¿Fácil? ¡No! (Completa)

נכתב על ידי IchiroKaze

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Tras unas brillantes carreras como deportistas, el grupo de amigos conformado por 4 parejas, regresan a la ci... עוד

Prólogo - Retiro
El Fuego y el Hielo
Cicatrices
Cabellos celestes
Pequeño Kariya
Fotografías
Hijos
Secuestro
Despedida
Melena
Tiempo
Heredero
Anillos
Imperio Kumush
Condición
Arritmia
Adiós Canadá
Copo de Nieve
Café
Gripe
Envidia
Decisiones
Calendario
Parte 1
Parte 2
Crueldad
Si sabes correr, hazlo
Accidente
Los dos faltantes
Niños
Daigo
Temporal
Un buen amigo
Sinceridad
Sol
Impacto
Aúpa Capitán
Irreconocible
Quiebre
Cambios
Señor Swift
Frente a Frente
Arakumo
Tíñete de rojo
Epílogo: Campo De Abejas
Final alternativo

Diez

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נכתב על ידי IchiroKaze

Muchos dicen que el primer día de clases en la secundaria refleja tu futuro, y aunque este puede cambiar con un poco de voluntad, la mayoría trata de tener un comienzo exitoso, razón por la cual Tenma decidió estudiar en la biblioteca saliendo de clases, aprovecharía que las pruebas de ingreso al club de fútbol no eran hasta dentro de tres días para empollar cuanto pudiera, sabiendo por ejemplo de su hermano mayor que el deporte consumía mucho tiempo y esfuerzo.

Ahí estaba el castaño con cabellos en forma de rollos de canela, leyendo sobre química y física de primer año, encerrando en medio de libros pero revisando su celular ocasionalmente, pues en parte se quedaba a estudiar ahí porque debía esperar a que el entrenamiento de su hermano terminara para que juntos regresaran a casa.

- ¿Entonces este niñato es el hijo del famoso Endou Mamoru? - Dijo un alumno de tercero a sus espaldas, tocándole el hombro para llamar su atención - ¿Cómo te llamas? ¿De verdad eres su hijo?

- Soy Matsukaze Tenma... - Respondió con una leve sonrisa, tratando de ocultar su nerviosismo - Es un placer conocerte... Y sí... Endou Mamoru es mi padre.

- Entonces debes tener dinero hasta por las puras - Intuyó uno de los acompañantes - ¿Por qué no llevas su apellido? ¿Acaso eres adoptado o algo así? ¡Es cierto! Tus padres son gays - Finalizó riendo.

- ... - Al castaño no le hizo ninguna gracia que se refirieran de esa manera a su familia, pero calmadamente trató de responderles - Pues verán...

- Guarda silencio, no me importa eso la verdad - Interrumpió el líder del grupo - Oye Tenma, ya que tienes tanto dinero ¿Por qué no pagas el almuerzo de todos nosotros? No creo que sea problema para ti ¿O sí? - Dijo abrazándolo por el hombro y guiándolo hacia las afueras de la biblioteca.

- Tengo que estudiar... - Murmuró tratando de zafarse pero sin éxito - En serio... Suéltame por favor...

- ¿Es que acaso no lo escuchaste? - Llamó una nueva presencia, acercándose al grupo y jalando al castaño hacia él para alejarlo del resto - Te acaba de decir claramente que tiene que estudiar ¿Eres sordo o idiota?

- ¿Y este niño quién es? - Se burló el moreno, líder de los de tercero presentes - ¿Quieres problemas con nosotros? - Preguntó a la par que se acercaba al nuevo para intimidarlo.

- Me llamo Kariya Masaki - Respondió el peliteal antes de golpearlo en la canilla, haciéndolo caer - No quiero problemas con ustedes, pero si molestan a mi amigo... ¿Qué opción me queda? - Agregó empujándolo, haciéndolo caer al suelo.

No hizo falta que el líder dijera nada, solo bastó que le dedicara una mirada furiosa a sus secuaces para que estos se lanzaran contra los dos menores, que en complicidad se cuidaban las espaldas para evitar ser agredidos, riendo por la complicada situación en la que se encontraban, comentando entre ellos el posible castigo que sus padres les darían cuando se enteraran que en su primer día de escuela se pelearon con alumnos de tercer año.

