¿Fácil? ¡No! (Completa)

Da IchiroKaze

14.1K 1K 835

Tras unas brillantes carreras como deportistas, el grupo de amigos conformado por 4 parejas, regresan a la ci... Altro

Prólogo - Retiro
El Fuego y el Hielo
Cicatrices
Cabellos celestes
Pequeño Kariya
Fotografías
Hijos
Secuestro
Despedida
Melena
Tiempo
Heredero
Anillos
Imperio Kumush
Condición
Arritmia
Adiós Canadá
Copo de Nieve
Café
Gripe
Envidia
Decisiones
Parte 1
Parte 2
Crueldad
Si sabes correr, hazlo
Accidente
Los dos faltantes
Niños
Daigo
Temporal
Un buen amigo
Diez
Sinceridad
Sol
Impacto
Aúpa Capitán
Irreconocible
Quiebre
Cambios
Señor Swift
Frente a Frente
Arakumo
Tíñete de rojo
Epílogo: Campo De Abejas
Final alternativo

Calendario

282 18 8
Da IchiroKaze

Los meses pasaron, el primer día de marzo había llegado, por lo que la pareja arrancó la hoja del calendario con mucha ilusión, en menos de una semana estarían casados.

- Cada vez falta menos... ¡Qué emoción! - Dijo exaltado el peliazul.

- Se me hace increíble, hemos esperado tanto por esto... - Arrojando la hoja del mes de febrero al tacho - ¿Cuánto crees que nos dure la reserva de jarabe de arce? - Preguntó mirando de reojo las cajas en una esquina de la cocina.

- Ya ha pasado un mes desde que estuvimos en Canadá para visitar a mi padre y todavía nos quedan 6 docenas de botellas... Supongo que dos o tres meses más, en caso se acaben le diré a Haruki que nos envíe más y ya, problema solucionado.

- Tienes razón, por cierto ¿Cuándo llegan ellos? Dijo que vendría con algunos días de anticipación ¿Cierto?

- El miércoles por la tarde vienen Haruki con su esposa y Kichiro, pero mi padre se retrasará un poco por negocios, su avión saldrá el viernes por la noche, se supone que llega el sábado al medio día, así que debería llegar a tiempo para la ceremonia.

- Que bueno, es satisfactorio escuchar eso - Afirmó sonriente - La pasé muy bien durante el viaje... Hay que volver pronto, fue divertido.

- Claro, lo dices porque te llevaste de maravilla con mi padre, incluso se fueron a pescar juntos - Dijo cruzándose de brazos y haciendo puchero.

- Vamos Ichirouta, no te quejes - Rodeándolo por la cintura - Cuando visitamos a mis padres, ellos te prefieren a ti.

- Bueno, eso no lo negaré, al menos ahora todo está perdonado, fue un buen cumpleaños, hacía tiempo no lo celebraba así... Aunque admito que no esperé que los chicos viajaran para alcanzarnos, fue un gran detalle de tu parte Mamoru.

- Pensé que te gustaría verlos, después de todo... Siempre pasamos nuestros cumpleaños juntos, no podíamos romper la tradición.

Ambos habían disfrutado lo que quedaba de invierno con mucha tranquilidad, lo único que podrían cambiar sería la paranoia del portero, pues este no permitió que el peliazul saliera de casa pasada cierta hora, ni siquiera para comprar medicina, esa era una regla estrictamente obligatoria, pero ahora que la primavera llegaba con brisas frescas y sol radiante, por fin el ex-velocista podía poner un pie fuera de casa solo, claro que reportándose de vez en cuando.

La noticia de su matrimonio se había filtrado a la prensa de forma desconocida, lo que los volvió a colocar en las portadas de diarios y revistas como cuando eran jugadores profesionales activos, haciendo que la privacidad y tranquilidad de su hogar se esfumaran, de modo que aprovecharon el viaje a tierras canadienses para alejarse de las cámaras y periodistas.

Durante las 2 semanas que estuvieron visitando a la familia de Kazemaru, los problemas en Tokio no habían parado, pues la pareja de temperaturas extremas seguía sin superar esa mala etapa de su relación.

Endou trató innumerables veces de convencer al goleador de fuego para que le contase que era lo que ocurría en su trabajo que lo tenía tan estresado y misterioso, pero no obtuvo respuesta, por lo que solo le quedó ser paciente, dejándole a su novio la difícil labor de apoyar y reconfortar al albino, porque aunque este se mostrara firme y resentido, la verdad es que sufría mucho por la situación, pero no estaba dispuesta a dar su brazo a torcer, mucho menos a dejarse ver mal frente al pequeño pelimorado, quien creía que entre sus padres todo estaba bien.

En más de una ocasión, Kazemaru y Fubuki realizaron llamadas extremadamente largas, salieron a tomar juntos o simplemente a caminar para pasar el rato, siendo gracias a esas pequeñas reuniones que el peliazul pudo entender lo que sentía su mejor amigo.

Aquella tarde del primero de marzo ambos quedaron encontrarse en el campo cercano a la ribera del río, aprovecharían el buen clima para salir a solas, conversar y desahogarse de sus diferentes problemas cotidianos.

- Shirou, te doy la razón en lo de que debería contarte lo que le sucede, pero también pienso que hay que verlo desde su lado... Goenji no lo ocultaría a menos que sea necesario ¿No crees?

- Eso lo sé Ichirouta... Pero saberlo no disminuye el dolor que siento, estoy muy preocupado... ¿Y si algo malo le ocurre?

- ¿Desde cuándo eres tan negativo? - Preguntó dándole una leve palmada en la cabeza - Yo recordaba a mi mejor amigo como una persona más optimista.

- Ichirouta, estás buscando pelea con el asesino de osos - Quejándose con algo de sarcasmo - Mira, yo sé que estoy poniéndome en muy mal plan con Shuuya, pero si no me ocultara cosas... ¡Podría conservar mi faceta tierna!

- Decídete ¿Asesino de osos o persona tierna? - Preguntó riendo, dándose cuenta de inmediato de la mirada siniestra del albino - Vale vale, no te enojes, pero... Conozco a Goenji hace mucho tiempo, él no es el tipo de personas que actúan sin un motivo de valor, quizá no puede decírnoslo ¿No crees?

