¿Fácil? ¡No! (Completa)

By IchiroKaze

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Tras unas brillantes carreras como deportistas, el grupo de amigos conformado por 4 parejas, regresan a la ci... More

Prólogo - Retiro
El Fuego y el Hielo
Cicatrices
Cabellos celestes
Pequeño Kariya
Fotografías
Secuestro
Despedida
Melena
Tiempo
Heredero
Anillos
Imperio Kumush
Condición
Arritmia
Adiós Canadá
Copo de Nieve
Café
Gripe
Envidia
Decisiones
Calendario
Parte 1
Parte 2
Crueldad
Si sabes correr, hazlo
Accidente
Los dos faltantes
Niños
Daigo
Temporal
Un buen amigo
Diez
Sinceridad
Sol
Impacto
Aúpa Capitán
Irreconocible
Quiebre
Cambios
Señor Swift
Frente a Frente
Arakumo
Tíñete de rojo
Epílogo: Campo De Abejas
Final alternativo

Hijos

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By IchiroKaze

Después de que Endou le contara a Kazemaru todo lo ocurrido con Miyasaka el fin de semana, el peliazul tuvo más claro que nunca que tenían que casarse lo antes posible, porque aunque sonara cruel de alguna forma, quería matar cualquier esperanza que tuviera el rubio sobre volver a relacionarse con él. Deseaba fervientemente que este se alejara de sus vidas, no podía tolerar que tratara de esa manera a su amado cabeza de balón, le irritaba que este su hubiese sentido culpable a causa del resentimiento y envidia que tenía en su interior el menor de ojos verdes.

Se contactó a una agencia especializada en la organización de eventos para que los orientaran y ayudaran a planear el gran día, por lo que no pensaba escatimar en gastos cuando de celebrar su unión con el castaño se trataba.

En un par de semanas más se realizaron más reuniones para conocer a los nuevos miembros de las familias de sus amigos, quienes habían adoptado niños del Sun Garden con la ayuda y gestión de Hiroto.

Goenji y Fubuki se habían vuelto los guardianes de un pequeño de tan solo 8 meses, este se llamaba Yukimura Hyouga y había perdido a su familia a causa de un accidente automovilístico, quedando bajo tutela de una pareja de acogida, pero los servicios sociales descubrieron que solo habían aceptado tener al pequeño para recibir el apoyo económico del gobierno, por lo que fue de inmediato trasladado al orfanato.

El delantero de fuego quedó fascinado a primera vista con el niño por sus cabellos morados y ojos turquesas que hipnotizaban - ¡Tiene una gran presencia como yo! - Exclamaba bastante emocionado - Shirou, tiene que ser él.

- De acuerdo - Respondió sonriente el albino - A mí se me hace adorable... ¿Hyouga Yukimura he? Me gusta su nombre.

Por otro lado, Fudou y Kidou habían debatido durante una semana entera el si adoptar un niño o una niña, puesto a que el castaño de ojos verdes quería criar a una mujer empoderada y fuerte, con una actitud parecida a la suya para que nadie nunca se pasara de listo con ella, mientras que el de rastas quería un varón para hacer de él un caballero, el joven más educado y cortés del país, pues había visto en primera persona a los patanes que pretendieron a su hermana durante años y quería que su hijo sea un ejemplo para la próxima generación.

Ambos castaños tenían puntos a su favor, además de ser orgullosos y perseverantes cuando de conseguir lo que se proponían se trataba, pero la carta triunfal de Kidou era la promesa de que si tenían un varón, lo volverían un genio de la estrategia y mediocampista increíble, capaz de superarlos a ambos, cosa que sin duda ilusionó a Fudou, pero no terminó de convencerlo.

- ¡¿Y si no quiere jugar como centrocampista?! - Exclamó el ojiverde - ¡No Yuuto! Tiene que ser una niña.

- Akio, siendo nosotros lo que lo criaremos... ¿En serio crees que va a elegir otra posición? ¡Sus padres son dos estrategas!

- Ya, en eso tienes razón... ¡Pero una niña sería perfecta para nuestra familia!

- ¡Será niño! ¡He dicho! Y ni una palabra más porque te pongo en abstinencia.

