I Belong Where You Belong | T...

By LucasMLG

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Tsukishima debió haber limpiado mejor el cristal de sus gafas al bajarse del ascensor, porque esa persona lle... More

∆Importante∆
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I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
VIII (segunda parte)
IX
X
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
Epílogo
Capítulo especial: Akaashi keiji.
∆ NUEVA PORTADA ∆

XI

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By LucasMLG

Bokuto es unos centímetros más bajo que Kuroo, y también quien más atención necesita de los dos con creces. Pocas veces a lo largo del mes pueden permitirse amanecer juntos debido a sus trabajos, horarios y viajes y eso ha hecho que cada vez que lo hacen siempre sea de la misma forma: muy pegados. Kuroo abre los ojos con cansancio y pereza, viéndose completamente atrapado entre unos fuertes brazos y piernas. Bokuto se esconde en su pecho y respira como un bebé grande que necesita, como mínimo, catorce horas de sueño.

La noche anterior le dio un masaje para relajar sus músculos después del entrenamiento de la tarde, pero acabaron ocupados en otra "cosa" y, claro, ahora ninguno de los dos tenía fuerzas para siquiera salir de la cama porque sus cuerpos se sentían muy pesados. Se libra un poco de su agarre para abrazarle de vuelta, dejando un beso en su cabeza y después en su frente para ir bajando hasta llegar a sus labios, de donde pasa a la mejilla. Muerde sin fuerza haciendo que el bicolor se queje y se remueva en el sitio, abriendo los ojos y sonriendo en el momento en el que se topa con su mirada.

Bokuto siempre sonríe cuando le mira.

Kuroo nunca se ha considera alguien especialmente romántico, pero a veces no se sentía merecedor de ser mirado de aquella forma por unos ojos tan puros. Nunca se ha considerado alguien romántico, sí, pero desde que comenzaron a salir (puede que antes) se ha dado cuenta de que sí es alguien que siente con demasiada intensidad. Y se ha dado cuenta también de que le gustaría tatuarse esos ojos dorados en la memoria para acordarse de ellos con todo lujo de detalles cuando esté solo en Nueva York o Italia, alejado de ellos y de su dueño. Alejado de ellos y de sus manos, que ahora pasean por su vientre haciéndole cosquillas y le ponen la piel de gallina. Bokuto sonríe como un niño travieso cuando esconde el rostro en su cuello, mordiendo sin dejar marca (porque con las camisas es imposible esconder cualquiera) y enredando sus piernas en un juego matutino muy común entre ambos.

--¿No estás cansado? --pregunta con una sonrisa, con la voz aún ronca por ser sus primeras palabras del día.

Bokuto levanta la cabeza y le mira frunciendo el ceño. El pelo le cae hacia abajo como pocas veces y tiene esa expresión tan natural que le encanta.

--Nunca estoy cansado para darte mimos --sentencia muy serio.

Eso ha conseguido arrancarle una ligera risa. Con su antebrazo tapa parte de su rostro por inercia, notando cómo el calor se amontona en sus mejillas por tan inesperada respuesta. Bokuto vuelve al ataque y le abraza fuertemente, respirando contra su piel y dejando besos por todos lados. Kuroo tampoco se ha considerado nunca alguien vergonzoso, pero cuando te topas con una persona tan directa y natural a veces sale a relucir una parte de él que pocas veces se ha visto.

--Algún día conseguirás subirme el azúcar.

Después de eso ruedan por la cama un rato más compartiendo unas cuantas caricias y algún que otro beso. Cuando ya ha pasado media hora deciden que deberían salir de la cama. Es demasiado tarde para salir a correr (aunque todavía son las ocho de la mañana), por lo que acuerdan con una mirada ducharse juntos y así lo hacen.

