¿Fácil? ¡No! (Completa)

By IchiroKaze

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Tras unas brillantes carreras como deportistas, el grupo de amigos conformado por 4 parejas, regresan a la ci... More

Prólogo - Retiro
El Fuego y el Hielo
Cicatrices
Cabellos celestes
Pequeño Kariya
Fotografías
Hijos
Secuestro
Despedida
Melena
Tiempo
Heredero
Anillos
Imperio Kumush
Condición
Arritmia
Adiós Canadá
Café
Gripe
Envidia
Decisiones
Calendario
Parte 1
Parte 2
Crueldad
Si sabes correr, hazlo
Accidente
Los dos faltantes
Niños
Daigo
Temporal
Un buen amigo
Diez
Sinceridad
Sol
Impacto
Aúpa Capitán
Irreconocible
Quiebre
Cambios
Señor Swift
Frente a Frente
Arakumo
Tíñete de rojo
Epílogo: Campo De Abejas
Final alternativo

Copo de Nieve

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By IchiroKaze

Dos semanas después del regreso, la vida de todos parecía volver a su normalidad lentamente, cada pareja se encontraba en casa preparándose para las fiestas de fin de año, pero unos días antes tenían un compromiso importante, el más relevante del mes de diciembre.

Fubuki cumplía años, pero este no había querido celebrarlo durante dos años consecutivos debido a que extrañaba a Kazemaru, recordando la promesa de siempre verse en sus cumpleaños, por lo que no sentía que fuera correcto faltarle al juramento cuando su mejor amigo había sido secuestrado, pero con el regreso del peliazul, el albino estaba más que emocionado por festejarlo, principalmente porque sería la primera fiesta que harían con el pequeño Yukimura.

El delantero de fuego se encontraba arreglando la casa en compañía del pelimorado, la decoración que habían elegido iba a ser bastante infantil, no le importaba realmente que su casa se llenara de globos y papeles de colores con tal de ver a su hijo feliz.

- Hyouga, pásame por favor la cinta adhesiva - Pidió el goleador.

- Papá ¿Van a venir Masaki y Takuto? - Preguntó el pequeño mientras le alcanzaba lo pedido al de cabellos parados.

- ¡Claro que sí! ¿Quién se comerá todos esos dulces si no?

- Midorikawa-san... ¡Él come muchos dulces! ¡Y también ama el helado como yo!

- ... - Mentalmente el rubio se reía, le sorprendía que a tan corta edad, el infante ya se diera cuenta de algunas actitudes que tenían sus amigos, pero al mismo tiempo le ponía celoso que su hijo amara todo lo relacionado a la nieve y el frío, tantas veces soñó verlo realizando el Tornado de Fuego, pero este parecía estar más fascinado con la Eterna Ventisca, pero siempre cuando él fuera feliz, todo estaba bien - Bueno punto... De todas formas tus amigos vendrán, así que como dueño de casa, tienes que ser buen anfitrión Hyouga.

- ¡Sí! - Exclamó feliz, echando a correr hacia su habitación.

La ternura del pequeño pelimorado le había robado el corazón de una forma inexplicable, adoptar y formar una familia con el albino había sido la mejor decisión de toda su vida, recordaba como cuando iba en la secundaria tenía miedo de confesarle su amor al peliplata, pero con suerte y algo de ayuda de la pareja EnKaze, logró hacer que este lo aceptara como pareja.

Desde un comienzo, su relación tuvo que afrontar el hecho de que sus personalidades eran demasiado diferentes, el fuego y el hielo no suelen complementarse, pero en este caso en particular lo hacían de una manera extraña, incluso podía decirse que se sobrellevaban en muchas situaciones, pero una vez todo explotó en forma de una discusión acalorada.

Aquella pelea los dejó al borde de la ruptura, siendo ese día en que Goenji sintió por primera vez miedo al ver que realmente podía perder a Fubuki, viéndolo hacer incluso una maleta para irse a España a refugiarse con su mejor amigo, lo que solo empeoró su pánico.

