Luna del inframundo | Hyunlix

By itsjustwine

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En un mundo donde la libertad es la norma y las reglas son pocas, Hyunjin decide ir en contra del camino traz... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34 (Final)
Epílogo
Hola, vinitos❤️

Capítulo 4

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By itsjustwine

Llenando sus pulmones de aire y forzando una relajada expresión, Changbin caminó por la inmensa sala del palacio, en donde pudo ver a su padre de pie frente a la ventana, de brazos cruzados. Girando su rostro a otro lado, pudo notar la presencia de su madre también, sentada en uno de los sofás, con unos ojos preocupados fijos en él.

—Padre. —se anunció Changbin, recibiendo un incómodo silencio de parte de Zeus, que seguía sin mirarlo.

—¿Dónde estabas? —preguntó su padre. Sonaba molesto.

—Practicaba mis movimientos con la espada. —respondió con firmeza. —Hefesto hizo un buen trabajo con las nuevas armas que ha forjado para mi.

—No. —interrumpió Zeus, esta vez mirándolo. —¿Dónde estabas cuando tu tío Poseidón corría peligro?

Dedicándole una rápida mirada a su madre, el menor suplicó ayuda, pero Hera se encogió de hombros.

—¿Qué fue lo que pasó? No tenía idea de que...

—¿No estabas enterado? —intervino de nuevo su padre. —Medusa lo atacó a él y a su hijo, y mientras tú jugabas con tus nuevas armas, Hyunjin salvó a Chris.

—¿Chris está bien? —preguntó Changbin, con sorpresa en la mirada.

—¡Debiste ayudar a salvarlo! —exclamó Zeus furioso y el menor decidió callar. —No puedes permitirte estar ausente y mucho menos dejar que el hijo de Hades sea aclamado por los dioses. —caminando de lado a lado, buscó calmar la rabia que empezaba a nublarle la razón. —Tú como príncipe y futuro rey del Olimpo debes estar siempre de frente a los problemas, debes dar la cara, ser el héroe.

Tragando grueso, Changbin luchó por mantener la frente en alto pero no tuvo buenos resultados. Parecer fuerte delante de su padre, siempre le resultó una tarea difícil.

—Lo siento. —murmuró. —¿Qué han hecho con Medusa?

—El idiota de Hyunjin la dejó escapar.

—¿¡La dejó escapar!? —repitió exaltado.

—Y ahora saldrán a buscarla, ya que necesitan sacar el veneno del cuerpo de Hyunjin y Chris. —continuó Zeus. —Tú irás con ellos.

—¿Qué? —intervino Hera, levantándose del sofá. —Él no tiene ninguna obligación de ir.

—Me parece que sí. —masculló el mayor, con una fría mirada que logró callarla al instante. —Félix estará con ellos, no será bien visto que lo deje ir solo. Además, no tengo que repetirte a diario que tu hijo es el futuro rey. —añadió con rudeza y Hera asintió, resignada.

—Está bien, madre. —dijo Changbin, con una media sonrisa. —Debo ir con ellos.

Zeus lo observó de pies a cabeza, dando a conocer su enfado.

—Una última cosa. —dijo, acercándose a su hijo que también lo miraba. —Tráeme la cabeza de Medusa. —ordenó, masticando aquel nombre.

Tomándose el atrevimiento de pensar en cómo negarse ante la orden de su padre, Changbin asintió con su cabeza, gracias a que el coraje de oponerse había desaparecido de él. Se había ido corriendo, lejos de los sombríos mandatos de Zeus.

—Como ordenes, padre.

—¿A dónde iremos primero? —preguntó Minho, acostado en el pasto con la vista fija en Hyunjin, quien acariciaba a su precioso caballo negro con una palplabe adoración.

—Tomemos el camino que conduce al río, así evitamos perdernos por el bosque. —añadió Jisung, guardando varias dagas dentro de sus botas.

—¿Necesitas un mapa? —burló Minho, con una odiosa sonrisa.

—Necesito un plan. —continuó el pelinegro, mirándolo con desaprobación. —No soy de los que se tiran en el pasto a escuchar como los demás solucionan todo.

Levantándose de un brinco, Minho trató de acercarse al menor, con unas claras intenciones de atacarlo, pero fue sujetado con fuerza por Hyunjin.

—Vuelve a decir algo como eso y te mato. —se quejó el mayor, soltándose de los brazos del pelirrojo, pero Jisung solo sonreía, sin mostrar ninguna pizca de temor ante aquella reacción.

