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Pov narrador omnisciente.

Las memorias son fotografías impregnadas en el alma.

O al menos, eso es lo que Ian Kingston piensa.

Cuando eligió estudiar arte, no lo hizo solo porque era bueno en aquella área, sino porque eso le apasionaba, sentir entre sus dedos un pincel y ser el creador de una próxima obra maestra, lograr tatuar en un lienzo un momento memorable, una risa, una sonrisa o incluso la felicidad misma.

Existen tantas maneras de hacer arte, que, hasta la mera existencia humana, lo es.

El Omega frunció sus labios como símbolo de concentración, se encontraba en su oficina, o más bien, uno de los tantos salones de arte que tenía, justo en el tercer piso de todo el castillo.

Ian parpadeo unas cuantas veces, alzando su mirada al ver cómo el bonito reloj que tenía en la pared, sonaba, dando a entender que ya era media noche.

importándole poco, el castaño siguió con su trabajo, hacía varias horas que había ido a acostar a su pequeño, e inclusive Bastián y él fueron a dormir también, solo que, en medio de la noche, el sueño se esfumó de todo su cuerpo como por arte de magia, y él, sabía que significaba eso.

Un nuevo arranque de inspiración había tomado presencia a eso de las once y diez de la noche, así que sin poder ignorarlo, Ian abandonó la cama, tratando de ser lo más silencioso posible para así no despertar a sus dos amores.

Ian colocó con cuidado su almohada cerca de Bastián, no queriendo que su esposo se levantará.

Se mantuvo un momento en silencio, observando cuando Bastián soltó un quejido entre sueños, antes de calmarse al sentir su olor de vainilla y coco cerca.

El Omega celebró mentalmente, su alfa realmente se encontraba cansado, ha tenido tantas juntas y papeleo durante toda la semana, que lo ha dejado agotado por lo que lo menos que quería en ese momento, era interrumpir su tan merecido y reparador sueño.

El ojiverde los arrullo en voz baja con una sonrisa llena de ternura, luego de que por inercia o propio instinto paternal, Bastián, aún dormido, acurrucara más de cerca a Elio sobre su pecho, causando que el bebé soltara un suspiro entre sueños, levantando sus orejitas por un instante moviéndolas de arriba hacia abajo.

Saliendo de su habitación, Ian se dirigió a su oficina, un bonito salón espacioso apartado en el tercer piso.

Era luminoso, las paredes se encontraban pintadas por distintos dibujos hechos por el propio omega, contrastando con las tonalidades cálidas que habia utilizado.

Habían distintas mesas llenas de botes, envases de pinturas, planos, colores, lápices y todo lo que un artista necesitaría, al igual que una que otra cosa que  se encontraba regada por el piso, tal, como lo estaría el típico espacio de un pintor.

Varios de sus cuadros estaban colgados en las paredes, algunas hojas con algún retrato sin terminar estaban amontonadas en unos estantes, mientras que  pinturas en lienzos a medio hacer estaban a un lado, terminándose de secar y esperando ser finalizados por el castaño.

Algo apartado, habia una bonita mesa de oficina con su respectiva silla, una computadora de mesa y un sin fin de papeleo a un lado, pero estando eso, no se podía dejar de lado una bonita fotografía de un bebé recién nacido, justo en medio de su escritorio.

Por ese pequeño espacio, habia un cómodo nido hecho por el omega, lleno de almohadas, sábanas, ropa de su alfa, de él e inclusive la misma ropa de Elio de cuando era un poco más pequeño, junto con un bonito peluche de oso, juguete que Bastian le habia regalado el mismo día del nacimiento de Eli, y que mantenía por aquel gran valor sentimental, además que conservaba un fuerte olor de su pequeño entremezclado con el suyo. 

Cachorrito Perdido - ABDLWhere stories live. Discover now