Violeta cerró la puerta de su casa, apoyándose contra ella.
— Menuda puta mierda de día — murmuró, frotándose los ojos con cansancio.
— Buenas noches.
La pelirroja se giró frustrada ante la voz que había escuchado. Se movió de la puerta y vio a su compañera de piso sentada en el sofá, comiendo un trozo de pizza.
— No pongas los pies en la mesa — la regañó Violeta, golpeándola en el gemelo.
— Perdona, mami — dijo con sarcasmo. Cuando Violeta se fue a su habitación, volvió a poner los pies en la mesa.
Chiara continuó comiendo, su mirada puesta en la televisión. Al rato Violeta salió de su habitación, con la ropa de calle quitada y sustituida por un pijama. Fue hacia la cocina y abrió el frigorífico, buscando ahí dentro hasta que encontró una ensalada preparada. Se acercó a coger un tenedor pero su mano se frenó en seco cuando vio el desorden que había en el fregadero.
— Chiara.
— Dime.
— ¿Has puesto el lavavajillas?
Chiara se giró a mirarla — Por tu cara intuyo que no.
— Eres una guarra — dijo, yendo de nuevo a la cocina para coger un tenedor y su ensalada — ¡Quita los pies de la mesa!
— Perdón — dijo Chiara, aún masticando su pizza.
— No hables con la boca llena.
— Eres muy mandona — replicó Chiara, simplemente para ver su reacción.
— No soy mandona. Eres tu culpa por actuar como una niña pequeña. Tengo que ir todo el día detrás de ti para que coloques las cosas y tengas un mínimo de higiene — le quitó la tapa de plástico a su bol de ensalada y apuntó con él a Chiara.
— Oye, tengo mucha higiene. Me ducho todos los días — Chiara apuntó a Violeta con su trozo de pizza casi comido — Solo soy desordenada.
— Y desorganizada.
— Bueno, eso también un poco. Pero no soy guarra.
— Eres peor que eso.
— Mañana pondré el lavavajillas — cedió Chiara, después de un tenso silencio.
— Gracias — murmuró Violeta, clavando con fuerza su tenedor en la ensalada.
— ¿Por qué estás de tan mal humor? — preguntó Chiara, dejando el borde de la pizza en la mesa. Ante la mirada de Violeta, volvió a coger el borde y fue a la cocina, donde lo tiró en la papelera.
— El trabajo.
— ¿Tan cansado es ser reportera? — preguntó con curiosidad.
— Pues sí — Violeta se llevó su tendedero lleno de ensalada a la boca — Mierda — dijo, tragando la comida con pesadez. Se le había olvidado añadir el aliño.
Chiara rio, pero cuando Violeta levantó la mirada, miró al techo — ¿Qué es más complicado, ser reportera o echar el aliño a la ensalada?
— Vete a la mierda.
— Ahora en serio — dijo Chiara, levantándose de nuevo para ir a la cocina — ¿Qué ha pasado? — preguntó, dejando el salero en frente de Violeta. La chica lo agarró con mala gana.
— Mi jefe es gilipollas — Violeta comenzó — Había unas cifras mal puestas en su telepronter y me ha echado las culpas a mi.
— ¿Era tu culpa?
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Mentiras de Jarabe | KiVi
RomanceChiara y Violeta son compañeras de piso, y no se llevan bien. Discuten a menudo, y cuando no lo hacen, se ignoran. Cuando se adelanta la boda de su hermana, y Violeta se niega a ir sola y escuchar a su madre preocupada por su soledad, decide engañar...