Medicine

By evabetancortg

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Después de tantas mentiras, es hora de contar la verdad aunque con ello le cueste vida. A cada paso suyo es u... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45

Capítulo 38

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By evabetancortg

- No, definitivamente no, no te voy a dejar ir y es una pésima idea -Sentencia Zayn sentado en su escrito alterándose por momentos.

- No me verán, será entrar y salir -Aseguro.

- Puedo enviar a alguno de mis hombres y pedir una entrevista.

- ¿Crees que una entrevista es suficiente? Necesito hablar con él, interrogarle y no hablará porque unos matones le amenacen, en cambio yo puedo ir a escondidas y si terminamos en pelea nadie se enterará.

- ¡Estás completamente loca! -Se levanta peinando su pelo hacia atrás y se acerca a mí-. ¿Y tú la vas a dejar? -Dice ahora dirigiéndose a Harry que se encuentra detrás de mí recostado en la puerta.

- Es su decisión, estaré esperando fuera.

- Maldito cobarde, ni siquiera entrarás con ella.

- No necesito un canguro -Digo ahora toscamente-. Solo he venido a informarte por si sucede algo, si desaparezco unos días o no vuelvo.

- ¡Ni tú sabes si regresarás! ¿Te estás escuchando?

- Es un lugar donde he vivido mis peores días y soy consciente de lo difícil que es entrar y salir sin ser visto pero tengo que intentarlo.

- ¿Esto es por el viejo de James? -Se muestra enfadado como de costumbre, desquiciado por no tener el control.

- Tengo que irme Zayn, ya nos veremos.

Giro sobre mis talones, Harry abre la puerta con un horrible chirrido metálico preparado para cualquier incidente en el lugar. Mis pasos son lo único que se oyen hasta llegar a esta y escuchar la voz del moreno que me detiene pensativa para terminar mirándole por encima del hombro sin mucha importancia.

- No nos veremos Atenea, me temo que esto es una despedida.

- Entonces nos veremos en el infierno.

Es un plan poco pensado pero tampoco tengo tiempo para detallar cada posible error, conozco todas las salidas posibles, las entradas mal aseguradas, los turnos de los guardias, las horas en las que se abren los pasillos, el tiempo de patio, la zona de cada médico, cuándo duermen y cuándo se desayuna, lo se todo del psiquiátrico y puede salir mal, muy mal, me puede costar la vida pero valdrá pena. Crecí en ese entorno donde me hacían creer que estaba loca, donde mataron a mi única amiga con sus juegos retorcidos, tuve que ser lo que ellos querían ver de mí; una asesina demencial, si tengo que dejar mi último suspiro en la tierra pues que así sea, en el lugar donde ya tenía planeado pudrirme toda la vida.

Intento hacer memoria de los pasillos que tantas veces he recorrido, cada cara que se cruza conmigo intento recordar todas las facciones con todo detalle, el espacio se me va reduciendo pero es una extraña sensación en la que siento que es más largo que el resto de días, más difícil salir de allí. Por fin llegamos al gimnasio donde el equipo sigue su curso como si no supieran que la protegida de Zayn se va de misión secreta por sus propios medios y puede ser la última vez que la vean por ahí. Joet que sí está al corriente de todo se acerca con una cara de pocos amigos, un semblante preocupado y al mismo tiempo rabioso mientras el resto de su cuerpo suda por el ejercicio que le ha dado.

- ¿Cómo se te ocurre? -Espeta una vez está cerca con tanta ferocidad que su saliva salpica en mi cara, aún así me contengo al margen de gritar o justificarme, solo le miro con indiferencia natural-. ¡Si tan solo consigues volver a salir de ahí te voy a romper los putos dientes!

- Pues entonces no saldré -Bromeo aún sin cambiar mi expresión.

- ¿Y tú qué? -Se gira bruscamente hacia Harry-. ¿Ahora eres su guardaespaldas y la manipulas? ¡Él te ha traicionado! ¿Cómo sabes que esto no es otra trampa para acabar contigo? ¡Joder Atenea espabila! ¡Este tío jamás se preocupó por ti, se acostaba con tu hermana sin importarle una mierda lo que tu pensaras! Y luego va de enamorado... ¡Si tan enamorado hubiera estado te hubiera esperado el tiempo que hiciera falta!

- Ya basta -Me traiciona la voz que por alguna razón a bajado el tono y se quiebra-. Es suficiente.

Lo era, Joet se esta desahogando de todos sus pensamientos, de todo lo que no había dicho hasta ahora y vio oportuno usarlo para detenerme. Si bien la gente confundía mi plan con la intervención de Harry pero nadie sabía lo de James, nadie lo vio en mi apartamento temblando, roto de tristeza, vomitando sus sentimientos en mi suelo y llorando cuando se sentía solo. Nadie lo vio, excepto yo y cada momento que pasaba a su lado mi ira crecía y se alimentaba de todo ese odio que pienso cobrar.

- Por favor Atenea, por favor -Su rabia se transforma en desesperación, un ruego triste-. No lo hagas, encontraremos la manera, lo haremos, tú y yo, por favor... No lo hagas.

