¿Fácil? ¡No! (Completa)

By IchiroKaze

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Tras unas brillantes carreras como deportistas, el grupo de amigos conformado por 4 parejas, regresan a la ci... More

Prólogo - Retiro
El Fuego y el Hielo
Cicatrices
Cabellos celestes
Pequeño Kariya
Fotografías
Hijos
Secuestro
Despedida
Melena
Tiempo
Heredero
Anillos
Imperio Kumush
Condición
Arritmia
Adiós Canadá
Copo de Nieve
Café
Gripe
Envidia
Decisiones
Calendario
Parte 1
Parte 2
Crueldad
Si sabes correr, hazlo
Accidente
Los dos faltantes
Niños
Daigo
Temporal
Un buen amigo
Diez
Sinceridad
Sol
Impacto
Irreconocible
Quiebre
Cambios
Señor Swift
Frente a Frente
Arakumo
Tíñete de rojo
Epílogo: Campo De Abejas
Final alternativo

Aúpa Capitán

209 19 3
By IchiroKaze

Desde casa, Kazemaru revisaba alterado cada cinco segundos su teléfono para comprobar si ya tenía respuesta de alguno de sus hijos, de quien fuera, lo único que necesitaba era saber que ellos estuvieran bien. Para fortuna suya y de su sistema nervioso, la llamada del pelirrosa resolvió en gran medida su malestar.

Sin esperar más de cinco segundos tras finalizar la comunicación con Kirino, tomó sus billetera, un abrigo y las llaves de la camioneta con claras intenciones de salir, siendo detenido en la puerta por el albino - ¡Shirou!

- Espera por favor, déjame acompañarte... Es peligroso que conduzcas estando tan desesperado... - Dijo colocándose la chaqueta a la par que se despedía del resto de miembros presentes con un simple gesto - Dame las llaves - Exigió abriendo la puerta del copiloto para que su mejor amigo se sentara.

- ... - Kazemaru sentía que tenía nuevamente catorce años y era regañado por algún adulto a causa de su imprudencia, pero por dentro sabía que realmente no estaba capacitado para manejar situaciones tan estresantes como esa, de modo que resoplando le entregó las llaves al albino y se apresuró en abrocharse el cinturón para ir cuanto antes por los niños.

- ¿Cómo te sientes...? La noticia no te cayó para nada bien... - Comentó Fubuki abriendo un poco una de las ventanas.

- ¿Tú crees? - Dijo el ex-velocista con sarcasmo, poniendo los ojos en blanco - Se suponía que Miyasaka no saldría de la cárcel hasta que yo fuera un anciano... ¡Por qué demonios le dieron la libertad! ¡Es un peligro para la sociedad! No quiero ni pensar en lo que podría hacer de ahora en adelante, ese tipo está loco... ¡Mató a mi padre!

- Ichirouta, sé que él te hizo mucho daño, pero tienes que mantener la cabeza fría... No será bueno que los pequeños te vean así... Ahora más que nunca tendrás que ser fuerte por ellos... ¡Es más! Quizá Miyasaka ya hasta te olvidó ¡Es una posibilidad!

- Shirou - Llamó con mucha seriedad el copiloto - Admito que tienes razón sobre lo de tranquilizarme, pero no pienso correr el más mínimo riesgo...

El asesino de osos ya no respondió, se limitó a suspirar y conducir a la velocidad máxima permitida por las leyes de tránsito en Japón, tratando de imaginar cómo era que el rubio de ojos verdes había logrado salir de la cárcel 25 años antes de lo esperado, se le hacía simplemente impensable.

Conducir hasta el campo de la ribera del río no era difícil, excepto cuando todos los semáforos confabulaban entre sí para ponerse en color rojo cada vez que la camioneta se acercaba, haciéndoles perder la paciencia y los estribos lentamente.

Aproximadamente en diez minutos llegaron, estacionándose en una de las laterales de la calle, sin embargo antes de que Fubuki siquiera pudiera apagar el motor, el peliazul ya estaba bajándose a toda prisa para ver a los niños, haciendo uso de su velocidad por primera vez en años, dejando sorprendido al albino, quien trataba de seguirle el ritmo.

Cuando por fin lo alcanzó, la escena era simplemente enternecedora, viendo a su mejor amigo abrazar desesperadamente a todos los "pequeños", no podía imaginar como había conseguido atraparlos a todos al mismo tiempo, pero por las expresiones de estos, sabía que estaban muy confundidos por todo lo que sucedía.

- Fubuki-san... ¿Qué está pasando? - Preguntó Kariya al ser liberado del cariño del peliazul - ¿Hay problemas?