- Eso no lo puedo refutar... Pero sin importar el motivo, está mal ocultarle cosas como esas a la familia... ¡Somos esposos! - Exclamó llevándose las manos sobre el rostro, quitándose el anillo y mirándolo fijamente - La promesa fue amarnos sin importar lo que pasara, pienso cumplirla... Cueste lo que cueste.

- Él cumplirá su parte, créeme... - El peliazul no era el tipo de personas más elocuentes cuando de consolar a alguien se trataba, pues su fuerte era el lenguaje corporal, así que sin dudarlo abrazó al albino.

- ¡Cierto! - Exclamó una vez el contacto terminó y siguieron caminando - En 5 días es tu boda... Me alegro mucho por ti, has esperado mucho por esto.

- Ni lo digas... ¡Imagínate! Mamoru me entregó anillos por primera vez en nuestra primera navidad como enamorados, desde ese entonces he esperado casarme con él.

- Parecemos viejas chismosas cuando decimos "Imagínate" "Ni lo digas" - Comentó riendo - Ha pasado mucho desde ese entonces... Y pensar que llevamos más de dos décadas siendo mejores amigos.

°°°°°°°°°°°°°°°

2 de marzo:

El despertar en la casa de la pareja de "verduras", según denominaba Fudou, fue mucho más agitado de lo normal, con ambos adultos corriendo de un lado al otro desesperados y nerviosos, pues la primera gran crisis paternal había llegado.

- ¡KIYAMA! ¡TODAVÍA TIENE FIEBRE! - Exclamó al borde del colapso el peliverde - ¿¡EL MALETÍN CON SUS COSAS?!

- ¡NO LO SÉ! - Respondió alterado, pues buscaba la mochila blanca por todos lados sin resultados - ¡VAMOS DE UNA VEZ AL HOSPITAL!

- Papá... - Dijo en voz baja el peliteal - Me duele mucho la cabeza...

- Tranquilo mi cielo, vas a estar bien - Cambiándole el paño de la frente y corriendo hacia el pasillo - ¡KIYAMA! ¡VÁMONOS! ¡LE DUELE LA CABEZA!

- ¡AHORA ENCIENDO EL AUTO! - Gritó mientras corría al garaje.

El chico de los proverbios no perdió ni un segundo más, por lo que siendo incluso más veloz que Kazemaru, entró en la habitación del pequeño Kariya, tomándolo en brazos con cuidado - No te preocupes Masaki, dentro de poco te vas a sentir mejor - Le susurró al infante para tranquilizarlo.

Ambos padres trataban de disimular su nerviosismo lo mejor que podían durante todo el trayecto hasta el centro de salud, lo último que necesitaban era empeorar la condición del menor a causa de su preocupación, por lo que apenas llegaron, se apresuraron en llevarlo al área de emergencias pediátricas, donde el médico examinó al infante minuciosamente.

Al cabo de media hora ya tenían el diagnóstico, una infección estomacal por intoxicación había sido la causante de todo, por lo que ambos se miraron confusos tratando de entender que es lo que pudo comer el pequeño, pues ellos no escatimaban esfuerzos cuando de su cuidado y alimentación se trataba, incluso tenían un estricto control de calidad con todo lo que llegara a la boca del peliteal.

Una vez compraron toda la medicina recomendada por el pediatra, emprendieron el camino a casa, notando el extraño comportamiento que tenía el menor, estando mas callado de lo usual y evitando el contacto visual en la medida de lo posible - ¿Masaki? ¿Cómo te sientes? - Preguntó el peliverde mirándolo por el retrovisor.

- Mejor - Respondió desganado mientras jugaba con la ventana del auto.

- El doctor dijo que te enfermaste de la pancita - Dijo el pelirrojo - ¿Podrías decirnos si has comido algo aparte de lo que papá Ryuuji te da?

- Yo... - En ese momento la piel se le erizó, sabía perfectamente la travesura que había hecho, pero se consideraba lo suficientemente fuerte para superar la situación solo, pero no contaba con que se pondrían tan mal y acabaría en el hospital.

- ¿Masaki? - Intervino nuevamente el ojinegro - ¿Es que acaso no nos vas a decir que fue lo que comiste?

- ¡Yo solo quería conocer el sabor de la plastilina! - Exclamó queriendo esconderse haciéndose bolita en el piso del auto, pero al sentir que tenía puesto el cinturón de seguridad, solo resolvió a cubrirse el rostro con sus manitas - Lo siento...

- ... - Ambos adultos se quedaron en silencio, mirándose mutuamente - Entiendo... - Dijo el pelirrojo, conteniendo la risa sin mucho éxito.

- ¿De qué te ríes papá? - Preguntó incrédulo el infante, mirando a su otro padre agachar la cabeza y pegar su frente en la parte delantera del auto - ¿Papá Ryuuji?

- Masaki, él terminó en urgencias cuando tenía casi la misma edad que tú por la misma razón - Dijo riendo a la par que señalaba al peliverde - Cuando nuestros cuidadores le preguntaron que es lo que había comido, respondió exactamente lo mismo "Quería conocer el sabor de la plastilina"

- ¡Kiyama! No me expongas de esa manera - Exclamó quejándose mientras trataba de evitar su sonrojo por la vergüenza - Y tú Masaki, no lo vuelvas a hacer, ya probé casi todos los útiles escolares, déjame decirte que el helado sabe mejor.

- ¡Tú solito te estás exponiendo! - Comentó sonriendo el conductor - Pero es cierto, Masaki, por favor no vuelvas a hacer eso ¿Entendido?

- Entendido - Respondió radiante el menor.

El peliteal pensó que sus tutores se enojarían y regañarían por su travesura, sorprendiéndose ante la calmada reacción de ambos, pues de cierta forma agradecía tener padres tan compresivos y divertidos como lo eran ellos, sin embargo en algunas ocasiones reclamó el hecho de sentirse sobreprotegido por estos a pesar de considerarse a sí mismo un niño autosuficiente, pero a final de cuentas se quejaba por puro orgullo, en el fondo adoraba los engreimientos y muestras de afecto que los ex-futbolistas tenían con él.

°°°°°°°°°°°°°

Al otro lado de Inazuma, el pequeño Shindou estudiaba las jugadas de sus padres en la televisión mientras ellos lo habían dejado al cuidado del padre del estratega, pues se encontraban fuera de casa comprando sus ternos para la ceremonia del sábado.

