Cachorrito Perdido - ABDL

BabyLovely_05

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15 años habían pasado desde aquel trágico día donde se les había sido arrebatada la felicidad, 15 años en don... Еще

Prologo
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Personajes
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Explicación (mi mundo omegaverse)
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Personajes pt2
Familias
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(ANUNCIO IMPORTANTE + moodboards)
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El comienzo de una historia (especial 1/?)
Dos almas destinadas a estar juntas (2/?)
Nuestro pequeño Sol (3/3)
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Y los años pasan volando... Pero sin ti (memorias)
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ANUNCIO IMPORTANTE
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Mi razón de ser (Especial día de las madres)
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Preguntas y respuestas
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Happy birthday Elio!¡ (Especial)
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Familia Fox-Beaumont
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Pov narrador omnisciente.

Las memorias son fotografías impregnadas en el alma.

O al menos, eso es lo que Ian Kingston piensa.

Cuando eligió estudiar arte, no lo hizo solo porque era bueno en aquella área, sino porque eso le apasionaba, sentir entre sus dedos un pincel y ser el creador de una próxima obra maestra, lograr tatuar en un lienzo un momento memorable, una risa, una sonrisa o incluso la felicidad misma.

Existen tantas maneras de hacer arte, que, hasta la mera existencia humana, lo es.

El Omega frunció sus labios como símbolo de concentración, se encontraba en su oficina, o más bien, uno de los tantos salones de arte que tenía, justo en el tercer piso de todo el castillo.

Ian parpadeo unas cuantas veces, alzando su mirada al ver cómo el bonito reloj que tenía en la pared, sonaba, dando a entender que ya era media noche.

importándole poco, el castaño siguió con su trabajo, hacía varias horas que había ido a acostar a su pequeño, e inclusive Bastián y él fueron a dormir también, solo que, en medio de la noche, el sueño se esfumó de todo su cuerpo como por arte de magia, y él, sabía que significaba eso.

Un nuevo arranque de inspiración había tomado presencia a eso de las once y diez de la noche, así que sin poder ignorarlo, Ian abandonó la cama, tratando de ser lo más silencioso posible para así no despertar a sus dos amores.

Ian colocó con cuidado su almohada cerca de Bastián, no queriendo que su esposo se levantará.

Se mantuvo un momento en silencio, observando cuando Bastián soltó un quejido entre sueños, antes de calmarse al sentir su olor de vainilla y coco cerca.

El Omega celebró mentalmente, su alfa realmente se encontraba cansado, ha tenido tantas juntas y papeleo durante toda la semana, que lo ha dejado agotado por lo que lo menos que quería en ese momento, era interrumpir su tan merecido y reparador sueño.

El ojiverde los arrullo en voz baja con una sonrisa llena de ternura, luego de que por inercia o propio instinto paternal, Bastián, aún dormido, acurrucara más de cerca a Elio sobre su pecho, causando que el bebé soltara un suspiro entre sueños, levantando sus orejitas por un instante moviéndolas de arriba hacia abajo.

Saliendo de su habitación, Ian se dirigió a su oficina, un bonito salón espacioso apartado en el tercer piso.

Era luminoso, las paredes se encontraban pintadas por distintos dibujos hechos por el propio omega, contrastando con las tonalidades cálidas que habia utilizado.

Habían distintas mesas llenas de botes, envases de pinturas, planos, colores, lápices y todo lo que un artista necesitaría, al igual que una que otra cosa que  se encontraba regada por el piso, tal, como lo estaría el típico espacio de un pintor.

Varios de sus cuadros estaban colgados en las paredes, algunas hojas con algún retrato sin terminar estaban amontonadas en unos estantes, mientras que  pinturas en lienzos a medio hacer estaban a un lado, terminándose de secar y esperando ser finalizados por el castaño.

Algo apartado, habia una bonita mesa de oficina con su respectiva silla, una computadora de mesa y un sin fin de papeleo a un lado, pero estando eso, no se podía dejar de lado una bonita fotografía de un bebé recién nacido, justo en medio de su escritorio.

Por ese pequeño espacio, habia un cómodo nido hecho por el omega, lleno de almohadas, sábanas, ropa de su alfa, de él e inclusive la misma ropa de Elio de cuando era un poco más pequeño, junto con un bonito peluche de oso, juguete que Bastian le habia regalado el mismo día del nacimiento de Eli, y que mantenía por aquel gran valor sentimental, además que conservaba un fuerte olor de su pequeño entremezclado con el suyo. 

Ian aspiró con tranquilidad aquel aroma impregnado en su oficina, que le pegó a su nariz una vez que abrió la puerta.

Kian movió sus orejitas gustoso, todo el lugar mantenía su aroma de coco y vainilla combinado con el olor a pintura y aromatizante. La frescura impregnada en la habitación era tanta, que inclusive en la noche, aquel aura tan natural no desaparecía.

Ian cerró con cuidado la puerta luego de encender los paneles led que estaban pegados en el techo, moviéndose por toda la habitación con sus pies descalzos. La noche era algo fría, pero dentro de aquella habitación, de alguna u otra forma, para él, todo se sentía cálido.

Sin esperar mucho, el omega solo le hizo caso a sus instintos, sacando un lienzo mediano de uno de sus armarios, colocándolo en uno de sus caballetes y rodando un taburete de madera, tomando asiento en el.

Con uno de sus lápices, Ian comenzó a hacer distintas figuras, dándole inicio a un nuevo boceto.

Gris, azul, morado y negro, eran los colores que él mismo habia elegido, ya imaginándose el bonito contraste que aquella acuarelas harían en su próximo proyecto.

La luz de la luna, pegaba directamente hacia las tres ventanas del salón, brindándole una bonita iluminación e inspiración.

El omega estuvo tan inmerso en su trabajo, que paró sus pinceladas de manera abrupta, luego que sus orejas se levantarán luego de escuchar un ruido a lo lejos.

El instinto de supervivencia le suele ser irónico, dado que ellos, como lobos, la mayoría de las veces son los depredadores, y solo por tener una parte humana y lógica, no significa que dejes de ser eso, animales que son capaces de arrancarte la garganta de un mordisco. 

Con cuidado, Ian se levantó de su asiento, frunciendo levemente sus ojos, el omega olisqueó su alrededor, sabiendo que podía oler lo que sea asi este a metros de él.

habia algo anormal, era medianoche y se supone que todo el personal, a excepción de los guardias, deben de estar descansando en sus habitaciones, e Ian estaba completamente seguro que uno de sus soldados no haría la imprudencia de generar ruido a altas horas de la noche, siendo completamente diferente, si es que era algo muy importante.

¿Bastián se habra levantado?.

Ian se hizo esa pregunta en su mente, dirigiéndose hacia la puerta para salir de su oficina.

El ojiverde negó casi al instante, si hubiera sido así, Bastián lo hubiera reprendido por medio de su lazo al haberse salido de la habitación a altas horas de la noche, luego, probablemente saldría a buscarlo.

Lo sabía, ya que no era la primera vez que lo hacía. Ian tenía una maña por pintar cuadros de madrugada, costumbre que no le agradaba del todo al alfa.

—¿Elio?— Ian murmuró el nombre de su cachorro con duda, él era la otra personita con posibilidad de levantarse de madrugada a hacer ruido, o más bien, la única persona que lo haría dentro del castillo

Lo que no tenía sentido, era cómo pudo haber hecho ese cachorro para salir de la habitación, con un pasillo lleno de guardias y a un padre alfa abrazándolo como si su vida dependiera de ello.

Ian suspiró, saliendo de su estudio, solo para confirmar si sus sospechas eran ciertas o no.

El instinto de madre no falla

Fue lo único en lo que pudo pensar, luego de bajar las escaleras, escondiéndose en uno de los pasillos y finalmente ver a su cachorrito deambular por ellos.

Ian recargo parte de su cuerpo en la pared, sin hacer el más mínimo ruido, observando a su cachorro, se dio cuenta que Elio estaba en su propia burbuja, arrastrando su mantita de estrellas junto con coco, el pequeño rozaba con sus dedos las blancas paredes del castillo, tocando con suavidad las grandes cortinas y admirando de vez en cuando jarrones y distintos cuadros pegados, la mayoría, siendo hechos por Ian.

El omega sonrió con suavidad, sintiendo su pecho encogerse y la nostalgia embriagándolo desde lo más profundo de su ser cuando vio con cariño como Elio quedaba frente a una habitación diferente a las demás, siendo la puerta de un color azul claro, con lunas y estrellas pegadas alrededor, teniendo como cereza del pastel, el nombre de Elio en un cartel blanco hecho en letra cursiva.

Aquel cuarto estaba solo un pasillo alejado de su habitación, Elio nunca habia pasado por aquel corredor, que, siempre le habia dado curiosidad ya que parecía estar abandonado, y nunca, lo habían dejado caminar por ahí, era sorprendente, dado que a diferencia de otros pasillos, este no tenía ningún guardia custodiándolo.