Mientras todo eso ocurría, Shindou y Kirino entrenaban con el club de fútbol, concentrados en su siguiente partido amistoso, dirigiendo al resto de integrantes en la cancha y manteniendo un perfecto orden.

Orden que fue roto cuando uno de los integrantes del equipo llegó gritando, siendo regañado por el capitán - Lo siento, pero tengo noticias importantes - Comunicó mientras recuperaba el aire - Kirino... Tu hermano...

- ¿Eh? - El pelirrosa no se había terminado de acostumbrar a que el castaño ahora también estudiaba en Raimon - ¡¿Le pasó algo a Matsukaze?!

- Se está peleando atrás de la biblioteca con unos de... -No terminó su frase cuando su compañero desapareció, viéndolo correr en dirección a la biblioteca de manera desesperada - De tercer año... - Apenas dijo lo último, el capitán del club también se fugó, siguiendo al defensa.

Kirino y Shindou no tardaron más de treinta segundos en llegar al lugar de la pelea, encontrándose con una terrible escena, donde Tenma y Kariya estaban siendo duramente molestados por los mayores, lo cual solamente encendió todas las alarmas en el pelirrosa, quien sin pensarlo mucho, tomó al líder de los matones y lo estampó contra el suelo - ¿Qué crees que le haces a mi hermano?

- Yoshida-san... Ellos son del club de fútbol - Susurró uno de los secuaces al caído - Dicen que tienen mucha influencia con los profesores, incluso con el director... Deberíamos irnos.

Los agresores desaparecieron tan rápido como llegaron, pero la tensión del ambiente no se había disipado en lo más mínimo - ¡Matsukaze! - Gritó molesto el defensa, acercándose al nombrado - Primero... ¿Estás bien? Segundo ¡¿Cómo se te ocurre pelearte en tu primer día?! ¡¿Qué tenías en la cabeza?!

- Kirino - Llamó el peligris, colocándose a su lado derecho - Ignoras a cierta persona presente... Estoy seguro que tuvo algo que ver en esto - Comentó dirigiendo su mirada hacia el peliteal.

- ¡Ellos lo estaban molestando! Yo solo lo defendí - Respondió Masaki, levantándose y sacudiendo su uniforme - No escuché muy bien que era lo que querían de él, pero de nada por defender a tu hermano - Agregó con sarcasmo, desviando la mirada - No me quiero imaginar la reacción de Kazemaru-san cuando se entere de que lo molestan en la escuela...

- ¡Ni lo digas! - Exclamó el castaño resoplando - No quiero hacerles preocupar, además puedo cuidarme solo.

- Bueno, basta de plática - Interrumpió el peligris - Kirino, tenemos que regresar al entrenamiento, y no creo que sea buena idea dejarlos solos, lo mejor será llevarlos con nosotros y que esperen en las gradas.

- Tienes razón - Respondió el defensa, volteando a ver al chico con cabellos en forma de rollos de canela - Matsukaze, trae tus cosas - Ordenó - Te espero en el campo de soccer, no tardes.

El castaño asintió y se apresuró en recoger todo, siendo ayudado por Kariya, quien a regañadientes aceptó unirse a los demás, él quería regresar a casa cuanto antes para estrenar el nuevo videojuego de que sus padres le habían regalado por su comienzo en la secundaria Raimon, aunque el plan de pasar la tarde con quienes creció tampoco sonaba mal, incluso podía ser más divertido, pero él no lo diría.

Para Tenma, los entrenamientos del club de fútbol eran más que interesantes, siendo él un gran fanático del deporte a causa del ejemplo de sus padres, habiendo crecido en medio de salidas al estadio, entrenamientos en casa y gritos apasionados cada que el Sagan Tosu o el Real Madrid anotaban, sabiendo a la perfección que esos dos equipos tenían un valor sentimental muy fuerte.

Aún recordaba la reacción de su padre cuando le dijo que quería volverse un regateador, apenas tenía ocho años y ya había decidido volverse el mediocampista más ágil del mundo, solo por detrás de su ejemplo a seguir, llamado "El Huracán Azul".

