One-shots.

By desirealba

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Un aspecto esencial de la creatividad es no tener miedo al fracaso - Dr. Edwin Land More

BUMBLE
BUMBLE
BUMBLE
BUMBLE
BUMBLE
BUMBLE - FIN
Si me vas a mentir...
Si me vas a mentir...
Si me vas a mentir...
Si me vas a mentir...
Si me vas a mentir...
Si me vas a mentir...
Si me vas a mentir...
Si me vas a mentir...
Si me vas a mentir... FIN
Mi corazón, idiota.
Él.
ADA
ADA
ADA
ADA. FIN

ADA.

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By desirealba

Suspiro pesadamente y tiro del equipaje por el aeropuerto de Honolulu. Llevo a Ada de la mano, que está hiperactiva después de un vuelo de treinta y dos horas mientras que yo necesito una cama urgente.

El padre de Ada y mi polvo de una noche hace cuatro años, se encuentra esperándonos a la salida.

Hay gente que comete errores, le echa sal a un pastel en vez de azúcar, bebe demasiado una noche o se casa con la persona equivocada.

Yo me acosté con un militar una noche de fiesta y por eso Ada lo ha visto pocas veces en tres años. A pesar de que él la llama todos los días y hacen videollamadas, el contacto en persona con su padre ha sido escaso.

El chico va destinado de un lugar a otro y yo no siempre puedo viajar y no, no voy a dejar a Ada viajar sola tan pequeña en un vuelo de tantas horas.

Eric está allí, tan guapo y musculoso como siempre. Lleva una gorra, también como siempre, y una camiseta de mangas cortas con unos pantalones por las rodillas.

No sé qué se esperaba él que Ada hiciera, pero no era lo que se había imaginado. Nuestra hija se esconde detrás de mis piernas cuando lo ve y él la mira extrañado.

— Eh, pequeña, soy papá —dice agachándose.

— Dile hola a papá —muevo la mano de Ada y ella lo saluda tímida.

— ¿Cómo estás, Lu? —Se pone de pie y me da un pequeño abrazo— Deja que coja el equipaje.

Lo dejo, porque Ada me pide que la coja y lo hago.

— ¿Cómo ha ido el vuelo? —Pregunta mientras caminamos en el coche.

— Bien, agotador. ¿Cuántas veces hemos visto la película de Lilo y Stitch, Ada?

— Unas mil veces —mira a su padre.

— ¿Tantas veces? Te la tendrás que saber entera.

— Se ha aprendido el baile, ¿verdad? —Le meto un mechón de pelo a Ada detrás de su oreja y ella asiente.

Tiene el pelo negro, igual que el padre. Por suerte, ha sacado mis ojos grandes, pero negros, como Eric y por ahora se parece bastante a mí. Imagino que es porque yo la estoy criando y no hay rasgos aún de la personalidad de Eric.

Nos acostamos un par de veces y hablamos unos cuantos meses. Después me enteré que estaba embarazada. Sor pre sa. Ni siquiera sé por qué quise seguir adelante con el embarazo, no sé si fue porque él no quería que abortara o porque pensé que podría tener una historia de amor de libro.

Fui ingenua, ahora no lo soy.

Lo que hay entre Eric y yo es relación de padres separados. Él me pregunta por Ada, la situación y cómo va todo y fin.

La monto en la sillita de seguridad que él ha comprado para ella y me monto en el asiento del copiloto cuando ella está bien atada.

— Mis padres vendrán dentro de unos días, quieren ver a Ada.

— Vale —Veo como Eric mira por el espejo retrovisor a Ada— Dale media hora, necesita coger confianza.

Él me mira y asiente.

— ¿Quieres que ponga un poco de música, princesa? —Le pregunta a Ada.

Miro hacia atrás para ver a Ada asentir y Eric enciende la radio. Empieza a decirle lo maravillosas que serán esas vacaciones y lo bien que nos lo vamos a pasar.

Eric no es mal chico. No tengo ninguna guerra hacia él y siempre he intentado que sepa de Ada.

Sí, pasé el embarazo sola porque lo destinaron a otro sitio al mes de enterarnos que estaba embarazada. ¿Elegí yo pasar el embarazo así? Sí. Escogí para Ada un padre que apenas vería.

¿Mi miedo? Que él se cansara de ella y la situación y dejase de llamarla. Por ahora, eso no ha pasado, no sé qué pasará cuando él forme una familia.

Eric me pasa dinero por Ada incluso desde antes de nacer. Siempre está dispuesto a darle lo mejor y a que nunca le falte de nada.

Una semana antes de marcharse, se le ocurrió la loca idea de casarnos. Casarnos y así poder mudarme a Estados Unidos donde no pagaría por la sanidad, tendría descuento en muchas tiendas y él estaría más cerca de su hija mientras yo viviría una vida que no quería.

Tenía un buen trabajo en mi país y podía mantenernos perfectamente. Mudarme con una persona que no me quiere nunca ha sido una opción.