Realmente admiraba la posición de mediocampista y creador de juego, desde que tenía uso de razón escuchó a sus padres enorgullecerse por haber sido grandes estrellas en esa posición, además de los constantes cumplidos que recibían, notaba como los amigos de estos esperaban grandes cosas de él, a pesar de tener poco más de cuatro años.

En su mente ya estaba grabada la responsabilidad de darle continuidad a un legado familiar, aunque ninguno de sus padres se lo hubiera dicho directamente, él quería ser un digno heredero, por lo que a su corta edad ya tenía como meta y objetivo volverse el más grande jugador de soccer, solamente por debajo de sus tutores, pues de momento, superarlos era imposible.

Como era costumbre en casa de sus abuelos, la servidumbre lo engreía hasta los codos, incluso veía el exceso de atención como algo innecesario, quizá porque la educación que Fudou le brindaba era bastante estricta y controlada, claro que llena de amor y cuidado, pero él ya había aprendido que todo lo que su familia tenía llegó gracias al esfuerzo y trabajo constante.

Kidou se empeñó en explicarle con manzanitas que ellos no nacieron siendo millonarios, que gracias a sus carreras deportivas era que no tenían preocupaciones económicas, la lección de vida era "Nada llega gratis", por lo que hasta para conseguir un juguete nuevo, el pequeño peligris hacía méritos en casa.

Lo único que no requería esfuerzos eran las caricias y muestras de afecto, estas llegaban por sí solas, aunque en realidad él se las ganara con su buen comportamiento, pero como esa actitud y personalidad estaban bastante marcas en el infante, no consideraba que ayudar en casa, estudiar y ser responsable con sus labores fuera algo de lo que enorgullecerse, al contrario, debía ser tomado como algo común y predeterminado.

Ahí estaba, admirando las voleas y centros que los castaños empleaban en la liga Italiana, los goles de jugadas preparadas, los pases y demás lo cautivaban, ver a sus padres funcionar como eje central del equipo era sin duda su actividad favorita.

Los adultos de la residencia miraban asombrados como el pequeño apuntaba en su libreta mediante dibujos y gráficos su interpretación de las estrategias, les parecía impresionante que un niño de poco más de cuatro años entendiera el fútbol, pero lo más increíble era ver como se esforzaba por plasmar todo con sus crayones.

- Takuto-sama, es hora de comer - Llamó una de las empleadas de la mansión, interrumpiendo la concentración del infante - Su almuerzo está servido en el comedor, lávese las manos antes de ir.

- Enseguida voy - Respondió tomando el control remoto y pausando el video del partido, acomodándose el cuello de su pequeña camisa, corrió hasta el baño, subiéndose en el banco de ranita que tenía para alcanzar el lavabo, frotando el jabón entre sus manitas y apresurándose en llegar a la mesa - Buen provecho.

El peligris no tardó mucho en comer, su interés estaba volcado en el partido Japón vs Corea que había estado viendo, por lo que sin descuidar sus modales, hizo un nuevo récord en lo que respecta a terminar de almorzar, regresando a la sala de estar apresurado, pero encontrándose con sus tutores, quienes lo miraron con una sonrisa curiosa.

- ¡Volvieron! - Exclamó abrazándose a sus piernas.

- Si, la verdad es que mañana tendremos que ir nuevamente - Informó el estratega mientras tomaba en brazos al menor - Masaki se enfermó, por eso sus padres no pudieron venir y bueno, no podemos comprar los ternos sin ellos.

- ¿Entonces Masaki no vendrá a la fiesta?

- Eso dependerá de cuanto mejore estos días, enano - Comentó el castaño de ojos verdes mientras apretaba los cachetes del peligris - ¿Te portaste bien, cierto?

Tras recibir un breve informe sobre las actividades que había realizado el menor durante la mañana, ambos castaños quedaron satisfechos con los claros indicios que este mostraba ante la posibilidad de volverse jugador de fútbol, si bien todavía era muy pronto para pensar en un futuro el cual estaba a muchos años de distancia, a los genios del campo les hacía mucho ilusión que Shindou siguiera sus pasos.

°°°°°°°°°°°°°°°

3 de marzo:

En una tienda del centro comercial de Tokio se encontraban seis ex-jugadores de fútbol llevando a cabo la difícil misión de encontrar regalos, comprar trajes y demás mientras ocultaban sus presencias, pues tras la noticia filtrada del compromiso de la pareja EnKaze, los medios de comunicación buscaban a los deportistas incansablemente para pedirles alguna entrevista o conseguir la primicia sobre el evento.

- ¿Alguien me puede decir por qué ese par usará trajes del mismo color? - Preguntó resoplando el "pandillero" del grupo.

- Creo que fue idea de Endou-kun, según entendí será para representar que tras todo lo que han pasado, son como uno solo - Informó el pelirrojo del grupo - Fudou, pruébate esto - Ordenó extendiéndole una camisa blanca.

- La camisa es lo de menos, por favor veamos los sacos y corbatas - Cruzándose de brazos.

- Akio, coopera por favor - Pidió el estratega de las rastas - Necesitamos elegir los ternos hoy sí o sí, la boda es en 3 días, comencemos por las camisas.

- Sí ya, en eso tienes razón pero sigo pensando que lo importante es el traje - Tomando la prenda y entrando al probador.

- Me gusta el color temático de su boda - Opinó el albino mientras tomaba otro saco para evaluarlo.

- Lo dices porque el azul te favorece tanto a ti como a Kazemaru - Comentó el peliverde - No es que no me guste, pero no queda bien con mi cabello.

- No decías lo mismo del uniforme de la selección - Dijo con algo de burla el castaño de ojos verdes mientras regresaba - Oye Hiroto, ya, sí me queda y se me ve genial, bueno, todo se me ve genial a mí.

- No sé como lo soporto... - Musitó el de rastas - Goenji, estás muy callado ¿Pasa algo? ¿No te gusta el gris?

- ¿Qué? Oh no, no es eso, al contrario - Respondió algo distraído mientras mostraba uno de los trajes - Creo que este nos quedaría bien - Dirigiéndose a Hiroto y Fudou.