Tras una guerra con las toallas y el jabón, por fin preparan juntos el desayuno y se sientan en la cocina. Bokuto tiene todavía una toalla sobre sus húmedos cabellos cuando se lleva la primera tostada a la boca y Kuroo sonríe apoyado en la encimera probando el café. Pronto lo deja de lado y se sitúa detrás de su novio, poniendo sus manos sobre la blanca toalla para secarle el pelo mientras él sigue comiendo encantado por la atención prestada.

Kuroo nunca se hubiera imaginado a sí mismo siendo tan atento con alguien.

--¿Cómo crees que les irá a Tsukki-bro y Yams?

La pregunta le hace fruncir el ceño. ¿En serio en uno de los pocos días que podían pasar juntos le hablaba de esos dos? No es que él no se preocupara por su amigo, pero llevaba ya unos días comiéndose de más la cabeza por un asunto que, en realidad, no era su problema. Después de la conversación que tuvo a solas con el rubio le había quedado claro que lo mejor era no meterse demasiado, porque todo parecía ser más complicado de lo que se veía a simple vista y nadie mejor que los dos involucrados lo sabían.

Seguramente Bokuto también sabía eso, pero para él era imposible mantenerse al margen de algo así.

--¿Te preocupan? --devolver una pregunta es una buena táctica para no responder a algo que no tienes ganas de responder, pero...

--He preguntado primero, tramposo.

Kuroo maldice lo bien que le conoce. No le queda otra que pensar una respuesta adecuada.

--Conociendo a Tsukishima... yo diría que le ha echado ya de su casa o le está dando falsas ilusiones sin darse cuenta.

Aleja las manos de la toalla y se sienta junto a su novio, volviendo a tomar el café que había dejado antes a medio acabar. Le sorprende lo caliente que sigue estando. Como Bokuto parece estar muy pensativo y no tiene pinta de que vaya a responder nada, vuelve a formular su anterior pregunta.

--¿Te preocupan, entonces? --no recibe respuesta--. Ya sabes que son mayorcitos para saber lo que hacen.

Puede que lo sean, pero hasta él sabe que ambos pueden salir bastante mal parados de todo el asunto. Pero, ¿tenía alguien la culpa? Los corazones desesperados siempre se convierten en guías cuando uno lo da todo por perdido. Él mismo lo había vivido.

--Me gustaría... --Bokuto hace una mueca. Está buscando las palabras más simples para transmitir una corazonada muy compleja. -- Me gustaría que fueran capaces de ver todo el bien que se podrían hacer el uno al otro más allá del daño.

Kuroo estira el brazo y atrapa con su mano la del bicolor, que descansaba sobre la mesa. La acaricia unos segundos y dibuja círculos con la yema de sus dedos que le gusta imaginar como anillos invisibles que unen sus almas.

--A veces es más difícil ver lo que tenemos justo delante de nuestras narices que aquello que se esconde de nosotros, Bo.

Koutarou asiente a la vez que enreda sus dedos con los suyos. Kuroo tampoco hubiera imaginado su vida de esa forma, pero el futuro siempre tiene sorpresas para todos. Incluso las más inesperadas.

.

.

Al día siguiente, con Tsukishima completamente recuperado, Tadashi puede asistir a esas reuniones con los inversores sin preocuparse de dejarle en casa enfermo. De hecho, el propio Kei se ha ido a primera hora de la mañana tras asegurarle de que se encontraba en perfeto estado. A él, en cambio, le cuesta mucho salir de la cama. En condiciones normales sería otra persona quien se reuniría con los "hombres estirados" (así les llaman él y Terushima de broma), pero se ha ofrecido para ahorrar trabajo y papeleo a la empresa. Además, así cobraba más credibilidad frente a Tsukishima eso de que tenía asuntos que atender en la ciudad.

El señor Kimura es el único ese día que no le recibe con una reverencia, sino que directamente se queda sentado de mala gana en su sitio viéndole entrar a la sala.

