INEFABLE

Por raixaatomica

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"La única manera de librarse de la tentación es caer en ella." - Oscar Wilde Maisie Wilde, una chica que des... Más

Nota
⚠️¡ADVERTENCIA!⚠️
Personajes🎬
Prólogo🍷
Inefable (Nueva edición)
Capítulo 1🍷
Capítulo 2🍷
Capítulo 3🍷
Capítulo 4🍷
Capítulo 5🍷
Capítulo 6🍷
Capítulo 7🍷
Capítulo 8🍷
Capítulo 9🍷
Capítulo 10🍷
Capítulo 11🍷
Capítulo 12 🍷
Capítulo 13🍷
Capítulo 14🍷
Capítulo 15🍷
Capítulo 16🍷
Capítulo 17🍷
Capítulo 18🍷
Capítulo 19🍷
Capítulo 20🍷
Capítulo 21🍷
Capítulo 22🍷
Capítulo 23🍷
Capítulo 24🍷
Capítulo 25🍷
Capítulo 26🍷
Nota de Autor
Especial de Navidad🎄
Capítulo 27🍷
Capítulo 28🍷
Capítulo 29🍷
Capítulo 30🍷
Capítulo 31🍷
Capítulo 32🍷
Capítulo 33🍷
Capítulo 34🍷
Capítulo 35🍷
Capítulo 36🍷
Capítulo 37🍷
Capítulo 38🍷
Capítulo 40🍷
Capítulo 41🍷
Capítulo 42🍷
Capítulo 43🍷
Capítulo 44🍷
Capítulo 45🍷
Capítulo 46 🍷
Capítulo 47🍷
Feliz Año 2022🎆
Inefable🍷
Anuncio: volví.
ANUNCIO: VOLVÍ

Capítulo 39🍷

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Por raixaatomica

Advertencia: este capítulo contiene contenido sexual explicito. Si sos una persona sensible, para evitar el cringe o alguna molestia, no lo leas. Y cuando pues te toque hacer el frutifruti no olvidés usar protección.

Maisie

Odette me dejó con dudas ayer por la noche. Black vino a verme por unos minutos, obviamente no sé quién es, pero igual agradezco que se preocupe por mí. 

Le pedí si podía ir a ver a mi hermana y felizmente cedió. Eso me emocionó mucho porque por fin podré verla. 

Mi rutina sigue siendo la misma de siempre; despertar, comer, caminar de un lugar a otro y ya. 

Solo que esta vez tendré otra cena con Black, dijo que está vez será muy diferente. 

Falta una hora y yo ya estoy nerviosa, el que mi cuerpo sienta su cercanía me pone todavía más nerviosa. 

Me coloco la ropa interior que el dejó para mí. Bueno, es lencería roja. Me pone un poco incómoda usarla, ya que yo solo uso ropa interior de algodón. 

Odette viene a maquillarme un poco, según ella porque así me luzco más linda. 

—¿Y cómo te sientes con respecto a mi hermano? —da pequeños toques con una brocha sobre mis mejillas. 

—La verdad no sé —hago una mueca, pues siento que el maquillaje me invade por mi nariz. 

—¿Si crees sentir algo por él? 

—Me atrae y me gusta, pero no estoy enamorada de él, Odette —le confieso, espero que no se sienta mal—. No puedo enamorarme de alguien que no conozco, de alguien que ni siquiera sé absolutamente nada, ni sus intenciones conmigo. Quizás tú las sabes, pero yo no. 

—Hay cosas que si llegas a saber, de seguro te querrás ir muy rápido de aquí. Cierra los ojos —siento como hace va maquillando mis ojos—. Si te digo que puedo matar a alguien en un abrir y cerrar de ojos, ¿te asustaría la idea? 

—¿Es eso una metáfora? 

—Tómalo como quieras. 

—Matar a alguien está mal, Odette. Estudio leyes, el cumplir los derechos de las personas es mi deber. 

—Y quién te dice que está bien y que está mal cuando se trata de tus intereses. —Pasa un poco de labial sobre mis labios. 

—Bueno, creo que nadie. No ves muy bien tus acciones y ni mides la magnitud de ellas cuando se tratan de tus intereses. 

—Exacto. Las leyes solo fueron creadas para imponer cierto orden, las deidades igual. Es como si le dijeras a un niño que si se porta bien, Santa Claus le traerá regalos, y entonces lo hace. 

—Nunca llegué a imaginar que tuvieras ese tipo de pensamiento. 

Da los últimos retoques y por fin estoy lista. 

—Ahora puedes ver como quedó. 

