¿Fácil? ¡No! (Completa)

By IchiroKaze

14.1K 1K 835

Tras unas brillantes carreras como deportistas, el grupo de amigos conformado por 4 parejas, regresan a la ci... More

Prólogo - Retiro
El Fuego y el Hielo
Cicatrices
Cabellos celestes
Pequeño Kariya
Fotografías
Hijos
Secuestro
Despedida
Melena
Tiempo
Heredero
Anillos
Imperio Kumush
Condición
Arritmia
Adiós Canadá
Copo de Nieve
Café
Gripe
Envidia
Decisiones
Calendario
Parte 1
Parte 2
Crueldad
Si sabes correr, hazlo
Accidente
Los dos faltantes
Niños
Daigo
Temporal
Un buen amigo
Diez
Sinceridad
Sol
Impacto
Aúpa Capitán
Irreconocible
Quiebre
Cambios
Señor Swift
Frente a Frente
Arakumo
Epílogo: Campo De Abejas
Final alternativo

Tíñete de rojo

256 18 14
By IchiroKaze

Primero, agradecerle a Sander235 por colaborar con el diseño de la imagen del capítulo, como siempre me parece genial su trabajo y retrata muy bien el concepto que trato de transmitir con esa escena.

- Lo sentimos... No pudimos hacer nada para evitarlo... - Dijo el doctor quitándose la gorra esterilizada que todo el personal de salud utilizaba - Él no soportó, lamentamos mucho su pérdida.

Como si todo lo que una vez estuvo ahí ahora no existiera, el silencio se apoderó del ambiente por completo, dejando a más de uno estupefacto ante la terrible noticia que casi hacía parecer que el mundo a su alrededor se derrumbaba, trágica y estrepitosamente.

De repente el aire era demasiado pesado, las luces del pasillo blanco iluminaban tanto que dolía los ojos y los pequeños ruidos que todo hospital tiene eran insoportables en toda la extensión de la palabra, o al menos eso era lo que Kazemaru sentía, a la par de una presión en el pecho que le impedía respirar a causa del miedo e incomprensión.

Goenji por su parte, no dijo absolutamente nada, simplemente se llevó ambas manos al rostro para evitar que alguien lo viera llorar, y cuando escuchó que los primeros pasos se acercaban hacia él, seguramente para demostrarle apoyo, corrió a la sala de urgencias para ver con sus propios ojos la realidad.

El otro pelinaranja copió aquella desesperada reacción, empujando a quien sea que atreviese a ponerse en su camino sin siquiera pararse a ver de quien se trataba, escuchando nada más entrar un crítico "¿Hora de la muerte?" por parte de un enfermero que tomaba los datos en una proforma.

Aterrado tomó la mano de su pequeña mandarina en un intento inútil por reanimarlo, sujetándolo con fuerza mientras lo sacudía en la camilla, llamándolo sin cansancio con la esperanza de que este le respondiese aunque sea un "5 minutos más..."

Si eso le hubiese pedido, claro que le permitiría dormir e incluso faltar a clases, todo con tal de volver a escuchar su voz y ver esos ojos azulinos que tanta tranquilidad le transmitían abrirse con pereza de ir a la escuela, pero no había reacción, por el contrario, Taiyou estaba más pálido que una hoja de papel.

- ¿Sufrió...? - Preguntó Goenji sin moverse de su lugar..

- Señor... No se torture con eso... - Respondió el enfermero presente, bastante preocupado - Será mejor que...

- ¡Le pregunté si mi hijo sufrió! - Exclamó interrumpiendo con una irritación monumental a cuestas, que increíblemente, no parecía afectarle en lo más mínimo a Kazemaru, quien lloraba sin soltar la mano del menor.

- Sí... Tuvo dos paros respiratorios mientras tratábamos de estabilizarlo... - Informó casi ahogando un suspiro el personal de salud - Pero nos pidió que le dijéramos a Ishido-san y al señor Swift que los amaba... Si ustedes los conocen podrían darles el mensa...

- Gracias, fue suficiente información - Indicó el rubio, levantando su mano a modo de petición para que el caballero guardara silencio - Si no le molesta... ¿Podría dejarnos a solas...?

Sin ganas de contradecir al santísimo Emperador del sector, el enfermero a cargo salió de la habitación en completo silencio, cerrando la puerta tras de sí para que la dupla de adultos tuvieran privacidad, después de todo, eso era una despedida.

Lentamente, Ishido caminó hacia el otro lado de la camilla, sintiendo como todo el arrepentimiento acumulado caía repentinamente encima de él, atormentándolo sin tregua ni cuartel, era su primera experiencia con la muerte de una familiar cercano de manera consciente.

Si has perdido a alguien, sabrás que la simple idea de no volver a ver a esa persona desemboca cientos de recuerdos, promesas que no se cumplieron y cosas que dijiste de las que seguramente ahora te arrepientes, y claro, este era el caso de Goenji.

Él aún recordaba la época en que Taiyou no era más que un infante, con los cabellos naranjas bastante cortos cayéndole por las laterales del rostro con suavidad, coloreando con crayones los cuadernos de dibujos que él le llevaba todas las semanas para que no se aburriese en el hospital.

