Tres semanas habían pasado desde la caída de Kaido, y no era nada que ver con la vida pacífica que todos imaginaban. Lejos de eso, todos estaban cada vez más rotos.
-No sé a dónde pudo haberse ido Law, Kid me jura que no sabe nada. - decía Corazón mirando al techo.
-No voy a poder vivir en paz hasta saber eso, me está matando. - le respondió Shanks.
-Ya deja el tema, que por culpa de eso estás en este lugar... - se quejó Mihawk.
Un silencio invadió la pequeña sala de hospital. Los ataques de ansiedad de Shanks se habían vuelto casi diarios, y en uno de esos, se había golpeado la cabeza. El pueblo no contaba con psiquiatras, era demasiado pequeño, y Mihawk estaba evaluando seriamente llevárselo de ahí.
Pero su pensamiento era inútil, sabía que el médico no renunciaría a este pueblo. Entonces, llegó una idea que hacía días se estaba gestando en su mente. Les dijo a ambos que se ausentaría por unas horas y dejó el hospital, con un rumbo claro.
No pasó mucho tiempo hasta que llegó a destino, y tocó la puerta sin cesar hasta que su objetivo la abrió. Entró al lugar sin decir ni hola y empezó a registrar toda la casa. Cocina, baño, habitación, sala de estar, miró por todos lados, sin éxito, hasta que se topó con una puerta con llave.
-Abre esto. - exigió en un tono firme.
-¿Qué te pasa? No puedes entrar así a mi casa - reclamó Kid desconcertado.
-Abre este lugar, sé que hay algo. - reiteró el detective.
-¿Y qué si lo hay? No te importa, es mi casa. - respondió Kid ya más alterado.
-Por si no lo sabías, las dos personas más cercanas tu novio están viviendo un infierno porque no saben dónde está. Sólo quiero encontrarlo. Eso es todo.
-¿Y piensas que yo no? Es mi novio.
-Sé que está ahí.
-Sí, lo está, ¿Bien? está en esa habitación, pero no responde, no habla, no sé si tiene daño cerebral, pero hace tres semanas está así. Que lo vean así es más doloroso que no saber su paradero.
-Entiendo... Sí. ¿Crees que tiene recuperación?
-No lo sé, cada vez pierdo más las esperanzas, ya no sé ni por qué lo tengo aquí.
-Voy a decirles que está muerto.
-Eso va a doler más aún.
-No, si tienen un cierre y hacen su duelo, todo va a estar bien. Al menos van a tener paz, aunque duela.
-Gracias por guardar el secreto.
-No es por ti, sólo no quiero que su último recuerdo de Law sea en forma de vegetal.
-Por cierto, ¿Al final quién mató a las chicas?
-Si lo que dice Crocodile es verdad, fue Nico Robin, quien trabajaba para él. La arrestamos en un motel, estaba con quien parece ser su novia, tu profesora, Boa Hancock.
-¿Qué? Eso no tiene sentido.
-En verdad sí, la asfixia es el método más común en mujeres después del envenenamiento, y el hecho de que no hubo agresión sexual, cuadra bastante.
-¿Y Crocodile?
-No sé, no sé sabe nada de él o Doflamingo.
...
-¿Eustass Kid?
-Sí.
-Tienes quince minutos.
Kid caminó por los pasillos hasta llegar a la mesa. Allí lo esperaban dos caras conocidas. Pudo ver la decepción en sus rostros al ver que venía solo.
-¿Y él? - preguntó la mujer.
-Señor y señora Trafalgar, Law tuvo un accidente.
-¿Qué? ¿Qué le pasó? - preguntó alterado el hombre.
-Hubo una pelea muy grande, mataron a muchas personas, realmente no pude venir antes. Law... murió.
Los Trafalgar rompieron en llanto, y nadie más emitió palabra alguna. Kid tenía un plan muy claro: iba a llevarse a Law, como pudiera, y no sabía hacia dónde, pero algo tenía claro: este pueblo iba a terminar de matarlo.
Así que llegó a la casa, abrió la puerta de la habitación donde tenía a su novio, y comenzó a removerle el catéter y las sondas. Al terminar, lo rodeó con sus brazos y lo cargó hasta la sala. Kid lo sujetaba fuerte para que no se cayera, a veces podía sentir que Law también apretaba su mano, pero decidió no darse falsas esperanzas y atribuirlo a su imaginación.
...
-No puede ser. - dijo Crocodile mientras todo su cuerpo temblaba.
-¿Este es...? - respondió su novio sin llegar a completar la oración.
-Sí. - lo interrumpió Crocodile que no salía de su asombro.
Frente a ellos, en el medio del desierto, había una ciudad amurallada, dos hombres armados custodiaban la entrada, y, a juzgar por los puestos de vigilancia en las esquinas, todo indica a que era una base militar.
Pero había algo más, un sonido que atravesaba cada átomo del cuerpo de Crocodile, inundando sus ojos y provocando un ardor insoportable en su nariz y garganta. Un sonido que no había escuchado en más de veinte años: la fuente de su pueblo.
Se acercaron a la entrada, buscando comunicarse con aquellos hombres de la entrada.
