Cuatro Ovejas Y Un Ternero

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— A veces pienso que solo somos ácaros de polvo encerrados en una aspiradora.

— Buah, tía — Ruslana se giró a mirarla — Toda la razón. Y los terremotos son Dios encendiendo la aspiradora para absorber más ácaros.

— ¿Terremoto?

— Cuando tiembla la tierra.

— No — Chiara negó con la cabeza — Eso es huracán. Cuando tiembla la tierra es huracán. El torbellino es un terremoto.

— ¿Aprendiste hablar español viendo la Ruleta de la Suerte o es que eres de verdad tonta?

— ¿Y tú lo aprendiste a hablar jugando a la ruleta rusa?

— Ya te he dicho me menciones a Rusia cuando estoy colocada — Ruslana dijo, dándole un bocado al brownie que Chiara tenía en su mano — Me pone paranoica.

— Tía — Chiara se aferró al brazo de Ruslana, ignorando por completo la palabras de la ucraniana — Han llamado a la puerta.

Ruslana se quedó en silencio, y a los segundos saltó — Sí, tía — dijo, aunque no había sonado ningún timbre.

— A ver si va a ser el presidente de Ucrania pidiendo que te alistes en el ejército.

— No creo — Ruslana dijo — Soy muy chiquita. Mi madre no me dio mucho de comer cuando era pequeña.

— Ah — Chiara asintió — Mi madre me daba mucho de comer y también soy chiquita.

— Tía — Ruslana se aferró a los hombros de Chiara y la zarandeó — Tenemos que huir del país.

— ¿Qué? — Chiara se terminó el trozo de brownie mientras Ruslana aún la zarandeaba — ¿Por qué? — preguntó con la boca llena.

— Nos van a matar.

— ¿Quién?

Ruslana se acercó a su oído — Ellos, tía. Ellos.

— ¿Quienes son ellos? — Chiara preguntó, alterada.

— Los que están llamando al timbre.

— ¿Qué timbre? — Chiara preguntó — Yo solo oigo el sonido del viento.

— Yo no.

— Sh — Chiara puso un dedo sobre los labios de Ruslana para hacerla callar, aunque la chica no estaba hablando — Escucha.

— Lo estoy haciendo.

— No, no — Chiara se sentó mejor en el sofá — Escucha de verdad — le tapó los oídos mientras susurraba — Escucha con tu alma.

— Hostia — Ruslana dijo, asintiendo con la cabeza — Lo escucho, Kiki. Lo escucho.

— ¿Sí?

— Tía — Ruslana pestañeó, y una lágrima se derramó de sus párpados — Lo escucho. Es precioso.

— De nada — Chiara quitó sus manos de las orejas de Ruslana — Eso, Rus, es tu alma. Hazle caso.

— Joder, Kiki. Qué bonito. Eres súper profunda.

— Tú más — Chiara empezó a llorar — Tú eres profunda, y lista, y graciosa — las lágrimas de Ruslana pronto siguieron a las de la inglesa — Y eres perfecta.

— Ay, Kiki — Ruslana se tiró encima de ella, abrazándola — Tú también eres perfecta.

— Me encantaría que fueras mi dama de honor cuando me case con Violeta — Chiara dijo.

— Lo seré — Ruslana asintió, apartándose del abrazo para agarrar la cara de Chiara. Apoyó su frente contra la de la morena — Y tú lo serás en la mía con Tana.

Mentiras de Jarabe | KiViWhere stories live. Discover now