Su amor le gritaba y rogaba que fuera detrás de él, tenía que hacer hasta lo imposible por retenerlo y hacer que conversaran, solo así arreglarían el problema, pero su orgullo le decía que no, que él tenía la razón - "Eres el goleador de fuego, no tienes por qué pedirle disculpas a nadie, él está equivocado" - Por lo que una guerra mental se desató en su cabeza, por suerte para él, los sentimientos por el albino fueron más fuertes, haciendo que lo alcanzara antes de que este cruzase la puerta.

Para Fubuki, ver como Goenji hacía a un lado todo su orgullo fue más que suficiente para que aceptara quedarse a tratar de solucionar sus riñas, realmente se encontraba fastidiado por el comportamiento narcisista que estaba comenzando a tener su esposo, pero por más que intentó lidiar y sobrellevar eso, en algún punto, fue insoportable. Con suerte para él, se había casado con alguien que le bajaría la luna y las estrellas si se lo pidiese, razón por la cual fue bastante sencillo ponerle algunas condiciones que creía necesarias para mejorar su convivencia.

Con el pasar de los años, ambos habían aprendido a amarse y respetarse, llevando su relación cada vez mejor, aunque claro, las típicas discusiones de pareja solían darse cada cuanto, era imposible evitarlas pue ninguno era perfecto, pero al menos podían presumir que con trabajo habían logrado hacer que el hielo y el fuego se complementaran.

Siendo casi las 03:00 pm, el primero en llegar fue obviamente el mejor amigo del cumpleañero, trayendo consigo todas las botanas, bebidas e incluso la tarta.

- ¿Dónde estacionaste la moto? - Preguntó el rubio, ayudándole a cargar las compras - ¿Pudiste con todo tú solo?

- La estacioné en la puerta de tu garaje y claro que pude solo ¿Quién me crees? - Reclamó sonriente - Mamoru me envió un mensaje, está en el cine con Shirou, tardarán un par de horas en volver, tiempo suficiente para que terminemos de decorar y que los demás lleguen... Sigo sin entender porque tenemos que distraerlo cuando él está enterado de esta fiesta sorpresa.

- Créeme que si no le tiré un balonazo a tu novio fue porque te pusiste enfrente y a ti no te puedo hacer nada porque sigues con anemia - Dijo chasqueando la lengua - No puedo creer que Endou sea tan cabeza de guanábano como para decírselo.

- Se le escapó - Comentó riendo - Bueno, comencemos de una vez... ¡Hola Hyouga! - Exclamó viendo al pequeño asomarse por el pasillo - ¿Cómo has estado? ¡Te traje un regalo!

- Anda hijo, recibe lo que Kazemaru te ha comprado - Llamó con cariño al pelimorado, el infante todavía desconfiaba un poco del "nuevo" amigo de sus padres, solo lo había visto el día en que fue a esperar a la pareja de temperaturas extremas al aeropuerto - No tengas miedo, él es una buena persona ¡Es el novio de Endou!

- ¿De Endou-san...? - Escuchar el nombre del adulto de la banda naranja lo tranquilizó, él siempre jugaba fútbol con él, por lo que lentamente se acercó al peliazul - ¿Cómo se llama usted...?

- Soy Kazemaru Ichirouta - Respondió sonriente - ¿Quieres saber que te he traído? Me dijeron que te gusta mucho el fútbol soccer...

- ¡Sí! ¡Me encanta!

- ¡A mí también! Jugué con tus padres antes - Afirmó mientras buscaba en su mochila el presente - ¿Sabes qué es esto?

- ¡Botines nuevos! - Exclamó ilusionado - ¡¿Son para mí?!

- Por supuesto, ya me enteré que quieres ser delantero al igual que tu padre - Mirando al rubio - Entrena mucho Yukimura, verás que incluso los superarás - Entregándole el regalo.

- Hyouga ¿Qué se dice? - El pelimorado estaba en la edad de aprender los modales más básicos, por lo que como un tutor responsable, el goleador de fuego vigilaba que este mostrara su educación en cada oportunidad.

