Drakhan Neé

By _eversinceale_

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«Somos poder, somos fuerza, somos la nación más poderosa que hay, no vengo a fingir que no tenemos un pasado... More

❂ Drakhan Neé ❂
❂ p a r t e u n o ❂
❂ prólogo ❂
❂ capítulo uno ❂
❂ capítulo dos ❂
❂ capítulo tres ❂
❂ capítulo cuatro ❂
❂ capítulo cinco ❂
❂ p a r t e d o s ❂
❂ capítulo seis ❂
❂ capítulo siete ❂
❂ capítulo ocho ❂
❂ capítulo nueve ❂
❂ capítulo diez ❂
❂ capítulo once ❂
❂ capítulo doce ❂
❂ capítulo trece ❂
❂ capítulo catorce ❂
❂ capítulo quince ❂
❂ p a r t e t r e s ❂
❂ capítulo dieciséis ❂
❂ capítulo diecisiete ❂
❂ capítulo dieciocho ❂
❂ capítulo diecinueve ❂
❂ capítulo veinte ❂
❂ capítulo veintiuno ❂
❂ capítulo veintidós ❂
❂ capítulo veintitrés ❂
❂ capítulo veinticuatro ❂
❂ capítulo veinticinco ❂
❂ capítulo veintiséis ❂
❂ capítulo veintisiete ❂
❂ capítulo veintiocho ❂
❂ capítulo veintinueve ❂
❂ capítulo treinta ❂
❂ capítulo treinta y uno ❂
❂ capítulo treinta y dos ❂
❂ capítulo treinta y tres ❂
❂ p a r t e c u a t r o ❂
❂ capítulo treinta y cuatro ❂
❂ capítulo treinta y cinco ❂
❂ capítulo treinta y seis ❂
❂ capítulo treinta y siete ❂
❂ capítulo treinta y ocho ❂
❂ capítulo treinta y nueve ❂
❂ capítulo cuarenta ❂
❂ capítulo cuarenta y dos ❂
❂ capítulo cuarenta y tres ❂
❂ capítulo cuarenta y cuatro ❂
❂ capítulo cuarenta y cinco ❂
❂ capítulo cuarenta y seis ❂
❂ capítulo cuarenta y siete ❂
❂ capítulo cuarenta y ocho ❂
❂ capítulo cuarenta y nueve ❂
❂ capítulo cincuenta - final ❂

❂ capítulo cuarenta y uno ❂

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By _eversinceale_





✧・゚: *✧・゚:*  maratón 3/3   *:・゚✧*:・゚✧

dedicado a: cristantemos_rojos y

Nohe, Mar y Keysi.

Dona y Thelma.

este es por ustedes, por todo el cariño que le tienen a esta historia. 




SANDER




Cuando Lysander cumplió la mayoría de edad e hizo el juramento real para proteger a los príncipes, nunca pensó que ellos serían el peligro mismo.

Debió suponerlo, la verdad; pero lo cierto es que Jaekhar se habría roto el doble de huesos si no fuera por él y Daerys... bueno, no había mucho -por no decir nada-, que el pudiera hacer para causar un desastre. Pero claro, ambos tenían la sangre del dragón. Parecía que incluso se ponían de acuerdo para hacerlo sufrir al mismo tiempo.

Porque ahí estaba Jaekhar, bailando con la bruja justo en medio de la pista, con todos los invitados susurrando y enarcando la cejas. Arwan, la Matrona, tenía una expresión difícil de interpretar, pero incluso Sander intuía que no se trataba de nada bueno. Y Daerys... ¿en dónde se había metido?

Se giró en todas direcciones, pero no dio con aquella pequeña figura blanca en el salón. Podría haberlo localizado en un momento, teniendo en cuenta que el tema del baile era el negro y el dorado, y que nadie había faltado al código aparte de los príncipes. Pero, como siempre, parecía que ese par de hermanos había nacido con un solo propósito: probar su paciencia.

No tuvo demasiados problemas en moverse a través de la gente. Se apresuró a rodear los círculos de personas que reían y charlaban de todo lo que estada sudeciendo. Sobre los príncipes y sobre las brujas, pero Sander se centró en salir con rapidez, esperando que ni la Matrona, ni su hija se percataran de su ausencia. Solo sabía que algo dentro de su pecho lo estaba llamando en cierta dirección y que seguirlo, terminaría por llevarlo con Daerys.