Él sabía que Endou siempre quiso que alguno de sus hijos fuera portero, y las últimas esperanzas del chico de la banda naranja estaban depositadas en el pequeño Tenma, pues el mayor ya se entrenaba como defensa, siendo parte de un club infantil local.

Escondido en el último peldaño de las escaleras, escuchó la conversación entre sus dos guardianes, y aunque él no tenía intenciones de espiarlos, terminó quedándose para saciar su curiosidad, habiéndose despertado por la necesidad de tomar agua en medio de la noche, lo que lo obligó a bajar en dirección a la cocina, encontrando a sus padres sentados en el sofá conversando con una sonrisa relajada como siempre.

- Matsukaze me dijo hoy que quería ser centrocampista - Comentó el castaño mientras bebía su café - Bastó que viera videos tuyos en internet haciendo técnicas de regate para que quedara maravillado contigo...

- ¿Eso te molesta? - Preguntó el otro adulto, recostándose en el regazo del guardameta - No quiero que tomes a mal lo que diré, pero ambos sabemos que muy pocos niños sueñan con convertirse en porteros, la mayoría quieren ser delanteros e incluso mediocampistas. En lo personal me sorprende que Ranmaru quiera ser defensa... Recuerdo que me uní al equipo porque yo me lo pediste mientras cenábamos hamburguesas - Dijo riendo Kazemaru, mientras el castaño le acariciaba suavemente los cabellos - En aquel entonces les faltaba un jugador, yo ni siquiera sabía en que posición me harías jugar pero aún así acepté, y bueno, el resto ya lo sabes... Me gustó jugar en la defensa, me gustó el fútbol, nos casamos y ahora tenemos hijos.

- Ranmaru decidió ser defensa porque te admira, y con Matsukaze es más de lo mismo - Endou se recostó en el espaldar del sofá - En realidad, me hace feliz saber que los dos quieren ser como tú, es un motivo más para amarlos.

El pequeño Tenma se olvidó por completo de la sed que tenía y regresó corriendo a su habitación, tratando de hacer el menor ruido posible para que su presencia no fuera descubierta.

Apenas se acostó, no pudo evitar sonreír, pues el miedo de decepcionar a su padre había estado presente desde que le comunicó su decisión, sin embargo ahora sabía que el "Te apoyaré el todo" no era una simple frase utilizada para no hacerlo sentir culpable, era más que eso.

- Estás muy pensativo ¿Te pasa algo? - Preguntó el peliteal sacándolo de sus recuerdos - Matsukaze... Digo, Tenma ¡Reacciona!

- Todavía no entiendo por qué tenemos que llamarnos por nuestros apellidos en la escuela... Hemos crecido juntos, no me acostumbro a decirte Kariya, para mí, eres Masaki.

- Supongo que es por las apariencias, ya sabes... Los formalismos que los profesores siempre quieren que tengamos con nuestros compañeros - Dijo mientras de su mochila sacaba un paquete de gomitas en forma de gusanos - Me las dio mi papá hoy por la mañana ¿Quieres? - Ofreció extendiendo su mano - ¿Me dirás por qué estás tan distraído?

- No es nada importante... Solamente estaba pensando en lo que ese chico de tercero me dijo, sobre que soy adoptado - Confesó mientras se relajaba en las gradas y tomaba algunos de los dulces - No me malinterpretes, amo a mis padres, tengo un hermano increíble y no me falta nada, soy extremadamente feliz pero se siente raro... Nunca pensé que me fueran a molestar por eso.

- Puede que sientan envidia de nosotros, recuerda quienes son nuestros padres - Aconsejó engullendo uno de los gusanitos - Pienso que deberías ignorarlos, todo caso, puedes decir esto - Tomó aire, aclarando su garganta - "Mis padres se esforzaron y planificaron todo para tenerme, a diferencia de ti, que quizá fuiste un accidente"

- ... - El castaño estalló por las risa, sintiendo que el argumento de su amigo era demasiado directo - ¿Estás loco? No le puedo decir eso a alguien, podría ofenderlo, y tampoco quiero eso.

- Entonces no le des más vueltas al asunto, lo único que ganarás será amargarte por las puras - Respondió con simpleza, dirigiendo su mirada hacia el campo - Me gustaría poder entrar al campo a jugar con ellos... No entiendo por qué tenemos que hacer la prueba de ingreso, como si no supieran que llevamos años siendo entrenados para este momento - Agregó chasqueando la lengua.