- ¡Gracias! - Abrazando al peliazul y luego echando a correr hacia su habitación - ¡Papá! ¡Voy a jugar afuera para probar mis botines!

- ¿Un delantero de hielo, eh? Será interesante verlo - Dijo el ojiavellana viendo como su presente había sido bien recibido - Es un encanto, ha crecido mucho en estos años...

- Ni lo menciones, cada día es más activo y despierto, ya está por entrar al pre-escolar... Por cierto, mientras arreglamos todo, cuéntame por favor ¿Fueron al hospital de Tokio?

- Sí, hace dos días... - Tomando las botanas y dirigiéndose a la cocina para buscar bandejas - Me hicieron nuevos exámenes para saber mi estado actual.

- ¿Qué te dijo el doctor? ¿Cuál es tu condición ahora?

- Peor que la primera vez... Mamoru se desanimó bastante al escucharlo, pero al menos ya comencé con las pastillas, en un mes me evaluarán nuevamente.

- Entiendo, esperemos que todo salga bien... ¿Y la boda? Endou me dijo que todavía no quería retomar los preparativos.

- Ah eso... Sí, la verdad es que por más que le insistí, quiere asegurarse de estoy mejorando... Yo no quiero aplazarlo más, hemos esperado casi dos décadas por eso - Dijo algo desanimado - Entiendo que se preocupe por mí, sé que mi salud no ha sido buena desde que el accidente, pero eso no significa que tengamos que posponer nuestros planes.

- ¿Quieres que hable con él? Estoy de tu lado, concuerdo en que no es bueno retrasar las cosas, pueden casarse y aún así seguir con tu tratamiento.

- ¡Eso mismo digo yo! Pero Shirou lo apoya a él, que dilema... Bueno, basta de temas deprimentes ¿Dónde coloco la piñata?

- ¿Piñata? ¿Compraste una? ¡¿Qué edad crees que tenemos?!

- ¡Fue idea de Midorikawa! Y a mí me pareció interesante, además los niños lo disfrutarán por la forma que tiene - Dijo mientras se iba en dirección al garaje, regresando con un balón de fútbol de papel y cartón - ¡Es una pelota!

- Si no fueras mi amigo, ya te habría lanzado un balonazo.

Ambos comenzaron a decorar el resto de la casa, parecía incluso una fiesta infantil por el número de dulces que habían en la mesa, pero eso era lo de menos, la temática de los colores azules y blancos le daba el toque exacto de elegancia, aunque eso fuera irrelevante debido a que sería una reunión a puertas cerradas. Una hora después, los demás miembros comenzaron a llegar, armándose un alboroto al juntar a los niños, quienes gritaban y corrían emocionados por toda la casa con el balón de fútbol, de vez en cuando haciendo una parada para comer algún chuche o tomar refresco.

- ¿Qué película fueron a ver que demoran tanto? - Preguntó el castaño de ojos verdes mirando la hora en su reloj de mano, notando la expresión de risa contenida en el rubio y el peliazul lo entendió todo - No me digan... ¿Alquilaron la sala y fueron a ver "Un Balón Feliz"?

- ¿Cuántas veces la han visto ya? - Dijo el estratega de las rastas.

- No creo que lleven la cuenta de eso - Agregó el peliverde - Después de todo, es la película por excelencia... Siempre la ven, aunque no me molesta, es bastante graciosa.

- ¿Te parece gracioso que el balón se desinfle? - Dijo Fudou - Si es el caso, estamos de acuerdo lechuga - Volteó a ver al peliazul - ¿No tienes noticias? ¿Te envió algún mensaje tu novio casi esposo?

- Estás creativo con los apodos, pandillero - Respondió revisando su celular - Y sí, dice que ya están cerca así que debe ser cuestión de minutos el que lleguen.

En ese momento, se escuchó como en la cocina unas voces agudas gritaban espantados, haciendo que todos los adultos se levantaran de inmediato a ver que es lo que había sucedido, encontrándose con tres infantes cubiertos de pastel sentados en el suelo, con la más pura inocencia y miedo en sus ojos.

