Malec ¿otra vez?

By scar02

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Alec ama a Magnus y Magnus ama a Alec, eso todos lo saben. También saben que su relación tuvo algunos altibaj... More

Prólogo: Deseo
Dorado
Bebés
Cuidados
Tiempo
Juntos
Turnos
Partenidad
Inquisidor
Tratos
Mami
Clace y Sizzy
Prioridades
Heline
Confusión
Decisión
Pesadillas
Cumpleaños
Prohibido
Verdad 1/2
Verdad 2/2
Mentiroso
Sí y no
Paloma
Clarividencia
Apoyo
Novio
Reunión
Me gustas
Lorina
Cachetada
Engaño
Llamas
Despedidas
Paz
Trivialidades
Lágrimas
Otra vez
Inestable
Escucha
Impuntual
Brindemos
Perú 1/3
Perú 2/3
Perú 3/3
Celos
Malec
Cambios
Seguro
Perdido
Lightwood Bane
Fiesta
Matrimonio
Epílogo: Recuerdos
~Extra~

Papi

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By scar02

UNA SEMANA DESPUÉS

~Nueva York (Instituto)~

Jace ^^

Maryse regresó oficialmente como directora del Instituto y de inmediato se puso a trabajar. Reunió a Raphael, la reina Seelie y Pam Stern, la nueva gran bruja de Nueva York, para que le dieran informes de su respectivo grupo de subterráneos y diseñó un plan para salir a misiones por turnos para no descuidar a los bebés.
En un intento de entretenerlos y librarnos un poco, Clary tuvo la idea de invitar a los bebés lobo a jugar hace unos días, tan bien se habían llevado que ya tenían otra cita para esta tarde, incluso Catarina llamó a John para que trajera unos brujitos. Será una gran reunión y perfecta oportunidad para para descansar.
Ahora estoy en el cuarto de juegos acomodando una pantalla donde se proyectará una película. Los pequeños juegan con un peluche gigante de tigre con cola en espiral y un oso amarillo con un tarro de miel. El pequeño Alec se acerca gateando y comienza a jalar de mi pantalón. Lo tomo en brazos y sostengo justo en frente de mi cara.

–¿Qué pasa, pequeño?

–Hambe, papi.

Tuve que hacer un gran esfuerzo para no dejarlo caer. ¿Me había llamado, papi?

–¿Qué? –lo miro con ojos desorbitados y mi corazón peor que un auto de carreras.

–Hambe –Alec señala con su mano el interior de la boca.

¡Eso sí lo había entendido! El problema fue el resto de la oración.

–P-pa... ¿Papi?

Mi propio parabatai, el único al que consideré un amigo y hermano, ahora me pone como a su padre, como el hombre que lo trajo al mundo. Esto no está bien.

–Papi –Magnus también señalaba su boca–. Hambe.

Me arrodillo junto a ellos para verlos a los ojos.

–No, yo Jace –me señalo con un dedo–. Jace.

–Papi –repiten ambos.

–No, no, pequeños. Jace, soy Jace.

Alec gatea y toma mi cara con sus manitas.

–Papi –repite feliz y me da una palmadita en la mejilla–. Papi.

Magnus también se acerca y se deja recargar en mi pecho.

–Papi.

Estos dos me llamaron papi. Creo que estoy conmocionado y de algún modo... feliz.

Catarina }{

–Catarina, sube a ver a los bebés. Jace ya debe estar vuelto loco –Maryse arregla unas tazas de café que disfrutarán los adultos.

–Claro –dejo una bandeja con panquesitos y me dirijo arriba.

Al llegar me doy cuenta que la puerta está un poco abierta. La empujo para decirle a Jace que lo ayudaré hasta que lleguen los demás, pero veo que habla con Alec y Magnus.

–Yo Jace. J-a-c-e.

–¿Qué haces?

Jace me mira sorprendido y suspira antes de levantarse.

–Estos dos me dijeron papi.

–¿Enserio? –miro sorprendida a los pequeños.

No sé de dónde habrán aprendido esa palabra, pero es maravilloso que ya sepan comunicarse. Las siguientes palabras después de Mami fueron: hambe, tite, i, no, peuche, miau, diveido y ua.

–Sí, e intento decirles que no soy papi, soy Jace.

Magnus gatea y toma mi pantorrilla.

–Hambe, mami. Papi no.

Me río y miro mal a Jace.

–Eso es porque papi es malo –hago aparecer un bote de papilla en mi mano para poder darle de comer.

–Catarina, yo no soy su padre –Jace parece afligido.

–Pero ellos no lo saben –le recuerdo sin dejar de alimentar a Magnus–. Para ellos tú eres el hombre que los alimenta y cambia de noche –Alec también se acerca por papilla.

–En ese caso, Simon también es su papi.

–Quizá lo llamen así después –bromeo alimentando a Alec–. Jace, sólo recuerda que son bebés, no entienden muchas cosas.