—Ya dejen de comportarse como niños. —regañó Seungmin, atándose los cordones de sus botas marrones. —Terminemos con esto lo antes posible. Ya empiezo a arrepentirme de ir con ustedes.

—Está cayendo la tarde, deberíamos irnos ya. —dijo Jeongin, caminando hacia ellos con su caballo marrón a un lado. Hyunjin observó el animal, notando la hermosa mancha blanca que adornaba su nariz y el brillante pelaje, se veía igual de elegante que su dueño.

El fuerte galope de dos caballos, lograron que todos pusieran su atención a las puertas del palacio, las cuales iban abiertas, dejando salir a un caballo blanco, con un jinete que ocultaba su rostro gracias a una capa marrón. Más atrás, lo seguía un caballo de un tono más beige. Su dueño era Changbin, por lo que todos llegaron a la conclusión de que la persona que llevaba más ventaja era Félix.

Alzando las orejas y moviéndose inquieto, Fengári soltó un relincho y corrió detrás del caballo blanco, con una increíble velocidad, llevándose por delante al caballo de Changbin, el cual se hizo a un lado, exigiendo distancia del hermoso caballo negro.

—¡Fengári! —gritó Hyunjin, corriendo hacia él, pero Minho montó su caballo marrón y lo ayudó a subir para seguir a los animales.

Seungmin, Jisung y Jeongin hicieron lo mismo y subieron a sus caballos para dispararse al galope.

Con el viento golpeando con violencia su rostro, Félix escuchó a la lejanía varios gritos, y volteando para ver que ocurría a sus espaldas, pudo notar la presencia del animal que se acercaba a él con velocidad. Era el mismo caballo negro del bosque, lo recordaba.

De un fuerte frenazo de parte de su caballo, Félix se vio expulsado por los aires, dando varias vueltas por el pasto. Haciendo una mueca de dolor, se quitó la capucha que ocultaba su rostro y observó a los animales que saltaban animados entre ellos, como si les alegrara verse.

—¡Ílios! —exclamó molesto y se puso de pie, pero su caballo no hacía más que ignorarlo. Sin poder evitar sonreír ante la hermosa escena, Félix se acercó al animal de pelaje negro y tomándolo con cariño, acarició su cabeza, ganándose una tierna reacción de parte del animal, que le demostraba una extraña confianza.

—A tí te recuerdo. —susurró, pegando su frente con la del caballo.

—¡Fengári! —llamó Hyunjin con dureza y el animal no dudó en acercarse a su dueño. —¿Cuál es tu problema? —masculló cerca del caballo.

—Miren nada más como corre detrás de un buen semental. —burló Minho, haciendo reír a Seungmin, quien se mostraba encantado con la actitud del animal. —Aunque no puedo decir nada al respecto, Fengári me representa. —volvió a mofarse, ganándose una asqueada mirada de parte de Jisung.

—¿Estás bien? —preguntó Changbin, acercándose al rubio que le sonreía al caballo negro.

Félix lo miró de inmediato y aclarando su garganta, asintió, para luego volver a montarse en su caballo.

—Podían haber avisado. —soltó Jisung con amargura. —Recuerden que todos estamos metidos en esto.

—Pensamos que ya habían salido. —respondió Changbin, dedicándole una disimulada mirada a Hyunjin, que ya se encontraba montado en su caballo.

—No perdamos más tiempo. —intervino el pelirrojo y Fengári se fue al galope, por orden de su dueño, dejándolos atrás a todos.

Sin necesidad de algún mandato de parte de Félix, Ílios corrió detrás del caballo de Hyunjin, lo que confundía más al rubio.

Viendo las escasas opciones que existian para rechazar la idea de seguir al pelirrojo, Changbin y los demás, se direccionaron detrás del caballo negro que parecía liderar el camino.

Pasadas varias horas, en las que se adentraron en un enorme bosque y el frío empezaba a molestar, Jisung se bajó del caballo y se dejó caer encima de varias hojas, apoyando su espalda al tronco de un árbol. Seungmin también dejó ir a su animal hasta el río, para que tomara agua, y así permitirles un tiempo de descanso.

—¡Nada de dormir! —exclamó Minho, bajando de su caballo de un salto. —No perderemos tiempo.

—No duermas tú si no quieres, yo necesito descansar. —murmuró Jisung, con los ojos cerrados.