- Está bien, pero me niego a que sea un bebé como los hijos de Hiroto y Goenji, que tenga más de un año - Chasqueó la lengua mientras cruzaba los brazos.

De esa forma fue como el genio creador de jugadas ganó el debate, por lo que al día siguiente se presentaron ambos en el orfanato y buscaron a un niño de entre uno y dos años, pero aunque todos eran adorables, ninguno había logrado robarles el corazón a primera vista como se lo imaginaron.

Fue cuando Hitomiko-san entró a la habitación con un pequeño de cabellos marrones casi grises que caminaba lo más rápido que podía para seguir jugando.

- ¡Akio! ¡Mira que adorable! - Dijo Kidou desde su asiento, observando atentamente al peligris - ¡Cuidado! - Exclamó al ver como el niño caía duramente contra el suelo.

- Espera espera - Se apresuró a decir Fudou mientras tomaba de la mano a su esposo para evitar que interviniera en la escena - Mira, no intervengas Yuuto - Pidió señalando al infante, quien estaba volviendo a ponerse de pie al mismo tiempo que se pasaba las manos por los ojos para secarse las lágrimas - ¡Esa es la actitud que quiero en mi hijo! ¡Es el Yuuto!

- Estoy de acuerdo, tiene que ser orgulloso y fuerte - Levantándose para informar a Hitomiko-san sobre su desición.

El pequeño de cabellos casi grises y ojos marrones se llamaba Shindou Takuto y había sido abandonado en la puerta del Sun Garden junto a una carta con sus datos personales cuando apenas tenía un año de edad, por lo que los trámites para conseguir volverse sus apoderados fueron más sencillos debido a que la custodia era absolutamente del orfanato.

Ahora la mayoría de miembros del grupo se encontraban muy ocupados en aprender a ser padres, por lo que las reuniones se volvieron cada vez menos constantes, limitándose a conversar por WhatsApp y enviar fotos del crecimiento de los pequeños.

Endou estaba constantemente en la agencia de organización supervisando los progresos para su compromiso, el cual estaba planeado para dentro de 6 meses. Tiempo en el que Kazemaru jugaría sus últimas cartas para convencer a su padre de apoyarlo en su decisión, sin importarle la dignidad que tendría que perder por ser él quien lo buscara a pesar de todo lo ocurrido.

El peliazul viajaría a Canadá para poder conversar apropiadamente con su padre, pero iría solo porque por más que el castaño se ofreció a acompañarlo, lo mejor era que este se quedara en Inazuma para que los preparativos de la boda no se detuvieran ni un solo día, además de no querer exponerlo a los gritos y discusiones que seguramente se armarían.

- ¿Tienes todo listo? Asegúrate de no olvidar nada Ichirouta - Preguntó el castaño mientras observaba como el ojiavellana cerraba su maleta

- Eso creo - Cruzó de brazos mirando al armario - En todo caso, si algo me falta lo compraré allá.

- Pues vístete para que vayamos al aeropuerto de una vez - Caminando hacia la puerta y tomando la maleta para llevarla al primer piso - No queremos que pierdas el vuelo, te espero abajo - Dijo con una leve sonrisa fingida.

- No me tardo - Dijo al ver al chico de la banda naranja salió de la habitación - Mamoru...

No quiso darle muchas vueltas al asunto porque sabía perfectamente que era lo que desanimaba al castaño, pero por el momento no podía hacer mucho para cambiar la situación.

La elección de ropa fue bastante sencilla, camisa, pantalón y corbata porque el objetivo del viaje era conseguir la aprobación de su padre, y él siempre acostumbró a sus hijos a vestir lo más formal posible, afirmando que debían mantener una imagen intachable.

Se miró al espejo y decidió recoger su cabello como antes en una colega semi alta, revisó los mensajes de WhatsApp y no había mucho por responder, por lo que guardó el celular en el bolsillo, tomó sus lentes oscuros y la gorra, saliendo del cuarto.

Endou ya tenía la maleta de Kazemaru lista en el auto y se encontraba esperándolo en la puerta principal para llevarlo hasta el terminal aéreo, pero no se sentía tranquilo sabiendo que este viajaría solo a ver a la persona que siempre lo trató mal, lo único que podía quizá hacerle pensar que todo saldría bien era que Haruki estaba allá.

