¿Fácil? ¡No! (Completa)

Por IchiroKaze

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Tras unas brillantes carreras como deportistas, el grupo de amigos conformado por 4 parejas, regresan a la ci... Más

Prólogo - Retiro
El Fuego y el Hielo
Cicatrices
Cabellos celestes
Pequeño Kariya
Fotografías
Hijos
Secuestro
Despedida
Melena
Tiempo
Heredero
Anillos
Imperio Kumush
Condición
Arritmia
Adiós Canadá
Copo de Nieve
Café
Gripe
Envidia
Decisiones
Calendario
Parte 1
Parte 2
Crueldad
Si sabes correr, hazlo
Accidente
Los dos faltantes
Niños
Daigo
Temporal
Un buen amigo
Diez
Sinceridad
Sol
Aúpa Capitán
Irreconocible
Quiebre
Cambios
Señor Swift
Frente a Frente
Arakumo
Tíñete de rojo
Epílogo: Campo De Abejas
Final alternativo

Impacto

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Por IchiroKaze

Cualquiera pensaría que los tres novatos del Raimon de primer año entraron al club de fútbol demostrando su superioridad mediante técnicas avanzadas para su edad, pues no por nada llevaban años practicando para ese momento, pero eso era una suposición totalmente opuesta a lo que realmente sucedió.

Shindou, como bien había advertido, fue sumamente riguroso con ellos, porque al conocer sus fortalezas y debilidades, se podía dar el lujo de atacarlos donde más les doliese, apegándose a las palabras de su padre - Uno se hace fuerte conforme supera sus propios límites - De modo que él, como buen capitán del Raimon que era, los forzó hasta el punto de hacerlos jadear por el cansancio.

Kidou Michiya, ex entrenador de la selección japonesa también les planteó situaciones más complicadas que al resto de postulantes, quizá porque al haber dirigido a los padres de los niños, podía darse una idea de cómo hacer explotar toda su capacidad, él era considerado uno de los mejores entrenadores del país.

Kirino desde su lugar en el campo, fue el encargado de hacerle una marcación personal a Tenma, cosa que le venía como anillo al dedo, y haciendo uso de su enorme capacidad defensiva, evitó que el castaño recibiera el balón cómodamente o que regateara como siempre.

Claro que a los novatos esto no les gustaba nada, una de las desventajas de entrenar juntos era que ahora Shindou y Kirino conocían todos sus movimientos como las propias palmas de sus manos, pero al final con mucho esfuerzo, lograron superar la barrera que tenían por delante, no por nada eran hijos de los genios de Soccer.

En total, solamente cuatro personas pasaron la prueba de ingreso. Los tres ya mencionados y alumno de primer año llamado Nishizono Shinsuke, bastante carismático, aficionado al deporte rey y claro, a la antigua selección nacional que llevó al soccer japonés a la cúspide del mundo.

- ¡¿En serio eres hijo de Endou Mamoru?! - Preguntó con toda la emoción que cabía en su pequeño cuerpo - Sé que estamos en la misma clase... Pero todavía no recuerdo los nombres de todos... ¿Cómo te llamabas?

- Se llama Matsukaze Tenma - Respondió el peliteal uniéndose a la conversación - Pero puedes decirle "el fútbol está llorando" ¿Verdad?

- También es conocido como "Rollito de canela" - Bromeó Yukimura, estallando en risas junto a Kariya, para luego echar a correr y huir de la escena.

- ¡Sólo lo dije una vez! Y fue después de ver una película muy triste... ¡El balón se estaba desinflando por culpa del cactus! - Renegó el castaño mientras se quejaba por las burlas de Kariya - Pero sí, ese es mi nombre, y Endou Mamoru es mi padre ¿Por qué? ¿Lo conoces? - Agregó dirigiéndose a su nuevo amigo.

- ¡Por supuesto! Ha sido mi ídolo desde que tengo memoria, siempre quise ser portero como él pero por mi tamaño no es posible... Así que me volví defensa ¡Hasta llevo una banda en la cabeza como él! ¿Crees que puedas conseguir su autógrafo para mí?

- Lamento interrumpirlos - Intervino el pelirrosa - El entrenador los está llamando, tienen que presentarse al resto del equipo y recibir sus uniformes, así que vamos.

