- Así que mañana regresa Sesshomaru, ¿Estas feliz? - Preguntó Kagome.
- Si, lo extraño, hemos hablado muy poco estos días...- Kagome soltó una risita, Rin la miró extrañada. - ¿Qué?
- Llevan un poco más de una semana sin verse y lo extrañas demasiado. Te dije que cuando menos te lo esperaras ibas a terminar más enamorada que cualquiera. - La castaña sonrió al escucharla. - Tienes que admitir que siempre tengo la razón...
- Está bien, lo acepto... Siempre tienes razón.
- Lo sé. - Le dijo riendo. - Antes de que lo olvide, llegó una carta para ti.
- ¿Una carta? Hm, qué raro.
Rin la tomó y abrió el sobre, no pudo evitar su cara de sorpresa y las mil emociones que sintió al ver lo que decía en esa carta. Su rostro palideció levemente a medida que la leía, eran buenas noticias, pero aún así... Era un tema que no quería seguir reviviendo...
- Rin, ¿Estás bien? ¿Qué pasó?
- Si... Estoy bien... - Dijo aún pensativa. - Es una carta para notificarme que la persona que mató a mis papás y que había salido de la cárcel incumplió su libertad condicional... Lo enviarán preso nuevamente.
- Pero Rin, ¡Eso es bueno!
- Si... Sólo me descompone un poco saber de él, no puedo evitarlo... Pero si, es bueno... Finalmente volvió a donde pertenece. - Dijo con sus ojos brillantes intentando contener sus lágrimas, hasta que sintió el cálido abrazo de su amiga y dejó de resistirse.
- Todo va a estar bien.
La castaña asintió entre sollozos y rápidamente se limpió las lágrimas de su cara, ¡Cuánto odiaba llorar! Y lo había hecho mucho por culpa de esas personas, pero ya no más.
- ¿Qué quieres comer? Podemos hacer algo rico... Vendrá Inuyasha a cenar también, aunque si prefieres puedo decirle que mejor venga otro día...
- No, tengo una mejor idea...
- ¿Cuál?
- Estos días no has podido estar a solas con Inuyasha por mi culpa...
- Rin, sabes que eso no es un problema. - La interrumpió.
- Si, lo sé... Pero de todas formas, hoy deberían aprovechar de cenar juntos, los dos solos. Sesshomaru me dejó las llaves de su casa y me dijo que podía ir cuando quisiera, creo que hoy lo haré, pasaré la noche allá y aprovecharé de estar sola yo también, creo que lo necesito.
- Rin, a nosotros no nos molesta que estés aquí, Inuyasha te adora y lo pasamos bien juntos, no es necesario.
- Si, lo sé, pero creo que yo quiero hacerlo.
- ¿Estás segura? - Rin asintió. - Bueno... Pero si te sientes mal o pasa cualquier cosa, por favor, vuelve, no te quedes sola ahí.
- Si, lo prometo.
Fue a su habitación a arreglar sus cosas y mandó un mensaje.
Rin:
Puedes llamarme cuando tengas tiempo? Hay algo que quiero contarte.
Y para su sorpresa, esta vez su celular comenzó a sonar casi de inmediato.
- ¡Hola!
- Hola Pequeña, ¿Todo bien?
Inevitablemente sonrió al escuchar esa grave voz que tanto le gustaba.
- Siii, todo bien ¿Y tú cómo estás?
- Algo cansado pero bien, ya mañana estaré allá.
- Siiii, ¿Sabes? Pensaba quedarme en tu casa hoy, ¿Puedo?
- Pero Rin, te he dicho que puedes ir cuando quieras, puedes llevar a tus amigas si no quieres estar sola, sólo... no lleven a Inuyasha.
La castaña soltó una risita al escucharlo.
- No es necesario, iré sola.
- ¿Segura?
- Si, de eso quería hablarte, hoy me llegó una carta...
- ¿Una carta? ¿De qué?
- Para notificarme que enviarán preso nuevamente a la persona que asesinó a mis papás y que había salido de la cárcel.
