¿Fácil? ¡No! (Completa)

By IchiroKaze

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Tras unas brillantes carreras como deportistas, el grupo de amigos conformado por 4 parejas, regresan a la ci... More

Prólogo - Retiro
El Fuego y el Hielo
Cicatrices
Cabellos celestes
Pequeño Kariya
Fotografías
Hijos
Secuestro
Despedida
Melena
Tiempo
Heredero
Anillos
Imperio Kumush
Condición
Arritmia
Adiós Canadá
Copo de Nieve
Café
Gripe
Envidia
Decisiones
Calendario
Parte 1
Parte 2
Crueldad
Accidente
Los dos faltantes
Niños
Daigo
Temporal
Un buen amigo
Diez
Sinceridad
Sol
Impacto
Aúpa Capitán
Irreconocible
Quiebre
Cambios
Señor Swift
Frente a Frente
Arakumo
Tíñete de rojo
Epílogo: Campo De Abejas
Final alternativo

Si sabes correr, hazlo

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By IchiroKaze

El regreso a Japón fue completamente diferente a lo que estaban acostumbrados, los temas de conversación comenzaban a fluir lentamente, como si todos estuviesen pasando por ese proceso de "transición" con el que lidiaba Kazemaru, eran charlas muy simples, sencillas y hasta irrelevantes, pero al menos el silencio ya no reinaba entre ellos, y eso era un enorme progreso.

Ver a su amigo recuperar el apetito, el sueño y dejar el llanto era muy alentador, pero las pequeñas sonrisas eran el indicio más claro de que aquel dolor pasaría - "No se preocupen, estaré bien" - Fue la declaración en la que decidieron confiar, después de todo estaban hablando de una persona que conocían a la perfección.

Por otro lado, tanto Fubuki como Midorikawa estaban concentrados en otros asuntos. El albino investigaba al asesino del padre de su mejor amigo y el peliverde lo vigilaba de cerca para asegurarse de que no hiciera ninguna imprudencia, el equilibrio emocional del asesino de osos peligraba, era consciente de que aquella calma que ahora tenía costó mucho conseguirla, no iba a dejar que por la ira y el resentimiento se perdiera.

El ex de la secundaria Hakuren no iba a escatimar en recursos, por lo que contrató a un detective privado para que consiguiera toda la información necesaria, ofreciéndole una fuerte suma de dinero si daba con el paradero del culpable y le daba pruebas concretas con las que plantear una denuncia formal, teniendo listo también el contacto de un equipo de abogados preparados para ganar un posible juicio.

De buenas a primeras a Midorikawa no le dio muy buena espina, pero no interfirió porque Fubuki no se estaba poniendo en peligro a sí mismo - Parece que todo el dinero que ganamos como futbolistas está sirviendo para algo - Fue lo que le escuchó decir, era cierto de algún modo, él también creía que los deportistas tenían salarios exagerados, que no era necesario que sus equipos les pagaran tanto para jugar al soccer, pero la verdad es que todos esos recursos podían permitirles este tipo de cosas, además de subir sus estatus sociales y claro, tener siempre "las de ganar"

El peliplata no olvidaba que el conductor que arrolló a su amigo quedó libre por tener contactos y recursos que sobornaron al juez, desde ese día se prometió a sí mismo no permitir que lastimaran a sus amigos y seres amados sin recibir un castigo, aunque este tuviera que ser aplicado por su propia mano.

Las investigaciones no tardan un día, mucho menos dos, peor una semana, por lo que el proceso de espera fue algo infernal, haciendo que el albino saliera casi todas las noches a "despejar la mente", lo que claramente tenía preocupado a Goenji, él conocía perfectamente a la persona con quien se había casado - Shirou, por favor quédate... Has salidos todos estos días, Hyouga no deja de preguntarme por qué - Pidió parándose frente a la puerta.

- ¿Te vas a mover o salgo por la puerta trasera? - Preguntó con seriedad, viendo como su tan amado goleador de fuego suspiraba y se apartaba de la entrada - Gracias, necesito un poco de aire fresco.