—Ya cásense. —se mofó Jeongin, caminando hasta el río para lavar su cara.

—¿Casarme con este imbécil? —rió Minho. —Mataría a mi madre de la decepción.

Cegado por la rabia, Jisung se lanzó hacia el mayor, logrando tumbarlo, y estando encima de él, empezó a golpearlo pero Minho también se defendió, dándole inicio a una salvaje guerra en la que solo levantaban tierra con sus movimientos bruscos.

—¡Los caballos se comportan mejor que ustedes! —regañó Seungmin y Jeongin corrió a separarlos con ayuda de Félix, que apenas había llegado a ellos, acompañado de Changbin.

Logrando que se alejaran, Jeongin se puso en medio de ambos, evitando que volvieran a caerse a golpes.

—No vine a este bosque a cuidar niños. —masculló Seungmin, cruzando sus brazos y Minho puso los ojos en blanco, alejándose de todos.

Hyunjin bajó con cuidado de su caballo y lo dejó ir al río, permitiéndole un corto descanso. Tratando de mantenerse de pie, observó a sus compañeros, Minho y Jisung parecían haberse bañado en lodo, y Seungmin mostraba una expresión de molestia. Algo había pasado.

Dando pequeños pasos para acercarse, pudo notar como su vista empezaba a nublarse pero haciendo caso omiso, y sin intenciones de seguir preocupando con su situación, forzó una leve sonrisa.

—¿Qué les pasó a ambos? —preguntó, señalando a Minho y a Jisung, quienes seguían dedicándose miradas asesinas.

—Minho tiene razón. —intervino Changbin, sin bajarse de su caballo. —No hay que perder tiempo descansando. Busquemos a esa maldita bruja y volvamos al palacio.

—Maldita bruja... —resopló Hyunjin y el castaño lo observó con recelo.

—¿Te molesta el nombre que le he puesto?

—Sí. —asintió el pelirrojo, clavando una penetrante mirada en él.

—Mira nada más lo que te ha hecho, estas al borde de la muerte. —soltó entre risas. —Y aun así te ofendes. No sé qué hago ayudando a una persona como tú.

—Yo tampoco lo sé. —añadió Hyunjin. —No sé qué haces aquí.

—Paren ya. —interrumpió Félix. —Lo último que necesitamos es otra pelea, ya fue suficiente con la de Minho y Jisung. Solo hagamos nuestro trabajo y volvamos al palacio.

—Bien, sigamos buscando. —masculló Seungmin y se acercó a su caballo.

Hyunjin buscó hacer lo mismo pero una punzada en su pecho lo detuvo de inmediato y llevando una mano a su nuca, arrugó su rostro. El dolor aumentaba, robándole fuerzas para seguir con el camino. Cerrando sus ojos, se concentró en los débiles latidos de su corazón. Algo no pintaba bien, sus poderes no se hacían presentes, empezaba a quedarse sin aliento.

—¿Estás bien? —preguntó Jeongin, caminando hacia él, acompañado por Minho.

—Debo estarlo. Apenas es el primer día. —murmuró el pelirrojo, tratando de convencerse de aquello.

Jeongin llevó una mano a su frente, notando como ardía de fiebre.

—Debemos encontrar a Medusa lo antes posible. Estás empeorando.

—¿Está todo bien? —intervino Félix, mirando con detenimiento el sufrimiento pintado en el semblante de Hyunjin.

—Tiene mucha fiebre. —contestó Minho.

Félix alzó una mano con intenciones de tocar la mejilla del mayor pero se detuvo a tiempo, recordando el daño que se habían hecho días atrás.

—No hay rastros de Medusa. —susurró, bajando con lentitud su brazo, algo que Jeongin pudo notar.

—No somos tan diferentes a los humanos. —añadió Seungmin, revisando la herida en la nuca de Hyunjin, que se mostraba más grande. —Al final nosotros mismos podemos hacernos la misma clase de daño que esos seres se hacen. El ataque de Medusa ha provocado en Hyunjin una terrible fiebre y a Chris le ha debilitado sus poderes. —soltando un largo suspiro, empezó a purificar varias hojas, para cubrir los agujeros en la nuca del pelirrojo. —El peor enemigo de un dios, es otro dios. —murmuró.

—Medusa es una bruja. —masculló Changbin. —Nunca ha sido una diosa, era una débil y repugnante humana.

