? —Le pregunté con urgencia.

—Pero aun…

—Realmente necesito irme —Urgí sin pensar en una buena excusa que darle.

—Claro, sólo quiero saber una cosa.

—Pregunta lo que quieras pero que sea rápido —Sí, no estaba mejorando las cosas pero no quería seguir en aquello.

Regie abrió la boca para decir algo pero la cerró al instante, yo me desesperé.

— ¿Tú y yo…? —Se interrumpió a sí mismo—. Quiero decir ¿Tú estás…?

« ¡Vamos Regie termina de hacer tu pregunta!» Le grité en mi interior.

Él pareció querer decir algo pero mantuvo su boca cerrada por varios segundos.

—Vamos, te llevaré a casa.

Suspiré aliviada de haber evitado una pregunta incómoda que sabía no respondería.

De camino a casa nos mantuvimos en completo silencio, él ya no tocó mi mano ni yo la dejé a su alcance para que lo hiciera. Sentía como mis ojos se humedecían lentamente pero yo luchaba contra ellos suspirando con fuerza, no podía permitirme llorar frente a él, no de nuevo. Por supuesto que no quería acabar así pero no le haría caso a esa parte de mí que era demasiado débil y blanda como para darse cuenta de que yo no nací para tener relaciones amorosas con nadie y mucho menos con quien me había hecho sentir tan mal.

Cuando llegamos a casa supe de inmediato que aquella sería la última vez que yo me montaría en el auto de Regie, no volvería a salir con él ni mucho menos le besaría. Seguiría adelante con la promesa que me hice a mí misma, costara lo que costara.

Abrí la puerta para salir pero él sujetó mi mano izquierda impidiéndome salir.

—Piensa en nosotros por favor —Pidió pero yo no le miré.

Suspiré con fuerza intentando evitar que las odiosas lágrimas que estaban en mis ojos se derramaran. Guardé silencio por unos momentos pero decidí que no habría nada bueno que decir así que me solté de su mano, salí del auto y fui hacia la casa sin mirar atrás.

En el momento en que parpadeé las lágrimas salieron de mis ojos mojando mis mejillas y yo me odié por ser tan dramática. Abrí la puerta de mi casa y entré sin hacer ruido, lo que menos necesitaba era que mis padres me vieran llorando, de nuevo.

— ¿Cómo haremos Gerard? Aún no me has respondido esa pregunta —Le escuché decir a mamá desde la cocina por lo que fui hacia ahí para espiar.

—Lo resolveremos cariño, nos mudaremos a una casa más grande donde el bebé tenga su propia habitación —Le dijo él.

—Pero yo no quiero mudarme Gerard, este es un buen lugar para vivir, tú mismo lo dijiste.

Me sentí terriblemente mal por haber provocado eso.

—Lo sé amor pero nuestra niña no quiere seguir aquí.

Mamá suspiró.

— ¿Y si sólo la inscribimos en otro instituto? Quizás con eso pueda calmarse un poco.

—Madeleine escúchate. No es la primera vez que esto pasa, ella necesita más que un cambio de instituto y yo le comprendo.

—Pero este lugar…

—Lo sé cariño, también te comprendo pero debemos pensar en nuestra niña primero.

—Pero… —Otro suspiro—… Realmente comenzaba  gustarme aquí.

—Te gustará también el otro lugar a donde iremos, a todos nos gustará, no te preocupes.

Entonces ya no pude soportar más culpa así que subí a mi habitación lo más rápido que podía. Una vez dentro me senté en la cama y lloré como una tonta por lo que estaba pasando. Si no fuera tan débil de sentimientos no estaría pasando todo aquello, no tendríamos que mudarnos y mamá no tendría por qué sufrir por ello.

Miré la laptop, que estaba en la mesa de noche del lado derecho de mi cama, por un momento mientras una muy brillante idea se me ocurría.

—Eres brillante, brillante —Me alabé mientras corría hacia mi laptop y la encendía.

Nana me reclamaría por el hecho de no haberme conectado en la mañana pero eso sería lo de menos, necesitaba comunicarle mi decisión por muy radical que fuera.

—Elena Ann, rompiste tu promesa —Fue lo primero que me dijo al verme.

