¿Fácil? ¡No! (Completa)

By IchiroKaze

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Tras unas brillantes carreras como deportistas, el grupo de amigos conformado por 4 parejas, regresan a la ci... More

Prólogo - Retiro
El Fuego y el Hielo
Cicatrices
Cabellos celestes
Pequeño Kariya
Fotografías
Hijos
Secuestro
Despedida
Melena
Tiempo
Heredero
Anillos
Imperio Kumush
Condición
Arritmia
Adiós Canadá
Copo de Nieve
Café
Gripe
Envidia
Decisiones
Calendario
Parte 1
Parte 2
Crueldad
Si sabes correr, hazlo
Accidente
Los dos faltantes
Niños
Daigo
Temporal
Un buen amigo
Diez
Sinceridad
Sol
Impacto
Aúpa Capitán
Irreconocible
Quiebre
Señor Swift
Frente a Frente
Arakumo
Tíñete de rojo
Epílogo: Campo De Abejas
Final alternativo

Cambios

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By IchiroKaze

El sol comenzó a asombrarse entre las cortinas de la sala muy temprano por la mañana, era domingo y el clima fresco lo reflejaba a la perfección, pero la paz no era precisamente lo que inundaba la casa de Fubuki, pues este se encontraba sentado en el sofá con la mirada perdida, divagando mentalmente en un pobre intento de salir del shock en el que estaba.

Con una taza de café en una mano y la caja de pañuelos en la otra, trataba de darle algún sentido a lo que su mejor amigo le dijo la noche anterior.

El albino sabía que Kazemaru sufrió con cada palabra que dijo, principalmente porque reconoció el tono de voz acongojado de este. No necesitó verlo a la cara para saber que el peliazul lloraba. Tantos años juntos le habían enseñado a identificar las emociones de su hermano a la perfección.

Siendo así... ¿Por qué le diría eso?

Quizá la respuesta estaba más cerca de lo sé imaginaba, por lo que rápidamente corrió a su habitación para cambiarse de atuendo, lavarse la cara y arreglarse. Iría a ver a Endou.

Yukimura desde su alcoba, escuchó las pisadas aceleradas de su tutor, y al ser algo muy poco habitual, no pudo evitar sentir curiosidad.

- ¿Vas a salir, papá? - Preguntó abriendo la puerta y entrando lentamente.

- Voy a casa de Endou-kun, necesito hablar con él.

- ¿Puedo ir? ¡Quisiera ver a Kazemaru-san!

- Negativo jovencito, usted tiene que hacer los deberes de la escuela - Respondió tomando al menor por las mejillas - Recuerda que lo dejaste pendiente por entrenar para el partido contra Teikoku.

- ¡Matsukaze estará allá! - Exclamó - Puedo hacer las tareas con él - Agregó con una mirada suplicando - Anda papá... Llévame contigo...

Por dentro, Fubuki no quería decirle aún al no tan pequeño Hyouga sobre lo ocurrido la noche anterior, pero tampoco tenía excusas para no llevarlo, después de todo, durante cada una de sus visitas a la residencia EnKaze, este siempre lo acompañaba.

Algo indeciso, acabó aceptando, viendo como una enorme sonrisa se dibujaba en el rostro de su hijo, aunque esta se opacara ligeramente por golpe que aún tenía ahí.

No eran más de ocho de la mañana cuando ambos estaban montados en el coche, escuchando rock en inglés y tomando frappés que compraron en alguna cafetería que les quedó en el camino, arribando a su destino muy temprano.

Grande fue la sorpresa al ver que en las cortinas estaban completamente cerradas, como si no hubiera nadie, pero para Fubuki tenía cierta lógica, pues era Kazemaru el que siempre se oponía a mantener la casa a oscuras.

No pasó más de un minuto para que la puerta se abriera poco después de tocar el timbre, siendo recibidos por un Endou desalineado, con claros signos de agotamiento y falta de sueño.

- Fubuki... Hyouga... ¿Qué los trae por aquí? - Preguntó dejándoles el camino libre - Adelante, siéntanse como en su casa.

- ¡Buenos días Endou-san! - Exclamó radiante el menor - Vinimos a visitarlo, bueno... Yo tengo que hacer los deberes con Matsukaze... Y claro, visitar a Ranmaru.

- Ya veo, anda sube - Indicó con una leve sonrisa - Matsukaze está ordenando su habitación y creo que Ranmaru está jugando en la consola.

- ¿Y Kazemaru-san? - Dijo mirando por toda la sala de estar - Que raro... Los domingos a esta hora suele ver las noticias deportivas de España...