- ¡No es lo que parece! - Gritó el peligris asustado - Estábamos tratando de alcanzar los refrescos - Explicando con sus manitas como es que se habían trepado uno encima del otro para llegar a la parte más alta de la encimera.

- ¡Es su culpa por no darnos pastel! - Exclamó el peliteal chasqueando la lengua, haciendo que a sus padres se les cayera la mandíbula al suelo por escucharlo hablar así - Ahora que se cayó ¿Podemos comerlo?

- ¡Claro que no! ¡Masaki! ¡Ven aquí ahora mismo! - Dijo el pelirrojo, haciendo que el pequeño caminara en silencio hasta ahí - Vamos a limpiarte y conversar seriamente sobre esto, anda, ven - Tomándolo de la mano y sacándolo de la escena.

- ¡Espera Kiyama! - Se apresuró en decir Midorikawa mientras salía corriendo tras su esposo y su hijo.

- ¿Y bien? ¿Qué tienes que decir Takuto? - Preguntó el castaño de ojos verdes desafiante.

- ... - El menor se levantó, quitándose la crema del rostro, miró a sus padres con los ojos llenos de lágrimas - Lo siento... - Luego apretó los puños y se acercó al goleador de fuego - Perdón Goenji-san, no quería arruinar la fiesta, lo siento mucho - Haciendo una reverencia.

- No te preocupes, podemos comprar otro pastel - Le respondió sonriente el rubio, acariciándole la cabeza.

- Camina enano, hay que limpiarte - Dijo Fudou saliendo de la escena en dirección al baño, siendo perseguido por peligris que corría para alcanzarlo - Yuuto, trae su ropa de recambio que dejamos en el auto por favor.

- A veces no sé si es muy estricto o cariñoso - Susurró sonriente al resto de miembros mientras iba a hacer lo solicitado.

- Usted no se salva muchachito - Dijo fuerte y claro el goleador, viendo como de reojo, el pelimorado trataba de huir de la escena - Acabas de tirar el pastel de papá Shirou ¿En qué piensas que le vamos a cantar el feliz cumpleaños ahora?

- ¡Pero usted dijo que podríamos comprar otra! - Exclamó el niño, pero antes de que pudiera decir algo más, escuchó como la puerta principal se abría, anunciando la llegada de su padre - Llegó...

- No te preocupes Goenji, voy ahora mismo a comprar otro pastel - Comentó el peliazul - Son niños, seguramente estaban demasiado impacientes - Agachándose junto al pequeño - Quédate tranquilo Yukimura, yo limpiaré esto y traeré otra tarta, anda con tu papá para que te cambie de ropa y estés guapo para la fiesta.

- ¡Gracias Kazemaru-san! - Respondió emocionado, abrazando al mayor, pero dándose cuenta al instante que había manchado la camisa de este con crema - ¡Lo siento! No quería ensuciarle...

- Mmmm... - Dijo tomando un poco de crema con su dedo y llevándola a su boca - Ahora estoy delicioso ¿No crees? - Viendo como el infante se echaba a reír - No pasa nada pequeño.

- ¿Qué está pasando aquí? - Preguntó el albino nada más entrar, analizando la situación, no era muy difícil deducir lo sucedido, por lo que una gran risa salió de su boca - ¿Qué hiciste Hyouga?

- Vamos a cambiarlo, ahí te contaré todo - Dijo el goleador de fuego - Camina Hyouga, a tu habitación.

El pequeño pelimorado salió disparado hacia el segundo piso, dejando a solas a la pareja del ex-velocista y el castaño de la banda naranja en la cocina, quienes se pusieron a limpiar el desastre causado.

El plan sería ir a casa a cambiarse de camisa porque esta tenía manchas y restos de pastel, luego pasaría por la tienda para comprar una nueva tarta y regresar, todo eso en menos de media hora, por lo que el castaño estaba preocupado, no le gustaba en lo absoluto que su novio manejara tan rápido la moto, pero no pudo hacer nada para detenerlo, siendo consciente de la terquedad que el peliazul tenía, así que solo le deseó suerte y se quedó en la cocina, aseando el caos azucarado.