Estaba...solo y oscuro, casi como una película de terror sino fuera por una pequeña lucecita que estaba casi al final del corredor. 

El asombro era palpable en el rostro de Elio, pero más que eso, era el mismo sentimiento de curiosidad que brillaba en sus ojos.

La habitación estaba completamente cerrada, por lo que no fue sorpresa cuando Elio, en un intento vago de abrirla, la manija quedara trabada.

—Tu padre tiene la llave —Elio pego un pequeño brinquito al escuchar su voz, pero rapidamente, subio sus orejitas de arriba hacia abajo al verlo.

A diferencia de su parte humana, Milo habia sentido a su padre omega desde hace unos minutos, el lobito intento decírselo a Elio, solo para ser ignorado dado que aquel little, estaba más en su mundo que en el real.

—Mamá —Elio se acercó a él, abrazando de cerca a coco. Estaba en su big space, eso era claro, pero aquellos ojos brillosos y voz suave, le hacían dar de cuenta a Ian, que dentro, se encontraba su lado pequeño esperando salir.

La voz de Elio era suave, en ese instante, escuchándose algo perezosa, incluso antes de volver con sus padres, era distinta a la de los chicos de su edad. Su tono era algo delicado, y en algunos puntos jocosos, pero destilaba una dulzura que solo supo intensificarse cuando dejo salir a Milo. Así que, siendo o no grande, Eli mantenía un tono de voz hermoso e inclusive inocente.

—¿Qué haces despierto a esta hora, mon soleil?—Ian le preguntó una vez que lo tuvo entre sus brazos, casi tomándolo por sorpresa, cuando, en vez de recibir un cálido abrazo como era costumbre con el Elio grande, tuviera a un pequeño monito que intento enrollar sus piernas en su cadera.

Casi sonriendo y cumpliendo sus deseos, Ian lo cargo con la misma suavidad que siempre era dirigida hacia el. Rebotándolo en sus brazos, el mayor dejó que el cachorro se colara en su cuello, sintiéndolo aspirar su olor y restregar su carita en la abertura de su hombro y cuello.

—Sentí a papi despertarse, me hice el dormido, lo escuche quejarse y diciendo que iba a buscarte— Elio explicó con su voz amortiguada dado que aun no salía de su escondite— espere a que saliera y tambien decidi explorar.

—Explorar tiene sus momentos Eli—Ian le recordó, luego de quedarse un momento callado, maldiciendo en su mente a su marido y a su sobreprotección por él— la noche es para descansar, no para deambular por los pasillos.

—¿Entonces por qué no estabas durmiendo con nosotros, mami?.

—Mami salio un momentito a hacer algo, amor, pero ya volvía —Ian le respondió con cuidado, dando media vuelta dispuesto a regresar a su habitación, no queriendo pasar de nuevo por aquel pasillo— llamemos a papi y regresemos a la cama.

Por supuesto, los planes de Elio no eran los mismos que  los de su madre.

—Mamá...—Ian paró su caminar, ya sabiendo a lo que se atenía y hacia dónde se dirigía su hijo con sus próximas palabras— esa habitación...

—Esa habitación es del pasado, mi niño —Ian intentó darle una sonrisa, que salió más como una mueca.

Elio frunció su ceño, sintiendo una de las punzadas de dolor que su mami tenía en ese instante.

—Pero la puerta decía mi nombre —Elio insistió, moviendo sus piernas pidiéndole a su madre que lo dejara en el piso de manera silenciosa

—Era tu antiguo cuarto, Elio —Ian le respondió, casi en un murmuro, pero el cachorro habia escuchado perfectamente.

Elio no dijo palabra alguna, soltando un suave suspiro, luego de ver el rostro de su mami. Se hizo una idea de todo con tan solo aquellas palabras de su madre, era obvio y realmente no habia necesidad de volver a preguntar, luego de saber casi toda la historia completa.

—Hace años que ni tu papi o yo entramos a ese cuarto—Ian le dio una leve sonrisa, intentando tapar el vago sentimiento feo colado en su pecho—son cosas del pasado amor...

Elio relamió sus labios, mirando con inseguridad a su mami. No le gustaba ver a su mami triste, pero tampoco podía ignorar aquella palpable curiosidad que sentía.

—¿No...no podemos entrar, mamá?.

Elio sintió el cuerpo de su padre omega tensarse, no quería ver su rostro, dándose una vaga idea de la posible mueca que él estaba haciendo.

Cuando pensaba que la respuesta iba a ser negativa, escuchó a su mami suspirar

—Creo que todavía tengo una copia de esa llave.

Elio alzó su mirada, casi sonriente al escuchar la respuesta de su mami.

—Iremos —Ian le sonrió, y antes de que dijera algo. El omega le dio un pequeño beso en su nariz— solo si prometes que después de esto, irás sin rechistar a la cama.

Elio soltó un puchero, bueno, al final, no todo puede ser color de rosa.

—Lo prometo, mami.

Los ojitos de Elio se abrieron junto con su boquita, sus orejitas moviéndose emocionado, el poco sueño que tenía yéndose de su cuerpo luego de que mamá, lo llevará al tercer piso de los otros cuatro faltantes del castillo.

Nunca habia pasado del segundo piso, asi que era un nuevo record y travesia para él estar en el tercero.

—No toques nada, amor— Ian le indicó, dejándolo en el suelo luego de abrir la puerta de su estudio.

—Wow...—Elio admiró todo el estudio de arte, que, podría apostar a que era más grande que la oficina de su papá— mami...¿aqui haces tus dibujos?.

—Si, cachorro—Ian le respondió con tranquilidad—¿quieres mañana venir a pintar conmigo aquí?.

Ian sonrió al ver los ojitos de su hijo brillar, asegurándose mentalmente de que, haría lo que fuera por verlo así siempre.

—¡Si! —Elio dio un brinquito emocionado—¡quiero pintar con mami!.

—Podemos invitar también a papi —Ian le ofreció, pensando que con eso, Bastián lo perdonaría por salir de la cama tan de noche.

Bastian ya lo habia vinculado por su lazo, dándole el regaño de su vida, así que, para callarlo, tuvo que explicarle lo que pasó. 

El alfa se mantuvo inseguro, negó cuando Ian le dijo si quería ir a aquella habitación con ellos, alegando que compartieran ese espacio juntos.

El omega tarareo, sintiendo a Elio abrazándolo detrás de él, mientras buscaba aquella llave en su escritorio .

—¿Ese soy yo, mami?— Elio preguntó casi en un susurro, observando toda la oficina hasta dar con la fotografía del bebé recién nacido al lado de la computadora.

Ian la observo por un momento, y sonriendo levemente, asintió.

—Esa foto la tomamos el primer dia que llegaste a casita, mon soleil—Ian le explicó con suavidad, todavía rebuscando entre los cajones

Bajo la mirada curiosa de Elio, Ian siguió buscando, hasta que, encontró una pequeña llave en lo más profundo del último cajón del escritorio.

—Es esta —Ian la tomo. Era una llave diferente a las otras, dado que esta, tenia una bonita forma de corazon arriba, junto con la E cursiva escrita en ella.

—Ven, cariño—Ian musitó, tomándolo de la manita, muriendo de ternura al ver como Elio seguía arrastrando su mantita peludita por el piso.

Se hizo una nota mental de mandar a lavar esa manta, aunque sería difícil, dado que era la mantita de apego de Eli, junto con Coco.

Ian trago algo de saliva, el omega sintió a su lobo aullar con algo de tristeza, luego de que Kian viera hacia dónde se dirigían. Aquel lobo se hizo chiquito en su lugar, y por un instante, Ian también quiso hacerlo.

Pero no podía, Ian se llenó de fuerzas mirando a su cachorro, ahora, a su lado, mientras lo seguía con aquellos ojitos turquesas que amo una vez que los vio por primera vez y que desde entonces, se habían vuelto su color favorito.

Ya era tiempo, Ian lo sabia, era tiempo para saber que este día llegaría, no estaba preparado, pero tenía que hacerle frente.

Tania que replantear a aquel doloroso pasado y recuerdos que una vez quiso enterrar vagamente, pero no podía porque su corazón ni su mente se encontraban en paz.

Tenía que cortar las cosas de raíz para iniciar desde cero, y solo lo haría cruzando aquella puerta,donde, recuerdos de memorias felices y tristes se albergaban en esas cuatro paredes que, en un pasado no se dignó a volver a entrar, por miedo a volverse un hoyo vacío en esa habitación solitaria, que anteriormente, solo estaba llena de amor, felicidad y luz que fue arrebatada de la nada.

El suave crujir de la puerta erizo los pelos de Ian, quien, por un instante, dejó de respirar al volver abrir aquella recámara luego de 13 años.

El omega se hizo a un lado, permitiéndole el paso a Elio primero solo para seguirlo después.