- Pues... - La mirada expectante de todos los adolescentes lograron intimidarlo levemente - Primero vamos al auto, durante el regreso les explicaremos todo ¿Sí?

Sin rechistar, los cinco menores caminaron hacia la camioneta que bien conocían, acomodándose en la parte trasera en medio de quejidos y empujones, teniendo una lucha constante por acaparar un mayor espacio en los asientos y así viajar con más comodidad.

Fubuki nuevamente fue el que se puso al volante, manejando con cuidado pero en silencio, al final se arrepintió sobre si contarles lo ocurrido muchos años atrás con Miyasaka, aunque claro, luego se lo diría a Yukimura en privado, pues no consideraba apropiado decirles ciertos sucesos traumáticos a los demás, eso sería decisión de sus respectivos padres.

Los niños estaban sumamente desorientados, ellos no podían imaginarse ni comprender el porqué de la reacción tan alterada del peliazul, quien se mostraba abatido y estresado, con ambas manos en las sienes, lo único que querían eran respuestas, pero las expresiones de ambos adultos solamente les dejaba en claro que no las obtendrían por el momento.

Una vez en casa, ninguno se salvó del regaño por haber huido de esa forma, siendo Fudou el menos estricto de todos, quizá porque como bien dijo antes, le dolía hacer sufrir a su propio hijo, y ahora más que nunca, era consciente del dolor que le estaba causando, aunque eso no fue suficiente para que Shindou evitara el castigo por marcharse sin decir absolutamente nada.

Con despedidas cortas, cada familia regresó a su respectivo hogar, dejando un ambiente bastante tenso en la residencia EnKaze. Una vez los cuatro estuvieron a solas, ambos menores procedieron a sentarse en el sofá para recibir un sermón por parte de sus guardianes, quienes estaban bastante enfadados.

- ¡Debieron llamarme antes! - Reclamó el ex-velocista - ¡Estaba muriendo de la preocupación!

- ¡No entiendo por qué! Solo fuimos a la ribera... ¡Estábamos jugando fútbol! - Se defendió el pelirrosa bastante irritado por la falta de confianza de sus padres, él se consideraba a sí mismo bastante maduro como para enterarse de la crisis que afectaba a su familia.

- ¡Miyasaka está libre! ¡¿Y todavía me preguntas por qué?! - Gritó alterado el peliazul - ¡Es un peligro! ¡No lo entiendes! ¡Solo quiero protegerlos!

- ¡Pues explícamelo! ¡Padre! Ya tengo...

- Ranmaru, basta - Interrumpió el castaño con mucha seriedad, haciendo que su hijo guardara silencio y desviara la mirada - Ichirouta, anda acuéstate por favor... Cuando termine de hablar con ellos te alcanzaré, necesitas descansar - Dijo al notar la terrible expresión de su esposo, quien solamente asintió y susurró un "buenas noches" antes de desaparecer por las escaleras.

- ... - Kirino esperó unos segundos para asegurarse de que estaba a solas con el guardameta para poder preguntar de una vez por todas por los detalles de la historia, sin embargo antes de que pudiera decir algo, ya estaba recibiendo respuestas.

- Niños... Él está muy afectado por esta situación... Les pido por favor que lo comprendan, ustedes todavía no lo saben pero Miyasaka, el hombre al que su padre acaba de mencionar, es una de las personas que más daño le ha hecho en su vida...

- Papá, por favor cuéntanos lo que ha pasado - Pidió el pelirrosa con seriedad - Ya no tenemos cinco años... ¡Puedo ayudar si me dejan intentarlo!

- Sé que has crecido, Ranmaru - Admitió suspirando el de la banda naranja pasando sus manos por los cabellos de su hijo mayor - Pero no es algo tan fácil de explicar... En realidad son muchas cosas, nosotros mismos tardamos años en superarlo... Y como podrán ver, a él todavía le afecta... Aunque supongo que tienen razón... ¿Recuerdan que les hablamos hace mucho sobre sus abuelos fallecidos?

- Ehhh... No - Respondió con sinceridad el rollito de canela - Sé que tuvieron un comienzo difícil, pero que al final lograron arreglar las cosas ¿Verdad?

- La madre de Ichirouta falleció cuando él estuvo en coma, ella estaba muy enferma y su padre no pudo despedirse... Por eso cuando logró solucionar sus problemas con su padre, él estaba muy feliz... Ni se imaginan todo lo que hicimos para que el señor aceptara venir a nuestro matrimonio - Comentó con una leve sonrisa nostálgica en el rostro - Descubrimos que era una buena persona si se lo proponía, a su abuelo le fascinaba pescar, jugar billar y ver películas de cine mudo...