Por las mañanas, el pequeño parecía un zombie, incluso usaba pantuflas con diseños de los mismos, siendo un gran fanático de las películas donde los muertos vivientes devoran los cerebros de las personas.

El jugo de naranja no le gustaba, prefería el durazno, acompañado de tostadas quemadas que solo Goenji sabía preparar, no le gustaba usar gel para el cabello, no le importaba si su peinado se veía "desordenado" e inusual, según él, era un toque personal suyo que nadie podría copiar.

El enorme contraste de la situación lo golpeó como un maremoto a las costas en las playa, con furia y sin piedad, era demasiado duro comparar la enorme sonrisa que este siempre mostraba cada vez que era visitado con la imagen actual, una piel pálida y fría, los ojos cerrados como si durmiera y esa extrema quietud, al punto en que por más que lo llamaban, este no despertaba.

Se arrepentía de todas las veces en que Taiyou le llevó presentes por el día del padre y él solo le dijo "Gracias, déjalo en mi escritorio", quizá era demasiado cruel con un niño que apenas comenzaba a entender la forma en que la sociedad funciona, excusándose bajo el dolor de extrañar a su familia y a su hijo, deseando en lo profundo de sí que fuera Hyouga el que le diera esos regalos.

Hay un dicho que dice "Si buscas la luna, te perderás las estrellas" y lamentablemente para el goleador de fuego, esto aplicaba a la perfección, se había concentrado tanto en Yukimura que durante años se negó a aceptar el inmenso cariño que le tenía a Taiyou, y ahora que no estaba... Sentía por primera vez en su vida un dolor tan insoportable que lo llevaba a llorar desconsoladamente sosteniendo la mano de su pequeña mandarina.

- Sé que quizá no es el momento... - Llamó el estratega entrando a la sala con lentitud - El doctor dice que tienen que llevarse el cuerpo para que...

- ¡Vete Kidou! - Interrumpió furioso el rubio - ¡MI HIJO ESTÁ MUERTO! ¡Qué demonios tienes en la cabeza para venir a decirnos eso! ¡Lárgate! ¡Déjanos solos!

Aterrado por completo, el castaño se quedó petrificado en su lugar, viendo como dos de sus más grandes amigos se aferraban desolados a la camilla donde un niño que él no conocía en lo absoluto descansaba eternamente.

La idea de que algo le ocurriera a Shindou pasó fugazmente por la mente del más grande magnate de la construcción a nivel nacional, derrumbando la serenidad que creía tener. Dicho en pocas palabras, era más dolor del que se pudiera imaginar, no podía siquiera ponerse en el lugar de estos como para saber que hacer, que decirles o como actuar.

- Kidou... - Llamó con la voz entrecortada el ex-velocista - ¿Puedes conseguir unos minutos más...? Por favor...

- Cla-claro... Yo me encargo... - Finalizó saliendo y cerrando la puerta tras de sí, dejando nuevamente que el silencio se apoderara del lugar.

Nada más Yuuto se alejó por el pasillo, los demás lo abordaron rápidamente por información, les urgía demasiado el saber de la situación actual de la dupla que tanto tiempo había estado desaparecida.

Las miradas de estos no derrochaban ese brillo de siempre, era casi todo lo contrario, como si supieran exactamente lo que él estaba por decirles, como cuando sabes que algo es verdad pero te niegas a aceptarlo.

- ¿Y los niños...? - Preguntó al no ver a su propio hijo, ya que después de la desgarradora escena, tenía unas ganas inmensas de abrazarlo solamente para comprobar que estaba bien.

- Están consolando a Hyouga... Fubuki está con ellos - Informó abatido el mochiaco - Y bien... ¿Cómo están ellos...?

- Destrozados - Respondió con sinceridad - No creo que sea prudente hablar con ellos por lo pronto... Démosles unos minutos más, al menos para que... ¿Endou? ¿A dónde vas? ¡Te estoy diciendo que hay que dejarlos solos! - Tomándolo por el brazo para evitar que este entrara, para luego colocarse delante de este, frenándole el paso - No voy a dejar que entres ahí.

- ¡Es mi esposo el que está allá! ¡Me necesita! - Exclamó desesperado - ¿Por qué no me dejas ir...?

- ¡Porque duele! - Gritó rompiendo en llanto.

- Kidou cálmate... - Pidió el pelirrojo colocando su mano en el hombro del mencionado

- Duele mucho verlos así... Creo que nunca antes los había visto sufrir tanto... ¡Ese niño era un hijo para ellos! ¡Joder! - Exclamó llevándose ambas manos al rostro - Solo... Imaginen por un momento lo que deben estar sintiendo...

- Tranquilo  Yuuto... - Dijo casi en un susurro el mochiaco abrazando por atrás a su pareja - Lo mejor será que nos encarguemos del velorio... Es lo menos que podemos hacer ¿Verdad? No creo que ellos estén en condiciones más que para guardar su luto.

Todos estuvieron de acuerdo con la propuesta del pandillero, al menos todos los presentes, por lo que sin esperar más tiempo comenzaron a movilizarse para organizar la mejor despedida posible a quien tan importante fue para sus amigos, con una extraña mezcla de incomodidad y tristeza a cuestas.