—Lo sé y lo lamento pero tengo una buena excusa que no te diré en este momento.

— ¿Qué tienes que decirme? —Preguntó conociéndome.

—Espero no te moleste lo que te pediré nana pero es importante que aceptes.

Ella arrugó el ceño confundida pero aun así asintió estando de acuerdo.

—Soy toda oídos.

Entonces con un profundo suspiro comencé a contarle todo lo que había pasado desde que llegué hasta terminar en el punto de lo que le había escuchado decir a mamá.

—Y por ello te pido que me aceptes en tu casa —Finalicé tomando aire de nuevo.

Mi abuelo, Robert, se había unido a la conversación unos minutos después de haber comenzado por lo que fue el primero en arquear una ceja, como mi padre, estando confundido por mi petición. Sí, era algo bastante loco pero era lo único que se me ocurría.

—Claro que eres bienvenida linda pero ¿qué dirán tus padres de esto?

—No será sencillo pero estarán de acuerdo con lo que sea mejor para mí en estos momentos —Le calmé.

—Conozco muy bien a mi hijo como para saber que no aceptará ampliamente el hecho de que su niña se mude, básicamente, al otro lado del mundo.

—Lo convenceré abuelo pero debo obtener el permiso de ustedes primero —Le aseguré.

Ambos se miraron al rostro por unos momentos antes de fijarse en mí de nuevo y sonreírme.

—Eres bienvenida en nuestra casa linda —Me comunicó nana y yo grité de emoción.

— ¡No estorbaré, lo prometo! No tendrán que preocuparse por mí yo…

—Lo sabemos linda, nunca serás un problema —Me detuvo nana con una sonrisa.

—Gracias.

— ¿Cuándo quieres venir? —Preguntó mi abuelo cambiando de tema radicalmente.

— ¿Sería posible mañana mismo?

—Podría ser pero tendrías que comprar el boleto de avión.

Bien, eso había logrado desanimarme, no tenía gran cantidad de dinero y además era menor de edad. Genial, casi lo había logrado.

—Busquemos en línea, yo pagaré tu boleto —Se ofreció nana y yo sonreí de nuevo.

La próxima hora estuve buscando aerolíneas donde el boleto no fuera tan caro. Nana y yo revisamos en la misma página para acortar el trabajo.

—Este es muy bueno, saldrías al mediodía —Dijo nana y yo asentí viendo el anuncio.

—Es perfecto.

—Bien, apartaré tu boleto, tú ve a hablar con tus padres.

—Enseguida.

Colgué la llamada y cerré la laptop. Estaba lo suficientemente entusiasmada como para enfrentarme a mis padres en cuanto a esto de irme a vivir con mis abuelos, no sería fácil pero debía al menos intentarlo.

Escuché a mamá desde la sala por lo que me apresuré a llegar ahí, ellos miraban un programa de televisión por lo que me dio un poco de lástima interrumpir su entretenimiento.

—Necesito hablar con ambos —Les pedí y ellos me miraron de inmediato.

—Claro amor, dinos —Dijo mamá sentándose bien.

Tomé una gran respiración antes de soltar la bomba.

—Me iré a vivir con los abuelos a Inglaterra —Solté y ellos abrieron los ojos desmesuradamente—. Sé que mamá no quiere irse por lo que pensé que lo mejor en este caso sería que yo me fuera con los abuelos, un buen cambio de aire me hará muy bien además de que conoceré un nuevo lugar y tendré más oportunidades —Finalicé respirando de nuevo.

Ellos se mantuvieron quietos por unos segundos pero no duró más que eso, mamá comenzó a llorar desconsoladamente y papá luchó por calmarle. Quizás una hora luego ella logró controlarse lo suficiente como para hablar.

—Pero, Elena, no puedes irte sola ¿qué pasará con tus estudios? Te extrañaré demasiado, tu padre se pondrá frenético, el bebé no te conocerá —Sí, no hablaba con coherencia pero era entendible.

—Estaré con nana y Robert, no dejaré de estudiar mamá, también te extrañaré pero no dejaré de venir a casa, el bebé me conocerá, nada tiene por qué cambiar, yo sólo estaré a miles de kilómetros.