- ¿Y qué le pasó? Él no sale en las fotos de la boda - Dijo el pelirrosa algo dudoso, no recordaba haberlo visto en los álbumes antiguos.

- Pero deja que te explique - Comentó riendo Endou - Lamentablemente él no llegó a la ceremonia... Cuando estaba en el taxi de camino al complejo, tuvo un accidente de tránsito... - Siguió soltando un pesado suspiro - Su padre y yo no nos enteramos de nada hasta que fue de madrugada, y aunque fuimos al hospital lo más rápido que pudimos... Llegamos tarde, desafortunadamente él falleció mientras lo operaban de emergencia... El velorio fue en Canadá, en la mansión donde ahora vive el tío Haruki ¿La recuerdan?

- ¿La casa enorme que está cerca al parque de los árboles gigantes? - Infirió Tenma con rapidez, recibiendo un asentimiento - Sí, es una linda casa, me gustaron los cuadros de la familia en el gran salón.

- Esa misma - Al guardameta le hizo mucha gracia el escuchar como su hijo menor reconocía aquella preciosa residencia por cosas tan comunes como los cuadros y los parques, pero no era momento para hablar de eso - A Ichirouta le costó mucho reponerse a la pérdida de su padre, quizá porque no hacía mucho que comenzaron a construir una relación "Padre-hijo", pero lo que más le pesaba era saber que el accidente tenía un culpable... Todas las noches se las pasaba en vela esperando a que la policía le diera noticias o algo parecido...

- ¿Y esa persona fue el señor Miyasaka...? - Kirino no tuvo que escuchar el resto de la historia para entender el porqué de la preocupación extrema de uno de sus tutores.

- Fubuki fue quien se encargó personalmente de hacer las investigaciones, y también fue uno de los testigos en el juicio por la demanda contra Miyasaka... Ese día nos enteramos que todo lo hizo por celos y envidia, incluso llegó a contratar a un mecánico para que averiara el auto donde viajaba el padre de Ichirouta - Informó resoplando al recordar lo trágico que había sido el juicio, dándose a sí mismo una nota mental para no mencionar el incidente con el albino - El juez le dio 35 años de cárcel sin opción a libertad condicional, pero al parecer no se ha cumplido al pie de la letra la condena porque hoy ha salido del reclusorio donde lo tenían... Es por eso que su padre está preocupado...

- Si pudo matar al abuelo... Debe pensar que nos hará daño a nosotros ¿Verdad? - El defensa se llevó ambas manos al rostro, sollozando amargamente - ¡No debí gritarle así a mi padre! Ahora lo entiendo...

- Ranma-nii-san... - Musitó Tenma, rompiendo en llanto también, sintiéndose mal consigo mismo por su falta de empatía.

- No lloren por favor, ninguno sabía lo que estaba pasando - Se apresuró en decir el de la banda naranja, sentándose en medio de los dos para poder abrazarlos al mismo tiempo - Solo les pido que tengan paciencia con él... - Agregó mirando hacia las escaleras - Él se preocupa mucho por ustedes, los ama más de lo que podrían imaginarse y es por eso mismo que tiene miedo de perderlos... Mañana cuando todos estemos más tranquilos, podremos conversar y explicarles mejor las medidas que tomaremos como precaución ¿Sí? - Los dos menores solamente asintieron, aferrándose fuertemente a Endou, quien con el paso de los años, manejaba cada vez mejor este tipo de situaciones, desarrollando mucho su lado paternal - ¿Qué les parece si cenamos? Deben tener apetito ¡Les prepararé panqueques!

Ambos aceptaron, secándose las lágrimas con las mangas de sus respectivos uniformes, para luego ir a sus alcobas, necesitaban asearse y colocarse las pijamas antes de comer, además se hacía tarde para lavar sus chaquetas, por suerte para ellos, tenían varios de repuesto para ocasiones como estas.

Endou desde la cocina respiraba ligeramente más tranquilo, la verdad era que él también estaba muy preocupado por lo ocurrido con Miyasaka, pero no podía permitirse flaquear, pues él mejor que nadie sabía el gran dolor por el que Kazemaru pasaba cada vez que recordaba aquellos episodios traumáticos de su vida, por lo que era ahora cuando le tocaba asumir un rol más protector, él sería el soporte para que su familia no la pasara "tan mal"

°°°°°°°°°°°°°

Por otro lado, en Tokio, Goenji estaba llegando a su departamento tras un exhaustivo viaje por la provincia de Nara, habiendo tenido que pasar por incontables de oficinas para ver por su propia cuenta el progreso de los entrenadores del Sector Quinto, los reportes de los equipos juveniles y claro, conversar con algunos de los "imperiales" de mayor rango.