La elección de atuendos estaba siendo más complicada de lo usual, pues a pesar de que las camisas y corbatas serían las mismas para todos, los esmóquines estaban siendo el problema, pues del lado de Endou ellos usarían trajes grises mientras que los acompañantes de Kazemaru vestirían de azul noche, sin embargo las discrepancias por los modelos y tipos de sacos eran lo que más generaba debate entre los ex-futbolistas.

Ellos estuvieron aproximadamente dos horas en buscando el traje ideal, por lo que lo siguiente era la elección de regalos, aunque se sorprendieron al saber que todos ya tenían algo elegido y comprado, así que sin más decidieron ponerle fin a la salida.

- Bueno, eso es todo - Informó el goleador de fuego - Los veo el sábado, lleguen temprano.

- Lo dice don tardanzas - Se burló el ojiverde - Hey... La prensa, mejor vámonos de aquí - Susurró mientras jalaba a su esposo disimuladamente.

El amante de los helados volteó de manera para nada disimulada - ¿Dónde? - Llamando la atención de los fotógrafos y periodistas, que sin dudarlo apretaron el paso para alcanzarlos - Oh no... Perdón.

Nadie se quejó, limitándose a echar a correr en dirección al estacionamiento para subirse en sus respectivos autos y salir del centro comercial lo antes posible, sin embargo no contaban con que uno de los perseguidores era el rubio ex-atleta que conocían desde la secundaria, por lo que fueron interceptados en sus vehículos.

- Miyasaka, no queremos problemas - Dijo el rubio de cabellos parados - Déjanos irnos... - Estaba tratando de ser amable pues el camarógrafo que lo acompañaba estaba filmando todo.

- ¡Aquí Miyasaka Ryou reportando desde el Centro Comercial de Tokio! Díganos Goenji-san ¿Dónde se realizará la boda de Endou y Kazemaru? - Colocando su micrófono muy cerca del goleador.

- Chicos, váyanse, nosotros los entretenemos - Susurró el albino, dejando que el resto de integrantes salieran airosos del local.

- Lo lamento, no puedo darles esa información - Respondió con algo de incomodidad, notando como el resto de periodistas ya habían llegado a la escena, lo que significaba aguantar una avalancha de preguntas - Tengo que retirarme, gracias por su...

- ¿Es cierto que Kazemaru-san y Fubuki-san tuvieron un encuentro amoroso permitido por usted? - Interrogó nuevamente el ojiverde mientras cerraba la puerta del coche de la pareja de temperaturas extremas para evitar que estos se fueran.

- ¿Qué? ¡Claro que no! - Exclamó ofendido el albino - Él es mi mejor amigo, nunca hemos cruzado esos límites.

- Goenji-san ¿En Alemania informaron que estuvo a punto de divorciarse, podría contarnos sobre eso? - Los reporteros estaban acorralándolos, haciendo toda clase de preguntas con respecto a su relación, ingresos económicos, polémicas, eventos y demás, eran tantas las interrogantes que no alcanzaban a entender muy bien lo que les decían.

Para fortuna de ambos, los miembros de seguridad del centro comercial no tardaron muchos minutos más en aparecer, alejando a la prensa de ellos y permitiendo que estos salieran del local discretamente.

Una vez ambos estuvieron lejos del alboroto, se estacionaron en un lado de la acera para poder respirar en paz, aunque el silencio entre ambos era muy incómodo, principalmente por las preguntas que sí habían alcanzado a entender.

- Shirou, no es cierto... - Dijo en voz baja el rubio - Sabes que yo nunca...

- No te preocupes - Interrumpió el peliplata - Sé que no me fuiste infiel y que esas fotos fueron sacadas de contexto, sé que esas resbalosas aprovecharon que tú y Endou-kun dormían para tomarlos por sorpresa.

- Me alegra que lo entiendas pero...

- Pero yo esperé a que me llamaras aquella vez... ¿Sabes que es lo peor? - Cortando nuevamente el comentario de su esposo - Que a raíz de eso, muchos creyeron que Kazemaru y yo comenzamos un romance por despecho.

- Lo lamento... Fue nuestra culpa, debimos prever que ese hotel no contaba con un buen personal de seguridad...

- Mejor olvidemos el tema ¿Sí? - Pidió suspirando - Vamos a recoger a Hyouga, debe extrañarnos.

Sin responder, el rubio encendió nuevamente los motores del auto, manejando en dirección a la casa de sus padres, tratando de mantener su concentración en la carretera.

°°°°°°°°°°°°°°

En el terminal aéreo, el peliazul esperaba la llegada de su hermano y familia, mientras que el castaño se encargaba de los últimos arreglos en casa para recibir de la mejor manera posible a las visitas canadienses.

El hecho de tener el cabello largo nuevamente lo volvía reconocible casi de inmediato, por lo que optó cambiar su clásico peinado, tampoco podía llevarlo suelo pues ese había sido el estilo que usó durante sus mejores años como jugador profesional, por lo que copiarle el estilo a su amigo amante de los helados no le pareció mala idea, atando sus mechones en una coleta alta y dejando su rostro al descubierto, solamente escondiendo sus ojos con las gafas oscuras.

Cuando los pasajeros del avión que traía a su familia desembarcaron, disimuladamente trató de encontrarlos entre el mar de gente amontonada tratando de recoger su equipaje, cruzando miradas con el niño peliazul, quien no dudó en correr hacia él para abrazarlo, pero esta vez conteniendo su emoción pues ya le habían advertido sobre las consecuencias que tenía el gritar el nombre de su tío en frente de tantas personas.

- Tío Ichirouta - Susurró abrazándose al mayor - Lo extrañé tanto.

- Pero si ha pasado poco más de un mes desde que nos vimos - Dijo en voz baja mientras acariciaba los cortos mechones celestes del casi adolescente.

- Es bueno verte sonreír, Ichirouta - Saludó la pelinegra mientras se acercaba hacia los peliazules.

- ¡Ize! - Exclamó emocionado - Bien gracias a Aphrodi, cuéntame ¿Qué tal el viaje?

- Hablaremos de eso en tu casa - Intervino el de cabellos dorados - Aquí hay mucha gente ¿No creen? No me apetece sufrir las consecuencias de tu fama, hermanito.

- Tienes razón, vamos, tengo el auto en el estacionamiento principal - Dijo tomando la maleta de su cuñada, saludándola con un suave abrazo y caminando en dirección a la salida del área de embarques.