- El aire fresco del parque o un bar es el mismo que el de nuestra terraza y patio - Comentó cruzándose de brazos - Sé que estás dolido por todo lo que ha pasado, todos lo estamos... Pero ni siquiera Kazemaru se ha dejado cegar por eso.

- Eso es porque es demasiado amable, además está enfermo... Ha tenido que prepararse para la cirugía de mañana - Dijo abriendo la puerta y agarrando las llaves del perchero - Trataré de no volver tarde.

- Anda, ve y haz lo que creas mejor - Contestó molesto - ¿Sabes? Este no es el Fubuki Shirou con quien me casé - Afirmó alejándose en dirección a las escaleras.

- El Goenji Shuuya con quien me casé no me mentía ni me ocultaba cosas, por más dolorosas que estas fueran - Replicó saliendo y cerrando la puerta tras de sí, suspirando porque aquella dura respuesta no reflejaba lo que sentía, el asunto de los problemas laborales del rubio se suponía que estaba cerrado.

Fubuki sabía perfectamente que la situación lo tenía alterado y tenso, pero no sentía que alguien lo entendiera, todos parecían confiar ciegamente en que la policía haría su trabajo, pero ya iba a ser un mes desde el incidente y ni siquiera les habían dado una sola pista para darles la seguridad de que tarde o temprano atraparían al culpable de toda esta tragedia.

En medio de pensamientos tortuosos, llegó a la ribera del río, lugar al que acudía casi a diario desde que el detective privado comenzó su investigación. Si bien era verdad en que algunas noches las pasó en un bar bebiendo zumo de naranja (Porque sí, él no planeaba llegar a casa ebrio, dándole un mal ejemplo a su hijo), prefería apreciara aquel campo en el que entrenó tantas veces durante la secundaria, ese lugar era mítico e importante para todos los jugadores del Raimon, incluso hoy en día podían ver a los integrantes del club de fútbol jugar por las tardes ahí.

- ¿Piensas venir todos los días? - Dijo una voz muy conocida a sus espaldas.

- ¿Y qué hay de ti? - Respondió el albino mientras se recostaba en el pasto sin siquiera mirar a la presencia recién llegada - Parece que me sigues a cualquier lugar que voy, Midorikawa.

- Son imaginaciones tuyas - Agregó acercándose a su amigo y sentándose a su lado - Dime Fubuki... ¿Qué está pasando contigo?

- Solo estoy saliendo a tomar aire fresco ¿Tiene algo de malo? - Dijo resoplando, escuchando la negativa del peliverde - De cualquier modo ¿Qué haces aquí a estas horas?

- Vengo del hospital, acaban de hospitalizar a Kazemaru para la cirugía de mañana, así que fui a desearle lo mejor - Afirmó algo tenso - Pensé que te vería ahí... Él estuvo preguntando por ti, no supe que responderle... ¿Por qué no has contestado sus llamadas?

- Prefiero que se mantenga tranquilo, necesita calma antes de algo tan importante como su operación y decirle lo que estoy haciendo solo empeoraría las cosas, iré a verlo cuando todo pase.

- Fubuki... No pienses que te critico por tus acciones, por favor... Pero creo que estás tomando muy personal las cosas...

- ¡¿Personal?! - Exclamó molesto - ¡¿Te parece que es para menos después de un asesinato?!

- ¡Cálmate! - Gritó girándose a verlo - ¿Crees que a mí no me preocupa la seguridad de ustedes o de Masaki? También temo por familia, por mis amigos...

- Perdona... Es solo que no quiero quedarme de brazos cruzados, siento que estoy tan cerca de saber la verdad que no puedo retractarme en mis acciones - Dijo reincorporándose y mirando al suelo - ¿Cómo te lo explico...? Yo no puedo más Midorikawa... No somos santos, pero somos buenas personas... ¿Entonces por qué nos pasan estas cosas? No lo entiendo...

- Fubuki, Dios aprieta, pero no ahoga - Respondió con su típica voz de sabiduría - ¿Sabes? Yo me hice exactamente la misma pregunta cuando me di cuenta de que había sido abandonado por mis padres... Pero con el tiempo entendí que cuestionar las cosas malas que nos suceden solo evitará que veamos las buenas, comenzando porque estamos vivos.

