Mentiras de Jarabe | KiVi

By wethebanditos

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Chiara y Violeta son compañeras de piso, y no se llevan bien. Discuten a menudo, y cuando no lo hacen, se ign... More

Brotes de Creatividad
Los Pájaros de Harry Potter
Menudo Papelón
Malabumba
La Abuela Carmen
Magia Pura
Mi Prima de Cuenca
Fue Todo un Placer
Chocolate con Pasas
La Casa de Bernarda Alba
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Una Vez Al Daño No Hace Año
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Piel con Piel
Violeta y Ruslana
Tocar Madera

Mil Canciones Sobre Ti

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By wethebanditos

Chiara apretó la mano de Violeta cuando vio como la primera lágrima caía. Quería secarlas con sus dedos; quería meterse dentro de su cabeza y borrar de su cerebro cualquier recuerdo que pudiera tornar triste sus días.

Pero no podía. Así que se limitó a escucharla. Sería su papelera emocional donde Violeta desecharía todo lo malo que tenía dentro.

— La cosa iba genial. Estuvimos juntas años. Estuvo en mi graduación. Conocía a todos mis amigos. Pensaba que íbamos a estar juntas toda la vida.

Graduación. Chiara pensó en aquella noche que llevó a Violeta a su casa, y en la de fotos que había visto ahí, todas colgadas con orgullo. En la mayoría de ellas, la morena recordaba vagamente la cara de una chica rubia junto a la motrileña.

— Pero entonces su padre murió, y se lo tomó muy mal. Empezó a beber y a... — Violeta la miró — A fumar todo el día. Cualquier cosa que le evitase pensar.

— Fase de duelo — Chiara dijo, acordándose de la frase que había usado antes Tana. Violeta sonrió, asintiendo.

— Cada vez iba a peor, pero suponía que era una mala racha — tomó una gran bocanada de aire — Intentaba apoyarla lo más que podía, pero no sabía cómo. Cuando llegaba de trabajar, estaba en el sofá, como siempre — Violeta cerró los ojos, y Chiara sabía que estaba reviviendo la imagen que le había contado — Y cuando se daba cuenta de que estaba en casa, solo quería echar un polvo. Para pasar un buen rato, decía.

Chiara apretó su mandíbula con fuerza. No le gustaba hacia donde iba la conversación.

— Al principio le decía que no, y ella me respetaba — Violeta dejó de mirar a Chiara, avergonzada. La inglesa agarró su barbilla e hizo que se girase para que pudiera ver sus ojos.

— Eso no es algo de lo que te tengas que avergonzar. Y menos conmigo — Violeta asintió, y se acercó más a ella, apoyando su cabeza en el hombro de Chiara.

— A los meses, ella insistía y yo cedía. Solo quería que estuviera feliz, y después de follar se ponía contenta — Violeta se rio amarga ante su necesidad de complacerla — Odiaba volver a casa. Sabía que iba a estar ahí esperando para echarme un polvo. Me inventaba mil excusas para llegar tarde y así pillarla dormida.

Violeta se abrazó al bíceps de Chiara, buscando algo de calma entre tanto alboroto.

— Con el tiempo, decidí empezar a salir de noche, para verla el menor tiempo posible. Me... — Violeta se quedó callada, intentando encontrar la palabra exacta, o habiéndola encontrado pero incapaz de decirla en voz alta — Me daba miedo.

— Vivi...

— No le gustó que saliera tanto. No le gustaba la ropa que me ponía. Y yo me quería rebelar contra ella, y salía más — levantó la cabeza para mirarla — Y así fue como te conocí.

Chiara recordó aquella noche. Recordó cómo la vio llorar en el coche porque no quería ir a casa; cómo Violeta la besó con rabia, como si la odiase y quisiese a la vez; cómo se negaba en rotundo a meterse en la cama porque no quería, no quería.

Pensaba que simplemente estaba actuando como la típica borracha testaruda, pero ahora veía que todo tenía mucho más trasfondo.

La inglesa le dedicó una sonrisa triste, y puso su mano en la mejilla de Violeta. Besó su frente y la pegó a su cuerpo. Violeta descansó su cabeza en su hombro.

— La cosa siguió así un par de meses más, hasta que un día me desperté con un montón de llamadas perdidas de mi madre.

Chiara siguió acariciando su mejilla, y Violeta se centró más en la delicadeza de las yemas de sus dedos que en la dureza y pesadez que aquellos recuerdos cargaban tras de sí.

— Se me había olvidado su cumpleaños por estar de fiesta — Violeta continuó — Me llamaba preocupada, porque siempre hacía tiempo para hablar con ella aunque fuese una hora durante su cumple. Y ese año estaba tan mal, que ni me acordé.

— No era tu culpa — Chiara dijo, al notar el tono de remordimiento en su voz.

— Lo sé. Ahora lo sé — Violeta apretó el brazo de Chiara — Ese fue mi punto final. No podía seguir en ese bucle. Hablé con Bea, y le pedí ayuda. Y entonces llegaste tú.

— Tendría que haber llegado antes.

— No. Llegaste en el momento idóneo — Violeta sonrió — Solo que fui yo la que no lo supo ver.

Chiara hizo una mueca de descontento ante la forma en la que Violeta hablaba de sí misma — Tenías muchas heridas que sanar.

— Lo sé — Violeta besó el cuello de Chiara — Ahora lo sé.

— Gracias por contármelo todo, Vivi — Chiara agachó la cabeza para mirarla.

— Gracias por escucharme.

— Siempre.

— Espero que ahora no me veas diferente — Violeta dijo — O que me trates como si fuera de cristal.