Unos cuantos pasillos más a la derecha, se encontraba Fubuki haciendo el papel de niñero, consolando a todos sus sobrinos que estaban anonadados ante la noticia, principalmente a su propio hijo, quien estaba en estado de shock después de llorar un largo rato.

Fueron 9 días exactamente los que Yukimura compartió con Taiyou de manera más profunda, ya no era algo superficial como el "Hola, perdón por hacerte caer con mi balón" que se dijeron cuando se conocieron meses atrás, ahora se escribían mensajes de texto, hacían llamadas hasta altas horas de la noche para conversar sobre series y películas de moda, incluso se vieron casi todas las tardes.

Los tres primeros días, Hyouga le mostró lo que él consideraba "su mundo"; llevándolo a la ribera del río, la torre de metal, su heladería favorita, el parque donde jugaba cuando era un infante y claro, su casa. Presentándolo ante su padre como su nuevo gran amigo.

Eventualmente comenzó a "presumir" a Taiyou, ya que era el primero de su clase, super inteligente, amable, parecía tener muchísimos talentos y derrochaba una vibra positiva extraordinaria, por lo que no dudó en presentarlo ante sus amigos, que aunque ya lo conocían de vista, también se mostraron interesados en la pequeña mandarina.

Una noche, espontáneamente, Yukimura lo secuestró, o al menos eso es lo que se puede interpretar cuando alguien se coloca frente a la puerta de salida para evitar que este regresara a su casa, el pelimorado había tenido la genial idea de aprovechar la repentina lluvia como excusa para que Taiyou pasara la noche ahí.

Fubuki, fingiendo no saber quien era el señor Swift, marcó por teléfono al tutor de su invitado para informarle de la situación, comprometiéndose a cuidarlo y regresarlo al día siguiente sano y salvo.

Aquella noche, después de un par de malteadas especiales preparadas por el albino y galletas de mantequilla, ambos se quedaron sentados en el pórtico de la casa, conversando sobre deberes de la escuela, ecuaciones que no entendían y finalmente, de sus respectivas familias.

- Recuerdo que... - Comenzó el delantero de hielo - Cuando tenía 4 años, solía sentarme aquí todas las tardes al volver de la escuela para esperar a mi padre... Me gustaba pensar que en cualquier momento aparecería por la esquina y regresaría con nosotros, pero nunca pasó...

- Yo perdí a los míos cuando tenía casi la misma edad... Fue un choque terrible, lo recuerdo muy vagamente pero sé que fue traumático para mí, o al menos eso dijeron los doctores...

- ¿Y los extrañas? - Preguntó directamente Yukimura - Me refiero a... Si quisieras regresar el tiempo para estar con ellos...

- A veces sí... No estoy muy seguro... Soy feliz con el señor Swift, es exactamente el padre que todo niño sueña con tener...

- Su voz se me hizo muy familia - Dijo relajadamente - Tengo un tío, bueno... Tío de cariño, que está de viaje en Estados Unidos, y es un gran padre, es el papá de Matsukaze y Ranmaru - Comentó sonriente - Es el mejor amigo de mi papá, se conocen desde que tenían nuestra edad... ¡OYE! ¡QUIZÁ NOSOTROS ESTAMOS DESTINADOS A SER MEJORES AMIGOS!

- ¡¿EH?! - Exclamó sorprendido por la repentina conclusión de Yukimura - ¿Lo dices porque nos hemos conocido a la misma edad que ellos?

- ¡EXACTO! - Gritó eufórico - ¡Es el destino! ¡Tenías que llegar a mi vida en el momento correcto! ¡Y mira! ¡Estás aquí! ¡TAIYOU! - Agregó tomándolo por los hombros.

- Hyouga-kun... - Musitó nervioso ante el contacto - Me alegra haberte conocido...

- Pues claro, si soy genial - Respondió con una sonrisa vanidosa que se borró por las carcajadas que soltó - Es broma... El que se alegra soy yo, me agradas mucho, además... Contigo puedo conversar sobre mi padre con muchísima confianza... Tengo un buen presentimiento respecto a nosotros.

Ese era uno de los muchos recuerdos que Yukimura había compartido con Taiyou en el lapso de 9 días, siendo tiempo suficiente para entender que lo quería y confiaba en él a pesar de conocerse muy poco tiempo, y si bien eso no justificaba la reacción explosiva que tuvo Hyouga al descubrir la verdad sobre su nuevo "amigo" y su padre, ahora se arrepentía de que su último cruce de palabras haya sido tan ofensivo.

En realidad no lo odiaba, por el contrario, le quería como a ningún otro amigo, mucho más ahora que sabía que este era su hermano, y era por eso mismo que le dolía saber que su amistad solamente duró 9 días, aunque siendo sinceros, el tiempo nunca es suficiente cuando estamos con las personas que más amamos.

Ahí estaba Yukimura, aferrándose a su padre mientras estallaba en llanto, escondiendo su rostro en la chaqueta de este mientras ahogaba un grito desesperado. Era como una explosión de tristeza que nadie sabía como apagar o siquiera controlar, todos lo veían perplejos.

Fubuki por su lado, no tampoco tenía ni la menor idea de como reaccionar ante una situación así, lo único que se le ocurría era abrazarlo con fuerza, deseando que un poco del dolor de su pequeño se le pasara para que este sufriera menos, pero eso era inútil.