—Y ahora posee los poderes de un dios. Es igual de poderosa que Poseidón. —contestó Jisung, cansado de los comentarios del castaño que no mostraba ningún interés en las heridas de Hyunjin.

—No hace falta darle el título de diosa para saber que cuenta con mucho poder. —agregó Félix, montándose en su caballo y Changbin guardó silencio. —Es de temer, eso está claro.

—Retomemos el camino. —continuó Seungmin. —Estas hojas lograrán calmar las molestias por algunas horas, suficiente tiempo para encontrar a Medusa, espero.

—Tendrá que bastar. —mencionó Minho, preocupado por el poco tiempo que les quedaba.

Hyunjin caminó hasta Fengári, pero una reconocida presencia lo hizo girar su rostro a unos arbustos, y volviendo su mirada a los dioses que ya se encontraban arriba de sus caballos, hizo una pequeña seña, indicándoles que ya regresaría con ellos.

Caminando a zancadas, dejándose llevar por las fuertes energías que lo atraían, descubrió a su padre, en medio de varios árboles.

—Sabía que estabas cerca. —murmuró delante de él y Hades lo abrazó, sintiendo como su hijo ardía.

—Escúchame, Medusa no se encuentra en el bosque. No siento su alma.

—Me encantaría contar con tus poderes en estos momentos, de esa forma buscarla sería más sencillo. —susurró el pelirrojo, pasando una mano por su cabello.

—Por eso estoy aquí, para hacerles el trabajo más fácil pero nadie puede enterarse.

—¿Dónde crees que se encuentra Medusa?

Hades miró de lado a lado y suspiró con fuerza.

—No lo creo, estoy seguro que se encuentra en el pueblo, cerca de los humanos.

—¿¡Qué!? —exclamó Hyunjin pero su padre llevó una mano a su boca para callarlo.

—Deben ir al pueblo, busquen en las tabernas. Nos vemos allá. —bajando la mano del rostro de su hijo, Hades le entregó el yelmo. —Lo necesitarás más que yo. No olvides el plan—al decir eso, desapareció del bosque.

Hyunjin observó por varios segundos los arbustos, deseando contar con la cercanía de su padre en ese incómodo viaje. Girando sobres sus talones, caminó hasta su caballo y subió con rapidez, captando la fuerza que había regresado a su cuerpo, lo que demostraba que las hojas de Seungmin empezaban a hacer efecto.

—¿Todo en orden? —preguntó Minho al verlo de regreso y el pelirrojo asintió.

—Busquemos en las tabernas. —dijo con seguridad y Jisung volteó su rostro para mirarlo.

—Es buena idea. —añadió. —Si yo buscara ocultarme, lo haría entre los humanos.

Agradecido por no ser bombardeado a preguntas, Hyunjin sonrió y dio orden a Fengári para seguir con el camino, en donde todos volvían a perderse entre los altos pinos, el frío y la incómoda atmósfera que los rodeaba.

Una de las tantas cosas que diferenciaba a los dioses de los humanos, era la honestidad e inocencia que transmitían en sus sonrisas. Aun viviendo sin riquezas y en un pueblo pequeño, todos se veían felices e increíblemente unidos.

Evitando ser el centro de atención, Hyunjin bajó del caballo, como sus compañeros también lo hacían, lo que no servía de nada, puesto que ya los humanos sabían de la visita no deseada de los dioses. Sus expresiones de miedo hablaban por ellos.

Félix bajó la capucha de su capa marrón, buscando no verse tan temible pero tampoco funcionó, las mujeres corrían con niños en brazos para meterlos a las pequeñas casas.

—Vamos a separarnos. —dijo Minho, observando a todos con detalle. —Así será más rápido buscarla entre las tabernas.

—Me quedaré con los caballos, alguien debe hacerlo. —intervino Seungmin.

Todos estando de acuerdo, se alejaron del menor e iniciaron su búsqueda entre los humanos que llenaban sus penas en el alcohol, en eso no se diferenciaban tanto de los dioses, solo que en el palacio acostumbraban a tomar vino y no ese líquido apestoso de un tono amarillento.

Hyunjin bajó la capucha de su capa negra y tomó asiento en una mesa que se hallaba apartada de varios hombres de horribles aspectos, que empezaban a observarlo con cautela, manteniendo el respeto, al darse cuenta que se trataba de un dios.

—¿Qué lo trae por estos lados? —preguntó un anciano, de barba bastante larga, sin siquiera mirarlo a los ojos.