- Joet...

- Por favor -Interrumpe-. No todo lo que él te dice es cierto, no te dejes engañar como siempre, no te arriesgues a un callejón sin salida y déjame ayudarte antes de cometer un error.

- Lo siento.

Y sinceramente sí lo siento, siento decepcionar a todos con mis decisiones pero jamás nadie se había preocupado por mí y nunca tuve que mirar por nadie pero ahora era diferente, tengo a gente que me quiere cerca, segura y ayudarme pero no puedo cambiar ese hábito de mí, no puedo simplemente ceder a las súplicas, se cuidarme y he sobrevivido a cosas peores.

Paso a su lado cuando se queda estático como si finalmente no pudiera creer la sentencia, Harry me sigue a paso ligero sin estar del todo a mi vista y por fin aire fresco. James está en el apartamento durmiendo, comiendo y volviendo a dormir así que tengo que regresar para supervisar todo antes de marchar. La calle está helada, la navidad ya pasó pero sigue nevando, lloviendo y haciendo frío suficiente como para que los vagabundos mueran cada noche. Me despido del moreno que parece asentir con todas las decisiones que tomo, como si llevarme la contraria le perjudicara en algo.

El apartamento se mantiene limpio, escucho los ronquidos de James nada más abrir la puerta y justo cuando voy a cerrar esta se queda quieta a una paso, miro hacia el suelo y noto el zapato marrón en pico bastante refinado que la mantiene abierta.

- He oído toda la noche vómitos -Edward se hace paso con una mano, no entra pero se queda al filo de invadir mi espacio-. ¿Estás bien?

- Perfectamente, gracias.

- ¿Tienes algún problema conmigo?

- ¿Y tú conmigo? Porque no dejas de aparecer delante de mi puerta todo el tiempo para literalmente no hacer nada útil.

- Todavía no se tu nombre -Sonríe con una chispa de malicia, ha ignorado lo que le he dicho.

- Estoy ocupada ¿Puedes molestarme en otro momento? O mejor múdate y no vuelvas nunca.

Cierro la puerta de un portazo que muy a mi pesar despierta de James bastante alterado, corro para tranquilizarlo y le ofrezco una pastilla del sueño, así vuelve a respirar con normalidad y descansa en el sofá. Suelto un largo suspiro antes de prepararme algo rápido para comer, luego en mi dormitorio reviso todas las vestimentas posibles, desde las más llamativas e incómodas hasta la más ajustada, cómoda y flexible. Calculo en esta cuántas dagas, cuchillos y navajas puedo meter, seis en total. Miro el reloj enorme encima de la chimenea y veo que son las cinco de la tarde, demasiado pronto para irme.

Le he mentido a Harry, para variar, todos creen que no desconfío de él y que es su plan pero aunque todo es iniciativa mía, no debo confiar en su fidelidad. Le dije que iría sobre las doce de la noche y que debería pasar a buscarme a las once y media, llegaríamos allí y su trabajo era distraer, observar y esperar pero la realidad es que saldré a las nueve, llegaré andando para no levantar sospechas, buscaré la entrada desde la otra esquina del muro y lo escalaré. Es sencillo y poco arriesgado, Harry llegará tarde y si mi destino no está firmado, saldré antes de que pueda darse cuenta de que he ido.

Me meto en el traje de cuero negro que Zayn me regaló, unas botas a juego que me servirán para caminar sin hacer ruido y no resbalarme, una daga en la rodilla derecha, una navaja en el tobillo, otra daga en la cintura, un cuchillo en el muslo izquierdo, una navaja en el escote y una última daga en el brazo izquierdo. Enguanto mis manos para tener mejor agarre cuando escale, dejo el móvil en la mesa del tocador y salgo para escribir una nota a James.

" He salido temprano para entrenar, puedes servirte comida preparada de la nevera, no pidas a domicilio ni abras la puerta, si Harry llama o viene le dices que espere que llegaré pronto. Te cuidado " - Panthera Onca.

La dejo en la mesita frente a él, abro la puerta y salgo cerrando con mucho cuidado, cierro con llave y la paso por debajo de la puerta, no quiero que nadie pueda entrar y tampoco necesito que me la roben o perderla. Camino hasta las escaleras cuando la puerta detrás de estas se abre.

- Parece que fueras a la guerra -Dice bromeando.

- ¿No te cansas? -Comienzo a bajar consciente de que me sigue.

- ¿A dónde vas así?

- Tengo una fiesta de disfraces.

- ¿Y has decidido ir de...?

- Yo misma -Esbozo una sonrisa sarcástica-. Mira, me alegra hablar contigo todo el tiempo y de manera tan espontánea pero tengo que irme, así que, regresa a tu maldito apartamento y deja de perseguirme.

- Solo he salido a sacar la basura -Sonríe alzando las manos y mostrando la bolsa negra apestosa.

No quiero darle más importancia así que una vez que salgo y veo que comienza a oscurecer el cielo camino más rápido. El psiquiátrico no está cerca, será una hora caminando o más, primero serán calles y luego carretera hasta poder llegar a las arboledas finales donde se esconden los muros.