- ¿No puede ser después? ¡Estamos hablando de papá! Dice que quiere su firma ¿Podemos invitarlo a casa? - Dijo Tenma con un tono de voz suplicante.

- Matsukaze, no quiero repetirlo dos veces - Regañó el mayor - Luego podrán conversar, por ahora apresúrense.

A Shinsuke se le hizo muy rara la forma en que Tenma se dirigía a uno de los superiores del equipo, se supone que por jerarquía y respeto, tenían que llamarlos por sus apellidos y con un "san" al final, pero la relación entre esos dos era demasiado natural como para que recién se conocieran.

Lentamente su mente fue atando cabos, el chico de cabellos color teal también parecía conocer al castaño, incluso podría poner sus manos al fuego apostando a que el capitán del equipo también era su amigo, quizá por eso durante toda la prueba de ingreso lo desafió en el campo muchas veces, por supuesto, ganando todas haciéndole honor al cinto en su brazo izquierdo.

Los tres jugadores con los que ingresó al equipo tenían mucho talento para el soccer, curiosamente todos jugaban posiciones diferentes, no sabía si estos tenían técnicas secretas o algo parecido, pero a simple vista cualquiera diría que sí, además le llamó la atención como se pasaban el balón sin siquiera mirarse, como si jugaran juntos desde hace mucho tiempo.

Las presentaciones se llevaron a cabo tal y como el protocolo del club de fútbol indicaba, dando por finalizadas las actividades del día, quedándose a solas los nuevos jugadores y los dos mayores que aprovecharían para entrenar un poco, sin embargo de manera inesperada una presencia nueva hacía acto de aparición, vistiendo una especie de capa morada que cubría su playera roja, lanzando el esférico contra el castaño, haciéndolo caer bruscamente.

De inmediato, todos corrieron para socorrerlo y asegurarse de que este estuviera bien, solamente Shindou se dispuso a encarar al recién llegado, recibiendo un nuevo tiro por parte del desconocido pero devolviéndolo con la misma potencia - ¿Cómo te atreves a profanar nuestro campo de esa manera?

- ¿Eres el capitán? Menuda bienvenida... - Se burló cruzándose de brazos - Me llamo Tsurugi Kyosuke, y desde hoy por órdenes del rectorado de la secundaria Raimon, soy un miembro del club de fútbol - Se pronunció con el tono de voz más sarcástico del mundo.

- ¡Cómo si fuera a creerte eso! - Gritó molesto el peligris - ¡Eres un...

- Shindou-kun, por favor tranquilízate - Intervino un hombre con camisa y corbata, tosiendo para llamar la atención de todos los presentes - Es cierto, así que por favor entrégale su uniforme inmediatamente, desde ahora es un legítimo integrante del club de fútbol, viene directamente desde la central del sector quinto y merece respeto.

El pianista no podía creer lo que escuchaba, lamentablemente el entrenador ya se había retirado y no tenía forma de contradecir al director de la escuela, por lo que no le quedó más remedio que apretar los puños y cumplir lo que se le acababa de ordenar, sintiendo como su sangre hervía con las miradas anonadadas de sus amigos, a quienes les hizo una mueca disimulada para que no intervinieran, pues eso podría perjudicarlos.

Teniendo que enterrar todo su orgullo, le entregó un juego nuevo de equipación deportiva a su contrario, sin embargo este de un golpe arrojó el uniforme al suelo, pisándolo mientras se reía a carcajadas y se burlaba sobre la reacción que este había tenido - ¡¿TIENES IDEA DE LO QUE ACABAS DE HACER?! - Ese fue el punto de inflexión, no podía permitir que siguieran insultando al equipo del Raimon de esa manera.

- ... - Kirino observó como el puño de su mejor amigo se levantaba con claras intenciones de golpear a Tsurugi, así que con un movimiento rápido lo tomó por los brazos, sosteniéndolos con fuerza - ¡Cálmate Shindou! Te suspenderán si lo agredes.

El director se quedó en completo silencio, no sabía como actuar ante una pelea juvenil, a lo que solamente resolvió a desaparecer llevándose consigo al nuevo delantero, quien no dejaba de sonreír maliciosamente tras lo sucedido, alejándose del campo con las manos en los bolsillos cual pandillero.