Hyunjin detalló el lugar, consciente de que Medusa no se encontraba cerca. Volviendo sus ojos al mayor, le dio pequeñas palmadas en el hombro y salió de la taberna, siendo el centro de todas las miradas.

Por otra parte y en otro escenario, se encontraba Félix, sentado en una esquina con varias mujeres insinuando sus palpables ganas de alguna caricia, gesto o incluso mirada de parte del rubio pero este miraba todo a su alrededor, menos a ellas.

Dándole una ardua repasada al oscuro lugar, descubrió a una mujer que cubría su cabeza con una capa color vino, no alzaba la vista, la tenía clavada en el vaso frente a sus ojos.

Félix caminó hasta ella con lentitud y reclamando sus ojos, recibió el descarado rechazo de parte de la mujer que se negaba a mirarlo.

—¿Puedo sentarme contigo? —preguntó con una voz suave.

—Hay suficientes sillas vacías en este lugar. —murmuró la mujer, aun sin mirarlo.

—No has dicho que no, por lo que me tomaré el atrevimiento de sentarme. —continuó el rubio y tomó asiento, cerca de ella. —¿Cómo te hiciste esa cicatriz? —preguntó con una cálida sonrisa, señalando una de sus manos, en las que se veía una inmensa marca de lo que pareció ser una profunda herida.

La mujer giró su rostro a otro lado y ocultó su mano dentro de la manga de su abrigo.

Félix dejó de sonreír y le echó un rápido vistazo a las personas que los rodeaban, captando las indiscretas miradas que les dedicaban.

—No sabía que podías convertirte en humana. —susurró con voz ronca, volviendo sus ojos a ella.

—¿Qué? —preguntó nerviosa la mujer y Félix sonrió radiante.

—Te encontré.

De un brinco, la mujer tiró la mesa encima de Félix, ganando tiempo para escapar, y traspasó la pared de la taberna, provocando gritos de parte de todos los presentes, que corrían para escapar. El rubio levantó la mesa con rapidez y salió corriendo, tomó el arco y las flechas que había dejado cerca de Ílios, su caballo, y siguió a Medusa, notando la inmensa cola de serpiente que empezaba a tumbar a los humanos que se atravesaban en su camino.

Frenando sus pasos, Félix apuntó con su arco y flecha a la lejanía, deseando acabar con esa pesadilla y con la orden de su padre que pesaba en sus hombros, como una atosigante presión.

—¡Félix, no! —exclamó Hyunjin, corriendo hacia él. —Hay muchas personas cerca, evita que alguien salga lastimado.

El rubio siguió apuntando, desesperado por darle fin a esa pesadilla, pero consciente de que el pelirrojo llevaba razón, bajó el arco y asintió sin más.

—Está huyendo al bosque, volvamos allá. —intervino Changbin, desde su caballo.

Hyunjin no dudó en buscar a Fengári y Félix hizo lo mismo con Ílios, disparándose ambos al galope, en busca de Medusa.

De nuevo en medio de inmensos pinos, todos seguían al monstruo de cola larga, que se perdía entre los árboles. Al llegar a un campo despejado, Hyunjin detuvo a Fengári y bajó de un salto. Se puso el yelmo y se escondió entre varios arbustos, donde vio de lejos como Medusa observaba su entorno, consciente de que otra persona la acompañaba. El pelirrojo puso sus manos en el húmedo pasto y automáticamente sus ojos se tornaron de un profundo morado. Varias ramas fueron lanzadas hacia ella, tomando con fuerza sus brazos y cuello. Su abdomen fue apretado con brusquedad y se vio lanzada hasta el tronco de un árbol, donde fue imposible que se moviera, quedó completamente inmóvil.

Hyunjin se deshizo del yelmo y salió de su escondite, llevando ahora sus ojos a Minho, Jisung y Seungmin que bajaban de sus caballos. Jeongin, Changbin y Félix llegaron segundos después y se acercaron a zancadas a la mujer, evitando mirarla.

—Termina con esto de una buena vez. —dijo Changbin, cerca de Félix y este no dudó en sacar su arco y apuntar a Medusa.

Hyunjin volvió su atención a la mujer y con el pequeño movimiento de una de sus manos, hizo que otra rama cubriera sus ojos, para no correr el riesgo de ser convertido en piedra.