En el segundo piso, el albino no dejaba de reírse con la historia de su pequeño, le enternecía que entre los tres infantes idearan una forma de subirse a la encimera para tomar un trozo de pastel mientras nadie los veía. Claro que lo regañó por su imprudencia, no podía dejar pasar ese tipo de comportamientos, sobre todo porque él y el rubio tenían muy en claro el tipo de hijo que quería criar, con actitud similar a la de ellos.

- Shirou, él fue el de la idea - Le susurró al peliplata - No debería comer más dulces por hoy, como castigo.

- Vamos Shuuya... Es mi cumpleaños, hablemos de eso mañana - Pidió abrazándolo - Ya lo regañamos suficiente por hoy, mira nada más como está todo achicopalado en su cama.

- Achicopalado, me suena graciosa esa palabra - Dijo aguantando la risa - ¡Yo no sé porqué se pone así! Si yo hubiera hecho eso a su edad, mi padre me hubiera dejado sin jugar fútbol un mes.

- Y por eso te volviste un amargado que quiere sermonear demás a un pequeño tan lindo - Comentó con sarcasmo - Anda Shuuya... Hablaremos con él después ¿Sí?

- Está bien, pero solo porque es tu cumpleaños copo de nieve - Respondió resignado, la única persona capaz de controlarlo de esa manera estaba aprovechando la situación para salvar al pelimorado - Me pregunto como estará Masaki... Hiroto se veía realmente molesto.

- Midorikawa-kun está ahí, dudo que lo castiguen... A mí el que me preocupa es Takuto-kun, con el carácter de Fudou... Es capaz de hacerle decir cien veces "No debo portarme mal" antes de dejarlo volver a jugar.

- ¿Puedo volver a la fiesta...? - Preguntó tímidamente Yukimura - En serio lamento haber tirado el pastel...

- ... - La segunda persona capaz de dominarlo estaba haciendo uso de su puchero, Goenji no tenía forma de decirle "no" cuando ponía esa cara - Hyouga ¿Te vas a portar bien?

- ¡Lo prometo! - Exclamó alegre.

- Si me das un abrazo, puedes bajar - Dijo el albino, agachándose para recibir a su pequeño, quien emocionado corrió para demostrarle su afecto - Así me gusta, pero no hagas más travesuras por hoy.

Tras eso, el infante echó a correr hacia el primer piso, esperando ansioso volver a jugar con sus amigos, quienes también habían sermoneados, encontrándose con el peliteal, quien sostenía un balón de fútbol, listo para salir al patio a practicar - ¿Y Takuto? - Preguntó buscándolo con la mirada.

- Allá - Señalando el sofá, donde el mencionado se encontraba sentado al lado del castaño de ojos verdes, sujetándose del brazo del mayor - Está castigado hasta que no consigan un nuevo pastel...

Fudou no iba a tolerar que su hijo se comportase de esa manera en una casa que no era la suya, mucho menos que se ensuciara al punto de tener que cambiarle de ropa e incluso lavar parte de sus grises cabellos, por lo que le prohibió terminantemente al pequeño moverse de su lado hasta que Kazemaru regresara, porque si el ex-velocista no lograba comprar un nuevo pastel, estaría en serios problemas.

Una regla no escrita pero bien sabida por todos era no interferir en la crianza de los demás, solo tenían permitido decir algo o contradecirlos en el caso de que realmente fuese un castigo o sermón extremo, pero como no era el caso, nadie contradijo al "pandillero" del grupo.

Aproximadamente 45 minutos después, el peliazul había regresado con la tan esperada tarta, liberando del castigo al joven prodigio musical, quien radiante se apresuró en alcanzar a sus amigos, no sin antes disculparse nuevamente con la pareja de temperaturas extremas y agradecerle al ex-velocista el haberse tomado las molestia de ir por un nuevo pastel.