Una vez estuvieron a solas nuevamente, el pelirrosa soltó a su amigo, no podía regañarlo por la imprudencia cometida minutos antes, él también quiso golpearlo después de ver como sacaban a su hermano volando mediante un balonazo, pero afortunadamente logró conservar la calma cuando vio la presencia de la máxima autoridad del Raimon.

Kariya y Yukimura también estaban molestos, se habían tomado personal la afrenta cometida contra el uniforme del equipo, si no intervinieron en la discusión fue por el gesto que Shindou les hizo, pero la verdad era que ganas no les faltaban de alcanzar a Tsurugi para poder enfrentarlo. Ellos habían pasado su vida entera soñando con el momento en que por fin podrían portar la camiseta del Raimon, por lo que era más que entendible que estuvieran tan enfadados.

Tenma por su parte, seguía tratando de comprender lo que acababa de pasar, de un momento a otro sintió como algo le impactaba directamente en el rostro, para luego caer contra el pasto, golpeándose la cabeza y quedando aturdido por un par de segundos, sin embargo en medio de su confusión, alcanzó a escuchar la discusión entre el desconocido y Takuto.

- ¿Estás bien? - Preguntó Nishizono bastante temeroso por todo lo que acababa de pasar - Fue un disparo muy agresivo...

- Sí, no te preocupes, no fue nada - Respondió tratando de restarle importancia al asunto, aunque por dentro su cabeza todavía siguiera dándole vueltas.

Los demás al escuchar el tono de voz del castaño cayeron en cuenta de lo realmente importante. Tenma todavía se encontraba aturdido por el golpe recibido, cosa que preocupó principalmente a Kirino, quien rápidamente le ofreció agua y lo recostó en las bancas.

- Si lo vuelvo a ver molestando a Matsukaze, lo mandaré a volar de un balonazo para que vea lo que se siente - Bufó furioso el pelimorado - Cómo no regresa para poder... Oh, esperen - Se auto-interrumpió para tomar su celular y así revisar un mensaje que le acababa de llegar - Es mi padre, dice que todos están reunidos en casa de Endou-san... Nos esperan allá.

- ¡Genial! ¡Una reunión improvisada! Eso significa que mi papá comprará dulces y helado - Celebró el peliteal, recogiendo su maletín - ¡Apresúrense!

- Masaki ¿Acaso no ves que Matsukaze sigue mareado? Además tenemos un invitado, no podemos irnos corriendo así sin más - Respondió tranquilamente el peligris, acercándose al chico de la banda celeste - ¿Vives lejos de la escuela? Si gustas podemos acompañarte o compartir ruta, nosotros vamos al mismo lugar y no queremos dejarte solo.

El novato se asombró por la amabilidad del centrocampista , siendo bastante diferente a lo que la primera impresión le dejó, considerándolo extremadamente serio e incluso egocéntrico, pero ahora sabía que estaba equivocado - Estaré bien, mi casa no queda lejos, muchas gracias capitán. Bueno... Por ahora, yo me retiro, hasta mañana - Finalizó despidiéndose del resto del grupo.

Con el pasar de los minutos, todos los malestares pasaron como si nada, lo único que quedaba era una marca en el rostro del rollito de canela, pero con un poco de hielo y una bandita se pasarían para el día siguiente, por lo que todos emprendieron el camino de regreso juntos.

Por supuesto que siendo ellos, no desperdiciarían la posibilidad de practicar pases mientras caminaban por las calles más vacías de la ciudad, importándoles muy poco que Shindou y Kirino los regañaran constantemente por su irresponsabilidad, recordándoles el incidente con el chico de cabellos naranjas de hace unos días.

Algunas personas los miraban y reconocían como los niños que siempre estaban en el campo de la ribera del río jugando al soccer, apelativo que les quedaba como anillo al dedo pues desde que llegaron a sus respectivas familias, aquel campo se volvió su lugar de encuentro predilecto, donde cada tarde entrenaban hasta que el sol se ocultara.

Cuando estaban mucho más pequeños, Endou y los demás los acompañaban, aprovechando cual viejas señoras para conversar mientras sus hijos se entretenían, pero con el pasar de los años, la presencia de estos ya no era del todo necesaria.

