La ira estalla dentro de mí.
-No... -susurro-, no puede ser...
-Katniss...
Siento mucha rabia y mucha impotencia dentro de mí.
-Peeta..., Oh dios mío, ¡¡¡Peeta!!!
Empiezo a correr en dirección hacia la plaza. Peeta y los demás se fueron por allí la última vez que les vi.
-Katniss, ¡no! -grita Enobaria intentando detenerme.
Empiezo a correr más rápido que nunca.
La desesperación hace que mis ojos se llenen de lágrimas.
Mi corazón va a cien por hora.
Empiezan a encenderse las luces de las farolas cuando el cielo se cubre de la oscuridad de la noche.
Llegamos al montón de escombros dónde se formó el triángulo con los edificios. Luego giro hacia la plaza.
Esta está vacía. Sólo hay dos farolas caídas y unos bancos destruidos.
Empiezo a ponerme muy nerviosa.
Caigo al suelo.
-No..., ¡¡¡Nooo!!!
Enobaria aparece detrás de mí y me coge en brazos.
-No te preocupes Katniss, estarán bien. Peeta sabe cuidar de sí mismo. Parece mentira que no lo conozcas.
***
-Estás cómoda... ¿verdad? -me pregunta la voz de Snow.
Dos mutos con forma de tigre aparecen y se lanzan encima mía.
-¡Aaah! -grito y despierto de mi pesadilla.
Me incorporo en el sofá del salón del edificio dónde nos hemos instalado.
Es dónde había entrado yo.
Enobaria ha debido de traerme aquí después de desmayarme en la plaza. La miro; está en el suelo durmiendo con unas mantas.
Si no me matan Los Juegos, me matarán las pesadillas. Eso lo tengo claro.
Oigo un suave ruido que viene de fuera. Como agua de mar golpeando rocas.
Cierro los ojos con fuerza y me tumbo en el sofá.
«Me llamo Katniss Everdeen. Tengo 28 años. Mi casa está en el Distrito 12. Estoy en Los Juegos Del Hambre. La nieta del presidente Snow me ha traído aquí. ¿Porqué? No lo sé»
Otra vez oigo agua de mar golpeando rocas. Me parece a mí que estoy empezando a desvariar.
***
-¡Katniss despierta! -me grita Enobaria sacudiendo mi cuerpo.
Con los ojos entre cerrados pongo los pies en tierra para incorporarme y me doy cuenta de que todo está cubierto de agua.
Otra vez el familiar ruido de agua de mar golpeando piedras.
Es de noche todavía. Supongo que serán sobre las cuatro o las cinco de la madrugada.
Me pongo de pie y camino hasta las escaleras. El agua me llega por los tobillos.
-¡Katniss!, tenemos que subir a la segunda planta, vamos.
Las mesas y las cosas del salón están flotando en el agua.
Subimos las escaleras hasta el segundo piso que está completamente vacío.
-El suelo está húmedo -digo.
-Sí. Vamos a subir a arriba del todo. El edificio tiene cuatro plantas.
Seguimos subiendo. La tercera planta está también vacía al igual que la cuarta.
Llegamos a la terraza superior y contemplo la luna -que seguramente es falsa- mientras Enobaria inspecciona.
-Katniss, ven a ver esto -dice señalando la calle.
Me acerco al bordillo con cuidado de no caerme y miro hacia abajo.
Las calles están a rebosar de agua
-¡Oh...!
-El nivel del agua creo que va subiendo -me explica Enobaria-. Si te fijas bien, ahora el agua está casi en la segunda planta de los edificios, cuando antes estaba en la primera -hace una sonrisa de suficiencia-. En los Sexagésimo Segundos Juegos Del Hambre pasó lo mismo. Toda la Arena se inundó de agua que salía de la Cornucopia. Y, por la corriente que hay, aquí aparenta pasar lo mismo.
Asiento. Contemplo todas las calles que se ven a lo lejos. Está todo lleno de agua como si de una piscina con edificios dentro se tratase.
-Ven -me dice-, tenemos que llegar a la Cornucopia y parar el agua antes de que se trague todos los edificios.
Enobaria coge impulso y salta a la terraza del edificio de al lado.
Yo la sigo haciendo lo mismo.
-¡Cuidado! -me grita.
He tropezado al saltar pero estoy bien.
-Sí -le digo-, lo tengo.
Seguimos saltando de tejado en tejado hasta que llegamos al final de la calle.
-Agáchate -me ordena Enobaria.
Avanzamos por el tejado arrastrándonos como serpientes hasta llegar al límite y nos asomamos al enorme claro dónde en medio debe de estar la Cornucopia sumergida bajo el agua.
-Cuando pasó esto en mis Juegos, la Cornucopia tenía una manivela gigante para parar el agua.
Enobaria se pone en pie y me pregunta:
-Sabes nadar, ¿verdad?
La miro con los ojos abiertos cómo platos. ¿Qué piensa hacer?