Ambos subieron al vehículo, pero ninguno de los dos hablaba por tener la cabeza en otro mundo, lo que era bastante inusual en ellos, que siempre que estaban juntos parecían tener los cerebros conectados.

Aprovecharon que de madrugada las calles estaban prácticamente vacías, por lo que llegaron en aproximadamente en una hora al aeropuerto, el cual también contaba con muy pocas personas y facilitaba las cosas para el peliazul, pues los lentes oscuros y la gorra eran más que suficientes para ocultar su presencia, pasando por el check-in  y la revisión de seguridad sin ningún inconveniente, llegando a la sala de espera para embarcar.

- ¿Me vas a decir qué es lo que pasa? - Preguntó Kazemaru mientras traía un par de cafés y le extendía uno al castaño - Estás muy desanimado...

- ¿En serio vas a estar bien yendo solo? - Recibía su bebida y soplaba el vapor que salía de esta - Es un país extraño, con un idioma extraño, personas extrañas y él.

- Mamoru, él no me hará nada... - Sentándose a su lado - Además estaré con Haruki, todo va a estar bien, no te preocupes tanto... ¡Volveré antes de que te des cuenta!

- ¡¿Cómo puedes pedirme que no me preocupe?! - Respondió exaltado - Es mi suegro, lo sé... ¡Pero él te ha tratado mal durante años! No me gusta en lo absoluto que vayas solo a verlo...

- Tienes razón, no voy a tapar el sol con un dedo porque él sinceramente no merece que intente cubrirlo... Pero a final de cuentas es mi padre y quiero arreglar las cosas con él - Suspiró y con su mano libre tomó la de su amado - Eso lo sabes mejor que nadie, Mamoru.

- Sí, estoy consciente de eso y te apoyo, pero ¿Estás seguro de estarás bien yendo solo? Puedo acompañarte - Afirmó mientras apretaba fuertemente al peliazul.

- No tienes idea de cuánto me gustaría que vinieras conmigo, pero alguien tiene que quedarse a supervisar los preparativos de la boda, no queremos retrasarla más - Besando el cachete del castaño - ¿Cierto?

- Cierto, pero promete que me llamarás, escribirás y mandarás fotos todos los días.

- Te lo prometo, cabeza de balón.

Después de unos minutos más, se escuchó en los altavoces del lugar la indicación para que los pasajeros del vuelo donde iría Kazemaru abordaran el avión. Endou lo abrazó fuertemente antes de dejarlo ir puesto que no estaba acostumbrado a estar lejos de él, pero entendía que era un viaje necesario, por lo que tranquilamente se quedó viendo como se alejaba.

El ojiavellana prefirió viajar en primera clase para poder tener un asiento para él solo, de esa forma no tendría que usar la gorra durante las 13 horas que duraría su vuelo, pero por precaución no se quitaría los lentes oscuros, además de que a su gusto lo hacían ver genial.

°°°°°°°°°°°°°°°

Haruki se encontraba en casa, contando las horas para ir a recoger a su hermano al aeropuerto y hospedarlo consigo, pero lamentablemente no podría acompañarlo a la conversación con su padre por pedido del mismo Ichirouta, afirmando que quería ser él quien resolviera todos los problemas, aclarando punto por punto en privado.

Su hijo se encontraba muy emocionado por la visita de la única persona con los cabellos iguales a los suyos, admiraba profundamente su carrera deportiva y soñaba con convertirse en un futbolista tan bueno como él, por lo que entrenaba en las categorías inferiores de su primaria, aunque en su país el fútbol soccer no fuera tan popular.

- ¡Papá! - Entraba corriendo el niño de ojos azules a la oficina - ¿Puedo ir contigo al aeropuerto a recoger al tío Ichirouta?

- Kichiro Kazemaru, ya hablamos de esto - Respondió el rubio mirándolo con seriedad - Lo vas a esperar en casa porque estás castigado, no debiste faltar a clases por ir a jugar fútbol en el patio.

- ¡Pero tengo que entrenar! De otra forma... Nunca me volveré tan buen carrilero como él... - Agachando la cabeza.