Lysander había sido entrenado como caballero. Cuando cumplío los catorce, además de sus usuales prácticas con el primogénito, había comenzado a ser instruido en otro tipo de preparación. Jaekhar peleaba para proteger a su reino, Sander lo hacía para protegerlo a él. Lo cual significaba que su mente tenía que estar en cientos de cosas a la vez, como registrar todas las salidas de cualquier habitación en la que entraban, suponer cómo escapar bajo cualquier escenario posible, aprender a leer el comportamiento de todas las personas con las que se relacionaran y estar preparado para enfrentarlos de ser necesario.

Sander estaba instruido para servir; su honor estaba en habilidad para mantenerlos enteros y los príncipes parecían burlarse de ello cada vez que complicaban su trabajo.

Bufó cuando salió del salón del baile. Se encontró con unos cuantos invitados rezagados que preferían la tranquilidad del pasillo y trató de no llamar su atención, pasando a su lado con la cabeza baja, aunque estuvo atento de sus conversaciones, esperando escuchar algo sobre el paradero de Daerys. Cuando dio la vuelta hacia en dirección a otro pasillo, alcanzó a percibir la esencia del príncipe y supo que estaba siguiendo el camino correcto.

Afuera, estaba atardeciendo. Sander admiró por un ventanal cercano al cielo refractado de colores una sola vez antes de seguir avanzando, percatándose que nadie más se encontraba alrededor. Probablemente todas las brujas estarían toda la noche en el baile y el se puso a pensar en todos los resultados posibles de tan poca vigilancia en todo el palacio. No era lo más seguro, pero él era solo un hombre y si quería cumplir con su trabajo, esperaba que a ninguno de los príncipes se les ocurriera alejarse de un radio de medio kilómetro.

Sentía venir un dolor de cabeza, pero intentó relajarse cuando sintió que Daerys estaba cada vez más cerca; cuando se giró ante la terraza que solía frecuentar el príncipe desde que habían llevado a Gindar, y lo encontró sentado sobre una banca. Suspiró de alivio.

—Para que lo sepas —comentó el príncipe sin alzar la mirada—, está vez rompiste récord en encontrarme. Seguro es un honor para ti estar mejorando en tu trabajo.

Sander sintió una pizca de estrés al reconocer el tono sarcástico de Daerys, pero ya se había vuelto experto en fingir que no le afectaba. Tan solo contó hasta diez en su cabeza mientras se acercaba. Daerys lo miró desde abajo con una sonrisa de suficiencia, entre sus manos llevaba una copa con un último sorbo de algo burbujeante.

Se la ofreció con un gesto, Sander la rechazó con un movimiento.

—Cómo quieras —Daerys se encogió de hombros antes de tomárselo todo.

—¿Te has aburrido ya? Creí que tu presencia en el baile era importante —comentó en un fingido tono banal y tomó asiento a su lado, a una distancia segura.

—Lo era, hasta que mi querido hermano se encargó de arruinarlo todo —Daerys estaba mirando la copa como si fuera demasiado interesante—. Supuse que si iba a convertirse en un caos, quería estar alejado de ahí. Mira lo bonita que es esta tela.

Sander no miró lo que Daerys señalaba, su figura cubierta en ese atuendo elegante. En cambio, se centró las palabras del menor, un piquete de incertidumbre se asentó en su pecho.

—¿Crees que esté todo perdido? No creí que fuera tan malo.

—Oh no, tal vez no lo sea, solo es un baile... pero todo depende de lo que la Matrona piense al respecto —cuando la copa ya no pareció entretenida, Daerys pasó a inspeccionarse las uñas.

—Sería muy estupido que se moleste por ello. Necesita una alianza con Goré para ayudar a su pueblo.

Daerys alzó las cejas.

—Una vez leí sobre una guerra que empezó por la belleza de una mujer y a quién escogió amar. Un imperio cayó después de eso. ¿No te parece eso estúpido?

—Pero lo ocurrido en un baile no podría generar en guerra —dijo, comenzando a ponerse nerviso; y tal vez solo porque estaba un poco temerso, preguntó—. ¿Verdad?

El príncipe finalmente alzó la mirada y encontró sus ojos.

—Las guerras se generan por orgull0 —los ojos de Daerys brillaban con intensidad—. Por sed de venganza o por ambición, tu nómbralo. Pero para ello, cualquier combustible es suficiente. Una obesión, una traición, incluso una ofenza.