Diría que ahora que tengo más seguridad en mi misma me veo y me siento hermosa. Con o sin maquillaje yo me siento demasiado bella. 

Admiro el trabajo de Odette; labios rojos, mejillas con rubor, un delineado muy bien hecho y ojos de colores neutrales. 

Odette es muy buena con el maquillaje así como lo es de ama. 

El vestido rojo se ajusta muy bien a mi figura realzando mis pechos. En la parte de la falda tiene una abertura, dejando una pierna al descubierto.   

—Te quedo muy lindo, gracias. 

—De nada. Creo que me voy —me abraza—. Recuerda que tienes que estar muy mojada. 

Frunzo el ceño. 

—¿Por qué o qué? 

—Adios, Maisie —sale de la habitación—¡Y no te pongas tensa! 

No entiendo ni una palabra a lo que se refiere Odette. 

Ella me había dicho que Black estaría esperándome en el jardín.  

Mary como de costumbre me venda los ojos y me lleva con ella. 

El aire fresco cala en mi piel. El jardín tiene aroma a rosas, tierra húmeda y obviamente a mí llega el aroma varonil de Black. 

—Mis ojos se deleitan cada que te ven, pequeña. —Sus nudillos rozan mis mejillas, mi cuerpo anhela su cercanía de una manera vulgar y banal. 

—Gracias, señor misterioso. 

Bien, ahora salir de aquí depende de mí. Primero tengo que saber de mi hermana. 

—Black, ¿cuándo podre ir con mi hermana? 

—Más pronto de lo que crees. 

Asiento. 

Él me sienta en una silla, cerca de mí se sienta él. 

Cenamos muy tranquilamente, hablamos sobre algunas cosas y me cuenta que su otro apellido es Lestrange. Black tiene sangre francesa y eso me gusta. 

No dice mayor cosa, solo lo básico. No me dice ni las razones por las que estoy aquí. Solo espero que cuando las diga y me libere me pague el psicólogo. 

La verdad no dudo en decírselo. 

—Cuando me saques de aquí, ¿me pagarás el psicólogo? 

Mi comentario le causa gracia. 

—Si sabes que ningún secuestrador le paga el psicólogo a su presa, ¿verdad? 

¿Presa? Creo que eso es lo que soy y con eso lo afirmó muy claro. 

No voy a ponerme a dilucidar eso. Tengo en claro que soy, soy una pendeja que por irse en callejones oscuros como en las típicas películas de secuestro y asesinatos, la raptan. 

La palabra pendeja está marcada en mi frente. 

—Pero deberías hacerlo, ya mucho tienes con tenerme aquí. 

—A veces eres muy exigente. 

—No mientes. 

Trato de mantenerme relajada y evitar que mi cuerpo reaccione de una manera morbosa con el simple toque de su piel. 

—Maisie —llama mi atención—. Es hora del postre. 

No soy fan de las postres muy dulces, pero uno al año no me hace daño. 

—¿Así? ¿y qué es? 

—Vamos adentro y te lo digo. 

Coloca sus manos en mi cintura y me guía no sé a donde. Caminamos por unos cinco minutos hasta llegar al lugar. 

Me quita la venda de los ojos.  

Trato de acostumbrarme a no tener la venda. 

La habitación está con muy, pero muy poca iluminación. Apenas hay una sola vela en el lugar. Siento el aroma a rosas por la habitación y me fijo que en el suelo hay pétalos esparcidos. 

Agradezco al cielo por haberme depilado mi cosita hoy.

—¿Y qué vamos a comer de postre? —muerdo mi labio cuando se me vienen mis pensamientos más impuros a la mente. 

—Creo que la pregunta está demás. 

Él junta sus labios con los míos, y me dejo llevar el mis deseos más carnales e impuros. 

El maldito besa tan bien. 

Poco a poco me va acercando a la cama hasta que me hace caer en ella. 

Sus labios besan mi cuello, lo lamen y me hacen sentir un cosquilleo en mi vientre. Va bajando hasta llegar al escote en estilo de corazón. 

—Te ves demasiado hermosa con el vestido —muerde mi labio mientras sus manos se aferran a la abertura—, pero puedo apostar a que te ves mejor sin él. 

Escucho como la tele cede y se rompe por la fuerza de Black. 

Es una lástima porque a mí sí me gustaba el vestido. 

—El vestido me gustaba. 

La vela poco a poco va extinguiendo su luz para solo ir dejando la luz de la luna. 

—Te compraré veinte iguales si quieres —me termina de quitar los restos del vestido dejando a su vista la lencería de encaje de color rojo—. Mierda, Maisie —la luz de la luna a penas me deja ver sus ojos, no distingo del todo su color, si son azules, si son grises o la combinación de ambos—, no sabes lo dura que me la pones solo con verte así. 