Al llegar a la residencia EnKaze, todos se descalzaron en la entrada y se dirigieron a la sala de estar, donde encontraron a sus tutores conversando y riendo sobre cosas que ellos no entendían, siendo Hiroto y Fubuki los primeros en darse cuenta de los jóvenes, levantándose rápidamente para saludarlos - ¡Felicidades por ingresar al club de fútbol! Sabíamos que lo lograrían - Exclamó Hiroto, abrazando al peliteal con fuerza.

- ¡Les compramos una tarta para celebrarlo! - Se unió el albino, estrujando entre sus brazos a Yukimura, haciendo que este se sonroje por la excesiva muestra de afecto.

- Ven aquí Matsukaze - Llamó el ex-velocista, abriendo sus brazos al ver como el pequeño castaño corría hacia él - Estoy muy orgulloso de ti, no tienes idea de lo felices que estamos tu papá y yo por saber que pasaste la prueba.

- Gracias papá - Respondió Tenma sonriendo, a él no le avergonzaba en lo más mínimo ser consentido, todo lo contrario, le fascinaba - Pero... ¿Cómo se enteraron?

- El entrenador Kudou nos llamó - Informó el peliverde - ¡Incluso nos mandó videos de ustedes! Estaban tan adorables, lo hicieron genial muchachos.

Shindou y Kirino miraban la escena desde un lado con una enorme satisfacción personal, y aunque cualquiera pensaría que estarían celosos por la atención extra que los tres menores recibían, la verdad era que solamente podían alegrarse por los éxitos ajenos, después de todo a ellos también los felicitaron de esa manera cuando ingresaron al equipo un año atrás.

Tal y como el asesino de osos lo había anunciado previamente, los dos genios de la estrategia les enseñaron el pastel de fresas que tenían preparado para conmemorar el acontecimiento, sirviendo las porciones mientras conversaban sobre las impresiones que tuvieron sobre el Raimon.

Claro que en medio de todo el alboroto, Kazemaru notó el raspón en el rostro de su hijo, por lo que discretamente lo llamó para colocarle una bandita y de paso preguntarle el porqué de la herida, recibiendo una respuesta que solamente lo enfureció a niveles titánicos, explotando en el baño llamando la atención de todos los presentes - ¡¿CÓMO ES QUE EL DIRECTOR PERMITIÓ ESO?!

Kirino al escuchar a su guardián tan furioso entendió de inmediato que este ya estaba enterado del problema con Tsurugi, corriendo hacia donde el peliazul estaba para tratar de explicarle y calmarlo, aunque de buenas a primeras no tuvo mucho éxito, al final logró posponer a conversación hasta después de que las visitas se retiraran.

Sin embargo apenas los tres regresaron al sofá, los demás adultos le preguntaron el porqué de su reacción, quedando asombrados y molestos por la historia que su amigo les contaba, comenzando así una plática sobre la negligencia cometida por los directivos del instituto, el mal uso del fútbol y por supuesto, la tiranía del sector quinto al enviar jugadores con fines maliciosos a los equipos de soccer juvenil, lo que desencadenó una conversación interminable.

Aprovechando que los mayores ya tenían un tema del cual conversar, todos subieron a la habitación de juegos del ex guardameta de la selección para poder usar la consola y realizar un campeonato amistoso de soccer virtual, aunque como era de esperarse, Shindou estaba más concentrado en realizar sus deberes que en lo que lo rodeaba.

- Diría que me sorprende que seas tan responsable, pero eres hijo de Kidou-san... No esperaría menos de ti - Comentó el peliteal sin despegar su mirada de la pantalla - ¿No te cansas de ser tan correcto?

- ... - Un suspiro muy largo y pesado causó un silencio interminable entre todos - No es que no me gusten los videojuegos, es solo que los deportistas no deben desvelarse, es por eso que hago mis deberes temprano para poder descansar y rendir mejor en los entrenamientos del club... Pero si tanta prisa tienes por jugar conmigo - Agregó cerrando su libreta, pidiéndole el control analógico al pelimorado, quien sin pensárselo dos veces se lo entregó - Veamos que tanto has mejorado Masaki, porque la última vez que nos enfrentamos... ¿Alguien me recuerda cómo quedó el marcador?