—Nivhas no está en condición para ir a una guerra.

—No —asintió el más joven, pero su mirada no había cambiado, parecía alerta—. Pero si tu fueras la Matrona de un clan que está al borde la perdición y que retiene a sus invitados con la falsa promesa de una alianza... harías lo que hiciera falta.

Sander sintió como todos su cuerpo se congelada de un minuto al otro. Guerra. La sola palabra lo hacía temblar. Habían crecido con las historias, aprendiendo sobre ello en sus lecciones. Incluso sus padres portaban con las cicatrices en lugares demasiado visibles como para pasarlas por alto. Y por muy confiado que podría estar su bando, ellos eran los únicos ahí. Si un conflicto empezaba ¿Cómo iba a lograr protegerlos?

—Tenemos que volver a casa —fue lo único que Sander tenía en mente. Daerys apartó la mirada y asintió lentamente mientras el cielo se oscurecía más a cada segundo que pasaba.

—Si, aunque temo qué podría opinar Jaekhar respecto a eso —Sander esperó a que continuara—. Esa chica. La forma en la que la sigue y se mantiene alerta por ella. Yo nunca lo había visto tan... centrado. Ni siquiera cuando Frareh lo llamó heredero.

Sabía a lo qué se refería. Habían crecido lado a lado de Jaekhar, lo conocían en todas sus facetas, pero esto era diferente. Desde que habían llegado a Nivhas, se había convertido en una versión más fuerte de lo que era, más grande de lo que ellos podrían haber esperado. Pero tenía sentido, Jaekhar estaba destinado a la grandeza ¿pero cual sería su costo?

—Jaekhar haría cualquier cosa por el reino —exclamó el Alfa, Daerys se puso de pie y se cruzó de brazos, comenzó a caminar sin alejarse demasiado—. Entendería lo que es más importante.

Daerys lo miró de nuevo y Sander casi pudo leer la pregunta en su rostro:

"¿Y qué es lo más importante?"

Pero no formuló la cuestión con palabras, porque ambos ya sabían la respuesta, aunque ninguno tenía el valor para decirla.

El príncipe apartó la mirada mientras seguía caminando, la mirada de Sander lo siguió durante unos segundos en los que su mente empezaba a arder. No era el dolor de cabeza, eran demasiadas cosas a la vez. La guerra, la alianza, lo que fuera que la Matrona estuviera pensando, la encomienda de Kargem, el baile de Jaekhar, la integridad de Daerys. Todo eso estaba causando demasiado caos en su cerebro, necesitaba calmarse, tal vez debería convencer al príncipe de volver a sus habitaciones y recostarse un rato. Jaekhar podría cuidarse solo, mañana lidiarían con las consecuencias como una unidad.

Pero claro, estaba en presencia de un Akgon. No tenía ni un solo minuto de tranquilidad.

—Al volver a casa necesitaremos aliados —comentó Daerys con ese gesto serio que indicaba que estaba tramando un plan en el que consideraba cada pequeño factor—. Si las brujas están recuperando su magia, necesitaremos un ejército aún más grande. El Norte se unirá sin rechistar, nuestros lazos con ellos siguen siendo inquebrantables. Pero el resto... tal vez necesitemos hacer algunos sacrificios.

A Sander le hubiera encantado frenarlo justo ahí, pedirle que hiciera todas esas hipótesis en la mañana, cuando el no estuviera a punto de perder la cabeza, pero:

—¿Qué tipo de sacrificios?

Daerys mantenía su mirada en otro lado, seguía dando vueltas por la terraza.

—Fortalecer nuestras relaciones con los demás lores de Goré. La última vez que un Kargem llamó a los protectores de sus tierras a la guerra... no quedaron en tan buenos términos. Habrá que encontrar una manera de que eso no se repita. Tal vez tendré que hablar lord Mikel y aceptar su proposición.

Al principio no recordó el nombre y asintió vagamente hasta que algo dentro de su estómago se retorció. Y, en otros casos Lysander había demostrado su paciencia infinita, pero esa noche no. Recordó aquel nombre y la primera forma en la que reaccionó su cuerpo, fue en erguirse junto a su furia.

—¿Lord Mikel, el tipo que se presentó el día del cumpleaños de Alysane? —"¿El que fue a pedir tu mano, descaradamente?", no fue necesario agregar aquello. Una sola mirada al joven príncipe y su furia se convertiría en una tormenta.