- Sé que yo mismo me estoy torturando tratando de encontrar ese tipo de respuestas, pero por el momento no puedo evitarlo, esa es mi motivación para no desistir en lo que respecta a dar con el culpable del accidente de tráfico, solo así estaré tranquilo.

- Mientras no pierdas tu verdadera esencia está bien - Comentó levantándose y estirando las piernas - Me voy, es tarde y Kiyama me debe estar esperando...

- Ve con cuidado por favor - Se despidió con una leve sonrisa de la única persona que conocía todos los detalles de sus acciones en las últimas semanas - Envíame un mensaje cuando llegues a casa, te veré mañana en el hospital cuando la cirugía termine.

- Así será - Dijo alejándose con la mano levantada en señal de despedida - Oye ¡Asesino de osos! - Llamó sin voltear - No olvides quien es Fubuki Shirou.

Aquella última frase tuvo un impacto muy fuerte en el lado sentimental del albino, haciéndole ser más consciente que nunca de los cambios que había pasado en los últimos días, él no era de esa forma, eso lo sabía bien - Pero en este momento no necesito a Fubuki Shirou... - Musitó para sí mismo, convenciéndose de que todo esto era necesario para hacer justicia, luego se encargaría de acomodar las cosas nuevamente, pero por ahora debía despojarse de aquella amabilidad infinita que solía caracterizarlo.

°°°°°°°°°°°°°°°°°°°

Siendo las 09:00 am, el equipo de cardiólogos y cirujanos entraban al quirófano para dar inicio a la operación de Kazemaru, mientras que Endou esperaba en los exteriores de la sala en compañía de Kidou y Goenji, tratando de mantener la calma y paciencia, rogándole a cualquier fuerza superior que protegiera al peliazul.

- Endou, vas a derramar tu café si sigues temblando como flan - Regañó el goleador de fuego - Por favor tranquilízate, todo va a salir bien.

- Goenji tiene razón - Dijo el estratega - Tú mismo te encargaste de que todas las órdenes del doctor se siguieran al pie de la letra, ten un poco más de confianza.

- S-sí... Es cierto - Respondió algo nervioso - Pero los tres sabemos que es una operación riesgosa...

- ¡Qué negativo eres por Aphrodi! - Exclamó el rubio golpeándole la cabeza suavemente - Kazemaru va a estar bien, fin del asunto.

Tanto Goenji como Kidou se esforzaban por mantener a raya al chico de la banda naranja, quien parecía estar al borde de un colapso nervioso, por lo que ser el pilar emocional de su mejor amigo era lo más importante en ese momento, aún a costa de sus propios temores. Ellos también sentían miedo de perder a un amigo, pero no podían darse el lujo de demostrarlo.

Los médicos dijeron que la intervención duraría entre 6 y 8 horas, tiempo suficiente para que Hiroto y Fudou llegaran al centro de salud para mostrar su apoyo, no sin antes avisar que Midorikawa se encontraba ocupado, afirmando que vendría por la tarde cuando todo haya finalizado.

El castaño de ojos verdes era el más calmado entre los presentes, su cabeza fría para este tipo de situaciones era perfecta, volviéndose el vocero del grupo ante la prensa, quien por motivos desconocidos se encontraba en la entrada de la clínica, esperando por noticias o tratando de ingresar para conseguir alguna foto, entrevista y hasta información confidencial.

El tiempo parecía transcurrir más lento que de costumbre, eran apenas las once de la mañana y más de uno ya estaba desesperado por tener noticias. Increíblemente Endou se había mantenido sentado con los brazos cruzados, mirando ocasionalmente el reloj y suspirando, rogando que la pesadilla acabase pronto - Ya van tres horas ahí dentro - Comentó el castaño haciendo cálculos mentales.

- El hecho de que la cirugía no se haya interrumpido por nada es un buen augurio, supongo... - Musitó Kidou levantándose de su asiento y caminando un poco - Si algo hubiese salido mal, los doctores ya nos habrían avisado.

- Endou, no entiendo porque has comprado flores amarillas - Dijo Fudou mirando el ramo al lado del mencionado - ¿Son para Kazemaru?