Está demás decir que fingir ser Ishido Shuuji ante el mundo era algo a lo que nunca se acostumbraría, detestaba profundamente ver como las personas estaban dispuestas a arruinar el deporte con tal de conseguir beneficios individuales, sin embargo no era el caso de todos, algunos alumnos acataban las órdenes del Seitei con el único fin de recibir subsidios económicos con los cuales apoyar a sus familias.

Lo único que quería en esos momentos era llegar a su casa y relajarse en la bañera mientras escuchaba un poco de jazz clásico en la radio local, pues los chistes culturales del periodista eran tan malos que lograban hacerlo reír, pero ya podía imaginarse el desorden con el que se encontraría al haber dejado solo a Taiyou.

Al abrir la puerta, se sorprendió de ver que el suelo incluso brillaba por lo pulcro que estaba, las cosas estaban en su lugar y en la mesa del comedor podía leer una nota con una letra bastante reconocible para él - Compré la cena en el restaurant americano que le gusta, está en el microondas, bienvenido a casa Goenji-san.

Taiyou era un niño muy amable y atento, capaz de hacerlo sentir muy cómodo, sin embargo a pesar de convivir con él hacía más de tres años, a la fecha no se atrevía a decirle "hijo", y no era por una cuestión de falta de cariño, más bien era por culpa interna, siendo que cada vez que lo intentaba, los recuerdos de Yukimura regresaban a su mente, golpeándolo con fuerza por su "irresponsabilidad" con sus deberes de padre, lamentándose el haberse perdido tantos momentos familiares con los que siempre soñó.

Al revisar la casa, encontró al pelinaranja profundamente dormido en su habitación, abrazando como siempre su balón y teniendo su lámpara de noche encendida en la mesa auxiliar, viendo como el uniforme y el maletín de la secundaria Arakumo estaban preparados en una de las esquinas - Vaya que estás emocionado... - Susurró mientras lo cubría con la manta y apagaba la luz, saliendo nuevamente, no quería incomodarlo ni mucho menos despertarlo.

Cuando por fin entró a su recámara, se miró al espejo, reprochándose a sí mismo por seguir ahí, repitiéndose mentalmente que debía encontrar una solución lo antes posible, diez años deberían ser más que suficientes para tener todo listo, pero lamentablemente no era así, cada vez que creía estar cerca de lograr reunir las pruebas suficientes para exponer la corrupción en la asociación de fútbol, algo salía mal y todo se retrasaba.

Hay quien dice que en una bañera las ideas comienzan a fluir, y para Goenji esta predicción aplicaba a la perfección, porque él era el tipo de personas que pensaban mejor con una toalla caliente en la cabeza, el vapor en su rostro y el agua hasta el cuello, siendo una de sus actividades favoritas en el mundo.

- Quizá deba volver a Alemania... Allá todo parecía ser más sencillo - Pensó mirando su reflejo en la mampara que estaba cubierta de vapor - Pero Hyouga no hablar alemán... Además tengo a Taiyou, no puedo abandonarlo de un día para otro... ¿ Y Shirou me aceptará? Quizá está molesto conmigo por haberme ido... - Las posibilidades de que todo salga mal si se iba de Japón eran extremadamente altas, por lo que rápidamente se retracto de aquella idea, llevándose ambas manos al rostro, empapándose con el agua caliente - Se suponía que era temporal...

Sus cabellos comenzaron a botar ligeramente un tono azulado, señal clara de que necesitaba pasar nuevamente por la peluquería para teñírselo y así esconder su verdadera identidad. Había perdido la cuenta del número de veces en que un estilista manejó sus rubios mechones, siendo esa una de las cosas que menos le gustaba en el mundo, por lo que para evitar que este siguiera despintándose, se apresuró en salir de la bañera, algo un poco ilógico ya que con agua y shampoo los tintes no suelen salirse, pero para Goenji era así.

A raíz de su gran amistad con el mago del campo americano, descubrió que las hamburguesas le fascinaban, y no era que antes no las hubiera probado, simplemente que las versiones asiáticas de estas eran completamente diferentes a las que en Estados Unidos preparaban, por lo que el restaurante un par de calles a la derecha de su edificio se convirtió en su lugar favorito para merendar, llevando en repetidas ocasiones al pelinaranja a cenar ahí.