Los demás jóvenes también lloraban, a pesar de conocer muchísimo menos a Taiyou, entendían a la perfección lo que el pelinaranja significaba para su amigo y el resto de adultos, principalmente para Goenji y Kazemaru, lo que les generaba una inmensa confusión, ya que imaginaban que el día en que ellos regresaran, sería en un contexto diferente, se suponía que sería un momento feliz.

"Si mi hermano se muere, yo nunca se lo voy a perdonar"

Esa frase antes dicha atravesó la mente de Yukimura cual huracán destructor, haciéndole recordar que su padre estaba de regreso y no específicamente para traes buenas noticias. En su pecho guardaba una mezcla de emociones, que iban desde la desesperación hasta la furia contra quien alguna vez admiró tanto.

Rápidamente quiso ir a verlo, quería encarar a Goenji y preguntarle el porqué de todo, su paciencia estaba al límite y si nadie le explicaba lo sucedido durante estos 10 años, juraba que volarían cabezas por el hospital, sin embargo un firme Fubuki lo detuvo, sosteniéndolo por los hombros para obligarlo a mirarlo fijamente.

- No dejaré que vayas allá - Sentenció sin titubear el albino.

- ¡Pero tengo que ir! - Exclamó con los ojos vidriosos - ¡Quiero saber que pasó!

- Estoy seguro de que tu padre te explicará todo pronto, por ahora será mejor dejarlo solo... Ha perdido a alguien muy importante para él... Por favor compréndelo Hyouga...

- ¡Ese alguien era mi hermano! - Gritó descontrolado - ¡Quiero ver a Taiyou! ¡Quiero pedirle perdón! Yo... Yo no lo odio... Lo dije porque estaba molesto... Pero...

- Estoy seguro de que él lo sabe - Interrumpió el mayor con firmeza - Y es por eso mismo que no tienes que torturarte... Por ahora lo mejor será que te quedes aquí.

A regaña dientes, el joven delantero terminó cediendo, aunque en el fondo él sabía que por más que insistiera, su padre no lo dejaría acercarse a donde su hermano yacía.

La sensación de miedo cuando alguien nos deja es indescriptible, porque te imaginas miles de escenarios que pudieron ser y no serán, temes por lo grande que se sentirá la ausencia de esa persona, pero aún y sonando egoísta, lo que realmente es aterrador es el dolor al que uno se enfrenta tras perder a alguien.

°°°°°°°°°°°°°

Siete horas fueron más que suficientes para que el resto de mayores se encargaran de todos los preparativos del velorio, el cual sería en una sede especializada en eventos fúnebres, en un punto céntrico entre la ciudad Inazuma y Tokio para que todos los allegados a la familia "mandarina" pudieran acercarse a mostrar sus condolencias.

Con camisa blanca y corbata negra, Kazemaru se miraba al espejo para darle los últimos toques a su traje formal, planeaba despedir como se debía al niño que tanta luz le había traído en medio de la nostalgia.

Endou y sus hijos ya estaban en el velatorio, muy probablemente también elegantes conforme lo requiere la ocasión, y es que él no había regresado a casa aún, se suponía que después del luto retomarían las investigaciones contra el sector para darle fin a aquel estresante asunto, y luego por fin podría regresar al lado de su familia.

Sin embargo ver sus cabellos naranjas reflejados en el espejo lo acongojaban, recordando que se tiñó de ese color la melena para hacerse pasar como familia de Taiyou, y ahora que este ya no estaba, la nostalgia era abrumadora.

Desanimado salió de su habitación, solo para ver la puerta de la alcoba de la pequeña mandarina cerrada, como cuando este se quedaba estudiando hasta tarde para algún examen importante, quería leer o escuchar música a solas como todo adolescente o simplemente necesitaba paz.

En el salón, Goenji lo esperaba, usando un traje negro con camisa blanca bastante elegante, pero con una expresión de tristeza profunda como nunca antes había mostrado, con ojeras extremadamente marcadas bajo sus ojos y los cabellos perfectamente peinados hacia atrás, fijados con gel de máxima duración que compró en el supermercado local.

Ambos se miraron, no dijeron absolutamente nada y salieron del apartamento para tomar el taxi que los esperaba en la entrada del edificio, porque ninguno estaba en condiciones de conducir o siquiera pensar con claridad, manteniéndose cada uno en su mundo lleno de recuerdos nostálgicos.

La recepción del local estaba abarrotada de arreglos florales por parte de las amistades que deseaban mostrar sus condolencias, además de estar llena de personas vestidas de negro, con miradas de compasión que ellos realmente no querían, no les gustaba que los miraran con lástima por su pérdida.

Si alguien les diera la opción de cambiar todos sus bienes por tener de regreso a Taiyou, lo harían sin pensarlo dos veces. El arrepentimiento los consumía, se imaginaban como hubieran sido las cosas si el pelinaranja no jugaba aquel partido. Quizá el sector ya estuviera desmantelado, ellos de regreso en casa y los niños felices de conocerse.