Obviamente esa era una pregunta retórica, nadie planeaba responderla, o al menos eso pensaban todos hasta que una voz se alzó con inocencia - Ganaste tú por 14 goles a 0.

- ¡Matsukaze! - Se quejó el peliteal avergonzado, para luego voltear a la pantalla y ver como el primer tanto era marcado por el pianista - ¡No se vale! Estaba discutiendo con el rollo de canela.

- Cambiando un poco de tema... - Interrumpió el delantero de hielo - ¿En serio creen que ese tal Tsurugi entre al equipo?

- Ya escuchaste al director, no creo que se trate de ninguna broma - Respondió el pelirrosa llevándose ambas manos al rostro por el estrés - Supongo que era de esperarse... Era demasiado raro que el sector quinto no enviara a nadie para controlar al Raimon por dentro.

- ¿Y no haremos nada? - Incitó Kariya sin dejar de jugar - ¿El entrenador de verdad lo pondrá a jugar? ¡Es absurdo! Si sabemos que él solo querrá arruinar todo.

- No es como que Kudou-san tenga muchas opciones, Masaki - Regañó el capitán - Si no se acatan las órdenes del sector, puedes apostar a que nos cerrarán el club, y no creo que quieras que es pase ¿O sí? - ... - A nosotros tampoco nos gusta para nada esta situación... A propósito, había olvidado comentárselos... Hay muchas posibilidades de que me transfieran a Teikoku Gakuen antes de que comience el torneo nacional.

- ... - Al unísono los cuatro presentes gritaron aterrados ante el comentario soltado tan a la ligera, siendo el pelirrosa el más alterado con lo dicho - ¡¿Y ESO POR QUÉ?! ¡NO! ¡NO PUEDES TRANSFERIRTE! 

Una lluvia de preguntas le cayó a pobre peligris, quien trataba de explicar la situación lo mejor que podía aunque nadie lo estuviera escuchando en realidad, ellos estaban más ocupados en interrogarlo que en prestarle atención, y no fue hasta que la puerta se abrió que todos guardaron silencio.

Un Midorikawa bastante confundido los veía a todos desde el marco de la puerta, no entendía que era lo que acababa de pasar, pero no se detuvo a preguntar, por lo que los llamó a todos al primer piso pues los mayores querían darles una noticia.

Rápidamente apagaron la consola y siguieron al peliverde escaleras abajo, encontrando a sus respectivos padres sentados en el sofá con expresiones sumamente serias, como si de la nada toda su alegría se hubiera consumido.

El primero en tomar la palabra fue el estratega de las rastas, explicando muy brevemente el porqué la situación con el sector quinto se acababa de volver insostenible. Para fortuna suya, los menores conocían de las reglas y restricciones que la asociación implantaba en el fútbol juvenil desde hacía varios años, por lo que solamente tuvo que hablarles respecto a la nueva crisis.

- A partir del día lunes, seré el entrenador de Teikoku Gakuen, y no sé si estén al tanto de esto pero Takuto será transferido de escuela, lo necesito en mi equipo.

Ninguno de los menos se atrevía a decir absolutamente nada, miraban de reojo a sus padres para pedirles ayuda indirectamente, ellos no tenían la autoridad para contradecir a Kidou, aunque por dentro se murieran por decirles que no era correcto, después de todo el pianista era el capitán del Raimon.

- Todos nosotros estamos de acuerdo con la decisión de Kidou - Dijo el pelirrojo guardando las manos en sus bolsillos - Hay cosas que son demasiado complicadas para decírselas ahora, pero espero no se enfaden... Saben que lo hacemos por sus futuros, por ustedes...

- Padre, por favor, no dejes que hagan esto - Se apresuró en decir el peliteal corriendo apresurado para abrazar al delantero - No se supone que sería así...

- Masaki, por favor cálmate hijo... - Intervino el peliverde asustado por la reacción del menor.

- ¡No puede permitir que se lleven a Takuto de nuestro equipo! - Exclamó el delantero de hielo dirigiéndose a Fubuki, para luego echar a correr fuera de la casa.