Ian dudo, mirando el piso todavía afelpado de aquel cuarto, cerrando sus ojos con fuerza, Ian entró al cuarto, sintiendo que el mundo se le venía encima al ser su mente la que retrocedía años atrás, volviendo a los bonitos momentos de cuando dormía a Elio en su mecedora, cuando le cantaba o simplemente lo veía dormir  sus siestas, teniendo la certeza, de que al día siguiente, seguirían con aquella misma rutina.

La tristeza lo abunda al saber que no volvio a ser asi.

Millones de imágenes llegaron y golpearon a Ian con fuerza, quien, no pudo evitar que sus ojos se cristalizarán.

Ian sonrió suavemente, observando nuevamente aquella vieja habitación, la melancolía y nostalgia arropandolo como una tercia manta por todo su cuerpo.

—habia un proyecto para derribar la pared— Ian murmuró con cautela, sintiendo su voz romperse un poco, luego de que sus dedos temblorosos, rozaran la bonita pared blanca llena de dibujitos infantiles—haríamos un pasaje que conectara con nuestro cuarto, seria más fácil acudir si nos necesitabas...

El omega habló con suavidad, la nostalgia presente en cada palabra que decía, sus ojos volvieron a tomar un brillo único en sus ojos, luego de recordar todos aquellos planes que una vez tuvo en mente, y que tristemente, no se pudieron cumplir.

Ian lo recuerda, él fue quien se encargó de decorar toda la habitación, y quien la pintó hasta que su vientre de cinco meses no se lo permitió. 

Elio volteo su cabeza, el cachorro se habia mantenido callado, observando con cuidado todo a su alrededor.

¿aquí dormí yo?.

se preguntó mentalmente al ver la bonita cuna de madera, era hermosa, estaba pintada de blanco, un bonito protector de tela la rodeaba, junto con un móvil de animalitos que parecía ya no servir. Justo en la pared detrás de ella, habia un bonito marco con su nombre escrito en al junto con una luna a un costado, parecía que tenía luces, pero por lo que veía, ya ni siquiera prendían.

Dentro de ella estaba una sábana blanca lisa, junto con almohadas en forma de estrellas y peluches de animalitos. Aquella cuna tenía un protector en los barrotes.

Se veía tan impecable, lisa y con solo una pequeña capa de polvo, pero de lo demás, se encontraba en perfecto estado.

Habían dos estantes de color verde pastel, lleno de distintos juguetes de bebes, peluches y cuentos infantiles, cada cosa, rodeada de una fina capa de polvo que demostraba el pasar de los años y desuso de ellos.

habia una bonita alfombra peludita blanca y en el medio, un dibujo de un arcoiris, junto con un pequeño tobogán de plástico, alrededor, habían distintos peluches regados, como si alguien hubiera jugado con ellos y los haya dejado ahí abandonados.

Al frente de la cuna habia un sillón blanco, lleno de polvo y pelusas, justo a su lado, una bonita mesa redonda de madera, con una lámpara de un conejito y varios bloques de juguete amontonados a su lado.

habia un pequeño candelabro en el techo, cuando Elio alzó su cabeza, se percató que arriba inclusive pintaron unas estrellas, dando la percepción que cada que mirabas, habia un bonito cielo estrellado iluminándote. 

Elio se paseó por la habitación, algo abrumado por todo lo que veía, sus piernas incluso temblaban, y su pecho se apretó por un instante. Sonrió vagamente, luego de escuchar a Milo aullar emocionado, moviendo su colita hacia los lados.

A pesar de ser pequeño, Milo recordaba con algunos detalles el cálido lugar donde estuvo la primera temporada de su recién nacida vida.

Elio si no recordaba absolutamente nada, ¿cómo lo haría?, pero por un instante, un tipo de sentimiento inexplicable llegó y llenó su pecho de calidez, luego de ver al lado de la cuna, un bonito nido lleno de sábanas peluditas y peluches, su lobo ronroneo, sabiendo lo suave que era a pesar de que solo lo habia visto.

Sus ojos viajaron hacia el gran closet que estaba pegado a un lado de otra puerta, que suponía, que era su antiguo baño.

El armario también estaba pintado, lleno de estrellas y caritas felices por todos lados, conectado a el, habia un cambiador con su propio estante. Elio se sorprendió cuando vio que pañales, talcos y aceites viejos todavía se encontraban ahí.

No habían botado nada.

Elio llegó a esa simple conclusión, luego de abrir el armario y verlo todavía lleno de ropa...su ropa de cuando era más pequeño.

—No queríamos botar nada —Ian le contestó con suavidad, luego de ver su rostro sorprendido

El omega sonrió con nostalgia, abrazándose así mismo viendo toda la habitación.

—Queríamos que cuando regresaras...—Ian relamió sus labios, sus ojos cristalizándose una vez más— todo estuviera tal cual como lo dejaste.

El castaño rozo con uno de sus dedos los barrotes de la cuna, Elio se quedó callado, sin saber qué decir ante aquella triste revelación.

¿Qué se supone que debería decir?.

Aunque de todos modos, las palabras sobraban cuando tus acciones demuestran más de lo que deberían.

Elio, casi dudando, se acercó a su mamá, y casi sin medir sus acciones, se abalanzó hacia él, rodeando sus brazos en su cuello, colocándose de puntillas dado que Ian era varios centímetros más alto que él .

El cachorro lo abrazó con fuerza, solo haciéndole caso a sus instintos que añoraban el cálido tacto de su madre en su piel, aquel  calor maternal que recibía a diario.

Suspiro casi sin fuerzas, de nuevo, aspirando el calmante olor que su mami destilaba, bañandolo con sus suaves feromonas y arrullándolo con su amor.

—Te amo, Eli —Elio solo apretó su agarre con fuerza al escuchar sus palabras, el cachorro se acomodó en su hombro, cerrando sus ojitos por unos cuantos segundos.

No podía responder, de un minuto a otro su boca ni su mente maquinaba, asi que lo único que hizo fue acurrucarse más en los brazos de su madre, creyendo que con eso daría respuesta a lo dicho por él, mostrando el mismo apego y cariño que su padre omega sentía por él.

—Lo lamento...—Las palabras salieron de la boca de Elio de la nada, casi amortiguadas por su aplastante agarre en el cuerpo del mayor—yo...no quería dejarte, mami, ni a ti, ni a papá...tampoco quería dejar a coco, a mis abuelos, a Kyson...a mis tíos...no quería dejarlos..

Las palabras de Elio fueron cortadas cuando Ian lo alejó. El rostro del omega entre lo dolido y sorprendido por sus palabras.

—Cariño —Elio suspiró ante el suave tacto que su madre le dio cuando acunó su rostro entre sus manos, estaban algo frías, pero de alguna u otra forma, se siguió sintiendo reconfortante— nunca vuelvas a pedir perdón —las palabras de Ian fueron firmes, aún cuando su rostro se notaba algo destrozado— nunca te lamentes por algo de lo que no tenías control, créeme, que tú eres el menos culpable de todo esto, ¿de acuerdo?.

Elio mordió sus labios, sintiendo las ganas de llorar formándose a mitad de su garganta, por lo que, conociéndose, volvio a enterrar su rostro esta vez en su pecho, pensando así que ante aquel maternal tacto que Ian le daba, todo feo sentimiento se iría.

Y es que siempre era así, su mami y su papi tenian un no se que, que hacia que todo lo feo se convirtiera en bonito, con una palabra mimosa, una sonrisa, un beso o abrazos, esas pequeñas acciones eran como una curita para el corazón de Elio.

Elio no se inmuto cuando su madre lo cargó, sino que más bien, se acomodo en sus brazos rodeando sus piernas en su cadera, sintiendo el suave rebote y arrullo que le daba.

Sintiéndolo moverse, Elio abrió sus ojos, quedándose callado cuando su mami se sentó con él en sus piernas en aquel nido abandonado.

—Tenía que hacer esto desde hace tiempo—Elio conectó su mirada con la del mayor, viéndolo observar todo el panorama del cuarto desde el nido. Ian acunó a Elio en su pecho, haciendo pequeños piojitos en su cabello.

—Tenemos que comenzar de nuevo—Ian y Elio alzaron su mirada al escuchar una tercera voz.

Bastián ahora estaba de pie, apareciendo y dejando descansar parte de su cuerpo en el marco de la puerta.

El alfa hizo una mueca, como si dudara en entrar al cuarto, Elio pudo observar como en un segundo, el rostro de su papi se transformaba en uno afligido, nostálgico y triste, tal como al principio fue el semblante de su mami.

—Los tres, como familia —Ian complemento la idea de su esposo, como si le hubiera leído la mente, el omega se digno a sonreirle, haciéndole un espacio en aquel frío nido que necesitaba algo de calor.

Bastián camino hacia ellos, observando con cuidado cada parte de la infantil habitación, y por un segundo, Elio noto como una fina capa de lágrimas surcaban los ojos turquesas de su padre alfa.

—Creo que es un buen momento para hablar —Elio sonrió algo divertido, queriendo borrar algo de la nube gris que sabía que atormentaba la mente de sus papis—dicen que de madrugada nos volvemos más sinceros...