- Ya dije que no Kichiro - Dijo mientras se levantaba de su asiento y se acercaba al menor para acariciarle la cabeza - Él debería llegar en menos de una hora, pronto estará aquí para que puedan jugar soccer todo lo que quieras - Pensó un poco - Pero primero termina tus deberes.

- ¡Ahora mismo! - Gritó emocionado mientras salía a toda prisa de la oficina de su padre.

Viendo como el joven peliazul se iba, sacó su celular para informarle a Endou que ya estaba en camino a recoger a Kazemaru. Miró la hora en su reloj y comprobó que efectivamente, faltaba menos de una hora para que su hermano arribara, por lo que tomó su saco, las llaves y fue donde su esposa para avisar que iba de salida.

Condujo tranquilo hasta el terminal, estacionándose en uno de los sótanos para luego ir a la zona de desembarque, temblando un poco por la emoción que tendría que contener, debido a que si se emocionaba y llamaba al peliazul por su nombre, cabía la posibilidad de que las personas lo reconocieran y se generara el caos.

Se sentó mientras miraba en la pantalla el estado de los vuelos, revisando cada 5 minutos el del ojiavellana para que apenas recogiera sus maletas, se fueran de inmediato a casa pues este debía estar cansado.

- Ichirouta... - Susurró sonriente al verlo acercarse, por lo que él se apresuró en darle el alcance para saludarlo - Bienvenido hermano - Abrazándolo fuertemente.

- Haruki - Respondió en voz baja mientras correspondía - Que bueno es volver a verte.

- Vámonos a casa antes de que alguien te reconozca - Sujetando una de las maletas y dirigiéndose hacia la salida - Cuéntame ¿Qué tal el viaje?

- Pesadísimo, se me hizo eterno estar 13 horas ahí - Exhalaba - La diferencia de horarios también me confunde, se supone que a esta hora debería estar cenando pero aquí recién está amaneciendo...

- Te diría que duermas cuando llegues pero Kichiro está emocionado por verte y no creo que te deje descansar - Se reía mientras subían las cosas al auto - Admira más a su tío que a su padre.

- ¿Cómo le va en la escuela? Es un niño muy listo - Preguntó mientras se sentaba en asiento del copiloto y se abrochaba el cinturón.

- Bien, pero recientemente se escapó de clases para jugar fútbol, así que como castigo, no le permitimos venir a recogerte.

- No seas tan duro con él - Se reía por lo bajo - Tiene apenas 10 años...

Los hermanos continuaron su conversación durante todo el camino de regreso a casa del rubio, teniendo como tema central la visita que haría el peliazul a su padre.

Haruki le dio toda la información necesaria para que ningún argumento lo tomase por sorpresa, además de plantearle posibles reacciones y situaciones que se darían en el momento, pues él también era consciente de que las posibilidades de que todo saliese mal era muy altas.

Cuando llegaron, el pequeño peliazul se encontraba expectante desde la ventana de su habitación, emocionado por la llegada del "mejor jugador de fútbol" del mundo, según su opinión.

Sentía tanta admiración que en la primaria presumía ser sobrino de una de las estrellas del Real Madrid, pero de alguna manera también era molestado por no haber heredado las capacidades físicas que el ojiavellana tenía, siendo comparado constantemente, pero eso al pequeño no le molestaba.

- ¡Tío Ichirouta! - Gritó mientras corría a recibirlo y se lanzaba para abrazarlo.

- ¡Hola Kichiro! - Correspondía mientras lo alzaba en sus brazos a pesar de no ser un infante hacía tiempo - ¿Cómo ha estado mi peliazul favorito?

- Tío, usted y yo somos los únicos con cabellos celestes, es obvio que soy el favorito - Fruncía el ceño bromeando - ¡Enséñeme a hacer el Fuujin no Mai!

- Kichiro, el tío Ichirouta está cansado, déjalo descansar - Intervenía el rubio, pero al ver que su hermano le hacía un gesto, indicando que estaba dispuesto a entrenar con el pequeño - Aunque pensándolo bien, primero hay que invitarlo a desayunar ¿No te parece?

- ¡Sí! ¡Vamos tío! ¡Estaba esperándote para que comamos juntos! - Jalaba de la mano al mayor hacia dentro de la casa.

- No hay duda, te admira más que a mí - Susurró Haruki mientras se reía por lo bajo, haciendo reír a Kazemaru también.