- ¡Shirou! ¡Traje vodka de limón! - Gritó el ojiavellana, mostrando el par de botellas - Las dejé en casa por accidente, ahora que pasé por ahí para cambiarme la camisa, aproveché para traerlas.

- ¡Qué delicia! - Exclamó feliz, tomando las bebidas y llevándolas al refrigerador.

- Aunque la mona se vista de seda... Mona se queda, par de borrachos - Comentó riendo el peliverde - De verdad que les encanta ese trago.

- ¡Que comience la fiesta! - Dijo el portero, alcanzando al albino y colocándole una corona - ¡Es tu día Fubuki! ¡Vamos a pasarla bien!

Con la música, se dio inicio a la celebración, que por supuesto tuvo que comenzar con el juego favorito del estratega de las rastas, quien no se quedaría tranquilo hasta saciar su sed de ser el banquero en los juegos de mesa, ganando de manera aplastante y dejando en banca rota a los demás.

- ¡Tramposo! ¡Compraste todas las propiedades de color verde! ¡Por ahí no se puede pasar! - Exclamó furioso Fudou, entregando sus últimos billetes de colores.

- Se le llama ES-TRA-TE-GIA - Dijo con burla - Deberías conocerla bien ¿O es que soy mejor que tú?

- ¡Tú te lo buscaste! - Gritó antes de lanzarse sobre él, haciendo que ambos cayeran al suelo - ¡Entrégame esa propiedad Yuuto! - Forcejeando por un pequeño trozo de cartón impreso.

Los demás solo miraban con gracia lo competitivo que podía llegar a ser el mediocampista hasta en los juegos más inocentes, todos menos Midorikawa se reían, el peliverde había sido el primero en perder y por consecuente, tocaba castigo.

- Bien... Ahora que calmamos a Fudou - Mirándolo amarrado en un lado del sillón - ¿Qué tendrá que hacer nuestro querido amigo? - Observando con un brillo terrorífico al ojinegro.

- ¡Que no coma ni un solo dulce en lo que resta de fiesta! - Exclamó el rubio.

- ¡NO SEAS CRUEL! ¡ESO ES INHUMANO! ¡NO TIENES ALMA! ¡NO TIENES CORAZÓN GOENJI! - Dijo el chico de los proverbios al borde del llanto - Kiyama... ¡NO LO PERMITAS!

- ¡A LLORAR AL VALLE! ¿Quién te manda a perder tan rápido? - Dijo el pelirrojo bromeando, para luego abrazarlo y reír.

- Vamos chicos... ¿No les parece un poco extremo? - Comentó el peliazul, ganándose la mirada juzgadora de todos - Eh... ¡Ni lo piensen! - Él conocía perfectamente esa expresión, significaba que estaban por meterlo en algún loco plan - ¡Yo quedé tercero! ¡No es justo!

- Decidido, Kazemaru y Midorikawa harán el castigo del oso de peluche - Dijo el de rastas.

- ¡NI SE TE OCURRA KIDOU! ¿¡SI QUIERAN HAN TRAÍDO ESAS COSAS?! - Reclamó el ex-velocista aterrado.

- Yo lo tengo en mi auto, supuse que esto podía pasar - Respondió, levantándose en dirección al garaje, regresando al cabo de un par de minutos con un par de osos sin relleno, entregándole uno a cada uno de los "perdedores" - No pierdan tiempo, todavía tenemos muchas cosas por hacer, comiencen de una vez.

El ya dicho "Castigo del oso de peluche" consistía en que ambas víctimas entrarían en el oso sin relleno, comenzando una lucha libre hasta que alguno se rindiera, el perdedor de esa competencia entraría a una bañera congelada durante 5 minutos estando solo en traje de baño.

- Que suerte que compré mucho hielo - Dijo el rubio, chocando puños con el estratega - Mientras se ponen los disfraces, voy a llenar la tina con agua y hielo.

- Lo tenías todo planeado... Cara de papaya - Musitó el peliverde, entrando en su traje - Prepárate Kazemaru, te voy a reventar, no pienso congelarme hoy.