Jace no dice nada y sale del cuarto. Me parece increíble que nunca pensara que esto podría pasar, que Magnus y Alec lo verían como una figura paterna. Por Lilith, incluso Isabelle parece más resignada con la idea de ser llamada mami. Yo ya lo acepté, pero supongo que no es lo mismo tener diecisiete a trescientos ochenta y seis años. >Lilith, sí que soy vieja.<

Luke ++

Al llegar al Instituto los pequeños ya están inquietos. Parecen demasiado emocionados de jugar con alguien más que vampiros.

–Ya, en un minuto los bajo.

Estaciono la camioneta y bajo para pedir ayuda, yo solo no puedo bajar a diez niños. Antes de poder tocar, la puerta se abre y salen Maryse, Isabelle y Clary.

–Hola –saludo con una sonrisa–. ¿Están listos?

–Claro –Isabelle camina a la camioneta y yo junto con el resto la sigue–. ¿Y tus pequeños están listos?

–Inquietos.

Me acerco a abrir la camioneta donde los pequeños se remueven en sus sillitas. Maia intenta calmarlos sin mucho éxito.

–Maia, hola –saluda Clary–. ¿Pudiste dormir?

–Sí. Anoche, Bat estuvo muy tranquilo.

Una vez que todos están instalados en el cuarto comienzan a jugar entre ellos, pero noto que Alec y Magnus no se separan en ningún momento. Al principio juegan con Bat y Joy en un tapete de colores y después con carritos, Magnus con uno rosa de Barbie. Es una escena que francamente nunca imaginé. Al cabo de unas horas, John llega con un bebé de piel azul, más oscura que la de Catarina, que se une sin problemas a los demás.
Ahora los adultos estamos en la sala tomando café y galletas mientras los chicos salieron a relajarse y los bebés se entretienen viendo la película de Winnie Pooh y el pequeño Efelante con Rigna y Rafael cuidándolos. Rafael es el niñero de Michael, el bebé brujo.

–¿Y cómo les va aquí? –pregunto tomando otra galleta.

–Bien –responde Catarina–. Magnus y Alec ya comienzan a hablar.

–Oh, eso es muy tierno ¿cómo se escuchan? –quiere saber Maia. A pesar de insistirle que saliera con Clary y los demás, quizo quedarse con Bat.

–De lo más adorables –afirma Maryse–. Me hace muy feliz que Alec vuelva a decirme mami.

–Por cierto, señora Lightwood –Jonh se inclina hacia adelante para servirse más café–. Escuché lo de su divorcio. ¿Es cierto que dejó para siempre al Inquisidor Lightwood?

–Así es –Maryse baja su café como si le diera nauseas–. Y ya no soy la señora Lightwood, soy Maryse Trueblood.

–Escuché que Robert tiene a otra –menciona Maia–. ¿Es cierto?

Maryse asiente de mala gana.

–Nunca me imaginé que Robert te haría algo así. Recuerdo cuando estábamos en el Círculo, él siempre te vio como la luz de sus ojos.

–Pues esa luz se extinguió muy rápido –Maryse toma otra galleta y la rompe por la mitad–. ¿Podemos cambiar de tema?

Sé cuanto la amó, pero no soy tonto, también sabía que ya la había engañado y bien dicen que los errores se repiten. Robert decidió alejarse de su familia, no hay más que hacer.

Simon ~~

El sonido del monitor me vuelve loco, quiero hundirme en la cama y no volver a oír nada.

–Simon –se queja Isabelle adormilada.

–Ya voy.

Sin abrir los ojos camino hasta la habitación de los bebés, es un camino que ya he hecho tantas veces que no necesito ver.
El cuarto está hecho un desastre por su cita de juegos, los otros bebés se habían ido pasadas las seis y prometieron venir en otra ocasión. Rigna estaba, como siempre, en una esquina, Magnus dormido y Alec llorando. Me acerco a su cuna de madera oscura y lo tomo en brazos.

–¿Qué sucede amigo?

–Papi, hambe.

Francamente esperaba respuesta, pero no esa respuesta.

–¿Qué has dicho?

–Papi –repite con voz más chillona–. ¡Hambe, papi!

–Pequeño –lo cargo de la cintura para ponerlo justo enfrente de mi cara–. Soy Simon.

Alec estira sus manitas hasta que chocan descuidadamente en mi cara.

–Papi –repite más calmado–. ¡Papi!

Jace nos mencionó que Alec y Magnus lo habían llamado así. Cuando me reí dijo: "Silencio diurno que pronto será tu turno."
Alec me ve como su padre, bueno, aparte de Jace soy el único que convive con él, el único que está por las noches. Sin poder evitarlo recuesto a Alec sobre mi pecho.

–No hay comida aquí –susurro tratando de tranquilizarme–. Pero podemos ir por un poco a la cocina.

Alec parece no entender lo que dije así que eso hago. Cuando llego a la cocina y saco un frasco de papilla de la alacena, Alec abre la boca para que pueda alimentarlo.

–Yo no soy tu papi, amigo –digo antes de darle un poco con mi dedo.

Alec chupa mi dedo y después comienza a reír. Es extraño, pero ese sonido me hace feliz.

....

Alec y Magnus ya hablan, ¿qué opinan al respecto?

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