—Si ayudaría a fortalecer nuestras oportunidades de vencer, lo haría —musitó Daerys, sin levantar la mirada—. Sería parte de mi deber.

Lysander se levantó. Eso no podía ir en serio. Apretó sus puños, ahora si que ese distante dolor de cabeza había llegado, sentía las sienes comenzarle a pulsar; tomó una bocanada de aire, intentando mantener neutro el tono de su voz, pero siempre existía la posibilidad de fallar.

—¿Hay alguna razón en particular por la que estes diciéndome esto? —preguntó espernado, ansiando para que Daerys se diera la vuelta y lo encarara—. ¿una razón especial para desquitarte conmigo?

Y ahí estaban, sus ojos de hielo.

—No estoy desquitándome contigo.

Él respiró de nuevo. Era difícil tratar de mantenerse sereno cuando todo su cuerpo ansiaba por gritar.

—Te conozco demasiado bien. Estás molesto, otra vez —Sander intentó adivinar el motivo, Jaekhar y él habían estado charlando antes de que se reuniera con ellos en el salón del baile, luego habían compartido un abrazo, se preguntó si eso tenía algo que ver—. ¿Te importaría decirme por qué, esta vez?

Daerys alzó las cejas como si estuviera ofendido, Sander nunca se había atrevido a tanto.

—¿Oh? ¿Ahora también eres curioso?

Daerys...

—Qué bien, al menos algo ha mejorado —ahora estaban uno enfrente del otro, había unos cuantos metros de por medio, pero esto era uno de los momentos más intímos que habían tenido desde pequeños—. Pues... si, si tanto quieres, te diré porque estoy enojado. En realidad, estás de suerte, porque te diré porque he estado enojado desde que decidiste que era mejor estar muy, muy lejos de mi.

Sander no había notado el sonrojo en las mejillas de Daerys o lo vidriosos que estban sus ojos. Seguro había sido la falta de luz. Ahora que había anochecido por completo, era dificil apreciar los detalles. Se maldijo por no notarlo.

—Estoy molesto porque odio que hagan supociones sobre mi —comenzó y Sander tragó saliva—. Que me tomen por sentado y tomen decisiones acerca de mi sin consultarme primero. Como ese lord y su audacia de entrar a mi hogar y pedir mi mano con esa libertad, como si yo fuera alguien cualquiera, como si mi padre no fuera el rey más poderoso que existe en el mundo. Como si yo estuviera esperando justo eso.

Daerys se mantenía sereno, tranquilo, pero un dragón podía estar preparando su fuego interno sin inmutarse y exhalar llamas de un momento a otro, Sander conocía ese dato a la perfección. Sabía que eso era lo que el joven príncipe estaba haciendo.

—Estoy molesto porque mi hermano es un idiota. Y lo amo, pero a veces tengo ganas de tirarle del cabello hasta que lo pierda todo. Por complicárnoslo todo, siempre —puso los ojos en blanco y tomó un suspiro—. Pero también estoy molesto con mis padres por enviarnos aquí sin mucha información, por creer que Jaekhar estaba listo para completar con una misión tan delicada.

Daerys dio un paso al frente y esta vez sus cejas se ciñieron un poco a sus preciosos ojos y Sander sintió como una oleada de pánico lo bañaba entero; su ira estaba siendo mitigada poco a poco por las confesiones de ese pequeño muchacho que podría destrozarlo por completo con una sola de sus miradas.

—Y estoy todavía más molesto contigo. Porque te fuiste. Porque me dejaste abandonado al suponer que yo estaría mejor sin ti —las manos de Daerys se convirieron en dos puños y dio un paso adelante—. Y fueron años, Lysander. No semanas, no meses, años. Y cerraste cada entrada para mi, las bloqueaste como si lo que había entre nosotros pudiera desvanecerse como si nada.

Sander sintió como parte de su cuerpo se tornaba liquida conforme Daerys se acercaba, pero algo, tal vez su última pizca de fuerza lo estaba manteniendo de pie.

—Porque una y mil cartas llegaron para pedir una audiencia conmigo y no hiciste nada —ahora el príncipe estaba alzando un dedo acusador hacia su pecho; un solo toque haría falta para disolverlo por completo—. Porque reaccionaste como un bruto cuando ese lord llegó a plantearse frente a mi, sosteniendo un derecho que creías tuyo, cuando lo perdiste en el mismo momento en el que decidiste perderme a mí.