- Yo no pienso participar, no he perdido, incluso estuve a nada de quedar en segundo lugar así que... ¡Eh! ¡Mamoru! ¡Suéltame! ¡Kidou! - En ese momento, fue tomado por los brazos, siendo forzado a entrar en el disfraz esponjoso - ¡Esto es injusto! - Dijo molesto una vez estuvo listo.

- Peleen sin piedad - Dijo Fudou una vez fue liberado del amarre - ¿Lista la bañera Goenji? - Preguntó nada más ver como el rubio regresaba, observando la confirmación - Perfecto ¡Comiencen!

- ¡Midorikawa! ¡Por favor! ¡Piénsalo mejor! ¡Paz! - Pidió el peliazul, sin embargo su amigo no lo escuchó y lo embistió, haciéndolo caer - ¡TÚ LO PEDISTE CABEZA DE HELADO!

Ambos osos comenzaron una acalorada guerra, golpes y patadas de peluche volaban por toda la sala, en medio de gritos eufóricos de los demás, quienes se dividían en los que apostaban por el velocista y los que creían que el chico de los proverbios saldría triunfante de la guerra.
Más de una vez, ambos cayeron al suelo y fueron aplastados al más puro estilo Kabeyama, pero ninguno pensaba ceder, el miedo a congelarse era mayor a la inminente falta de oxígeno que había dentro de los disfraces.

Tras numerosos choques, el peliverde se hizo con la victoria - Prepárate para congelarte, Kazemaru-kun - Dijo mientras se quitaba el traje y tomaba aire, estirándose en el suelo exhausto - No puedo creer que le gané... ¡Yo gané Kiyama! 

- Lo hiciste bien Ryuuji - El pelirrojo se acercaba a su esposo y lo ayudaba a levantarse, tomándolo de la mano - Es la mejor pelea de osos que he visto, ninguna era tan buena desde la que tuvieron Endou y Goenji.

- No puede ser... ¡YO NI SIQUIERA PERDÍ EN EL JUEGO PRINCIPAL! - Exclamaba el peliazul, lamentándose por su congelado destino - Estamos en pleno invierno... Si me enfermo será culpa de ustedes, maniáticos - Agregó mientras se levantaba - ¿De dónde sacaré un traje de baño ahora? No traje nada porque no pensé que esto ocurriría.

- No te preocupes Ichirouta, yo te presto uno - Dijo feliz el albino - Ten - Extendiendo unos shorts azules con diseño de copos de nieve - Lo traje porque tanto a ti como a Midorikawa-kun les debería quedar el mío.

- Gracias Shirou... - Dijo recibiendo la prenda, suspirando resignado - Bien...

- ¡Todos al baño! ¡Que alguien traiga el cronómetro! - Exclamó Fudou - ¿Tienes algo caliente para que le podamos ofrecer cuando acabe el castigo? - Le preguntó al peliplata en voz muy baja, en el fondo le preocupaba que a causa de la anemia y la arritmia, algo resultase mal, sin considerar que estaban en pleno invierno, por lo que la confirmación del dueño de casa lo tranquilizó.

Todos dejaron que el ex-velocista se cambiara tranquilo, una vez recibieron la señal, ingresaron expectantes al baño y alistaron las cámaras - ¿Estás listo Kazemaru? - Preguntó el goleador de fuego, mostrando en su mano la pantalla de su celular con el temporizador.

- Más listo que tú cuando perdiste con Mamoru, creo que podré tolerar mejor el frío - Respondió con algo de burla, mirando con temor la bañera, observando los cubos de hielo flotar - Ahí voy... - Entrando con cuidado y sentándose, al cabo de unos pocos segundos sintió como sus extremidades comenzaban a dormirse, le costaba moverse y parecía que pronto se volvería de piedra por lo rígidos que estaban sus músculos.

- Vaya carita he - Se reía el castaño de ojos verdes, viendo la expresión de frío que su amigo tenía - Endou ¿Esto no le hace daño, o sí? - Preguntó en voz baja.