—¿Eso crees?— Bastian alzó una de sus cejas, casi temblando al volver a entrar a aquel nido olvidado desde hace trece años.

El alfa acomodo a su pequeña familia entre sus protectores brazos, con uno de ellos, abrazaba a Ian, quien se acomodó en su hombro, y con el otro, abrazaba a Elio, que parecía casi estar aplastado entre ambos mayores, pero al cachorro no le molestaba, más bien, se sentía feliz al estar en aquella posición con sus papis, aún  cuando el trasfondo de todo no era del todo alegre

El cachorro, aun, con su mentecita intacta, considero que esto sería bueno.

Y es que estaba en duda, después de todo, vivía y tenía confianza con sus padres, pero sentía que faltaba algo.

Los tres tenían que hablar, desahogarse y expresar lo que sentían como la familia que son.

Tal vez Elio no sabía explicarlo, pero los dos mayores supieron enseguida lo que quería y lo que realmente se ameritaba en ese instante.

Era algo necesario, como familia, tenían que estar juntos, y aprender a sobrellevar las cosas unidos.

Tenían que soltar el pasado a la par, para construir un mejor futuro.

Ian lo supo enseguida, entrar en aquel cuarto lo hizo pensar y recapacitar en minutos, y sabía que era momento de colocar las cartas en la mesa, tenía que soltar y dejar descansar aquel dolor para que su corazón comenzará a sanar, necesitaba estar tranquilo, y tal vez, hacer esto, era lo que se necesitaba, la cura perfecta para continuar con su vida, y dejar aquel peso que cargaba en sus hombros desde hace años.

Al abrir aquella puerta, tenía que dejar todo lo que se estuvo guardando años, y cuando la volvieran a cerrar, todo sería un nuevo comienzo.

—Cuando era...más pequeño—Elio tomó la palabra, el cachorro se reacomodo entre los brazos de sus papis. Siendo el que comenzaría aquella conversación — era algo extraño...digo, todo era diferente comparándolo con el ahora.

Soltó una pequeña risa, que contagió sonrisas en sus padres, quienes, mirándolo, lo impulsaron a seguir hablando.

—Jackson y Eleonor no eran los mejores padres—el pequeño relamió sus labios, sintiendo sus manos temblar.

Ian y Bastián notaron eso, por lo que, con cuidado, cada uno tomó una de sus manos, entrelazándola con la suya.

Elio sonrió ante el gesto, aquella pequeña acción, fue lo único que necesitaba para encontrar algo de valentía para hablar.

—Siempre...siempre fuimos una familia algo conservadora, ¿saben?—Elio los miro a ambos, sintiendo sus ojos picar—no podía quejarme, era lo único que conocía...Jackson, él era contador y Eleonor se quedaba en casa cuidándonos, hacia los demás solo éramos una familia normal y unida, tal vez no estaban del todo en lo correcto, pero, ¿que podían hacer?.

Elio soltó un suspiro tembloroso, llenándose de valentía para contar su pasado. Era algo duro, nunca habia hecho nada parecido, ni siquiera con Casandra

Con su hermana nunca tocó el tema, ni ella lo hizo con él, simplemente guardaron esas malas memorias en lo profundo de su alma, no queriendo desenterrarlas.

Pero aquí estaba él, haciendo lo que pensó que nunca haría.

—No me quejo...cuando era pequeño, supongo que no habia algo anormal, digo, siempre hubo un vacío, pero nunca supe de qué se trataba, Eleonor y Jackson siempre estaban en su mundo, nos daban lo indispensable, y tal vez eso me abrumaba, porque ellos estaban presentes, pero al mismo tiempo estaban ausentes.

Bastian e Ian entendieron inmediatamente lo que su pequeño quiso decir.

—Nunca nos sentábamos en la mesa a comer, cada quien estaba en su mundo, supongo que eso hizo que mi relación con Cas se fortaleciera, de alguna u otra manera, inconscientemente, sabiamos que solo nos teníamos el uno al otro.

La mirada de Elio se dirigió a la ventana, tomándose un momento para continuar.

—En casa todo se resolvía con gritos y con golpes, cuando hacíamos algo mal, primero nos gritaban o pegaban, lo que sucediera primero, para luego, ser ignorados hasta que a esos dos se les pasara el enojo —Elio paso saliva, sintiendo el agarre cálido de sus padres sobre él— no lo veía mal, quiero decir, no conocía otra forma de resolver problemas, así que supongo que me acostumbre a eso.

—Ellos dos tenían sus problemas, y quiero pensar que ellos nos querían, a su manera, pero nos querían —Elio sonrió vagamente, su pecho apretujándose fuertemente, sabiendo que lo que decía eran sólo palabras vacías, ilusiones falsas que por mucho tiempo se obligó a creer— quiero decir, nos daban todo lo que podían, materialmente hablando, nunca sufrimos de hambre o de un buen techo donde vivir, pero la frialdad en casa sobraba...así que es un dilema con el que siempre he vivido.

—No todo es material, cariño—Bastián lo interrumpió con suavidad, no queriendo que su hijo tuviera ideas erróneas— no creas que estás en deuda con ellos solo por darte una casa, porque de nada sirve eso cuando, aquello solo es un techo con cuatro paredes y no tiene la calidez de un hogar.

Elio observó a su padre con sus ojos brillosos, sonriendo levemente, Elio apretó su mano, que seguía entrelazada con la de él. 

Aquello fueron las palabras correctas, en el momento indicado.

—Era confuso, ¿saben?—Elio los miro— una veces estaban de malas, podían gritar y decirnos cosas hirientes, pero al día siguiente estaba como si nada, abrazándonos y sonriéndonos como si fuéramos una familia feliz...eso siempre me dejo dudas y me confundió...o tal vez esas mínimas muestras de cariño hacían que la esperanza de que nos quieran a Casandra y a mi siguiera viva

Inestabilidad, fue lo único que Ian y Bastián pensaron, mirando con algo de tristeza a su hijo.

Ni él, ni Casandra merecían eso. Realmente, ningún niño merecía eso, todo pequeño necesitaba una familia feliz, sin cargar con los problemas de sus padres.

—Hubo una pelea—la voz de Elio cambió drásticamente, alertando un poco a ambos mayores— no recuerdo mucho, solo se que esta discusión se salió de las manos, fue más fuerte que otras. Hubo un accidente en casa, todo se incendio, todo paso de la nada y...bueno, los bomberos no supieron dar una respuesta lógica a cómo sucedió el accidente.

Ian y Bastián asintieron, en ese momento, la respuesta no estaba vista, pero ahora, con la palabra magia accidental de por medio, todo tenía sentido.

—Ahí fue cuando todo cambió, Jackson y Eleonor cambiaron de repente, si de por si, pasaban casi todo el tiempo enojados, ahora se desquitaban con nosotros—Elio tragó saliva, su cuerpo comenzando a temblar ante la venida de feos recuerdos a su mente.

—Shhh—Ian lo abrazó con cuidado luego de que casi comenzará a hiperventilar, el omega paso su mano de arriba hacia abajo en su espalda, teniendo la intención de calmarlo— todo pasó cariño, todo pasó...estás con nosotros, todos son malos recuerdos, pero nada de eso volvera a ocurrir.

—Estamos aquí—Bastián dejo un beso en su frente—papá y mamá jamás te dejarán solo otra vez, Munchy, nunca más.

—Bueno...las cosas se pusieron muy feas —Elio seco casi con brusquedad sus próximas lágrimas— realmente no recuerdo mucho, mis recuerdos de cuando era pequeño son borrosos, se que Cas sabe mas cosas, pero supongo que no quiero saber más...

Elio suspiro temblorosamente, con cuidado, doblo su cabeza, para que su mirada quedará en la pared, no quería ver los rostros de sus padres .

A veces se sentía mal por llorar frente a las personas, y ahora, muchas veces seguia sintiendose patético por hacerlo, pero no podía controlar nada, era como un instinto nato que lo hacía querer llorar por cualquier cosa, era super sensible ahora, y no lo entendía, porque en su mente grande, solo lo hacia ver peor.

Elio relamió sus labios, sus ojos vagaron por un momento hacia la bonita cortina azul cielo que estaba en la ventana, era algo lisa y por ende permitía ver algo de la luz de la luna detrás de ella.

Tal vez eso lo reconfortó, junto con el amoroso abrazo que sus papis le daban. Sus palabras llenas de cariño lo llenaban por completo, pequeños mimos llegaban a su cara y su cabello, y Elio supo que esto sería un recuerdo que guardaría para toda su vida.

Sentia a Milo ligero, su lobito se habia acurrucado, como si estuviera feliz de que finalmente su vínculo de padres y bebé se esté forjando más de lo que estaba.

Puede que, eso era una de los mayores miedos de Ian y de Bastián, el que su hijo haga todo por instinto.