— Te veo diferente — Chiara dijo, y se apresuró a seguir cuando notó la tensión apoderarse del cuerpo de Violeta — Te veo mucho mejor.

— ¿De verdad?

Chiara asintió — Ahora entiendo porqué actúas como actúas.

— ¿Cómo actúo?

— Como si estuvieras cabreada con el mundo. Como si te diera miedo enamorarte. Ahora me doy cuenta de que de verdad te da miedo acabar otra vez así — Chiara miró sus ojos — Pero te juro que antes me tiro por un balcón que hacerte sufrir como ella lo hizo.

Violeta sintió lágrimas formarse en sus ojos, pero esta vez eran de felicidad — Eres demasiado buena conmigo.

— Es lo que te mereces — Violeta negó con la cabeza ante sus palabras.

— Creo que tendré que pasarme toda la vida demostrándote que te merezco.

— Ya lo haces — Chiara la pegó más a ella. Violeta, queriendo también sentir esa proximidad, puso sus piernas encima de su regazo y reposó su cabeza en el pecho de la inglesa.

— Nunca le he contado esto a nadie — confesó Violeta — No quería que supieran esa parte de mi. No quería que descubrieran que la persona que todos ven tan fuerte y madura emocionalmente se aferró a algo malo tanto tiempo.

— Era una relación tóxica, y además dependías económicamente de ella — Chiara le recordó. No quería que Violeta pensara que lo que había pasado era por culpa de alguien que no fuera Clara.

— Aún así — Violeta dijo — No quería que me trataran diferente.

— No se lo pienso decir a nadie — Chiara prometió.

— Mucho menos a mi familia — Violeta sonrió — Ya has visto cómo son.

— Sí. Son... especiales.

— Kiki — Violeta la miró a los ojos — Te lo he dicho porque de verdad quiero tener algo serio contigo. Quiero que seamos pareja.

— Yo llevo queriendo eso desde que te conocí — Chiara no pudo contenerse más tiempo y besó sus labios. La postura era aún un poco incómoda porque Violeta estaba tumbada contra su pecho, pero el dolor de cuello valía la pena por sentir esos labios contra los suyos.

— No quería que empezáramos algo y pensaras que era... Que tenía algún problema contigo.

— ¿Por qué lo pensaría? Ni que me agredieras verbalmente todo el día.

— Kiki, no digas eso — Violeta chistó — Ya te dije que no te iba a tratar así más, ¿vale? Se acabó volcar toda mi frustración en ti.

— Lo sé. Estoy de broma — Chiara la abrazó por los hombros mientras Violeta se quejaba — Eres la persona más fuerte que conozco — Chiara la miró — Sé que aún es muy pronto para tí, pero quiero que sepas algo.

— ¿Qué? — Violeta levantó la cabeza para mirarla a los ojos.

— Te quiero. Te quiero muchísimo.

Chiara vio los ojos de Violeta abrirse ante su declaración de amor tan espontánea. Abrió la boca, su mente buscando algo, cualquier cosa que decirle, pero la inglesa solo sonrió y la besó.

— Aún es muy pronto para ti — Chiara dijo contra sus labios — Lo sé. No te lo estoy diciendo porque quiero que me lo digas tú a mi. Solo quiero que lo sepas.

Violeta la miró, su mirada llena de admiración y agradecimiento. Le estaba regalando su corazón y no le estaba pidiendo nada a cambio. Nunca había conocido a alguien que fuese tan generoso como Chiara.

— Te quiero, y voy a estar contigo hasta que seamos viejecitas y estemos arrugadas como dos pasas.

— Seguro que estaré feísima con arrugas.

— No — Chiara dijo, con total seguridad — Nunca podrías ser fea, ni con cien años. Lo bonito de ti es esto — apuntó a su pecho.

— ¿Mis tetas? — Violeta levantó una ceja — Porque esas en veinte años se caerán. Tienen fecha de caducidad.

Chiara rio — No, no. Me refiero a tu corazón. Tienes muchísima bondad, y sabes querer bien, Vivi. Eso te hace hermosa.

— Tú eres más hermosa.

— No, tú lo eres — Chiara dijo — Y te voy a querer toda la vida. Y pienso escribir mil canciones sobre ti para que seas inmortal.

— ¿Escribirías una canción sobre mi? — Violeta preguntó, conmovida.

— ¿Quién te dice que no lo he hecho ya?

— Tonta — Violeta se acercó más a ella y la besó — Gracias por lo que has dicho. Y por ser paciente conmigo.

— También puedo ser doctora contigo — Chiara sonrió mientras veía a Violeta reír.

— Ay, Kiki — suspiró — Eres única.

— One in a million — Chiara besó su mejilla.

Se quedaron calladas, con sus cabezas descansando una encima de la otra. Tras un rato de tranquilidad donde Chiara le dejó a Violeta pensar en todo lo que había pasado, la pelirroja levantó la cabeza para mirarla.

— ¿En qué piensas? — Violeta preguntó.

— En si me quitarían el visado si me voy con la abuela Carmen a robarle la escopeta a Pablito — confesó Chiara.

— Kiki, no bromees con eso.

— Perdona — la inglesa la besó, porque quería y porque podía — En realidad pensaba en lo mucho que te quiero.

— Me gusta mucho cuando dices eso.

— Ah, ¿sí? — Violeta asintió — Entonces supongo que tendré que decírtelo todos los días.

— Mhm. Me parece buena idea.

Chiara la besó, sus labios buscando en ella algo que no le gustase. Se separó, con ganas de volver a besarla, y supo que tendría que rebuscar mucho para encontrarlo, si es que acaso existía.

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