Medicine

By evabetancortg

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Después de tantas mentiras, es hora de contar la verdad aunque con ello le cueste vida. A cada paso suyo es u... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45

Capítulo 20

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By evabetancortg

Nuevamente Atenea conduce de manera temeraria hacia las afueras de la ciudad y lejos del bosque, a nuestra nueva casa. Me he involucrado en el pago de ella y al parecer después de arreglar las cosas con Zayn a la morena le han ingresado más dinero fresco, sin decirme cómo o porqué. Finalmente aparca muy mal en la acera invitando al resto de conductores a que le den un golpecito por detrás, baja y me ayuda con unas muletas robadas hace dos días.

Tenemos vecinos, eso es lo primero que me impresiona, es un vecindario tranquilo, nadie tiene jardín, unas simples escaleras cortas hasta la puerta de entrada y al parecer todas las casas son similares, excepto los que son apartamentos alquilados al final de la calle. Es coqueta, hecha de bloques rojos antiguos y una puerta blanca con plantas verdes que adornan las cuatro ventanas que dan a la calle. Al entrar huele a humedad, Atenea va colocando las maletas en la entrada hasta quedar a mi lado cerrando con cuidado la puerta tras nosotros. Pienso en que Liam ni siquiera sabe dónde vamos a vivir a partir de ahora, ha sido muy precavida para mudarnos aquí y nadie podrá ver el acogedor y nuevo espacio que se ha molestado en obtener.

El pequeño salón ya tiene un sofá blanco, una mesa diminuta y una televisión poco moderna, a mi derecha un arco abierto que me deja pasar directamente a la cocina, igual de pequeña con lo básico y con vistas a la calle. La escalera para subir es apenas la mitad de la que había en la cabaña, arriba hay dos baños y dos dormitorios, esto me sorprende a primera vista.

- Vaya... Dos dormitorios, no sé si especular que me quieres lejos o que es un lujo no tener que dormir en el sofá.

- Así no me dejarás el horrible olor a sudor que emanes por las noches -Dice mientras entra al que ha decidido que será su cuarto.

A última opción entro para ver el mío, pegado al de ella. Tiene una puerta que comunica con el baño e intuyo que el suyo también pero hacia el otro lado. Una cama enorme y bastante cómoda en el centro del lugar, un espejo decente, un escritorio y un armario. Salgo para encontrarme a Atenea esperando por mí, sonrío sin una respuesta similar y la veo moverse hasta la planta baja donde coge todo el equipaje y lo sube. Deposita mis maletas sobre mi cama y vuelve a desaparecer sin pronunciar palabra, apenas puedo moverme sin muletas así que no colocaré nada por ahora. Bufo acostándome boca arriba en la cama, mirando el techo sin goteras y bien pintado, recordando el apestoso lugar que era el psiquiátrico. Cierro los ojos vagando en cajones de recuerdos, la primera vez que la vi... Cómo el corazón casi se me sale por la boca al pensar que era Scarlett retándome a una broma de mal gusto. Cuando la conocí de verdad creo que fue aún más temeroso para mí, incluso más peligrosa que aquella rubia capaz de matar sin que se le moviera una pestaña. Pero Atenea... Ella mataba, sí, pero de una manera única, incluso elegante. Primero te cautiva con sus palabras, te atrapa en una red de deseo, de desquicio, de irritación, de retos y después te golpea por placer, por deporte hasta que te inyecta el veneno de la muerte en la yugular y se ríe de tu cadáver.

Las tuberías suenan con agua en ellas, parece que se está dando una ducha mientras me relajo en mis aposentos. Giro mirando las maletas, se ha esforzado mucho en que lo tenga todo, en que yo estuviera bien y llegar ambos de una pieza. Pienso en la semana siguiente al encuentro con Marcus, cómo la morena entró en los almacenes de Malik siendo una más, casi podía pensarse que ella era quien mandaba pero tardó demasiado en iniciar una guerra con Zayn, gritos, golpes, amenazas y claro: todo por su parte. Por la de ella era más bien un guepardo tanteando el terreno, un cisne bailando en el agua, un gato limándose las uñas, apenas le dirigía la mirada si es que le importaba si quiera la conversación. Después de eso entraron en una habitación, más golpes, más ruidos, un disparo y silencio. Silencio durante cuarenta minutos, nadie se atrevió a entrar para averiguar si alguno estaba herido, después salieron riendo y cogidos de la mano como se les acostumbraba a ver.

- ¿No te vas a bañar? -Está apoyada en el marco de la puerta, enredada en una toalla a forma de vestido y con otra secándose el pelo enmarañado.

- ¿Es una sutil invitación o un intento de decirme que apesto?

- ¿Tú qué crees?