Me arde la cara de vergüenza, sus palabras obscenas son como criptonita para mí. 

No dice nada más y solo se dedica a recorrer mi cuerpo con su boca. Comienza desde mi cuello y baja muy lentamente hasta llegar al borde del sostén. 

Sus manos liberan mis senos. 

—Son perfectas para mí, dulce Maisie —las estruja con sus manos. 

Mis pezones sienten el contacto de su piel y se ponen rígidos. 

Lleva a su boca uno de mis senos mientras juega con mi otro seno, dando pequeños pellizcos que hacen que arquee la espalda. 

Su lengua succiona y lame con pericia. Da pequeñas mordidas y no logro controlar mi cuerpo. Me encanta lo que siente mi cuerpo en este momento aunque sé que es inmoral, está mal, pero aún así no puedo evitar sentirme tan bien. 

Poco a poco va bajando por todo mi abdomen, hasta que se detiene justo en mi sexo. 

Da pequeños besos encima de la tela de encaje y yo siento que ya estoy húmeda. 

—Me encanta probarte, Maisie —sus manos poco a poco van bajando mis bragas hasta dejarle todo en bandeja de plata. 

Otra vez agradezco haberme depilado hoy mi cosita. 

Siento sus labios en mi piel más sensible. Dá pequeños besos, pero para mí es como si estuviera prendiendo algo ardiente en mi interior. 

Con sus dedos separa mis pliegues y pasa su lengua muy lentamente haciendo de esto una dulce tortura.  

—Delicioso como siempre —se separa un poco de mi coño. 

Pequeños temblores comienzan a llegar a mis piernas cuando sin piedad vuelve chuparme mi coño. Succiona muy hábilmente. 

Sus dientes se clavan en mi carne y un grito sale de mí, es dolorosamente placentero. 

—Black... 

Poco a poco me voy quedando sin aliento. 

Mueve su lengua en círculos, el orgasmo va apoderándose de mi cuerpo. Mis jugos se esparcen en la boca de Black. 

—Dios —no digo nada más. 

—Dios no te puede hacer eso, pero el diablo sí —introduce un dedo en mi cavidad, está vez si lo introduce completamente. 

Una descarga eléctrica recorre toda mi columna vertebral. 

Chupa y mete sus dedos en mí. Me es inevitable poner los ojos en blanco. Son sensaciones demasiado fuertes, pero placenteras. 

Se detiene y ahora la que está arriba de él soy yo. 

Pone sus manos en mis muslos y coloca mi sexo en su boca. 

La vista que tengo es tan erótica. 

Coloco mis manos en sus mejillas mientras él sigue lamiendo mi coño. 

Aquí se siente mejor, admito que está posición se ha convertido en una de mis favoritas. 

Arqueo mi espalda al sentir como otro orgasmo esta por venir. 

Sin duda Black es el doctor orgasmos. 

Sabe como llevarte al orgasmo y darte muchos más. Tiene pericia, tiene lo que se necesita para darte un placer sexual enorme. 

—Te gusta como te lamo, como te hago sentir —su lengua de vueltas en mi punto más sensible. 

Mis gemidos han aumentado, poco a poco se han hecho más sonoros. Probablemente quien esté en esta casa los ha de escuchar. 

Apoyo mis manos en la cabecera de la cama. Hago mis manos en puños cuando siento que está cerca, arqueo la espalda y lo dejo salir. 

Black no me deja recuperarme del orgasmo, su boca se empaña en seguir dándome placer. 

Sus dedos pellizcan mis pezones y todo aumenta más. 

—Mierda —digo entre jadeos y gemidos. 

Lo peor de todo, es que cuando estoy cerca del orgasmo es que se detiene. Y maldita sea, siento que eso me comienza a frustrar. 

—¿Pero qué mierdas? —digo, mi desesperación es muy notoria. 

—¿Qué quieres, Maisie? —me acomoda junto a él—, ¿qué deseas? 

¿En serio me está haciendo que lo pida? 

—Yo... no sé —prefiero decir eso. Tengo que ser fuerte, no voy a dejar más pensamientos pecaminosos se apoderen de mi mente y me dominen. 

Sus dedos acarician mis pliegues. 

Es un maldito, eso es jugar sucio. 

—No lo vas a decir —dice en un tono juguetón—, es tan fácil pedirlo. 

—Estás enfermo. 

—¿Acaso dejar que tu captor lama tu coño no es enfermo? 

Maldito, un punto para él. 

