Mentiras de Jarabe | KiVi

By wethebanditos

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Chiara y Violeta son compañeras de piso, y no se llevan bien. Discuten a menudo, y cuando no lo hacen, se ign... More

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La Casa de Bernarda Alba

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By wethebanditos

Chiara entró en la casa, con la mirada perdida. Fue a la cocina y agarró una cuchara, y después entró en la habitación.

— Quince minutos — Violeta dijo, tumbada de lado. Parte de su hombro estaba al descubierto, y Chiara dejó la bolsa con el helado en el suelo.

— Mm — sus manos fueron al hombro de Violeta, apartando levemente la colcha de su piel. Sus labios siguieron el recorrido de sus dedos, besando cada rincón que podía.

— Para — Violeta dijo, pero no hizo ningún amago de apartarla. Chiara besó su cuello y se apartó — Quiero mi helado.

La sonrisa de Chiara se esfumó cuando recordó lo que había sucedido en el supermercado. Dejó la cuchara en la mesita de noche y se levantó. Violeta cogió la bolsa que le entregó con una sonrisa, pero se quedó mirándola mientras se quitaba la chaqueta y los zapatos.

— ¿Qué te pasa?

— Vivi — dijo, sentándose a su lado en la cama — Tengo algo muy gordo que contarte. I mean, súper gordo.

— ¿El qué? — Violeta preguntó, cogiendo la chaqueta que Chiara había dejado a los pies de la cama y poniéndosela.

— Pues- madre mía — Chiara se la quedó mirando.

— ¿Qué?

— Estás guapísima así.

— ¿Así, cómo?

— Con el pelo revuelto, llevando mi chaqueta — se acercó a ella y la besó, pero la pelirroja la empujó al otro lado de la cama, sonrojándose.

Violeta se estiró para coger la tarrina de helado, y con su otra mano cogió la cuchara que Chiara había dejado sobre la mesita de noche — Al grano, Kiki.

— Es que... dios, eres perfecta — dijo, intentando desabrochar la chaqueta. Violeta la dejó, mirando como la chica comenzaba a besar su cuello — En serio te lo digo. Eres perfecta.

— Kiki — Violeta advirtió, quitando la mano de Chiara y abrochando la chaqueta. La inglesa se sentó a su lado, abrazándola. Violeta abrió el helado y comenzó a comer — Dímelo.

— Perdón, perdón — Chiara dijo — Solo soy una chica, y tú... — su mano descansó en el muslo de Violeta — Tú eres una diosa.

— Qué tontorrona te pones por las mañanas — Chiara abrió la boca, pero Violeta metió una cucharada de helado en ella para que no siguiera hablando — Venga, cuéntame.

Chiara terminó de comer antes de hablar — Prométeme que vas a dejar que te lo cuente todo, y que no te vas a cabrear.

— Dios mío — Violeta la miró — ¿Ahora qué? ¿Te has acostado con mi prima o algo?

— ¡No! Bueno, no creo. ¿Tu prima vive en Menorca?

— No.

— Pues entonces no.

Violeta rodó los ojos, tumbándose contra la almohada — No me voy a enfadar. Ahora dímelo.

— He visto a Roberto con otra chica, en el super.

— ¿Roberto? ¿El futuro marido de mi hermana?

— Ese mismo.

— Kiki, ¿estás segura de que era él?

— Sí — Chiara le entregó su móvil — Mira, si hasta hice una foto.

— A ver — Violeta desbloqueó el móvil y miró las fotos. Su galería estaba llena de fotos que había hecho a las hojas de sus composiciones, y de Violeta, el día que habían ido a conocer Motril junto con sus padres.

— ¿Ves? Estoy segura de que es él.

Violeta fue a la última foto y cuando la vio, rodó los ojos — Solo se ve tu papada, Kiki.

— ¿Eh? — agarró el móvil y vio una foto donde no salía muy bien perjudicada — Mierda. Tenía la cámara frontal puesta.

Violeta se rio, dejando la tarrina de helado en la mesita — Amor — dijo, intentando tomarse el asunto en serio — ¿Estás segura?