- ¿No lo sabías, Fudou? - Preguntó el goleador de fuego antes de que el chico de la banda naranja respondiera - Endou le compraba un ramo de flores amarillas cuando Kazemaru estaba en coma por el accidente durante la preparatoria, según recuerdo son sus favoritas... ¿Cierto?

- Estás en lo correcto, además le prometí regalarle un ramo para celebrar que la operación fue exitosa - Agregó el guardameta mirando con cariño el arreglo - Me sorprende que la chica que atiende en la tienda de regalos todavía me recuerde, supo lo que iba a comprar apenas me vio.

- Que romántico y cliché eres - Dijo el castaño de ojos verdes rodando los ojos en blanco - No quiero ni imaginar cuantas flores has comprado hasta ahora.

- Deberías aprender un poco de él, Akio - Musitó el estratega de las rastas - ¿Por qué no eres cariñoso conmigo y me traes un regalo así? - Se quejó riendo cruzándose de brazos, fingiendo resentimiento.

- Que feo que no seas detallista Fudou - Comentó burlándose el pelirrojo - Por ejemplo, yo siempre le llevo helado y dulces a Ryuuji, ama ser engreído de esa forma.

- ¡Venga ya! ¡Todos están en contra de mí hoy! - Exclamó molesto, resoplando - Y si no te he llevado nada es porque con mi amor ya es suficiente ¿No lo crees?

- Si si... Lo que tú digas pandillero - Replicó Kidou acercándose a este para abrazarlo - Me basta y me sobra.

Goenji miraba desde su asiento el cariño que la pareja de castaños se profesaba, recordando que desde la discusión de la noche anterior no había hablado con Fubuki, sintiéndose incómodo y preocupado por eso. Hacía años que no tenían una "pelea" que los obligara a no decirse los buenos días ni a desayunar juntos, pero su orgullo no le permitía dar su brazo a torcer, principalmente porque él tenía razón en este debate, estaba mal que el albino se obsesionara de esa manera con la investigación del accidente.

En el fondo estaba dividido, por un lado, quería irse a buscarlo para conversar y tratar de arreglar sus diferencias, pero por el otro quería quedarse para apoyar a Endou y a Kazemaru, sabiendo que su obligación como amigo era estar ahí, pero su responsabilidad como esposo era respaldar a Fubuki en todo... ¿Qué se supone que debía hacer? No quería fallarle a nadie, pero era consciente de que el albino muy probablemente le diría que se quede ahí y que le avisara de cualquier cosa que dijeran los doctores.

- ¿Estás así por tu discusión con Fubuki? - Preguntó Endou en voz baja, sacándolo de sus pensamientos - Si quieres ir a buscarlo, ve... Todavía faltan varias horas para que la cirugía termine.

- No es necesario, además creo que él mismo querría que me quedara con ustedes... Solo espero que esté bien - Respondió suspirando.

°°°°°°°°°°°°°°

Fubuki ya había terminado de atender al pequeño Hyouga, conduciendo hacia la casa de su suegro para dejar al pelimorado a su cargo, despidiéndose de este con una cálida sonrisa, acompañada de un abrazo tierno para calmar al infante, que no dejaba de preguntar por qué no podía acompañarlos al hospital a ver al "Tío Kazemaru"

El albino no podía decirle que él no iría a la clínica hasta dentro de unas horas, por lo que solamente argumentó que era un asunto que los adultos debían tratar, pidiéndole quedarse tranquilo y ordenando que se portara bien.

Una vez todo estuvo arreglado, condujo en dirección a Tokio para encontrarse con el detective, pues este le había llamado hace algunas horas para avisar que tenía nueva información sobre un posible culpable, por lo que eso lo emocionó, era el primer gran progreso en la investigación, la motivación que había estado esperando para sentir que todo su esfuerzo estaba valiendo la pena.

