Chiara entró en la casa, con la mirada perdida. Fue a la cocina y agarró una cuchara, y después entró en la habitación.
— Quince minutos — Violeta dijo, tumbada de lado. Parte de su hombro estaba al descubierto, y Chiara dejó la bolsa con el helado en el suelo.
— Mm — sus manos fueron al hombro de Violeta, apartando levemente la colcha de su piel. Sus labios siguieron el recorrido de sus dedos, besando cada rincón que podía.
— Para — Violeta dijo, pero no hizo ningún amago de apartarla. Chiara besó su cuello y se apartó — Quiero mi helado.
La sonrisa de Chiara se esfumó cuando recordó lo que había sucedido en el supermercado. Dejó la cuchara en la mesita de noche y se levantó. Violeta cogió la bolsa que le entregó con una sonrisa, pero se quedó mirándola mientras se quitaba la chaqueta y los zapatos.
— ¿Qué te pasa?
— Vivi — dijo, sentándose a su lado en la cama — Tengo algo muy gordo que contarte. I mean, súper gordo.
— ¿El qué? — Violeta preguntó, cogiendo la chaqueta que Chiara había dejado a los pies de la cama y poniéndosela.
— Pues- madre mía — Chiara se la quedó mirando.
— ¿Qué?
— Estás guapísima así.
— ¿Así, cómo?
— Con el pelo revuelto, llevando mi chaqueta — se acercó a ella y la besó, pero la pelirroja la empujó al otro lado de la cama, sonrojándose.
Violeta se estiró para coger la tarrina de helado, y con su otra mano cogió la cuchara que Chiara había dejado sobre la mesita de noche — Al grano, Kiki.
— Es que... dios, eres perfecta — dijo, intentando desabrochar la chaqueta. Violeta la dejó, mirando como la chica comenzaba a besar su cuello — En serio te lo digo. Eres perfecta.
— Kiki — Violeta advirtió, quitando la mano de Chiara y abrochando la chaqueta. La inglesa se sentó a su lado, abrazándola. Violeta abrió el helado y comenzó a comer — Dímelo.
— Perdón, perdón — Chiara dijo — Solo soy una chica, y tú... — su mano descansó en el muslo de Violeta — Tú eres una diosa.
— Qué tontorrona te pones por las mañanas — Chiara abrió la boca, pero Violeta metió una cucharada de helado en ella para que no siguiera hablando — Venga, cuéntame.
Chiara terminó de comer antes de hablar — Prométeme que vas a dejar que te lo cuente todo, y que no te vas a cabrear.
— Dios mío — Violeta la miró — ¿Ahora qué? ¿Te has acostado con mi prima o algo?
— ¡No! Bueno, no creo. ¿Tu prima vive en Menorca?
— No.
— Pues entonces no.
Violeta rodó los ojos, tumbándose contra la almohada — No me voy a enfadar. Ahora dímelo.
— He visto a Roberto con otra chica, en el super.
— ¿Roberto? ¿El futuro marido de mi hermana?
— Ese mismo.
— Kiki, ¿estás segura de que era él?
— Sí — Chiara le entregó su móvil — Mira, si hasta hice una foto.
— A ver — Violeta desbloqueó el móvil y miró las fotos. Su galería estaba llena de fotos que había hecho a las hojas de sus composiciones, y de Violeta, el día que habían ido a conocer Motril junto con sus padres.
— ¿Ves? Estoy segura de que es él.
Violeta fue a la última foto y cuando la vio, rodó los ojos — Solo se ve tu papada, Kiki.
— ¿Eh? — agarró el móvil y vio una foto donde no salía muy bien perjudicada — Mierda. Tenía la cámara frontal puesta.
Violeta se rio, dejando la tarrina de helado en la mesita — Amor — dijo, intentando tomarse el asunto en serio — ¿Estás segura?
— Que sí — Chiara dijo, mirando sus labios. Elevó su mano y con su pulgar recogió un rastro de helado que había en su labio inferior con su dedo — Te has manchado.
Violeta agarró la mano de Chiara por la muñeca, y llevó su pulgar a su boca, limpiando el rastro de helado que había ahí.