Su risa llenó la habitación antes de que volviera al corto pasillo y desapareciera de mi vista. Me levanto con dificultad sin apoyar la pierna mala, ha cicatrizado pero todavía lo adornan moratones visibles y dolores musculares. No puedo quejarme viendo que Marcus tampoco no se ha recuperado del todo y si lo hiciera, Atenea volvería a abrirle la pierna hasta que yo me recuperara. Salto hasta el baño, ya tiene algunas toallas y lo esencial, me imagino que se ha encargado de ello antes de buscarme en la cabaña con todo listo. Me desnudo viéndome en el espejo, observo mis tatuajes, mis brazos musculados, el pectoral y la horrible pierna desgarrada. Agradezco que sea una bañera y no una ducha, no sé cuánto aguantaría de pie haciendo equilibrio con una pierna. Me tumbo en ella cuando el agua está en temperatura ambiente y hasta arriba, seguido oigo unos toques en la puerta y no me molesto en tapar partes visibles si ni siquiera ella se molesta en mirar en esa dirección.

- ¿Te has pensado mejor lo de la invitación? -Digo pícaro esbozando esa sonrisa que tanto la incordia.

- Voy a salir -Informa-. Lejos, si sucede algo llámame inmediatamente.

- Espera, ¿Cómo que te vas? -Me reclino más en la bañera quedando sentado y cogiendo frío en el pecho-. ¿A dónde?

- He quedado con un... Amigo -Tose buscando la peculiar palabra.

- ¿Trabajo?

- No, solo es una... Cita.

- Ah -Miro un punto fijo pensando en la palabra "cita", ¿Cita de amigos? ¿Cita para conocerse? ¿Qué significa?-. ¿Y... Qué harán?

- Vamos a ir a comer, después seguramente a un garito a bailar.

Asiento muy leve apenas visible y me vuelvo a recostar en la bañera, el corazón se me ha acelerado en dos segundos y apenas me he dado cuenta ahora que se ha ido. Suspiro muy pesado dejándome caer por completo, alejando de mi mente todo tipo de imágenes absurdas de ella con un desconocido, total, ¿Qué podía pasar? Estamos hablando de Atenea, la persona más fría del planeta, ni siquiera muestra sus sentimientos cuando una flecha la atraviesa, su cara era... Inexpresiva, sorprendida pero... Indolora.

Se la veía ilusionada, nerviosa, incómoda al decírmelo. Movía sus pies de un lado a otro como si yo tuviera que aprobarlo, pero seguramente me hubiera ahogado si dijera lo contrario a lo que quería oír así que, una guerra perdida. ¿Por qué me molesto? Es una compañera, una arrogante, intimidante y cruel compañera. La mejor, sí, pero eso no quita que incluso a mí, que vivo con ella, me den ganas de salir corriendo cuando dedica esa mirada calculadora. Nadie sabe lo que pasa por su cabeza, incluso cuando su boca habla su mente oculta.

El móvil comienza a sonar en cuanto salgo al cuarto desnudo, salto hasta él y veo que es un número desconocido, igualmente lo descuelgo y pongo el manos libres mientras me seco y me visto.

- ¡Harry! Qué sorpresa que lo hayas cogido, no tenía esperanzas -Siento ese falso puchero al otro lado de la línea, su voz hace que me quede helado unos segundos y luego sigo con la tarea y me vuelve el habla.

- Scarlett, qué maravilla saber de ti -Digo divertido pasando la camiseta por mi cabeza.

- No me mientas -Espeta-. Sé que me habéis estado buscando, mi hermano y su patético intento porque revele cosas de Mishel.

- Está preocupado.

- ¿Y tú? ¿Me echabas de menos?

- No te recordaba tan arpía -Dije mientras reía y me recostaba en la cama apartando las maletas-. Puede que un poco.

- Eso imaginaba -Siento su tono sensual, me la imagino tocándose el labio y jugando con la voz infantil perversa que tanto me cautivó en su momento.

- Mucho tardabas en mostrar tu verdadera faceta, nadie se creía el papel de chica buena sintiendo pena por una desconocida.

- ¿Por qué no nos vemos?

- Porque si tu hermano te encuentra y me ve contigo, adiós a mi trabajo y a mi cabeza.

- No se enterará, tonto, además, tienes una excelente guardaespaldas.

- Que te rajará el cuello en cuanto te vea -Digo entre risas siguiéndole el juego.

- Lo que tengo con mi hermano son asuntos privados, él jamás daría la orden de matarme y cuando sea el momento saldrá la verdad a la luz, por ahora, solo puedes confiar en mí cuando te digo que; yo no soy la mala de la historia.

- Podría creerte, no le hiciste daño a Atenea, aunque eso también podría ser parte de tu plan para que confié en ti ahora.

- ¿Me crees tan retorcida?

- Vivo con una tirana en casa, me ha enseñado que no debo fiarme de todo el mundo a la ligera.

- Se me olvidaba que vivías con la princesa de Zayn -Dice arrastrando las palabras.

- Sí, la protegida, la elegida, la mismísima mujer del diablo en la tierra -Rio junto con ella, me cuesta creer que sea Scarlett.

- Bueno... Podríamos vernos si quieres, así te olvidas un poco de ella... de mi hermano... Podemos pasar unos momentos de relax juntos -De nuevo ese tono caliente en mi oído-. ¿Qué te parece?