- Kariya, es una cuestión de igualdad de oportunidades - Dijo una nueva presencia - Es casi un hecho que los aplastaremos en el campo, pero al menos hay que dejarles pensar que tienen una oportunidad contra nosotros.

- ¡Hyouga! - Exclamó el peliteal, levantándose de improviso para saludarlo - Perdón, olvidé que tengo que decirte Yukimura. Hace meses no te veo ¿Qué tal las vacaciones en Hokkaido? ¿Cuándo llegaste?

- Acabo de llegar, mi padre condujo toda la noche pero aún así no pudimos llegar a tiempo para las clases, así que asistiré a partir de mañana - Comentó con una hermosa sonrisa, casi idéntica a la de Fubuki - Hokkaido fue maravilloso, por fin pude dominar la técnica de mi padre, la nieve fue de mucha ayuda con el entrenamiento.

Como era de esperarse, la conversación giró en torno a las vacaciones del pelimorado en el norte del país, pues una semana después de terminar la primaria, su padre había decidido realizar un viaje para despejar un poco su mente, aprovecharían que el negocio iba mejor que nunca para tomarse un respiro de las obligaciones y el ajetreo de una vida empresarial.

Yukimura había disfrutado del viaje en toda la extensión de la palabra, pero teniendo ya 13 años, tenía la madurez mental suficiente para darse cuenta de que cuenta visitar Hokkaido constantemente era más que un paseo vacacional, era la ruta de escape de su guardián, habiéndolo escuchado en numerosas ocasiones hablar por teléfono desahogarse, pero cuando estaban entre la nieve, eral algo totalmente diferente.

Cuando apenas tenía cinco años, el albino lo llevó a conocer la tumba donde yacían sus abuelos y su tío, viendo como en los ojos grisáceos de su padre, se formaba un cúmulo de recuerdos tan grande que parecía que pronto comenzaría a llorar, pero no fue así, simplemente lo vio suspirar y sonreír levemente, para luego indicarle donde dejar las flores que habían llevado para ofrendarlas.

A pesar de que habían pasado años desde ese momento, recordaba a la perfección la primera impresión que aquella casa le causó, pues no era grande ni lujosa como la que tenía en Inazuma, incluso si comparaba los tamaños, la habitación donde se quedaría era del tamaño de su armario.

Después de cenar, decidió ver alguna caricatura en la televisión mientras su padre se encargaba de algunos documentos en su alcoba, pero cuando escuchó el teléfono sonar, no pudo contener su curiosidad

- ¿Ichirouta? ¿Pasó algo? - Silencio, Fubuki no decía nada, parecía escuchar atentamente lo que la otra persona le decía al otro lado de la línea - Oh sí, ya llegamos... Perdón por no avisar antes, estuve un poco ocupado, ya sabes... Lo llevé a conocer la tumba de mis padres - ... - Estoy bien... No tienes que preocuparte tanto por mí... - ... - Sí, ya sé que han pasado casi dos años desde que se fue, el tiempo ha hecho que me sienta mejor, aunque debo admitir que es un poco difícil cuidar yo solo a Hyouga... Pero de alguna manera lo lograré, aún confío en que él, sé que volverá...

Recostado en la puerta, Yukimura escuchaba con los ojos llenos de lágrimas el desahogo de su guardián, sintiéndose culpable por hacerlo sufrir. En algún punto, se concentró tanto en su tristeza que no se dio cuenta el momento en que Fubuki había finalizado la llamada, acercándose a la puerta y encontrándolo sentado en el suelo.

Sin tener que preguntar, el mayor comprendió que su pequeño había escuchado su conversación telefónica, así que en silencio tomó al pelimorado entre sus brazos y lo sentó en la cama - Hyouga... Creo saber la razón por la cual estás llorando, pero me gustaría que seas tú quien me lo diga.

- ¿Por qué mi papá se fue? Él me dijo que siempre iba a estar a mi lado - Respondió sollozando - Quiero que regrese, lo extraño mucho, no quiero ser una carga para ti, no quiero que sufras por tener que cuidarme...