— Hala, limpio.
— Jesus Christ — Chiara susurró — No vuelvas a hacer eso o no soy responsable de mis actos.
— Kiki, seriedad.
— Pues no me chupes el dedo. Ya te he dicho que soy una mujer débil.
— ¿Qué has visto exactamente?
— A Roberto, sin barba, con una chica rubia bastante mona.
— ¿Cómo que mona?
— Eres tú la que me ha pedido detalles.
Violeta frunció el ceño — Esos detalles sobran.
— Perdón.
— Y ha besado a esa chica, ¿cierto?
— Sí. En los labios. Y se reían.
— Santo cielo — Violeta cogió el helado de nuevo y siguió comiendo — Menuda movida.
— Tienes el mismo copying mechanism que tu hermana.
— ¿Eh?
— Comes cuando estás estresada.
— Comer me relaja.
Chiara la miró, y después respiró hondo — ¿Qué podemos hacer?
— Tenemos que investigar más — Violeta dijo — Necesitamos pruebas. No le podemos decir nada a Tana sin pruebas sólidas.
— ¿No me crees? — Chiara la miró, con ojos de cordero.
Violeta pasó su brazo por los hombros de Chiara y la empujó para que descansara su cabeza en su pecho — Pues claro que te creo. No hay nadie en quién confíe más — besó su frente — Pero Tana es un poco dramática.
— Como tú.
— Cosas de familia — introdujo otra cucharada de helado en su boca — En fin, no podemos presentarnos sin nada. Está ya lo suficientemente estresada, no necesita estar agobiada. Además, si le decimos algo, se lo dirá a Roberto. Es mejor que no sospeche.
— Dios mio — Chiara dijo, sonriendo — ¿Vamos a hacer de detectives?
— En efecto — Violeta dijo — Esta tarde Tana viene a merendar. Es el momento idóneo. Nos escabullimos, y le pillamos con las manos en la masa.
— Qué romántico — Chiara dijo — Nuestra primera cita va a ser pillando a infieles.
— Dios, me está saliendo la vena periodística — dejó el helado en la mesita de noche y miró a Chiara — Me he puesto hasta cachonda con esto.
— ¿Qué? ¿E- en serio? — se puso de rodillas frente a Violeta. Parecía un niño el día de navidad, a punto de abrir sus regalos.
— Ven aquí — Violeta dijo en voz baja, agarrándola de la camiseta.
━━━ • 𖥸 • ━━━
— ¿Todo listo? — susurró Violeta, poniéndose un gorro negro en la cabeza.
— Sí.
Las dos acaban de salir de la casa de los padres de Violeta, con la excusa de que Violeta quería enseñarle a Chiara parte del casco antiguo de Motril. Habían dejado a Tana merendando junto con Susana y Juan Carlos, completamente ajena a todo lo que estaban a punto de hacer.
Llevaban ropa negra, y el móvil bien cargado en sus manos. Parecían Angustias y Magdalena en La Casa de Bernarda Alba, pero Violeta no lo mencionó.
— Vamos a la plaza — Violeta dijo, agarrando su mano — Seguro que el cabronazo está por ahí.
— Let's go.
Comenzaron a andar, y Chiara no podía parar de sonreír.
— ¿Qué te pasa? — Violeta preguntó.
— No sé. Me encanta hacer cosas contigo.
Violeta la miró, dedicándole una sonrisa. Sus hoyuelos hicieron que Chiara sonriera también — A mí también me encanta hacer cosas conmigo.
— Te tengo que enseñar a tocar la guitarra — Chiara dijo, moviendo sus manos entrelazadas — Seguro que te encanta. Es muy relajante.
— Tocaba el clarinete de pequeña.
— Eso explica esos pulgares tan raros que tienes.
— ¿Perdona? — Violeta se miró la mano mientras Chiara reía.
— Te estaba vacilando — Chiara elevó la mano de Violeta y dejó un beso en su palma — Tus manos me parecen perfectas.