- Hyouga, ve con Matsukaze por favor, necesito hablar con Endou-kun - Indicó el albino, dándole un pequeño empujoncito al joven delantero, para luego verlo desaparecer escaleras arriba - Endou...

- Puedo darme una idea del porqué estás aquí... - Susurró el castaño soltando un suspiro - ¿Quieres un café? Creo que será una larga conversación...

Fubuki simplemente asintió mientras se dirigía al sofá, recostándose en silencio para no crear un momento innecesariamente incómodo, por lo que dedicó sus escasos minutos a solas para pensar en como plantearle la pregunta a quien fue su capitán.

Por la apariencia del castaño, podía deducir que en toda la noche no logró pegar el ojo, además este se mostraba desaliñado y con las pupilas ligeramente rojas, no sabía si por falta de sueño o llanto.

El escuchar que los pequeños continuaban con sus vidas le daba mucha tranquilidad, significaba que Kazemaru no había abandonado su hogar de manera definitiva, si bien no sabía que versión de los hechos manejaban los menores, podía jurar que no era la misma que él tenía.

Entonces su mirada se volcó en los cuadros que decoraban los estantes decorativos de la sala de estar, quedándose espaciado al ver las postales de momentos que los dueños de casa consideraban importantes.

Las fotografías iban desde ellos levantando la copa del mundo tras ganar la final con la selección de Japón hasta la familia completa celebrando el cumpleaños de Endou en un estadio de fútbol, con camisetas iguales y gorros festivos.

Mientras más analizaba los cuadros, más grande era su miedo. Le aterraba la idea de perder a su mejor amigo, le dolía recordar las palabras llenas de frialdad que este le dedicó la noche anterior, pero más le preocupaba el saber sobre su bienestar.

Cuando Endou regresó con un par de tazas vaporeantes, se encontró con una terrible escena en la que Fubuki estaba más pálido que una hoja de papel y lloraba a la par que intentaba acallarse a sí mismo.

- Fubuki... - Llamó con suavidad, atrayendo la atención del albino, quien rápidamente se frotó los ojos con las mangas de su chaqueta.

- ¿A dónde se fue? - Preguntó directamente - ¿Por qué? ¿Sabes cuando volverá?

- No lo sé... Me gustaría decírtelo pero ni yo mismo tengo esas respuestas... - Admitió con tristeza - Ayer llegó muy afectado...¿A ti no te explicó nada?

- Llegó a mi casa para despedirse de mí, dijo que ya no podía ser mi amigo y se marchó sin decir nada más, pero... Estaba llorando... Trató de ocultarlo al evitar que lo viera a la cara, pero pude darme cuenta...

- Ya veo... Pero...

- Me niego a aceptar que mi mejor amigo decidió dejarme así sin más - Declaró con nuevas lágrimas en los ojos - Tú mejor que nadie sabes lo mucho que le debo, y yo de verdad quiero creer que...

- Estoy seguro de que tuvo razones muy de vida o muerte para esto - Interrumpió el castaño - Yo también estoy algo dolido... No me explicó nada, aunque yo tampoco se lo pedí... No quería presionarlo pero, tengo miedo de volver a estar lejos de él por tanto tiempo... - Agregó con un nudo en la garganta - Primero fue lo sucedido con Miyasaka en la secundaria, luego el accidente en Shibuya y por último lo de Canadá... No sé qué tan preparado estoy para no tenerlo a mi lado.

Si había alguien en el mundo capaz de entender el miedo y la tristeza por la que Endou estaba pasando en este preciso momento, era Fubuki, de modo que el resto de la conversación se centró en darse apoyo mutuo con el único objetivo de mantenerse firmes, principalmente porque ahora habían niños dependiendo de ellos.

El albino supo entonces que la versión que Tenma y Kirino manejaban era algo tan común como - Tuvo que hacer un viaje urgente a Estados Unidos para arreglar un asunto legal, volverá pronto - Y aunque eso de cierto no tenía ni un pelo, los pequeños se creyeron sin cuestionar nada, aunque claro, eventualmente notarían que algo andaba mal al no recibir respuestas a los mensajes de textos o llamadas.

Por otro lado, acabaron coincidiendo en que lo mejor sería guardar los detalles para ellos mismos, y no por una cuestión de falta de confianza en el resto de sus amigos, era más por no preocuparlos "innecesariamente" hasta que pudieran comprobar o descubrir el paradero del peliazul.

Lo que ellos no sabían, era que desde el balconcillo de las escaleras, los 3 adolescentes hacían esfuerzos titánicos por escuchar la conversación que Endou y Fubuki estaban teniendo, fallando en el intento por fortuna de unos y desgracia de otros.