- Hyouga - Llamó el peliplata, interrumpiendo al menor mientras lo tomaba por las mejillas y lo hacía mirarlo - Sé que dije que era difícil, pero yo no sufro por eso, todo lo contrario hijo... Me hace inmensamente feliz tenerte a mi lado - Afirmó con una cálida sonrisa, acomodando los cortos mechones morados del infante tras sus orejas - Te pareces mucho a tu padre... Eres orgulloso, fuerte y muy valiente, además tienes esa mirada intensa y decidida que tanto me gusta ¿Cómo podrías ser una carga para mí? - De a pocos, los ojos grisáceos del albino comenzaron a inundarse - Yo también lo extraño... Pasé los mejores años de mi juventud a su lado, hasta hace algunos años, él era la persona más importante en mi vida... Pero cuando llegaste tú, todo cambió - ... - Si te soy sincero... No sé porqué se fue, pero lo conozco tan bien como para saber que no tuvo otra opción, y estoy seguro de que algún día volverá con nosotros - ... -  Solo te pido que no le guardes rencor, él te amaba... No, miento... Él te ama, por favor Hyouga, nunca dudes de eso.

Yukimura apenas tenía cinco años, y sin darse cuenta de a pocos había comenzado a desarrollar un pequeño enojo contra una de sus figuras paternas, quizá el cambio fue demasiado grande para él. De un día para otro su familia se desmoronó sin que él comprendiera exactamente que es lo que pasaba, no entendía porqué al caer la noche, su padre no regresaba a casa. Le dolía ver a Fubuki tener que afrontar la depresión, y aunque ahora las cosas parecían mejorar, no podía olvidar la horrible sensación de abandono.

Sin embargo, la sinceridad de las palabras del albino fueron suficiente para que cualquier resentimiento contra Goenji fue cortado de raíz, por lo que aquel día, se prometió a sí mismo esperar pacientemente el regreso de su padre.

Al cabo de un par de horas, el entrenamiento del club de fútbol por fin había terminado, lo que significaba que emprenderían el camino de regreso a casa, no sin antes torcer un poco la ruta para hacer algo de tiempo y así extender su plática.

- ¿En serio vieron un oso? - Preguntó sin terminar de creérselo el peligris - Tienes que estar bromeando, no pudieron salir vivos de esa situación.

- Yo creo que a Fubuki-san no le dicen "el asesino de osos" por nada... - Musitó Kirino - En todo caso, me alegra que hayan salido ilesos... ¡Masaki! Cambia esa cara.

- Tsh - Rechistó el nombrado, cruzándose de brazos - Hyouga regresa de unas increíbles vacaciones y no me trae nada ¿Cómo esperan que esté feliz? -  Los otros cuatro presentes trataron de contener la risa, pero su intento fue en vano - ¡¿DE QUÉ SE RÍEN?! - Exclamó molesto, acelerando el paso y dejándolos atrás, pero sin alejarse demasiado.

- ¡Masaki! - Llamó el recién llegado - Vamos por un helado, yo invito... Quizá así compense el no haberte traído nada ¿Está bien?

De un momento a otro, la cara de peliteal se llenó de ilusión, pues era un fanático de los dulces y el helado al igual que Midorikawa - Está bien, me convenciste, pero apresurémonos que tenemos que se hace tarde y no creo que a nuestros padres les haga mucha gracia el que nos desviemos del camino sin avisar - Agregó mirando su reloj de muñeca, notando de inmediato las expresiones de asombro de sus amigos - ¿Qué? ¡Oh vamos! Hasta un rebelde como yo detesta que lo castiguen, no me pongan esas caras - Se quejó.

Kirino solo suspiró, se había emocionado con la idea de que Kariya se había vuelto responsable a raíz de su ingreso a la secundaria, pero al escucharlo autodefinirse como rebelde, supo que su casi hermano no había cambiado en lo más mínimo, por lo que sin llamar la atención, sacó su teléfono móvil para enviarle un mensaje a su padre sobre el repentino cambio de planes.

"Tengan cuidado, llámame si necesitan que los recojan, diviértete" - Fue la corta respuesta del peliazul, dejando más tranquilo al defensa, que guardó nuevamente su celular y se concentró en la conversación sobre fútbol que sus amigos tenían.

