Mentiras de Jarabe | KiVi

Los Pájaros de Harry Potter

Chiara escuchó el sonido de nudillos golpeando la puerta, y se levantó frustrada de la cama, dejando con cuidado su guitarra en el suelo.

Abrió la puerta y, como era de esperar, se encontró con Violeta al otro lado.

— ¿Qué? — preguntó, apoyándose contra el marco de la puerta.

Violeta miró dentro de la habitación y no pudo evitar poner una cara de desagrado — ¿Cómo puedes tener peor la habitación que el salón?

Chiara se movió de repente hacia delante, chocando levemente contra el cuerpo de Violeta. Cerró la puerta y se apoyó contra ella, cruzándose de brazos — ¿Has venido a criticar mi espacio privado?

— No — dijo Violeta, alejándose. Estaban tan juntas en el pequeño pasillo que su torso rozaba el de Chiara cada vez que respiraba — Para nada. Haz lo que quieras con tu habitación.

— Eso tenía pensado hacer, pero gracias por darme tu permiso.

— De nada — no pudo evitar decir.

— ¿Querías algo?

— ¿Eh? — parpadeó un par de veces, su mirada puesta en los labios de su compañera de piso — Ah, sí. Es una tontería, vaya.

— ¿Qué es?

— Solo... Necesito ayuda con algo.

— Vale, pero, ¿con qué? — preguntó Chiara, moviendo las manos para darle pie a que Violeta hablase.

— No vale reírse.

— Si me dices eso es que me voy a reír.

— Adiós — dijo Violeta, alejándose de la morena.

Chiara la agarró del brazo e hizo que girara hasta que sus cuerpos estaban pegados — Perdón — dijo, en voz baja. Violeta se quedó mirando sus labios de nuevo — No me voy a reír. Dime que necesitas.

— Me he metido en un lío yo sola. Uno muy gordo.

— Dios mío — dijo Chiara, apretando el brazo de Violeta — ¿Has matado a alguien?

— ¿Qué? Yo no- ¿Por qué piensas que he matado a alguien? — intentó poner distancia entre ambas, pero Chiara la empujó aún más cerca.

— Sabes que soy inglesa, ¿no?

— Apenas lo mencionas veinte veces al día.

— Como me metas en un lío me pueden quitar el visado. No me vengas a joder con temas legales.

— ¿Pero quién ha dicho nada de temas legales? — preguntó Violeta, poniendo una mano en el pecho de Chiara para separarla de su cara. Estaba demasiado cerca, tanto que podía oler la pasta de dientes de menta que había usado después de cenar.

— Joder — dijo Chiara, alejándose de Violeta — Pues no vengas a mi habitación a la una de la mañana a decirme que has hecho algo muy malo con esa cara de espanto. Casi me matas del susto.

— Quizás tengo... ciertas tendencias hacia el dramatismo — se cruzó de brazos — Ese no es el tema.

— Pues dime cuál es el tema, honey.

— No me llames así — regañó Violeta — Y, bueno... Tengo que ir a una boda.

— Pues enhorabuena. ¿A mí que me cuentas?

— ¿Me quieres dejar terminar?

— Joder, es que te enrollas muchísimo.

— Ya bueno, eso lo he sacado de mi madre — Violeta suspiró — Es la boda de mi hermana.