°°°°°°°°°°°°

Al otro lado de la ciudad, Kazemaru estacionaba su moto en el garaje del edificio que indicaba su buscador en el mapa, haciéndole extraño el tener que arribar a unos departamentos relativamente costosos, pero la dirección escrita en la nota entregada un día antes no mentía.

Agotado, se quitó el casco, dejando que sus largos cabellos celestes cayeran gracilmente por sus hombros.

En silencio, se registró en la recepción, donde el guardia de seguridad lo reconoció y evidentemente, fotografió con muchísima ilusión, cosa a lo que él no pudo negarse aunque quisiera mantener un perfil bajo.

Acto seguido, tomó el ascensor que lo llevaría hasta el piso 12, siendo esta la última planta de la residencial, y por ende, la más amplia y lujosa.

Al llegar al departamento número 910, se asombro al ver que el timbre tenía la descripción "Ishido" como indicador de quien vivía ahí, comprobando que esa era la nueva casa de Goenji, por lo que algo nervioso presionó el botón, escuchando el gracioso sonido que este emitía.

En menos de dos minutos, el rubio abrió la puerta, y sin darle tiempo a Kazemaru de saludar, lo tomó por el cuello de la chaqueta, jalándolo hacia el interior del departamento y cerrando con la misma rapidez lentamente para no hacer ruido.

- ¿Te siguió alguien? - Preguntó asomándose por la ventana.

- Hola Goenji, es un placer verte, yo también te eché de menos - Dijo Ichirouta con un tono de voz bastante burlón, cruzándose de brazos.

- ... - Escuchar nuevamente su apellido real le hizo reaccionar, girando sobre su propio eje para ver bien a su amigo - ... - La expresión de seriedad del ojiavellana no le restaba emoción al momento - Kazemaru... - Susurró, caminando apresuradamente hacia este para abrazarlo con desesperación - Lo siento...

Por unos minutos, el defensa de la cabellera celeste se olvidó del universo y le regaló su amabilidad a Goenji, correspondiendo su abrazo en silencio, no necesitaba decir nada para hacerle entender a este que no le guardaba el menor rencor por todo lo sucedido hace diez años.

Cuando por fin ambos se sentaron en el sofá, la conversación importante comenzó - Y bien... ¿Me vas a decir qué significa esto? - Dijo Ichirouta, dejando la nota de papel sobre la mesa auxiliar en el centro de la sala- ¡Aquí hablas de asuntos muy serios!

- Lo sé... Este tema comenzó a escaparse de mis manos - Admitió recostándose en el espaldar - Es por eso que necesito tu ayuda... Eres el único que está acostumbrado a estar sin su familia por mucho tiempo...

- En eso te doy la razón, pero eso es porque... ESPERA... - Dijo interrumpiéndose a sí mismo el peliazul - ¿MUCHO TIEMPO? ¿Cuánto se supone que durará esto?

- Yo espero que hasta que el torneo de fútbol juvenil de secundarias termine... Pero si las cosas no funcionan, quizá tengamos que esperar un par de años más... Y... ¡KAZEMARU CÁLMATE! - Exclamó al ver como su contrario tomaba uno de los cojines con claras intenciones de arrojárselo - ¡TE JURO QUE...! - No pudo terminar de formular su excusa, pues la almohadilla ya estaba estampada en su rostro.

Como si ambos volvieran a ser un par de niños, comenzaron a empujarse en medio de reclamos mezclados con risas, creándose una batalla campal de almohadas como hacía una década no ocurría entre ellos, y no fue hasta que la puerta se abrió que los dos adultos se quedaron petrificados ante la mirada confundida de una tercera presencia.

Kazemaru, completamente avergonzado, se apresuró en reincorporarse, acomodando el cuello de su chaqueta y tomando asiento en el sofá, esperando a que el rubio le explicada quien era el recién llegado.

Por su parte, Goenji rápidamente corrió hasta el lado de este para presentarlo - Kazemaru, él es Taiyou - Informó tomando al de cabellos naranjas por los hombros - Es de primer año, estudia en Arakumo Gakuen.

- Ho-hola Taiyou... Es un placer - Saludó el peliazul, ligeramente confundido, no esperaba en lo absoluto la presencia de un niño - Me llamó Kazemaru Ichirouta.

- El placer es todo mío, Kazemaru-san - Respondió con una sonrisa radiante el menor - ¡Soy un gran admirador! ¡Me encanta su estilo de juego!