— ¡¿No es eso suficiente para ti?! —Gritó ella antes de romper en llanto de nuevo.

—Tranquila amor —Le consoló papá—. Ve a empacar tus cosas, yo le tranquilizaré.

—Gracias.

Bien, eso había sido más fácil de lo que había esperado. Subí las escaleras con rapidez, no perdería tiempo a la hora de irme.

Saqué mi ropa casi con frenesí y la doblé en tiempo record, quizás debía haber una marca para ello, de ser así yo la había roto. Empaqué todo con la misma rapidez usando la gran maleta que por suerte tenía, no había nada más que quisiera llevarme de ahí así que sería un equipaje ligero, al menos en teoría.

—Amor —Dijo mamá entrando a mi habitación.

—Pasa mamá.

Ella lo hizo de inmediato, fue hacia mí y me abrazó con fuerza. Me partió el corazón escuchar cómo lloraba por lo que no resistí más y lloré con ella.

—Te voy a extrañar mucho mi niña —Sollozó acariciando mi espalda.

Sonreí a pesar de mis lágrimas.

—Yo también mamá.

Mamá besó mi cabeza varias veces antes de apoyar su mejilla en mi coronilla.

—Sé que estarás bien pero por favor no dejes de llamarme.

—No lo haré, lo prometo.

—Y no le des mucho qué hacer a tus abuelos.

—No lo haré —Le aseguré acariciando su espalda.

—Te amo pequeña —Dijo con un suspiro—, quiero que te quedes pero si quieres irte no interferiré en tu decisión.

—Gracias.

Me dolió como sollozó con más fuerza. Me retracto, sí fue tan difícil como lo imaginé.

— ¿Empacaste tus cosas? —Preguntó papá desde la puerta.

—Sí —Dije soltando un poco mamá.

Me conmovió ver como él también estaba llorando por lo que corrí y le abracé con fuerza. Papá me envolvió en un abrazo de oso que sólo él podía darme.

—Te amo locamente pequeña niña —Dijo divertido.

—También yo grande e inmaduro padre.

Los tres reímos roncamente por unos segundos.

— ¿Puedo dormir con ustedes hoy? —Pregunté soltando a papá.

—Claro cariño, no creías que te escaparías de eso ¿verdad? —Dijo mamá.

—Era de esperarse que dijeras eso.

Papá sujetó mi mano derecha y mamá la izquierda, de esa manera caminamos hasta su habitación donde nos acostamos de inmediato, no importaba que aún vistiéramos ropa para salir, ninguno perdería esa última oportunidad de dormir juntos.

Cada uno tomó su lugar a mi lado y me abrazaron con fuerza como si no quisieran tenerme lejos en ese instante.

—Buenas noches papá.

—Buenas noche amor —Dijo él con una sonrisa.

—Buenas noches mamá.

—Buenas noches amor.

Ambos besaron un lado de mi cabeza para luego pegar sus cabezas a la mía. Sólo de esa manera pude dormir a gusto esa noche. La última noche en la que viviría con ellos.

Mi decisión cambiaría muchas cosas, era obvio pero esperaba que dar ese paso tan grande me ayudara a recuperarme de todo. Pero por encima de eso, esperaba que me ayudara a olvidarme de lo mío con Regie.

***

Antes de que pregunten si es el final, yo digo: Sí, este es el capítulo final, pero ¡Esperen! Aun queda el epílogo que montaré hoy o el sábado. Oh Dios, creo que llorare :')

Continue Reading

You'll Also Like

39.5K 2.3K 17
Arodmy Darotski, no se enamora él se obsesiona. Su pensamiento siempre fue no perder el tiempo con crías menores que él, seres inexpertos como suele...
38.5K 6.8K 47
son posibles libros
19.9M 1.3M 122
Trilogía Bestia. {01} Fantasía y Romance. El amor lo ayudará a descubrir quién es en realidad y su pasado hará reales sus peores miedos. ¿Podrá ell...
3.7K 232 45
Mariana tenia la vida que toda mujer desiaria tener. El esposo perfecto... la familia ejemplar. Un hermoso cuadro construido bajo el engaño, la ment...