—Cállate —trato de calmar mi respiración, pero con sus dedos haciendo maravillas en mi coño no puedo. 

—Maisie, Maisie, Maisie, puedo seguir con esto toda la noche, por mí no hay ningún problema. 

Mi control se está yendo a la mierda. Esto se siente tan rico. 

—Delicioso —dejo escapar un sonoro suspiro. 

Se risa invade mis oídos. 

—Entonces, ¿qué es lo que quieres, Maisie? —sus dedos hacen círculos en mi parte más sensible—. Sabes que yo puedo cumplir tus fantasías más banales y sucias. 

—Maldito bastardo, ¡haz lo que quieras ya! 

Maldito autocontrol el mío. 

Se coloco encima de mí y hace que le desabotone la camisa. La paciencia no es una de mis virtudes así arranco los botones de un solo tirón. 

—Pero que ansiosa. 

Lo beso sin que diga otra cosa. Sentir piel con piel es todavía mas delicioso. 

Aunque me falta una cosa. 

Mis manos no dudan en buscar su polla. Él gruñe cuando lo toco. 

Le quito el cinturón rápidamente y le ayudo a bajarse los pantalones. 

Maisie, eres una retorcida y maldita enferma.  
  
Pero quiero esto, probablemente mis terapias con el psicólogo serán largas. 

Ahorita no quiero pensar en lo que está bien y lo que está mal, lo sano y lo insano, lo moral y lo inmoral, solo quiero pensar en mí, en lo que quiero. 

Por último el tira de sus bóxer para estar como vino al mundo. 

Mis ojos se van a la polla de buen tamaño que se carga. 

¡Santo cielo, me va a partir en dos! 

¡Todo eso metí en mi boca! 

Ahora entiendo mi pequeño dolor de garganta. 

—Espero sea suave —digo. Trago saliva. 

Muerde el lóbulo de mi oreja y murmura: 

—Seré todo lo suave y vainilla que quieras al principio —muerde mi cuello—, luego te tomaré a mi manera. 

Seguimos con los besos apasionados, cargados de lujuria. 

Piel contra piel, se siente mucho más delicioso. 

Se comienza a mover sobre mí. Su polla y mi sexo se juntan, se siente tan cálido. Mi humedad va aumentando mucho más. 

Se acomoda poco a poco. 

—Si te duele, solo lo dices. 

Asiento con la cabeza. 

Logro distinguir su mandíbula muy bien perfilada. Quiero ver sus ojos, quiero ver de qué color los tiene, pero la luz de la luna que se cuela por la ventana no es mucha. 

La punta de su miembro se posa en mi entrada. 

Cierro los ojos cuando se va introduciendo dentro de mí. 

Maldita sea, duele como la mierda. Arde y duele. 

—¡Ah! Duele —las lagrimas se acumulan en mis ojos. 

—Iré despacio. No te tenses, pequeña. 

¿Todavía no ha entrado del todo? 

¡Pero qué mierdas! 

El dolor va aumentando. 

Da la estocada final. 

—¡Ah! —entierro las uñas en sus brazos—, dime que ya entro, dime que ya entro toda —este hombre tiene una tercera pierna. 

Nadie dice que la primera vez duele y mucho. 

No dice nada, da la estocada final y una punzada de dolor se extiende en mi vientre. 

—Estás tan estrecha, tan cálida, estar dentro de ti es tan delicioso y placentero. Y lo mejor de todo es que soy el primero. 

—Maldita sea, esto duele como la mierda —logro decir. 

Me remuevo inquieta con él dentro. 

Es una tortura llena de placer. 

Él comienza a mover sus caderas mientras toma mis manos entre las suyas. Cada que embiste aprieto sus manos junto a las mías. 

Sus ojos se mezclan con el de la luz de luna. Los logro ver entre un tono gris y azul oscuro. No se distinguen del todo. Su mandíbula es muy perfilada. 

Lo hace despacio, muy sutilmente. 

Mis labios se entreabren solo para soltar gemidos. 

Él muerde mis labios, los besa y los vuelve a morder. 

—Eres un ángel, un bello ángel que se entregó al demonio —murmura. 

Era cierto. 

El bien satisface, la moral también, pero lo prohibido y malo te deja con ganas de más. 

Y es por eso que muchos ángeles son desterrados del paraíso. 

No puedo razonar solo me dejo llevar por el placer que me dá cada embestida. 

—Es hora de hacerlo a mi modo —toma mi piernas con sus manos y me flexiona a tal punto que siento que mis rodillas casi tocan mis hombros. 

De una sale de mí y entre de una estocada. 

