Amor de libro [ADL #1] -PRÓXI...

Par CMStrongville

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Él sueña con poder besarla. Ella suspira por tenerlo en sus brazos. Pero ambos son tímidos, reservados y tien... Plus

"Amor de libro" en papel
SINOPSIS
01. E L L A
02. É L
03. QUE TODO SALGA BIEN
04. COINCIDENCIAS
05. ¿CASUALIDAD O DESTINO?
06. PLANES DISFRAZADOS
07. LATIDOS Y ESCALOFRÍOS
08. MEJORES CARTAS
09. SUPERANDO MIEDOS
10. ESTAR PERDIDO
11. HELADOS Y OPORTUNIDADES
12. BESOS DE ALGODÓN
13. ALGUIEN DEL PASADO
14. VERTE OTRA VEZ
15. VISIONES CONFUSAS
16. PREGUNTAS E INTERRUPCIONES
17. PERDIENDO LA TIMIDEZ
18. FRAGMENTOS DE CANCIONES
19. SENTIMIENTOS EXPUESTOS
20. LLAMADAS Y SECRETOS
21. POSIBLES AMENAZAS
22. GANANDO CONFIANZA
23. ACLARANDO ASUNTOS
24. APOYO Y PROMESAS
25. APROVECHAR EL TIEMPO
26. DOLOROSAS EXPLICACIONES
27. VERDADES
28. SORPRESAS
29. MUY TARDE
30. TRATAR DE OLVIDAR
31. DESESPERADO
32. CÓMPLICES
33. POR SEGUNDA VEZ
34. AUDACIA
35. CUENTO DE HADAS
36. EPÍLOGO | NUEVO INICIO
Extra I | La noche antes de partir
Extra III | Solo tengo ojos para ti
Extra IV | Amarte siempre
Extra V | Por el resto de mi vida

Extra II | Un año más

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Par CMStrongville

Tu corazón contra mi pecho,
Tus labios presionados contra mi cuello.
Estoy cayendo por tus ojos,
Pero ellos no me conocen todavía.
***


ASIER


Nai se estremece cuando deposito un beso sobre su hombro. Es sábado por la mañana, nuestro día de descanso, y ella sigue sumida en un profundo sueño.

La luz que entra por la ventana ilumina sus rasgos y el juego de luces y sombras hace maravillas con sus facciones. Cuento las pálidas pecas sobre su rostro y las uno con mi dedo, formando figuras en mi mente.

—Puedo sentir tu mirada —musita adormilada sin abrir los ojos.

Yo sonrío y sigo con mi diversión durante un rato más, hasta que decide que es suficiente juego y se gira quedando de espaldas a mí. Siempre duerme con una camiseta de tiras, lo que deja al descubierto sus hombros, y por lo tanto tengo más pecas para contar, con las cuales divertirme.

Es como uno de esos juegos para niños en donde tienes que unir los puntos para formar alguna figura; o como el universo con su infinidad de estrellas titilando. Paso las yemas de mis dedos en un ligero toque que hace su piel estallar con escalofríos.

Beso su hombro una, dos, tres veces, entonces me acerco más a su cuerpo para rodear su cintura con mi brazo y pegar su figura a mi pecho.

No quiero despertarla aún. Luce tranquila y cómoda, no como los pasados días. Sé que ha estado estresada porque los exámenes finales fueron esta semana y Nai no durmió bien por estudiar o hacer los trabajos que tenía pendientes. Entre su exigente jefa y su abarrotado horario, no ha podido descansar y relajarse lo suficiente. Pero es su cumpleaños y quiero que la pase de maravilla. Es por eso que le tengo preparada una sorpresa.

Acerco mi boca a su oído mientras trazos círculos en la piel expuesta de su vientre y aspiro su dulce aroma.

—Despierta, bonita. Es hora de que te levantes —susurro.

Un gimoteo de protesta me hace reír y un ligero codazo en mis costillas me calla al instante.

—Una hora más —pide. No puedo evitar carcajearme por su demanda.

—Vaya que eres exigente. Te concedo quince minutos, después de eso volveré y quiero verte despierta o te atendrás a las consecuencias. ¿Entendido?

—Que sean veinte.

—Vale, veinte. Ni más ni menos.

Escucho su asentimiento y presiono un beso en su cuello antes de levantarme de la cama y entrar al baño. Me doy una ducha rápida y después salgo para preparar el desayuno.