Como si se leyeran la mente, los otros cuatro muchachos lo siguieron sin pedir permiso para salir, sin informar a donde irían, sin siquiera dirigirles las miradas a sus padres.

Los mayores se quedaron en completo silencio, tratando de procesar la primera "falta de respeto" de los adolescentes, pues en líneas generales, los cinco eran niños muy bien educados, corteses y amables. Claro que cada uno tenía su propia personalidad, su propia forma de ver el mundo y su propia manera de hacer las cosas, pero eso no impedía que fueran grandes personas.

- Creo que no les gustó la noticia... - Musitó suspirando el peliazul, asomándose por la ventana de la casa para tratar de ver a dónde podían haber ido - Me parece que están camino a la ribera ¿Deberíamos ir a por ellos?

- No, es mejor dejarlos solos - Respondió llevándose ambas manos al rostro el pandillero - Takuto no está feliz con esto, se lo dijimos hace varios días y no pudo evitar llorar... No quiere cambiarse de escuela, pero lamentablemente es algo que tendremos que hacer si queremos que este plan funcione.

- ¿Y de verdad crees que estamos haciendo lo correcto? - Preguntó al aire el albino - Son nuestros hijos, no máquinas sin sentimientos... ¡Son niños por Dios! No deberían cargar con esta responsabilidad... De ellos no debería depender el futuro del soccer juvenil.

- ¿Y qué quieres hacer Fubuki? ¿Crees que para mí es fácil hacer llorar a mi propio hijo? - Encaró el mochiaco - No me gustaría sacarlo del Raimon, más aún porque sé cuanto ama jugar en ese equipo... Pero sabes mejor que nadie que es necesario hacer esto.

- Nada ganaremos discutiendo entre nosotros, así que cálmate Akio - Regañó el estratega de las rastas - Por ahora... Hay que darles tiempo para que asuman lo que sucederá, porque... ¿Endou? ¿A dónde vas? - Preguntó al ver al de la banda naranja levantarse y tomar las llaves que colgaban en el perchero cerca a la puerta - ¿No me escuchaste? Hay que dejarlos reflexionar, no será bueno ir a por ellos ahora.

- No iré a verlos, necesito hablar con Goenji - Respondió con frialdad - Esto no estaría pasando si ese idiota hubiera hablado antes con nosotros.

- ¡No seas tonto! ¡Echarás a perder todo el plan! ¡Kudou-san dijo claramente que no debemos contactarlo todavía! - Dijo Kidou, corriendo para bloquearle la salida - Endou, por favor cálmate... Sé que no estabas de acuerdo con esto, pero es algo que tenemos que hacer... 

El ex-capitán del Raimon tuvo que apretar los puños y morderse el labio inferior con fuerza para contener su ira, regresando a su asiento en completo silencio para escuchar el resto de la conversación, aunque por lo mucho que conocía a sus amigos, podía predecir fácilmente el resultado final.

°°°°°°°°°°°°°

En la ribera, sentado con la cabeza entre las rodillas estaba Yukimura mientras trataba de comprender el porqué de todo esto, primero mencionaban un supuesto regreso de su padre y ahora le decían que uno de sus más grandes amigos dejaría el Raimon para unirse al eterno rival.

Kariya llegó y en silencio se recostó a su lado, mirando al cielo para observar bien las estrellas que iluminaban la ciudad, soltando un largo suspiro pero sin atreverse a decir nada, escuchando como los demás también llegaban agitados al lugar.

Tenma, quien se supone que era el más hablador de todos, el que siempre mostraba una enérgica sonrisa en su rostro, hoy solamente tenía una mirada apagada acompañada de una expresión fúnebre, incluso respiraba con dificultad a causa del gran impacto que las más recientes noticias tuvieron en él.

Kirino no estaba mejor que el resto, sentía que su mundo se caía a pedazos, hace solamente una hora la vida era perfecta, su familia y amigos estaban a su lado, ahora todos eran miembros oficiales del club de fútbol Raimon, y aunque era cierto que el sector quinto arruinaba gran parte de su gusto por el soccer, no podía quejarse de nada, sin embargo ahora parecía que todo cambiaría, pero no para bien.