- Bueno, basta de pláticas - Interrumpió el rubio - Perdóname pequeño - Agregó, y sin dar tiempo a que Amemiya preguntara el porqué de las disculpas, tomó uno de sus mechones y lo cortó con una tijera que tenía cerca - Nosotros tenemos que salir, hay comida en el microondas y no olvides hacer los deberes.

Taiyou, completamente anonadado vio como su tutor legal tomaba al denominado "Huracán Azul" por el brazo y lo sacaba a rastras del departamento, con un pedazo de cabello suyo en la mano.

No es que le molestara eso, después de todo ya casi era hora de ir al peluquero para hacerse un recorte mensual, por lo que siguiendo al pie de la letra las indicaciones antes dadas, se dirigió a la cocina para servirse la cena.

Una de las libertades que él solía darse a sí mismo cuando estaba a solas en casa, era la de ver caricaturas mientras comía sentado en el sofá, pero algo ajeno a la pantalla atrajo su atención inesperadamente.

Lo que estaba sobre la mesa auxiliar parecía una nota, quizá algún recado que Goenji olvidó decirle o la lista de compras pendientes que tendrían que hacer en el supermercado esa semana, de cualquier forma, tomó el papel y lo leyó.

"Sé que la revolución ha comenzado, y es por eso que sector planea llevarse a los jugadores más prometedores del Raimon por la fuerza a un santuario. Para esto, Miyasaka propuso borrarlos del mapa, principalmente a Endou y Fubuki, necesito tu ayuda para mantenerlos a salvo"

Adjunto a esas críticas palabras, estaba la dirección del departamento y un número telefónico en caso de emergencias.

Está demás decir que Taiyou estaba en estado de shock, no podía creer que las cosas llegaran a ese extremo con tal de conseguir controlar el fútbol soccer.

Sabiendo que no debería haber leído la nota, la colocó nuevamente sobre la mesa y se encerró en su habitación, recostándose en la cama con la almohada en el rostro para oscurecer el ambiente, ya que el sol de un cielo despejado no ayudaba mucho a que se concentrara.

Si lo pensaba detenidamente, el instituto Raimon no tenía tantas estrellas como tal, pues si bien todos eran jugadores por encima de la media, eran muy pocos los que podían considerarse como futuras estrellas.

Hace algunas semanas, había descubierto que el hijo de Goenji estudiaba ahí, por lo que sin pensarlo dos veces encendió su laptop y buscó algún video o información que le permitiera descubrir el tipo de jugador que el chico de los cabellos morados era.

Grande fue su sorpresa al confirmar sus sospechas, Tenma y los demás niños que vio en esa ocasión, eran hijos de reconocidos futbolistas japoneses.

Durante horas, Taiyou se dedicó a buscar los perfiles en redes sociales que estos tenían, frustrándose al ver que todos utilizaban la configuración de privacidad para que personas ajenas a ellos vieran sus fotografías o estados, quizá porque al ser considerados figuras públicas, necesitaban mantenerse "protegidos".

Todos menos uno, Tenma.

El perfil de instagram del castaño era accesible para cualquier persona, y bueno, no es que subiera imágenes con información relevante o algo parecido, pero sí tenía postales en las que aparecía él acompañado de los otros cuatro niños que vio aquella vez.

Una en particular le llamó la atención, pues el rollito de canela salía soplando las velas de un enorme pastel, con una sonrisa tan radiante que quemaba, pero lo realmente interesante eran las personas que lo rodeaban.

Endou y Kazemaru apoyaban cada uno sus manos en los hombros del menor, con miradas enternecidas que derrochaban amor por donde se viese, mientras que a un lado estaba Kirino, estallando una bombarda con confeti para conmemorar el acontecimiento.

"¡Ya tengo 13 años! Amo a mis padres, a mi hermano y al fútbol " - Era la descripción de la foto, llena de emoticones de balones y corazones.

Entonces Taiyou lo entendió todo, supo de inmediato el porqué Kazemaru dejó todo con tal de ayudar a Goenji, la respuesta estaba más clara que el agua; Quería proteger a su familia.

Tenma tenía eso que él siempre soñó, lo que la vida misma le arrebató cuando apenas era un niño, por lo que los celos comenzaron a invadirlo de la forma más blanca posible.

No le deseaba el mal, pero tampoco podía negar que una blanca envidia surgía en él con sólo ver como el castaño tenía a alguien capaz de darlo absolutamente todo por él, un padre que lo amaba desde el fondo de su corazón y lo cuidaba con esmero.

Goenji era su tutor legal, pero en los muchos años que pasaron juntos, nunca pudo llamarlo "papá" y eso era una constante tortura psicológica para el pelinaranja, ya que él admiraba y respetaba muchísimo a Shuuya, más este nunca mostró demasiado interés en lleve su relación a un nivel más familiar.