El punto de reunión sería en la oficia del ex miembro de la policía, un veterano en toda la extensión de la palabra, con un largo historial de casos resueltos con la mayor eficiencia posible, por lo que no era de extrañar que en solo unas semanas ya tuviese varios candidatos a sospechosos, pruebas y pistas de lo sucedido durante el accidente, quien solamente se retiró de las fuerzas del orden tras recibir un disparo en la columna, causándole una severa lesión que le impedía seguir trabajando como oficial.

- Buen día Iragashi-san, es un placer verlo nuevamente - Saludó el albino con una reverencia, entrando y cerrando la puerta tras de sí.

- ¿Qué tal, Fubuki-san? - Respondió el hombre de cabellos naranjas, indicándose con la mirada donde debía sentarse - Iré directo al grano, sé que mueres por información - Dijo aplastando la punta de su cigarrillo en el cenicero - ¿Sabes quién es esta persona?

- C-claro... Es un viejo conocido... Un desgraciado - Afirmó algo pálido al reconocer al rubio de la fotografía - No me diga que él es el culpable...

- El culpable directamente es este otro - Informó sacando una segunda imagen - Estuve revisando las cámaras de seguridad de la ciudad para poder dar con el momento exacto en que averiaron el auto, resulta que esta persona fue la que saboteó los frenos del taxi en el que viajaba la víctima, pero no fue algo tan simple como cortar unos cables - Comentó sonriendo al notar el asombro de su cliente, era claro que le impresionaba todo el trabajo que estaba realizando - Este hombre es un mecánico experto, lo suficiente como para colocar un dispositivo electrónico en el lugar correcto para generar fallos en el vehículo en el momento que él quisiera, pero ¿Qué razones tendría él para tratar de asesinar a alguien?

- N-no lo sé... Pero ese video sirve como evidencia para poder denunciarlo, podríamos ir ahora mismo a la comisaría - Respondió mirando bien la imagen, la verdad es que aquella persona no se veía como un criminal, mucho menos un asesino, pero la información dada por el detective era irrefutable - A todo esto ¿Qué tiene que ver este otro en el caso? - Preguntó refiriéndose al de la primera foto.

- ¡Eso! - Exclamó eufórico - Me tomé la libertad de interrogar al sujeto que saboteó el taxi, descubrí que es padre de una niña con cáncer, necesitaba urgentemente dinero para poder realizar una cirugía que le extraiga el tumor cerebral, pero su negocio no iba bien, incluso podría decirse que estaba por entrar en banca rota, pero según sus últimos movimientos bancarios, recibió una fuerte suma de dinero un día después del accidente - Dijo sacando del cajón de su escritorio unas impresiones de datos financieros, claramente era un profesional en el área, con contactos tan importantes como para tener acceso a esa información.

- ¿Me está diciendo que le pagaron para sabotear el auto y causar el accidente? - Preguntó Fubuki apretando los puños, tratando de contener su ira, si bien el mecánico actuó por necesidad, nada justificaba lo que había hecho.

- Cuando hablé con él, además de contarme su situación económica y familiar, me dijo el nombre de su empleador... Claro, eso costó algunos pocos miles de dólares...

- No se preocupe, yo corro con todos los gastos - Intervino el albino con seguridad, pidiendo que siguiera con la explicación.

- Él dijo esta persona lo contactó para el trabajo, pero que en ningún momento tuvo intenciones de asesinar a nadie, no consideró que en la carretera el fallo de los frenos causaría un múltiple choque, dejando 6 heridos y 3 fallecidos, entre los cuales está el padre de su amigo - Finalizó - Está claro que Miyasaka Ryou quiso interrumpir el evento ese día, pero creo que la situación se salió de control, cuando lo investigué descubrí que estuvo viajando mucho, no se quedaba más de tres días en una ciudad, pero por suerte no ha salido del país y ahora mismo se encuentra en su apartamento de Tokio.

- Sabía que era un ser despreciable... Pero no imaginé que tanto... - Musitó Fubuki para sí mismo, suspirando, teniendo claro que es lo que tenía que hacer - Bien, supongo que lo único que falta es la confesión del mecánico para poder plantar la denuncia formal contra Miyasaka ¿Cierto?