— Que sí — Chiara dijo, mirando sus labios. Elevó su mano y con su pulgar recogió un rastro de helado que había en su labio inferior con su dedo — Te has manchado.

Violeta agarró la mano de Chiara por la muñeca, y llevó su pulgar a su boca, limpiando el rastro de helado que había ahí.

— Hala, limpio.

— Jesus Christ — Chiara susurró — No vuelvas a hacer eso o no soy responsable de mis actos.

— Kiki, seriedad.

— Pues no me chupes el dedo. Ya te he dicho que soy una mujer débil.

— ¿Qué has visto exactamente?

— A Roberto, sin barba, con una chica rubia bastante mona.

— ¿Cómo que mona?

— Eres tú la que me ha pedido detalles.

Violeta frunció el ceño — Esos detalles sobran.

— Perdón.

— Y ha besado a esa chica, ¿cierto?

— Sí. En los labios. Y se reían.

— Santo cielo — Violeta cogió el helado de nuevo y siguió comiendo — Menuda movida.

— Tienes el mismo copying mechanism que tu hermana.

— ¿Eh?

— Comes cuando estás estresada.

— Comer me relaja.

Chiara la miró, y después respiró hondo — ¿Qué podemos hacer?

— Tenemos que investigar más — Violeta dijo — Necesitamos pruebas. No le podemos decir nada a Tana sin pruebas sólidas.

— ¿No me crees? — Chiara la miró, con ojos de cordero.

Violeta pasó su brazo por los hombros de Chiara y la empujó para que descansara su cabeza en su pecho — Pues claro que te creo. No hay nadie en quién confíe más — besó su frente — Pero Tana es un poco dramática.

— Como tú.

— Cosas de familia — introdujo otra cucharada de helado en su boca — En fin, no podemos presentarnos sin nada. Está ya lo suficientemente estresada, no necesita estar agobiada. Además, si le decimos algo, se lo dirá a Roberto. Es mejor que no sospeche.

— Dios mio — Chiara dijo, sonriendo — ¿Vamos a hacer de detectives?

— En efecto — Violeta dijo — Esta tarde Tana viene a merendar. Es el momento idóneo. Nos escabullimos, y le pillamos con las manos en la masa.

— Qué romántico — Chiara dijo — Nuestra primera cita va a ser pillando a infieles.

— Dios, me está saliendo la vena periodística — dejó el helado en la mesita de noche y miró a Chiara — Me he puesto hasta cachonda con esto.

— ¿Qué? ¿E- en serio? — se puso de rodillas frente a Violeta. Parecía un niño el día de navidad, a punto de abrir sus regalos.

— Ven aquí — Violeta dijo en voz baja, agarrándola de la camiseta.

━━━ • 𖥸 • ━━━

— ¿Todo listo? — susurró Violeta, poniéndose un gorro negro en la cabeza.

— Sí.

Las dos acaban de salir de la casa de los padres de Violeta, con la excusa de que Violeta quería enseñarle a Chiara parte del casco antiguo de Motril. Habían dejado a Tana merendando junto con Susana y Juan Carlos, completamente ajena a todo lo que estaban a punto de hacer.

Llevaban ropa negra, y el móvil bien cargado en sus manos. Parecían Angustias y Magdalena en La Casa de Bernarda Alba, pero Violeta no lo mencionó.

— Vamos a la plaza — Violeta dijo, agarrando su mano — Seguro que el cabronazo está por ahí.

— Let's go.

Comenzaron a andar, y Chiara no podía parar de sonreír.

— ¿Qué te pasa? — Violeta preguntó.

— No sé. Me encanta hacer cosas contigo.

Violeta la miró, dedicándole una sonrisa. Sus hoyuelos hicieron que Chiara sonriera también — A mí también me encanta hacer cosas conmigo.

— Te tengo que enseñar a tocar la guitarra — Chiara dijo, moviendo sus manos entrelazadas — Seguro que te encanta. Es muy relajante.

— Tocaba el clarinete de pequeña.

— Eso explica esos pulgares tan raros que tienes.

— ¿Perdona? — Violeta se miró la mano mientras Chiara reía.

— Te estaba vacilando — Chiara elevó la mano de Violeta y dejó un beso en su palma — Tus manos me parecen perfectas.