— Ya, claro — Violeta dijo, mirándole con los ojos entrecerrados — Eso solo lo dices por lo de anoche.
— Y lo de esta mañana también — Chiara sonrió — Pero obviando eso, de verdad que me pareces perfecta.
— Aduladora — Violeta paró en seco cuando vio que ya estaban en la plaza — Corre, corre. Al arbusto.
— ¿De verdad quieres hacer el amor aquí?
— No, imbécil — Violeta se tiró al arbusto y empujó a Chiara de la mano, haciendo que cayera encima de ella.
— ¿Seguro? Porque esto es bastante sugerente.
Violeta puso una mano sobre la boca de Chiara, y la mandó callar — Ya estamos en la plaza. Tenemos que pasar desapercibidas.
— ¿Y tu plan es tirarte sobre un arbusto?
— He entrado en pánico, ¿vale? — Violeta se arrodilló, y asomó la cabeza por encima del arbusto — ¡Mira, mira!
Chiara se puso de rodillas a su lado y soltó un grito ahogado — Oh my god. ¡Es él, es él!
— Lo sé, lo sé — Violeta sacó corriendo su móvil.
— Mira, Vivi — Chiara la zarandeó del brazo — La rubia mona.
— Me cago todos tus antepasados — Violeta dijo — Como vuelvas a llamarla mona te mato.
— Cámara — Chiara susurró — Se están acercando. Corre, graba.
— Ya lo estaba haciendo. Si no estuvieras haciéndole ojitos a la rubia, lo habrías visto.
Chiara la abrazó por la cintura — Yo solo te hago ojitos a mi — besó su mejilla.
— Para, que me mueves. Necesito un plano estable.
— Hija, ni que fuera para un reportaje.
— Tana necesita ver todo en buena calidad — Violeta hizo zoom, enfocando en primer plano a Roberto — ¡Hijo de puta! La ha besado — Violeta golpeó el hombro de Chiara — Será cabronazo.
— Mi brazo no tiene la culpa — se quejó Chiara, frotando la zona agredida.
— Menudo sinvergüenza.
— En medio de toda la plaza, además — Chiara negó con la cabeza — Hombre tenía que ser.
— La ha vuelto a besar — Violeta dijo — Ya está. Le voy a matar.
Violeta hizo el amago de levantarse, pero Chiara la detuvo — No. Deja que Tana haga los honores.
— Cabronazo — Violeta tomó un par de fotos de los dos yendo de la mano hacia un coche — Hijo de madre alcohólica. Este no sale vivo de Motril.
— Verás cuando le pille la abuela Carmen.
— Y mi padre.
— Tu padre es un buenazo — Chiara dijo, recordando cómo su suegro la había tratado desde que se conocieron.
— Sí, contigo, porque haces feliz a una de sus hijas — Violeta rodó los ojos — Pero si le haces daño...
— Por suerte, nunca voy a estar en su lado malo. Soy su nuera favorita — Chiara sonrió con arrogancia — Roberto en cambio va a estar en su lista negra en poco tiempo.
— Veamos lo que conseguido grabar — Violeta miró varias fotos antes de asentir — Es material suficiente — aplaudió, y se lanzó a los brazos de Chiara — Dios, cómo ha molado. Me siento reportera de guerra.
— Estaba de los nervios — Chiara dijo — Pensaba que nos pillaban.
— Perdona, soy periodista — Violeta dijo, mirando en su teléfono las fotos de nuevo — Sé muy bien cómo esconderme. Esto es un empleo de riesgo.
— ¿En serio?
— Sí — Violeta hizo zoom al video, donde se veía con claridad el beso — Un día estaba cubriendo las rebajas de Enero y una señora me pegó con un bolso.
— Pobrecita — Chiara hizo un puchero.
— ¿Violeta? — la pelirroja se giró — Eres tú. Ya decía yo que me sonaba de algo esa pelirroja.
— Roberto — Violeta dijo, alejándose de Chiara — ¿Qué tal, cuñado?
— Bien — sonrió, llevándose las manos a los bolsillos — ¿Qué haces en un arbusto?
— Eh... Bueno, es una historia graciosa.