—Daerys, no, yo-

—Pero, con quién más estoy molesto —dijo, su tono desgarradoramente helado perdiendo intensidad conforme pronunciaba aquellas palabras. Bajó su mano hasta que lo último que quedó ante él, fue un joven molesto, si, pero con el corazón roto—, es conmigo. Porque aún así, esperé. Mantuve una parte de mi alerta, por si volvías. Una ventana ante ese silencio entre nosotros, por si cambiabas de opinión.

Y oh, vaya que Daerys Akgon estaba furioso. Pero era un tipo de ira diferente. No era ardiente o descontrolada, ni siquiera parecía peligrosa. Pero eso era exactamente, lo que la hacia peor. Un tipo de ira que llevaba años volviéndose invencible, que podría haberse adherido permanentemente como una segunda capa de piel y Sander se preguntó, con terror, si es que sería posible deshacerse de ella.

—Y aquí estamos, a un océano de distancia de mi hogar, a más de diez años de haberte conocido y a pesar de todos esos años te veo y siento una furia tan grande que podría quebrarme en mil pedazos, pero no lo hace porque tengo esta... esperanza de que llegara el día en que pelees por mi. Y esa esperanza es también este amor desgarrador que siento y no se va. Porque te he amado desde que llegaste a mi vida y tu no has hecho nada al respecto.

Sander sintió el momento exacto en que su cuerpo encontró la solidez de nuevo.

—¿"Nada"? —ahora era su turno de estar ofendido; ya no le importó si estaba siendo suave o no—. He pasado todo estos años haciendo todo para mantenerte a salvo. Ciudándote y asegurándome de que nada te pasara. He estado ahí todo este tiempo, nunca me... marché. Siempre he estado a tu lado, Daerys, nada, absolutamente nada cambiaría eso.

La cabeza de Sander iba a explotar de un momento al otro, o su pecho, o su corazón, no sabía cual iría primero, pero dudaba que fuera a sobrevivir. El príncipe dio otro paso hacia el frente.

—¿Y por qué creíste que eso era suficiente?

—Porque esto —dijo, señalándose por completo—. Es todo lo que soy capaz de ser. Un protector, para ti. Es... lo mejor que haré en esta vida. Mi único propósito es protegerte. No... no hay nada más. No puedo darte más y tu mereces todo.

—¡No puedes decidir eso! —soltó Daerys, recuperando la fuerza de ira. Triunfando a través de su dolor—. Esa decisión es mía para tomar. No me hubiera importado qué fueras o qué pudieras darme. Fuiste hecho para mi, justo a la medida, no faltaba nada.

El impacto de sus palabras estaba haciendo que su corazón sangrara, pero Sander ignoró el escozor de sus heridas.

—¡Tú no dijiste nada, por años! —reprochó el moreno con cada vez más pánico—. Me aparté, pero tu nunca lo reprochaste... asi que pensé, supuse que-

—Si, supusiste.

A ese punto, Daerys estaba alzando la voz. Sander estaba alzando la voz. Y la noche estaba sobre ellos. El príncipe estaba cada vez más cerca. Estaban lejos de casa, pero su pecho ardía y sentía que un millón de grietas le recorrían el cuerpo, como si estuviera a punto de romperse y quedarse desecho en una tierra lejana a su hogar.

—¡Lo siento! —gritó, perdiendo la última pizca de control—. No... no quería hacerte daño. Nunca lo quise, pero ¿crees que yo no sufrí igual que tú? Me mataba por dentro, pero verte al menos una vez al día habría sido suficiente por el resto de mi vida. Aunque no toleraras mi prescencia, me aferraba a esa pizca de odio porque si era lo único que iba a obtener de ti... eso habría sido suficiente.

—Por la luz... —Daerys se pasó las pequeñas manos entre su pecho lacio, alborotándolo todo. Nunca lo había visto tan fuera de si—. ¡¿Por qué hiciste eso?!

—Porque te amo, porque me odio, por todo —Sander cayó de rodillas ante el príncipe—. Porque estoy consciente de que nunca habría nadie más para mi, y sé que es lo mismo contigo, pero me... bloqueaba cada vez que te acercabas, nunca pude hacer nada porque me paralizaba y- no sé porque lo hice. Pero lo siento, lo sentiré toda mi vida.

