El combate entre Liam y Roger comenzó con una intensidad nunca antes vista en el torneo. Ambos magos canalizaban su rabia y odio hacia el otro en cada hechizo que lanzaban. El campo de batalla se llenó de destellos de luz, fuego y hielo mientras los hechizos chocaban en el aire.
Liam atacaba con ferocidad, expresando su deseo de vencer a su rival y demostrarle que no era inferior. –¡Te voy a mostrar quién es el más fuerte aquí, Roger! –gritó Liam mientras lanzaba un rayo de energía hacia su enemigo.
Roger, por su parte, respondía con igual determinación y odio. –No eres más que un debilucho, Liam. ¡Te aplastaré como el insecto que eres! –exclamó con desprecio mientras conjuraba una ráfaga de viento para contrarrestar el ataque de Liam.
El odio entre ambos competidores era palpable en cada movimiento y cada palabra. Se insultaban y se desafiaban mutuamente mientras continuaban lanzando hechizos cada vez más poderosos. Sus varitas se movían con velocidad y precisión, dejando una estela de chispas en el aire.
–¿Es eso todo lo que tienes, Liam? ¡Eres patético! –gritó Roger, provocando la ira de su oponente.
–¡Vas a lamentar haberme subestimado, Roger! ¡Te mostraré quién es el verdadero mago poderoso aquí! –respondió Liam con furia en sus ojos.
El combate continuó con una ferocidad inigualable. Ambos magos estaban agotando sus reservas de energía y resistencia, pero ninguno estaba dispuesto a ceder. El odio entre ellos alimentaba su determinación para vencer al otro.
El público en las gradas estaba asombrado y cautivado por el combate, aunque también se sentía una tensión palpable en el ambiente. Liam y Roger miraban con incredulidad y preocupación, sin saber cómo terminaría esa batalla llena de odio y resentimiento.
Roger, con su astucia y malicia, había ideado un plan para engañar a Liam en medio del combate. Sabía que Liam era impulsivo y que podía utilizar eso en su beneficio. Mientras luchaban, Roger dejó una pequeña abertura en su defensa, como si estuviera fatigado o desprotegido. Sabía que Liam no resistiría la oportunidad de atacar con fuerza, y estaba en lo cierto.
Viendo la supuesta oportunidad, Liam no pudo resistirse y se lanzó con un ataque directo y despiadado hacia Roger. Sin embargo, en el último momento, Roger desapareció en un parpadeo, dejando a Liam golpeando el aire. El ataque de Liam había sido un cebo perfecto.
Justo cuando Liam se dio cuenta del engaño, una fuerza poderosa lo golpeó por detrás, haciéndolo caer de rodillas. Era un ataque rápido y certero que aprovechaba la distracción de Liam. Roger había regresado rápidamente y había aprovechado la oportunidad para golpearlo con fuerza.
Liam sintió cómo la fuerza del golpe lo aturdía por un momento. El dolor recorría su cuerpo mientras trataba de recomponerse. Roger estaba de pie frente a él, con una sonrisa retorcida en su rostro.
–¿Qué pasa, Liam? ¿Es eso todo lo que tienes? –se burló Roger mientras se preparaba para otro ataque.
Liam, enfurecido por haber caído en el engaño de Roger, canalizó su poder con aún más determinación. Se puso de pie y se preparó para contraatacar, ignorando el dolor y la molestia.
–Te voy a aplastar, Roger –gruñó Liam con rabia mientras lanzaba una serie de hechizos potentes hacia su enemigo.
Roger respondió con agilidad, esquivando los ataques de Liam con destreza. Continuaron luchando con ferocidad, pero Liam ya no caería en el mismo truco. Estaba más atento a los movimientos de Roger y redobló su cautela.
Sin embargo, la astucia de Roger y su habilidad para engañar a su oponente seguían siendo una amenaza. Liam sabía que no podía subestimar a su enemigo en ningún momento.
Roger, con una sonrisa maliciosa, miró a Liam directamente a los ojos y dejó caer sus provocativas palabras: –Eres tan inútil como tu madre –Aquellas palabras cortantes perforaron el corazón de Liam como cuchillas afiladas, golpeando una herida sensible y profunda.
Un escalofrío recorrió la espalda de Liam mientras una intensa ira comenzaba a arder en su interior. Sus puños se apretaron con fuerza y sus dientes se mordieron, luchando por mantener la calma. Sin embargo, la mezcla de desprecio y crueldad en el rostro de Roger solo avivaba el fuego de su rabia.
Cada insulto y menosprecio que había recibido a lo largo de su vida, cada vez que lo habían hecho sentir inferior y despreciado, parecían manifestarse en aquel momento. Las palabras de Roger eran la gota que colmaba el vaso, y Liam no podía permitir que pasara impune.