Pero no se confundan, Shuuya Goenji es el tipo de personas que no descuidan su físico por nada del mundo, así que haciendo uso de su fortuna conseguida de sus días como futbolista profesional, se dio el gusto de adquirir máquinas de ejercicio para espacios reducidos, manteniendo así su figura delgada pero imponente que tanto lo caracterizaba.

Estando acostado en su cama con la mirada clavada en el ventilador del techo, comenzó a rememorar algunos de los momentos más felices de su vida, como lo era su matrimonio, la adopción de Yukimura, las citas con Fubuki, los partidos con la selección nacional y claro, el conocer a Taiyou.

- ¡Goenji-san! - Exclamó el pequeño al ver al rubio entrar en su habitación del hospital - ¡Vino a verme!

- Taiyou, no olvides que soy Ishido Shuuji - Regañó sonriendo el delantero - Y claro que vendría, es tu cumpleaños... No me lo perdería por nada del mundo, además... ¡Sorpresa! Te compré esto - Agregó extendiendo una bolsa hacia el niño.

El pelinaranja tomó el presente y agradeció exageradamente, para luego rasgar el envoltorio, encontrando la camiseta de su equipo favorito de la liga Alemana de fútbol soccer, pero con el pequeño detalle de tener las firmas de algunos de los jugadores - ¡Está genial! ¡Muchas gracias!

- No es nada, recuerda que no todos los días cumples siete años - Dijo acariciando los no tan cortos mechones del menor - Cuéntame ¿Cómo sigues? ¿Aún sientes dolor?

- No, mi doctor cambió de medicina, y está funcionando mucho mejor que la anterior, quizá hasta me dejen regresar al orfanato esta semana - Comentó con una cálida sonrisa y los ojos llenos de ilusión - ¿Me llevará a jugar al estadio?

- ... - Goenji estuvo a punto de decirle que esa era una actividad prohibida, pues perjudicaba mucho su salud, pero no tenía corazón para arruinarle el cumpleaños al pequeño Amemiya - Tal vez... Primero hay que asegurarnos de que te recuperes ¿Sí?

Por obras del destino, los onomásticos de Taiyou y Yukimura se celebraban en el mismo mes, cuando el otoño está en su máxima expresión y cubre las ciudades con las hojas que caen de los árboles a causa de las fuertes corrientes de aire, teniendo temperaturas frescas, cielos despejados pero sin sol y leves lluvias tenues. Noviembre se había convertido en uno de sus meses favoritos por eso y mucho más.

Era curioso que a pesar de compartir signo zodiacal y elemento astrológico según la tradición japonesa, los dos niños eran en extremos muy diferentes. Mientras que uno era obstinado, el otro era complaciente, uno era orgulloso y el otro modesto, pero eso solamente los hacía más especiales, casi podía decir que le recordaba mucho a sus diferencias con Fubuki, por lo que él mejor que nadie sabía que los polos opuestos sí pueden llevarse bien.

Después de mucho pensar y recordar, lentamente se fue quedando profundamente dormido, aunque segundos después abrió los ojos por la luz que entraba por su ventana, mirando de reojo el reloj de la mesa auxiliar que estaba al lado de su cama, cayendo en cuenta que esos segundos en realidad habían sido horas, como si todo el tiempo en que descansó no hubiera pasado, una verdadera desgracia para alguien que se sentía agotado física y mentalmente.

- Cinco minutos más... Al menos hasta que suene la alarma... - Musitó, envolviéndose entre sus sábanas en un intento de conciliar nuevamente el sueño, aunque unos golpeteos en la habitación del lado le impidieron volver a cerrar los ojos.

Taiyou solía toser mucho por la condición de sus pulmones y corazón, pero eso se solucionaba con algunos medicamentos o en el peor de los casos inyecciones, sin embargo ese sonido era completamente diferente, no lo reconocía en lo absoluto, por lo que alarmado corrió hasta la alcoba del pelinaranja.

Ahí lo que vio fue totalmente diferente a lo que se esperaba, pues el joven estaba terminando de abotonarse la camisa blanca de su uniforme escolar al mismo tiempo que hacía pequeñas dominadas con su balón, mirándose en el espejo sin perder la concentración.

- ¿No es un poco temprano para que te prepares? - Preguntó desde el marco de la puerta el rubio.

- ¡Goenji-san! - Exclamó sonriente el menor - Quiero llegar temprano a la escuela, es por eso que puse mi alarma muy temprano, espero no haberlo despertado... ¿Hice mucho ruido?

- No te preocupes por eso, además ya es hora de levantarse - Dijo con rapidez para no preocupar al niño, notando que el cinturón y la corbata seguían tendidos sobre la cama - ¿Necesitas ayuda con el nudo?