- Creo que no... No lo sé, en todo caso, tengo listo el número de la ambulancia - Respondió mostrando su celular - En caso pase algo, lo llevaré de emergencia al hospital.

- Hombre precavido vale por dos - Comentó el peliverde en susurros, habiendo escuchado la mini conversación de sus amigos.

Kazemaru se miró las manos y vio como parecían querer cambiar de color, a uno azulado como su cabello, señal de que su temperatura había descendido más de lo que una persona debería permitir, pero viendo el cronómetro, todavía le quedaban 3 minutos de castigo, por lo que tomó aire y lo contuvo en sus pulmones, rogando que esto le diera algo de calor internamente, pero sin conseguirlo seguía temblando - Yo - yo... No se los vo-voy a per-dodonar... - Reclamó titubante.

- ¡Ahora sí eres el Huracán Azul! - Dijo el estratega riendo - Aguanta un poco más, ya falta poco.

- Kidou... ¿No crees que nos estamos pasando? Estamos en invierno... - Musitó el pelirrojo - Además él está enfermo, puede que no sea tan buena idea seguir con esto... Quizá deberíamos parar.

- No te preocupes Hiroto - Respondió en voz muy baja para asegurarse que el peliazul no lo escuchara - Estoy pendiente de todo, si veo que se pone mal, lo sacamos de inmediato.

Cuando el tiempo por fin terminó, sus extremidades ya no le respondían, no sentía la mitad de su cuerpo, por lo que necesitó la ayuda de su novio y el albino para salir de la bañera - ¡SAL-SALVAJES! - Exclamó molesto, siendo cargado por el castaño de la banda naranja en dirección al segundo piso, envuelto en una toalla - Es-espera a que regrese Mi-Midorikawa... ¡Me las vas a pagar!

Aproximadamente quince minutos después, la pareja volvió junto al resto, quienes no contenían la risa por todo lo sucedido, pero claro que el peliazul se vengó, estampándole en la cara un balonazo al más puro estilo de su amigo rubio, haciendo caer a su amigo fanático de los proverbios al suelo, quien no se quejó porque era consciente de que ese castigo debió afrontarlo él, teniendo suerte de que el estratega hubiera planeado la batalla de los peluches.

Tras eso, en compañía de los infantes, quienes ya estaban agotados y a punto de quedarse dormidos, decidieron que era buen momento para cantarle un feliz cumpleaños al peliplata, quien aún con su corona en la cabeza, tomó en sus brazos al pequeño pelimorado, en medio de aplausos y buenos deseos, sopló las velas.

Luego subió hasta la alcoba del menor y lo acostó, viendo como los otros padres hacían lo mismo en las habitaciones de huéspedes, por lo que estando "libre" de los niños, se dio rienda suelta a la parte de la fiesta que más le gustaba, tomar con sus amigos mediante algún juego de ruleta o apuestas.

- Lo siento, ahora vuelvo, me llaman del trabajo - Dijo el goleador de fuego, levantándose y caminando hacia un apartado de la casa - ¿Sí? - Contestó, escuchando atentamente, sorprendiéndose por lo que le decían - ¿Están seguros? El lunes en la oficina me haré cargo de eso, gracias por avisarme - Colgando preocupado y volviendo con el resto.

- ¿Todo en orden? Te ves pálido Goenji - Preguntó el pelirrojo.

- Sí, no es nada, gracias por preocuparte Hiroto.

Al albino no le había convencido en lo absoluto la respuesta de su esposo, pero con la visita de sus amigos no era momento de hacer reclamos, mucho menos una escena en la que cuestionaba el porqué estaba mintiendo. La verdad es que no le gustaba para nada que el rubio trabajara en el sector deportivo de la asociación juvenil de fútbol, siempre volvía a casa bastante estresado y molesto, sobre todo porque se rumoreaba que los altos mandos querían establecer y renovar su área, llamándola "Sector V", para regular el fútbol, cosa que irritaba mucho al de cabellos parados, por lo que se encontraba trabajando arduamente para evitar que eso ocurriera.

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