El grupo logró pasar inadvertido, subiendo las maletas en la cajuela y emprendiendo el regreso a casa, teniendo una amena plática sobre las costumbres japonesas y demás, pues para todos menos Haruki, era la primera vez que visitaban el país del sol naciente, por lo que el ex-velocista se tomó la libertad de alargar la ruta para mostrarles alguno que otro lugar turístico que tenía Tokio e Inazuma en el camino, estacionándose frente al campo de la ribera del río, la torre de metal y la secundaria Raimon, explicando el valor sentimental que estos tenían para él.

Al llegar, el portero ya tenía lista la comida y las habitaciones donde se quedarían sus huéspedes, saliendo a recibirlos a la puerta principal y ayudándolos con las maletas - ¡Ize! ¡Cuánto tiempo!

- Hola Endou - Saludó con un pequeño y corto abrazo - Me alegra verte bien.

- ¿Y para el cuñado no hay cariño? - Reclamó con sarcasmo el rubio - Claro, te vas de pesca con mi padre y te olvidas de mi existencia, no pensé que me sacarías de tu vida tan fácilmente, Endou.

- Como dices eso - Acercándose a este y estrechando su mano - Pasen por favor, son más que bienvenidos.

Tras un clásico recibimiento, el castaño acomodó a todos en las alcobas previamente preparadas, separándose en cuatro, la primera habitación estaría ocupada por su cuñado y su esposa, la segunda por el joven peliazul, la tercera estaba reservada para el señor de cabellos dorados cuando llegara y la cuarta para Ize.

El ambiente en la residencia EnKaze no estaba tan animado hacía años, pues aunque ambos llevaban su relación de maravilla, el tener a más personas en casa le sumaba un plus de emoción y energía - ¿Te imaginas como será cuando tengamos hijos? - Preguntó el chico de la banda naranja mientras bebía café recostado en el marco de la puerta.

- Considerando que quieres dos y no uno, creo que será peor - Respondió riendo - Pero... ¿Estás seguro? Nuestros hermanos dicen que de por sí uno es mucho trabajo...

- ¡Claro que sí! ¿Qué hay mejor que los hermanos?

- Bueno, en eso te doy la razón, no sé que haría sin Haruki en mi vida.

°°°°°°°°°°°°°°°°

4 de marzo:

La mañana comenzó de manera inmejorable, con un agradable ambiente en la residencia de la pareja de temperaturas extremas como hacía mucho tiempo no ocurría, con ambos ex-futbolistas despertando tras una profunda conversación y posterior a eso una reconciliación al más puro estilo goleador de fuego.

Mientras el albino preparaba el desayuno tradicional japonés que se les antojó, el rubio ejercitaba en el patio para mantenerse en forma, pues durante su reconciliación perdió contra su marido en un mini-partido de fútbol, cosa que encendió sus ganas de cobrarse la revancha, de modo que mediante el entrenamiento planeaba superar la defensa de su pareja, aunque sabía a la perfección que esta era prácticamente imbatible.

- Shuuya, el desayuno está listo - Dijo mientras se asomaba por la puerta trasera - ¿Sigues sin aceptar que te gané ayer?

- Claro que no - Respondió sin dejar de hacer flexiones - Simplemente quiero mantener mi condición...

- Si si, lo que usted diga señor Goenji - El peliplata usaba un tono de voz con algo de burla - Agradece que jugabas en el mismo equipo que yo, si hubiéramos sido rivales... 

- Tuve suficiente con tener que enfrentarme a Kazemaru y Endou durante la Champions, creo que sumarte a la ecuación sería cruel - Afirmó mientras se levantaba y tomaba la toalla de mano que tenía cerca, quitándose el exceso de sudor.

- La verdad es que si no fuera por ellos, nosotros hubiéramos ganado muchos más trofeos... Pero bueno, me alegro de que hayan sido nuestros hermanos los campeones, ahora anda lávate la cara para que te sientes a desayunar, iré a despertar a Hyouga - Informó mientras regresaba al interior de la casa.

Goenji simplemente lo miró con ternura, ver los enormes cambios positivos en la personalidad del albino satisfacía su ego personal, recordando como era este cuando apenas se conocieron, agradeciendo haber sido parte de la mejoría y progreso que tuvo, además de ser su pareja y eterno compañero.

A pesar de sentirse culpable por aún no poder decirle sus problemas laborales, estaba muchísimo más tranquilo desde la conversación entre un par de copas que tuvieron en altas horas de la noche, usando como argumento - No puedo decírtelo, por nuestro propio bien - Logrando que su esposo aceptara y confiara en él, aunque se podía definir mejor como, reafirmar la confianza que se tenían.

Sin darle muchas vueltas más al asunto, terminó de asearse superficialmente y se apresuró en llegar a la mesa, dándose cuenta de que su familia todavía no estaba ahí, por lo que le pareció buena idea servir y poner la mesa, pues bajo la filosofía y reglas de su hogar, las tareas y labores debían dividirse, aunque a veces le costara convencer a la Ventisca Blanca dejar esa vocación incansable de servicio, afirmando que no tenía nada que retribuirle, que con su amor era más que suficiente.

Todo transcurrió como un típico desayuno, entiéndase por una comida llena de preguntas y comentarios inocentes del pequeño Yukimura, quien no dejaba de contarles a sus padres sobre su más reciente sueño, los planes que tenía para la tarde, los dibujos que había hecho y el nombre que había elegido para su nuevo oso de peluche.

Al finalizar de recoger la vajilla y dejar todo impecable, ambos comenzaron con sus rutinas, las cuales variaban mucho dependiendo del día, pero como aquella mañana el rubio no tenía que ir a la oficina, aprovecharon para tomarlo como si fuera un fin de semana, por lo que hacer ejercicio juntos, jugar un poco al soccer con el pelimorado, realizar una limpieza general a la vivienda, salir a pasear y hacerse cargo de la educación previa a las clases del infante fueron las actividades que llenaron la agenda.

°°°°°°°°°°°

5 de marzo:

En la residencia EnKaze se estaban llevando a cabo muchas actividades, por lo que la familia estuvo prácticamente fuera de casa desde que las visitas canadienses arribaron a Japón, debido a que estas querían aprovechar el tiempo para conocer el lugar, hacer turismo, probar la gastronomía y demás.