-¿Te vas a tirar al agua?
-No. Nos vamos a tirar las dos -hace una sonrisa burlona. Yo no le veo la gracia-. Saltaremos a la vez.
-Estas de broma...
Me coge la mano y me levanta de tierra. Se pone en posición en el bordillo de la terraza y tensa las piernas. Coloca la pierna izquierda detrás y se agacha cuanto a penas.
-A cuenta de tres -dice.
Pues no. No va de broma.
-Una -empieza.
-Dos -sigo.
-Tres -las dos a la vez saltamos.
Un colectivo de mariposas agita mi estómago mientras estamos en el aire y las dos entramos en el agua.
La corriente me arrastra hacia una calle.
Empiezo a nada a contra corriente para poder llegar a la Cornucopia. Definitivamente sí, el agua viene de ahí.
Me rindo ante la corriente y me sumerjo en el agua para bucear. Abro los ojos. El agua está bastante clara.
Saco la cabeza para respirar y me sumerjo de nuevo.
Aunque poco a poco, voy haciendo camino.
Saco de nuevo la cabeza y es entonces cuando la corriente me arrastra hasta la ventana de un edificio. Hay demasiada corriente como para llegar. Me agarro a la ventana y entro dentro.
Caigo rendida a tierra.
Suena de repente el cañonazo y este hace que me sobresalte.
Me acerco a la ventana y miro el cielo.
«48»
-¡¡¡Katniss!!!
Es la voz de Gale.
Me asomo a la ventana y están Peeta y él siendo arrastrados por la corriente.
-¡¡¡Ya voy!!! -grito.
Me lanzo de cabeza al agua. Al sacar la cabeza veo un escualo. Una especie de serpiente enorme transparente con rallos eléctricos cubriéndole el cuerpo.
Va directo a Peeta y a Gale.
-¡Eeeh! -grito para llamar su atención.
El bicho gigante gira dando un coletazo gigante y se dirige hacia mí.
Empiezo a bucear y veo a lo lejos colores rosas y azules de la electricidad que tiene.
Me dirijo a un edificio y me cuelo por una ventana sumergida. Entro dentro y intento localizar las escaleras.
¡Necesito oxígeno de inmediato!
Llego nadando hasta los escalones y saco la cabeza. Me tumbo en el suelo de cemento del tercer piso del edificio.
Suspiro de alivio.
Unos dientes enormes y afilados aparecen a tres metros de mí.
El escualo eléctrico sube a tierra y se retuerce en el suelo. Se acerca a morderme y lo esquivo.
Tendrá como unos ocho metros de longitud.
Sigue retorciéndose en el piso e intenta llegar al agua de nuevo. Me acerco y le doy una patada en la cabeza.
En un intento de arrancarme el pie, pierdo mi bota negra.
Entonces el bicho se muere.
Me acerco para observarlo de cerca.
Su cabeza es redonda, tiene unos dientes súper afilados y unos ojos redondos y negros.
Me acerco a su boca para quitarle mi bota.
De repente un rallo azul recorre su cuerpo y el esualo sufre un espasmo.
Me da un vuelco el corazón, pero no pasa nada. Está muerto definitivamente.
Después de descansar un poco, cojo aire y me sumerjo de nuevo en el agua. Salgo del edificio y al sacar la cabeza veo a Enobaria, a Peeta y a Gale en la terraza del edificio más bajo que hay.
Me ven.
-Voy..., ya voy...
-¡¡¡Katniss!!! -gritan los tres a la vez-, detrás...
Antes de que terminen la frase giro la cabeza para ver otros dos bichos de esos eléctricos que vienen a por mí.
Nado con cuerpo y alma hacia el edificio dónde están.
-¡¡¡Vaaa!!! -me gritan.
Me sumerjo en las profundidades hasta casi tocar el asfalto de tierra.
Veo la Cornucopia en frente de mí, pero no hay nada para cerrar el agua.
Me escondo entre los huecos dónde estaban las mochilas y los dos bichos enormes pasan serpenteando a mi lado sin verme.
Cuando ya no soporto más la abstinencia al oxígeno, me arriesgo a salir a respirar.
-¡Katniss ahora, ven! -me grita Peeta-, veo el alivio y el dolor a la vez en su cara.
Nado hasta el edificio y llego al tejado. El agua ya cubre todas las plantas.
Me lanzo sobre él y le abrazo fuertemente. Luego le beso intensamente.
Estamos abrazados al menos quince minutos hasta que Gale dice:
-Mirad eso...
Me fijo en su dedo que apunta al agua. Hay unas luces rosas y azules serpenteando por ahí. Entonces uno de esos bichos eléctricos gigantes sale del agua y da un salto en el aire agitando la cola.
Luego se vuelve a sumergir y desaparece.
Es entonces cuando la luz del sol comienza a surgir y el nivel del agua empieza a bajar hasta quedar un suelo húmedo y con pequeños charcos de agua.