— Ya, claro — Violeta dijo, mirándole con los ojos entrecerrados — Eso solo lo dices por lo de anoche.

— Y lo de esta mañana también — Chiara sonrió — Pero obviando eso, de verdad que me pareces perfecta.

— Aduladora — Violeta paró en seco cuando vio que ya estaban en la plaza — Corre, corre. Al arbusto.

— ¿De verdad quieres hacer el amor aquí?

— No, imbécil — Violeta se tiró al arbusto y empujó a Chiara de la mano, haciendo que cayera encima de ella.

— ¿Seguro? Porque esto es bastante sugerente.

Violeta puso una mano sobre la boca de Chiara, y la mandó callar — Ya estamos en la plaza. Tenemos que pasar desapercibidas.

— ¿Y tu plan es tirarte sobre un arbusto?

— He entrado en pánico, ¿vale? — Violeta se arrodilló, y asomó la cabeza por encima del arbusto — ¡Mira, mira!

Chiara se puso de rodillas a su lado y soltó un grito ahogado — Oh my god. ¡Es él, es él!

— Lo sé, lo sé — Violeta sacó corriendo su móvil.

— Mira, Vivi — Chiara la zarandeó del brazo — La rubia mona.

— Me cago todos tus antepasados — Violeta dijo — Como vuelvas a llamarla mona te mato.

— Cámara — Chiara susurró — Se están acercando. Corre, graba.

— Ya lo estaba haciendo. Si no estuvieras haciéndole ojitos a la rubia, lo habrías visto.

Chiara la abrazó por la cintura — Yo solo te hago ojitos a mi — besó su mejilla.

— Para, que me mueves. Necesito un plano estable.

— Hija, ni que fuera para un reportaje.

— Tana necesita ver todo en buena calidad — Violeta hizo zoom, enfocando en primer plano a Roberto — ¡Hijo de puta! La ha besado — Violeta golpeó el hombro de Chiara — Será cabronazo.

— Mi brazo no tiene la culpa — se quejó Chiara, frotando la zona agredida.

— Menudo sinvergüenza.

— En medio de toda la plaza, además — Chiara negó con la cabeza — Hombre tenía que ser.

— La ha vuelto a besar — Violeta dijo — Ya está. Le voy a matar.

Violeta hizo el amago de levantarse, pero Chiara la detuvo — No. Deja que Tana haga los honores.

— Cabronazo — Violeta tomó un par de fotos de los dos yendo de la mano hacia un coche — Hijo de madre alcohólica. Este no sale vivo de Motril.

— Verás cuando le pille la abuela Carmen.

— Y mi padre.

— Tu padre es un buenazo — Chiara dijo, recordando cómo su suegro la había tratado desde que se conocieron.

— Sí, contigo, porque haces feliz a una de sus hijas — Violeta rodó los ojos — Pero si le haces daño...

— Por suerte, nunca voy a estar en su lado malo. Soy su nuera favorita — Chiara sonrió con arrogancia — Roberto en cambio va a estar en su lista negra en poco tiempo.

— Veamos lo que conseguido grabar — Violeta miró varias fotos antes de asentir — Es material suficiente  — aplaudió, y se lanzó a los brazos de Chiara — Dios, cómo ha molado. Me siento reportera de guerra.

— Estaba de los nervios — Chiara dijo — Pensaba que nos pillaban.

— Perdona, soy periodista — Violeta dijo, mirando en su teléfono las fotos de nuevo — Sé muy bien cómo esconderme. Esto es un empleo de riesgo.

— ¿En serio?

— Sí — Violeta hizo zoom al video, donde se veía con claridad el beso — Un día estaba cubriendo las rebajas de Enero y una señora me pegó con un bolso.

— Pobrecita — Chiara hizo un puchero.

— ¿Violeta? — la pelirroja se giró — Eres tú. Ya decía yo que me sonaba de algo esa pelirroja.

— Roberto — Violeta dijo, alejándose de Chiara — ¿Qué tal, cuñado?

— Bien — sonrió, llevándose las manos a los bolsillos — ¿Qué haces en un arbusto?

— Eh... Bueno, es una historia graciosa.

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