Shindou por su parte se sentía culpable del pesar de sus amigos, pero no sabía exactamente que decirles, despedirse quizá era muy cruel para el momento, decirles que comprendieran solamente generaría una discusión, por lo que en su cabeza comenzó a formarse un sin fin de enredos - ... - Entonces vio que hacia su derecha, estaban el almacén del campo, donde se guardaban los implementos deportivos del Inazuma Kids - ... - Rompiendo un poco su propio código de no tomar cosas prestadas sin permiso, agarró uno de los balones y lo pateó en dirección del pelirrosa, quien con un rápido movimiento lo recibió sin problemas - No esperaba menos de ti.

- ¿Qué crees que haces...? ¡Por qué quieres jugar justo ahora! ¡¿No piensas decir nada?! - Exclamó molesto el defensa, devolviéndole el esférico con fuerza - ¡Takuto!

- ... - El peligris quería responder, pero simplemente no encontraba las palabras correctas, por lo que solamente resolvió a volver a lanzarle el balón a su mejor amigo - Practica pases conmigo... Por favor.

Kirino no quería hacerlo, realmente estaba muy fastidiado como para ponerse a entrenar en esas condiciones, pero la mirada cristalizada del pianista lo acabó por convencer, de modo que lentamente se quitó la chaqueta del uniforme para no ensuciarla, quedándose solamente con la camisa blanca - Vengan, quiere hablar con nosotros - Dijo mirando al resto, palmeándoles los hombros con suavidad - Los esperamos en el campo.

Como Endou siempre suele decir, a veces un simple balón de fútbol puede transmitir mejor las emociones que las palabras, siendo que la corta sesión de entrenamiento entre los cinco jóvenes acabó con muchas lágrimas de por medio, pues todos se dieron cuenta de la pena que Shindou estaba cargando, a final de cuentas él era el principal afectado con la decisión antes tomada.

- Derrotaremos a tu nuevo equipo en las clasificatorias regionales - Dijo con la voz entrecortada el peliteal - No porque seas nuestro hermano dejaremos que tú y la Teikoku ganen con facilidad.

- Lo tendré presente...

- Oye...  Dime... ¿Lo haces para ayudar a tu padre? ¿O eres tú quien quiere abandonar al Raimon? - Comentó como si nada Yukimura, ganándose un cuarteto de miradas matadoras - ¡Tenía que preguntar! - Exclamó defendiéndose, para luego reírse de sí mismo por tan absurda idea - Bueno, no es el fin del mundo... ¿No? Fudou-san no estudió en Raimon y ya ven que eso no fue impedimento para que se alejara de su grupo de amigos.

- Tienes razón, además vivimos muy cerca, siempre podemos visitarte ¿Verdad? - Intervino el castaño, recibiendo un asentimiento por parte del aún capitán - Es raro... No pensé que este momento llegaría tan pronto... Es decir, sí sabíamos que tarde o temprano jugaríamos en equipos diferentes...

Desde una limusina en la calle del puente que atravesaba la ribera del río, cierta persona miraba asombrado como los niños que alguna vez fueron simples bebés, ahora conversaban con mucha normalidad en altas horas de la noche sin supervisión alguna, por un lado quería bajarse para regañarlos por estar fuera de casa, pero por otro sabía que no podía, no era correcto, no después de tanto tiempo, no de esa manera.

Lo único que hizo fue sacar su teléfono móvil para fotografiar el momento, la verdad era que verlos de esa manera tan relajada le recordaba mucho su niñez, cuando con sus amigos también entrenaba en ese mítico lugar, sin preocupaciones, sin estrés, sin el miedo constante de perder lo que más amaba.

Entonces un flashback muy nostálgico atravesó su mente como si fuera una estrella fugaz, haciendo que en el pecho se le formara una inmensa ansiedad por bajarse del auto y revisar aquella banca, donde se suponía que estaba su nombre grabado junto a de sus compañeros de aquella época.

Sin opciones para pensarlo mucho, abrió la puerta y echó a correr hacia el campo, dejando a su chofer atónito por la repentina decisión del "emperador" - ¿A dónde va Ishido-san?

Cuando estuvo ahí, tomó aire y cambió su expresión a la más serie que tuviera en su repertorio, no podía dejar que los niños lo descubrieran. Caminó hasta la banca de siempre, se veía renovada, la madera estaba matizada, el cemento estaba pulido y pintado casi en su totalidad, notando de inmediato que uno de los lados en específico estaba más añejo que el resto.