°°°°°°°°°°°°°

En la residencia EnKaze, Fubuki se relajaba en el sofá mientras conversaba con Kazemaru, bebiendo de a pocos una copa de vino, con el cuál celebraban su reencuentro después de casi tres meses.

- Yo sé que no eres friolento, pero pensé que te gustaría tenerla... - Dijo riendo el peliplata, viendo como su mejor abría el regalo que le había traído - Han pasado años desde que nos retiramos de las ligas profesionales, pero siguen sacando mercancía con nuestros nombres... Aunque no esperé ver una chalina bordada a mano con tu rostro...

- La colgaré con los demás trofeos... Este es un nuevo logro desbloqueado, nunca pensé verme hecho en lana - Comentó con una radiante sonrisa - Gracias por el regalo, me gustó muchísimo, pero cuéntame ¿Qué tal Hokkaido? Me enteré que el alcalde por allá quiere ponerle tu nombre al estadio municipal ¡Eso es fantástico!

- Es más de lo que merezco... - Respondió suspirando - Mis logros son producto de un gran trabajo en equipo, yo solo no hubiera podido hacerlo.

- Que modesto que eres por Aphrodi... - Musitó chasqueando la lengua - Después de Goenji, eres el que más copias de trofeos donó para nuestro museo en Inazuma, no te minimices tanto.

- Por cierto ¿Dónde está Endou-kun? - Preguntó al no ver al castaño por ningún lugar.

- Está en una reunión con el entrenador Kudou, lo llamó esta mañana, aún no sé para que pero parecía que era importante - Dijo terminando su copa - Cierto, Ranmaru me dijo que él y los niños fueron por un helado, así que van a tardar en regresar.

- Ichirouta... Ya no son niños, ahora todos van en la secundaria...

- ¡Déjame! Ellos siempre serán niños para mí... ¡Es que! - El peliazul colocó sus manos sobre sus mejillas - ¡Eran tan pequeños cuando llegaron! ¡Apenas sabían patear un balón! ¡Y ahora míralos! Oh... Perdón... - Agregó al ver como el albino agachaba la cabeza - ... - Se arrepentía de haber mencionado el pasado, sabía a la perfección que era un tema sumamente sensible - Shirou...

- Sé lo que dirás - Interrumpió - Sé que tengo que mantenerme firme por mí y por Hyouga, pero realmente lo extraño... Y me gustaría saber por qué se fue, con su carta no me basta, no me basta con un "Tengo que irme, pero prometo volver" - ... - ¡Han pasado diez años! ¡¿Cuánto más tengo que esperarlo?! - Exclamó quebrándose, arrojando su copa contra el suelo - No es justo... No puedes desaparecer de la vida de alguien de la noche a la mañana, sin explicaciones, sin siquiera despedirse...

- ¡Cálmate ya! - Regañó molesto el peliazul, tomando a su amigo por los hombros y sacudiéndolo con fuerza - ¡Usa el cerebro! ¡Quizá tuvo que hacerlo para protegerte a ti, para proteger a Hyouga! - Soltándolo y regresando a su asiento, guardando silencio un par de segundos - Yo hice lo mismo... ¿Recuerdas? - ... - Desaparecí de la vida de Mamoru durante años, pero no porque ya no me importara lo nuestro... ¡Lo hice porque no tenía otra opción! - ... - No justifico a Goenji, pero trato de entenderlo... A veces tomamos decisiones dolorosas para proteger a quienes más amamos.

- ... - Fubuki solamente suspiró, para luego caer en cuenta de su reacción explosiva - Lo siento... Es solo que, frente a Hyouga no puedo decir esto... No quiero que tenga un mal concepto de su padre...

- Está bien, no tienes porqué disculparte, es normal que te sientas así de vez en cuando - Respondió con una leve sonrisa, dirigiéndose a la cocina para poder barrer los restos de cristal - Sé que han pasado diez años, y si quieres continuar con tu vida sin él, estás en todo tu derecho. Solo te pido que no le mientas a tus sentimientos... Sé que lo sigues amando, se nota en tu mirada - Finalizó.