Antes de que pudiera darse cuenta, la noche había caído y él seguía recostado en su cama, mirando al techo con un pesar tan grande cual ballena oceánica.

Fue entonces que su momento de reflexión se vio interrumpido por el sonido de la puerta principal abriéndose, señal clara de que ya no estaba solo en casa, por lo que tomando un poco de aire, salió al pasillo para recibir a la dupla de adultos.

- Bienvenidos, estuve... - El menor no terminó de saludar por la impresión que tuvo al notar algo diferente en quienes tenía en frente.

Goenji vestía exactamente igual que cuando salieron hace algunas horas, un jean gris y una chaqueta roja, con el cabello lacio cayendo por los laterales de su rostro con algunos mechones teñidos de azul, nada fuera de lo común.

A su lado, una nueva persona sonreía nerviosamente, luciendo una camisa blanca de mangas largas y zapatos negros, bastante elegante a decir verdad, aunque lo realmente llamativo era su cabello, naranja como la fruta y corto como el de un empresario importante.

- Taiyou, no pongas esa cara, es Kazemaru - Dijo a la par que dejaba las bolsas de compras en el suelo - ¡Le queda genial su nuevo look! ¿Verdad? - Exclamó sonriente - Está usando lentes de contactos azules, quizá por eso no lograste reconocer quien era.

- Eso es bueno - Añadió el mencionado - La idea es que nadie sepa quien soy.

Taiyou no quiso hacer ninguna pregunta, no le parecía educado cuestionar el porqué de las acciones de otros, aunque por dentro moría por saber la razón detrás de todo esto.

- ¿Cenamos? - Ofreció el rubio - Iré a comprar algo, Kazemaru por cuida a Taiyou mientras regreso.

Durante algunos minutos, el menor analizó minuciosamente a la persona que tenía enfrente como si fuera alguna exposición de museo, manteniendo una distancia prudencial para evitar entablar una conversación, lo cierto era que le causaba un poco de miedo ver lo imponente que podía ser Ichirouta, a pesar de no ser corpulentamente enorme.

Kazemaru, claramente se percató de esto, pero decidió guardar silencio y dejar que Amemiya lo observara, después de todo era normal que un niño de su edad desconfiara de alguien que acababa de conocer hace unas horas y había pasado por un cambio completo en su apariencia.

Verlo tan intimidado le recordó la época en la que adoptó a sus dos pequeños. Él nunca olvidaría la mirada cristalizada turquesa que Kirino tenía cuando fue a recoger su balón en el patio de juegos del Sun Garden, jugando con sus manitas mientras pedía educadamente que se devolviera el esférico, siendo una pequeña criatura indefensa ante sus ojos.

Tenma no fue tan diferente, ya que en medio de su soledad, también derrochaba ternura y nerviosismo, principalmente cuando Endou se acercó a este para ganarse un poco de su confianza, notando a lo lejos como los labios del rollito de canela temblaban levemente, siendo esa una clara señal de miedo.

Para el ya no peliazul, Taiyou se encontraba exactamente en la misma situación, analizándolo temeroso desde el marco de la puerta de la cocina, a varios metros de distancia, escondiéndose entre sus propios mechones de cabello, cosa que él comprendía a la perfección, pues durante casi toda su vida, también lo hizo.

Además, Goenji le explicó superficialmente la situación del joven delantero, dejando en claro que era un niño al cual le costaba muchísimo explayarse cuando de sus sentimientos se trataba, lo que complicaba las cosas para su desgracia.

- Taiyou... ¿Por qué no te acercas? - Dijo con suavidad - Podemos conversar si tú quieres...

- ¿Usted es amigo de Goenji-san, verdad?

- Así es, lo conozco desde que teníamos tu edad - Respondió con una leve sonrisa - Ha sido como un hermano para mí desde ese entonces...

- Entonces usted debe conocer a su hijo... Dígame... ¿Él cómo es?

- ... - Al mayor le tomó por sorpresa eso, pues se suponía que Amemiya no conocía nada sobre Yukimura, mucho menos que este era el hijo de Goenji, pero dada la situación, no le quedaba más remedio que responder - Hyouga es... Digamos que orgulloso, bastante enérgico y apasionado, le encanta el fútbol, las fresas e ir a pescar en hielo, por eso viaja todos los años a Hokkaido para vacacionar... Es un buen niño ¿Por qué lo preguntas?

- Yo... Yo leí la nota que Goenji-san le dio hace unos días... ¡Fue sin intenciones de entrometerme! - Exclamó rápidamente - No entiendo mucho lo que es una "Revolución" pero... ¿Eso significa que Goenji-san regresará pronto a su hogar, cierto?

- Pues...

- No tiene que mentirme - Interrumpió al notar la mirada nerviosa de su contrario - Sólo quería asegurarme de que él será feliz - Agregó refiriéndose al rubio - A veces lo veo llorar mientras observa la foto de su familia... Sé que lo extraña, y también sé que yo nunca podré llenar ese vacío...

- Taiyou...

- No es que quiera que se quede conmigo siempre, porque eso sería muy egoísta de mi parte - Afirmó con la voz ligeramente entrecortada - Pero quiero estar listo para cuando llegue el momento de quedarme solo y decirle adiós a Goenji-san... - Finalizó botando sus primeras lágrimas.

Kazemaru, sin pensarlo dos veces, se levantó y caminó hasta donde el menor estaba, tomándolo por los hombros con lentitud para darle tiempo a este de entender sus intenciones; abrazarlo.

Al ver esos orbes azules tranquilizantes del mayor, el mismo Amemiya tomó la iniciativa y se aferró a la figura del gran amigo de su tutor, tomándose un poco de confianza sin previo aviso, apostando por la buena persona que Goenji le ilustró en cientos de historias que le contó antes de dormir, durante paseos en el auto o visitas al estadio.

En ese momento, el pequeño chico de cabellos naranjas descubrió que todos los relatos eran ciertos, la inmensa amabilidad del famoso defensa no era ningún invento, por lo que seguramente el resto de deportistas eran exactamente igual a como se los imaginaba.

- Taiyou, no te quedarás solo - Dijo casi en un susurro - Sé que a veces, él puede parecer algo frío y distante, pero en el fondo es todo lo contrario... Le importas más de lo que crees, así que confía en él...

Esas fueron exactamente las palabras que necesitaba escuchar. Con un par de frases, toda su confianza y tranquilidad habían regresado a la normalidad, no podía explicar como alguien que recién conocía podía inspirarle tanta seguridad.

Cuando levantó la mirada y se separó del abrazo, se encontró con una tierna sonrisa llena de calidez, seguida de una caricia en sus cabellos naranjas, lo que llevó a formular la pregunta que llevaba haciéndose hace muchas horas - Kazemaru-san... ¿Por qué se tiñó el cabello?

- Fue idea de Goenji - Respondió resoplando - Yo le dije que no me importaba que los demás me reconocieran, pero él insistió en que era importante y bueno, no pude negarme... Y sobre el color... Es más que nada para fingir ser pariente tuyo... ¡Eso también fue idea de él! - Exclamó algo nervioso - Claro que si te molesta, puedo decir que es solo una coincidencia...

- En lo absoluto - Dijo con una sonrisa - Por cierto... ¿Usted es el padre de Kirino y Tenma, verdad? - La notable sorpresa en el mayor le confirmaba lo que ya sabía - Los conocí hace algunas semanas cuando pasaba por Inazuma tras salir del hospital...

- Vaya... No pensé que los conocieras - Contestó casi en un susurro - Sí, ese par de tornados son mis hijos.

- ¿Tornados?

- Ehhh... Es una forma de decirlo... Ambos son muy enérgicos como su padre, cuando era pequeños, no me dejaban ni respirar, pero son mi adoración.

- Fueron muy amables conmigo, la verdad es que me perdí por estar... - Tuvo que interrumpirse a sí mismo para evitar delatar su aventura espía de la otra vez - Me llevaron a la estación.

Antes de que Kazemaru pudiera decir o preguntar algo sobre el repentino cambio de actitud que tuvo Taiyou durante propio diálogo, la puerta del departamento nuevamente se abría, dejando ver a un rubio que cargaba unas bolsas de papel biodegradable con el logotipo de una marca reconocida de hamburguesas norteamericanas.

El ex-peliazul conocía muy bien esa cadena de comida rápida, pues durante los viajes que hizo como futbolista a Estados Unidos, las probó en numerosas ocasiones, y recordaba a la perfección que estas eran las favoritas del delantero de fuego.

Rápidamente el menor tomó eso como una oportunidad de escapar, corriendo a la cocina mientras alegaba que traería pondría la mesa para que pudieran cenar los tres, desapareciendo tras la puerta con una rapidez bastante inusual, llamando la atención de su tutor, que intuía lo que podía haber pasado.

- ¿Todo en orden? - Preguntó en un susurro el rubio - ¿Te causó problemas?