Si, aquel complot lobuno no se iría en ningún momento, mucho menos siendo un cachorro tan pequeño, pero no querían que todo se basará por el, querían que Elio estuviera libre de sentir, y no estar atado a un instinto que lo hacía actuar y ser como era.

No, no querían que eso fuera así. Y ellos se encargarían de eso.

—¿Quieres seguir hablando, cariño?—Ian le preguntó en medio del casto beso que dejó en su cabeza. Por supuesto que no obligaría a su hijo a hablar, su niño lo haría cuando estuviera completamente cómodo.

Bastián e Ian seguían teniendo sus dudas, así como probablemente Elio tenía sus preguntas sobre ellos, pero en este caso, los mayores irían al paso de su pequeño, no lo forzarían.

La confianza se gana de a poco, y era realmente un gran paso el que Elio decidiera contarles directamente su pasado, ya que, eso no lo hace todo el mundo con cualquier persona.

Eso tal vez llenaba el corazón de ambos adultos, pero nuevamente, ellos no se adelantarían. Irían a pasos pequeños, seguirán trabajando para que Elio estuviera completamente bien, con él mismo y con ellos.

—Si..—Elio asintió casi sin titubear, necesitaba quitarse todo esto de encima de una vez, no querían seguir así.

Los ojitos turquesas de Elio brillaron por un vago momento, volviendo a mirar a sus padres, el cachorro suspiro de una manera casi imperceptible.

—Fui a vivir con la tía Mary junto con Casandra—Elio sonrió suavemente al recordar a aquella gran mujer que lo cuido como si fuera un hijo— ella quería tomar nuestra custodia...la ley no se lo permitió, y cuando estaba a punto de hacerlo...ya era demasiado tarde.

La pequeña sonrisa de Elio desapareció, sus ojos no se cristalizaron, ya no sentía dolor. Habia tal vez un pequeño vacio, pero ya no sentía tristeza al recordar o pensar en la muerte de su tía, lo aceptó, y aunque por un momento dolió, sabía que ella estaba bien en donde sea que este, al igual que Athenea.

Athenea...

La garganta de Elio se secó un poco al pensar en aquella bonita pelirroja. A veces recordaba su risa, sus sonrisas y los malos chistes que le decía para que se sintiera mejor.

Ella no merecía irse, pero tenía que hacerlo. Fue lo que Elio se recalcó por mucho tiempo, taladrándose la cabeza al preguntarse diariamente por qué habia muerto

Ella era un ser bueno, por eso no podía seguir sufriendo mas, seria injusto e incluso egoísta, dolia, pero supo dejarla ir, manteniendo los bonitos recuerdos de ella, porque Nea no estaba muerta, porque las memorias que ella habia dejado permanecían vivas y florecientes en cada persona que ella conoció.

—No todo fue malo—Elio reflexionó, dejando caer su cabeza en el hombro de su madre, mientras jugueteaba con los dedos de su papi— conocí gente nueva...no me arrepiento de haberlo hecho.

lo último lo dijo casi en un murmuro, recuerdos vagos de Athenea y su madre Ruth albergando su mente, nunca volvio a saber mas sobre la madre de Athenea, se mudó meses después de la muerte de su hija adoptiva, Elio supuso que fue lo mejor, ella necesitaba un cambio de aires luego de aquella gran pérdida.

—¿La extrañas?—Bastián preguntó con cautela, refiriéndose a aquella chica pelirroja que fue cercana a su hijo alguna vez.

Elio lo miró por un segundo, una suave sonrisa posándose en sus labios.

—A veces, pero se que está bien—respondió, sin lucir triste ante el nombramiento de la chica que una vez lo hizo sentir mariposas en el estómago —ella merecía una mejor vida, y si iba a sufrir en ella, entonces eso no valía la pena.

Ante sus palabras, un fino silencio llegó de la nada, escuchando el suave sonido de la brisa nocturna, que a pesar de ser algo fría, se sentían cálidos al estar los tres juntos.

Elio analizó las miradas de sus padres, por un instante quiso reír, no supo en qué momento aquella conversación tan nostálgica se transformó en simplemente una adivinanza de miradas.

—Ella y yo no eramos novios —Elio se adelantó, como si hubiera leído sus pensamientos. Un pequeño rubor adorno sus mejillas por unos segundos.

En los 16 años humanos de vida que tenía nunca ha tenido una pareja, asi que suena algo gracioso y vergonzoso tener que aclarar distintas situaciones.

—quiero decir...supongo que sentimos algo, pero no era algo oficial, si recuerdo habernos dado un beso a escondidas, pero luego de eso, creo que nos sentimos abrumados y avergonzados, por lo que quisimos seguir siendo amigos —la sonrisa tímida en los labios de Elio hizo que Ian sonriera con ternura al igual que Bastián, que, por un lado festejaba internamente que su hijo no llegó a ese momento alborotoso de la vida

Elio intento peinar sus rulos, que parecían en ese instante más una mata de cabello enredado, aunque generalmente, siempre está así, a excepción de cuando su mami lo peina.

No lo entendía, pero pareciera que el fuera la única persona en poder controlar aquel revoltoso cabello.

Dotes maternos, fue lo que una vez pensó.

—A la próxima vez que vayan a hablar con Casandra, diganmelo a mi, ella es experta en exagerar las cosas —Ian y Bastián rieron ante la forma en que Elio hablo, sin pensar que, aquella misma risa suya, arrancaría una pequeña sonrisa en el menor.

—No creo que haya necesidad, cariño—Bastián le hizo cosquillas en su barriguita, amando el sonido de la risa de su bebé— ahora estas con nosotros.

Elio respondió haciendo un sonidito con su garganta, el little se acomodó entre los brazos de los mayores, cerrando sus ojos por un momento..

—Me sorprendí con todo esto—Elio hablo con algo de vagueza, aun sin abrir sus ojos. Sin saber por qué, el pelinegro menor supo que tenía toda la atención de sus padres puesta en él— yo...cuando me enteré de la verdad, fue demasiado, sentí que todo se desmorono, no sabia que pensar, era demasiado frustrante.

Es muy comprensible

Fue lo que pensó Ian no queriendo interrumpir a su bebito, el omega lo miraba, escuchando con atención cada palabra que salía de su boquita.

—Fue extraño y...raro, quiero decir, a este punto mi vida parecía una historia escrita en wattpad—Elio rió entre dientes.

— ¿Wattpad?.

Elio se encogió de hombros, como si no le diera importancia su comentario al igual que a las miradas confundidas de los adultos.

—le dieron un giro de 180 grados a mi vida 

Elio recogió sus piernas, dejando sus rodillas pegadas a su pecho. Por un instante miró a sus dos padres, antes de suspirar pesadamente

—cuando los vi...no pensé que iba a suceder esto, creía que querían una amistad, no formar una relación paternal conmigo.

Elio hablo casi bromeando, la sonrisa floja en sus labios solo confirmaba eso. Una sonrisa casi no vista adorno por unos instantes el rostro de Ian y de Bastián.

—El punto es que...no sé, realmente se me es difícil demostrar lo que siento—Elio bajo la cabeza avergonzado, la pequeña acción no duró mucho, ya que Bastián alzó su rostro con delicadeza, dándole una suave sonrisa seguido de un beso en su nariz.

—Te he dicho que nunca bajes la cabeza little prince —Bastian le recordó, ganandose una mirada llena de brillo por parte de su cachorro.

Ian se acomodó en el nido, se sintió por un principio raro, volver a estar en esta habitación, pero mirando a su cachorrito, gran parte de aquel sentimiento se fue.

—Gracias...—Elio soltó de la nada. Sus padres lo miraron con confusión, sin entender a lo que se refería su pequeño.

Elio pestañeo por un segundo, intentando disipar las próximas lagrimas que se atravesaban por sus ojitos.

—Es que...—El pelinegro relamió sus labios, mordiéndolos en el proceso para demostrar la inseguridad en sus palabras. Pero rápidamente suspiro, alejando aquellos malos pensamientos de su mente— ustedes...creo que me han ayudado bastante, al principio no entendía, y siento que todavía me falta aprender mucho...—Elio les dedicó una pequeña sonrisa que fue correspondida— pero...pero ahora se que estoy mejor con ustedes.

La voz de Elio tembló por un instante, el cachorro se refugió en los brazos de sus padres, calmando su desesperado corazón, dejándolo entrar en una calma inmensa.

—Los amo mucho—Elio solloza suavemente, sintiendo el agarre de sus papis reforzandose sobre el—y-yo...yo quiero que estén conmigo, papis.

—Ay Elio... —Ian soltó un suave suspiro, tomando a su hijo de las axilas y sentarlo a horcadas en sus piernas. Su corazón palpitando y sintiéndose cálido ante sus palabras— escuchanos amor.

Ian busco su mirada, tomando con suavidad su barbilla, el omega dejó un suave besito en su mejilla, limpiando la primera lágrima que brotó de sus bonitos orbes turquesas.