- No será necesario, estuve practicando ayer mientras veía tutoriales en internet, creo poder hacerlo solo - Afirmó tan radiante como siempre - Muchas gracias Goenji-san.

- Bien, entonces termina de vestirte mientras yo preparo el desayuno - Finalizó alejándose en dirección a la cocina.

Esa pequeña conversación desató su nostalgia paternal, pues en más de una ocasión se imaginó a sí mismo enseñándole a su hijo a atarse los cordones de los zapatos, colocarse adecuadamente la corbata, elegir un perfume dependiendo la ocasión y demás.

¿Yukimura ya sabría arreglarse formalmente por sí solo? Quizá Fubuki se lo había enseñado, aunque con 13 años muy probablemente no había tenido la necesidad de hacerlo, lo que le dejaba una pequeñísima esperanza de ser él quien lo acompañara en la aventura de los trajes elegantes. Cosa rara, porque él no solía vestir de esa manera, quizá era un estilo más apropiado para su amigo Kidou.

Por pensar tanto, los huevos comenzaron a quemarse, siendo el olor desagradable el que lo sacó del vacío mental en el que estaba sumido, teniendo que repetir el proceso culinario con mayor rapidez, porque como Midorikawa solía decir - Cinco minutos hacen la diferencia, puedes encontrar tráfico si sales tarde - Y claro que él no planeaba correr ese riesgo, al menos no en el primer día de clases oficial de Taiyou.

Cuando el pelinaranja se asomó al comedor, el ex-goleador de fuego no pudo evitar sonreír al ver lo bien que le quedaba el uniforme de la secundaria Arakumo, notando que sus ojos azulinos resaltaban muchísimo gracias al chaleco y la corbata, en definitiva los atuendo formales le quedaban de maravilla al denominado "Genio de la década".

Taiyou era sin duda alguna, el hijo soñado para cualquier pareja, lo que a su vez lo hacía pensar en lo buenos que eran sus padres biológicos antes de fallecer en aquel trágico accidente.

En ese entonces, Goenji se tomó las molestias de investigar al respecto, sin embargo todo indicaba que no fue un hecho culposo, por lo que entablar una demanda directa contra el conductor del vehículo contrario fue prácticamente imposible.

- Hoy te llevaré a la escuela, así que desayuna con paciencia - Dijo el rubio a la par que le servía al menor un tazón de fruta fresca cortada.

- ¡Duraznos! - Exclamó feliz al ver su fruta favorita en pequeños cuadraditos acompañada de algunas uvas verdes - Muchas gracias Goenji-san.

Él solamente sonrió ante la tierna reacción de Taiyou, se preguntaba mentalmente si Yukimura todavía gritaba de alegría cada vez que compraban fresas ¿Quizá ahora por ser un niño "grande" ya no tenía esos arranques de euforia? De cualquier forma, esperaba algún día volver a ver esa preciosa sonrisa dirigida hacia a su persona.

Tras un no tan largo desayuno, ambos terminaron de recoger la vajilla para luego encargarse de los toques finales, como arreglarse en el espejo una última vez, revisar que en sus respectivos maletines no faltara nada, cepillarse los dientes y subir al auto para comenzar sus rutinas.

Arakumo no quedaba específicamente lejos, en realidad si caminas con paciencia desde el departamento, llegarías aproximadamente en quince minutos o exagerando, veinte, pero Goenji quería darse el lujo de llevar al pelinaranja a la escuela, al menos el primer día.

La hora de ingreso se supone que era a las nueve de la mañana, sin embargo a las ocho en punto, el deportivo rojo de Goenji estaba estacionado en la puerta principal del instituto.

- Toma, lamento no haberte preparado el almuerzo, pero esto te debería alcanzar para que compres algo en la cafetería - Dijo el rubio, entregándole un par de billetes - Si te sientes mal o necesitas ayuda, llámame y vendré por ti.

- Gracias Goenji-san, así lo haré - Respondió con una leve sonrisa, desabrochándose el cinturón de seguridad y abriendo la puerta para poder bajarse - Que le vaya bien en el trabajo, lo veo por la noche - Finalizó cerrando la puerta.

- ... - El ex-delantero de fuego bajó la ventana de cristal polarizado y miró con un poco de nostalgia como el niño que cuidó con tanto amor estaba por comenzar una nueva etapa en su vida - ¡Ten un buen día! ¡Obedece a tus maestros! - Exclamó con la esperanza de que este lo escuchara, quedando satisfecho al verlo voltear, regalándole una sonrisa cálida a la distancia.