- Sigue ahí... - Musitó para sí mismo, asombrándose por encontrar aquella marca tan antigua, le parecía increíble que las autoridades locales no hubieran pintado o recubierto el garabato que unos chicos de quince años hicieron irresponsablemente, aunque quizá el hecho de ser parte del museo de historia deportiva de Inazuma le daba a esta banca ciertos privilegios.

Kazemaru, quien administraba dicho museo, no dudó ni un segundo en fotografiar la firma, enmarcarla y exhibirla como parte de la sección "Leyendas del Raimon", habiendo solicitado permiso al municipio para que esta no fuera borrada, pero claro, Goenji no sabía de aquel trámite.

El ex-delantero de fuego se secó las lágrimas que traicionaban su frialdad, luego se levantó y buscó con la mirada a los niños, encontrándose con una tierna escena que le recordaba a Endou, pues todos estaban recostados en el césped mirando al cielo en busca de constelaciones y conversando de cosas que él no alcanzaba a escuchar.

- Hyouga... - Susurró, apretando su puño, quería correr y abrazar al pelimorado, necesitaba hacerlo, pero era peligroso, por lo que destruido por dentro se contuvo y echó a correr de regreso a la limusina, pidiéndole al chofer que lo sacara de ahí cuanto antes, no podía pasar un segundo más cerca de su hijo sin decirle cuánto lo extrañaba, cuánto lo sentía y cuánto lo amaba.

Las pisadas aceleradas del rubio no pasaron desapercibidas para los adolescentes, haciendo que estos se giraran en busca del inusual sonido, asustándose un poco al ver a un desconocido correr a sus espaldas de manera sospechosa.

- Creo que deberíamos irnos... - Sugirió el castaño, levantándose a la par que sacudía su uniforme, quitándose los pequeños restos de pasto que se le acababan de pegar - Es tarde...

- Tienes razón, pero... ¿A dónde vamos? ¿A nuestras casas o a la tuya? - Preguntó el peliteal - Además... Nos fuimos sin decir nada, no creo que nuestros padres estén muy felices que digamos...

- Llamaré a mi padre, oh... Tengo muchas llamadas perdidas... Olvidé activar las notificaciones cuando regresamos de la escuela... - Informó el pelirrosa, tomando su teléfono y marcándole a su tutor con algo de miedo - ... - No sonó ni el primer pitido del tono de espera cuando al otro lado de la línea alguien contestó.

- ¡RANMARU! ¡¿DÓNDE ESTÁN?! ¡¿POR QUÉ NO CONTESTABAS?! ¡¿ESTÁN BIEN?!

- Pa-padre... Sí... Estamos en la ribera... Estamos bien... Lo siento por...

- ¡NO SE MUEVAN DE AHÍ! - Exclamó el peliazul interrumpiendo al menor - Iré a recogerlos en seguida, por favor, quédense donde están y no hablen con nadie, si alguien se les acerca, griten y corran en dirección a casa - Finalizó colgando.

Kirino no entendió absolutamente nada de los gritos desesperados de su guardián, lo único que su cerebro procesó era el que tenían que quedarse en la ribera y alejarse de todos, por lo que algo nervioso les informó sobre las indicaciones a sus amigos, quienes también estaban sorprendidos por la repentina decisión de Kazemaru, a quien ellos consideraban una persona muy centrada y responsable.

- Para que Kazemaru-san lo diga debe haber pasado algo sumamente grave... Y no creo que nuestro escape sea la razón... ¿O sí? - Dijo el peliteal.

- No, imposible... Además mi padre estaba muy nervioso... No me suena a que sea por una travesura que hayamos hecho... Y...

- Ranma-nii-san... ¿Dijo que corriéramos si alguien se acercaba, no? - Interrumpió el castaño - ¿No había alguien rubio atrás hace un rato? El señor que corrió cuando nos vio... ¿Quizá...?

La sangre se les heló a todos al recordar al misterioso hombre, quien con su inesperada acción se acababa de convertir en el sospechoso número uno del porqué sus padres ahora estaban tan ansiosos.

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