- Siento que voy a hablar con el músculo menos inteligente de mi cuerpo -Digo cerrando los ojos y maldiciendo las palabras que salen de mi boca sin filtro-. ¿Dónde nos vemos?

- En el Blue Ice, a las ocho.

Cuelga sin una despedida dejándome la pantalla del móvil encendida, son las siete y media, sí que está desesperada. Vacilo en si mandarle la ubicación a Zayn, decirle que sé donde está, lo que quiere hacer, recuperarla y hablar con ella pero una parte de mí quiere disfrutar, olvidarse, ya habrá otro momento para tenerla frente a nosotros escupiendo información retorcida, si Atenea me ha enseñado algo es a ser egoísta o... A priorizar el trabajo, pero esta vez me decanto por la primera.

Me pongo unos jeans ajustados negros, una camisa de botones blanca y ligera abierta hasta el pecho, unas botas marrones y mis indispensables muletas actuales. Me echo perfume, el preferido de Scarlett cuando la conocí: "Ese perfume te hace oler al único hombre que querría en este mundo" Me había dicho una vez  y yo lo sigo usando, cautivando a las mujeres con él.

El coche ha desaparecido, Atenea debió llevárselo para llegar hasta su cita y el Blue Ice no está tan lejos como puedo imaginar viéndolo desde el mapa pero me pido un taxi para llegar en diez minutos y no forzar a mis piernas heridas. Al llegar el lugar está abierto de par en par, sin seguritas ni cola, la música resuena hasta fuera como si la fiesta también pudiera darse allí. Las típicas luces de un sitio como este no tardaron en llenarme las pupilas, azul, violeta, verde, rojo, todos los colores viajando alrededor de la pista repleta de personas desconocidas de todas las edades, tamaños y formas apelotonados entre sí.

Una mano me agarra del brazo tirando un poco de mí, me tambaleo cuando la tengo enfrente, lleva un vestido rojo corto y un pintalabios a juego, el cabello recogido con una trenza a forma de corona y unos tacones plateados demasiado chillones, cualquiera diría que quiere ser discreta para que no la encuentren. Me sonríe con esa picardía que intuía a través del teléfono, observa detenidamente las muletas y luego vuelve a sonreír sin problema alguno que objetar.

- Hace mucho tiempo dejamos algo tú y yo a medias -Dice en mi oído mientras se mueve al ritmo de la música.

- ¿Por qué ahora? ¿Por qué desapareciste?

- Porque ahora tú eres igual que yo -Dice riendo hacia atrás, toma un sorbo de la bebida que agarra en su mano izquierda y sigue bailando-. Ahora ambos disfrutamos de la sangre, no nos asustamos con nada, ahora es el mejor momento para que tú y yo arreglemos cuentas. No es lo mismo acostarse con un gatito asustado como te dejé que con una pantera llena de deseo.

Sonrío ante su comparación, una pantera... Ahora soy una pantera; elegante, sigilosa y observadora. Pero eso no quita que Scarlett sea una pitón venenosa enrollada en mi cuello con tanta fuerza que me asfixia y que Atenea sea la reina de la jungla, una leona impaciente, muerta de hambre, rápida.

Me agarra de la mano y me guía por el lugar, choco con personas que parece estorbarles mis muletas, nos sentamos en un sofá privado donde hay varios chicos y chicas sonriendo en nuestra dirección, entre ellos Robert que ya va pasado de copas.

- ¡Mister Harry Styles! -Dice en alabanza dándome un abrazo-. Cómo te he echado de menos colega.

- ¿Sí? Pues ya podrías haber vuelto.

- ¿Para que me maten? Paso.

- ¿Matarte? Zayn está como loco por verte, no sabe qué hacer sin ti, está esperando todos los días tu regreso -Miento, miento con descaro pero bien actuado.

Se queda callado con el vaso en sus labios sin beber, manteniéndome la mirada seria que ha cambiado en él, parece que algo le ha chocado y se ha quedado preocupado ¿Será la lealtad hacia su jefe? Luego ríe para disimular con un toque de nervios y desaparece disculpándose con una barata excusa para ir al baño, pero el baño está en sentido contrario al que ha ido. Objetivo conseguido. Me siento con una mueca de dolor al estirar la pierna, ella acaricia mi muslo sano dando círculos en el pantalón, siento que me clava hasta los huesos ese roce. Sube poco a poco, entre dibujos, círculos y caricias hasta donde se juntan mis muslos, una zona peligrosa. Se acerca lentamente posando su boca detrás de mi oreja, en mi cuello, bajando, en mi mandíbula, sube hasta mis mejillas, recuesto la cabeza por el calor que emane su cuerpo y me agarra de la cara para que la mire. Sus labios juegan jugosos con los míos, no me besa pero roza descaradamente ambos, pasa a mi nariz y vuelve a mi boca.

Crack.

Un disparo.

Silencio.

Gritos.

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