La familia de Haruki recibió con los brazos abiertos al ex-futbolista, estando gustosos de hospedarlo durante el tiempo que este pasaría en Canadá para resolver los ya mencionados asuntos familiares, el cual no debería pasar de una semana según lo previsto.

La esposa de su hermano lo estimaba y respetaba muchísimo, principalmente porque era la figura motivacional de su hijo, por lo que apenas terminaron de desayunar, ella y Haruki le informaron sobre la situación que pasaba Kichiro en la escuela.

Este era molestado por ser físicamente diferente al resto, lo acosaban para exigirle que hiciera los deberes de otras personas y en los entrenamientos de fútbol de su escuela lo comparaban constantemente, burlándose de su complexión delgada y afirmando que nunca sería un gran deportista como lo era Ichirouta. Pero a pesar de todo eso, el niño seguía firme en el sueño de volverse futbolista, diciendo que lo llevaba en la sangre.

Kazemaru entendió de inmediato que tenía que hablar con el menor para animarlo, porque seguramente trataba de esconder su dolor para sentirse menos débil y así evitar que lo siguieran acosando.

- ¡Tío! ¡Enséñeme a hacer el Fuujin no Mai! - Pedía emocionado el niño de ojos azules - ¡Así podré driblar a cualquier defensa!

- ¿Se puede saber cuál es la prisa? - Reía suavemente -  Siempre se tiene que comenzar con las técnicas más básicas - Acariciándole la cabeza, pasando los dedos entre los cortos mechones - ¿Me podrías contar que está pasando en la escuela? Tus padres me dijeron algo pero prefiero conversarlo contigo - Sentándose en el pasto y haciéndole señas al pequeño para que lo acompañase.

- No es nada importante, ellos exageran... - Resopló desviando la mirada.

- ¿Y porqué pareces estar triste al recordar eso? - Pasando su mano por la espalda del menor para abrazarlo - Kichiro ¿Sabías que a tu edad yo era mucho más delgado que tú? - Notó que su contrario se sorprendió - La diferencia era que yo practicaba atletismo en aquel entonces...

- ¿No fue siempre futbolista?

- No - Respondió sonriente - Cuando tenía 10 años me encantaba correr - Miró como el menor lo observaba intrigado con la historia - El atletismo se volvió un refugio, donde me desahogaba del acoso escolar, porque a mí también me molestaban por ser muy delgado, por mis cabellos celestes y por ser un empollón.

-Hay unos chicos... Que dicen que mi cabello es extraño... ¡Pero a mí me gusta! Mi padre dice que es un rasgo muy especial, que no todos lo tienen y tengo que estar orgulloso de mí por eso.

- ¡Y es cierto! Tú y yo somos los únicos con esta característica - Dijo sonriente - Mi madre, es decir tu abuela, también tenía los cabellos celestes, siendo la única en adquirir el rasgo después de muchas generaciones... En su familia, su tátara tátara tátara tátara abuelo también era como nosotros - Reía - Bueno, no sé cuantos tátara son pero son varios.

- ¡Increíble! - La expresión de asombro del más joven era inexplicable - Yo sabía que nuestro color de cabello era especial, pero no pensé que tanto - Afirmaba mientras se examinaba los mechones - Tío, ¿Cómo te volviste futbolista?

- Pues... ¿Te acuerdas de mi novio?

- ¡Endou Mamoru! ¡El legendario portero! - Exclamaba eufórico - ¿El tío que todavía no es mi tío legalmente?

- ¿Quién te dijo eso? - Preguntó mientras se reía.

- Mi padre, dice que él será mi tío cuando ustedes se casen - Respondió feliz - ¡Pero eso no responde a mi pregunta!

- Vale vale, ahora te cuento - La sonrisa del ojiavellana era inmensa al enterarse de que su hermano consideraba parte de la familia a Endou - Cuando iba en la secundaria, él ya era mi novio. En ese tiempo yo era miembro del club atletismo y él era el capitán del equipo de fútbol soccer, pero al finalizar el primer año, muchos integrantes de su club se retiraron por diversas razones, entonces él me pidió unirme y como era mi novio, no le pude decir que no, pero fue una buena decisión porque al final me encantó el soccer y me convertí en profesional, pero no fue fácil... Yo era muy delgado y eso me volvía propenso a lesionarme.