Con rostros exhaustos, atravesaron toda la antesala donde algunos les demostraron apoyo con palmadas en el hombro leves y frases a las que ni siquiera les prestaron atención, llegando a la parte central donde el personal de seguridad custodiaba que nadie ajeno al círculo más íntimo de la familia se acercara al ataúd, el cual estaba hecho de la mejor madera disponible con detalles dorados bastante finos para que no perdiera la delicadeza. 

Entonces nuevamente el dolor los golpeó como un camión, derrumbando la supuesta tranquilidad con la que afrontaban la ausencia del pequeño niño que les había robado el corazón, viéndolo ahí, inmóvil sin la mínima reacción ante el llanto que se comenzaba a formar alrededor de su cajón.

El primero en acercarse a la dupla, no fue ni más ni menos que Kirino, quien desesperado corrió hasta su padre y lo abrazó por la espalda, echándose a llorar desolado por la terrible confusión emocional que guardaba en su interior. Estaba feliz de reencontrarse con su guardián pero destrozado por el repentino descenso del que era denominado "El genio de la década".

Kazemaru obviamente correspondió el gesto de su hijo mayor, aferrándose a este como si tuviera miedo de perderlo también, revisándolo con cuidado solo para comprobar que estuviera en plena salud, encontrándose con esos orbes turquesas vidriosos que tanta paz le transmitían, para luego ver como su otro tornado se unía al abrazo en medio de sollozos.

Por fin los tenía a ambos de vuelta, podía acariciar sus cabellos y besarles la frente en señal de su amor sincero, pero aún así sentía que algo faltaba, o más bien, alguien.

No es como que oficialmente Taiyou fuera su hijo, en realidad era más de Fubuki que de él mismo aunque el albino no estuviera enterado del asunto, pero eso no quitaba que con el paso de las semanas el cariño que había desarrollado por su pequeña mandarina se fortaleciera al punto de considerarlo uno más de su familia.

Endou con una leve sonrisa en su rostro muy bien disimulada, observaba como su familia volvía a estar unida, limitándose a ver todo a pocos metros de distancia, pues sabía que no era el momento ni el lugar para ponerse cariñoso con su pareja, después de todo, esto era un velorio.

Por otro lado, Yukimura se encontraba completamente desorientado en una de las esquinas del salón, con un vaso de café en una mano y una rosa blanca en la otra, la cual se suponía que colocaría sobre el ataúd, pero él realmente no tenía valor para eso, cada vez que lo intentaba, las piernas le temblaban y las nauseas lo abordaban, obligándolo a mantenerse lejos.

El resto de presentes, incluyendo a Fubuki, estaban simplemente en silencio en las sillas blancas que el local había habilitado para la ocasión, caminando ocasionalmente de un lado al otro para ver si alguien necesitaba ayuda, principalmente los dos más afectados.

Kazemaru dio fin a su reencuentro familiar dando la orden a sus pequeños de regresar al lado del castaño, pidiéndoles comprensión ante la complicada situación que estaba aconteciendo. A lo que ellos acataron sin rechistar, dejándolo nuevamente "solo" al lado del féretro.

- ¡Mire señor Swift! - Exclamaba el joven delantero mientras hacía un movimiento con la sartén - ¡Puedo darle la vuelta sin usar la espátula!

- Muy bien, esos panqueques se ven deliciosos - Felicitó el mayor - Tienen muy buena pinta... Me pregunto que receta habrás usado - Bromeó con una sonrisa.

- Pues la suya - Respondió riendo - ¡Apuesto a que a Goenji-san le fascinará probarlos! Después de todo no hay nada mejor para un desayuno de domingo que los panqueques.

- En eso te doy toda la razón.

El ex-velocista aún recordaba la mañana en que Taiyou le pidió el secreto de su receta especial de masa de panqueques, anotando todo en una libreta con extremo detalle para poder aplicarla ese mismo día y así sorprender a su tutor con comida deliciosa.

Amemiya sonreía radiante aquella vez, a pesar de tener pequeñas gotas de sudor cayéndole por las sienes a causa del calor de la cocina, se le veía realmente enérgico, con los ojos azulinos brillantes y la piel tersa, usando el delantal de piñas que Kazemaru acababa de comprar en la tienda de la esquina como parte de una oferta local.

Sin embargo, la imagen se vio rápidamente opacada por la postal actual, que enmarcaba un ambiente frío, lleno de tensión y lágrimas por doquier, con flores blancas en arreglos elegantes enviados por diferentes remitentes, vasos de café desordenados sobre una mesa simple en una de las esquinas y velas que parecían querer apagarse en cualquier momento.

- ¿Qué haremos sin él...? - Preguntó casi en un susurro el rubio, colocándose al lado de su compañero.

- No lo sé... Y aún si lo supiera, no creo tener fuerzas para hacerlo... Creo que necesitamos tiempo para sanar.

- No tengo ni la menor idea de como acercarme a Shirou... Desde que llegamos ni siquiera me ha dirigido la mirada, creo que está molesto conmigo... Y con justa razón - Comentó apoyando su mano izquierda sobre la madera - Hyouga está muy afectado... Y yo no soy la solución a sus problemas, seguramente ya ni me considera su padre.

- Pienso que es todo lo contrario, pero por ahora está muy dolido... Ten paciencia con él, acaba de perder a su hermano, debe estar sufriendo tanto como nosotros.