Solamente cuando Taiyou desapareció en medio de los pocos estudiantes que llegaban con tanta anticipación, encendió el auto y se apresuró en llegar a su trabajo, pues esa era la hora punta del tráfico en Tokio.

La sede de la asociación de fútbol juvenil quedaba en la parte más céntrica de la ciudad, la que por ende generaba un mayor flujo de vehículos y personas, haciendo que todo el que pasara por ahí, terminara estresado o frustrado por los múltiples incidentes que se producían a diario.

Él siempre tomaba las medidas necesarias para mantener su seguridad y de quienes lo rodearan, sin embargo una notificación lo obligó a frenar en una de las esquinas - "Apresúrate en llegar, quiero presentarte a alguien" - Fue el corto mensaje de texto que Senguuji Daigo le envió al celular, cosa que no presagió nada bueno para el rubio, quien simplemente se limitó a suspirar y pisar nuevamente el acelerador, recorriendo la ruta completa en tiempo récord.

La secretaria de la recepción lo saludó como siempre, con una reverencia, acompañada de un tono de voz que denotaba respeto y admiración, indicándole que el "Jefe" lo esperaba en la sala de reuniones del tercero piso. Sin embargo de cierta forma hizo caso omiso a esto, pues decidió primero ir a su oficina para dejar su maletín, y no era que no le importaban las órdenes de Senguuji, simplemente necesitaba entrar en el papel de Ishido Shuuji antes de presentarse ante una nueva persona.

Una vez estuvo listo, caminó con tranquilidad hasta el auditorio de la planta 3, en donde apenas al entrar, divisó al pelirrosa con tu típico traje blanco, sentado con una pierna cruzada y leyendo un periódico local - Buen día - Saludó tomando su lugar en la amplia mesa.

- Hola Ishido - Respondió el contrario, cerrando su diario mientras recuperaba la postura correcta - ¿Recuerdas que lo que te dije sobre el nuevo proyecto del sector?

- Por supuesto, necesitamos destituir a todos los entrenadores que se opongan a las normas que la asociación legisla, pero... ¿Recursos humanos no se encargaría de ese asunto?

- Esa gente es lenta e inútil - Bufó con soberbia extrema - Además... Recientemente supe que el famoso Kidou Yuuto tomó el cargo de director técnico en Teikoku Gakuen... Y sacarlo no va a ser tarea fácil, tiene muchas influencias, llamaríamos demasiado la atención...

- ¿Quieres que me encargue personalmente de eso?

- No, el Seitei no puede rebajarse al cargo de hacer despidos, es por eso que contraté a tu nuevo asistente - Informó a la par que llamaba a la administración desde el teléfono del lugar, pidiendo que el invitado se acercara a la sala de reuniones - Me costó un poco hacerme con sus servicios... Principalmente porque no era nada sencillo acceder a él, pero lo necesitamos porque... Oh, ya llegó - Dijo levantándose para saludar a la nueva presencia.

- ... - Goenji bastante irritado por la idea de traicionar a Kidou se levantó, abrochándose el saco nuevamente antes de girar, solamente para encontrar frente a él a quien nunca más pensó ver - Tú eres...

- Ishido, él es Miyasaka Ryou - Presentó Senguuji con bastante alegría - Es un experimentado periodista deportivo, maneja los historiales de todos los candidatos a entrenadores y es muy bueno recolectando información, trabajará contigo a partir de hoy... ¿Qué pasa? ¿Por qué lo miras así? ¿Lo conoces?

- ¿Qué? ¡No! ¡Claro que no! - Respondió algo alterado, cayendo en cuenta que comenzaba a delatarse a sí mismo se presionó psicológicamente para mantenerse en sus cabales - Perdona, es un gusto conocerte, me llamo...

- Ishido Shuuji, lo sé - Respondió el rubio de ojos verdes - Será un placer estar a sus órdenes, lo admiro muchísimo por ser quien controló a esos salvajes futbolistas, las reglas existen por algo y nosotros haremos que se cumplan.

Cuando la reunión por fin terminó, el estómago de Goenji estaba completamente revuelto por la ira contenida, cosa que lo obligó a regresar a su oficina a pasos acelerados, encerrándose en el baño para poder pensar un poco sobre todo lo que estaba aconteciendo esa mañana.

No lograba comprender como era que Miyasaka estaba libre, se suponía que todavía faltaban un par de décadas antes de que aquel peligroso criminal pusiera un pie nuevamente en las calles japonesas, pero una sola frase lo ayudó a atar cabos - "Me costó un poco hacerme con sus servicios" - ¿Entonces Senguuji era el responsable de esto? - Desgraciado... - El rubio estaba furioso, lanzando insultos al aire como lo más normal del mundo, desahogándose a solas hasta que alguien llamó a la puerta.