- Correcto, pero por tu expresión sé que quieres ir a encararlo... - Comentó algo inseguro, entregándole un último papel - Es su dirección, siempre y cuando no lo agredas, no debería haber problemas... Aunque si es mutuo, creo que los abogados podrán hacer algo, en todo caso... Si vas a verlo, te recomiendo grabar su conversación.

- Así lo haré, muchas gracias Iragashi-san, cuando plantemos la denuncia formal arreglaremos lo que resta de su pago, su trabajo es impecable.

Sin decir mucho más, el albino salió de la oficina del detective, con un cúmulo de emociones negativas, le costaba creer que aquella persona fuera capaz de asesinar para conseguir sus objetivos, siempre supo que este estaba enfermamente obsesionado con su mejor amigo, pero nunca pensó que llegaría a esos extremos para tratar de evitar la boda entre Endou y Kazemaru, era simplemente irracional. ¿Qué esperaba? ¿Qué Kazemaru le correspondiera luego de atentar contra su padre? Definitivamente algo no estaba bien en la cabeza de ese muchacho.

Apenas entró a su auto, se apresuró a buscar la dirección en el mapa, sorprendiéndose al reconocer la calle y el barrio, enfureciendo al descubrir que el ex-atleta residía exactamente frente a la antigua casa de la pareja EnKaze, aquella preciosa residencia que adquirieron cuando jóvenes y que todavía tenían entre sus propiedades, conservándola principalmente por una cuestión sentimental, ya no vivían ahí hacía años, pero siempre era un lugar al que podían regresar cuando estuviesen en Tokio. ¿Quizá era coincidencia el que Miyasaka viviera tan cerca? No lo creía, todo en la vida del rubio había sido cuidadosamente planeado para estar cerca del peliazul, seguramente esto también.

Recién comenzaba a conducir hacia Shibuya cuando recibió la llamada de uno de sus hermanos, el amante de los helados y los proverbios trataba de contactarlo insistentemente, y aunque inicialmente no quería contestar, recordó que la cirugía de Kazemaru estaba siendo llevada a cabo en ese momento, por lo que temió por una mala noticia, acabando por colocarse el auricular bluetooth para atender mientras conducía.

- ¡Fubuki! ¡Hasta que respondes! - Exclamaron al otro lado de la línea - ¿Dónde estás?

- De camino a Shibuya ¿Por qué?

- ¿A Shibuya? ¿Para qué vas allá? No me digas que el detective descubrió quien es la persona que causó el accidente... - Dijo el peliverde algo nervioso - Espera... ¿Ahí no es donde vivían antes...

- Sí, resulta que el culpable es Miyasaka, y por si fuera poco tuvo el descaro de mudarse frente a la antigua casa de Endou y Kazemaru, estoy camino allá ahora mismo, iré en un rato a la clínica, no te preocupes que no haré ninguna locura - Finalizó cortando la llamada, sin darle opción a su amigo de responder.

Fubuki esperaba que su explicación fuera suficiente para que Midorikawa se quedase tranquilo, aunque conocía perfectamente que la curiosidad y preocupación de este no tenía límites, mucho menos cuando de sus seres queridos se trataba, por lo que mentalmente ya se comenzaba a arrepentir de haberle dicho el lugar al que iba con exactitud, quizá eso era un detalle que interferiría en sus planes de encarar al rubio, pero si hacía algo de memoria, el peliverde debería estar en el hospital, y llegar hasta Shibuya seguramente le tomaría más de una hora, tiempo suficiente para tener una "conversación" con el periodista.

Apenas llegó, estacionó su auto es la antigua casa de sus amigos, después de todo ellos siempre le dijeron - Mi hogar es tu hogar - Así que era momento de aprovechar eso y ahorrar tiempo en buscar un estacionamiento, caminando hacia el edificio y tomando las escaleras para llegar hasta el piso 6, departamento 202 - ¿Debería tocar? - Se preguntó a sí mismo, presionando el botón del timbre y colocándose a un lado de la puerta para ocultar su presencia.

Segundos después, la puerta se abrió, asomándose el rubio de ojos verdes para ver quien era la visita - ¿Hola? - Llamó con desconfianza - Creo que no hay naaadieee - No terminó de hablar cuando fue empujado nuevamente hacia el interior del apartamento, viendo como el "intruso" también entraba y cerraba la puerta tras de sí, olvidando poner el seguro -¡¿Fubuki Shirou?! ¡¿Qué haces aquí?! ¡Llamaré a la policía!