—Nosotros estamos contigo, mi chiquito —Bastián le habló con suavidad, y como si le estuviera leyendo la mente, el alfa agregó— papi y mami siempre estarán cuando lo necesites, Eli, mi vida, no hay nada de qué temer ¿si?, estamos aquí para cuidarte y amarte, y nada ni nadie podra contra eso, ¿de acuerdo?.

—Nosotros tambien te amamos, mi bebé—Ian posó sus rojizos labios en la tibia frente de su hijo, dejando un casto beso en ella— eres lo más importante para nosotros, nunca lo olvides. 

Ian murmuró con suavidad, sus manos algo frías acariciando la carita de su niño, fijándose en sus facciones, encantándose con aquella pequeña nariz, cejas, y leves pequitas que recorrían y manchaban gran parte del puente de su nariz y mejillas.

El pequeño sorbió sus moquitos, regalandole una sonrisa de labios cerrados a sus papis. Sus mejillas sonrojadas y sus ojitos cristalizados le daban un aura llena de fragilidad y al mismo tiempo de ternura que no hacia más que arrancarle ganas a sus padres de encerrarlo en una cajita de cristal.

—Ahora quiero saber de ustedes —Elio pidió en voz baja, casi luciendo avergonzado o tímido ante su pedido.

Su semblante cambió casi al instante, dejando solo el resto de lágrimas secas en sus mejillas gorditas y sonrojadas.

Ian y Bastián se miraron el uno al otro, como si con una sola expresión pudieran adivinar lo que pensaban.

—Pues...—Bastian tomó la palabra, luciendo cauteloso con la forma en la que se dirigía hacia su hijo— ¿Que quisieras saber, Munchy?

La pareja pudo jurar que luego de aquella pregunta, los ojitos turquesas de su pequeño se iluminaron.

—Ummm...—Elio se hizo el pensativo, frunciendo sus cejitas mientras unos de sus dedos los dejaba debajo de sus labios—¿Cuál  es su color favorito?

Ian y Bastián lo miraron con diversión y ternura, mentirían si dijeran que esperaban esa pregunta entre las miles que podía hacer.

—Turquesa —Ian le respondió con tranquilidad, manteniendo una pose relajada frente a su nido, El omega le regaló una sonrisa sin dientes a su cachorro, luego de que este se arrimara junto a él, dejando descansar su cabecita en sus piernas, y el resto de su cuerpo en las de su papi.

—Azul —Bastian contestó, haciendo suaves masajitos en los piececitos ya descalzos de su niño.

—¡El morado es el color más bonito! —Elio sonrió grandemente, sin saber que, sus padres anotarían aquel pequeño dato curioso en su mente.

—¿Qué estudiaron? ¿pueden hablar muchos idiomas? ¿qué les gusta comer? —Elio se acomodó sorprendentemente rápido en las piernas de su mami, pareciendo un pequeño resorte al brincar sobre sus rodillas.

Bastián no dudo en carcajearse, mientras Ian solo intentaba calmar a su intensito cachorro, acomodándolo en sus brazos de modo en que quedara acostado en su pecho con uno de sus cachetitos aplastados.

  —Mami estudió artes plásticas, mientras que papi estudio Economía y ciencias políticas —Ian le respondió con tranquilidad, dándole un golpe en el hombro a su esposo que no paraba de reír por las tiernas acciones de su cachorro.

Elio hizo una mueca exagerada al escuchar la respuesta de su mami.

—Iugh, Matemáticas—Elio dramatizá—¡papi! ¿Por qué estudiaste eso?, ¡las Matemáticas son feas!.

—¿En serio?—Bastián se hizo el sorprendido, mientras le hacía piojitos en su cabello, escuchando las mil y un razones por las cuales las Matemáticas no deberían de existir, según Elio.

—El arte también lleva Matematicas, mon soleil —Ian le explicó con gracia, riendo ante el rostro de fastidio de su cachorro.

—Las Matemáticas son horribles —Elio finalizó, dejándose caer dramáticamente sobre el pecho de su mami.

El cachorrito tomó con cuidado uno de los dedos de su mami, jugueteando con ellos, y casi metiendolos a su boquita sino fuera porque el omega no se lo permitía.

Frunciendo sus labios formando un lindo puchero en sus labios rojizos, Elio parpadeo varias veces, en busca de la próxima mejor e interesante pregunta que él realizaría.

—¿Papi y Mami cómo se conocieron?.

Sí, definitivamente era la mejor pregunta del mundo mundial, y Elio estaba orgulloso de ser él quien la formuló.

Ian abrió y cerró su boca por unos cuantos segundos, sin saber que responder, dado que su historia romántica y matrimonial con su esposo es...algo complicada.

Mientras que el castaño navegaba en sus pensamientos, Bastián tomo ese tiempo para separarse de su familia y levantarse del nido.

—¿Lo tienes en la caja fuerte?.

El ojiverde parpadeó, ante la abrupta pregunta lanzada por su marido, pero una vez que se recompuso, asintió casi con una sonrisa floja en sus pomposos labios.

Bastián sonrió con simpatía, dejando un suave beso en la frente de sus dos amores, uno saliendo de sus recuerdos, y el más pequeño luciendo curioso por el accionar de sus padres.

—Vengo enseguida.

Bastián informó, y sin esperar respuesta alguna, salió de aquella vieja habitación en dirección a la oficina que tanto él como Ian compartían, ubicándose casi en el penúltimo piso del castillo.

Para no tardar mucho, el alfa utilizó su supervelocidad, y en menos de 10 segundos ya se encontraba bajando las escaleras con tranquilidad, ya llegando nuevamente a donde se encontraba su pequeña manada.

Una sonrisa casi instantánea llego e ilumina su rostro al ver a madre e hijo, acurrucados en el nido mientras el más pequeño amamantaba con avidez uno de los pezones de su mami.

Elio ahora estaba en posición de cuna, arrullado por los cálidos brazos de su mami, el pequeño entrecerraba sus ojos de vez en cuando, escuchando los latidos del corazón de su madre, siendo tranquilizantes en ese momento que tomaba su preciado alimento. Estaba prendido a uno de los pechitos del omega, su mano derecha descansando detrás de la espalda del mayor y la derecha posada en su otro pechito mientras sus deditos jugueteaban con el pezón contrario, era una vista inocente, en donde, el amor maternal estaba en su máxima expresión. 

—No duré ni un minuto y ya hay alguien que está tomando una ración de leche extra —Bastián hablo con diversión, acostándose nuevamente en el nido, abrazando entre sus fornidos brazos a su familia.

Por supuesto, entre sus manos, no se dejaba de lado aquel bonito libro blanco decorado con distintas lunas pegadas a su alrededor, pedazos de encaje plateado rodeando la corteza de la portada, que estaba llena de brillantina dorada y en el medio, se leía claramente "Familia Kingston-Fox" en una pulcra letra cursiva de color dorado.

Elio abrió completamente sus ojitos curiosos luego de que su papi colocara en su campo de visión aquel bonito librito, sin despegarse de su teti, el pequeño rozó una parte de la portada, sonriendo y por ende, logrando que algo de lechita se escapara de la comisura de sus labios.

—Te gusta hacer muchos desastres cuando comes, ¿cierto?— Ian murmuró mimosamente, arropándole con sus feromonas maternales. El omega se habia quedado viendo aquel álbum familiar, con su pecho revoloteando al saber que este, volvería a ser llenado, esta vez, por nuevos recuerdos como una familia unida.

Bastián abrió la primera página del álbum, la nostalgia pegando como un remolino en el al sentir el estrepito olor de Ian y el de él, entremezclado por un aroma dulzón y a bebé.

Olía a familia.

Fue lo que descubrió un Elio emocionado, luego de sentir aquel fuerte aroma apegarse a sus todavía no desarrolladas fosas nasales. Milo movía su colita feliz, ya casi dormitando por la extrema calidez y amor que sentía en ese instante.

(...)

"Por todos los recuerdos almacenados entre estas páginas y nuestro corazón. Que nos permiten sonreír cada vez que nos acordamos de ellos, dándonos una luz de esperanza y el sentimiento de paz que necesitamos."

"Madre Luna bendiga a la familia Kingston-Fox, sus pasos sean iluminados por ella y que los guíe para que el amor y tranquilidad permanezca en su unión, que la fertilidad llegue a su puerta, abriéndole camino a una nueva etapa de su vida, fortaleciendo así su lazo de amor." 

 Bastián Ryu Kingston Fox/Ian Darius Fox de Kingston (Beaumont). Patriarcas de la familia Kingston-Fox. 

(...)

Aquellas bonitas frases hacían introducción en la primera hoja del álbum, seguida de ambas firmas del matrimonio. Elio se movió un poquito, o bueno, sus ojos turquesas fueron los que se movieron hasta que pudieran dar con las bonitas fotos que su papi estaba a punto de mostrarle.

Por supuesto que no dejaría de lado su teti, claro que no, podía ver y comer al mismo tiempo, si, no habia realmente una excusa valida para dejar de tomar su leche.

Bastián rio ante esto, conociendo a su cachorro, en ese instante tiene que existir un poder divino para que separara de su madre.

