Adiós Canadá

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Después de un ameno y ruidoso desayuno, Kazemaru e Ize se alistaron para recibir a los abogados, preparando la oficina donde realizarían la reunión y firmarían todos los documentos, además de vestirse formalmente para la ocasión.

- ¿Por qué tienes que ponerte camisa y corbata? - Preguntó el castaño sentado en la cama, viendo al peliazul arreglarse - Pensé que solo firmarían el divorcio y ya...

- Por respeto a los abogados Mamoru, además siempre es bueno estar presentable - Amarrándose la corbata - ¿Me veo bien?

- Ichirouta, ya te lo he dicho antes, siempre te ves bien, estás guapo - Levantándose y tomándolo por la cintura - ¿Puedo? - Acercándose lentamente, apoyando su frente contra la del ojiavellana, sintiendo como este se tembló un poco pero aún así asentía, por lo que tras recibir la confirmación, lo besó con suavidad y cariño - Me encanta cuando te pones nervioso...

- ¡Mamoru! ¡Me vas a arrugar la camisa! - Reclamó al sentir como las manos del portero subía lentamente por la blanca prenda, pero no pudo articular mayor palabra pues de inmediato el chico de la banda naranja lo volvió a besar para callarlo, estando a punto de dejarse llevar por la pasión del momento, pero recordando que pronto llegarían los abogados y no había tiempo para eso - Cabeza de balón... ¿No puedes esperar a que lleguemos a Inazuma?

Después de que el candente momento llegar a su fin, se paró frente al espejo y nuevamente comenzó a arreglarse, para luego darle un beso en la frente a su novio y salir de la habitación, encontrándose con Ize en la sala de estar, quien estaba esperándolo hacía casi 20 minutos.

- Perdona la demora... ¿Aún no llegan los abogados?

- Mi padre dijo que vayamos a su oficina, quiere estar presente durante la firma del divorcio... Ha mandado un taxi a recogernos, nos esperan afuera.

- Entiendo... Pues vamos entonces, no sería bueno hacerlos esperar.

- ¿Se van? - Preguntaba Fubuki mientras salía de la cocina - ¡Estás muy elegante Ichirouta! - Mirando de pies a cabeza a su amigo - Me gusta tu corbata, me compraré una igual.

- Gracias Shirou, sí, es algo tarde... ¿Puedes avisarle a Mamoru? Nos están esperando y vamos contra el tiempo.

- Claro, vayan con cuidado, yo cuido la casa por ustedes - Respondió radiante, con esas suaves sonrisas que solo el albino podía dar.

- Bueno, vámonos Ize - Extendiendo su mano para levantarla del sofá.

- Por-por supuesto... 

El gesto tan normalizado de cariño del peliazul la puso nerviosa, de repente se había comenzado a fijar en los pequeños detalles que este tenía, como abrirle la puerta del taxi, dejar que ella ingresara primero, preguntarle si quería que viajasen con la ventana abierta, ofrecerle comprarle una bebida al llegar, ayudarla a bajar ofreciéndole nuevamente su mano como soporte, abrir la puerta del edificio de las empresas Kumush para que pueda ingresar.

- Eres todo un caballero... - Susurró para sí misma, algo sonrojada por todas las acciones de su aún esposo.

- ¿Dijiste algo?

- No, nada... Vamos a tomar el ascensor - Señalando en dirección a este - Es algo tarde, hay que apresurarnos.

- Está bien - Al ex-velocista se le hizo muy raro haber escuchado a medias la palabra "caballero" en los susurros de la pelinegra, pero decidió ignorarlo por completo, después de todo estaban a punto de firmar su divorcio y no quería hacerla sentir peor.

En ese momento el ambiente se tornó incómodo, ninguno de los dos sabía como romper el hielo e iniciar una conversación, por lo que en silencio subieron al ascensor, llegando al piso donde se encontraba la oficina del señor Kumush, tocando antes de entrar.

¿Fácil? ¡No! (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora