8 de septiembre
No había podido dormir en toda la noche, estaba llena de tristeza, rabia, culpabilidad...una serie de cosas que me podrían mantener despierta durante horas y horas.
Estaba realmente muy cansada, me pesaba el cuerpo, me pesaban los ojos y me pesaba el alma. Quería dormir, pero dormir eternamente.
Mi mente me repetía que había fracasado, que no servía de nada haber pedido ayuda y haber estado ingresada pensando que algo cambiaría.
Que después de toda una vida luchando, me iba rendir a dos semanas de empezar la universidad, lo que hubiera cambiado muchas cosas, pero ya no podía más.
Igual con los años dejo de sentirme mal por ello y me doy cuenta de que era lo que necesitaba, descansar.
Pienso en irme lejos y escapar de esto, pero estoy sin dinero y con una mano y un pie roto. Siempre soy un problema y una carga para los demás.
Enzo había estado toda noche conmigo y eso aún me hacía sentir peor, él estaba mal si me veía mal y yo siempre lo estaba.
Quería que desapareciera de mi vida, había sido tonta creyendo que le haría bien, él nunca sería feliz conmigo.
Y lo quería tanto, que deseaba en otra vida encontrarlo, cuidarlo y quererlo de verdad, sin miedos y sin inseguridades. Deseaba poder chillarle que le quiero y que siendo egoísta, no quiero que se vaya de mi lado.
No le había contado nada a Gala, aunque suponía que mis amigos del pueblo ya lo sabían y en el fondo sabía que no me hablarían de ello. Le hablé a Luna, porque si no hablaba con nadie, mi cabeza probablemente explotaría.
Vi que como siempre Enzo abría la puerta despacio por si estaba dormida y no lo estaba, pero lo fingí porque no quería hablar.
Pensé que así se iría, pero note que se tumbaba a mi lado y me acariciaba el pelo, ahí fue cuando me dormí de verdad.
Me desperté cuando Luna entro en mi habitación, me duché como pude y me vestí, ella me ayudó.
Me bajaron al coche y me llevó a su casa.
— No te preguntaré cómo estás porque sé que mal, pero si quiero preguntarte cómo quieres estar cariño - dijo suavemente mientras me ayudaba a sentarme en el sofá
— Quiero estar sin este dolor en el pecho - dije apagada
— Te podría decir que el tiempo te ayudará, pero no, bien tu lo sabes - dijo sentándose a mi lado - Maya puedes quedarte aquí conmigo
— ¿Cómo? - dije sin entenderlo muy bien
— Que no estas preparada para ir a la universidad y no es malo, necesitas mucho tiempo solo para ti, podrías volver al hospital, pero creo que estarías mejor aquí - explicó con su mano en la mía
— ¿Me estás diciendo que me venga a vivir contigo? - pregunté sorprendida
— Si, te ayudaré y prometo que cuando estés lista, tendrás toda la libertad del mundo para volar, pero si lo intentas ahora con las alas rotas, solo caerás al suelo por mucho que lo intentes - contestó serena
— ¿Pero y el piso? ¿Enzo? - pregunté confusa
— Enzo no quería quedarse este año aquí, quería ir a Barcelona - dijo mirando al suelo
— ¿A Barcelona? Nunca me ha dicho nada - dije muy confusa
— Bueno desde que estás aquí, Madrid no le parece tan horrible. Sé que lo que te estoy diciendo es duro, pero para él esto ya es pequeño, quiere vivir y ahora le gustaría hacerlo contigo, pero las dos sabemos que no puede ser - dijo y no respondí nada así que continuó mientras la miraba fijamente
» Maya necesitas estar bien para querer y dejar que te quieran y se que lo conseguirás, pero hasta entonces déjalo solo y si dentro de un tiempo os seguís queriendo, buscaros y amaros como siempre deseasteis, porque os lo merecéis.
— No se que decir, tienes razón, pero... - empece a llorar
— No va a ser fácil, lo sé, pero quizás sea lo mejor - dijo secándome las lágrimas - Habla con él, te llevo al piso y mañana por la noche o cuando quieras te voy a buscar - dijo levantándose
— Luna, si todo esto no sirve para nada, no podré aguantar más, es el último intento - dije sin voz
— Lo sé, funcionará, eso espero - dijo tras un largo suspiro
De camino al piso pensaba en qué decirle y cómo, si se enfadaría o si me entendería. Pensaba que igual si me lo pedía olvidaba todo lo que había hablado con Luna y seguía a su lado.
Pero no vivo en una utopía y se que quedarme a su lado ahora mismo, sería destrozarlo y si lo quería, no podía hacerle daño.
Le pedí que bajara y fuéramos a dar una vuelta con el coche, accedió sin rechistar. Puso su música y no me quejé, ninguno hablo, solo podía mirarlo porque tenía un nudo en la garganta
— Enzo tengo que decirte algo - dije nerviosa
— ¿Qué pasa? - preguntó mirándome de reojo
— Puedes parar un momento - le dije mientras veía una gasolinera
— ¿Estás bien? - preguntó nervioso
— Luna me ha propuesto ir a su casa, a vivir con ella - dije sin mirarlo
— ¿Eh? No entiendo - dijo confuso
— No voy a ir a la universidad y al hospital no quiero volver, así que me quedaré con ella - dije en voz baja
— ¿Cómo? ¿En que momento alguien te ha echado del piso? - preguntó levantando las cejas
— Nadie pero creo que es lo mejor y así tu puedes ir a Barcelona... - dije mientras me interrumpió
— ¿A Barcelona? ¿Pero qué estás diciendo? No quiero ir a Barcelona - dijo levantando la voz
— ¿Por qué? - pregunté y se quedó callado
— Porque no, porque me quiero quedar aquí - respondió enfadado
— ¿Aquí para qué? - pregunté
— ¿Qué para que? ¿Pero esto es una broma joder? - dijo saliendo del coche
— Enzo, no es una broma, que tu tienes una vida que seguir y yo una que construir, que no te puedo ofrecer absolutamente nada - chillé
— ¿Nada? Con que me quieras es más que suficiente - dijo chillando más y nos quedamos callados
— No te conformes con que te quiera y ya, debería quererte bien - dije bajando la voz - y no quiero ver cómo te aparto de mí - dije con un nudo en la garganta
— Ya lo estas haciendo - dijo montándose en el coche
— No, no lo estoy haciendo joder - dije mientras encendía en coche
— Si que lo estás haciendo - contestó cuando arrancó
— Lo siento - dije mientras me caía una lagrima
Él tampoco pudo contenerse, pero se limpiaba las lágrimas mientras conducía con rabia. Ví que no iba camino al piso, pero no esperaba que me llevara a casa de Luna. Bajo dando un portazo y abrió mi puerta.
— Voy a por la silla - dijo sin mirarme
— Enzo, por favor, para - dije sin poder contener las lágrimas
— ¿Qué pare? ¿Enserio? Siempre te he entendido, siempre, pero hoy no puedo - dijo frustrado
Los dos estábamos llorando, yo con un nudo en la garganta y él con rabia, mucha rabia.
— Ayer me dijiste que me querías y hoy me dices que no puedes quererme - dijo enfrente mío
Y no pude contestar, porque mi mente estaba sobrecargada.
— ¿No vas a contestar? - dijo cabreado
Llamó al timbre y salió Luna, creo que se sorprendió con la escena, al ver a Enzo así. Me metió Luna dentro y oí como Enzo arrancaba en coche mientras Luna le chillaba que se tranquilizara saliendo fuera.
No estaba enfadada con él, porque le entendía y una acción llena de rabia no borraba todas las acciones llenas de amor.