—¡Ah! —duele, pero el placer lo recompensa. 

Hace eso unas cinco veces y siento que está a punto de partirme en dos. 

Aumenta la velocidad entrando y saliendo demasiado rápido y fuerte. 

Es una combinación de placer y dolor. 

Se detiene por un monto y estira su brazo para sacar algo de la mesita de noche. 

—¿Qué...e....es? —no puedo ni siquiera hablar. Mi corazón late desenfrenadamente amenazando con salir de mi pecho y ni hablar de mi vagina que siento que me va a estallar en cualquier momento. 

—Algo para darte más placer —su aliento choca en mi rostro. El olor a vino llega a mis fosas nasales mezclado con el sudor de su cuerpo y el mío. 

—Yo pensé que ya...habíamos terminado. 

Si sigue probablemente lo que quede de Maisie Wilde solo sea polvo. 

¡Éste hombre me va a partir! 

—Esto apenas inicia —enciende el objeto y es un vibrador. 

Vuelve a entrar de una estocada mientras agarra mi cuello y lo presiona con una de sus manos y con la otra pasa el vibrador por mi punto más sensible y todo mi coño. 

Delicioso, malditamente delicioso. 

Siento como mis jugos salen de mí al mismo tiempo que el se viene dentro de mí. 

—Dios. 

—Solo los demonios pueden hacerte sentir el placer de la lujuria. —Muerde mis labios. 

Siento unas punzadas de dolor en mi vientre. 

Se para y busca algo en algún lugar. 

Regresa y dice: 

—Date la vuelta. 

—¿Qué? 

—Lo que escuchaste: date la vuelta y saca muy bien ese precioso culo que tienes. 

Lo hago. Apoyo mis manos y las rodillas en mi cama. 

El coloca un collar en mi cuello y tira de la cadena. 

Su lengua pasa sobre mis pliegues haciendo que sienta otra vez esa deliciosa sensación. 

Chupa por un rato hasta que se posiciona en mi entrada, pero mi otra entrada. 

—¿Pero qué rayos vas a hacer? 

—Te dije que esto aún no acaba —con su polla recorre toda mi rajadura hasta llegar a mí otra abertura que aún conserva la virginidad. 

Entra suavemente, se siente muy extraño. 

Coloca un vibrador dentro de mi vagina. Tengo la sensación de estar llena por ambos lados. 

—Que te quede claro que eres mía, pequeña. —Comienza a embestirme. 

Una de sus manos tira de la cadena y la otra choca contra mis glúteos. Me arde, pero a la vez me gusta. 

—Cada que te mires ese bonito culo que tienes y veas mis marcas te acordarás de mí. 

Odio que sea un maldito posesivo, pero mi parte masoquista no y por eso me odio. 

Se detiene, toma mis brazos haciendo que mi rostro quede pegado al colchón. 

—¿Acaso no te cansas? —digo entre jadeos. 

—Podría follarte toda la noche y no me cansaría —junta mis manos y las coloca en algo que siento yo es cuero. Las ajusta bien y quedan juntas, lo malo es que ahora siento que me puede ahorcar con el collar—. Si te lastimo, me lo dices. 

—Sí. 

Comienza a embestir otra vez, más fuerte que antes.  

Aprieta mis manos con una de las suyas y con la otra sigue chocando su palma contra la piel de mis glúteos. 

Araya y muerde cada parte de mi espalda son dejar de embestirme. 

Me gusta, me encanta. 

Mi cuerpo se hace trizas y quedo llena de él por mis dos orificios. 

Las lágrimas salen sin querer. Tantas emociones fuertes me dejan exhausta. 

Black me quita el collar del cuello y libera mis manos. 

Estira mis piernas y me dá la vuelta para quedar en encima de mí. 

—¿Por qué lloras? —se preocupa y escucho la decepción en su voz—¿No te gustó como te follé? 

—No, no es eso. Simplemente nunca pensé que mi primera vez fuera así de intensa —confieso. 

—Mañana practicamos tu resistencia—sus nudillos pasan por la piel de mis senos—. Me gustó ser el primero, me gusto corromperte, pequeña —acaricia mi rostro. 

Esto es similar a cuando salgo a correr unos diez kilómetros y regreso muy exhausta, pero admito que este cardio es peor. 

—¿Acaso vamos a seguir mañana? —mis ojos comienzan a cerrarse. 

—Todos los días, vamos follar el resto de los días que estoy junto a ti. 

—Estás loco, Black. 

—Por ti, Maisie Wilde. 

No hablamos más, ya que poco a poco mis ojos comienzan a cerrarse y caigo en un profundo sueño. 







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