Fubuki no pudo argumentar nada contra eso, pues sabía que Kazemaru tenía razón. Por más que los años habían pasado, su amor por el delantero de fuego seguía intacto, como cuando era un par de adolescentes con sentimientos ocultos por miedo al rechazo, y siempre agradeció que el que diera un paso adelante fuera Goenji, con una bella propuesta en un escenario digno de postal.

Recordaba a la perfección todas las promesas que se hicieron, los secretos que se guardaron e incluso las ofensas que se dijeron cuando se enojaron, era gracioso, tanto años renegando con su esposo por ser tan orgulloso y ahora extrañaba eso, pero como dice Midorikawa - Uno no sabe lo que tiene, hasta que lo pierde - Pero Fubuki lo sabía, siempre supo que a su lado estaba el hombre casi perfecto, sin embargo nunca se lo dijo directamente, no planeaba alimentar más ese ego problemático.

Sus recuerdos fueron interrumpidos cuando la puerta se abrió y el ruido comenzó a llenar la casa, viendo sorprendido como su propio hijo entraba con una enorme sonrisa en el rostro, riendo y bromeando con sus amigos.

- ¡Estamos en casa! - Anunció el hermano mayor, cambiando sus zapatos en la entrada.

- Bienvenidos ¿Cómo les... - ... - ¡¿DE DÓNDE SALIÓ ESE PERRO?! - Exclamó el peliazul, acercándose a la entrada, mirando con curiosidad a la pequeña criatura que Tenma sostenía entre sus brazos.

- Lo encontré atrapado entre unas tablas en el terreno baldío cerca a la ribera... - Respondió el castaño, levantando al canino para dejar que lo vean mejor - ¿Verdad que es lindo? ¡Lo llamé Sasuke! ¿Puedo quedármelo, papá?

- ... - El ex-velocista lo pensó por un momento, nunca había considerado la idea de tener una mascota en casa, pero la ilusión de su hijo menor le derretía el corazón - Está bien... ¡Pero! Tú te harás cargo de él - Dijo con una leve sonrisa - Luego iré a comprarle todo lo necesario para cuidarlo ¿Está bien?

- ¡Gracias papá! - Exclamó emocionado el castaño, dejando en el suelo al nuevo integrante de su familia y lanzándose sobre el peliazul para abrazarlo.

- ¿Cómo te fue en la escuela hoy? - Preguntó acariciando los cabellos del menor, notando un leve sobresalto en él - ¿Matsukaze?

- Pues... La verdad...

- La verdad es que un grupo de abusivos te acosaron saliendo de la biblioteca - Intervino el pelirrosa - Lo molestaron cuando estudiando, pero no le pasó nada, Masaki estaba con él y lo ayudó, luego llegamos Takuto y yo.

- ¡Ranmaru! ¡Yo se lo iba a decir en la cena! - Reclamó avergonzado el castaño - No fue nada grave papá... No te preocupes

El rostro del mayor era un poema, no sabía cómo reaccionar ante la nueva información que recibía, quería explotar e ir a quejarse a la dirección por lo sucedido, y cuando estuvo a punto de decir algo, una mano amiga se posó sobre su hombro - ... - Se giró y vio a Fubuki a su lado, haciéndole un gesto muy disimulado para que se quedara callado - ¿Cómo me pides eso? - Pensó, suspirando sin entender las intenciones del albino, cruzándose de brazos para ver que es lo que hacía este.

- Niños... ¿Por qué no llevan al patio a Sasuke? De seguro querrá conocer su nuevo hogar - Sugirió Fubuki, haciendo que en fila de uno todos se dirigieran hacia la parte trasera de la casa - ... - Esperó unos segundos para asegurarse estar a solas con Kazemaru, tomando aire antes de comenzar su plática - ¿Qué se supone que ibas a decirle?

- ¿Cómo que qué? - Preguntó irritado, sentándose en el sofá - ¡Me lo iba a llevar ahora mismo a la dirección para quejarme! No puedo permitir que molesten a Matsukaze.

- Primero, respira por favor, te estás poniendo del color del cabello de Hiroto - Dijo acomodándose a su lado - Segundo, tienes que tomarte las cosas con más calma... Si los sobreproteges, lo único que ganarás será que quieran alejarse de a pocos, porque están en la edad de sentirse los más independientes del mundo, y eso lo sabes perfectamente. Además... No creo que a Matsukaze le hubiera gustado que lo lleves a la escuela para eso ¿No sería un poco "vergonzoso"?