Antes de que Goenji pudiera responder, se percató que por el corredor hasta el salón donde estaban, se aproximaban dos presencias bastante conocidas e indeseables, a paso relativamente relajado con miradas sombrías, usando trajes blancos que desentonaban por completo con respecto a la ocasión.

Senguuji y Miyasaka acababan de llegar al velorio, analizando a todos los presentes mientras cruzaban miradas entre sí, para luego asentir en complicidad mientras se acercaban aún más a la dupla más mediática del sector, soltando una sonrisa burlona.

- Ishido... ¿Creíste que no descubriría lo que planeabas? - Dijo el pelirrosa en voz baja - Ayer me enteré de todo... ¿Por qué me has traicionado?

Atónitos todos dirigieron sus miradas hacia el cuarteto, siendo Fubuki el primero en reconocer a la principal autoridad de la asociación juvenil de fútbol, haciéndole un gesto a Endou con las manos en señal de que debían estar atentos para actuar en caso las cosas se complicaran.

Kirino sin pensarlo dos veces, corrió sigilosamente hasta la otra esquina para avisarles del peligro al resto de los amigos de su padre, quedándose resguardado tras Midorikawa, que lo tomó por el hombro para ofrecerle la mayor seguridad posible.

- Es una lástima lo de este niño... Pero son cosas que pasan, anda Ishido, vámonos a la oficina, tenemos cosas que hacer... Y usted también, señor Swift - Ordenó el de traje blanco con seriedad.

- Lárgate de aquí... - Respondió furioso el rubio - Es el velorio de mi hijo... No permitiré que profanes este momento - Agregó tomando por el cuello de la camisa a su contrario - ¡Largo! ¡O te voy a...! 

Antes de completar su amenaza, el sonido metálico de un arma de fuego se escuchó en eco, dejándolo perplejo, pues sentía como el cañón se presionaba intimidantemente contra su pecho.

Todos al percatarse de esto, trataron de intervenir, mas el asistente de Senguuji sacó un segundo rifle, apuntando hacia el de cabellos naranjas que no sabía como reaccionar exactamente.

- ¡LLÉVENSE A LOS NIÑOS! - Gritó lleno de ansiedad Kazemaru, temblando ligeramente mientras miraba de reojo la posición de sus hijos - ¡LÁRGUENSE YA!

- No los dejaremos solos - Respondió apretando los dientes el pandillero - Tenemos que...

- ¡HE DICHO QUE SE LARGUEN! ¡FUERA DE AQUÍ! - Ordenó cual sargento en cuartel el ex-velocista, para luego sonreír levemente al ver como sus amigos obedecían - Por favor... Salven a los niños...

Los únicos que se quedaron en la sala fueron Fubuki y Midorikawa, pues ambos se encontraban en las esquinas mas alejadas de la salida con Yukimura y Kirino detrás de ellos respectivamente, dispuestos a mantenerse firmes en sus posiciones con tal proteger a los adolescentes, que aunque está demás decirlo, estaban completamente aterrorizados.

El cruce de miradas entre Goenji y Senguuji derrochaba tensión, ninguno se quitaba el ojo de encima mientras se decían cosas que nadie alcanzaba a escuchar, mientras que Miyasaka se mantenía ansioso apuntando su semi-ametralladora contra Nathan, secándose el sudor de las manos en su pantalón cada cinco segundos, claramente, no estaba preparado para usar el arma.

- Tú... Eres amigo de estos desgraciados... - Dijo con la voz temblorosa el rubio - Nathan... ¿Qué tanto sabes de Kazemaru? ¡Habla!

- Miyasaka, por favor cálmate... - Pidió desde su lugar el albino, levantando las manos en señal de paz - Esta no es la forma de resolver las cosas... Sé como te sientes pero...

- ¡Tú cierra la boca! - Exclamó redirigiendo el fusil contra el peliplata - ¡Siempre tuviste su atención! ¡Su cariño! ¡¿Qué podrías saber tú sobre lo que siento?!

- Miyasaka, tranquilízate - Ordenó el pelirrosa al ver que la discusión se estaba torciendo, él había venido a reclamar y "solucionar" la conspiración contra el sector, no a presenciar líos amorosos del pasado de personas ajenas - Mantente enfocado.

- E-eres... El hijo de Kazemaru... ¿Verdad? - Preguntó el rubio dirigiéndose a Kirino - Largo de aquí... Los niños no deberían meterse en los asuntos de los adultos... ¿No me escuchaste? ¡Fuera!

Midorikawa sin pensarlo dos veces, tomó al defensa por los hombros y lo empujó lo más lejos posible, ordenándole correr para reunirse con el resto del grupo que se suponía debían estar fuera de las instalaciones, mirando en complicidad a Fubuki, quien hizo exactamente lo mismo con su hijo, aunque este último trató de quedarse sin importarle el riesgo.

Más una mirada y una pequeña llamada de atención severa por parte del príncipe de las nieves bastó para que el pelimorado obedeciera, desapareciendo de escena junto al capitán temporal del Raimon a toda velocidad por el corredor, creando eco por las pisadas que sus zapatos elegantes generaban.