De manera rápida e imprudente, se colocó en su escritorio y encendió la computadora portátil para fingir que trabajaba, acomodándose nuevamente el saco y mirándose a sí mismo en la cámara de su teléfono móvil, necesitaba asegurarse de que su apariencia era la de Ishido Shuuji antes de permitir que alguien lo viera.

- Adelante - Exclamó sin despegar su mirada de la pantalla, pues se imaginaba quien era el que lo venía a importunar.

- Con permiso - Saludó el otro rubio, cerrando tras de sí y tomando asiento frente a su nuevo jefe - Ishido-san, quisiera conversar sobre el entrenador de la Teikoku Gakuen, lo conozco y creo que mi información podría ser de mucha utilidad.

- Claro - Respondió con la mayor frialdad posible sin dejar de digitar algunos documentos - Te escucho... Pero, antes me gustaría saber por qué no sabía de tu existencia ¿Eres periodista, no? He ido en repetidas ocasiones a las televisoras para tratar temas importantes y nunca te vi.

- En efecto, soy periodista, y la verdad es que estuve de viaje por motivos de trabajo, pero cuando recibí la llamada de Senguuji-sama decidí regresar - Afirmó escondiendo sus manos en los bolsillos de su saco - Después de todo es más importante el futuro del deporte nacional, más aún sabiendo que esos futbolistas idiotas quieren destruir todo lo que el Sector ha logrado.

- ... - Por dentro Goenji sentía que un volcán había entrado en erupción, explotando con insultos que nunca pensó decirle a ninguna persona, palabras prohibidas como "caracoles" o "rempámpanos". Bueno, quizá no tan suaves, pero de cualquier modo lo quería agarrar a golpes - Entiendo...

- Volviendo al tema - Llamó el asistente con suavidad - Conozco muy bien a Kidou Yuuto y su entorno, si lo que necesitamos es sacarlo del camino, la persona idónea para el trabajo soy yo - Finalizó con aires de superioridad.

- Por ahora, limítate a recoger y supervisar el trabajo de estos entrenadores - Respondió con una mirada asesina, entregándole un portafolios - Quiero un informe completo para el fin de semana, buena suerte, puedes retirarte.

Sin opción a réplicas, Miyasaka tomó los documentos y salió de la oficina en completo silencio, dejando a un estresado Goenji al borde del colapso mental, ver nuevamente a esa persona que tanto odiaba era un duro golpe a su paz emocional.

°°°°°°°°°°°°°

Algunos días después, en los exteriores de la ciudad Inazuma, el nuevo entrenador de la gloriosa Teikoku Gakuen se presentaba ante el plantel estudiantil en compañía de su asesor técnico y ex-compañero de selección, Sakuma Jirou, dejando boquiabiertos a más de un joven que creía estar en las nubes al tener en frente suyo a dos leyendas del deporte nacional.

Para dicha y desdicha de algunos u otros, el anterior capitán del equipo de fútbol había sido trasladado a una secundaria al sur del país, siendo asignado por los funcionarios del sector quinto para reformar a ciertos opositores en la provincia de Osaka.

- Permítanme presentarles a un nuevo compañero - Informó Kidou, haciéndole un pequeño gesto para que Sakuma haga venir al que portaría el cinto en el brazo izquierdo - Se llama Shindou Takuto, es un imperial de segundo año, juega como mediocampista y a partir de ahora será el capitán del equipo, espero que lo traten con el respeto que se merece.

El estratega de las rastas aprovecharía la poca atención mediática que su familia tenía por parte de la prensa para infiltrar a su propio hijo y hacerlo pasar por lo que comúnmente se conoce como "seed", pues ninguno de los jugadores titulares lo reconocería al tener apellidos diferentes, sin considerar que el parecido físico era prácticamente nulo.

- Gracias entrenador - Respondió el peligris con una expresión sombría en su rostro - Pero ya fueron suficientes presentaciones, es hora de comenzar el entrenamiento.

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son one-shots que tengo en twitter, pero a vistas de que algunas personas no pueden entrar a mi private entonces los publicaré por aquí también ewe ...
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Sofia Curuso llega a Italia para hacer una nueva vida en aquel hermoso pais. Lo que no se esperará es conocer a un grupo de hermanos, siendo estos lo...
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Esta historia habla sobre como Scarlett Johansson tiene que afrontar la situación de encontrarse con su hija la cual no a visto durante años.