Capítulo 40: Lady Black

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Tom abre lentamente los ojos y encuentra una sala oscura a su alrededor. La confusión se apodera de él mientras recuerda el encuentro con Lady Black y cómo fue atacado y secuestrado por ella. Trata de moverse, pero se da cuenta de que sus manos y pies están atados. La sensación de impotencia lo envuelve mientras intenta recordar cualquier información que pueda ser útil para escapar de esta situación. La incertidumbre se cierne sobre él mientras espera descubrir los motivos detrás de su secuestro y encontrar una manera de liberarse de su cautiverio.

Tom, con cautela, comienza a explorar la sala en la que se encuentra. A medida que sus ojos se ajustan a la oscuridad, distingue algunos detalles. Las paredes parecen ser de piedra fría y húmeda, con marcas antiguas grabadas en ellas. A su alrededor, hay algunas antorchas apagadas, que apenas aportan algo de luz tenue.

Mientras avanza lentamente, Tom nota una mesa en el centro de la sala. Sobre ella, hay varios objetos misteriosos: frascos con líquidos de colores extraños, pergaminos enrollados y extraños artefactos mágicos. También encuentra un libro abierto con extraños símbolos grabados en sus páginas.

En una esquina de la sala, vislumbra una puerta cerrada. Se acerca con cuidado, esperando encontrar una forma de escapar. Sin embargo, al intentar abrirla, descubre que está firmemente cerrada y parece ser impenetrable.

La sensación de desesperación aumenta en Tom mientras continúa buscando pistas o cualquier indicio que pueda ayudarlo a entender su situación y encontrar una manera de pedir ayuda. Cada segundo cuenta y está decidido a encontrar una salida de este cautiverio y enfrentarse a Lady Black para descubrir sus verdaderos motivos.

Tom, agotado y desesperado, se sobresalta al ver a Lady Black entrar en la sala. Su figura oscura y misteriosa se destaca en contraste con la tenue iluminación de la habitación.

Lady Black se acerca lentamente a Tom, una sonrisa siniestra dibujada en su rostro. Sus ojos fríos y penetrantes parecen atravesar el alma de Tom, generando un escalofrío en su espina dorsal. El silencio pesado se rompe solo por el eco de sus pasos mientras se acerca cada vez más.

Tom, con una mezcla de miedo y determinación, intenta mantener la compostura mientras la mira fijamente. Sus pensamientos se agolpan en su mente, tratando de encontrar una salida o una forma de enfrentar a su captora.

–¿Por qué estoy aquí? ¿Qué es lo que quieres de mí? –Dijo Tom con voz confundida y preocupada.

–Tom, déjame explicarte. Estoy siendo perseguida por una organización que desea mi muerte. Quieren acabar conmigo por lo que poseo, y es por eso que te he traído aquí. –Dijo lady Black con serenidad y determinación.

–¿Qué tengo yo que pueda interesarte tanto? ¿Por qué planeas entregarme a ellos? –Dijo Tom sorprendido.

–Tú tienes el poder del fénix, Tom. Eso es lo que ellos desean. Estoy dispuesta a entregarles tu vida a cambio de mi libertad. Para mí, lo más importante es asegurarme de que ellos me dejen en paz. –Dijo Lady Black con frialdad.

–¿Me estás diciendo que planeas sacrificarme para salvar tu propia vida? ¿Qué me harán a mí? –replicó Tom con incredulidad y temor.

–Te matarán. Eso es lo que sucederá si entregamos lo que buscan. Pero para mí, mi libertad y mi supervivencia son primordiales. Estoy dispuesta a pagar cualquier precio por ello. –respondió Lady Black con indiferencia.

–¡No puedes hacer esto! ¡No puedes decidir sobre mi vida de esa manera! ¿Y qué hay de tu conciencia? ¿No te importa el daño que le causarás a otra persona? –respondió Tom con voz temblorosa.

–Mi conciencia es un precio pequeño a pagar por mi libertad. No puedo permitir que me atrapen y me arrebaten todo lo que he conseguido. Tú, Tom, eres solo una pieza en este juego. –Replicó lady Black con desprecio.

El Renacer del Fénix Where stories live. Discover now