- ¡Por Aphrodi! ¡Soy su padre! - Exclamó lanzándole un cojín en el rostro a su amigo - Pero vale... Tienes razón, lo sé... Es solo que... No puedo evitar preocuparme, para mí todavía tiene cinco años y necesita que lo cuide - Agregó sonriendo con nostalgia - De todas formas, hablaré con él más tarde, por ahora, tengo que ir a comprar las cosas para Sasuke... ¿Puedes quedarte con ellos? - Preguntó, a lo que su contrario asintió con normalidad - Cuando Mamoru llegue, explícale porqué salí.

Kazemaru se levantó y desapareció por las escaleras, regresando a los pocos minutos vistiendo una playera blanca de algodón acompañado de unos pantalones hasta la rodilla con diseño militar gris y unos tenis negros, habiendo recogido su cabello en una coleta baja, dejando al descubierto su cuello, teniendo una presencia imponente pero amable al mismo tiempo, cosa que solo causó risa en el albino, quien comenzó a bromear sobre su look.

El peliazul tomó las llaves del auto deportivo y se despidió de Fubuki, encargándole la casa con toda la confianza del mundo, pero pidiendo que si algo llegaba a ocurrir, lo llamara sin pensárselo dos veces.

Shirou caminó por la sala, revisando los nuevos cuadros que decoraban las paredes, encontrándose con fotos de las vacaciones familiares que los EnKaze habían tenido, viendo como en una de las postales, los cuatro posaban frente a un castillo de arena muy bien estructurado, con sonrisas radiantes y restos de bloqueador solar en sus brazos.

No sentía envidia, por el contrario le alegraba ver a personas que tanto quería siendo felices, pero en el fondo sentía como su corazón se estrujaba, añorando la época en que Goenji estaba a su lado - ¿Qué habría pasado si él nunca se hubiera ido? - Era una pregunta que tuvo durante muchos años, y la respuesta siempre era diferente, porque se planteaba una y mil situaciones que sonaban demasiado clichés.

Luego entró a la habitación que más le gustaba de toda la casa. La sala de trofeos, donde estaban los premios originales que sus amigos habían recibido, porque en el museo solo estaban copias o réplicas, y esto era por una cuestión de seguridad, lo último que querían era que personas malintencionadas trataran de robar las copas y medallas.

Lo que a Fubuki le encantaba de ese lugar, era la energía positiva que transmitía. Le bastaba solamente mirar los cuadros colgados para volver a sentirse un jugador de fútbol, su corazón volvía a calentarse y las ganas de tomar un balón le inundaba el cuerpo, añorando con nostalgia aquellos partidos de la selección, con sus equipos, cuando jugaron juntos y cuando fueron rivales.

La puerta se abrió, lo que significaba que alguien había regresado a casa, por lo que un poco más tranquilo, salió hacia la sala principal para saludar, encontrándose con un Endou ligeramente preocupado - Hola - Saludó mientras se acercaba, notando cada vez más el pesar del castaño - ¿Todo en orden?

- Tengo que hablar contigo - Respondió rápidamente, tomándolo por los hombros y metiéndolo con un poco de fuerza en la oficina de Kazemaru, cerrando la puerta y apoyándose sobre ella, suspirando con fuerza.

- ... - El albino no dijo nada, quería esperar a que quien fue su capitán comenzara, pero verlo dar vueltas por la habitación le causaba una ansiedad indescriptible - ¿Me dirás que pasa?

- ¡Es Goenji! - Exclamó, cubriéndose rápidamente la boca en señal de arrepentimiento por haberlo dicho de esa forma - Hablé con el entrenador Kudou... Me dijo que era hora de actuar contra el sector quinto... En un inicio estuve de acuerdo, porque me parece horrible que quieran controlar el fútbol, pero luego me dijeron que un tal "Ishido Shuuji" es la máxima autoridad en el sector...

- ¿Y eso que tiene que ver con Shuuya? - Preguntó sin terminar de entender, jugando con sus manos en los bolsillos de su pantalón, tratando de ocultar su nerviosismo.

- Ishido Shuuji es Goenji Shuuya.

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