La vista de los tres se dirigió a la primera imagen.

La fotografía era algo vieja ya, pero las sonrisas inigualables que se encontraban en los rostros del matrimonio siempre perduraron, se encontraban en un bonito jardín, ambos tomando una merienda mientras suponían que pasaban el rato. Luego, abajo de la foto se encontraba la fecha en la que se tomó. 

"Nuestra primera cita"- Fue lo que se leía mucho más abajo de la foto, casi al final de la hoja.

—Esta fue en nuestra primera cita — Bastián comenzó a relatar con suavidad, uno de sus dedos acariciando los rulos de su marido. Blake movió su colita como un cachorro adolescente enamorado, al parecer, aquel gran lobo recordaba lo que sintió cuando vio por primera vez a Kian.

Ellos eran almas gemelas y también, los amores de sus vidas. Eso sus lobos lo tenían muy en claro, recibiendo esto como una bendición de la luna al haber encontrado su compañero para toda su larga vida, mientras que, por su parte humana, los sentimientos fueron floreciendo de a poco, logrando ser lo que son hoy en día, una bonita pareja casada, alfa y omega, con un terco y lindo cachorro. 

Muchos hubieran pensado que su primera cita pudo haber sido en un lujoso restaurante o en un yate, dado la muy buena estabilidad económica de ellos. Pero muy lejos de esto, su primera cita fue en el mismo bosque donde muchísimos años después, Bastián le pediría matrimonio.

Según palabras del propio alfa, quería dar una buena impresión por lo que era, y no por lo que tenía.

—La recuerdo muy bien —Ian rió entre dientes, peinando los rizos de su niño, sin poder ignorar las miradas de Eli, el omega fue el siguiente en seguir explicando— tu papi y yo nos conocimos cuando él y tu tía Emy estaban a punto de tomar su mandato como líderes de sus manadas.

Los ojitos de Elio miraron con completa atención a su mami, y muy a su pesar, se despegó de su teti con un simple "Plop" y con algo de lechita en sus labios.

—¿Y ahí se dieron un besito? —Elio cuestionó algo entusiasta y emocionado por conocer más.

Ian y Bastián rieron, tomando este último la paciencia de explicarle con suavidad a su cachorro.

—Mamá y yo nos enamoramos tiempo después cariño, faltaba tiempo para que nos dieramos besitos.

—¿Y Elio? —el pequeño ladeó su cabeza confundido.

¿Qué pasaba con él? ¿por qué aun no aparecia?.

—Este cachorrito bonito llegó con mami y con papi luego de muchísimos años después de que se casaran —Ian tocó su naricita de botón, arrancando risas en su pequeño.

—Yo y tu madre comenzamos a conocernos de a poco, tomábamos de excusa esto porque mami venía mucho de visita aquí a Akela —Bastián habló con nostalgia, reviviendo bonitos recuerdos de su juventud.

—¿Desde la casa de bela y belita, mami?— Elio dejó de chuparse uno de sus deditos, solo para alzar su cabeza para mirar a su padre omega.

Elio era consciente de los orígenes de sus papis, mientras que su papi era londinense, entendía que su mami era Francés, Parisino exactamente.

Aunque para el cachorro no fue difícil averiguarlo, dado que con simplemente escuchar la pronunciación y acentuación de ellos, se lograban ver grandes diferencias.

Mientras que el inglés de Bastián era una pronunciación más fuerte y vocalizable, algo típico del inglés británico, Ian tenía un Inglés con una combinación de la acentuación Francés, era algo raro de explicar, pero según Elio, su mami pareciera que hablara casi cantadito y acentuando las palabras, al igual que en ciertos momentos, combinaba el inglés con el francés.

Eso no sucedía siempre, pero Bastián sabe contrarrestar que Ian tiene un amor por maldecir en francés cada que se encuentra molesto, como si con eso pensara que, nadie lo entendería.

Al cachorro se le hacía divertido la forma de hablar de sus padres, al vivir gran parte de su vida en Estados unidos, su acento es más americano, por lo que tiende a suavizar un poco más las palabras a diferencia del inglés Británico.

—Asi es amor —Ian asintió y confirmo las palabras de su hijo, dejando suaves palmaditas en su espalda— mami vivía con la abuela y la abuelita, al igual que con tus tíos.

—¿ya no?.

—Ya no porque ahora vivo con tu papi y contigo.

Elio abrió su boca formando una "o". Asintiendo, el pequeño parpadeó unos minutos antes de soltar una risita, y volvio apegarse a su teti.

Era obvio que estaba deslizándose en su little space, no lo suficientemente profundo, pero al menos Ian y Bastián ya sabían diferenciar en qué momentos lo hacia dependiendo de sus cambios tan drásticos de actitud.

—Luego mami y papi se volvieron amigos, hablaban y salían juntos, hasta que papá decidió pedirme ser su novio —Ian casi canturreó, suavizando sus palabras al ver el tranquilizante rostro de su pequeño lleno de paz.

—Beshitos?.

Elio pregunto separándose de su teti con mucha rapidez, soltando un gritito cuando al haberse desprendido, un chorrito de leche pegó directo a su rostro.

Bastian soltó un bufido intentando contener su risa, sin poder resistirse al ver el ceño fruncido de su cachorro seguido de la sorpresa palpandose sobre él.

—Si, nos dimos muchos besitos —Ian confirmó luego de soltar una suave risa, limpiando con cuidado la poca leche materna de la cara de su bebé— hasta que papi y yo decidimos pasar toda nuestra vida juntos.

Bastian pasó con cuidado otras seis hojas, hasta llegar a una especial, donde ambos, estaban a las afueras de una iglesia, los dos con sus trajes de boda y dándose un tierno beso.

Las siguientes fotografías eran del matrimonio, y varias de su luna de miel, así fueron pasando imagenes de recuerdos lindos y que de vez en cuando, la pareja le explicaba a su pequeño Hasta que finalmente, llegaron con otra foto importante .

En la imagen se veía claramente unas pruebas de embarazo, todas, con dos rayitas a sus lados

"Marzo 29 del 2007. A la dulce espera de un nuevo miembro" 

—¿Eso es un telmoteto? —Elio hizo una mueca ante su pronunciación. El pequeño se habia separado de su pechito, y ahora su mami lo ayudaba a sacar sus gases— tel-mo-me-tlo.

Intentó repetir la palabra una y otra vez, soltando un chillido al no poder pronunciar la r. Inclusive cuando sus papis intentaron ayudarlo, simplemente se dio por vencido, sabiendo que era un caso perdido.

—Es una pequeña prueba, amor —Ian le respondió su pregunta para que no comenzara con su mal genio, y así, olvidará su problema con la dichosa "r"— así fue cuando me entere que estabas en mi pancita.

Ante esa explicación, todo el futuro mal humor se esfumó de la cabecita de Elio, quien le pareció muchísimo más importante lo que su mami le habia dicho.

—Aquí fue cuando nos enteramos de tu llegada—Ian había sonreído, nostálgico al volver a aquel día donde su vida había dado un giro de 180 grados, y donde, ya tenía asegurado de que su vida no volvería a ser igual.

Los ojitos de Elio miraron con curiosidad aquellas imágenes, soltando pequeñas risitas cada que su papi cambiaba de página, en todas ellas consiguientes a la foto de las pruebas de embarazo, solo se encontraban sus papis, y en cada foto, su mami de a poco se le notaba una pequeña pancita, al igual que estaban adjuntadas varias fotitos de color negro con motas grises, parecían unas ondas, y Elio no supo diferenciar qué era eso.

—Son unas ecografías, amor—su papi le dio un besito en su nariz, como si se hubiera percatado de su confusión al verlas. Ya terminando de confirmar que Eli había entrado a su Little space—en esas fotitos estabas tú dentro de la barriguita de mami.

La sorpresa era palpable en el rostro de Elio, causando que sus padres no pudieran evitar reír, ya que luego de eso, su naricita se arrugó, al igual que sus cejas.

—¿Ati?—Elio señaló con uno de sus gorditos deditos el vientre plano de su mamá. Y luego de recibir un asentimiento, de la boquita del cachorro no dudo en salir un gritito de exclamación.

¿Cómo podía ser eso posible?. ¿Cómo había entrado en la pancita de mamá?.

—¿Eli titito?—Elio preguntó, ladeando su cabeza, había llegado a aquella conclusión más rápido de lo esperado.

Su mentecita había trabajado, y concluyó de que, se había vuelto más chiquito de lo que ya era, y por eso había entrado a la pancita de mami, probablemente fue a dar una siesta, ya que no recordaba haber entrado a la panza de mamá.

Que por cierto, ¡ahora tenía una nueva duda!.

¿Cómo llego ahí?.

¿Acaso sus papis había hecho magia?, pero...¿en qué momento?, el no recordaba nada de eso.

Bueno, ya habrá momentos para cuestionarle eso a sus papis, mientras tanto, se enfrascaría en escuchar lo que decía su papá.