El viernes por la mañana, Kazemaru se levantó exhausto, por órdenes de su médico no podía mantenerse activo o hacer esfuerzos tan grandes, sin embargo ignoró por completo esto y se dedicó a cumplir su rol de anfitrión a la perfección, cosa que molestó a Endou, quien estaba preocupado por la condición de su futuro esposo.

- Ichirouta, yo los puedo llevar, por favor quédate en cama y descansa - Pidió mientras le entregaba sus pastillas matutinas.

- No puedo hacerles ese desplante, sería muy descortés de mi parte no acompañarlos durante su visita - Refutó a la par que tomaba su medicina - No quiero dejarte toda la responsabilidad a ti...

- ¿Y qué haremos si empeoras? Te recuerdo que mañana es nuestra boda.

- Eso ya lo sé, pero no estoy tan mal, solamente quiero pasar el mayor tiempo posible con ellos...

- Ichirouta, no seas terco por favor... Llevamos meses planeando esto, no puedes arriesgarte de esta manera un día antes.

- Mamoru, te prometo que si mis malestares empeoran, te avisaré de inmediato y regresaremos a casa ¿Está bien?

- No tienes remedio, al igual que tu padre, cuando te propones algo... ¡No hay quien te saque esa idea de la cabeza! - Reclamó mientras se recostaba en la cama - Está bien, confiaré en tu palabra.

- Gracias, cabeza de balón - Dijo sonriente - ¿Y cómo que me parezco a mi padre? ¿Es en serio?

Ambos tuvieron una pequeña discusión de broma a causa de la comparación que el castaño hizo, afirmando que ahora que el señor de cabellos dorados había cambiado, no debería sentirse mal de escuchar sobre sus parecidos.

La verdad es que al peliazul no le incomodaba eso, todo lo contrario, nunca se auto-definió como alguien que adquirió rasgos o actitudes familiares. Los amigos de su padre solían decir que solo Haruki había heredado la inteligencia, porte y comportamiento del empresario, por lo que desde las esquinas en las fiestas analizaba las diferencias entre él y su hermano, considerándolo a él como una persona admirable, pero que no quería imitar.

En el comienzo de sus recuerdos estaba la frase "No es como él", cosa que durante muchísimos años no entendió, porque claramente no era una comparación con su hermano, haciendo que pasara noches enteras tratando de darle sentido a aquel cruel comentario, no sabía a quien tenía que parecerse.

Tras todo lo sucedido por el accidente que lo dejó en coma y la enfermedad de su madre, comprendió las palabras que su padre solía decir a solas cuando creía que nadie lo escuchaba, y aunque en ese entonces quería perdonarlo por todos los tratos injustos que recibió durante su infancia, fue el mismo señor de cabellos dorados el que buscó una separación terminal.

Ahora que sabía que este no lo comparaba más con Akiro y que había aceptado que él era Kazemaru Ichirouta, diciendo que lo amaba y respetaba por ser diferente, la paz emocional que tenía era incomparable, en su vida todo volvía a estar en orden.

Estaba a punto de casarse con Endou, sus problemas familiares por fin estaban solucionados, tenía una familia hermosa y planeaba hacerla más grande con la adopción de niños, ya no se sentía culpable por la muerte de su madre, había convalidado sus estudios de medicina física terapeuta, estaba alejado de las polémicas, tenía a sus amigos y personas importantes cerca de él, solo faltaba operarse para decir que todo era perfecto.

- ¿No piensas venir a desayunar? - Preguntó el portero asomando su cabeza en la habitación, notando que el ex-velocista seguía acostado en la cama - ¿Todavía no te has duchado? 

- Lo siento, me quedé pensando - Respondió mientras se levantaba y buscaba la toalla - Ahora voy, discúlpame con todos, pueden ir comenzando.

- No creo que quieran comer sin ti... En todo caso, apresúrate, estaré en el patio con Kichiro jugando soccer - Informó regresando a la primera planta de la casa.

Tras tomar la ducha más rápida de su vida, se dedicó a secar y peinar su largo cabello con algo de pereza, debido a que durante casi dos años se acostumbró a que este se secara por sí solo, pero ahora que había vuelto a crecer, necesitaba cuidados para evitar que se enredara o perdiera su característico brillo, luego eligió su atuendo, algo simple como unos shorts deportivos azules y una camiseta blanca, bajando al comedor y uniéndose a su familia para desayunar.

La comida fue igual a la del día anterior, manteniendo un ambiente animado y enérgico, por lo que apenas terminaron todos se alistaron para salir a seguir conociendo la ciudad, pues era el último día libre antes de la ceremonia.

La ruta planeada por el portero era extremadamente agotadora, esta consistía básicamente en recorrer museos, templos, parques naturales y estadios, todo eso en un solo día, por lo que la agenda era bastante apretada, casi sin tiempo para agregar actividades fuera del cronograma.

Aproximadamente a las 04:00 pm el peliazul comenzó a sentirse fatigado, mostrando notables síntomas de agotamiento y malestar, cosa que alertó al castaño de la banda naranja, quien se abstuvo de actuar, quería proponerle regresar a casa pero antes debía comprobar si este cumplía con la promesa de avisarle apenas tuviera la primera molestia.

- Mamoru, estoy algo cansado - Dijo en voz muy baja mientras se acercaba al nombrado - Creo que yo regreso a casa, no quiero empeorar antes de un día tan importante como lo es mañana.

- Entonces volvemos todos - Respondió sonriente al comprobar la responsabilidad que su novio tenía.

- No, encárgate por favor de hacer que ellos continúen con todo lo planeado - Afirmó tomando de la mano al portero y entregándole las llaves del auto - Tomaré un taxi, te aviso cuando llegue a casa, llámame cualquier cosa.

- Está bien, con cuidado por favor... - Pidió dándole un pequeño beso en la mejilla.

El ex-velocista se despidió de los demás presentes, explicando que comenzaba a sentirse indispuesto, por lo que regresaba a casa para tomar su medicina y descansar, teniendo por supuesto el total respaldo de sus invitados, quienes no dudaron en desearle mejoría, prometiéndole llevarle algo al momento de volver.