- ¿Y qué pasó?

- A diferencia del resto de miembros del equipo, tenía que hacer entrenamientos extra para que mi masa muscular se fortaleciera, porque no podían volverme puro músculo como los demás, pero si podían hacerme tan fuerte y firme como un roble.

- ¿Y el Fuujin no Mai? ¿Cómo lo aprendió?

- Eso fue un largo proceso... - Dijo algo nervioso mientras buscaba la manera más sencilla de decirlo - Para lograrlo tuve que entrenar durante años, mejorando cada día mis habilidades, pero antes del Fuujin no Mai, tuve que perfeccionar otras técnicas, siendo la primera el Shippu Dash.

- ¡Quiero verla! - Gritó levantándose - ¡Por favor!

- Te la enseño si me prometes que no vas a dejar que nadie te diga que no puedes - Levantándose lentamente - Tú eres Kichiro Kazemaru y eres capaz de lograr todo lo que te propongas si te esfuerzas.

- ¡Lo prometo!

- Me olvidaba, también prométeme que vas a dejar de escaparte de clases - Reía - No es bueno que descuides los estudios.

- Vale vale, lo prometo - Respondía cruzando los brazos - ¡Ahora enséñeme las técnicas!

Desde la puerta trasera, Haruki veía satisfecho el resultado de la plática entre su hermano y su hijo, pues a este último se le había dibujado una sonrisa enorme como hacía meses no veía. En el fondo se arrepentía un poco de haberse opuesto en un inicio a que el menor practicara fútbol soccer por temor a que saliera lastimado pues sabía que el físico de este no era el mejor y no quería se hiciera daño, pero luego de un par de semanas no tuvo más remedio que aceptarlo al notar que el menor se veía triste por no poder jugar en el equipo de su primaria.

°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°

En la ciudad Inazuma las cosas seguían prácticamente igual, las rutinas de los miembros del grupo no se habían roto, más que nada por el hecho de que ser padres durante los primeros meses siempre era bastante exigente pero simple al mismo tiempo.

Hiroto y Midorikawa cada día entendían mejor el funcionamiento de la paternidad, volviéndose cada vez mejor y eficientes en el cuidado de Masaki, quien además había comenzado a gatear y ejercitarse, lo que los tenía emocionados e ilusionados.

Goenji y Fubuki parecían estar en una montaña rusa emocional que dependía únicamente de Yukimura, lo que trajo consigo el caos a la casa de la pareja de temperaturas extremas.
Ambos se intercalaban para cumplir las dos grandes misiones que tenía su hogar, uno se dedicaba a cuidar al pequeño de cabellos morados y el otro se hacía cargo de la limpieza, cocina, compras y mantenimiento de la casa, lo que los tenía exhaustos física y mentalmente, pero felices por ver que cada día su hijo crecía y se veía más fuerte.

Kidou y Fudou descubrieron que el pequeño con el nombre Shindou Takuto era orgulloso e inteligente como ellos, por lo que su familia estaba compuesta por 3 estrategas, estando uno en crecimiento. Como el peligris era poco más de un año mayor que los demás infantes, el cuidado que este necesitaba era diferente, pero al mismo tiempo las decisiones causaban debates constantes entre ambos castaños, que no se decidían sobre los métodos para enseñarle a caminar, hablar y demás.

A pesar de haber pasado solamente dos días desde que Kazemaru viajó, Endou se sentía abatido y desanimado, lo extrañaba muchísimo y quería que el tiempo pasase rápido para volver a tenerlo a su lado, siendo las llamadas nocturnas lo único que lo mantenían con vida.

Pero en la última llamada este le dijo que al día siguiente a primera hora iría a buscar a su padre para conversar, pues afirmaba que en esos dos días había reunido el valor suficiente para hacerlo a pesar del temor que tenía en el fondo.

Por supuesto que Endou se puso ansioso con la noticia, pero lo disimuló bastante bien y le deseó suerte en la misión de recuperar su relación con su padre, pero a su parecer era "crear" más de "recuperar" porque desde su punto de vista, el señor de cabellos dorados nunca había intentado siquiera crear lazos con el ojiavellana.

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