El Muerto al Pozo

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— ¿Dónde está mi nuera? — Susana preguntó, apoyándose sobre el mostrador.

— ¿Puede decirme su nombre, por favor? — la chica que estaba en recepción preguntó, tecleando en su ordenador.

— Chiara Oliver.

— Ah, sí — la chica sonrió — La guiri. Está en radiografías ahora mismo.

— ¿Sabe cuánto tardará?

— Como mucho media hora. Le tienen que hacer varias — la chica sonrió — Después será llevaba a la planta 2, habitación 908. Pueden esperarla ahí.

— Muchas gracias — Susana dijo, agarrando la mano de Juan. Ruslana y Tana les siguieron, subiendo al ascensor.

— ¿Qué ha sido de Roberto? — Ruslana preguntó, mirando a Tana. La chica pasó un brazo por el hombro de la pelirroja y suspiró.

— Está en otro hospital de Granada — dijo Tana — A su padre le dio un infarto y se lo tuvieron que llevar en helicóptero.

— Poco le pasó a ese sinvergüenza — Juan dijo, girándose para mirar en el espejo del ascensor su ojo derecho, que estaba comenzando a ponerse negro.

— ¿Y la policía no ha dicho nada? — Susana preguntó.

— No, nadie quiere presentar cargos — Ruslana dijo — Martin ha ido a recoger a Denna de la cárcel.

— ¿Denna? ¿En la cárcel? — Susana se llevó una mano al pecho.

— Sí. Se pegó con cuatro primos de Roberto — Tana dijo, llevándose una mano a su cara. Ruslana acarició su cintura.

— Qué horror — dijo Susana.

— ¿Y ganó? — Juan preguntó, cruzándose de brazos.

— Sí.

— Así me gusta.

— Juan, no a la violencia — chistó Susana.

— Qué loca — Ruslana dijo — Si ayer casi despelucha a la madre del infiel.

Susana se giró a mirar a Ruslana, una réplica preparada en sus labios, pero cerró la boca cuando vio lo cerca que estaba la pelirroja de su hija.

— Dios mío — susurró, llevándose una mano a la cara — Nuestro árbol genealógico va a ser un mapamundi.

— ¿Eh? — Juan preguntó, mirando a su mujer sin entender nada.

— Nada, nada. Se ha quedado buena noche, ¿no?

Salieron del ascensor, y caminaron hasta la habitación. Ahí se encontraron a Violeta, que estaba sentada en una silla de plástico que parecía bastante incómoda. Movía la pierna como muestra de nerviosismo, y tocaba su pelo mientras miraba hacia la ventana.

— Violeta, hija — Susana dijo. La mujer se giró, y se levantó cuando vio a su madre.

— Mami — dijo, yendo directamente hacia la mujer. Suspiró cuando esta le envolvió en un cálido abrazo — Menos mal que estáis bien.

— ¿Cómo estás? — Juan preguntó, poniendo su mano sobre el hombro de su hija.

— Yo bien. Preocupada por Kiki.

— Ai, mi nuera — Susana dijo, negando con la cabeza — Me ha defendido de María antes. De no ser por ella, a saber dónde estaría ahora.

— María le mordió — Violeta dijo — No clavó bien los dientes, pero madre mía...

— Pobre chica — Ruslana dijo — No va a querer volver a Motril en la vida.

— ¿Tú qué haces aquí? — Violeta preguntó, frunciendo el ceño.

Mentiras de Jarabe | KiViWhere stories live. Discover now