Yamaguchi, como Tsukishima, quedó el primero de su promoción en la universidad y se instaló rápidamente en un programa dedicado a la inserción laboral de jóvenes en el mercado. Tsukishima a lo largo de su vida había conseguido grandes metas, pero él, más callado, también lo había hecho intentando alcanzarle. De hecho, es su memorable expediente es lo que le hace levantar la cabeza en ese tipo de situaciones. Puede que un pasado haya sido alguien que dudara constantemente de sí mismo, pero la experiencia a su corta edad le había dejado la enseñanza de que, al final, mostrarse inseguro ante personas como el señor Kimura solo te hacía ver una presa más apetecible. Mientras los ejecutivos se sientan y saludan o hablan entre ellos, nota cómo una vibración en su bolsillo trasero delata que le han enviado un mensaje. Justo cuando hace amago de cogerlo la voz de uno de los clientes irrumpe en el silencio. Es el señor Haruki, uno de los más influyentes de ese círculo. Yamaguchi lo reconoce porque ha estado estudiando sus perfiles muy minuciosamente.

--Podemos empezar cuando quiera.

Y él asiente extendiendo su brazo hasta sus informes, sonriendo como siempre hace y tomando una bocanada de aire antes de comenzar a hablar.

Ya respondería más tarde a ese mensaje.

.

.

Kenji le pasa un brazo sobre sus hombros en cuanto cruza la puerta y le arrastra al ascensor entre sus típicas bromas sin gracia y desmesurada simpatía. Tsukishima saluda a algunos conocidos en la entrada (solo para no parecer un borde) y se deja arrastrar únicamente para no montar una escenita. A Nakahara le gusta llamar demasiado la atención para su gusto.

--¿Qué tal ese día libre que te pegaste ayer? --le pregunta divertido, apoyándose en la pared tras haber pulsado el botón del piso al que se dirigen. --Espero que lo hayas disfrutado.

Kei mira hacia las puertas metálicas muy serio, ignorándole.

--Al menos no estuviste solo. ¿Sigue ese amigo en tu casa?

--...

--Bueno, tu silencio habla por sí solo --Kenji se cruza de brazos, sonriendo--. Solo he preguntado para molestar, ayer fue él quien cogió la llamada. Te podrías haber metido en un buen lío si no hubieras dado señales de vida.

Kei muerde su mejilla y le mira por encima de su hombro. Tiene una postura relajada y guarda la distancia, parece muy despreocupado, incluso más que de costumbre. Cuando el chico se da cuenta de que le está mirando, levanta las cejas exigiendo algo que los dos saben que le debe, aunque le cueste mucho admitirlo.

--Gracias por... avisar ayer.

Nakahara parece satisfecho, porque una sonrisa nace en sus labios (parece una sincera) y automáticamente mueve sus manos con intención de restarle importancia y decirle que no le debe nada. Al final, si él no hubiera llamado para alertar de que debía concluir la revisión del trabajo del día anterior, Kei probablemente ni se hubiera levantado de la cama y estaría en serior problemas por no acabar esos informes tan importantes.

--No fue nada --el sonido que indica que han subido otra planta inicia un silencio un poco más largo, demasiado para alguien como Kenji, quien abre la boca para continuar hablando. --Todos estaban deseando que la cagaras y te echaran la bronca.

Tsukishima suspira porque sabe que es verdad y estar enfermo no hubiera sido una excusa ante "los de arriba".

--Pero ya sabes que "todos" es una exageración --Kei vuelve a mirarle, ahora serio--. Sé que parece que todo lo que hago es para joderte, pero es que soy así (aunque puede que al principio sí quisiera molestarte de verdad). --en respuesta, Kei se endereza en el lugar, intentando parecer indiferente ante esas palabras. --La cosa es que si dejaras de estar tan a la defensiva, podrías darte cuenta de que también hay gente que trabaja contigo que no te ve como una "presa".