- ¡Nadie le dijo a ese niño que se fuera! - Reclamó Ryou agitando el arma al estar temblando.

- E-es mi hijo... Por favor... Déjalo fuera de esto - Pidió nervioso Fubuki, volviendo a levantar las manos al sentirse amenazado - Nosotros no te queremos hacer daño... Solo déjanos en paz... Kazemaru no quiere...

- ¡YA BASTA! ¡NO MENCIONES SU...

Como si todo ocurriera en cámara lenta, el más nervioso de todos abrió fuego al sentir que alguien lo embestía, siendo Nathan su agresor, por lo que en medio de su propia confusión, presionó el gatillo sin saber exactamente a donde apunta, soltando una ráfaga de tiros que se dispersaron por todo el salón, viendo como dos personas caían al suelo abatidas.

Fubuki y Kazemaru yacían en el suelo, perdiendo sangre con extrema rapidez mientras se quejaban por el dolor, retorciéndose con dificultad mientras trataban de respirar para mantenerse con vida.

Goenji en un acto de imprudencia, golpeó al pelirrosa a puño limpio, haciéndole perder su pistola y pateándola lejos, para luego correr al lado de su esposo, tomándolo de la mano con fuerza, quitándose el saco para frenar la hemorragia.

- ¡IDIOTA! ¡LAS ARMAS SOLO ERAN PARA ASUSTARLOS! - Gritó Senguuji, echando a correr - ¡VÁMONOS!

Midorikawa, quien se había quedado en estado de shock de manera temporal, reaccionó unos segundos después y se apresuró en darle primeros auxilios al ex-velocista, que comenzaba a empalidecer mientras luchaba por mantenerse despierto.

- ¡Hay mucha sangre! ¡Ayúdame por favor! - Rogó dirigiéndose al culpable de la desgracia - ¡Llama a una ambulancia! ¡SE MUEREN MIS HERMANOS!

En muestra del mayor acto de cobardía y desinterés, Miyasaka también huyó de la escena, apuntando a todo aquel que se atreviera a ponerse en su camino durante el trayecto hasta el auto de su jefe, aunque la verdad no guardaba muchas esperanzas de que este lo siguiera esperando.

En este punto, Kazemaru ya se encontraban inconsciente, teniendo los que posiblemente serían los minutos más críticos de su vida, en las que se jugaba absolutamente todo.

Desde la perspectiva de Ryuuji, el tiempo transcurría extremadamente lento, se le hacían infinitos los segundos que la policía y los servicios de emergencia tardaban en llegar, casi le parecía negligencia, aunque en realidad no era nada más que sensaciones suyas, apenas e iban 15 segundos desde que Miyasaka partió.

El sentir la mano gélida de su amigo lo paralizó, casi y le hacía pensar lo peor, por lo que mentalmente le rogaba a todos los dioses de los cuales recordaba sus nombres para que protegieran a la dupla de defensas, mirando de reojo como Goenji si parecía tener una conversación con el peliplata, y aunque no alcanzaba a escuchar absolutamente nada por lo caótico del momento, sabía que una reconciliación por la sonrisa llena de lágrimas que el albino mostraba a pesar de estar herido.

Poco después, escuchó como muchas pisadas apresuradas entraban en escena, alejándolo por la fuerza de su amigo, viendo como los paramédicos realizaban su labor mientras él seguía aturdido, sin comprender absolutamente nada, limitándose a quedarse en el suelo mientras las camillas salían a toda prisa en dirección de las ambulancias que transportarían a los heridos al hospital.

Goenji se encontraba arrodillado, con la cabeza contra el suelo mientras gritaba desesperado maldiciones contra Miyasaka, llorando con furia mientras golpeaba con su puño a todo aquel que tratara de levantarlo.

El primero en llegar fue Endou, quien al ver el río de sangre que seguía esparciéndose por el suelo, entró en pánico, tomando al peliverde por los hombros mientras preguntaba insistentemente por el estado de su esposo, aunque realmente Midorikawa no comprendiera nada de lo que le decían, todo se veía y escuchaba borroso.

En medio de sacudidas, el castaño trataba inútilmente de obtener alguna respuesta por parte de su amigo, dándose cuenta varios minutos más tarde que nada lograría presionando al pobre mediocampista de esa forma, resolviendo a que la forma más rápida de tener noticias de su amado, era ir el mismo al hospital.

Con firmeza pero con lágrimas en los ojos, caminó hasta donde Goenji se encontraba y lo golpeó en el rostro, haciéndolo caer - Deja eso, vamos al hospital a verlos - Dictaminó arrodillándose para sostener al rubio - No me importa lo que pasó, puedes explicármelo después, ahora tenemos que llevar a Midorikawa con nosotros al hospital, los demás nos esperan afuera porque no queríamos que los niños vieran una escena traumante.

La impulsiva agresión de su mejor amigo funcionó como botón de "reset", haciéndole darse cuenta de que perdía el tiempo llorando desolado cuando podía ir al centro de salud para estar al lado de Fubuki en todo momento, por lo que sacando fuerza de flaqueza, se levantó y ayudó al de la banda naranja a tomar al peliverde por lo brazos, cargándolo entre los dos hasta las afueras donde aún quedaban efectivos policiales tomando declaraciones de testigos.