- Rin, que bueno... ¿Cómo te sientes?
- Bien, o sea, no es agradable tener que recordar todo, pero bien. Por eso quería irme a tu departamento, creo que necesito estar sola por un momento... Además, así puedo darle algo de espacio a Kagome también.
- Bueno, si necesitas algo sólo háblame... Y si quieres ir a algún lugar llama a Jaken, tienes su número. Puedo decirle que te busque en tu departamento si quieres.
- Muchas gracias, no, no te preocupes, no es necesario, yo le hablaré si necesito algo... ¿Y tú? ¿Cómo estás? ¿Qué harás tu última noche allá?
- Bien, ahora estoy con Kirinmaru, más tarde tendremos una celebración por el convenio.
- ¡Qué bueno! Disfruta y pásalo bien, no te quitaré más tiempo, ¡¡Nos vemos mañana, al fin!! - Le dijo con emoción en su voz. Él sonrió al escucharla.
- Si, gracias pequeña, nos vemos mañana.
***
Después de un largo y agradable baño, Rin se vistió con una de las camisas de su peliblanco, lista para acostarse. Se sirvió una copa de vino, puso una película en la tele que había en su habitación y se recostó en la cama.
Lo estaba disfrutando demasiado, por primera vez en años se sentía feliz y relajada estando completamente sola.
Se acurrucó en la cama y le envió una foto de ella en su habitación a Sesshomaru, junto con un mensaje.
Rin:
Buenas noches señor Taisho!
Sesshomaru:
Sácate esa camisa, pequeña exquisita, quiero ver que hay debajo.
Rin:
Jajaja qué goloso! Estás ebrio? Tendrás que esperar hasta mañana y sacármela tú mismo
Sesshomaru:
Cuenta con eso.
La castaña sonrió al ver su celular y no tardó en caer dormida.
***
En China...
- Ya se fueron todos los invitados, creo que es hora de ir a acostarme. - Dijo Zero. - No beban tanto...
Se despidió con un beso en la mejilla de su hermano, que estaba de espaldas sirviendo dos vasos con licor en la barra y luego caminó hasta Sesshomaru, apoyó una mano en el hombro del peliblanco y lo besó sugestivamente en la mejilla, casi al borde de sus labios.
- Buenas noches. - Se despidió en un suave susurro.
Él no dijo nada. No podía evitar sentirse extrañado ante su comportamiento cuando estaba cerca, era como si nada hubiese ocurrido... No esperaba una reacción así de parte de Zero, más aún porque no había intentado nada entre ellos...
- Estoy muy feliz con nuestro convenio amigo... - Dijo Kirinmaru mientras le estiraba uno de los vasos, sentándose a su lado. - Una de las empresas más importantes de Japón, con una de las más importantes de China, trabajando juntas... Tenemos mucho por delante.
- Si, ahora viene la parte interesante.
- Por cierto, durante la próxima semana estaré por allá... - Lo miró intrigado al ver como Sesshomaru sonreía levemente al ver su celular, fue casi imperceptible, pero lo alcanzó a notar. - ¿Con quién hablas?
- Con nadie.
- No tienes para qué mentirme, yo no le diré a Zero... ¿O es ella quien te está hablando?
- No, no hay nada entre Zero y yo, Kirinmaru.
El pelirrojo suspiró.
- ¿Sabes? Siempre esperé que tú y ella concretaran lo suyo y se casaran... Así seríamos familia de verdad... Pero te entiendo, a veces mi hermana puede ser algo... Difícil de llevar.
- No quiero hablar de eso ahora.
- Si, tienes razón, estamos celebrando y no nos veíamos hace mucho...
Ensimismados en sus conversaciones, no supieron cuántas horas pasaron hasta que llegó Zero a buscarlos. La mujer se acercó a ellos usando una pequeña bata de seda y les quitó a ambos los vasos que sostenían en sus manos.