- Oh sí, hazlo - Respondió con seguridad - Me ahorrarías el trabajo, después de todo tienen que arrestar a un asesino.

- ¿Q-qué dijiste? - Preguntó empalideciendo, soltando el celular sin saber exactamente que hacer - ¿D-de qué hablas?

- Tu nerviosismo te delata, Miyasaka... - Musitó suspirando - Ya lo sé todo, no pasará mucho tiempo para que pagues por lo que hiciste, pero antes quería hablar contigo sobre todo lo que pasó.

- No tengo ni idea de que hablas, no sé a qué te refieres, Fubuki-san - Dijo con un tono de voz algo burlón, tratando de dejar de temblar, pero sin mucho éxito - Deberías irte de mi casa.

- ¿Por qué mandaste a sabotear el auto en el que viajaría el padre de Kazemaru? - Dijo cruzándose de brazos, esperando a que este contestase, pero los segundos pasaban y no tenía respuesta - ¡HABLA! - Gritó perdiendo la paciencia.

- Y-yo... - La voz del rubio comenzaba a quebrarse, claramente estaba pasándolo muy mal - ¡Yo no quería que falleciera! Solo quería que la boda no se llevara a cabo... - Llevándose ambas manos al rostro, ocultando su llanto - ¡No quería matarlo!

- Entonces admites que fuiste tú... - Musitó el albino, procesando que todo era cierto, muy en el fondo todavía guardaba la esperanza de que él no tuviera nada que ver, pero ahora estaba confirmado - ¿Eres consciente de lo que hiciste...? ¡ARRUINASTE EL DÍA MÁS IMPORTANTE DE SU VIDA! - Gritó furioso.

- ¡YO TENÍA QUE ESTAR AHÍ! ¡NO ENDOU! - Respondió plantando cara - ¡Yo traté de advertirle! ¡Pero... - No terminó de hablar cuando vio la mirada amenazadora del defensa de hielo, comenzando a temblar por el pavor - ¡Largo de mi casa! - Exclamó empujándolo, notando como a pesar de su apariencia delgada y "tierna", era alguien muy firme y fuerte - Tú te lo buscaste... - Susurró antes de lanzar el primer golpe, directamente en el mentón del albino, haciéndolo caer al suelo aturdido - ¿Quieres más? ¿No, cierto? ¡LARGO!

- Ja... No debiste hacer eso... - Se burló con sarcasmo el peliplata, reincorporándose casi de inmediato - Los golpes de los jugadores alemanes eran más fuertes... - Comentó quitándose la chaqueta y arrojándola al suelo - ¿Fuiste atleta, cierto? - Viendo como el tímido periodista asentía - Supongo que sabes cual es mi apodo... Así que, si sabes correr, hazlo - Afirmó con una presencia inigualable, pisando fuertemente para asustarlo aún más. Algo que aprendió al lado de Goenji era que las batallas podían ganarse imponiéndose primero - ¿No vas a correr? Que valiente... - Dijo con sarcasmo, haciendo un movimiento rápido para tomarlo por el brazo con fuerza, estampándolo contra el suelo - ¡ERES UN DESGRACIADO!

- ... - En cuestión de segundos, Miyasaka ya estaba tendido sin poder moverse, pero claro, aquella llave no sería el único golpe que recibiría por parte de Fubuki - ¡E-espera! - Trató de decir sin éxito, siendo interrumpido por un puño limpio en su rostro, viendo como todo a su alrededor se nublaba por momentos a causa del impacto - Y-yo... - El rubio quería pedir piedad, no era consciente de la fuerza bruta que el albino tenía, pero antes de articular alguna palabra correctamente, fue tomado por el cuello de la camiseta bruscamente.

- ¡LEVÁNTATE MISERABLE! - Gritó alzándolo, esperando a que este guardase el equilibrio para lanzarle nuevamente una patada, de esas con las que solía anotar en la liga alemana - ¿Duele, cierto? ¡PUES A ÉL LE DOLIÓ MÁS LO QUE HICISTE!