Al llegar, Endou notó que faltaban personas, enterándose por boca de Fudou que Kidou había tomado la iniciativa de llevar a todos los niños al Sun Garden para que se quedaran temporalmente bajo el cuidado de Hitomiko-san, siendo esa la respuesta más rápida que se les ocurrió en medio de la crisis que estaban viviendo, por lo que el estratega los alcanzaría en el área de emergencias del hospital central de Tokio, que era a donde las ambulancias habían transportado a la dupla.

Para suerte suya, Hiroto era el único que había venido en su propio coche, por lo que apretados, se montaron todos en el vehículo, sintiendo que la velocidad a la que el pelirrojo manejaba podía compararse con la de un caracol, aunque en realidad este estuviera rompiendo los límites permitidos por la ley de tránsito japonesa.

°°°°°°°°°°°°°

Las cirugías de ambos habían sido "exitosas", sin embargo los doctores no descartaban ningún riesgo, por lo que tanto Fubuki como Kazemaru seguían en la unidad de cuidados intensivos un día después del incidente en el velorio de Taiyou, el cual fue suspendido temporalmente por las razones antes mencionadas, quedándose resguardado por la empresa dueña del local donde había ocurrido la tragedia.

Sin dormir ni comer, los 6 adultos restantes se encontraban esperando en la sala para visitas las noticias que los médicos les daban cada 4 horas con respecto al estado de sus amigos, mirando el reloj con irritación al sentir que las manecillas se movían en cámara lenta, como si quisieran hacer que el tiempo transcurriera más lento a propósito para acabar con su poca cordura restante.

Entonces lo que tanto temían pasó nuevamente, pues las alarmas de una de las habitaciones comenzó a sonar en señal de que los signos vitales de uno de los heridos estaban decayendo, viendo como rápidamente una escuadra de doctores entraban para tratar de estabilizar al que amenazaba con partir de este mundo, saliendo algunos segundos después.

No era la primera vez que eso ocurría desde que ambos fueron hospitalizados en la unidad de cuidados intensivos, por lo que los chicos ya tenían una ligera idea de como era el protocolo por el cual les informaban sobre el estado de sus amigos, sin embargo esta vez era diferente, ya que el médico en jefe se acercó a ellos sin el característico gorro que todo el personal de salud utilizaba.

"No resistió, lamentamos mucho su pérdida"

Fueron las dolorosas palabras que doctor les dijo mientras se frotaba los ojos para evitar que lo vean llorar, porque sí, él al igual que todo el mundo, sabía de lo ocurrido por la prensa deportiva y deseaba salvar la vida de ambas leyendas del soccer a como diera lugar, sintiéndose terriblemente mal al ser él quien presenciara los momentos del famoso, Fubuki Shirou.

Como si el mundo se cayera en pedazos, la noticia devastó por completo a todos los presentes, que no daban cabida a lo que acababan de escuchar, simplemente les parecía demasiado irreal. Si esto era una pesadilla, que alguien los despertara de una vez.

Goenji corrió empujando a todos, haciéndose paso entre los enfermeros y doctores que salían de la habitación donde su adorado copo de nieve yacía, aferrándose a la camilla mientras sacudía desesperado el cuerpo de su esposo, gritaba extasiado por ayuda, rogaba en medio de sollozos que alguien hiciera algo.

Endou por su parte, cayó de rodillas al suelo mientras lloraba, no concebía la idea de un mundo sin Fubuki, no imaginaba como Kazemaru sería capaz de volver a sonreír cuando se enterase que su mejor amigo ya no estaba en el plano material, ni siquiera tenía idea de como le daría la noticia.

Los demás se encontraban en estado de shock, requiriendo atención médica básica por los repentinos vómitos, desmayos y descompensaciones que se hicieron presentes tras lo sucedido, todos acompañados de inevitables lágrimas que escapaban de sus ojos sin que nadie pudiera hacer nada por controlarlas.

Inoportunamente, dos oficiales de la policía llegaron al lugar, sorprendiéndose por la reacción de los famosos deportistas que ellos algunas vez admiraron tanto, dirigiéndose primero a los doctores, quienes le confirmaron el deceso de la aclamada estrella conocida como "El Príncipe de las Nieves" para luego acercarse al hombre por quien venían, colocándose con firmeza delante de este.

- Midorikawa Ryuuji, queda usted detenido por homicidio en primer grado - Declaró tomando por los hombros al mencionado, esposándolo ante la mirada atónita de los todos.

Continue Reading

You'll Also Like

635 86 5
"No sabia que dolía tanto, se ignorada por la persona que quieres".... Portada hecha por mi 🤗💖
5.9K 230 32
[Terminado] Desde la tercera Guerra Maga, a un personaje oscuro planeando venganza, a aventuras casuales con Callum Hunt y sus amigos, Magisterium Ta...
5.3K 647 9
La guerra contra Gea o Gaia a terminado, Leo ha regresado al campamento mestizo y todos estaba completamente felices con eso. Todo es paz y tranquili...
41.7K 4.1K 16
Vesper Greengass Malfoy hija de Astoria Greengass Y Draco Malfoy Hermana menor de Scorpius Greengass Malfoy parte de los 28 sagrados Vesper es una ch...