Concentrándose en su agitada respiración, Félix buscó calmarse y sintió la cuerda rozando la línea de su mandíbula. Separando sus pies, reunió todas sus fuerzas en los músculos de su espalda, para así relajar sus brazos. Se dejó acariciar por el frío de la noche, que hacía bailar su largo cabello, y sin esperar otro segundo más, disparó la flecha, traspasando con éxito el pecho de Medusa, quien soltó un espeluznante grito de cólera.

Félix dejó caer el arco al suelo y extendió sus brazos, notando la luz que desprendía el agujero que su flecha logró para él. Como si se tratara de un rayo, los poderes de Medusa fueron expulsados de ella como una inmensa sombra que se disparó en dirección al rubio, atravesando su pecho con violencia.

Gritando con desesperación y soltando varios quejidos de dolor, Félix luchó por mantenerse de pie, cerrando sus ojos al sentir como el ícor bañaba su rostro.

Hyunjin observó al rubio en aquella nefasta lucha y notó como los árboles se movían sin control, debido al inquietante viento que recorría el bosque.

Cayendo de rodillas, Félix llevó una mano a su pecho, sintiendo el intenso cansancio de su cuerpo.

—¿Estás bien? —preguntó Changbin, doblando sus rodillas para secar el rostro del menor.

—Ya lo peor pasó. —asintió el rubio, con una mirada vacía.

Hyunjin volvió sus ojos al tronco, notando la ausencia del cuerpo de Medusa y con una disimulada sonrisa, caminó hasta Félix.

—¿Cómo te encuentras? —preguntó viendo como el rubio se ponía de pie con ayuda de Changbin.

—Estaré bien. —murmuró.

—Bien, es momento de curar a Hyunjin. —intervino Jeongin y Jisung asintió apurado, estando de acuerdo.

—¿Qué debo hacer? —preguntó Félix.

—Solo debes tocar su herida con tu mano derecha. —respondió Seungmin.

Horrorizado, Félix observó su mano, recordando el daño atroz que se habían ocasionado mutuamente en días anteriores. Volviendo sus ojos a Hyunjin, pudo notar que el pelirrojo temía que ocurriera lo mismo, puesto que también lo miraba con terror.

—¿No hay otra forma de hacerlo? —preguntó el rubio casi sin voz y Jeongin arrugó su frente.

—Podemos extraer parte de tu ícor. —contestó Jisung, ignorando su extraño comportamiento.

—Me parece una buena idea.

—¿Prefieres que te extraigan ícor antes de tocar a Hyunjin? —prosiguió Jeongin, ladeando su cabeza.

Félix tensó su mandíbula y giró su rostro a Changbin, quien también lo observaba extrañado.

—Tengo prohibido tocar a Hyunjin, por ser hijo de Hades y... —callando un momento, buscó fuerzas para continuar con sus palabras. —Y proveniente del inframundo.

Con una escandalosa risa, Changbin aplaudió a los cuatro vientos, ganándose miradas de odio de parte de todos, a excepción de Félix, que solo observaba el suelo.

—Eso tiene mucho sentido. —burló el castaño.

Hyunjin ignoró las risas de parte del despreciable hijo de Zeus y se acercó a Jeongin.

—¿Puedes hacer lo que te pide? Ayúdame a sacar el veneno de mi cuerpo. —murmuró a escasos centímetros de su oreja y el rubio asintió con una dulce sonrisa.

Caminando hasta Félix, Jeongin tomó el brazo derecho del mayor y sin siquiera darle tiempo para prepararse, cortó con rapidez su mano, dejando salir una gran cantidad de líquido dorado. Usando su propia mano como recipiente, Jeongin se dejó bañar del ícor de Félix para luego cubrir la herida de Hyunjin.

Félix observó con detalle la fría mirada que le dedicaba el rubio, captando la intención que tuvo el menor de demostrarle que él no tenía ningún problema con tocar a Hyunjin, puesto que con su propia mano estaba curando la nuca del pelirrojo, pudiendo usar algún pañuelo u hoja.

—¡Maldita sea! —exclamó Changbin, furioso. —Medusa escapó.

—¿Está viva? —preguntó Minho, girando su cuerpo al árbol que se encontraba vacío.

—Debió quedar muy débil. No creo que dure mucho tiempo. —contestó Félix, limpiando la herida en su mano con la capa.

Changbin se limitó a callar, con las palabras de su padre pesando en su mente. No podía llegar al palacio sin la cabeza de Medusa o Zeus lo mataría.



Ílios: Sol en griego.

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