En otra ocasión no se hubiera dejado influenciar mucho por sus palabras, pero últimamente anda un poco en las nubes y esas en concreto le han hecho estrellarse contra el suelo. Abre la boca para responder un comentario mordaz de los suyos, pero no le sale nada, por lo que opta simplemente por no decir nada y dejarle hablar a él.

--Pero no te preocupes, que no me lo tomo como personal. Se ve que eres alguien muy desconfiado.

Y tan desconfiado, piensa Tsukishima para sí. El contrario no tenía ni idea de lo acertado que estaba. El ascensor se para al fin, pero Kenji, al ponerse a su lado esperando a que las puertas se abran, suelta unas últimas palabras que le dejan un poco perdido.

--Oh, y guardaré tu secreto, tranquilo.

--¿Mi secreto?

La sonrisa de Kenji vuelve a ser la misma que pone cuando algo le está divirtiendo mucho. A Kei le molestan ese tipo de gestos porque le hacen sentir que hay algo que escapa de sus manos y realmente odia no tenerlo todo bajo un control absoluto.

--En todo el tiempo que llevas trabajando aquí nunca había conocido a nadie cercano a ti hasta que apareció él y pareces más animado desde que llegó. Pero, oye, no soy quién para juzgar, ¿sabes? Yo estoy condenado a no poder entender ese tipo de sentimientos. Que cada uno vaya a lo suyo y todos felices.

Al principio a Tsukishima le cuesta entender lo que ha querido sugerir. Para cuando va a responderle que todo lo que dice son solo observaciones carentes de fundamentos, las puertas del ascensor de abren. Kenji se desliza hacia afuera rápidamente justo al instante y Kei, con la palabra en la boca y la cara descompuesta, le ve saludar al resto de sus compañeros como un día cualquiera.

.

.

Volver a casa sabiendo que alguien te espera es una sensación extraña.

Tsukishima revisa sus mensajes y ve que Yamaguchi le respondió hace unas horas a su sugerencia sobre cenar pizza esa noche. Viéndolo ahora, se siente un poco avergonzado por haberle enviado ese mensaje horas atrás solo para decirle eso cuando el menor estaría en su reunión, pero fue una acción muy involuntaria. Le urgía hablar con él de lo que fuera.

Se nota a sí mismo nervioso cuando entra al edificio y continúa así hasta llegar a su piso. Volver a casa sabiendo que hay alguien al otro lado, esperándote, es una sensación a la que no está acostumbrado. Abre la puerta tragando saliva y esta deja paso a la estancia oscura, sin atisbo alguno de que haya alguien en el interior. Eso le extraña y decepciona a partes iguales. Con el ceño fruncido afloja su corbata y desabrocha el primer botón de su camisa blanca dejando su maletín en el pequeño mueble de la entrada. La luz de los edificios filtrándose por los grandes ventanales hace que sea posible ver un poco, pero él decide no encender la luz mientras comienza una pequeña búsqueda por la casa.

Yamaguchi no está en la cocina, ni en su cuarto, ni en el baño. Se suponía que ya debería llevar en casa algunas horas, según tenía entendido. Extrañado, vuelve sobre sus pasos hasta la entrada, donde decide que puede ser buena idea preguntarle directamente dónde se encuentra. Deshecha la idea al instante: parecería un acosador o algo del estilo. Como medida desesperada se dirige hasta su despacho, el único lugar donde no ha mirado. Nada más abrir la puerta nota una brisa helada abrazarle y sabe que ha acertado. A su izquierda, al fondo de la sala, la puerta escondida en la estancia está abierta. Yamaguchi debe de haber encontrado su escondite favorito: la terraza.

Lo primero que hizo al mudarse fue remodelarla de arriba abajo, vistiéndola con suelo de parqué y algunas plantas. Como ha estado lloviendo esos últimos días, el pequeño sofá que suele estar fuera está en su despacho, pero siguen estando en el lugar las sillas de madera y la pequeña mesa que suele usar para trabajar al aire libre cuando le consumen las paredes. Yamaguchi está apoyado en el borde de la alta barandilla, como si fuera parte de la decoración, con sus brazos cruzados y apoyando la barbilla en ellos. No le ve, pero sabe que tiene la mirada perdida en las luces de Tokyo.