Miro por la ventana mientras Ada empieza a hablar con los codos como normalmente hace y observo el maravilloso paisaje.

Siempre he querido visitar Hawaii, aunque nunca me hubiera imaginado que fuese en estas circunstancias.

Una vez dentro de la base, llegamos a la casa en la que vive y bajo a Ada del coche. Eric se encarga de las maletas y entramos.

— Bienvenidas a mi casa —dice— Las habitaciones están arriba.

— Deja que te ayude —digo cogiendo una de las mochilas.

— Yo puedo hacerlo.

— Y yo también —ambos nos miramos y él termina asintiendo mientras Ada se pone a ver la casa.

— Bien, esta es tu habitación —dice dejando la maleta.

Dejo la mochila al lado y toco el colchón.

— Es tan cómodo como el mío —me dice— aunque la cama es un poco alta.

Doy un salto y jadeo cuando mi cuerpo toca el mullido colchón. Estoy, completamente, reventada.

— El baño está en el pasillo. Puedes tomar una ducha e ir a dormir, yo me encargaré de Ada.

— ¿Qué hora es?

— Las doce de la mañana, el jetlag va a golpearte duro durante un par de días.

Froto mi rostro y me siento en la cama.

— Vale, me vendrá bien descansar aunque sea unas horas.

— Puedes guardar la ropa en el armario. He comprado perchas para que puedas colgarla y... Creo que no tengo nada más que decir.

— Gracias, Eric.

— No hay de qué —sonríe y sale de la habitación.

Recuerdo perfectamente esa noche. No puedo decir que estaba borracha porque no lo estaba. No me gusta beber y era muy consciente de lo que estaba haciendo. No puedo echarle la culpa a nada, solo a lo irresponsable que fui y al calentón del momento.

Lo disfruté, mucho. Uno de las mejores folladas de mi vida, para que mentir.

No he salido con nadie últimamente. El que tenga una hija echa a demasiados chicos para atrás y lo único que puedo conseguir es algo temporal o incluso, de una noche.

No quiero eso, al menos no ahora.

Cuando me meto en la ducha, veo que él ha comprado champú y mascarilla para nosotras y sonrío un poco. Eric siempre tan atento.

No hubo día en el que no me llamara pasa saber cómo estaba con el embarazo. Le pasé una foto de Ada cada día desde que nació. A medida que ella fue creciendo, dejé de pasarle tantas fotos y él llamaba por videollamada.

“Es preciosa” Había dicho cuando la había tenido en sus brazos por primera vez.

Yo, por supuesto, me había derretido y había tenido que dejar de fantasear que podríamos empezar algo. Yo lo hubiera hecho, al menos, pero supongo que es porque nosotras somos más sensibles y enamoradizas que ellos.

Después estuvo en algo con una chica, cosa que me dolió como el mismo infierno y no entendí el motivo. No de que él hiciera su vida, si no que me doliera.

No podía ser que una persona se hubiera metido en mi piel en unos pocos meses. Sí, estaba muy pendiente de mí durante el embarazo y después de las dos, pero ya está.

Reprimí el sentimiento.

No sé si está con alguien ahora o no.

Me despierto cuando ya hay oscuridad y me doy cuenta que he dormido demasiado. Tengo mi pijama de verano puesto y me dirijo a la planta baja para encontrar a Eric y a Ada en la cocina.

Ella está subida en una silla y me quedo en la puerta, viendo como los dos cocinan, entretenidos. Eric está cortando algo y ella está rebozándolo siguiendo las indicaciones de su padre.

Es una bonita estampa.

— ¡Estoy cocinando, mamá! —Me grita Ada en cuanto me ve y sonrió.

Eric me mira con una sonrisa en su rostro.

— ¿Has dormido bien?

— Sí, gracias, lo necesitaba —me acerco— ¿Qué estáis cocinando?

— Pechuga rebozaaaadaaaa —Ada lo dice cantando y Eric suelta una carcajada.

Aunque yo le envío vídeos que grabo de Ada en su salsa, no es lo mismo verlo por una pantalla que en persona.

— ¿Te has portado bien? —beso la mejilla de Ada.

— Muy bien, ¿verdad, papá? —Lo mira.

— Un dulce angelito —él la mira y le guiña un ojo.

— ¿Por qué no la ayudas a bañarse? —Le digo a Eric— Yo me encargaré de esto.

— ¿Segura?

— Claro.

— Venga, vamos, súbete a mí espalda —le dice a Ada.

Ella se sube a su espalda y van haciendo el avión hasta el piso de arriba. No le he dicho a Eric que ropa tiene que coger ni nada, pero estoy segura que Ada se lo dirá.

Termino de hacer la cena y me acerco al baño cuando me doy cuenta que no han bajado aún. La puerta está entre abierta y los veo jugar. Ada se ríe a carcajadas y sonrió. Me voy con cuidado de no hacer ruido y los dejo solos para que tengan momentos de padre e hija.