—Aquí fue el dia de revelación de sexo—papi señalo una fotografía, Elio quedo maravillado ante aquella gran fiesta que había detrás.

Distintos globos azules y rosas (eso definitivamente fue lo que llamó su atención), junto con un gran cartel dorado donde decía ¿niño o niña?. Aquel patio era demasiado grande y espacioso, y se notaba que estaba anocheciendo, dado que el sol se escondía dejando un color naranja y amarillo suave en el cielo, contrastando el aura cálida transmitida por la foto.

Todo estaba decorado de una forma elegante y minuciosa, Elio vio a sus papis, estaban en lo que suponían que era la entrada de un...¿hotel?

¿Habían alquilado un hotel para una fiesta?...bueno, Eli no sabía que era un hotel, solo acababa de escuchar a su mami decir aquel nombre, no sabía si se comia, asi que por esa razón no era del todo importante.

Eli abrió su boquita sorprendido, en aquella foto se encontraban sus papis, titos, sus buelas y su buelito.

¿Dónde estaba Kyson?, no lo veía por ninguna parte, solo estaba su tito Kaiden con su tito Azael, el primero con una barriguita parecida a la de su mami, solo que mas chiquita.

Casi todos vestían de color rosa, a excepción de sus papis y su tito Felix. Sus papás porque llevaban unas camisas y pantalones blancos, mientras que su tío Félix estaba vestido de azul, ¡incluso su cabello!.

A Elio le divirtió eso, ¡su tito parecía un oso azul!, ahora solo era un osito gruñon, aunque de todos modos, no sabía si él siempre ha sido así. 

¿Por qué tenía el cabello de azul? ¿acaso estaba ciego?, porque si sus análisis no fallaban, su tito tenía el cabello negro, un poquito más claro que el de su papi, pero negro al fin y al cabo.

Seguida de esas fotos, abajo, habían otras donde sus papis sostenían unas botellitas que botaban un color azul, y en la siguiente, habían unas fotos de ellos abrazándose, seguido de su tito Felix brincando por todos lados.

—Felix estaba más feliz de ganar esa apuesta con Amaryllis que por su propio sobrino.

Elio no entendió lo dicho por su mami, así que ignorándolo, intento pasar el mismo la página del librito, casi arrugando las hojas en el proceso, claro, sino fuera porque papá lo interrumpió y lo alejó antes de que logrará su cometido.

Iba a comenzar a quejarse, cuando su mami le arrebató el álbum a su papi, tomándolo ahora y entrelazando sus manos con las chiquitas de él, para que así, entre los dos tomarán el libro.

El cachorrito hizo pucheros, dado que lo siguiente eran más fotos de sus papis y demás cosas llamadas ecografías hasta que Elio observó otras fotitos de algo llamado "Baby shower", esta vez era una fiesta más colorida, no solo vestían azul y rosa, ahora muchos vestían con distintos colores, inclusive sus papis que estaban frente a un pastel de unos tres pisos decorado con biberones, cunas y pañales, y arribita, había una pequeña manada parecida a la de ellos, acurrucado entre los tres.

¡Su mami seguía con su barriguita!, parecía una bolita, y no pudo evitar pensar que en algún momento una bomba saldría de ahí.

Eli se estaba casi aburriéndose de ver tantas fotos, hasta que una le llamó la atención, su mami estaba en una cama dentro de un cuarto blanco. Parecía cansado,Pero supo ponerse feliz al darse cuenta que ya no tenía aquella barriguita, sino, que ahora tenia un bultito entre sus brazos, sonriendo hacia la cámara.

El rostro de Elio cambió abruptamente, ¿acaso era un bebé?.

¿Por qué su mami sostenía a un bebé que no era él?.

¿Acaso lo había dejado por qué se había dado una siesta muy larga dentro de su pancita?.

¿Qué era lo que sucedía?.

¡Injusticia!, eso era una injusticia, ¡se estaban apropiando de su mami!.

¡No iba a permitir eso!.

—Ese bebito eres tú, Eli. Fue el día de tu nacimiento

Ah...

Bueno, ¿Cómo podría revertir sus palabras?

Elio pestañeo varias veces, sin saber cómo aquel bebito era él, lucía muy chiquitito, y él ya era muy grande.

Ahhh, ahora entendía porque su mami ya no tenía aquella barriguita.

¿se supone que el estaba ahí?, ¿acaso su siesta se había acabado?.

Parecía que ya todo tomaba sentido.

—¿Eli?—El pequeño intentó confirmar lo dicho por sus papis, acurrucándose en los brazos de su mami, el pequeño olvido por un segundo su teti, causando que volviera a pegarse de ella.

—¿Te olvidaste de tu teti, amor?—Bastian rió entre dientes, volteando la hoja, mostrando más de aquellas fotos, solo que esta vez, estaban los tres juntos, siendo su primera foto en familia.

Elio siguió viendo fotos  amamantando, abriendo y cerrando sus ojos perezosamente, prestando vagamente atención a las explicaciones y pequeñas historias que sus papis le decían.

Siguieron varias fotos, de ellos tres como familia siendo él un poco mas chiquito, habían muchas, hasta que la cronología de las fotos desapareció, varias hojas parecían haberse arrancado, hasta finalizar con la última foto de ellos tres, en la fiesta de su bautizo hace ya varias semanas.

Luego de eso, habían miles de hojas en blanco, esperando ser sustituidas por fotografías y recuerdos que en un futuro, estarían pegadas ahí.

Como si lo hubiera sabido, luego de la última foto, Elio decidió cerrar sus ojitos, solo para seguir durmiendo, ya cansado por aquella interrupción que el mismo le dio a su sueño nocturno. 

Ian y Bastian sonrieron casi al mismo tiempo, escuchando los pequeños suspiritos y la suave respiración de su hijito. Los latidos de su corazón calmaban con fuerza todos los males que se arremetían contra ellos. Mirando con extremo amor a su niño, Ian lo acomodó en sus brazos, dispuesto a levantarse con ayuda de Bastián, luego de que, aun en medio de su sueño, Elio no quisiera separarse de su pecho.

—Regresemos a la cama, querido, tenemos que dormir—El alfa posó con cuidado su mano en la cintura de su esposo concentrado en arrullar al pequeño cachorrito que tenía apegado a él— aunque una personita aquí nos ganó ya.

—No era hora para que estuviera despierto—Ian agregó con suavidad, alzando su mirada para fijarla en la de su alfa—mañana no querrá levantarse, eso júralo.

Bastian rodó los ojos con diversión, tomando la llave de la habitación, el mayor se dio la vuelta, detallando por última vez aquel viejo cuarto, al igual que Bastián.

El pelinegro le dio un suave apretón en la mano de su mate, y como si ambos hubieran pensado lo mismo, se sonrieron mutuamente.

Ian suspiró, el omega vio con cariño y nostalgia el bonito cuarto, haciéndose a un lado cuando Bastián apagó el bombillo, apagando con el los miles de dolores que estuvieron impregnados en aquellas paredes, que fueron los únicos presentes en conocer todas las lágrimas y gritos de agonía y tristeza que ellos soltaron durante tantos años. Pero de igual forma, permitía encender una nueva racha de felicidad y esperanza llena de uniones y amor, que reaparecía para no volver a irse.

Ambos adultos cerraron la puerta de aquel cuarto infantil, teniendo la seguridad de haber cerrado todos aquellos malos recuerdos que los perseguían, y que no le permitían vivir en paz.

 Encerraron a todos aquellos demonios que una vez, recorrían toda su mente hasta dejarlos muertos en vida, y que ahora, sus almas resurgían abriendo una nueva puerta, una puerta que sería abierta acompañados de su más preciado tesoro, y dentro de ella, los esperaban miles de risas, sueños, alegrías, regaños, berrinches, lágrimas, pero sobre todo amor, que los esperaban en el marco de la puerta, emocionados de igualmente por el maravilloso futuro que se le atenía. 

Porque ya se sabía, que una vez alejados de aquella puerta, un nuevo comienzo iniciaba, aquella habitación representaba tantas cosas que se necesitaban dejar atrás para construir un bonito futuro y seguir con su presente.

Cerrar aquella puerta permitía dar un nuevo paso a sus vidas, abandonando aquellos malos momentos para iniciar unos nuevos y bonitos.

Cerrarla, significada un nuevo capítulo de sus vidas, porque sabían que a partir de ese momento, al dejar todo aquello que les afligía y atemorizaba, daban pie a una nueva historia que comenzaba a partir de ahora.

Y me desapareci. 

Waaaa, skjks, extrañaba escribir por aquí, las cosas no andan fáciles. Han sido desafíos estas últimas semanas, lo bueno es que todo está yendo bien.

Al igual que con conmigo , la familia Kingston se está reconstruyendo de a poco, un capítulo necesario para marcar un cambio de ahora en adelante, no se si sera notorio, pero espero que lo vean.

¡Espero les haya gustado.!

¡Besos y abrazos.!

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