Kei carraspea un par de veces para hacerse notar. Funciona, porque en cuanto le escucha, Tadashi da un sobresalto y se gira como si hubiera sido pillado con las manos en la masa. Parece estar buscando qué decir y antes de hablar rasca su nuca, nervioso. Tsukishima decide situarse a su lado. Hacía mucho tiempo que no observaba las vistas desde ese lugar. Yamaguchi se relaja al notar que no le ha molestado que entrara en su despacho y vuelve a su posición inicial, pero esta vez acompañado.

Los dos están mirando los edificios altos de la ciudad, perdidos en sus propios pensamientos y más cerca de lo que parece.

--Siento haber entrado sin tu permiso.

Tadashi es el primero en hablar. No suena muy animado, por lo que supone que algo habrá ido mal en la reunión. Niega un par de veces con la cabeza para restarle importancia a ese pequeño detalle que ha mencionado. "Literalmente te has metido en mi cama, esto no podría ser peor", piensa para sí.

--¿Por qué estás aquí? –pregunta, mirándole de reojo.

La piel aceitunada de Yamaguchi refleja la luz que desprende la ciudad ante ellos, trazando sobre sus pecas pinceladas difusas de mil colores distintos que perfilan sus facciones y hacen que parezca un boceto de un artista con insomnio. Una vez que le ve de esa forma, Tsukishima es incapaz de retirar la mirada.

--Vi esa puerta cuando te traje el té el otro día --le explica--. Me ofende que me hayas ocultado este rinconcito y te lo hayas quedado solo para ti.

Lo cierto es que él tampoco pensaba que le fuera a gustar tanto esa pequeña terraza que se ha molestado en cuidar y decorar con mimo.

En el cielo no se ve ni una sola estrella por la contaminación, pero Kei no las echa en falta contando mentalmente las pecas del menor y trazando constelaciones inexistentes que van desde la punta de su nariz hasta sus mejillas. Nunca le ha gustado esa sensación de sentir el cuerpo completamente dormido frente a alguien, como si todo el peso de su cuerpo desapareciera dejando solo sus latidos capaces dejarle sordo. Mientras él hace como si no le estuvieran templando hasta los tobillos, se quedan en silencio por unos segundos. A lo lejos se escucha una ambulancia, pero sus pensamientos son tan ruidosos que ni se da cuenta.

--¿No ha ido bien ese trabajo de hoy?

Ve que el menor niega un par de veces.

--Ha ido perfectamente.

En el momento no sabe que responder, por lo que opta por no decir nada. Pone ambas palmas sobre la barandilla, rezando para que el frío le despierte un poco y le saque del trance en el que se ha metido él solo. Al hacerlo, su codo choca con el hombro del menor, que ni se mueve.

--¿Entonces qué ocurre?

Yamaguchi se lleva preguntando eso mismo todo el día. La reunión salió increíblemente bien. Tanto, que incluso estuvo a punto de llamar a Kei para celebrarlo. Bajó los escalones de la entrada del enorme edificio de dos en dos y, al llegar a la acera, de repente no le importó ser absorbido por una masa de desconocidos. No le importó verse opacado por el ajetreo de una ciudad despierta, ni que su felicidad quedase bajo una manta de ruido causado por el creciente tráfico. Lo único que pensaba en ese momento era en llamarle a él, en llegar a casa y celebrarlo. Al menos, hasta que se dio cuenta de que "casa" era una forma un poco presuntuosa de su parte para dirigirse a un hogar del que ni siquiera formaba parte. Se había sentido tan estúpido en el momento en el que se dio cuenta de cómo se estaba comportando, que la realidad le había caído encima como un balde de agua fría helándole los huesos.

Mira de reojo al más alto.