- ¿Qué? ¡No! ¡Claro que no! - Exclamó con un hilo de voz extremadamente bajo - Es un encanto de niño, solo que...

Nuevamente un pelinaranja corriendo interrumpía la conversación, dejando un vaso de cristal en cada lugar del comedor, emanando nerviosismo y evidenciando sus intenciones de querer cortar el tema de la forma más rápida posible.

- Taiyou - Llamó con firmeza el rubio - Ven aquí en este preciso momento.

Tanto Amemiya como Kazemaru estaban atónitos ante la repentina seriedad del dueño de casa, parecía que un regaño estaba por venir - Goenji no lo reprendas... No hizo nada malo... - Pidió suplicante el otro adulto presente.

- Yo me encargaré de preparar las cosas para cenar, por favor instala a Kazemaru en la alcoba de invitados, debe estar cansado - Ordenó con mucha más suavidad, haciendo que los dos restantes suspiraran aliviados - Ayúdalo a instalarse, y recuerda que él es nuestro huésped, trátalo bien.

Casi de inmediato, el pelinaranja más joven corrió hasta las bolsas de compras que seguían depositadas en la entrada, tomándolas todas con algo de dificultad - Sígame por favor Kazemaru-san - Pidió tratando de que nada se cayese de sus brazos.

- N-no es necesario que hagas eso... Yo puedo llevarlo - Intervino ayudando al menor - De todas formas, gracias Taiyou, eres muy amable.

Acto seguido, Goenji vio como los dos cabellos de mandarina desaparecieron por el pasillo rumbo a las habitaciones del apartamento, derrochando aires de tranquilidad como hacía meses no veía, realmente le sentaba genial tener a uno de sus más grandes amigos a su lado nuevamente.

°°°°°°°°°°°°°

- ¡No les creo! - Exclamaba el mochiaco - ¡Kazemaru nunca se iría sin avisarnos! ¿Creen que no nos dimos cuenta de que desapareció de todas las redes sociales?

- Cálmate, pareces un stalker - Regañó el de las rastas, cruzándose de brazos - Pero si en algo tienes razón, es en que aquí nos están engañando.

- Según mi investigación no tan profesional echa por mí mismo - Alegó el peliverde - Kazemaru se desconectó hace 3 días, desde entonces no responde mensajes de texto, llamadas y mucho menos correos electrónicos - Informó mostrando la pantalla de su teléfono - Además, hablé con Haruki, nos dijo que no estaba enterado de que su hermano viajaría, así que...

- ¡Así que queremos respuestas! - Intervino el pandillero nuevamente, mostrándose ofuscado.

- Fudou, cálmate, te recuerdo que los niños están arriba - Dijo Kiyama - Pero sí... Nos urge saber que ha pasado... Y sé que ustedes lo saben, porque por algo están tratando de engañarnos.

- En realidad él... - Trató de decir algo nervioso el castaño con la banda naranja, notando como las miradas volvían a volcarse en contra suya - Seré sincero... No sé donde está...

- ¿Qué? - Dijeron todos al unísono - Explícate por favor - Agregó el estratega.

- El día del partido, cuando llegué por la noche, me dijo que tenía que irse... Pero que no quería hacerlo, no me explicó el porqué ni mencionó cuando regresaría...

- Ese idiota - Bufó el pandillero - Siempre se mete en problemas y nos excluye... ¡Nosotros podríamos ayudarlo!

- Baja la voz - Regañó nuevamente el pelirrojo - Y los niños... ¿Dónde creen que está su papá?

- En Estados Unidos - Respondió el albino - Visitando a Ichinose y Domon...

- Endou-kun... Esto no tendrá que ver con lo que vimos ese día ¿Verdad? - Insinuó Kiyama - O crees que...

- No lo sé... - Interrumpió el castaño.

- A ver... O hablan claro o les rompo una silla en la cabeza, ustedes eligen - Declaró bastante irritado Fudou.

Endou y Hiroto se miraron fijamente, como si por medio del contacto visual pudieran conversar para decidir que hacer, llegando a la misma conclusión.

Con el mayor tacto posible, Hiroto les explicó a los demás que durante el partido entre Raimon y Teikoku Gakuen, el líder del sector quinto, más conocido como el Seitei, estuvo presente en uno de los palcos superiores atrás de las porterías.

Los demás presentes escuchaban impresionados la explicación breve que su amigo les daba, ya que no era común que los altos mandos de la asociación juvenil de fútbol asistieran a juegos de la fase clasificatoria, lo que dio pie a que se formarán muchas teorías respecto al porqué de ello.