Aquella fue una pelea de un solo lado, Miyasaka estaba completamente indefenso ante el mejor amigo de su eterno querer, incluso llegó a pensar que moriría en manos del defensa de hielo, por lo que mientras sufría su castigo, trataba de ordenar las ideas en su mente - ¿Iré al infierno? - Se preguntaba mentalmente, cerrando los ojos esperando a que la golpiza terminara, sin embargo, repentinamente escuchó su puerta abrirse nuevamente.

- ¡FUBUKI! - Gritó el nuevo individuo, corriendo hacia este, sujetándolo por ambos brazos para contener la furia - ¡YA DÉJALO! - Teniendo que hacer muchísima fuerza para tranquilizarlo, solo relajándose una vez sintió que su amigo mostraba intenciones de quedarse quieto.

- M-Midorikawa... - Musitó reconociendo al peliverde, siendo soltado a los pocos segundos - Gracias por detenerme, estoy casi seguro de que no le rompí ningún hueso...

- Me alegra oír eso... - Dijo suspirando, mirando de reojo al rubio que seguía tendido en el suelo - Oh vamos Miyasaka... Levántate, no es para tanto, comparado a las peleas que ha tenido Fubuki con los osos, a ti te ha tratado como a un peluche - Afirmó al notar que las heridas eran superficiales, además creía en lo que su amigo dijo, no se veía que tuviera fracturas - La policía no tarda en llegar, más te vale no intentar huir.

- Ni pienses que te voy a agradecer... - Respondió el rubio desviando la mirada - Preferiría haber muerto en manos de Fubuki, así él iría a la cárcel.

- Vaya... - Suspiró el amante de los helados, agachándose para estar más cerca del periodista - ¿Sabes, Miyasaka? Siento lástima por ti, no conoces y por lo visto ni conocerás el amor... Creo que hubieras sido feliz si aceptabas que Kazemaru nunca te iba a corresponder, no puedo creer a los extremos que llegaste para tratar de arruinar su relación con Endou...

- ¿Crees que me importa que ustedes me odien? - Refutó reincorporándose lentamente - No se crean la gran cosa.

- ¿Odiarte? - Intervino el albino - Eso está muy lejos de lo que sentimos por ti, como ya dijo Midorikawa... Das lástima, diría que Endou y Kazemaru son los únicos con derecho de odiarte, pero son tan buenas personas que no harían eso, es más... Te aseguro que cuando te arresten y ejecuten la denuncia que pondremos, ni siquiera pensarán en ti.

Pasaron aproximadamente 15 minutos para que la policía llegara al lugar, arrestando a Miyasaka por homicidio intencionado en primer grado, llevándolo al centro de retención de Tokio para comenzar con las investigaciones de las pruebas y así proceder a darle un juicio para determinar su sentencia.

La verdad era que el rubio no tenía escapatoria, la confesión del mecánico, el video de seguridad de las cámaras y la confesión hecha en su propio departamento eran más que suficientes para que pasara una muy larga temporada tras las rejas, si es que no el resto de su vida, no por nada la justicia en Japón era una de las más efectivas a nivel mundial.

Fubuki y Midorikawa salieron del edificio y fueron hasta el auto del albino, tomando asiento para conversar sobre la imprudencia de los actos cometidos minutos atrás, aunque más que una plática, fue un regaño sobre la importancia de saber controlarse uno mismo, pues si bien era casi seguro que Miyasaka no demandaría a Fubuki por agresión, era una posibilidad que no debía ser descartada del todo.

Sin embargo, su charla fue interrumpida cuando el teléfono del peliverde comenzó a sonar - ¿Kiyama? ¿Qué pasó? - Preguntó el chico de los proverbios algo preocupado por el tono de voz que tenía el pelirrojo al otro lado de la línea telefónica - ¿En serio? ¡Ahora mismo vamos a la clínica! - Exclamó nervioso, cortando la comunicación - ¡Fubuki! ¡Conduce! ¡Tenemos que ir ahora mismo a ver a Kazemaru!

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