De esa manera, Kazemaru pidió un taxi por aplicativo que lo llevara hasta su domicilio, colocándose las gafas oscuras al momento de subirse para evitar que el taxista lo reconociera, no estaba en condiciones de conversar, firmar autógrafos ni tomarse fotos, pero lamentablemente olvidó sacar la gorra de la guantera de su auto, por lo que su cabello lo delató casi de inmediato, frustrando por completo sus ganas planes de relajarse durante el trayecto.

Por supuesto que él no sería grosero ni descortés para negarle una firma al chofer, sabía perfectamente que las personas solían quedarse con la primera impresión que veían de los famosos, porque evidentemente el señor no conocía la situación que él estaba atravesando, así que sin más remedio accedió a tomarse una foto con él y grabar un pequeño video para los hijos de este, pidiendo de favor que no divulgara su dirección, ofreciéndole unos cientos de yenes extras con tal de que mantuviera su discreción.

Al entrar en la casa, lo primero que hizo fue lanzarse boca abajo en el sofá, quitándose la liga para el cabello, dejando sus largos mechones celestes libres - Estoy exhausto... - Se dijo a sí mismo en voz baja, apretando con suavidad uno de los cojines que tenía cerca.

- ¿Está todo en orden, Kazemaru-san? - Preguntó alguien saliendo de la sala de trofeos de la casa.

- ... - ¿Qué demonios? Pensó el peliazul alarmado, reconocía esa voz a la perfección, levantándose de inmediato del sofá para comprobar quien era la persona que estaba dentro de su casa - ¡¿Qué mierd* haces aquí Miyasaka?!

- Tranquilícese por favor, solo vine a conversar - Afirmó con total naturalidad - ¿Podemos, cierto?

- ¡POR SUPUESTO QUE NO! - Exclamó furioso - ¡En este preciso momento voy a llamar a la policía! - Dijo mientras buscaba su celular entre sus bolsillos.

- No te muevas - Dijo acercándose a él y tomándolo por el cuello, apretando con fuerza - Solo vine a dejar algunas cosas en claro, así que...

- ¡LARGO DE AQUÍ! - Gritó a duras penas mientras le atinaba un puntapié en la rodilla, haciéndolo caer - No creas que soy el mismo chico de 15 años del que trataste de abusar en la secundaria - Afirmó dándole un golpe en el mentón - ¿Sabes? He estado esperando por esto desde que supe que fuiste tú el que le vendió información a mi padre para separarme de Endou - Empujándolo con el pie con fuerza.

- No pensé que tuvieras tanta fuerza... - Musitó mientras verificaba que no tuviera sangre en el rostro - No quiero pelear con usted, Kazemaru-san.

- Es una lástima, vete de mi casa porque a mí ganas de molerte a golpes no me faltan y si no te vas en este instante, te juro que lo haré - Declaró con frialdad.

- ¿No quieres escuchar lo que te vine a decir? - Preguntó levantándose del suelo y acomodándose 

- Por supuesto que no, no pienso perder más mi tiempo contigo - Suspirando tratando de calmarse - Miyasaka, vete.

- Está bien - Aceptó dirigiéndose a la puerta y saliendo de la vivienda - Luego no digas que no te quise advertir - Finalizó cerrando tras de sí.

El peliazul se asomó por la ventana, comprobando que el rubio se alejaba de su propiedad a paso ligero, parecía haber entendido el mensaje, por lo que un poco más calmado se recostó en el sofá nuevamente, pero esta vez para reflexionar sobre lo que había ocurrido, le costaba entender el nivel de obsesión que aquella persona tenía, pero sobre todo le aterraba el nivel de locura al que podía llegar con tal de conseguir sus objetivos - Él tiene razón... - Pensó recordando lo que su novio le dijo el día en que eligieron el local para la boda, Miyasaka era una persona peligrosa a la que no debían dejar actuar con libertad.

Estresado y sintiendo que sus malestares empeoraban por el sobresalto emocional que acababa de tener, decidió ducharse para relajar los músculos y poder dormir un poco, no sin antes claro cerrar todas las entradas con seguro, enviándole un mensaje al castaño informándole brevemente sobre lo ocurrido, pidiéndole que tenga cuidado.

El agua caliente cumplió su función, realmente le ayudó a despejar la mente, sentir como esta recorría todo su cuerpo mientras él reflexionaba y pensaba sobre lo que debía hacer tras el incidente con el rubio era una sensación extraña, por un lado sentía como sus piernas le rogaban recostarse para dormir pero su mente le exigía ir a buscarlo para encararlo, considerando que en su vida la única piedra en el camino era ese insoportable joven.

El aroma de las velas que tenía como decoración aligeraba mucho el ambiente del baño, por lo que terminó decidiendo que era mejor descansar, de esa forma no arriesgaba su salud un día antes de la boda - Esperé casi dos décadas por esto... - Se cerrando el grifo del agua - Miyasaka, no lo vas a arruinar - Afirmó mientras tomaba la toalla y se secaba superficialmente, saliendo de la ducha en busca de ropa holgada pero presentable, no quería ponerse la pijama tan temprano, pero realmente necesitaba dormir un poco, por lo que con la secadora comenzó con los cuidados para su cabello.

Al cabo de unos 20 minutos peinándolo y aplicándole una pequeña capa de productos de cuidado del cuero cabelludo, por fin se recostó en la cama, quedándose profundamente dormido casi de inmediato.

Endou recibió el mensaje pero disimuló su preocupación y molestia para no incomodar a Haruki y su familia, mucho menos a Ize, quien estaba muy emocionada con todo lo que veía, admiraba mucho la cultura japonesa y ahora que la había conocido en persona, sentía gran respeto por esta misma, por lo que le pareció de muy mal gusto arruinarles la salida con una noticia como esa, además no contaba con muchos detalles sobre lo sucedido, de modo que continuó con su labor de guía turístico.

Al llegar a casa, no esperó ni un segundo más para correr hacia su habitación, queriendo comprobar el estado del peliazul, encontrándose con una escena muy tierna, le fascinaba verlo descansar tan apaciblemente, así que en silencio se sentó a su lado para velar por él unos cuantos minutos más, tiempo que no duró mucho debido a que Kazemaru tenía el sueño ligero.

- ¿Cómo te sientes? - Preguntó al ver como su novio abría los ojos lentamente, estirándose para quitarse la pereza.