La mirada de Liam se volvió ardiente, sus ojos brillaban con una ferocidad nunca antes vista. El dolor y el resentimiento se mezclaban con su furia creciente, llevándolo al borde de la explosión emocional.
–No te atrevas a hablar de mi madre –gruñó Liam con una voz llena de furia contenida. Sus puños se apretaron aún más, las venas en su frente se hincharon por la tensión y la rabia que sentía.
La mirada desafiante de Roger solo provocó que la ira de Liam aumentara. La provocación de su enemigo solo alimentaba el fuego de su indignación y el deseo de vengarse.
En ese momento, Liam se dejó llevar por el torrente de emociones, perdiendo momentáneamente el control de sí mismo. Su mente quedó inundada de pensamientos de derrotar a Roger, de enseñarle una lección que jamás olvidaría.
La ira se apoderó de Liam, nublando su juicio y cegándolo a las consecuencias de sus acciones. Se dejó llevar por su enojo y se lanzó hacia Roger con una velocidad y una fuerza impresionantes, dispuesto a descargar toda su furia sobre su enemigo.
El combate se intensificó, ambos luchando con una ferocidad desenfrenada. Liam atacaba con una determinación despiadada, sin preocuparse por su propia seguridad, impulsado únicamente por el deseo de hacerle pagar a Roger por sus palabras hirientes.
La lucha se volvió feroz y caótica, cada golpe y hechizo intercambiado estaba impregnado de la amargura y la animosidad entre los dos oponentes. La rabia de Liam era palpable, y su objetivo era claro: derrotar a Roger sin piedad.
La ira ardía dentro de Liam, impulsando su poder al máximo. Sus hechizos eran más potentes y devastadores que nunca. Cada golpe y explosión parecía arrancar el suelo bajo sus pies.
El campo de batalla se llenó de una energía caótica mientras Liam desataba toda su rabia acumulada. Sus compañeros de clase y el público observaban con asombro y preocupación la escena, sorprendidos por la magnitud de la furia de Liam.
Finalmente, uno de los poderosos hechizos de Liam alcanzó a Roger directamente, enviándolo volando hacia atrás y dejándolo inconsciente en el suelo. La intensidad del ataque fue suficiente para neutralizar a Roger y poner fin al combate.
Liam se detuvo, su respiración agitada y su cuerpo tembloroso por la explosión emocional que acababa de experimentar. La ira se desvaneció lentamente, dejándolo exhausto y lleno de una mezcla de emociones.
Liam salió del campo de batalla con pasos rápidos y una mirada feroz que dejaba ver la inmensa rabia que lo consumía por dentro. Su rostro estaba enrojecido por el esfuerzo y la intensidad del combate, y sus puños seguían apretados con fuerza, reflejando la tensión que aún sentía.
El público, incluidos sus compañeros de la clase 1C, lo miraban con una mezcla de asombro y temor. La demostración de poder y ferocidad de Liam durante el combate había dejado a todos impresionados y un tanto atemorizados.
Mientras tanto, los médicos de la escuela llegaron rápidamente para atender a Roger, que yacía inconsciente en el suelo tras el intenso combate. Con cuidado, lo colocaron en una camilla y lo llevaron fuera del campo para brindarle atención médica adecuada.
El director Golden se acercó al centro del campo de batalla y anunció el resultado del combate con solemnidad: –¡El ganador y primer finalista del torneo es... Liam!
Un murmullo de admiración y respeto se propagó por el público, mezclado con una sensación de incertidumbre debido a la impresionante exhibición de fuerza y rabia que habían presenciado.
Liam, sin embargo, parecía ajeno a todo lo que lo rodeaba en ese momento. Su mente estaba ocupada por la tormenta emocional que sentía en su interior, y no prestaba atención a las reacciones del público o las felicitaciones de sus compañeros.
Con la mirada aún fija en el horizonte, Liam se retiró del campo de batalla, sin pronunciar palabra alguna. Caminaba con una mezcla de determinación y agitación, llevando consigo la carga emocional que la lucha había desencadenado en él.
Mientras se alejaba, sus compañeros de la clase 1C se miraban entre sí, sin saber cómo reaccionar ante la intensidad del momento. Algunos mostraban admiración por la habilidad de Liam en la batalla, mientras que otros estaban preocupados por la furia que parecía dominarlo.
El camino hacia la final estaba cada vez más cerca, pero Liam sabía que aún tenía que enfrentar sus propios demonios internos antes de llegar a la cima. Su victoria en el combate había sido agridulce, y la rabia que lo consumía era una señal de que había más en juego que simplemente ganar el torneo.
Continuará...