...

Ver el enorme muro gris cerrado en la noche es más imponente de lo que recordaba y al pasarlo será peor pero debo dejar todos los pensamientos y recuerdos aislados antes de caer en un bucle. Comienzo a palpar la pared, se han esforzado en dejarla casi plana aunque ya hay algunos huecos del tiempo y la vejez que me ayudan a subir poco a poco, demasiado lento para mi gusto. Las luces blancas del detector pasan rozando mi coronilla, me agacho y aprieto mi cuerpo contra el frío cemento, una vez pasada vuelvo a subir antes de que de toda la vuelta y regrese al sitio. Ya no siento las manos, debo haber estado quince minutos subiendo tranquilamente y aún no consigo ver la mitad. Unos guardias a lo lejos conversan, presto atención mientras me concentro en no caer y seguir ascendiendo, así sabré si se acercan o no.

- La doctora hoy no ha venido -Dijo uno con voz queda-. Dicen que ha tomado una de esas pastillas que le da a los pacientes, algo así.

- ¿Se volvió loca o qué?

- Ni idea, intentan sacarle todo del organismo.

Arriba, arriba, arriba y más arriba para cuando llego al límite y me recuesto cobrando aire. Maldita sea, salir va a ser peor de lo que me esperaba. Bajar es más sencillo, me deslizo casi hasta abajo parando para no estrellar contra el suelo, vigilo que no hay nadie en el recinto y me encuentro con una maravillosa ventana abierta en la parte trasera, una grata bienvenida. El interior está oscuro, alguien se ha olvidado de cerrarla entonces o ya no tienen tanta seguridad contra los prisioneros. Primero meto mi pierna y luego el resto, espero para adaptarme a la oscuridad, estoy en el despacho de la doctora que tiene varios papeles tirados al azar en el escritorio, una gaveta abierta y unas llaves al lado del ordenador. Las agarro por si son necesarias y también la bata blanca colgada al lado de la puerta, tapa toda mi vestimenta excepto las botas pero valdrá, será suficiente si le añado la mascarilla de gas, una que la doctora adora usar cuando está a punto de drogarnos. Al menos por ahora el plan va sobre ruedas.

Salgo observando todas las esquinas, no hay seguridad en las puertas ¿Qué coño piensan? El laboratorio está encendido pero los trabajadores jamás salen sino para terminar su jornada así que son un problema menos. Camino hasta el ala Oeste, dedicada a los vendedores de drogas, los menos peligrosos y posiblemente las personas más normales que te puedes encontrar en un lugar así, gozan el privilegio de que a casi nadie les importan lo suficiente como para castigarlos o probar sus experimentos con ellos.

Cuando cruzo todo el lugar en silencio y la puerta metálica se encuentra frente a mí también diferencio dos siluetas, dos enormes siluetas ¿Ese tamaño es natural? Podrían pasar por criaturas fantasiosas, cuidadores de portales o animales del infierno. Calculando mi estatura, mi peso y que la bata me estorba para sacar las armas, no me queda otras que quitármela y abalanzarme sobre el primero. Están tan distraídos en el aburrimiento que casi no notó cuando me trepé de su cuello para conseguir rodearlo con mis piernas, ahora encima de él saco la daga de la rodilla y se la clavo directamente en el cráneo. El otro segurita saca el arma, demasiado escandaloso y justo lo que quiere para llamar la atención pero de una patada antes de caer con el cuerpo consigo quitársela y cortarle una mano con el cuchillo. Antes de que pueda gritar y le empuñé el arma en el estómago retorciéndola en el interior. Dos cuerpos, una chapuza total y demasiado llamativa si alguien se acercaba pero al parecer la seguridad ha reducido ¿Se va la asesina más peligrosa y se sienten más seguros? Bastardos.

Cojo la tarjeta de identificación, la paso por la ranura de seguridad y luego de un leve pitido y la luz color verde me adentro en el pasillo volviendo a ponerme la bata y mascarilla de la doctora. En la puerta de entrada hay un enfermero recostado, parece estar durmiendo pero sin matarlo o engañarlo no puedo adentrarme más allá.

- Buenas noches -Digo suavemente carraspeando para que espabile-. Soy la sustituta de la doctora, vengo a mirar un paciente.

- Buenas... Buenas noches -Balbucea mirando el ordenador a su alcance-. Supongo que es sobre el experimento ese -Hace referencia a la mascarilla-. Tiene veinte minutos antes de que se bloquee la puerta.

Asiento cuando un sonido me indica que la puerta a sido desbloqueada, vuelve a recostarse tranquilamente y lo dejo atrás rápido sin parecer sospechosa. Busco el número que le pertenece, su celda es casi la última y me acuerdo porque tuvo que enseñarme si este lado del psiquiátrico tenía alguna ventana escapatoria. Me paro frente a la oscuridad que lo esconde, me quito la máscara y le muestro una amplia sonrisa cuando por fin me ve contra la luz de la luna, su mirada muestra terror y asombro pero no deja de acercarse a paso lento.

- Atenea...

- Hola, Louis.

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