- Muchísimo mejor, dormir me hizo bien - Respondió sonriente - ¿Cómo les fue? ¿Se divirtieron?

- Por supuesto, todos quedaron fascinados con el museo de historia natural, tomamos muchas fotografías, luego te las mostraré - Aseguró mientras pasaba sus manos entre los largos cabellos de su amado - Explícame por favor que fue lo que pasó.

- Verás... - Kazemaru no omitió ni un solo detalle, incluso describió las expresiones faciales que el infiltrado había tenido durante su pequeña pelea - Básicamente fue eso.

- ¿Básicamente? Ichirouta, ese desgraciado se metió a nuestra casa, podríamos denunciarlo si quisiéramos y listo, asunto arreglado.

- Lo pensé, pero hay que hacerlo después de la boda ¿No crees? - Preguntó sentándose en la cama y recogiendo su cabello nuevamente con el coletero - Lo último que necesitamos es un escándalo en medio de la ceremonia, mucho menos queremos estar rodeados de fotógrafos y periodistas mañana...

- Vale, tienes razón - Aceptó suspirando - Pero esto no se va a quedar así, apenas pase nuestra luna de miel tomaremos medidas legales, no podemos dejar que siga haciendo lo que le de la gana.

Ambos estuvieron de acuerdo en que era hora de poner límites, si Miyasaka no lo entendía por las buenas, con palabras y acciones pacíficas, tendría que hacerlo porque la ley así lo dice, estaban dispuestos a usar todas sus influencias y recursos para zanjar de una vez los problemas con el rubio de ojos verdes, además no podía arriesgar a su futura familia, ellos planeaban adoptar niños lo antes posible, por lo que exponerlos a que un extraño malintencionado ingresara a su domicilio cada vez que quisiera sin permiso era un riesgo que no iban a correr.

Endou se encargó de preparar la cena y atender a los invitados, dándole un poco más de tiempo para que el peliazul se recuperara de los malestares, solo bajando al comedor cuando todo estuvo listo, compartiendo un grato momento en compañía de personas que eran realmente importantes para él, pero siendo interrumpido por la llamada telefónica de su padre, entrando a la oficina para poder conversar con él en privado y con calma.

- ¿Padre? ¿Ya está en el aeropuerto? - Preguntó sentándose en la silla de su escritorio.

- Así es hijo, ya pasé por todos los protocolos, solo estoy esperando abordar - Informó el señor de cabellos dorados - Calculo que llegaré a las 2 de la tarde, será tiempo suficiente para ir a un hotel a descansar y arreglarme para tu boda.

- Me parece bien, pero no olvide reservar solamente por unas horas, por la noche se alojará en mi casa, Haruki lo traerá porque bueno...  Ya sabe...

- Sí, sé que tendrás tu luna de miel con Endou - Dijo riendo suavemente - No te preocupes, agradezco tu amabilidad.

- Tenga mucho cuidado por favor, no dude en llamarme en caso de alguna emergencia.

- Estaré bien, no te preocupes tanto - Pidió con amabilidad - En Japón ya es algo tarde, deberías descansar, mañana es el gran día mi muchacho, tienes que prepararte desde temprano.

- Padre, me va a poner nervioso - Afirmó con la voz algo temblorosa - De por sí estoy tan emocionado que siento que mi corazón se va a salir de mi pecho en cualquier momento.

- Ya están llamando a los pasajeros de mi vuelo, cuídate mucho, estoy ansioso por verte en el altar.

- Gracias, lo veo pronto - Dijo el peliazul sonriendo - Buen viaje.

- Te quiero, Ichirouta, un abrazo - Finalizó el señor de cabellos dorados, cortando la llamada.

Kazemaru sentía que la alegría no le cabía en el cuerpo, escuchar a su padre profesarle cariño era de las cosas más bonitas que la vida tenía para ofrecerle, realmente adoraba sentirse amado por su progenitor, más aún cuando recordaba el largo camino que recorrió para llegar hasta eso.

Cuando Endou lo vio salir del estudio que tenían en casa, supo de inmediato por la sonrisa tierna y embobada que tenía su novio que la llamada de su suegro había sido satisfactoria en toda la extensión de la palabra, por lo que no hizo preguntas, si bien quería saber de lo que hablaron, pensó que sería mejor conversarlo en privado, así que se limitó a recoger las cosas, limpiar la mesa y encargarse de acomodar a los visitantes en sus respectivas alcobas para que descansaran.

Una vez la pareja estuvo a solas en la habitación, se pusieron las pijamas y se acomodaron en la cama, abrazándose mutuamente, fue entonces en que él quiso preguntar, pero el peliazul se le adelantó y comenzó a contarlo todo con lujo de detalles sobre la llamada telefónica que había mantenido con su padre.

- Mañana a esta hora ya estaremos casados - Dijo con ilusión el ojiavellana, aferrándose a la camiseta del chico de la banda naranja - No puedo esperar más... - Dando un bostezo.

- Te amo - Profesó el castaño, besando la frente de su novio, cubriéndolos con las sábanas para que pudieran descansar, notando como su amado parecía haberse quedado dormido en cuestión de segundos, cerró los ojos para poder ir al mundo de Morfeo también.

Continua a leggere

Ti piacerà anche

51.4K 7.4K 55
Tener que ver a su padre luego de haber sido abandonado por el mismo a una corta edad era quizás lo más duro que Shinso Hitoshi había vivido. Aún se...
72.6K 4.2K 53
Los signos aun siendo sólo ellos mismos. Libra: A veces me gustaría haber escuchado lo que Capricornio me dijo. Tauro: ¿Por qué? ¿Qué te dijo? Libra:...
16.5K 1K 7
canciones que relaciono con parejas, de SpainRP, Infames (no hubo casi nah), Marbella y London x Gustabo/Toni. (Gustoni) También incluyen otras shipp...
27.8K 2.9K 85
𝐷𝑖𝑎𝑟𝑖𝑜, 𝑐𝑟𝑒𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑜𝑦 𝑒𝑛𝑎𝑚𝑜𝑟𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑐𝑢𝑎𝑡𝑟𝑜 𝑖𝑚𝑏𝑒́𝑐𝑖𝑙𝑒𝑠 [@NEGANB0LUDO ex user] ACTUALIZACIONES RÁPI...