Tostadas francesas. Nada muy complicado.

Mientras el aroma llena el ambiente, pienso en lo que le espera a Nai este día. Conociéndola ni siquiera ha de recordar que día es hoy. Ha estado tan concentrada en pasar las pruebas y mantener su trabajo que no es consciente ni del día en el que vive.

Solo tres años más, entonces seremos libres de esto. Saldremos de la universidad y viviremos la vida real.

Sonrío al darme cuenta de lo rápido que pasa el tiempo. Más de un año de relación, casi uno viviendo juntos... y, aunque hemos tenido nuestros días difíciles, no cambiaría ni un segundo del tiempo que he pasado a su lado.

El sonido de arrastre de unos pies sobre el suelo me indica que la bella durmiente ha despertado. Miro por encima de mi hombro y me doy cuenta de que efectivamente Nai ha vuelto a la vida.

—Buenos días, bonita.

Su sonrisa adormilada y sus ojos hinchados por el sueño me causan un sentimiento en el pecho al cual no he terminado de acostumbrarme.

—Hola —susurra con voz ronca—. Dios, siento como si me hubiera pasado un camión encima.

—Ese es tu cuerpo reclamándote todo el sueño perdido en estos últimos días —expreso.

Concentro mi atención en la sartén frente a mí y escucho que se acerca. Sus brazos envuelven mi cintura por detrás y siento su mejilla posarse sobre mi espalda desnuda.

—Mmm, huele delicioso —dice.

Sonrío y asiento.

—Las tostadas siempre huelen bien.

—Me refiero a ti, pero el desayuno tampoco huele mal. —Escucho su risa y luego sus brazos se separan de mí—. ¿Quieres que te ayude con algo? —pregunta.

Sacudo la cabeza en una negativa.

—Nah, tengo todo en orden. Mejor date una ducha y relájate poquito. Tengo grandes planes hoy para ti —le informo.

El silencio reina en el lugar, excepto por el sonido del aceite saltando en la sartén. Casi puedo verla frunciendo el ceño con confusión. La conozco tan bien que sé a la perfección todas sus reacciones a mis palabras... y a mi toque, pero esa es otra historia.

Cuando miro hacia atrás noto que lo está haciendo. Viendo mi espalda como si esta tuviera las respuestas, una pequeña arruga surcando su frente. Seguramente se está preguntando qué es lo que tengo en mente.

Río y le doy un pequeño empujón en la espalda baja.

—Ve, Nai. Luego averiguarás todo.

***


Se supone que este fin de semana no saldríamos porque tiene un último examen el lunes y porque mañana debe trabajar. Lo que Nai no sabe es que hablé con su jefa, una chica solo un par de años mayor, y aceptó dejarle el día libre después de que le explicara que era su cumpleaños y quería sacarla de la ciudad.

Sé lo mucho que extraña a su mamá y a su mejor amiga, es por eso que la estoy llevando a casa. Todos allá están al tanto y emocionados por nuestra llegada, ya que no nos hemos visto en casi dos meses.

Ahora vamos en el coche y la radio está encendida como siempre, Nai tarareando con los ojos cerrados y moviendo sus pies al ritmo de la música.

No eres perfecto ya lo sé,
Eso no fue con lo que me enamoraste...

Llevamos casi dos horas de camino, lo que significa que estamos demasiado cerca de llegar. Al principio había planeado llevarla a cenar, a distraernos un rato en la playa, pero sé que necesita algo más que solo mi presencia. Tanto como me gustaría tenerla para mí solo, soy consciente de que este día quiere estar rodeada por toda la gente que la quiere.

Miro por el rabillo de mi ojo a Nai y me doy cuenta de que ya ha abierto los suyos y que están fijos en los edificios que vamos pasando.

—Asier.

—¿Qué pasa?

—¿Dónde estamos? —pregunta con lentitud. Sonrío sin despegar mi vista de la carretera y no contesto. Ella sabe exactamente donde nos encontramos.

Sigo conduciendo y giro en una calle muy familiar.

—Oh, Dios —exclama.

Río al estacionar frente a su casa y verla bajar del vehículo a toda prisa. Yo me tomo mi tiempo para salir del auto, coger sus cosas y entrar al lugar lleno de gritos emocionados.

Kea y Nai están abrazadas y su mamá se encuentra de pie en una esquina secando sus lágrimas.