Es triste, pero se está cansando.

--Hoy me he dado cuenta de que esta ciudad no era tan mala como pensaba en un principio --, pero solo porque estás tú aquí.

--¿Eso es malo?

--Puede.

Ninguno vuelve a decir nada, pero Tadashi aprovecha que Kei vuelve a mirar hacia el frente para deslizar su mano por el frío metal hasta toparse son los dedos del contrario. Cuando Tsukishima le mirada extrañado, él simplemente dirige la vista al frente como si nada ocurriera. Como si no le estuviera invitando a entrelazar sus dedos. Sus manos se rozan y ninguno da el paso para agarrar la del contrario. A Yamaguchi los edificios le parecen gigantes que le miran y se abren en silencio queriendo devorarles. Está rogando por que le abrace, le bese o simplemente agarre su mano. Se está quedando sin voz de tanto gritarle que haga algo, que solo necesita lo mínimo de su parte para sellar algún pedazo de su corazón que amenaza con caerse al suelo en cualquier momento.

Tsukishima, en cambio, sabe que debe apartar su mano. Está segurísimo de que es lo que debe hacer. Ese el inicio de una caída en picado y él siempre ha sido de los que huyen antes de salir herido; de los que lo arruinan todo en un segundo si piensa que es lo más seguro de cara al futuro, aunque no tenga ninguna base para creerlo. Sabe que tiene que acabar lo que sea que esté ocurriendo. En ese momento lo ve más claro que nunca. Observando la noche abrazar la ciudad se siente insignificante, sin aire, sin posibilidad de escapatoria. No deja de pensar en cómo hacer para que todo acabe rápido, lo más rápido posible. Un dolor intenso y breve es mejor que uno duradero. Solo tiene que ser capaz de cortar todo de raíz antes de que sea muy tarde. Las palabras de Kenji se han grabado alrededor de su cuello como una soga: está asustado de repetir la historia de nuevo.

Y mientras piensa cómo acabar con todo lo más rápido posible, también busca cómo hacer que ese momento se vuelva eterno.

.

.

.

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.

.

.

Tengo tantísimas cosas que hacer y tantísimo que estudiar que a veces siento que me va a explotar la cabeza... En fin.

Espero que os esté gustando la historia, en serio. Me anima mucho ver que cada vez más personitas se animan a votar o que alguien deja un comentario!

Y también me paso por aquí para decir que estoy publicando en mi perfil otra historia (va a tener 5 capítulos, creo) y que para aquellas personas a las que les guste el Bokuroo y el Bokuaka tanto como a mí... Les aconsejo ir a echarle un vistazo! Se titula "Offline" y aquí mismo os dejo su sinopsis:

«Cuando a kenma le encargaron la creación de una app para un trabajo de la universidad, en ningún momento se le pasó por la cabeza que fuera a ser un completo éxito.

De hecho, resulta ser una aplicación para encontrar pareja muy fácil de usar. Solo tienes que registrarte dando una serie de datos, pues el perfil creado será completamente anónimo (salvo la edad, el sexo y algún otro dato que el usuario quiera mostrar). Será la misma app la que se encargará de sugerirte otros usuarios con los que podrás comenzar a hablar y entablar una amistad (o la verdadera finalidad de esta aplicación: que encuentres una pareja dejando de lado los prejuicios del físico).

Bokuto tardó solo cinco minutos en registrarse, diez minutos en elegir qué persona del listado de perfiles anónimos sería la primera con la que se relacionaría y un mes exacto en enamorarse de la persona tras ese mismo perfil.

Claro, lo que no esperaba era que esa persona desapareciera de la app de la noche a la mañana sin dejar rastro dejándole lleno de preguntas, comenzando una larga búsqueda que le llevará hacia su alma gemela. »

Interesante, no? Nos leemos pronto ^^💖

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apenas tenias 5 años cuando un hombre te secuestro,te mantubo secuestrada durante toda tu vida