Lysander se rompió finalmente ante el príncipe de plata y se preguntó si tendría que pasar toda una eternidad pidiéndo perdón. Si Daerys se lo pedía, no tenía opción. Ni siquiera dudaría antes de aceptar.

De pronto, todo fue silencio durante unos momentos que no supo si contaron como segundos o minutos, pudieron haber sido horas también. Sus ojos estaban cerrados y lo único que reconocía era la oscuridad y la desolación. Sentía las olas de dolor irse y regresar por momentos y no buscó una escapatoria. Había llegado el momento de afrontar las consecuencias de sus actos.

El dolor habría podido ser para siempre.

Pero, como si fuera parte de su castigo, creyó sentirlo. Cerca, lejos, en todas partes. Sus manos, frías y delicadas sobre sus mejillas. Su escencia lo envolvió entero y Sander no se permitió tocarlo también. Sentirlo así habría sido su perdición y salvación al mismo tiempo. Pero Daerys lo estaba sujetando.

Abrió los ojos.

—Podrás sentirlo para siempre —le dijo el príncipe—, yo podré resentirte para siempre. Pero eso no borra el hecho de que eres mío y yo soy tuyo. Y eso tambien será para siempre.

El mundo tuvo que haberse desintegrado en ese momento porque todo lo que había alrededor de Lysander se hizo pedazos cuando Daerys lo besó.

Tal vez él colpasó y está era su versión del paraíso después de la muerte. O tal vez una alucinación de su mente rota tras esos últimos segundos de estrés. Pero no le importó, porque aquel había sido el mayor sueño de su vida y estaba cumpliéndose; realidad o no, Lysander iba a entregarse por completo a devolver ese beso.

Empezó siendo tímido, frágil -bastante frágil-, pero no tardó en moldearse en algo completamente distinto. Con fuerza y propósito, un reflejo de lo duro que habían batallado sus corazones por mantenerse latiendo a pesar de todos esos obstáculos. Sander sentía los labios de Daerys apegarse a los suyos como si no conocieran otra cosa más, cada vez con mayor rudeza, como si estuviera desquitando toda esa ira con su boca.

Era ansioso y salvaje, pero nunca había esperando algo diferente. Tras años de ese desgarrador silencio, por fin sentía que podía gritar y explotar, hacer todo el desastre que quisiera porque no había ninguna otra forma para ellos, tan solo dejar verter todo aquello que había tomado años de restricción, liberarse por fin.

Sander seguía sobre sus rodillas, en medio de esa terraza bajo un cielo estrellado, con ese chico inclinado contra su cuerpo, besándolo con toda la fuerza de un corazón que no había dejado de crecer dentro de su cuerpo y que probablemente acaparaba todo lo que él era.

Si hubiera tenido que sufrir mil años más para revivir ese momento, lo habría hecho.

Porque cuando se acabó, sintió que todo valió la pena.

No se atrevió a abrir los ojos, si descubriría que todo era un producto de su imaginación y que Daerys estaba lejos de nuevo. Pero las manos que segundos atrás lo habían sujetado, ahora estaban tirando de sus manos.

—Levántate —escuchó que ordenaba sin vacilación—. Ahora. Sander, ponte de pie.

Lysander obedeció, descubriendo que Daerys lo estaba viendo desde arriba con algo parecido a la ansiedad. Sus ojos estaban brillando. Se puso de pie y volvió a ser más alto, aunque sintió que toda su fuerza venía del chico frente a él.

Daerys no le dio tiempo para procesar otra cosa, se puso de puntillas y lo besó de nuevo, atrayéndolo hacia él. Sander lo tomó de la cintura, más para estabilizarse a si mismo, que para sostener al menor.

El príncipe comenzó a tirar de él hacía la oscuridad, hacia donde las sombras amenzaban con envolverlos por completo, de vuelta al interior del castillo. Una alerta sonó en su mente y se sorprendió de que pudiera darle una pizca de consciencia aún si estaba siendo destrozado con cada roce de sus labios.

—¿Qué estás...?

—No digas nada —murmuró contra su boca, el mundo perdió enfoque solo un poco.

Daerys.

—Cállate —ni siquiera estaba utilizando su usual tono molesto, parecía que le costaba hablar tanto como a él, pero aún así, estaban lejos de la privacidad de su habitación y el baile estaba a tan solo unos metros de ahí. Cualquiera podría pasar y verlos.