Ada se queda dormida encima del plato de la cena y Eric la lleva a la cama, a su cama. Entiendo que quiera dormir y pasar el mayor tiempo posible con ella.

Ha comprado una barra de seguridad para la cama para que no se caiga y lo tiene todo pensado y organizado.

Me encargo de recoger la cocina y él no tarda en llegar. Se pone a secar platos mientras que reina un silencio sepulcral entre los dos.

— La echaba de menos —me dice—. Me estoy perdiendo muchas cosas de ella.

— Sabías que sucedería.

— Lo sé, pero es duro. Sabes que pediría su custodia si no estuviera de un lado a otro, ¿no?

— ¿Quieres quitarme a mí hija? —Le pregunto dejando de fregar.

— No quiero quitarte a nuestra hija, Lu. Simplemente que también tengo derecho a estar con ella y cuidarla. Educarla.

— Estoy dándole una buena educación.

— Lo sé. Escucha —pone sus grandes manos en mis hombros— no te estoy diciendo que lo estés haciendo mal, simplemente que si pudiera, lucharía por ella. Una custodia compartida, por ejemplo.

No, pero me callo y asiento porque no quiero entrar en una discusión como esa ahora. Se puede hablar, pero de aquí a que él consiga una vida estable para pedir la custodia compartida de Ada...

— Sé que es muy pequeña para viajar sola en avión pero...

— Son treinta y cuatro horas, sin contar las escalas. No voy a dejar que desconocidos se encarguen de ella. Puedes pasar todo el tiempo que estemos aquí a solas con ella. Me iré a la playa para que disfrutes de ella, sabes que no tengo ningún problema.

— Lo sé —deja el paño encima de la encimera y se apoya en ella—. No me importa que vengas con nosotros, eres su madre y estás aquí. Sé que ella te necesita y nunca pediría una custodia total. Un hijo siempre necesita más a su madre, lo entiendo —se cruza de brazos e intento no mirar sus bíceps.

Mantengo mis ojos sobre los suyos y él acaba sonriendo.

— Venga, ¿quieres una cerveza? Creo que nos merecemos una, ¿no?

— Vale —muevo mis hombros de delante hacia atrás y él saca dos cervezas de la nevera— Pensé que no bebías.

— Y apenas lo hago —abre las cervezas y me da una— Vamos al jardín.

Nos sentamos en un columpio que tiene en el porche y me pongo de lado para poder mirarlo. Él ha crecido y yo también. No puede ser que hayan pasado cuatro años cuando parece que fue ayer cuando le di la noticia por mensaje de que estaba embarazada.

Me dejó en visto durante unos minutos en los que se me bajó la presión veinte veces y después me dijo: no puede ser.

Pues sí, si pudo ser.

—Ada me dijo que quería un perro.

— No tengo tiempo para cuidar también de un perro, tendrá que esperar —le doy un sorbo a la cerveza.

— ¿Vas bien de dinero?

— Estoy bien, Eric. Soy una chica responsable. Tengo un buen trabajo que no voy a dejar y Ada tiene todo lo que necesita.

— ¿Y los caprichos?

— Tú eres el que la consiente.

Él sonríe y lleva el botellín a sus labios.

— Bueno, es lo único que puedo hacer a la lejanía. Ella me dice que quiere la Barbie esa sirena que mueve la cola y yo se la compro.

Sonrío al recordar la cara de felicidad que puso al abrir el paquete. No es que yo no pueda comprarsela, es que me pide una media de veinte cosas al minuto, no puedo comprarle todo lo que quiere.

— Estaba deseando venir —digo y me mira— Ada, me refiero. Yo también, claro. Nunca había estado en Hawaii. ¿Cuánto tiempo te quedas?

— Si todo va bien, dos años. A no ser que me hagan de nuevo la putada y me destinen a otro lado temporalmente.

Asiento y miro hacia el jardín oscuro. Yo no tengo una casa. Tengo un pequeño piso de dos habitaciones en el que nos apañamos bastante bien. Es una cuarta planta y al menos tiene ascensor, no puedo pedir más.

— ¿Estás ahorrando para la universidad de Ada?

— ¿Ah?

— La universidad, su futuro.

— La verdad es que no.

— Deberías hacerlo, yo ya he abierto una cuenta para ir metiendo dinero.

Como le digo que voy bien de dinero pero que tampoco me sobra.

— Lo haré. No ha sido fácil, ¿sabes? Criar a Ada sola. He tenido tu ayuda económica pero realmente me hubieras hecho falta más cerca.

— Lo siento. También me arrepiento de no haber estado, pero lo has hecho bien —me da un golpecito amistoso en el brazo— Lo has hecho muy bien. Te mereces un descanso, intenta despreocuparte y disfruta de Hawaii.

**

Nueva historia corta.

Lo siento, sabéis que tengo una obsesión no sana con los militares y, además, me dan mucho juego.

Espero que os guste tanto como las demás.

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