-No se puede pasar. - anunció uno de los guardias antes de siquiera poder hablar.
-Entiendo, pero no soy un extraño. Conozco al rey, llamelo y él se lo confirmará. - Respondió Crocodile confiado.
-No hay ningún rey aquí. ¿Se refiere al coronel Smoker?
-¿Coronel? No, hablo de Cobra. El rey Cobra.
-¿Quién eres? ¿Rey Cobra? Hace veinticinco años que no hay ningún rey Cobra.
-¿Qué le pasó?
-Enfermó - Habló el otro hombre - por eso su familiar lejano Smoker vino a encargarse de cuidar el pueblo. Siempre es un placer que nos visiten viejos conocidos del rey, voy a llevarlos al hospital para que lo puedan visitar.
-¿De verdad? ¿Qué le pasó?
-Bueno, tiene una enfermedad muy grave, aún no pudimos establecer lo que es, pero otros pueblos lo acusan de ser contagioso y querer expandir el virus, por eso prohibimos la entrada de otras personas, tememos que puedan matarlo.
-¿Y por qué confían en mí? ¿No creen que yo pueda matarlo?
-Bueno, lo pensaba. Pero tu cocodrilo, esa raza es única de la familia real de este lugar. La única forma de tener uno así es siendo un íntimo amigo de la familia. ¿O me equivoco?
-Sí... Gizmo es de aquí. Él me trajo hasta aquí. - respondió Crocodile, ahora todas las cosas comenzaban a tener sentido.
Entraron caminaron los los pasillos del pueblo. Sin embargo, varias cosas no estaban bien: las personas no estaban en buen estado, sus ropas sucias, trabajando en huertas enormes que antes no recordaba haber visto antes.
Pronto llegaron al hospital, que no se veía como uno en absoluto. Eso no le extrañaba a Crocodile sin embargo, el pueblo nunca había contado con un hospital como tal, sino con una pequeña enfermería. Entraron al lugar y se acercaron a la recepción.
El guardia habló con el hombre detrás del mostrador brevemente y les hizo una señal de que lo siguieran.
Bajaron por unas escaleras a lo que parecía ser un subsuelo, y finalmente vieron al rey. Sin embargo, no estaba en una camilla de hospital; estaba en una celda.
Rápidamente, Crocodile quiso pedir explicaciones, pero antes de poder decir nada, sintió un golpe y luego todo se volvió negro.
Despertó en una celda, junto a Cobra, Doflamingo y Gizmo.
-¿Qué pasó? - preguntó mientras recuperaba la conciencia.
-¿Crocodile? - preguntó el rey, que no salía de su asombro.
-Sí. El mismo.
-No has cambiado nada, cuando te vi entrar por esa puerta no lo podía creer.
-Rey Cobra, ¿Qué está pasando?
-Es una historia muy larga, Crocodile.
-Pero ¿Por qué hay murallas al rededor de la ciudad? ¿Quién es el coronel Smoker? ¿Qué le pasó al pueblo?
-¿Por dónde empiezo? A ver... Hace veinticinco años, tú vivías aquí, hubo una invasión militar en este pueblo. Tomaron el poder a la fuerza, esclavizaron a las familias. Hace veinticinco años que no veo la luz. Estoy aquí, encerrado, muchas veces preferiría estar muerto. Pero a veces me cuentan cómo es allí arriba, y es un infierno. Trabajan todo el día y son maltratados todo el tiempo. Es prácticamente un campo de concentración, ¿Qué hacen aquí?
-Su majestad... Eso no tiene sentido. Yo salí corriendo porque mi madre me dijo que todo el pueblo buscaba lincharme, que me acusaban de algo y que huyera, estaba gritándome muy enojada y...
-Tu madre te salvó la vida. ¿Por qué volviste? Dime, ¿Por qué?
-Es una larga historia en verdad, pero tuve que irme de donde vivía y luego Gizmo, bueno, me guió hasta aquí.
-Crocodile - interrumpió Doflamingo - tenemos que salir de aquí.
-Es imposible - dijo el rey - está lleno de militares por todas partes, aún si lográramos cavar un agujero, no habría forma de ocultarlo.
-Quizá no haga falta cavar nada - dijo Crocodile - con robar unas llaves estaremos bien, el problema en sí no es salir, más bien es sobrevivir a todos los militares armados de afuera.
...
En la ciudad, Kid estaba sufriendo el duelo más dura de su vida. Debido al estado de Law, ya no podía andar en su moto, no sería prudente, así que había decidido arriesgarlo todo por la posibilidad de ver a su novio consciente otra vez; vendió su moto para poder comprar un auto, y al recordar la entrega que efectuó unas horas antes, un par de lágrimas se deslizaron por su mejilla.
Con esto, ya tenía todo listo, era hora de partir a rumbos desconocidos, cargó a Law desde la sala hasta el garage, sorprendiéndose por lo liviano que era, empacó los elementos medicos necesarios y encendió el auto, listo para emprender rumbo a donde sea que lo llevara el destino, con la esperanza de que algo, lo que sea, lo despertara de una vez de ese trance del que parecía nunca iba a salir.