Me acerco a ella y la saludo con un beso en la mejilla.

—¿Cómo está? —inquiero parándome a su lado. Ella mira hacia Nai y sonríe llorosa.

—Mejor. Ya necesitaba verla.

Las risas de Nai llaman mi atención y noto que su rostro está iluminado. Brilla con felicidad y me doy cuenta de que, a pesar de que me tiene a mí, necesita a sus demás seres queridos cerca.

—¿Tiene el pastel? —quiero saber.

—En el refrigerador.

Voy a la cocina y checo que la torta esté donde me dijo. Unas velas azules en forma de dos y cero se encuentran en el centro.

Unos delgados y pálidos brazos pecosos rodean mi cintura con fuerza.

—Gracias —susurra Nai, su voz llena de dicha.

Me giro entre sus brazos y beso su nariz.

—No hay de qué. Feliz cumpleaños, amor.

***

—¿Seguro que no quieres ir con nosotras? —me pregunta por quinta vez.

Río y solo la contemplo. Nai está terminando de arreglarse frente al espejo de su habitación y yo me encuentro recostado sobre su cama, mis brazos tras mi nuca.

—No. Mejor vayan ustedes y diviértanse. Pero no hagas todo lo que Kea.

Acomoda su vestido negro, se gira a verme y de repente no quiero dejarla salir de la habitación.

—¿Estás seguro de que no quieres ir? —vuelve a cuestionar. Yo suspiro con fuerza.

—Nai, si no te vas ahora voy a cerrar la puerta contigo dentro y voy a hacer todo lo que ese vestido me provoca hacerte, ¿entiendes?

Una risa de su parte me informa que no lo considera mala idea. Me incorporo sobre mis codos y ella se acerca a besarme.

—Ya me voy entonces. Te amo.

—Te amo, bonita.

Sus tacones alejándose resuenan sobre el piso y yo cierro los ojos. Había planeado ir a visitar a Fidel un rato, ponerme al día con él, pero creo que mejor lo haré mañana. Me siento algo cansado. Miro la hora en mi celular. Las diez de la noche. Lanzo un brazo sobre mis ojos y rápidamente caigo en un sueño inquieto.

Algún tiempo después me despierto sobresaltado. Nai se encuentra acurrucada a mi costado con el vestido todavía puesto. Acaricio su mejilla y me pongo de pie, sin embargo la hora en el reloj sobre la mesilla llama mi atención.

Ni siquiera son las doce.

—Acuéstate —pide.

Giro el rostro hacia Nai y encuentro sus ojos entrecerrados.

—¿Por qué de vuelta tan temprano? —pregunto curioso.

Una sonrisa divide sus labios y se sienta acomodando su cabello detrás de sus orejas.

—Bueno... Kea y yo fuimos a un bar. Ya sabes, a festejar y ponernos al día. Pedimos unas bebidas, bailamos y comenzamos a hablar sobre todo. La escuela, la familia, nuestros maravillosos novios... y de repente ya no quisimos estar más ahí. Es mi mejor amiga y siempre lo va a ser, pero tuvimos la necesidad de estar con ustedes, ¿sabes? Fue extraño ya que los he extrañado demasiado a todos, sin embargo solo quería estar de vuelta contigo; entre tus brazos. ¿Es eso raro? Le dije cómo me sentía y ella estuvo de acuerdo. Me trajo de vuelto y ella regresó con su novio. Y... sí, en resumen eso fue lo que pasó.

Antes de que pueda decirme algo más, me acuesto y la atraigo a mi pecho.

—No lo sé, pero, a pesar de que todos los días estoy contigo, ya quería tenerte de nuevo así. —Beso sus labios brevemente y pego nuestras frentes juntas—. Creo que me he hecho adicto a ti.

Coloco un dedo sobre su boca cuando ríe y le indico con un gesto que no podemos hacer mucho ruido. Ella asiente y me abraza con fuerza.

—Gracias por lo que hiciste por mí. Este viaje de regreso a casa... creo que lo necesitaba.

—Lo sé. Quería hacerte feliz —admito.

—Lo haces siempre. Y por eso voy a recompensarte.

Un brillo travieso en sus ojos me hace contener la respiración.

—¿Ah sí? —inquiero. Ella se coloca a horcajadas sobre mí.

—Sí. Solo calla y verás —dice justo antes de besarme.

Y me recompensa con creces.


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