—Tenemos... que... —Sander no podía creer que intentaba hablar a mitad de los insistentes besos de Daerys Akgon, pero todo lo que había confesado ese día, lo que había oído..., eran igual de increíbles—, Daerys, vamos a la habitación.

—Nadie va a vernos.

—No creo que-

—Lysander, te voy a matar.

Si, le creía.

Pero también creía que Daerys prefería perder las cejas antes de vivir con la idea de que alguien lo viera así: perdido en la bruma de sus sentimientos, aferrándose a Sander como si no pudiera ser capaz de mantenerse de pie si no estuviera sujetándose de sus hombros. Así que, por su bien, tenía que sacarlos de ahí y evitar una catástrofe natural.

Con el último deje de su cordura, se agachó y tomó al príncipe entre sus brazos. Sorpresivamente, Daerys no se quejó, tan solo se aferró a su cuello y volvió a impactar sus labios contra los de Sander.

(...)

El viaje hasta sus habitaciones fue de todo menos sencillo, pero Sander creyó haber estado flotando la mayor parte del tiempo. Porque no sabía como su cerebro habría podido coordinar a sus pies para moverse, para lograr volver sin mirar hacia donde se dirigía, y para sostener a Daerys. Todo eso mientras era besado, besado y besado.

No había nada más que Daerys en su mente, las alertas habían dejado de aparecer en su mente desde que abandonaron la terraza. Lo único que tenía cabidad en su cabeza, era para no soltar a ese pequeño príncipe.

Por lo visto, Daerys estaba en un estado similar. Lo atrajo sin pensar a su habitación y luego cerró la puerta. Entonces no hubo lugar para nada más que instinto.

Todo se resumió a necesidades y la indicación para satisfacerlas.

Fueron sus manos encontrando el camino idóneo sobre el cuerpo del otro. Sus labios, conectando con el punto exacto en el que hacían soltar una y mil chispas entre ambos. Y la cada que el resto de su cuerpo hacia fricción, esas chispas se volvían estallidos de luz.

Sander era consciente de pequeños vistazos de su consciencia, pequeños recuerdos que iba a lograr mantener en su memoria cuando todo eso hubiera llegado a su fin. La piel desnuda de Daerys, las pecas sobre sus hombros y en su cadera. Las miradas suplicantes o la forma en que sus dedos se enterraron sobre sus omóplatos.

No sabía cuantos de esos recuerdos lograría conservar, pero esperó que al menos fuera uno de ellos. Pero de lo que si estuvo seguro, es que las sensaciones... esas nunca se irían.

Nunca tendría suficiente de los ecos que dejarían en su piel durante semanas, o como se habían tallado en las paredes de su memoria. Cómo habría cedido su alma para almacenarlas y admirarlas cada vez que no creyera que ese momento habia sido real.

Que la ropa se deslizó de sus cuerpos, que compartieron la misma calidez, que los suspiros del otro habían resonado entre ellos, que la presión había sido la correcta, que el mundo no tenía sentido si no pasaban el resto de su vida así.

Y que Daerys le había susurrado que lo amaba en cada segundo.

Se habría puesto de rodillas de nuevo si pudiera repetirlo para siempre.


///




n/a: jeje

holis, espero que les haya gustado este maratón... lamento la tardanza, pero tuve un fin de año pesado y hasta estas fechas me he podido tomar un descanso de mi mas reciente batalla escolar. les deseo un gran comienzo de año, aunque ya se este acabando enero... pero supongo que todavía están a tiempo de aprovechar lo que pueda suceder este 2023.

quería comentar que amé escribir estos capitulos, pero sobre todo el 40. esto porque planee drakhan nee junto a mis amigas en diciembre del 2020 y aun cuando zeerah no tenía nombre, me imagine la escena del baile porque evermore de taylor recien habia salido y hasta la fecha ha sido toda mi personalidad. asi que fue maravilloso escribir un momento que ha vivido exclusivamente en nuestras cabezas (karla y mios) desde hace más de dos años...

mini update: drakhan nee esta llegando a su final. calculo que quedan a lo mucho unas cinco actualizaciones (una de ellas siendo otro maraton). como ya es costumbre con esa saga, los capitulos finales se publicaran de corrido y tal vez organice un live en insta para charlar al respecto.

una vez mas, quiero agradecer por la paciencia y el apoyo. 

gracias por leer. no olviden dejar su voto en estos tres... nos veremos pronto para el final.

-kargem ake.

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