- Siempre lo mismo con ustedes, ¿Ya terminaron de planear cómo conquistar el mundo? Es muy tarde, vamos, es hora de dormir...
- Sssiempre arruinash la diversiónnn hermana.
- Dioses Kirinmaru, no puedes ni hablar... Ya, vamos. - Dijo ayudándolo a levantarse del sillón donde estaba sentado.
Kirinmaru y Sesshomaru caminaron juntos hacia sus dormitorios, Zero los seguía desde atrás. El pelirrojo entró a su habitación, que era la primera del largo pasillo y el peliblanco siguió caminando hasta el fondo, donde quedaba la suya.
Al llegar a su puerta se percató de que aún era seguido.
- ¿Qué haces? - Preguntó fríamente.
- Lo siento, no pude evitarlo... Una mala costumbre. - Le dijo con una sonrisa coqueta acercándose a él.
- No me hagas volver a repetirlo Zero, - Dijo con seriedad. - Vuelve a tu habitación, nada va a pasar entre nos... - No terminó de hablar cuando fue interrumpido por los finos labios de la mujer.
Entraron en la habitación sin separarse de ese beso, mientras ella desabrochaba rápidamente la camisa del hombre que tenía frente a ella y que conocía casi a la perfección. Dejó caer al suelo su pequeña bata de seda, quedando únicamente en ropa interior y retrocedieron hasta caer sobre la cama y ella sobre él.
Se sacó su sostén y guió las grandes manos del peliblanco por todo su cuerpo, hasta su trasero. Feliz porque ya no había resistencia de parte del albino, metió una de sus manos por dentro del pantalón acariciando su miembro mientras comenzaba a besar su cuello, dispuesta a bajar hasta su entrepierna, cuando sintió esas manos que tanto le gustaban apretar con firmeza su trasero.
- Mmmh, Sesshomaru... - Susurró.
Y en ese momento, el peliblanco salió del trance en el que se encontraba. Esa no era la voz que quería escuchar, ese no era el cuerpo que quería sentir sobre él...
¿Qué mierda estaba haciendo?
- No... Rin... - Dijo en un murmuro casi inentendible al volver a la realidad y empujó a la mujer hacia un lado, sacándosela de encima.
Zero lo miró completamente descolocada y molesta.
- ¿Quién mierda es Rin, Sesshomaru?
El peliblanco se sentó en la cama y llevó sus dos manos a su cabeza, mientras miraba fijamente sus pies. Todo daba vueltas y se sentía como un maldito imbécil.
Se paró de la cama, caminó hasta el baño y antes de entrar habló de espaldas.
- Cuando salga del baño espero no volver a verte aquí o yo mismo te sacaré, ¿Entendiste?
- Parecías estar disfrutándolo, ¿Por qué te resistes? Sabes que conmigo lo pasas bien... - Le dijo con una falsa sonrisa. - ¿Realmente pensabas que ibas a terminar con esto así como así? Son más de 14 años Sesshomaru, no es tan fácil. No puedes deshacerte de mí, yo no soy como tus otras zorras, además, nosotros tenemos algo pendiente.
- ¡Te dije que te olvidaras de eso! - Se giró para verla fijamente a sus ojos, con una mirada tan fría y amenazante que la hizo sentir intimidada por un segundo, él nunca antes la había visto así. - No quiero volver a verte Zero, no quiero nada contigo, que te quede claro. - Fue lo último que dijo antes de cerrar la puerta tras él.
La mujer de los ojos verdes se quedó sentada sobre la cama, sintiendo como la impotencia de perderlo se apoderaba de ella... La habían rechazado por primera vez en su vida, Sesshomaru la había humillado y eso no se iba a quedar así.
Se cubrió nuevamente con su bata y vio la maleta del peliblanco en el piso, con su ropa ya ordenada para partir mañana apenas se levantara. Sonrió con malicia, se sacó sus delicadas bragas rojas y las guardó en uno de los bolsillos de la maleta.
Miró hacia atrás por última vez y salió de esa habitación, sabiendo que ella nunca perdía.