Desde el balconcillo de las escaleras, todos los niños estaban apiñados encima del otro en un intento casi inútil de escuchar, siendo Kirino el que alegaba que habían hecho esto cien veces y cien veces habían fallado.

- Tú mismo dijiste que no creías que tu padre se haya ido sin despedirse - Le reclamó susurrando el peliteal - ¿Acaso no quieres saber en dónde está?

- Claro que quiero pero esta no es la forma - Respondió ligeramente ofendido el pelirrosa.

- ¡Hyouga no me hagas cosquillas! - Se quejó el rollito de canela - ¡Nos vamos a...

Como si fuera un dominó, Tenma perdió el equilibrio, y en su desesperación se sujetó de su hermano mayor, quien al estar lesionado, no pudo mantenerse en pie y acabó cayendo sobre Shindou, que a su vez empujó a los otros 3 escaleras abajo, rodando escandalosamente hasta el primer piso.

Una vez estuvieron abajo, los cinco comenzaron a empujarse entre sí para levantarse y huir de la escena lo antes posible, ya que evidentemente acababan de ser descubiertos en el acto de espiar a sus padres, pero Fudou, ni corto ni perezoso corrió hasta ahí para evitar que alguno escapara.

Lógicamente, a más de uno se le heló la sangre al ver la mirada molesta del mochiaco, quien estaba con los brazos cruzados bloqueándoles el paso.

- Niños - Llamó con seriedad el estratega de las rastas - Se puede saber... ¿Qué estaban haciendo?

- ¡Matsukaze! ¡Es tu culpa! ¡No debiste caerte! - Reclamó el Kayira.

- ¡Hyouga me hizo cosquillas!

- ¡Mentira! - Dijo el mencionado riendo - Solo trataba de alegrarte mediante mi nueva técnica secreta.

- Ustedes tres no temen por sus vidas... - Musitó Shindou, para luego dirigirse a los adultos que seguían esperando una respuesta - Lo sentimos... Estábamos preocupados por Kazemaru-san...

- Escuchar conversaciones ajenas está mal - Regañó el peliverde, tomando a su hijo de una oreja - No culpes a Matsukaze, porque si no hubieran estado ahí, no se habrían caído - Agregó molesto - Además Ranmaru pudo lastimarse aún más, recuerden que está lesionado.

Durante algunos minutos, los regaños hacia los adolescentes no pararon, principalmente porque de manera accidental Tenma dijo - Es la primera vez que nos caemos, siempre sale bien el plan - Lo que simplemente empeoró su situación.

No fue hasta que Endou intervino que los menores regresaron castigados al segundo piso, prohibiendo estrictamente el volver a siquiera intentar escuchar conversaciones privadas.

En medio de quejidos entre ellos mismo, los cinco niños se alejaron, dejando nuevamente un silencio incómodo entre los que se quedaron.

Claro que Fudou no olvidaba el tema pendiente, por lo que rápidamente regresó a su respectivo lugar en el sofá para seguir interrogando a Endou y Fubuki, él no pararía hasta tener todas las piezas disponibles de este rompecabezas.

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El miércoles por la mañana, después de dejar a Taiyou en la escuela, Goenji y Kazemaru se pusieron rumbo a las oficinas del sector para dar comienzo al plan que llevaban elaborando madrugadas enteras, encontrando al final la solución perfecta pero arriesgada.

Aunque Ichirouta preferiría estar en la comodidad de su casa, bebiendo café o jugando con su perro, estaba completamente decidido a llevar a cabo esta difícil misión, aún si eso le costaba su paz mental.

Dicho a groso modo, la tarea del ex-peliazul era bastante simple; Se infiltraría en el sector como nuevo asistente del Seitei, para encargarse personalmente de mantener a Miyasaka controlado, conseguir las evidencias necesarias para desmantelar la división que regula los resultados de los partidos y ser la mano derecha de Goenji cuando este tuviera que fingir ser Ishido.

Al llegar, curiosamente en la entrada se encontraron con el rubio de ojos verdes que tan malos recuerdos les traía, siendo abordados por este, que sonreía con hipocresía.

- Buenos días Ishido-san, tengo los documentos que certifican el cierre de los clubes que se oponen a nosotros - Informó levantando su portafolios - Esto... ¿Quién es usted?

Por un momento, el pánico invadió a la dupla, ya que habían olvidado algo fundamental en su planeamiento, inventar un nombre falso.

- Miyasaka, él viene de Estados Unidos... Lo he contratado para que sea mi asistente, se llama... Eh... - En definitiva, el cerebro del emperador estaba colapsando - ¿Cómo te llamabas?

- Soy Nathan Swift, encantado de conocerte.

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