Piel con Piel

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El sonido de ropa chocando contra el suelo la arrancó de los brazos de Morfeo de manera súbita.

Violeta abrió los ojos, tragando saliva. Su mano fue hacia el lado de la cama, y se quejó en un gemido ahogado cuando no notó a su novia en la cama. Levantó la cabeza de la almohada, buscándola entre la oscuridad de la habitación, hasta que sintió una mano en su hombro.

— Hola, mi vida — Chiara susurró. Violeta se giró, y se encontró con la pelinegra sonriéndole.

— Kiki — Violeta murmuró — ¿Dónde estabas?

— Había salido a por algo de comer — Chiara pasó su dedo por el hombro de Violeta, acariciando su piel desnuda.

— Vuelve a la cama — Violeta pidió, tirando de su camiseta. Chiara obedeció, arrodillándose en el colchón. Esperó a que la pelirroja se echara a un lado y se tumbó.

— Ven — Chiara pidió, en la oscuridad de la noche. Violeta entendió su petición al instante; se tumbó en el pecho de su novia y suspiró.

— ¿Te pasa algo? — Violeta preguntó, abriendo los ojos — Te va el corazón a mil por hora.

— Nada — Chiara negó, apoyando su mejilla en la cabeza de Violeta. La abrazó fuerte, pegando sus cuerpos lo máximo posible — Solo que te quiero mucho.

La motrileña pasó su pierna por la cintura de Chiara, intentando estar más cerca de ella. Al notar que su latido aún no frenaba, metió su mano dentro de su camiseta y apoyó su palma contra el pecho de la pelinegra.

— Relájate — Violeta pidió, besando el cuello de Chiara.

La mujer asintió, cerrando los ojos. Se centró en la mano de Violeta, que dibujaba pequeños trazos sobre su piel, y de su respiración, que chocaba contra su yugular por la posición en la que estaba. Su cabeza sobre su torso era un peso que parecía mantenerla sujeta al mundo.

No había gravedad más potente que las manos de Violeta evitando que se separara del suelo.

— Te quiero — repitió, cuando supo que Violeta se había vuelto a quedar dormida.

Quería que lo escuchara en sueños, y que aquellas palabras le acompañasen a esos mundos que nunca podrían visitar juntas; mundos que atrapaban a Violeta mientras dormía, mundos que seguro eran de color de rosa y con olor a jazmín. Mundos tan preciosos como la chica que los construía cada noche.

— Mhm — Violeta murmuró, pegando su cabeza aún más al cuello de Chiara. Su mano aún descansaba sobre su pecho, piel con piel, y parecía ser la única razón por la que su corazón latía acompasado.

— Te adoro — susurró al aire, antes de quedarse dormida.

━━━ • 𖥸 • ━━━

— Kiki está rara — Ruslana comentó.

Violeta levantó la vista de su plato, y miró a su amiga. Ruslana se encontraba sentada a su lado, y tenía la vista puesta en la pelinegra que se acababa de levantar de la silla para ir al baño.

Estaban en una terraza comiendo, disfrutando del buen tiempo y del sol que les calentaba pero no quemaba. Habían pasado toda la mañana paseando por Madrid, unos enseñando sitios poco conocidos y otros conociéndolos, y Violeta había estado casi todo el tiempo pegada a sus amigos. Quería disfrutar de su presencia el máximo tiempo posible antes de que se fueran, aunque aún quedase una semana para ello. Los había echado de menos, y no se había dado cuenta hasta que los había tenido de nuevo frente a ella.

— ¿Tú crees? — Violeta preguntó en un susurro, mirando el hueco que había a su lado, donde Chiara estaba sentada.

— No lo creo; lo sé — Ruslana dijo — Kiki es mi alma gemela. Noto cuando no está bien.

Mentiras de Jarabe | KiViWhere stories live. Discover now